Las clases se vieron súbitamente interrumpidas por ruidos de cristales rotos por todas partes. En aulas, pasillos, laboratorio, biblioteca... Allí donde había una ventana, habían entrado una serie de criaturas extrañamente adorables, de color azul profundo, grandes orejas peludas y ojillos brillantes y tiernos.
La reacción mayoritaria por parte de los alumnos fue una mezcla de "aaaaw" y "AYDIOSESQUÉMONOS". Sin embargo, los profesores tuvieron reacciones más bien diferentes...
-Muy bien, si no hay más preguntas...
En el momento en el que las criaturas adorables irrumpieron en la clase, la profesora abrió su único ojo sano de par en par.
-¡No los toquéis! Que nadie los toque.
La profesora Deadeye, que mantenía un semblante serio y sin emociones prácticamente siempre, parecía al borde del pánico. Sin embargo, su advertencia llegó tarde, ya que uno de los alumnos ya había alargado la mano para hacerle una caricia a una de aquellas cosas adorables. Y en cuanto recibió el contacto físico,la adorable criatura se convirtió en una masa gelatinosa de color negro como la pez.
-Maldita sea... ¡Evacuad el aula! ¡Ya!
La clase se había visto interrumpida por la súbita llegada de un grupo de extrañas y adorables criaturas. Criaturas que, a pesar de haber atravesado varias ventanas para entrar, parecían pacíficas y dispuestas a trabar amistad con los alumnos y el profesor de aquel aula.
-Vaya, vaya... ¿Qué tenemos aquí?
Mr. Cavanaugh se acercó a la criatura que tenía más cercana y, sacando una especie de varita electrónica, lo iluminó con una luz verdosa.
-Curioso. ¿Alguien sabe qué son estas cosas?
Las criaturas son pacíficas y de aspecto suave y cariñoso.
No habéis dado estas criaturas en clase, así que nadie sabe qué son. Pero parecen majas :3.
-Hmmm, creo que tengo que planearlo mejor. Y no sé, supongo que haremos lo que el año pasado, dar todas las horas en versión introducción a la asignatura. Suele ser más corto que una clase normal.
Justo en ese momento, una manada de criaturas adorables irrumpió en el aula a través de las ventanas. Y a pesar de haber atravesado unos cuantos cristales, las criaturitas estaban sin rasguño alguno, con los ojos brillantes y haciendo ruiditos adorables mientras se acercaban a los alumnos. Laila no pudo evitar un "aaaaaaaaw" mientras los miraba.
-¡Mira qué cositas! ¿Qué crees que son? ¡Oh! ¿Se dejarán tocar? ¿Podré quedarme una de mascota?
El profesor Refur sonrió y asintió, contento por haber animado a una alumna. Y antes de que pudiera retomar la clase, las ventanas del aula reventaron, dejando pasar a una pequeña manada de criaturitas adorables y dulces como botoncitos de azúcar.
-Oh, vaya, ¿qué tenemos aquí? ¿Alguien sabe lo que son estas cosas? ¿Y cómo habrán llegado aquí? Hmmm, no parecen tener heridas a pesar de haber roto las ventanas... Curioso.
El profesor se acercó a una de ellas para agarrarla y poder examinarla con más detalle, pero en cuanto la tocó, la criatura sonrió maliciosamente y se deshizo en un charco de cieno negro, que empezó a envolver los pies del profesor.
-¿Qué demonios?
Aki, tal vez con osadía, comenzó a juguetear con el dedo índice con una de las criaturas, porque lo peludo de la criatura le hacía recordar irresistiblemente a Ofelia. ¿Podría ser que se tratara de familiares en búsqueda de dueños ? Sin embargo, el hecho era que con su manera de introducirse en la Academia habían cometido una infracción.
Sin embargo, Aki se permitió el contacto con uno de los espécimen porque el profesor, al menos según juzgaba Aki, no parecía nada alarmado.
Esas cosas irrumpieron la clase y no se animaría a tocarlas hasta que el profesor diera una descripción de lo que tenia en frente.
