Partida Rol por web

Sil Auressë

[7.3.] El adiós a Tharbad

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02/08/2015, 15:45
Director

Tras unas pocas horas de descanso y meditación, Ayla se asomó a la ventana para contemplar la ciudad de Tharbad de noche. Aún era pronto, quedaban varias horas para el amanecer. Algo le había despertado de su trance. Un ruido, unos pasos quizá. Con cuidado abrió la puerta que daba al pasillo, y enfrente de la puerta había un sobre con una carta. La cogió y la abrió. Era de Curudae, y decía que le esperaba en la torre meridional de la Isla. La letra era la de él, sin duda. Ayla se abrigó abandonó la mansión en silencio. Mientras avanzaba por las calles oscuras del barrio mercantil, pudo oír ruidos de alguna taberna cercana al puerto. Al llegar a la torre vio que la puerta estaba abierta, y entró con cuidado. Había unas escaleras de caracol. Subió.

Arriba en la azotea castigada por el viento le esperaba Curudae, de espaldas a ella. Encima de su ropa cómoda de la noche anterior llevaba una capa de seda muy lujosa. Parecía que no había podido dormir en toda la noche.  En su cuello notaba el distintivo del Gremio de los Comerciantes. El Cetro de la Confederación ya lo había renunciado.

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02/08/2015, 15:46
Curudae

La mirada de Curudae estaba fija en la orilla septentrional. -Allí estaba mi posada, Ayla, dijo para sí mismo. -Ya no me queda nada aquí. La ciudad está muerta para mí. No obstante no le guardo rencor. Me lo ha dado todo. Quería contemplarla por última vez, antes de partir. Recibir el amanecer con una Tharbad libre. Mira todo lo que nos rodea. Negocios, mercancías… una ciudad viva. Pero estaba perdiendo su alma. Creo haberla ayudado en estos años que he pasado aquí. El tiempo lo dirá. Hoy no es el día de juzgar eso. Hoy es el día, que si todo sale bien, llegará Khôradur en un barco. Eso si finalmente le ha interesado la idea lo suficiente. Tengo una corazonada, así que he decidido estar aquí pronto, aunque aún quedan horas hasta que abran los muelles.

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02/08/2015, 20:59
Director

La elfa alzó la vista tratando de contemplar entre la bruma toda la de Tharbad, pero era tarea imposible. Al llegar el alba se despejaría. Detrás de ellos, el río Gwathló transcurría hacia el sur, hacia el Gran Mar.

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02/08/2015, 21:00
Curudae

Curudae seguía serio, pasando su vista por todas los edificios, calles, plazas, fuentes y canales de la ciudad conocida como “La Reina del Norte“.

-No hay duda, Ayla. Hoy es el fin de una era… Estamos a punto de presenciar un momento para la historia, Ayla.

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02/08/2015, 21:00
Director

Un momento para la historia”, pensó Ayla. Curudae abandonaba Tharbad, cierto. No obstante dudaba de que por eso sea histórico. Los primeros rayos del sol penetraban la densa bruma que se había formado alrededor de Tharbad, y poco a poco se abría ante ellos toda la panorámica de la ciudad. Ayla respiró hondo, notando el peso de la historia, la voz de miles y miles de personas, los sueños y las esperanzas de generaciones... Los inmensos puentes númenoreanos desafíaban el paso del tiempo, como recordatorio de la grandeza de días pasados para los malhechores y pordioseros que ahora habitaban a su alrededor. El silencio que les rodea era perturbador. La ciudad estaba expectante, alerta. De repente toda la ciudad se vio asumida en el más absoluto de los silencios.

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02/08/2015, 21:02
Ayla

Ayla guardó un poco de silencio y dijo: -hacía tiempo que no veía un amanecer... Y jamás habría imaginado que un amanecer en Tharbad sería tan bello... Curudae, no estés triste, Tharbad siempre estará contigo. Te ha forjado hasta ser lo que hoy eres y te ha preparado para todo lo que nos depara en los próximos años...

