Partida Rol por web

Nadie más tiene nada que añadir, e hicieron pasar a Palomirë y Gîldur. Curudae explicó que el plan de la nueva ruta de comercio se unía a un ambicioso plan de mejoras y nuevas construcciones en Sil Auressë.

-Dentro de nuestras posibilidades, apoyaremos esa ruta con una patrulla como ya hacemos con la de Metraith. Obviamente, la ruta de Sudúri es mucho más larga, pero seguramente también contaremos con apoyos de Echorion en un tramo, y de los clanes en el otro. En cuanto a construcciones, Palomirë y Gildûr se jugarán una gran cantidad de oro en una apuesta conjunta por varios edificios junto al río para preparar la lana, teñirla y distintos almacenes. Ellos pagarán por los edificios, y a cambio le concederemos la exclusiva de la producción. A medida que la construcción del castillo avance, podemos liberar mano de obra experimentada para llevar a cabo. Seguramente necesitemos contratar otro jefe de obra para gestionar a todos los obreros, y también más mano de obra. Por otra parte, esos obreros luego se quedarán en Sil Auressë, sus familias, crearán riqueza, aportarán efectivos para la milicia… En definitiva, harán crecer este lugar. Y si la ruta de Sudúri se mantiene, y de Sudúri salimos sin problemas hacia los puertos de Gondor, el mercado potencial es enorme.

-Bien, pues una vez trazada las líneas generales de Sil Auressë en lo respectivo a la nueva ruta comercial con Suduri, se cierra la reunión y podéis marchar. Curudae, os mantendrá informados.

Ayla miró a Finduilas, se acercó a ella, y le comentó: -Partiré con la primera luz del día de mañana, vendrás conmigo y trataremos el asunto que tenemos pendiente te buscaré aquí.

Luego se dirigió a Aeldric, y le dijo: -Si vas a venir, mañana al alba con la primera luz del día me encontrarás aquí, mas tarde, habré marchado. Te deseo que encuentres aquello que buscas sea cual sea el camino que elijas...

El resto del día y la noche Ayla se subió a la habitación y se quedó meditando, preparándose para su encuentro, repasando mentalmente todo lo aprendido en Amond Lind, y haciendo algunos pergaminos mágicos adicionales¹.

Meditó sobre Hilde Sikelion, intento transmitirle que el encuentro se acercaba. Todo estaba en marcha. Pensó en su hermano y en Zelene, en el Demiurgo, en Amond Lind, Sulkano, Morannar... Intentó reunir todo el valor, toda la pasión de la sangre humana que corría por sus venas, y buscó su fuerza para el momento al que debía enfrentarse al Cazador Oscuro, a Khathog...

Tras despedirse de los miembros del Consejo que eran sus asesores, sus compañeros y sus amigos, Ayla se encontraba ahora en tus aposentos ultimando los detalles de su partida. Preparó con esmero varios pergaminos.²

La tarde estaba ya avanzada cuando escuchó como alguien llamaba a su puerta. Era Finduilas.

-Sé que habíamos quedado para vernos al alba, pero para lo que te tengo que enseñar nos viene mejor las sombras de la noche. Porque es a la Oscuridad y a la Sombra a la que tendrás que enfrentarte. De mi parte tengo un camino por delante, debo reencontrarme a mí misma como persona y como hechicera. A ti te espera el encuentro con tu destino. No puedo acompañarte en ese viaje, porque nuestros caminos siempre han transcurrido por distintos sitios. Que hayamos coincidido ahora aquí en Sil Auressë desafía toda lógica, salvo que estuviera escrito.

-No te acompañaré, pero no quiero dejar que te marches a enfrentarte a Khathog sin una última prueba. Ya sabes más de cómo funciona su poder. Tú has aprendido mucho desde vuestro último encuentro, y además cuentas con el poder canalizado del más allá, aunque ese poder del anillo Khathog lo iguala con su orbe. Tu ventaja es el poder adicional que tengas de la Luz, pero debes saber que Khathog fue adiestrado en Carn Dûm, y aprendió unas cuántas cosas. Los sacerdotes oscuros que reciben instrucción de Angûlion aprenden a neutralizar la magia de sus enemigos para cazarlos y abatirlos. El Cazador Oscuro. Yo también domino la técnica de los contrahechizos que enseña el maestro Angûlion. Por eso en nuestro primer encuentro en mi torre Argond yo no albergaba ninguna duda ante el desenlace en caso de habernos enfrentado. Porque te hubiera resultado prácticamente imposible lanzar un conjuro.