-¿Estas criaturas son las que ocasionaron el ruido de los cristales rotos? -Era lo único que le interesaba saber en ese momento, si la respuesta era un si, entonces esas cosas no eran tan inofensivas como se presentaban.
La pelilavanda continuaba sentada en su pupitre esperando que reanudaran las clases luego de las preguntas cuando vio que la ventanas estallaron. Rápidamente se había incorporado intentando invocar un escudo y proteger a quienes estaban en su rango cuando vio a la criatura y al reacción de Deadeye no la vio exagerada, representaba peligro genuino y real.
-¡Vámonos! ¡Salgan!-bramó con premura Aetheldryd mientras abría la puerta del aula y comenzaba a ayudar con la evacuación-. Renata, no los toques. No lo hagas, por favor-pidió, pues la rubia podría hacerlo debido a la ternura de esas cosas y que eso llamaba la atención de su compañera de habitación-. Profesora Deadeye, ¿a quién podemos llamar?
Recuerden marcar solo a los de su grupo xd
Renata resistió su impulso de dar un fuerte abrazo a esas cositas similares a peluches de conejo.
-…
Estaba por decir algo pero entre todo el alboroto fue su sempai quien logro poner orden al caos, digno de la persona que ella mas admiraba.
Y tomando las manos de Aida y Etna, siguió los pasos de la pelilavanda.
-Chicas, vamos.
La profesora fue corriendo junto a alumno que estaba empezando a ser tragado por el cieno negro, consiguiendo sacarle del charco que se había formado ante él. Luego fue junto a la puerta para ayudar al resto de alumnos a salir rápida y ordenadamente.
-¡Todos al sótano! ¡A la cámara estanca! Allí no podrá entrar.
Mientras todos salían del aula, alguna de las criaturas empezó a convertirse también en cieno, fusionándose con el primero que se había "charquificado".
-Hay que avisar de inmediato a la directora. Aethel, ¿te ves capaz de ir tú? Vosotras sabéis que no se pueden tocar esas cosas, pero el resto de los alumnos probablemente no. Formad un pequeño grupo, id a por la directora y avisad a quien podáis de que hay un soggoth en la academia. Yo conduciré al resto de la clase al sótano y luego me reuniré con vosotras.
En cuanto el profesor terminó de examinar a la criatura, se alejó casi de un salto de ella.
-¡Que nadie los toque!
Pero ya era tarde, y algún alumno, entre los que se encontraba Aki, no habían podido resistir el impulso de acariciar a aquellas adorables criaturas. Y nada más hacerlo, los animalitos se transformaron en espesos charcos de fango negro, pegajoso y denso, que comenzó a envolverse alrededor de las manos de los que habían tenido la mala suerte de tocarlos.
-¡Los que estén libres que salgan del aula de inmediato y se dirijan al sótano, a la cámara estanca! Yo iré enseguida.
Dicho esto, el profesor empezó a ayudar a los alumnos atrapados, usando su extraña varita para hacer retroceder al cieno. Pero mientras llegaba hasta Aki, Kirt se acercó para ayudarle a tirar y liberarse del aquel viscoso líquido.
Aki, puedes intentar liberarte. Tira 1d100 y saca 75 o menos, que el cieno aún no te ha atrapado gran cosa. Si tus compañeros te ayudan, suma 10 a la dificultad. Kirt te ayuda fijo (pnjotizado), así que ya está sumado a la dificultad.
Vale, espero la reacción de Arathidas antes de tirar
-¡Esperemos acabar pronto entonces!- dijo con ilusión mientras aplaudía, olvidando por un momento que ya estaba en clase. ¿Aprenderían cosas chulas? ¿Podría transformar cosas o hacer explotar otras?
Todos sus pensamientos se vieron eclipsados por la aparición de peluches flotantes vivientes. -¡QUÉ ACHUCHABLES!- estiró las manos para poder coger uno y, sin querer o por desearlo muy fuerte, activó su poder de telequinesis/aire (todavía no tenía muy claro en qué se basaban sus capacidades) para arrastrar a la bolita adorable hacia sus brazos.