Ella se acercó más a él, y añadió: -tenemos la oportunidad de dar esperanza a esta Tierra rota por el mal. Tú serás un pilar central en esa tarea, y Tharbad te ha preparado para ello... No te despidas amigo, dale gracias por el tiempo que te ha dado...

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26/12/2015, 22:26
Curudae

-Hay algo en los amaneceres de Tharbad… Es como si ella despertara de nuevo cada día, incrédula de seguir viva, ansiosa por enmendar sus errores. La Reina se mira en el espejo de Gwathló, y se percata de su propia esencia, de su imperfección. En lo más profundo de su ser, Tharbad dejó de ser una ciudad dúnadan hace tiempo. Igual que el Norte ya no es de los hombres de Oeste. Por eso sobrevive. Porque no carga con el pasado y la fatalidad de los descendientes de Númenor, dijo Cururae pensativo, sopesando cada palabra.

-Pero no pensemos en cosas tristes. Hoy debe ser un día de alegría. Un día de despedidas sin lágrimas, de regalos sin esperar nada a cambio. Hoy nos iremos a Sil Auresse. Como bien dices, me llevaré a esta ciudad allá adonde me vaya. Porque forma parte de mí. Me ha dado mucho, y puede que yo le haya devuelto algo de todo aquello que me ha dado.

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26/12/2015, 22:27
Director

De repente, en la orilla de enfrente, la orilla meridional, se vio ajetreo frenético de los soldados de Gondor, con sus yelmos característicos con las alas. Se estaban formando a toda prisa. Se escuchaban gritos de los sargentos. Unos pocos gritos y de nuevo el silencio. Se notaba el temor en los ojos de los gondorianos. Mientras cumplían las órdenes y formaban filas y se preparaban, se podía ver como sus miradas se dirigían una y otra vez al sur. Estaban esperando algo…

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26/12/2015, 22:29
Curudae

Curudae estaba algo tenso, pero en su rostro no era capaz disimular la mirada de alguien que conocía todas las cartas de la partida que se estaba jugando. Adivinando los pensamientos de Ayla, le sonrió: -Te dije que nunca debería jugar a las cartas contigo, Ayla. Mi gran sorpresa, una pequeña concesión a mi enorme vanidad, ha llegado. Pero no lo hago por ti, ni por mí… Ni siquiera por el sueño que compartimos, el sueño de Sil Auresse. Lo hago porque los amaneceres deben traer siempre nuevas esperanzas, nuevas oportunidades. Cualquier comienzo es mejor que una lenta decaída y la muerte. Disfruta del momento, Ayla. Somos espectadores de lujo. Mi tiempo aquí se acaba. No quiero que Tharbad se olvide de mí tan rápido. En parte es vanidad, lo sé. Pero los Gremios me lo agradecerán algún día. Un último servicio. El Fin… o un nuevo horizonte para mi ciudad.

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26/12/2015, 22:31
Director

Ayla no lograba entender el significado de sus palabras ni el de tanto misterio.

Fijó su mirada al sur, y vio algo entre la densa bruma. Un navío de gran tamaño, de dos mástiles y unas velas gigantescas. No era extraño ver barcos entrando y saliendo de la ciudad, aunque ninguno debía entrar antes de que se despeje la niebla matutinal, antes de que abran los muelles de la orilla sur, la orilla de Gondor. Sin embargo Ayla intuyó que éste era diferente. El perfil era más estrecho, y las velas… Allí estaba la diferencia. Las velas presentaban una forma casi triangular.

Y eran completamente negras.

El poco murmullo que se había iniciado alrededor, sobre todo en el lado de Gondor, se calló de repente. Silencio sepulcral. Incredulidad. Miedo. Una cosa era que les avisaran, pero verlo de primera mano les suponía un plato difícil de digerir. Un barco de guerra de los de Umbar, de los Corsarios. Los enemigos mortales de Gondor. Subiendo Gwathló arriba hacia las aguas de Tharbad.

