Partida Rol por web

Atravesaste buena parte del bosque, sintiendo como miles de ojitos brillantes se fijaban en ti. Desconocías si se trataba de más dríadas o de otras criaturas, pero en el fondo no te importaba. ¿Quérían contemplar la grandeza? Allá ellos, luego sufrirían por no poder volver a contemplar a alguien tan impresionante como tú.

Al cabo de un rato llegaste a una zona que parecía ser un claro natural del bosque. Árboles centenarios rodeaban una zona llena de verde césped, setas enormes y... Dríadas. Seres con aspecto vagamente humano, pero que parecían estar hechas de madera y hojas. Y todas contemplaban a la princesa de fuego que acababa de llegar a su hogar.

Sin embargo, una dríada te llamó la atención mucho más que las otras. Su corteza tenía aspecto de ser mucho más antigua que la de las demás y en sus ojos veías la sabiduría que sólo se adquiría con la edad. La anciana dríada te escudriñó, frunciendo el ceño al ver con claridad lo que eras.

 -El fuego no es bienvenido aquí. Márchate en paz y no te pasará nada. Intenta hacer daño al bosque y morirás aquí.

Etna volaba con tranquilidad, mirando a un lado y a otro en el bosque, su orgullo hacia que alzara la mirada para que pudieran verla en todo su esplendor. Finalmente llega a un lugar donde el bosque se abre y en donde estaba su objetivo, junto con otras Driadas. Como esperaba la recepción no fue buena y eso hizo que sonriera levemente. Con tranquilidad mira en todas direcciones como examinan a todos los seres que había allí y finalmente empieza a hablar tranquilamente:

Pero menuda bienvenida mas inadecuada para la gran diablesa Etna…

Etna estira su brazo y coloca la palma hacia arriba para empezar a decir:

Yo que vengo a hablar con vos… a proponeros un posible acuerdo… pero claro… todo depende de muchas cosas… ¿O acaso pensáis que un demonio de mi rango vendría aquí sin mas?

La anciana dríada entrecerró los ojos al oírte. No le gustabas. Tú representabas la antítesis y el enemigo de todo lo que ella amaba y protegía. Eras la destrucción del bosque, la muerte de la vida vegetal. Eras el fuego, el elemento devorador de vida que todas las dríadas aprendían a temer antes de saber hablar el lenguaje de la flora.

 -¿Un trato? Habla entonces, Princesa del Fuego. El bosque escucha.

La reina no era estúpida. Si aquello podía solventarse sin que hubiera muerte y destrucción, por ella perfecto.

Etna sonríe y mira los arboles que había allí, una leve sonrisa podía verse en su rostro y mostraba sus colmillos, lentamente, como recreándose en las palabras dice:

Bien… digamos que el bosque a mi no me importa, de hecho no me desagrada, así que no tengo intenciones de quemarlo, seria toda una lastima la verdad

Dice mientras mira de nuevo a su alrededor, sobretodo centrándose en las dríades y mas en la anciana:

Sin embargo, almas… eso si que me interesa a mi, poseer mas y mas almas, ¿que podría hacer la princesa del fuego aquí ante la reina de las dríades si lo que me interesan son las almas?

Etna quería jugar un poco, era parte de la diversión de la caza y los tratos, ademas quería comprobar si aquella reina de las dríades era lo bastante astuta para percatarse de lo que sucedía y si era así ser digna de hacer un pacto mejor con ella.

Los ojos de la reina de las dríadas se abrieron como platos al escucharte, haciendo un ruido de crujido de corteza de árbol seca que te resultó curioso.

 -¿Almas? ¡Puedes llevártelas, princesa del fuego! Los mortales que se pierden en el bosque y mueren luego ya no lo abandonan. Sus lamentos perturban la paz de la floresta, ¡no los queremos aquí! ¡Llévate esas almas! Y le harás un favor al bosque y a su pueblo.

Así que tenías dos opciones. Una, matar a la reina a base de fuego en cantidad para poder recoger y disfrutar de las almas errantes que vagaban por el bosque... O recoger las almas errantes que vagaban por el bosque directamente y encima hacerle un favor a la actual reina de las dríadas. Cualquiera de los dos te venía bien, la cuestión era, ¿qué te apetecía más?

La pelilavanda se quedó pensativa un momento antes de echar a andar por uno de los caminos delimitados.

 -Venid, el camino más corto al estanque es por aquí. Y no os preocupéis, el camino es totalmente seguro para los alumnos. La valla nos protegerá de las criaturas hostiles que hay en el bosque profundo.