Aida casi salta de su escritorio al ver a las cositas abrazables. ¡Sabía lo que debía hacer, correr!
Nerviosa, fue incapaz de ayudar con la evacuación de los estudiantes siendo ella misma ayudada a salir del aula por Renata, quien le tomó la mano, tomándola completamente por sorpresa.
¡Pero la determinación llegó a Aida una vez escuchó a la profesora! Tragó saliva y se mantuvo firme. ¡Ella también quería ayudar! Miró a Renata y a las demás y, pujando en contra de su timidez, habló con su voz temblorosa.
-V-vamos. Yo... quiero acompañarlas. No sé si... pueda hacer mucho -estaba toda ruborizaba y, mientras hablaba, su mirada vagaba de un lado a otro-, pero quiero ayudarlas.
Ver que Renata ayudaba a Aida y a Etna, además del resto de los alumnos logrando huir, alivió el semblante de Aetheldryd quien en ningún momento sucumbió al miedo porque eso sería faltal. Entrar en pánico en situaciones de emergencia sería lo peor que se podía hacer y ella ya ha tenido experiencias en el pasado lidiando con entidades de índole siniestro u oscuro, por lo que su rostro se mantenía controlado incluso para alentar a aquellos que podrían sentirse mal.
-¿La directora? Está bien, voy para allá-ella quería ir sola y que los demás se refugiasen al sótano, pero Aida se ofreció y seguramente Renata haría lo mismo. La pelilavanda sonrió levemente, sabiendo que no podía llevarles la contraria en estas circunstancias-. Iremos, no se preocupe. Si nos ocurre algo y no podemos llegar le mandaré un mensaje con el pequeño portal que se nos enseñó-recordó que el día anterior así le había hecho cuando guardó las galletas que Renata le había dado-. Chicas, vayamos. Tengan cuidado.
Salgo de escena :D
Renata sonrió nerviosa, aquella era una gran responsabilidad, pero debía seguir los pasos de Aida.
-Vamos, estamos bien mientras Aida este con nosotras.
Aunque con sus manos trataba de infundir animo a sus compañeras, un pensamiento cruzo su mente al recordar que sus queridas espadas no estaban con ella, el vacío de sentirse indefensa sin ellas sin embargo no le golpeo tan fuerte como en otras ocasiones.
Eran sus amigas las que evitaban que se sintiera así, no era una sospecha, estar con alguien apreciado podía eliminar aquel sentimiento de miedo.
Tus poderes no eran los más desarrollados o fuertes del mundo, pero para levantar a una cosita como esa no hacía falta ser un telépata experto. Lo malo vino cuando el animalillo se vio levantado en volandas. Porque en el momento que tus poderes lo apresaron, empezó a cambiar, licuándose y volviéndose una especie de chargo de gelatina viscosa y del color del alquitrán.
Nada más ver aquello, Laila soltó un grito asustado, sintiéndose afortunada por haberse aguantado las ganas de coger a uno en brazos. Otros alumnos no habían tenido tanta suerte, ya que varios de los compañeros que teníais en el aula habían acariciado o tocado a esas criaturas. Y ahora estaban empezando a ser devorados por aquel cieno maligno.
-¡Suelta eso Sarah! ¡Tenemos que irnos, hay que avisar a un profesor!
En un estado de pánico completo, los compañeros que no estaban intentando ayduar a los atrapados por esas cosas misteriosas, habían salido corriendo hacia las puertas del aula, gritando completamente aterrados.
Os traslado a los pasillos de la segunda planta.
Las ganas de ayudar se contraponian con las órdenes del profesor y aunque de verdad quisiera obedecer a su tutor, no quería dejar que su compañero de cuarto pasara por ese problema solo, no era ético y extrañamente, mientras estaba en esa academia, su empatía hacia los demás era más fuerte de lo común, así que después de pensarlo durante un rato, fue a ayudar a su compañero.
Perdón por la tardanza.
No pasa nada. Aki, tira y postea y os actualizo en cuanto lo hagas.