Partida Rol por web

Sayaka escuchaba a Aida hablar, era extraño escucharla hablar tanto y tan segura, estaba claro que e apasionaba de lo que estaba hablando, parecía que la chica cambiaba cuando hablaba de lo que le gustaba, eso hizo que sonriera, aunque no estaba enterándose de casi nada de lo que decía, a fin de cuentas para ella la alquimia era mezclar cosas en un sitio y removerlas para hacer cosas después, algo así como hacer la comida, pero la diferencia era que la comida salía rica, sin embargo, no dijo nada y se mantuvo sonriendo.

Pronto llegaron al estanque, no era como el lago, pero llamaba mucho la atención, Sayaka empezó a correr dispuesta a quitarse la ropa para meterse, pero entonces Aeth dijo aquello. Todas pueden ver como sus orejas y su cola bajan y dice:

¿Sí? Vaya que chasco, yo creía que íbamos a poder nadar con ellos o algo así

Comenta mientras empieza a calzarse uno de los zapatos que ya se había quitado en su carrera hacia el estanque

 -Nosotras los asustaríamos. Claro que tú... Si te transformas igual te dejan acercarte. Los peces hada son criaturas sorprendentemente inteligentes. Distinguen perfectamente a los humanos de otras criaturas y los evitan si se acercan demasiado. La profesora Deadeye dice que es porque tienen conciencia colectiva. A lo largo de las generaciones han aprendido a desconfiar de los humanos y toda la raza comparte ese pensamiento. Es algo bastante complicado de explicar, la cuestión es que no se fían de nosotros. Creo que es porque han sido cazados masivamente por su carne y sus escamas brillantes como joyas.

Los ojos de Renata brillaron de emoción al imaginarse a Sayaka transformada en un adorable zorrito nadando con un montón de peces brillantes como piedras preciosas. ¡Era una imagen digna de un cuento de hadas!

 -¡Ay sí, seguro que si te transformas podrás nadar con ellos! Sería algo tan adorable...

Sin notar que no había tartamudeado al decir todo aquello, Aida asintió un par de veces por lo que Aethel agregó, apoyándolo. En verdad mostraba pasión por el tema. De hecho, puede que la alquimia fuese la única cosa por la que Aida mostrase gran pasión. Mientras avanzaban hacia el estanque, Aida cerró los ojos y asintió a lo que sea que le estuviese diciendo la arañita sobre su hombro también.

Ya considerablemente menos nerviosa, llegó junto a las demás al estanque, viéndose más curiosa que otra cosa. Nunca había visto los peces hadas en vivo y en directo, por lo que hacerlo en esta ocasión sería toda una proeza. Se pudo ver algo moverse un poco contra la tela de la chaqueta de Aida, en su espalda. ¿Sería esa... su cola? Siendo así, tendría sentido. Ciertamente se veía emocionada. ¿Pero por qué ocultaba su cola en primer lugar? ¿No era eso algo... incómodo?

-Deberías intentarlo, Sayaka -Aida miró bien atenta la orilla por si se llegaba a ver algo-. Renata tiene razón. De seguro no se asustan si te transformas.

¿Eh? ¿La curiosidad y hablar de alquimia hacía que se le olvidase lo tímida que era?

Sayaka escuchaba lo que contaba Aeth y asentía mientras escuchaba para decir:

Es verdad, madre siempre me dice que tengo que tener cuidado con los humanos.

Entonces parece darse cuenta que dos de sus amigas lo eran y se lleva la mano a la boca dándose un pequeño golpe y dice muy apurada:

Esto… bueno, pero no todos ¿verdad? No todos son así, seguro que vosotras no lo sois… claro que no, je je

Por fortuna Aida comento aquello y en cierta forma desvió la atención, parecía que estaba bastante animada y hablaba más, aquello le gustaba a Sayaka ya que parecía que la chica era realmente tímida y estaba volviéndose un poco menos tímida y eso le gustaba bastante. Ante lo que decían se lleva el dedo al mentón y dice:

Ummm, vale, vamos a intentarlo

Hacia como que se estaba resistiendo, haciéndose un poco la difícil, pero lo cierto es que estaba deseando, por lo que camina un poco y adopta su forma de zorro para lanzare al estanque deseosa de poder nadar con esos peces hada y sino, al menos refrescarse un poco en esas aguas.

El agua del estanque estaba sorprendentmente tibia, la temperatura perfecta para darse un bañito vespertino. Además el estanque estaba completamente en calma, por lo que nadar en esas aguas no costaba esfuerzo, por lo que Sayaka pudo disfrutar de una sesión de baño silvestre bastante cómoda y agradable.

