Partida Rol por web

Ayla regresó pensativa a sus aposentos de la forja de los enanos. En la soledad de la habitación, tenía cada vez más claro que iba a tener que comenzar la preparación para su inevitable enfrentamiento con Khathog. Sil Auressë estaba encontrando su fuerza, ahora ella iba a tener que hacer lo mismo. No sabía cómo iba a ser ese enfrentamiento, sólo que iba a ser el último. Y diferente a las dos veces anteriores. 

Los siguientes días ella volvió a la rutina, pero añadiendo más estudio mágico para no perder la costumbre. También salía a diario a entrenar con la milicia, y luego a un claro en el bosque donde podía meditar y dibujar el símbolo.

Ya habían pasado cuatro días de la fiesta de los enanos. Una mañana le preguntó a Curudae sobre la finalización de la Academia. Le dijo que la inauguración estaba prevista para dentro de diez días, y unos días antes se iba a hacer el traslado a la nueva Academia.

Una tarde meditando en el bosque, Ayla sintió el anillo Hilde Sikelion. A pesar de tener los ojos cerrados, notaba cómo la luz brillaba con intensidad, sintonizándose con la energía que fluía a su alrededor. Entonces lo notó. Una presencia. [56]. No sabía de qué se trataba. Pero había alguien que se había colocado detrás de ella observándole. Y estaba manejando sutilmente las corrientes mágicas.

Ayla pensó un poco. Tarosh no tenía ese nivel de sutileza, Danroth no tenía previsto venir además él no manejaba las corrientes mágicas, pues obtenía su poder de otro modo. Solo quedaba una persona... Sin girarme, dijo:

-Finduilas, te esperaba. Bienvenida a Sil Auressë...

-Gracias, Ayla…, le respondió la voz familiar de Finduilas. -Veo que sigues perfeccionando tus poderes. He tardado más de lo tenía previsto antes de buscarte, pero no ha sido un tiempo perdido. He movido algunos hilos, averiguado algunas cosas. Sentido de nuevo las fuerzas que mueven los destinos de tantos. Las fichas se están moviendo, se están posicionando. Otra partida está en marcha…

-Pero esa partida está allí fuera, lejos de este círculo que has dibujado, de este lugar de meditación. Aquí creo que tienes pendiente otro reto. Te puede ayudar en una o en otra, pero la diferencia es que para el reto de la partida de la política de Cardolan ya cuentas con asesores y ayuda. Para este otro reto estás demasiada sola.

-Te lo agradezco Finduilas, tienes razón. En este otro reto estoy sola, cuando te encontré te dije que caminaríamos juntas mientras permanezca en este lugar, otros se han ofrecido a ayudarme y los he rechazado porque aunque eran fuertes no sé cómo podrían afrontar este reto. El momento de mi marcha se acerca y hay mucho por hacer. Mi camino me llama y cada día oigo con mas fuerza su voz... Pero aún hay tiempo, aún no ha llegado el momento. A todos los he rechazado aquí, pero tú que naciste a la luz compartirás cada paso que dé hasta que tenga que partir. Te invito a que entres en el círculo, aquí sentirás cada movimiento que se produce en este tierra, cada emoción, cada llanto y alegría, amor y odio, todo como corrientes de aire, y así anticiparte a cual será el siguiente flujo de energía, si se gesta una batalla, o un noble pretende las tierras de otro, aquí todo se escucha siempre que se quiera escuchar...

-Aquí eres Finduilas, y yo Ayla, nada mas. Fuera de aquí volverás a ser la Dama de Dol Caladir, pero aquí quedaras desnuda y te despojarás de todas las ligaduras que te hacen pretendida a los ojos de aquellos que no quieren ver mas allá de lo que tienes y no de lo que eres. Maara tulda coanyanna Finduilas.

Sin mediar palabra, Finduilas entró en el círculo. Ayla realizas el ritual que le había parado Finduilas en Bar Irlossiel...

-Ven Finduilas, ponte aqui conmigo, y confia en mi. Ayla le dio al simbolo el flujo de luz del anillo, iluminándose el mismo. -Sentemonos ahora. (…)  Siente los arboles que nos rodean, las plantas, las personas que habitan este lugar. Siente su energia, como fluye a traves de cada uno de nosotros, como nos alimenta y a la vez la alimentamos. Aqui esta la verdadera fuerza de los hombres, y a esta energia esta vedada a los siervos de la oscuridad puesto que su corazon carece de la capacidad de amar. En ellos solo hay cabida para la ambicion, esperan recibir y no compartir, ni dar, no participan de esta energia que sientes, de esta fuerza que esta entrando en ti y esta llenando poco a poco tu cuerpo. No participan de esta simbiosis de todas las criaturas vivas, a la que todos estamos conectados, pero solo unos pocos afortunados son capaces de sentir. Tu tienes la fuerza para sentirla, retenla ahora, nutre tu alma y cuando estes lista invierte el flujo y transmite tu energia a los demas, para que reconforte a otros, que todos participen de ella, que el amor que ha colmado tu corazon, llene tambien el del resto de seres vivos.

