Partida Rol por web

Taller de relatos cortos

Relato D7 Donbarbosa

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17/05/2013, 16:32
Donbarbosa

Material subversivo

A Carolina.

Cuando leas estas líneas te preguntarás cómo es posible haber dedicado tanto espacio para contar lo que según el Código de Economía Informativa no debería ocupar más que dos o tres renglones. Pero una vez más te pido que te olvides del código. Antes de la Nueva Era, a este tipo de comunicación la llamaban “carta” y hoy no encuentro mejor modo de transmitirte lo que pienso que imitando esa vieja prosa tan poco precisa como rebosante de sugerencias.

Aunque si he de ser sincero no creo que lo comprendas. ¿Cómo podría yo explicártelo? Poco después de la revolución alguien ideó algo llamado “lenguaje funcional”. ¿Recuerdas el manual que usábamos en la escuela de la fábrica? Nos dijeron que allí estaban todas las palabras que necesitábamos saber. Pero lo cierto era que no figuraban más que los nombres de las máquinas que manipulábamos y los de los procesos de producción que conocíamos más de cerca. ¡Todo lo que necesitábamos saber cabía en veinte páginas! Qué práctico, ¿verdad? ¡Todo un prodigio de ingeniería didáctica! Eso sí, cuando volvíamos a nuestras casas y cruzábamos el jardín del área 7-K, ninguno de nosotros era capaz de nombrar una sola de las plantas que embellecían el complejo. Pero a fin de cuentas, ¿para qué necesitaría nombrarlas un operador de montaje?

La última vez que te confié estos pensamientos me preguntaste si lo que quería era ingresar en el cuerpo de jardineros, pero no, no se trataba de algo tan sencillo. Lo que quería era tratar de comprender el sentido de lo que hacíamos todos los días, si es que lo tenía. Fue entonces cuando decidí preparar los exámenes para inspector de cadena con la vaga esperanza de que liberado de aquella engorrosa faena mecánica, tuviera tiempo para entender mejor algo de lo que por entonces no tenía más que una idea borrosa y que más tarde supe que se aproximaba a lo que otros habían llamado antes “sistema productivo”. Recuerdo tu reacción cuando te hablé de ello. “¿Para qué quieres complicarte la vida?” Entonces no supe qué responderte, y aun hoy no sabría decirte si aquella fue una decisión acertada.

De lo que sí que estoy seguro es de que la academia vino a expandir mi hasta entonces estrecho horizonte intelectual. Hasta aquel momento me había figurado que Nueva Bilbao funcionaba, tal como nos habían explicado en la escuela, por algún eficiente sistema de reparto igualitario del trabajo y que los bienes obtenidos de la producción industrial se distribuían de manera proporcional a la contribución que cada cual hacía al bien común. Pero cuando me acerqué a la realidad de nuestro tejido intrustrial descubrí que, además de la extensa red producción de bienes de subsistencia, existía otra que suministraba en exclusiva productos de lujo al distrito cero, el centro cultural y financiero de la ciudad. Y entonces decidí que debia conocer aquel santuario cuyo acceso, sujeto a severas normal de seguridad, estaba, por descontado, vedado a los habitantes de los sectores industriales.

De esto hará ya cinco o seis años. El distrito cero me llamaba con el poder de atracción de lo prohibido y nada más conseguir mi nuevo cargo en la corporación logré ingeniármelas para solicitar un  salvoconducto que me permitiera consultar un manual en la intrarred de la biblioteca del distrito central. Aún recuerdo el título: Optimización de tiempos y recursos en la industria ligera. Cuando logré superar la fascinación que que aquel monumental archivo ejercía sobre mi imaginación, reparé en que en la ficha con la clave de usuario que me habían entregado especificaba que tan solo tenía derecho a la consulta de obras técnicas. Y de nuevo, la fascinación por lo prohibido volvió a tentarme: ¿qué era lo que me negaban?