Pero lo mejor no era ver a la adorable criatura en la que Sayaka se había transformado nadando por ahí (aunque a renata se lo parecía), no. Lo mejor fue el espectáculo de luces que se sucedió a continuación. Empezó como un pequeño destello al que se le unió otro y luego otro y otro más... Así hasta que el estanque estuvo completamente iluminado por multiples luces de colores, nadando con tranquilidad por el estanque. Aunque todas podíais verlo bien, Sayaka podía verlo con más claridad: eran los peces hada.

Los peces hada parecían pequeños peces voladores, con largas aletas translúcidas, que asemejaban alas, a ambos lados del cuerpo. Sus escamas eran de un color entre blanco y plateado y brillaban con una luz irisada. Sus cuerpos esbeltos les permitían nadar con rapidez e incluso saltar fuera del agua haciendo gráciles piruetas. Aethel sonrió al ver el espectáculo y Renata tuvo que taparse la boca con las manos para no gritar de emoción. Viendo la belleza que poseían esos peces podíais entender por qué los humanos los habían cazado tanto.

Sayaka estaba disfrutando enormemente, se esperaba agua helada, pero estaba una temperatura ideal, eso era agradable. A ella le gustaba nadar en el lago que había cerca de su aldea, pero aquella sensación era muy diferente, en especial cuando aquellos peces hada aparecieron. El agua brillaba y aquellos seres nadaban a su alrededor, Sayaka no podía evitar mirarlos y observar, realmente estaba disfrutando enormemente aquel baño, sus ojos estaban abiertos de par en par y podía verse como brillaban de emoción.

El espectáculo era realmente maravilloso. Antes de darse cuenta, se encontraba a la par de sus compañeras, moviendo su cabeza como un ventilador. Sus orejitas estaban bien levantadas y sus ojos abiertos, expresando pura emoción. Realmente poco podía contenerse. Era la primera vez que veía ese espectáculo de colores y peces por todos lados. Estaba tan maravillada que simplemente mentiría si dijese que no envidiaba un poco a Sayaka. De hecho, por poco no se transformaba en ese mismo momento y se lanzaba al agua con la chica.

-Es tan bonitoooooooo...

Mientras disfrutabais del espectáculo, no os fijasteis en que alguien más estaba contemplando a los peces. Una cabeza cubierta por una melena verde asomaba por encima del gua de manera que sólo se veían sus ojos. Parecía una cabeza humana, pero no habíais visto a nadie sumergirse en el estanque aparte de Sayaka. ¿De dónde habría salido aquella persona?

Viendo que no parecíais agresivas, o que al menos no ibais a cazar a los peces hada, la misteriosa figura decidió acercarse. Se asomó un poco más, mostrando que tenía torso humano y una larga cola de pez.

Su cuerpo era de tonos verdosos, recordándoos a los colores de las aguas pantanosas o de los marjales. ¿Sería aquella una sirena de los pantanos? ¿Qué podría hacer en un estanque como ese? Porque aparte de ser un estanque pequeño para que viviera en él una criatura como aquella, ¡en los terrenos de la academia no vivían sirenas!

La criatura se acercó y abrió la boca, como queriendo deciros algo. Pero en el último instante se arrepintió, metiéndose en el agua de repente, asustando también a los peces hada.

Aida se encontraba completamente fascinada por los peces hadas, sin poder mirar realmente nada más. De hecho, ni siquiera se había percatado de que un nuevo olor había aparecido. No fue consciente de que la sirena los observaba hasta que esta se acercó lo suficiente. Lejos de asustarse, sus ojos brillaron.

¡Sirena! ¡Es una sirena!

Ver a una sirena maravilló a Aida. Ella nunca había visto a ninguna sirena en persona. ¿Qué hacía allí?

Al ver que la sirena abría la boca para decirles algo, Aida contuvo su respiración. Pero cuando la vio sumergirse de nuevo... suspiró, decepcionada.

-P-parecía querer hablar con nosotras... -dijo Aida, mirando fijamente el estanque- ¿Creen que podamos hacerla salir de nuevo? -aunque miró a Sayaka. La chica tendría la tarea más fácil para eso.

Sayaka nunca antes había visto a una sirena y le pareció realmente curiosa la forma que tenían, eran medio humanas y medio pez, aquello era extraño, pero también le llamaba muchísimo la atención por lo que no pudo evitar mirar sorprendida y expectación cuando esta iba a hablar, sin embargo, parecía que decidió marcharse.