-La noche nos espera. Tenemos esa cuenta pendiente, esa prueba antes de que partas. Quiero enseñarte cómo se defiende Khathog, le dijo mientras se quedaba mirando los pergaminos. -Me temo que no te valdrán los pergaminos, salvo como distracción o al final cuando las fuerzas te abandonen. Es prácticamente imposible lograr lanzar ninguno si él se defiende.

-No temas a que te descubran. Ahora ya no importa. Ya está escrito. Los que importan ya saben que ha llegado la hora de tu encuentro con Khathog. Los que no lo saben lo sabrán pronto. Pero si te sientes más segura, nos podemos alejar un poco más al norte. Están en juego demasiadas cosas para que dejes de pasar la oportunidad de ver a lo qué te enfrentarás.

Ayla aceptó el desafío de Finduilas, y buscaron un lugar tranquilo. Separados por unos veinte metros, ella se quitó la capa y le mostró una leve sonrisa, aunque en su rostro se notaba la tensión. Estaba preparada. Ayla decició intentar sorprenderle con un ataque precipitado lanzando un proyectil de luz para empezar ^{[57+72BO-35BD=94]}, y acto seguido se concentró para preparar un proyectil de fuego más poderoso. Finduilas levantó la mano y pronunció una palabra en una lengua extraña. Sonaba como “AN GRAV”. Quería contrarrestar el proyectil de luz de Ayla, pero ^[3-81=-78] no le salió bien y le impactó ^{[7 A, crítico 59]}. Perdió un poco el equilibrio y le costaba mantenerse firme, y tardó unos segundos más en recuperar la compostura.

Ayla comenzó a preparar el hechizo de fuego. Mientras lo hacía, vio que su rival lanzó un conjuro de Rapidez. Aún le duraba el efecto del impacto anterior, pero con este hechizo se le iba a pasar antes el efecto. La elfa notó cómo la energía mágica se estaba formando a su alrededor, y con la palabra de poder tenía que haber contrarrestado el primer hechizo, pero le salió mal ^[79-100]. Cuando estuvo a punto de lanzar el hechizo, observó que una concentración de energía mágica se había formado alrededor de su anillo, como intentando impedir que lo usara. Ayla lanzó el proyectil de fuego, pero se enfrentó a la fuerza del contrahechizo de Finduilas. -¡An Grav!, gritó de nuevo, y esta vez el hechizo se desvaneció. A continuación Ayla realizó una ida [60] para mágicamente colocarse a su espalda. Finduilas lanzó un hechizo que Ayla desconocía [13] pero tenía el efecto de aturdir ^{[37; sin mod tiene que sacar 59, saca 89]} pero que la Dama de Sil Auressë resistió.

Ayla terminó detrás de ella, sacando su espada de la funda. Pero Finduilas era más rápida y además seguía bajo el efecto de rapidez, y cuando aún Ayla tenía la espada a medio sacar, la mano de Finduilas estaba abierta a unos centímetros del rostro de su rival, y de ella brotaban llamas mágicas indicando la concentración mágica. Ayla respiró hondo ante el inminente impacto ígneo, pero entonces Finduilas bajó la mano.

-Es suficiente, le dijo. -Tienes muchos recursos y te lanzas sin miramientos por la victoria. No me esperaba que fueras así en combate, y por eso has comenzado con ventaja con el primer hechizo. Pero es prácticamente imposible que puedas hacerle daño a Khathog de esa forma. Y te explicaré por qué…

A continuación le contó en qué consistía el contrahechizo. Finduilas lo usaba con palabras de poder, que eran el foco de una canalización de energía mágica. Pero aplicándolo a la forma de Ayla de hacer magia, sería sacando el aura. Permitía inyectar poder al hechizo básico de Cancelar Esencia para hacer que fuera más difícil de superar.