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26/12/2015, 22:37
Ayla

A Ayla se le escapó una pequeña carcajada y le dijo a Curudae: -me imaginaba que la llegada de nuestro amigo sería mas... discreta. Vamos, antes de que les de un infarto a la mitad de la población de Tharbad...

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26/12/2015, 22:39
Curudae

-La discreción no es propio de Tharbad, ni del Gremio de los Ladrones – perdón, el ilustre  Gremio de los Comerciantes. Y me imagino que tampoco de Curudae de Tharbad. Quiero que sea una despedida de la que se hablará durante años. Me temo que a nuestro amigo no le hizo tanta gracia la idea cuando se lo propuse, pero ¡míralos! Mira la ciudad, a sus gentes, Ayla.

Se dieron la vuelta para mirar la Isla, las dos orillas, la gran vía, los puentes. Ayla no daba crédito a la multitud que se había congregado en unos instantes. Temerosos, se asomaban por todas las bocacalles, en el puente, por las ventanas. Las calles se llenaban de personas curiosas.

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26/12/2015, 22:40
Director

Mientras tanto, los soldados de Gondor se formaban en su muelle principal, el único de suficiente tamaño capaz de recibir tan extraña visita. El Cánotar Imlach se colocó en primera línea, y trató de transmitir tranquilidad a sus soldados. Sin embargo en su rostro se pudo ver la tensión, el cansancio y los nervios. Alzó la vista, y les vio a Ayla y a Curudae en lo alto de la torre. Curudae parecía estar contento de sí mismo, mientras el Cánotar les rogaba ayuda a los valar. Finalmente, Curudae le hizo caso a Ayla, y bajaron a toda prisa por las escaleras.

A nivel de calle, hacia el sur, Ayla vio que el incursor corsario estaba a punto de entrar en la zona de las dunas meridionales de la Isla. El avance era lento, y en la cubierta se podían ver a los marineros corsarios, y también un pequeño contingente de hombres de Umbar armados. Todos iban con la sobrevesta negra de Umbar por encima de sus armaduras doradas, y los oficiales con el yelmo completo conocido como karma cubriéndoles la cabeza. En los estandartes, en su pecho y en sus escudos lucían el navío negro, símbolo de Umbar. Todos ellos estaban mirando la orilla septentrional, la parte de Cardolan. El hecho de darles la espalda a los soldados de Gondor podía considerarse temeraria, pero en ese momento el barco cambió ligeramente de rumbo y dejó la Isla a su derecha.

El buque de guerra de Umbar iba a amarrar en el muelle del Gremio de los Mercaderes, en la orilla Norte de la Isla. Y no en la orilla gondoriana. Era el muelle reconstruido por Curudae durante su mandato.

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26/12/2015, 22:44
Curudae

-Las grandes jugadas a veces nacen de grandes apuestas, le dijo Curudae mientras avanzáis a toda prisa entre la multitud que también se dirigía hacia el gran puente para cruzar al lado de Cardolan.

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26/12/2015, 22:45
[Th] Imlach

En el puente de Iant Formen les alcanzó el Cánotar Imlach, justo cuando estaban a punto de pasar por el arco Ayla y Curudae. -¿ESTÁS LOCO?, le gritó a Curudae, -les has invitado tú, ¿quires reducir esta ciudad a cenizas?

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26/12/2015, 22:47
Curudae

-Imlach, no tengo ninguna intención de provocar una guerra entre Umbar y Gondor por el control de Tharbad, le contestó Curudae mientras procedía a cruzar el umbral que no puede pasar ningún soldado de Gondor. -Esta ciudad necesita a los dúnedain, necesita vuestros ejércitos. Si aquí se estallara una guerra, no quedará ciudad por proteger. Éste es mi último servicio a los Gremios. Ahora que ya no nos quedan mercenarios, confiaré nuestra protección a los soldados de Umbar.