Si te cuento todo esto es porque sospecho que a partir de mañana no volveré a ser el mismo. Esta misma semana me han abierto un expediente disciplinario en el trabajo. Al parecer, las cámaras que  velan por nuestra seguridad más bien realizan funciones de control del personal. El caso es que me han sorprendido leyendo cuando debería estar revisando los balances de producción de la planta. Y ya sabes que un expediente significa, en el mejor de los casos, tener que volver a la cadena de montaje. A día de hoy me espanta la idea de regresar a semejante pesadilla, así que no tuve más remedio que colaborar con ellos. Les dije de dónde había conseguido el material subversivo, y satisfechos con mi sumisión, me ofrecieron conmutar la sanción por la asistencia a un curso de reciclaje.

No sé si el que volverá de allí será el mismo que conoces. La gente vuelve como transformada, y quizás para entonces no me vuelva a atrever a escribirte como he hecho hoy. Dentro de un par de horas parte el tren de la estación y mis pensamientos no pueden dejar de ocuparse de un bienintencionado bibliotecario que, después de informar al operario de turno de que no tiene derecho a consultar los fondos literarios, le copia en su pendrive una carpeta llamada Literatura Universal mientras esboza una sonrisa de satisfacción. En la vieja lengua creo que lo llamaban remordimientos.

No te preocupes por mí. Estaré bien, aunque te extrañaré estos días.

Te quiero, Olivero.

En Nueva Bilbao, a 127 del año 32 de la Nueva Era.

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27/05/2013, 09:15
Neriah

FORMA Nota 4,8 La forma me ha gustado. El estilo epistolar puede resultar de los más sencillos, porque es como contarle algo a alguien, pero precisamente por eso, pueden volverse en contra del que escribe resultando demasiado “orales”. Es decir, que parezca más que estás hablando que escribiendo una carta. (He leído cartas en las que casi se podía escuchar el acento de la gente que la estaba escribiendo) Sin embargo, no has caído en ese defecto y eso me ha gustado. El léxico es muy variado, pero y por eso no te he dado los cinco puntos enteros, al principio dice que sólo han estudiado un vocabulario reducido. Y aunque el protagonista ha leído más, y por fuerza debe tener unos conocimientos más amplios, supuestamente la carta va dirigida a un destinatario con un capacidad léxica más reducida. Y saún así, esto sólo lo he pensado en un par de ocasiones y por eso no te he descontado demasiado.

CONTENIDO Nota: 4,5 Me gusta como has ido narrándolo todo, la forma de pensar de una persona críada en un entorno totalitario en el que no hay lugar para la imaginación, pero que a pesar de ello se sigue preguntando cosas e intenta escapar al sistema y aprender, sólo por el conocimiento. El saber por el saber, sin ningún tipo de intento revolucionario debajo. Lo del bibliotecario que le pasa la información queda un poco confuso y tuve que leérmelo un par de veces para enrarme bien (También puede ser que estuviera espesa). En cualquier caso, no es algo malo, ya que esto parece ser una carta escrita con prisas en la que intenta explicar todo lo que ha pasado en el tiempo que le queda, y cuando haces eso tiendes a no ser demasiado concreto. No te doy la puntuación completa porque peca un poco de falta de originalidad, los futuros de gobiernos totalitarios y controladores parecen estar muy de moda ultimamente, y con últimamente hablo de los últimos cien años… :P :P Aún así, el contenido es interesante y hace que te preguntes ¿Y qué pasó después?

COMENTARIO PERSONAL Nota: 3 Bueno, como esta parte es cuestión de gustos, creo que aquí sólo te daré un 3 ¿Y por qué? Pues porque aunque la forma y el contenido están muy bien, parece que dese que Huxley y Orwel lo pusieron de moda, los futuros tienden a ser autoritarios, alienantes y sometidos a gobiernos totalitarios. Y, personalmente, creo que la humanidad debería aspirar a evolucionar en seres más libres (sin confundir con libertinaje, ojo), por lo que los futuros distópicos tienden a disgustarme. Repito que no es porque el texto me parezca mal en sí mismo, es simplemente una cuestión de gusto personal que hace que este tipo de historias me echen un poco para atrás… Es decir, objetivamente, la historia está muy bien, pero subjetivamente no consigo que me guste…