Segura de sí misma, su mirada desafiante y su porte le recordaban a Ayla que hasta hace poco ostentó un gran poder. Sin embargo, una vez sentada dentro del círculo, Finduilas parecía encoger. Se le veía atenta a las variaciones de la energía, a los movimientos sutiles. Lo que sucedía fuera del círculo se volvió distante como el eco del vaivén de las olas contra las rocas.

Finduilas cerró los ojos y respiró hondo. Ahora proyectaba su poder hacia las corrientes de energía que les rodeaban, pero sin influir en ellas.

Había algo diferente en el manejo de la magia de Finduilas respecto al de Ayla. Era menos sutil quizá que las formas de Amon Lind, pero al mismo tiempo eficaz. De sus labios se escuchaban palabras de poder, que impactaban como rocas en un estanque, moldeando las energías, focalizándolas. Por primera vez dentro del círculo, Ayla notó cómo alguien era capaz de causar ondas expansivas, de dirigir la información que se recibía a base de impactos de palabras de poder. A los elfos no les gustaba mucho usar esas palabras por los peligros que conllevaban, pero funcionaban de forma muy parecida a cuando se desvelaba el aura. De hecho, cuando lo hacía Finduilas, Ayla la vio durante unos instantes hacerse más grande, más fuerte y absorber parte de la luz.

Una vez hecho los movimientos de energía que quería hacer, Finduilas se tranquilizó y le miró a Ayla con una sonrisa en su cara. -Aquí me tienes, desnuda ante ti dentro de tu círculo. Soy tu invitada, y creo que puedo ayudarte. Quiero que me hables de ese reto al que te quieres enfrentar sola. O crees que debes hacerlo. ¿De qué se trata? ¿Te preocupa? ¿Te asusta?

-No quiero que haya más secretos de los necesarios entre tú y yo. Detesto cuando la luz se esconde ante mis ojos, cuando las puertas del conocimiento se cierran. Creo que conozco tu enemigo, tuve contacto con él no hace demasiado tiempo si no me equivoco. Y lo que es más importante, tengo información de lo que es capaz, de lo que sabe…

-Tienes razón Finduilas, tienes derecho a saber más si estás en esto conmigo. No obstante en este camino hay que ser paciente, no te olvides. En la magia, no siempre el camino más corto es la linea recta. Tal vez deberías plantearte si la luz se esconde a tus ojos, o en ocasiones no sabes verla. Yo pensaba como tú, que me estaban ocultando la luz, pero me di cuenta que la luz no se puede ocultar, símplemente no sabía o no quería verla. Conforme me iba abriendo a ella, la luz iba entrando dentro de mí, y cuando llegó el momento, símplemente aprendí "a verla", y llegado ese momento, puedes verlo todo como has podido comprobar dentro de este círculo ahora.

-Todo lo que te voy a contar ya lo sabes, no obstante empezaré remontándome a un tiempo antes de nuestro encuentro. No recuerdo bien como fue mi primer encuentro con Kathog, empezó siendo un sacerdote oscuro con don de palabra y un embaucador, que pronto se hizo con seguidores, prometiendo cosas imposibles. Poco a poco fue cogiendo poder, y esa fue la causa de nuestro primer encuentro. Recuerdo que aquél día nos vimos en tres ocasiones, la primera combatimos Laurefin y yo contra Khatog y sus fuerzas, logramos abatir a unos cuantos pero acabaron capturándonos. Nos llevaron a una especie de pequelo campamento, y allí intentó abusar de mí, y ahí fue cuando descubrió que soy una maga cuando un proyectil de hielo impacto contra su miembro. Así que no le salío bien la jugada y tuvo que huir, este hombre no conoce bien la ira de una mujer cabreada... Los vigilantes del campamento volvieron a apresarnos, y otra vez recurrí a la magia para liberarnos, creando la apariencia de trolls que venían al campamento. Huyeron todos, nos liberamos, y nos pusimos en persecución de Khathog. Lo seguimos hasta las puertas de una base orca donde pudimos darle alcance. Entonces yo estaba bastante exhausta y Laurefin agotado. Él cayó inconsciente por los golpes recibidos, sin que ninguna herida fuera mortal, sino por puro agotamiento. Entonces me encontraba yo sola frente a Khatog, dos orcos y salían otro dos, Khatog me lanzó una canalización oscura que me cegó. No me quedaban energías para manipular la esencia, y entonces traté de trasgredir mis propios límites y usar mi propia energía vital para lanzar un último hechizo. Así que logré lanzar una gran bola de frío en el último lugar que los vi, que acabó con la vida de los dos orcos, y a Khatog le destrozó la cadera y habría muerto aquel día si los orcos no lo hubieran ayudado. Al lanzar aquel hechizo con mi último aliento caí incosciente, pero luego me enteré que esa bola de frío también alcanzó a Laurelfin que lo hizo despertar, y al ver a Khatog moribundo, fue a rematarlo, pero los dos orcos que salieron del poblado lo protegieron y se lo llevaron. Ese fue nuestro primer encuentro.

