Partida Rol por web

Al regresar al cuarto no viste que hubiera nada fuera de lugar. Desde que te habías ido, tu compañero o no había venido o había pasado como un fantasma.

El cuarto de baño estaba impecable y listo para ser usado. Había una bañera con ducha, un juego de toallas para cada alumno, un retrete de aspecto cómodo y un lavabo con armaritos para guardar vuestras cosas. También había champús y jabones para el cuerpo, hipoalergénicos y seguros para todo tipo de pieles. Vamos, que podías darte esa ducha y relajarte a base de bien si te apetecía.

lo que pasó fue un inconveniente, no debo demorarme.

Me quite mis ropas dejando ver una fina y pálida piel. -hay varios tipos de champús, magmático de demonios, escarchado de espectros... seguramente el que me combina es el de pelo común con acondicionador... el jabón de menta huele bien...- después de varios minutos leyendo y oliendo los diferentes productos, salgo de la bañera, me seco, me visto con unas túnicas mas elegantes que la de viaje y uso el perfume que venia en mi mochila, doblo algunas toallas y las dejo junto con algunas ropas, ya me sentía mejor.

Cuando llegaste al cuarto lo encontraste básicamente como lo dejaste. Arathidas había estado allí, pero no era un chico muy desordenado por lo que apenas sí se notaba su paso por el cuarto.

Mientras te relajabas en la habitación, notaste que sobre tu cabeza Ofelia se sobresaltó y por el rabillo del ojo captaste una pequeña sombra blanca a través de la ventana que surcó el cielo nocturno durante un instante. Podría ser una lechuza o... A saber, en aquella academia las cosas nunca eran lo que parecían.

Había sido, a lo menos, una noche movediza, y Aki aún no sabía cómo encuadrar la fiesta en su llegada aquí en la Academia, si le había quedado bien o más bien mal; pero, lo que notó con agrado, tampoco le importaba tanto. Había actuado honestamente, había estado cortés con todos, y esto contaba mucho más que lo que los demás podrían pensar de él.

Estaba por sentarse a la tabla para leer aún un rato cuando advirtió, tal como Ofelia, el paso de la sombra blanca delante de la ventana.

Intrigado, se acercó la ventana y la abrió para mirar fuera. Sus movimientos fueron cautelosos, pero no temerosos. Tenía mucha confianza en las profesores y la administración de la Academia para tenerlos al margen del Mal, el mal que seguramente habría también en el mundo de la magia.

Al acercarte a mirar por la ventana, viste que la sombra blanca se trataba de una alumna, con alas en su espalda, que había bajado volando desde la ventana de su cuarto hasta el jardín frontal de la academia. Nada más aterrizar, sus alas desaparecieron y se escondió tras unos arbustos, espiando lo que parecían ser dos personas descargando cajas desde una furgoneta.

Uuuy, algo raro se cocía por allí y Ofelia lo notaba, ya que había empezado a darte toquecitos en la cabeza con sus patas, avisándote de todo lo que ella veía (y que tú también veías) y poniéndose nerviosa porque eso no era para nada normal en la academia.

“Sabes, Ofelia”, cuchicheó Aki a la arañaita, “me padre me dijo una vez: si la aventura viene a tu encuentro, no debes desperdiciar la oportunidad de agarrarte a ella. A mi nunca me parecía tener mucho sentido. Hasta ahora. Hay impulsos a los que hay que ceder. Si son moralmente sostenibles, cierto.”

Pensó unos cuantos instantes, luego prosiguió: “Podría descender ahora mismo, pero cabe la posibilidad que la furgoneta y la alumna ya habrán desaparecido, y así habría ganado nada y incluso me habría perdido parte de lo sucedido. Así que… observaré como se desarrolla la situación. Y cuando desparezca la furgoneta, llamará a la chica para avisarla que yo había notado que estaba espiando. ¿Te parece demasiado atrevido? Ya sabes, cuando la aventura viene en tu camino...”

Y Aki continuó su observación.

Ofelia hizo algún que otro ruidito emocionado y dio varias vueltas sobre tu cabeza, claramente encantada con la idea de ir de aventuras. Quedarse mirando por la ventana no es que fuera lo más aventurero del mundo, pero al menos era más interesante que irse a dormir y a soñar con polillas de la lana.

Así que, bien acomodada entre tu pelo, Ofelia se puso a espiar contigo por la ventana. Por el momento la alumna que estaba escondida tras los arbustos no parecía hacer más que obervar a los dos individuos que descargaban cosas de la furgoneta. En la densa penumbra de la noche, apenas iluminada por la luz de las farolas, no podías distinguir casi nada, salvo que aquellas figuras eran humanoides bastante altos (para los estándares humanos al menos) y que lo que descargaban parecían cajas de diferentes tamaños.

“Pues, seguimos esperando...”, susurró Aki a Ofelia a la que sentía tanto en expectativas como a sí mismo. “De verdad que son muchas las cajas esas que descargan. Bastante curioso. En cuanto se hayan ido, llamaremos a la chica. No dudo de que será gracioso. Bueno... al menos un poco.”

Mientras continuabas observando, viste cómo otras dos figuras salían del interior de la academia para ayudar a los dos individuos que estaban junto a la furgoneta. Seguías sin escuchar nada y sin distinguir nada claramente, pero estaba claro que aquellos dos tenían contactos dentro de la academia, contactos que habían acudido a ayudarles.