La diablesa escucha atentamente a la reina del bosque, ella era un demonio y los demonios lo único que desean son almas, no le importaba lo que sucedía dentro del bosque ni en su política por así decirlo, pero tenia ante si dos opciones, una era ayudar a la reina actual del bosque o a la aspirante. Con una amplia sonrisa Etna sonríe y dice:

Como he dicho, solo me interesan las almas, que os suponga algo bueno o malo me es indiferente, de la misma forma que me es totalmente indiferente la política interior del bosque

Sonríe de nuevo mientras baja la mano y añade:

Trato hecho, me quedare con todas las almas del bosque y a cambio prometo que no haré daño al bosque, a fin de cuentas me interesa que el bosque siga aquí atrayendo a humanos y atrapando sus almas para que cuando os molesten sepáis a quien acudir y como vos sabéis los demonios actuamos en nuestro interés propio.

Aun en el aire Etna que a fin de cuentas era un demonio perteneciente al circulo de la sobervia, observa a las Driadas allí presentes y añade:

Por cierto… como muestra de buena fe, he de advertiros que alguien en vuestro reino pretendía usarme para acabar con vos ofreciéndome algo que no es suyo… y bueno

Etna sonríe ampliamente mientras alza la voz segura que aquella dríada que le había hablado antes estaba escuchando:

A Etna, gran princesa demonio nadie la usa, nadie me usa como un mercenario

Al llegar al bosque Sayaka abre los ojos y los brazos ampliamente mientras dice:

Vayaaaa, que bonito… que bien

Respira profundamente mientras su cola y orejas se movían, con una amplia sonrisa dice:

Me gusta, me gusta mucho, y hasta tiene una zona de bosque profundo como en casa… jeje, si no os importa…

Dice mientras cierra los ojos por unos segundos, entonces la chica empieza a desprender una luz blanca brillante, su cuerpo empieza a cambiar, a reducirse de tamaño hasta que pasados unos segundos toma la forma de un zorro blanco.

Comienza a corretear por allí mientras dice:

Si… que bien, que libertad jeje

El bosque era una zona que le gustaba a Aida, le transmitía cierta paz. Además, de verdad le iba a venir bien la caminata; se había llenado hasta reventar de dulces.

Mientras caminaba junto a sus amigas, esta vez no detrás de ellas, sino a su lado, observaba todo el paisaje, sintiendo calma. Cuando Sayaka se transformó en aquel animal tan bonito, no pudo evitar maravillarse. Su forma animal era realmente tierna... ¡parecía un peluche! Verla de esa forma, por un momento y tan solo por un momento, hizo que le diesen ganas de hacer lo mismo... pero se contuvo. No podía.

-En verdad... es una zona... muy bonita. Puedo entender... por qué Sayaka se siente así.

La anciana dríada asintió, satisfecha con el trato. Las almas perdidas eran ciertamente una molestia, por lo que si podía librarse de ellas manteniendo su preciado bosque a salvo...

 -Que tengas buena caza entonces, Princesa del Fuego.

Cuando le mencionaste la existencia de una traidora, la Reina se rió con una risa que sonó como las ramas secas cuando se partían.

 -¡Ah, sí, la insurgencia! ¿Nunca has querido tomar lo que te correspondía antes de tiempo, Princesa? Mi hija es quien quería emplear tu fuerza para arrebatarme el trono antes de que llegue su hora de ser Reina. No es la primera vez que conspira contra mí ni será la última. Pero considero un detalle de buena voluntad que me lo hayas dicho. Ve ahora, Princesa del Fuego. Nadie de mi pueblo te molestará mientras recoges las almas perdidas.

En los jardines el día os había llegado a parecer caluroso, pero al cobijo de las sombras de los árboles, la temperatura era mucho más suave. El aire traía multitud de olores frescos y agradables, a flores, a madera, a hierba, a setas... A bosque vivo y lleno de energía. Podíais ver volar a algún bichillo entre las ramas, sobre todo escarabajos y luciérnagas. Si alguna vez os habíais imaginado cómo serian los bosques de los cuentos, seguro que la imagen sería muy parecida a aquella.

A lo largo del camino había diversas señales, algunas indentificando la zona en la que estábais y otras señalando qué árboles y plantas teníais delante. De hecho, el ambiente era tan agradable que Sayaka se transformó en zorro, para poder disfrutar al máximo de toda la naturaleza que os rodeaba.

Sin embargo no todo era idílico y bucólico, ya que al otro lado de la valla podíais ver fugaces movimientos, sombras movedizas que se desaparecían de vuestra vista en cuanto os fijabais en ellas. Aethel las contemplaba con seriedad.

 -Dríadas. Son las autoproclamadas guardianas del bosque. Odian a todo aquel que lo dañe, ya sea una empresa deforestadora o un simple niño que arranca una rama. Lo bueno es que la valla nos protege de ellas. No nos harán daño.