-El segundo aconteció después, y fue totalmente fortuito, o tal vez no... Fuimos contratados Alam y yo, para rescatar a una niña que había sido secuestrada. Las pistas nos llevaron al templo de la justicia de los dunlendinos. Allí residía la oscuridad, notaba como un sumidero absorbía toda la esencia y me era muy difícil lanzar hechizos. El templo estaba bastante protegido por dunlendinos con garras y alas de dragón. Pronto nos descubrieron los vigías y se nos echaron encima, pero con mucho esfuerzo logramos acabar con todos ellos y adentrarnos en el templo. Una vez dentro vimos a un montón de seguidores de Khatog dentro de un templo cuya puerta decidimos atrancar para que no pudieran salir y cortarnos la salida en caso de ser otra vez descubiertos. Subimos unas escaleras y allí encontramos varias celdas donde había varios prisioneros a los que les estaban drenando su energía vital. Encontramos a la niña viva, pero tardamos tanto que pronto empezaron a llegar seguidores de Khatog. Tuve que bloquear mágicamente una puerta para que no pudieran entrar, mientras ibamos liberando a todos los prisioneros. No puede aguantar mucho tiempo el cierre mágico dada las dificultades ocasionadas por el sumidero de esencia, así que hicimos con aceite un cerco de fuego sobre la puerta que al momento se abrió y salió Khatog portanto un orbe, con muchos de sus seguidores. Al verse cercados por el fuego empezamos a huir con los prisioneros, pero lanzó un hechizo a Alam que lo dejó en un estado similar a la incosciencia, pero sufriendo. Luego supe que estaba viendo sucesivas imágenes de su muerte. La cuestión que con un último esfuerzo mágico, logré sacarlo de aquel estado y huimos, pero en vez de bajar, subimos y allí nos encontramos con un poderoso Maeg. Sabía que ese era nuestro fin, pero los héroes nacen en este momento, y Alam con un solo golpe del hacha de mithril que heredó del gran guerrero enano Gynn, envió a esta maligna criatura de vuelta al averno. Y entonces huimos haciendo arder todo el templo. Cuando Khatog me vio en el templo al salir de aquella puerta, vi el miedo y el oido en sus ojos...

-En cuanto al orbe, investigando descubrí que encierra al Señor de los Dragones y que ha dado ciertos dones a Khathog, de ahí que sus seguidores puedan tener alas y garras. Quiere invocar a los dragones para traer de nuevo el fuego y la sangre sobre esta tierra, siendo Khatog su Señor. Ésta es la rueda que se ha puerto en marcha, y enfrente solo estaba yo, hasta ahora...

-El momento de nuestro tercer y último encuentro se acerca, y estoy preparada para ello. Solo puede quedar uno, y el destino de muchas vidas depende de lo que ocurra en ese momento... Ahora nos espera nuestro tercer y último encuentro, me he preparado para ello

-Khathog es un hombre con un cierto poder, y es muy inestable. Y peligroso, asintió Finduilas. -Lo que más recuerdo de él es su ambición, y también sus impulsos que a duras penas consiguió controlar. Desde que está en posesión del orbe, está convencido de que el poder le otorga es mayor que el que le dieron en Carn Dûm. Pensé que Angûlion lo aplastaría cuando se apartó de él, pero al parecer tienen otras cosas más importantes en las que pensar en Angmar. O quizá de forma involuntaria, Khathog está sirviendo algún oscuro propósito del maestro estratega Angûlion. O simplemente quieren ver cómo termina todo esto.