Ofelia permaneció sobre tu cabeza, observando atentamente. No parecía estar nerviosa, sino más bien tener una sana curiosidad por lo que estaba pasando. ¿Sabría ella algo que tú no?

Por juntarse dos personas más a la acción, viniendo además tranquilamente del interior de la Academia, se lo ocurrió a Aki que lo que estaba pasando allí abajo estuviera, en realidad, en orden: algo que pasaba regularmente. Un entrego fijo, repitiéndose cada semana o cada mes.

Salió su libreta, abrió la página con el alfabeto y indicó a Ofelia que iba a componerle el siguiente mensaje: “¿Tú que sabes de esto?”

Esperó que la araña se bajara por su brazo y se le respondiera bailando sobre las letras.

La araña bajó de un saltito al cuaderno y empezó a deletrear.

 -L-o-s  q-u-e  a-c-a-b-a-n  d-e  s-a-l-i-r  s-o-n  p-r-o-f-e-s-o-r-e-s.  N-o  c-r-e-o  q-u-e  e-s-t-é-n  h-a-c-i-e-n-d-o  n-a-d-a  m-a-l-o  p-a-r-a  l-a  a-c-a-d-e-m-i-a.

Acto seguido volvió a subir a tu cabeza, incitándote a seguir mirando la escena. Que mirar por la ventana era divertido, era como la alternativa natural a la televisión.

En el exterior, a las cuatro figuras se les unieron Kyrt y la Directora Morgana, la cual comenzó a interrogar a las cuatro figuras. Éstas al oír a la anciana bruja se acercaron a la entrada, momento en el que la luz les iluminó y pudiste reconocerlos. Eran los profesores Beleem y Deadeye, el conserje y una ¿persona? que no habías visto antes. Se trataba de uan criatura humanoide, alta y delgada, de piel azul y completamente calvo. Iba vestido con un traje de neopreno negro, gafas de buceador y una especie de aparato extraño alrededor del cuello.

Lo mejor era que Ofelia tenía razón, ya que la conversación entre los cuatro de allí abajo parecía estar tranquila. Falsa alarma. Vaya.

“Ah, ya me había imaginado dramas mayores. Pero por supuesto Ofelia, tienes razón, nada de transcendental. Lo único que me sorprende es que Kyrt esté con ellos. Bueno, tampoco importa mucho. Esperamos que se despeje la escena para luego dar a comprender a la espía que estamos a lo tanto de su espionaje”, susurró con una sonrisa por lo demás nada maliciosa.

Pues la escena tenía poca pinta de ir a despejarse, ya que al poco salieron al jardín Renata, Sayaka, Arathidas y Aida. Recordabas que habían estado hablando acerca de ir a ver las estrellas, tal vez habían decidido salir al jardín a contemplar el cielo.

Mientras tanto, la misteriosa alumna-espía seguía oculta tras un arbusto, observándolo todo envuelta en las sombras.

“Oh, yo tengo toda la paciencia del mundo”, murmuró Aki a la chica que no podía escucharlo. “Aguantaré aquí hasta que hayan descargado todo. Y luego te haré saber que te estaba mirando todo el tiempo, sí, lo sabrás, espía misteriosa.”

En pocos minutos esta intención se había convertido en Aki en una idea fija. No la abandonaría. Como muchos chicos mal adaptados a su entorno social, era un chico de ideas fijas que le servían de líneas de conducta en un mundo cuya complejidad lo espantaba en el fondo de su corazón. 

Como la escena parecía estar tranquila, la chica espía, tras haberse quedado observando al heterogéneo grupo un rato más, decidió que era el momento ideal para retirarse, retrocediendo con cuidado y sin que el resto del grupo la viera, hacia otra sección de los jardines.

El resto del grupo seguía haciendo lo mismo, los alumnos hablaban entre ellos y los profesores terminaban de descargar las cajas. todo parecía indicar que estaban a punto de acabar de un momento a otro.

Aki notó entre sorprendido y decepcionado que la chica se había ido sin más. Parecía que había visto lo que quería ver. “Aún no comprendo por qué ha espiado al grupo”, comentó a Ofelia. “Porque evidentemente no hacen nada inusual. Quiero… preguntarle a la chica esto. Espero que aún puedo alcanzarla. Ofelia”, miró a su amiga arañita, “me voy al jardín. ¿Quieres acompañarme o quieres esperarme aquí? Sé que ya es tarde. Y no comprendo por qué esta historia me da pruritos, pero nunca lo sabré si no la persigo.””

Ofelia empezó a hacer ruiditos animados. ¿Quedarse en el cuarto? ¡Vaya rollazo! Mejor irse de aventuras con un amigo, ¡quién sabía lo que podían averiguar!

Así que la arañita volvió a subirse a tu cabeza, dando toquecitos en tu cuero cabelludo para animarte a que te movieras ya. ¡Que ella también quería hacer de detective y saber qué pasaba con esa chica!

El impulso aventurero de Aki no llegó a tantas extremas que consideró salir por la ventana. “Aferrarte a mi pelo, voy a correr!” avisó a su familiar.

De hecho, une vez fuera de la habitación se echó a correr a lo largo de los pasillos de la Academia, esperando que aún podría alcanzar la chica a tiempo.