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26/12/2015, 22:48
Director

Sin decir nada más, Curudae le dio la espalda al emisario de Gondor y siguió avanzando, ahora rodeado de una muchedumbre que le aplaudía y le daba palmadas. Curudae, como nadie, había sabido siempre sentir las pulsaciones, las necesidades y los anhelos de la gente de Tharbad.

Antes de seguirle, Ayla miró al Cánotar Imlach, el rival de Curudae en el juego en que se había convertido el control de Tharbad. Era un dúnadan maduro, de 1´80 de estatura y cabello castaño oscuro y ojos color esmeralda. Según había comentado Danroth, era de origen campesino y en otras circunstancias posiblemente se habría llevado bien con Curudae. Ahora le vio solo, en medio de una multitud, hundido. Pero aún así, en sus ojos Ayla vio un cierto atisbo de respeto mientras contemplaba a Curudae. La mirada de ella se cruzó con la de él, y le asintió con la cabeza antes de dar media vuelta y regresar a la orilla gondoriana.

Ayla siguió en dirección al muelle, y alcanzó a Curudae. Se había formado una especie de semicírculo alrededor de la zona de carga y descarga. Desde los puentes, y desde la orilla de la Isla, se veían miles y miles de tharbadianos congregados para la ocasión.

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26/12/2015, 22:51
Curudae

Curudae le invitó a acompañarle hacia el muelle: -Ven, acompáñame. Si mi apuesta ha salido bien, habrá alguien conocido en este barco corsario. Estaba visiblemente nervioso. Ayla le acompañó, pero tapándose con la capucha. No quería quitarle protagonismo en este día. Su día.

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26/12/2015, 22:53
Director

Avanzaron lentamente hacia el gran muelle, ahora vacío de gente. El buque de Umbar estaba amarrado, su cubierta repleta de soldados. Una gran rampa bajó del navío. El golpe de la rampa impactando contra el muelle hizo el silencio. Una figura imponente de unos 2,10 metros bajó con paso decidido por la rampa. Dos de sus oficiales iban con él. Se les acercó, con el sol del amanecer a sus espaldas. Se quitó el yelmo con cresta de capitán del navío y lo guardó bajo el brazo. Uno de los oficiales le entregó un rollo de pergamino.

¡Era Khôradur! En sus ojos se reflejaba un brillo especial, si no fuera un hombre tan serio incluso podría pensarse que le divertía todo esto. Consciente de la multitud que les observaba, entregó ceremonialmente un rollo de pergaminos a Curudae y le saludó con el puño en el pecho, al estilo de los militares dúnadan.

 

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26/12/2015, 22:58
Khôradur

-Saludos de Umbar, Curudae. Mis hombres estarán a servicio del Gremio de los Comerciantes para garantizar la seguridad de la ciudad, y de los buques de comercio de Umbar. En estos pergaminos están nuestras órdenes y el beneplácito de nuestro reino.

La multitud explotó en un aplauso espontáneo que retumbaba por toda la ciudad. Todo el miedo, la angustia, la dudas generadas por el fin de la era de los mercenarios… Desde el mismo borde de una guerra fatal hasta un nuevo horizonte de paz y prosperidad, la gente de Tharbad sabía aprovechar cada instante, cada victoria que les brindaba el destino. El ruido era ensordecedor, y los gritos de “¡Curudae! ¡Curudae!” se escuchaban hasta en la orilla de Gondor.

En medio de la explosión de júbilo de la ciudad, Khôradur entregó su yelmo a su oficial segundo, así como un cetro de mando de Capitán. -Os presento a Ulbanathân. Él será el encargado de llevar a cabo esta misión a partir de este momento. Yo asumo la responsabilidad de la llegada del navío a esta ciudad como mi último servicio a la Marina de Umbar.