-Hay muchas fuerzas convergentes en marcha, esas ruedas giran hacia ese punto de no retorno. Tienes razón en una cosa. Cuando llegue el choque inevitable, sólo puede quedar uno. Sólo un futuro, sólo un vencedor. Sólo una realidad. Tú vives en una ilusión, y Khathog en otra. Él me habló de una poderosa hechicera que te está canalizando poder desde otro plano. Mientras tanto, él tiene acceso al poder del ente de los dragones a través de su orbe. Luego están las profecías… Pergaminos mohosos que hablan de una nueva oscuridad, o bien de la victoria definitiva de la Luz sobre el Señor de los Dragones. No sé si ese poder es real, o sólo fruto de vuestra imaginación. Es muy posible que, al final, los poderes de vuestros respectivos aliados terminarán en un empate técnico, y quedará el enfrentamiento entre él y tú. De allí la incertidumbre.

-Dices que te has preparado… Es posible. Pero creo que aún no estás preparada. Sé de lo que es capaz Khathog. Aprendió muchas cosas en la escuela de Carn Dûm. Ya en vuestro segundo enfrentamiento no habrías podido dañarlo con tu magia.

-Yo aprendí las formas de Khathog con la magia del mismo maestro. Si aceptas, puedo prepararte para lo que te espera. Porque por mucho que te cuente, no lo vas a creer hasta verlo con tus propios ojos. Y si es en el enfrentamiento final, puede que sea demasiado tarde.

Finduilas se levantó y salió fuera del círculo. Se quedó a unos 20 metros de Ayla, con los ojos cerrados. Ayla notó cómo restablecía su poder. Su forma de manejar las fuerzas mágicas seguía siendo algo tosca, pero muy efectiva. Ayla tenía dudas acerca de su nivel de poder real, porque a pesar de todo lo que había aprendido en poco tiempo, ella también había avanzado muy rápido por otros caminos.

Finduilas abrió los ojos con mirada seria, desafiante. -En este momento, yo soy Khathog. Tu enemigo. Delante de ti. Déjame ver de lo que eres capaz Ayla. Sin miedo. Acaba conmigo…

La miró pensativa. -No puedo hacerlo. Hay gente que me busca, y si desato todo mi poder me descubriría y los atraeria aquí. Y no puedo hacer eso. Podría destruirlo todo ahora mismo. Esto debe esperar, ahora deberás enseñarme de otro modo que aprendiste, y cuando se acerque el momento me pondrás a prueba. Tú sabes qué debo reunir para vencerle. Muéstramelo todo. Muéstrame como vencer a Khathog.

Al escuchar las palabras de Ayla, se disipó su tensión. -Entiendo lo que dices, afirmó, -pero llegará el momento que tendrás que apartar tus miedos. Alejarte de aquí si es necesario. Y ponerte a prueba antes de que partas. Descansa, porque nos esperan semanas muy intensas…

Finduilas no mintió, y los siguientes días y noches pasaron como en una nube. Finduilas era meticulosa y exigente, y su forma de manejar la magia no se adaptaba a Ayla. No obstante, lentamente la elfa comenzó a comprender cómo funcionaba el enemigo, de dónde sacaba su poder. Finduilas se movía en una zona de alto peligro, muy cerca del elemento mordo, que aunque poderoso, llevaba a la corrupción.  Aunque ella evitaba un análisis de lo que hacía, Ayla lograba encajar algunas de las cosas de las que le enseñaba que le abríanla puerta hacia un conocimiento más completo del funcionamiento de la magia.

Ya habían pasado diez días desde la llegada de Finduilas, quien apenas se había presentado a los demás de Sil Auressë. Días y noches muy intensas y jornadas agotadoras, pero también muy gratificantes para ambas. Ayla creyó que Finduilas también había aprendido cosas nuevas de ella. Tenía un apetito voraz para el conocimiento mágico, y era capaz de adaptarse a distintas técnicas con mucha facilidad. Ayla supo que aún quedaba mucho por aprender, pero ya estaba un poco más cerca.

Lo que le asustaba en parte era que sin la llegada de Finduilas, Ayla se hubiera enfrentado a Khathog sin conocer sus puntos fuertes. El Señor de Angmar entregaba poderosos dones a sus sacerdotes y hechiceros.

También notó que Finduilas evitaba confirmar directamente los poderes de su enemigo, entre otras cosas porque ella nunca se había enfrentado a él, ni sabía exactamente lo que se le había enseñado. Pero sabía lo que quizá él pudiera saber.

Unos golpes en su puerta le despertaron de sus pensamientos a Ayla. Era Curudae.

-Dama Ayla, no hemos visto mucho de ti últimamente. Hoy es la inauguración de la Academia… Han llegado invitados de varios sitios, entre ellos Palomirë. ¿Vas a acudir?

-Siento, Curudae, mi ausencia de estos días, pero me he tenido que ver apartada temporalmente de la vida diaria de Sil Auressë. Por supuesto que voy a ir a la Academia. Voy a arreglarme para la ocasión y vengo enseguida.