Jooo se ha ido

Mientras escuchaba lo que había dicho Aida nadaba hacia donde había desaparecido la sirena y decía:

¿Sirena? No tengas miedo… no somos malas ni te vamos a hacer daño, ¿querías decirnos algo? Podemos ser amigas, ¿verdad chicas?

Decía en un tono animado

Aethel y Renata se habían quedado mudas ante la súbita aparición de la sirena. ¡Nunca antes había pasado algo como aquello en el jardín de la academia! O al menos que Aethel supiera.

 -Tenemos que informar al vicedirector, una sirena en el estanque no es algo normal.

Sin embargo, la pelilavanda aún no se movió. Porque au que quería cumplir con su deber de buena alumna, también quería ver si la sirena volvía para hablar con ellas.

Vuestros esfuerzos se vieron recompensados cuando, tras llamar a la sirena con palabras tranquilizadoras y voces tranquilas, una cabeza con pelo verde asomó un poquito desde debajo del agua. Los grandes ojos de la sirena os miraban con curiosidad, esperando ver qué reacción teníais. Sin embargo, no parecía teneros miedo, sino simplemente cuidado y prudencia.

La licántropo se mantenía atenta a si la sirena escuchaba las palabras de Sayaka y salía. Apoyando las palabras de la kitsune, asintió, y trató de sonar amable.

-S-sí. Podemos ser amigas. Amigas... -esa palabra hizo que Aida sonriese tontamente. Pero lo que hizo Aethel la alertó. ¡De esa forma la sirena huiría!- A-Aethel... Podemos... guardar el secreto, ¿no? -y miró a las chicas- A-al menos hasta que sepamos qué sucede.

Y luego la cabecita se asomó un poco, mirándolas con cautela. Aida no se aguantó. Esta vez se acercó corriendo rápidamente al estanque y se puso de rodillas en el suelo.

-¡Eres muy bonita!

“De nada”, murmulló Aki con una mueca al liberar a las hadas del frasco.
Después suspiró y comenzó a caminar lentamente por el bosque. Gracias a las señales que había para los estudiantes no podía perderse.
Leyó con un interés marcado los pequeños letreros cerca de diversas especies de árboles sobre su empleo para diversos encantamientos, pero aunque interesado, también estaba distraído y se olvidó de lo que había leído al momento de haberlo leído.
Disfrutó de este momento de tranquilidad, de paz. Quién sabría qué ocurriera en las próximas horas, o los próximos días, y de momento no tenía que preocuparse por esto, porque estaba aquí, en la naturaleza.
Marchó hasta la valla impenetrable y la miró curioso, por si no había alguien hueco… nunca se sabía… marchó alguna distancia paralelamente a ella, no dejando de mirar la con una curiosidad alerta, pero desinteresado, como un analista objetivo… ¿no habría hueco?

Sayaka observaba a la sirena, le parecía bastante increíble, y dice:

Hola, vaya nunca antes había visto a nadie como tú, ¿Cómo te llamas? ¿nos entiendes? Ummm yo

Decía mientras se señalaba y nadaba hasta la orilla para salir:

Sayaka

Con su pata señala a las chicas y las va nombrando:

Renata, Aetheld, Aida

Y después señala a la sirena

Aethel se había quedado mirando a la sirena, al igual que vosotras y que Renata también, por lo que tardó en procesar la pregunta de Aída lo bastante como para dar una respuesta.

 -El secreto... Sí, deberíamos guardarlo. Quizás sólo contárselo a un profesor, por si acaso la sirena necesitara ayuda.

Porque una sirena en un estanque como aquel no tenía bastante espacio para nadar con comodidad. Lo que hacía que os preguntaráis cómo diantres había llegado hasta allí.

La sirena se os quedó mirando, sin moverse del sitio. Miró a Aída cuando habló, luego a Sayaka y por último a Aetheldryd. Finalmente abrió la boca, pero no salió sonido alguno de su garganta. Cerró la boca, la volvió a abrir y la volvió a cerrar de nuevo. Parecía querer deciros algo, eso estaba claro. Pero no sabíais si no hablaba porque no tenía voz o porque no encontraba las palabras que quería deciros.

 -Lo...- la voz de la sirena salió finalmente, en forma de un suave susurro apenas audible. -Lorelay.

Tras decir aquello, la sirena se sumergió de nuevo, asomando sólo los ojos para mirar con atención vuestra reacción.