-Marca la diferencia cuando uno es más experimentado. Prácticamente puede asegurarse de que ningún hechizo del rival funcione, a cambio de gastar mucho poder. Además, el que lanza el hechizo también puede inyectar poder a su lanzamiento, que en ese caso se quedaría “atrapado” en la lucha hasta que uno de los dos salga. Hay hechiceros que usan hechizos de ataque como contrahechizo, también se puede hacer. Simplemente las dos fuerzas opuestas lucharían hasta que sólo quede una. La cantidad de energía mágica que puede haber es inmensa, y puede incluso derrumbar el edificio en que se encuentran los hechiceros.

-De esta forma, en poco tiempo se agota el poder de ambos, pero tiene ventaja siempre el que comienza con más poder.

-¿Pero Khathog va a esperar a que yo de golpes hasta agotarme? No, me odia tanto como me teme, y ahora seré yo la paciente...

Ayla miró a Hilde Sikelion, pensando que en ningún momento iba a usarlo hoy.

Lo utilizaré cuando llegue el momento y marcará la diferencia...

Usar mi Aura para realizar el hechizo de cancelar... Hasta ahora lo hacía con un hechizo más poderoso, luchando hasta que sólo uno podía persistir, pero esto...

-¿Y con alguien más poderoso que tu como funciona? ¿Es más fácil cancelar el hechizo o atacar para contrarrestar?

-La paciencia te puede dar la victoria, ya que efectivamente es más fácil cancelar el hechizo que atacar para contrarrestar, le contó Finduilas. Estaban sentadas en el suelo en el claro que aún mostraba alguna huella de su enfrentamiento. -Para mejorar un ataque con poder adicional, se requiere más poder que para contrarrestar el ataque. Si le concedes la iniciativa al principio, podrás aguantar sus embestidas hasta ponerle todavía más nervioso. Cuánto mayor sea su ataque, más podrás reducir la desventaja de poder. Porque Khathog parte con ventaja, y encima es posible que haya aprendido a canalizar más poder de alguna fuerza externa.

-Si tú resistes a sus golpes, aunque tu poder se vaya agotando, también lo hará su paciencia. Y quizá use su orbe antes de lo previsto. Tanto tú como él tenéis una baza, un objeto poderoso. Pero no te olvides de que son opuestos, el Orbe y el Anillo. Sus poderes enfrentados pueden cancelarse entre ellos. No sé qué pasará, Khathog es demasiado inestable y volátil como para hacer una previsión. Angûlion le enseñó, y el Maestro de Carn Dûm es conservador y cuidadoso hasta el extremo, de hecho ya ni sale a luchar en persona desde que una mujer de un noble de Arthedain casi le dejó ciego en la última invasión. No obstante, lo que le haya enseñado Angûlion es una cosa, pero la personalidad de Khathog es como dices. Y en su mente enfermiza, verá su poder muy por encima del tuyo y tratará de someterte lo antes posible.

-No tengo más que enseñarte. Bueno, sí una cosa que creo ya lo sabes… Un conjuro lanzado con poder adicional es la única forma de superar a un contrahechizo lanzado con poder adicional. Usar objetos o pergaminos te limita el poder, y son muy fáciles para contrarrestar con el poder añadido. Servirán para agotar su reserva de poder, pero para poco más salvo un descuido o un golpe de fortuna.

Finduilas sonrió de repente. -Llevo años estudiando y preparándome para dominar la Esencia. Pero realmente nunca he vivido nada parecido a lo que vas a vivir tú, ni nunca lo haré. Nuestros caminos tan diferentes pudiendo ser tan parecidos se acentúan en este instante. Una vez te dije que yo era como un ejemplo de lo que te podía haber pasado a no ser por determinados acontecimientos que te abrieron las posibilidades que te han convertido en la hechicera que ahora eres. No sé si era mi destino además era aprender las artes arcanas, tanto de los dúnedain del Norte como de Carn Dûm, para poder pasarte esa información antes de que te enfrentes a Khathog. Era algo que debía hacer, para poder pasar página.

-No hay tiempo para más. El miedo es tu peor enemigo. Khathog te teme, porque tiene mucho que perder. Y porque a diferencia de ti, él en su interior duda ser merecedor de ser el protagonista de la Profecía.