Etna escucha las palabras de la reina dríada y asiente con una gran sonrisa para cuando termina de hablar ella decir:

Os lo agradezco majestad… espero que nuestra relación sea… satisfactoria

Para entonces marcharse tras pasarse la lengua por los labios, le pensar en todas las almas que iba a poder cosechar hacia que su corazón se acelerase, por ello mientras canturreaba una canción del infierno se disponía a adentrarse a hacerse con todas esas almas del bosque.

Sayaka se acerca a las demás y da un par de saltitos entonces dice:

Mi madre me hablo de ellas, creo que son unos seres increíble pero peligrosos… creo que tienen algo que ver con los arboles ¿no? Nunca he visto a una pero tengo entendido que están hechas del propio bosque

Da un salto animada y añade:

Pero si la valla nos protege mejor que mejor, esperemos que nadie pase la valla porque seguro que es muy peligroso.

-¿Drí... dríadas? -había escuchado de ellas, pero hasta ese momento no las había visto, no en persona. Le picaba un poco la curiosidad, pero sabía muy bien lo peligrosas que eran.

Su mirada fue captada por la alegre Sayaka. Vaya que la chica era enérgica. Pero mas aun, verla en esa forma era enternecedor. Sin embargo, ya que hablaban de dríadas... eso le trajo una duda que, con algo de pena, se atrevió a exponer.

-Pero... ¿ellas son malas? Si dices que odian a cualquiera que dañe el bosque... si no lo dañas y estás con cuidado, ¿te harían daño?

Al adentrarte en el bosque podías sentir a tu alrededor a varias dríadas moviéndose, vigilándote. Sin embargo no dijeron nada ni intentaron interactuar contigo. Seguramente la Reina querría asegurarse de que cumplías tu palabra.

Al poco de avanzar por el bosque, encontraste tu primera presa. Un alma errante, con aspecto de fuego fatuo, flotaba tranquilamente por encima del nivel del suelo. Si te había detectado, no debía tener ni idea de quién o qué eras, ya que no hizo nada por intentar huír ni nada. Un poco más allá, localizaste un par de fuegos fatuos más. Y seguro que si buscabas, encontrarías bastantes más. Sólo tenías que alargar las manos y cogerlas.

La pelilavanda asintió y continuó explicando.

 -Efectivamente, son espíritus del bosque. Nacen de la energía vital de los árboles centenarios y de ellos cogen su aspecto. Son criaturas muy territoriales, fieras cuando se las provoca, inquisitivas...

Tras la valla, las driadas que os observaban se rieron.

 -Si no haces daño al bosque, no te hacen nada. El problema es que su concepto de "dañar al bosque" es extremadamente amplio. Doblar una rama mientras caminas, coger una flor, arrancar una hoja... Todo eso son ofensas terribles a ojos de una dríada. O al menos a ojos de las dríadas de este bosque.

Aetheldryd miró a la lejanía, al interior del bosque, como si pudiera ver algo que vosotras no podíais ver.

 -Durante décadas mucha gente ha cometido el error de provocarlas. Y lo pagaron muy caro.

Etna se desplazaba por el bosque con tranquilidad y bastante animada, se haría con una buena cantidad de almas y eso era algo que le gustaba ya que así aumentaría su poder, por lo que no le molesto demasiado que le estuvieran vigilando, a fin de cuentas aquello también le serviría como escolta por así decirlo.

Y Etna con su personalidad no lo dudo empezó a ir de un lado a otro cazando todas las almas que podía, disfrutando con aquello como una niña pequeña, ya que en su rostro podía verse una amplia sonrisa mientras lo hacia.

Sayaka escucha lo que dice la chica y se asombra mientras se acerca y añade:

Vaya… mi madre me dijo algo así, que era mejor no acercarse a las zonas que consideran su hogar… pero bueno, supongo que aquí estamos seguras ¿verdad?

Mira a Aida y su expresión, y el como la miraba, sonríe y se acerca a ella para preguntar ingenuamente:

¿Tu no puedes tomar una forma animal? ¿Y los humanos tampoco?

Pregunta mientras ladea un poco la cabeza mostrando cierta curiosidad y duda ya que no sabia si la chica era realmente capaz o no de hacerlo y teniendo una enorme curiosidad con ello.

Aida se entristeció un poco sin saber bien por qué. Tenía la impresión de que las dríadas eran... algo solitarias. Bueno... por un momento no se había hecho la idea de que podría hacerse amiga de una, ¿verdad? Apenas y había podido hablar con compañeras de años hace poco; pensar algo así era demasiado ambicioso.

Mientras pensaba en eso, suspirando, Sayaka se le acercó, preguntando algo que claramente asustó a Aida.

-¿A-a-a-animal? ¿M-mi forma? -Aida se hizo un paso hacia la izquierda- ¿E-eeeeh? P-pues... sí puedo... -estaba claro que la chica se había puesto nerviosa por eso de repente... por alguna razón- ¡P-pero solo cuando hay Luna llena! ¡Luna llena, sí! -... no parecía tan convincente.