-Tal vez tengas razón Finduilas, y uno de los cruces a los que te llevaba tu camino es a éste mismo, pero dudo que sea "el destino" de tu camino. Aún tienes mucho por delante, y ahora se te a abierto un nuevo sendero que debes recorrer... Espero volver pronto y seguir caminando contigo un tiempo, luego los Valar decidirán donde debo estar.

Ayla miró a Hilde Sikelion, y los signos del combate. Y le dijo a Finduilas, -no puedo permitirme perder Finduilas, mi camino no puede acabar así, aún tengo mucho por hacer y mucho que proteger... Pronto volveré y juntas analizaremos el combate al que me voy a enfrentar.

Sonrió con toda la determinación que pudo reunir. -Voy a descansar para iniciar el viaje al alba. Hasta pronto Finduilas.

-Me alegra poder haber compartido camino contigo, Ayla, le dijo Finduilas. La princesa de Dol Caladir se despidió de Ayla, quien regresó a Sil Auressë, pero Finduilas ella se queda en el bosque, en soledad. Se le veía extrañamente en paz, como si el fuego que con tanta fuerza ardía en su interior se hubiera apaciguado un poco. De alguna forma, ella había cumplido un cometido aquella noche. Se había quitado de encima una carga. La redención comenzaba con un primer acto de buena voluntad, de dar sin esperar nada a cambio. Esa mancha que le acompañaba por haberse acercado al Abismo de las fuerzas oscuras, ahora había servido para darle una información a Ayla, para prepararle aunque sea un poco, de aportar algo para una lucha contra el Mal.

Todo sucedía por algún motivo, y desde hacía tiempo Ayla se había sentido como una ficha en un macabro juego, donde otros manejaban los hilos. Todo se movía a gran velocidad hacia ese enfrentamiento decisivo. Pero en medio de la tormenta, ella encontró un lugar propio, ajeno a los torbellinos a su alrededor. Y de Sil Auressë esperaba sacar la fuerza que desequilibrara la balanza a su favor. También había ido a buscar a Finduilas, y le había traído de vuelta a Sil Auressë, para que aportara su piedra en lo que se estaba construyendo. A veces las piedras más pequeñas causaban las avalanchas más grandes.

Ayla se fue a descansar a sus aposentos.

Era pasado medianoche, y de repente Ayla se acordó de Aeldric. Había quedado con él en el castillo al alba si quería partir de Sil Auressë. Se dirigió a la puerta del castillo a esperar a Aeldric...

En sus aposentos, Ayla en su cabeza le daba vueltas a todos los factores que le habían llevado a este punto. Se sentía más fuerte que antes, y durmió plácidamente por última vez en su cama. Se despertó bastante antes del alba, y en silencio recogió sus cosas. Esta vez no iba a haber despedidas.

Dejó atrás el pueblo y se dirigió al castillo. A medida que subía la cuesta, vio la silueta de un hombre armado en la penumbra, junto al puente. Tardó un poco en reconocer a Aeldric. Le veía muy distinto. El cambio había sido gradual. En los entrenamientos diarios con Khôradur, las excursiones con Nurg, las responsabilidades asumidas, las batallas ganadas y las heridas sufridas habían ido forjando poco a poco al guerrero que llevaba dentro. Pero aquella mañana además había un cambio en su aspecto. Se le veía más arreglado, había recogido su melena en una coleta, llevaba una armadura nueva con muchos detalles bordados y todo estaba cuidado al detalle, desde las botas hasta los guantes. La armadura de escamas parecía obra de la forja de los enanos.

Aeledric le hizo una leve reverencia, y con gesto serio dijo: -Es hora de partir, nos esperan…

Se pusieron en marcha, hacia el este. A menos de una hora de viaje, Aeldric se desvió del camino. Ayla le siguió algo confundida por el misterioso comportamiento de Aeldric. En un lugar semioculto, fuera de la vista desde el camino, había dos personas ataviadas con una túnica. Una mujer con una túnica color azul celeste que estaba de espaldas a ellos. Y un hombre o quizá un elfo por la constitución delgada, de mucha estatura. Estaba con una rodilla en el suelo, y la cabeza agachada delante de la mujer. Una capa oscura casi negra le cubría los hombres y la capucha le tapaba la cara, pero una larga melena negra caía por los lados casi hasta el suelo. Por la forma de la capa se notaba que tenía una espada enfundada.

Se encontraban a unos cincuenta metros de los dos. Aeldric ató los caballos y avanzó unos pasos con cuidado. Se le notaba seguro de sí mismo, pero al mismo tiempo como si estuviera a punto de realizar una gesta importante en su vida. Le pidió a Ayla que le esperara un momento allí, y comenzó a andar hacia los dos.

Ayla asintió y esperó solemnemente. No obstante, agudizó discretamente el oído por si hiciera falta que le echara una mano.

Ayla observó en silencio cómo Aeldric se acercaba a los dos desconocidos. El de la capa oscura se levantó, y erguido sobrepasaba los dos metros de estatura. Alerian se detuvo a unos cinco metros de él, y le hizo una reverencia, que sin duda había estado practicando. Agudizó el oído, pero de momento no se escuchaban palabras. Con la actitud de alguien quien estaba acostumbrado a que le trataran de esta forma, extendió la mano para que Aeldric a continuación depositara en ella su espada, legado de su familia y su posesión más valiosa.

El desconocido la cogió con cuidado, y la depositó a los pies de la mujer que seguía de espaldas a Aeldric y a Ayla. Desde su posición, Ayla vio cómo se movían los labios del elfo mientras hablaba, y también observó mejor su rostro. No había duda de que se trataba de un noldo. Apenas lograba distinguir alguna palabra, pero seguro que había dicho Aeldric y “Anar Ilfirin”, el nombre de la espada que acababa de depositar.

Sin pronunciar nada más, el desconocido se alejó de nuevo de la mujer y le indicó con la mano a Aeldric que podía acercarse. A continuación, se alejó respetuosamente de los dos hacia la dirección de Ayla, quien observaba al noldo con interés. Los tonos de sus ropajes oscuros eran en realidad distintos tonos de verde oscuro. Llevaba botas y una armadura de cuero con varias hebillas cerrando distintos cintos que cruzaban su pecho por debajo de la capa que casi le envolvía. Las mangas eran anchas, y llevaba una espada de gran tamaño.

Su melena ondulada le llegaba hasta la cintura, y una cicatriz le recorría desde debajo del ojo izquierdo hasta casi la barbilla. Tenía esa especie de aura de poder y fuerza que Ayla había visto en muy pocas ocasiones, sobre todo entre los habitantes de Amon Lind. Pero lo que más llamaba la atención eran sus ojos de color violeta brillante, con una mirada extrañamente penetrante y melancólica al mismo tiempo. Llegó hasta la posición de Ayla, y su mirada le analizó a ella durante largos segundos. De repente su voz le dijo en sindarin: -Saludos, Ayla de Bosqueverde, Dama de Sil Auressë. La noche nublada ha dado paso a un amanecer luminoso.

Sonrió y con respeto dijo en sindarin: -buenos días, un amanecer que espero no se apague...

Lo observo y le pregunto: -¿Nos hemos encontrado antes?

El noldo cerró los ojos y respiró hondo. Tras una pausa, volvió a mirarle. -La oscuridad puede devorarlo todo incluso en el día más brillante. Lo que carece de sentido para mí es hablar de un “antes” o un “después”, todo se mezcla en el continuo vaivén del tiempo. Mi existencia, como la tuya, no se limita al tiempo actual. Todo está en movimiento, todo arde a nuestro alrededor. Sobre si ya nos hemos encontrado, digamos que no me eres desconocida. Nuestro encuentro en este punto tampoco es fruto del azar, aunque desconocía tal acontecimiento hasta que te vi aparecer junto al joven guerrero elfo. No soy quien domina los destinos, sólo veo caos en las llamas. Mi nombre dudo que te signifique mucho, y si lo hace, seguramente no lo suficiente. Pero sí conocerás el nombre de aquel a quien sirvo. Soy Ringlin, discípulo del Maestro Vidente de Ceber Fanuin.