Partida Rol por web

- Gracias- respondió a Innya cuando esta le devolvió la capa. La muchacha, muy a pesar de lo ocurrido en el patio, seguía siendo diligente y atenta a los detalles. Le había devuelto la capa al saber que iba a salir fuera, además de que había sido ella la primera que se había ofrecido a recogerlo.

- “Pertenecen a la misma familia y son tan diferentes…”- pensó al escuchar a Dagu, que tal y como hablaba parecía que estaba bajo las órdenes de su tía y no bajo las del mayordomo.

- Vosotros tres a ayudar también- ordenó a los tres lacayos que también estaban allí y que se habían quedado quietos seguramente creyendo que se olvidaría de ellos.- Cuando regrese Visany con el maestro Maserrak decidle que el Caballero Zuyla se encuentra ya mejor y que hemos salido a dar un paseo.

 Luego salió de la habitación con los Dravescu.

Con la capa de nuevo sobre sus hombros Otto se sintió de nuevo resguardado del frío. No así de la curiosidad del caballero Zuyla Dravescu

- No, caballero Zuyla- respondió a aquella sencilla pregunta, que seguramente era tan solo el aperitivo en una cena con platos mucho más complejos.- Pero no creo que descubra nada nuevo diciéndoos que ni siquiera soy oriundo de Transilvania.

CABALLERO ZUYLA DRAVESCU:

- ¿Te detienes en el pasillo o sigues andando hasta salir al frío de la noche transilvana en el patio?

- Por su acento y maneras dirías que el Chambelán es germano, en concreto sajón.

Llegó un momento en el que Innya no podía con más guarrería o acabaría ella también vaciando el estómago en la habitación.

-Vosotros-indicó a los lacayos- poneos con lo que queda para limpiar-ordenó enderezándose y yendo hacia uno de los armarios-Dagu, querido, quita la ropa de cama y déjala en el suelo donde no estorbe, luego se llevarán a la lavandería -tiró de las pesadas puertas del armario, que se abrieron con un ligero crujido de la helada madera. Las sábanas eran ásperas y la tela estaba tan fría que casi cortaba al tacto... e Innya no dudaba de la fragilidad de la tela debido a la temperatura.-Y ve a las cocinas-le comentó a  Dagu mientras se ponía de puntillas para alcanzar la ropa de cama limpia-allí tiene que haber un calientacamas, si el caballero vuelve a acostarse no queremos que haya quejas sobre la temperatura.

La mujer hizo una pausa para mirar hacia atrás a su obediente sobrino y sonrió con ternura.

-Ten cuidado ahí fuera-dijo con cierta preocupación- cuando terminemos con esto podrás volverte a dormir.

Claro tía con mucho gusto, dijo Dagu, mientras procedía a hacer lo que ella le había ordenado, tras terminar de retirar las sabanas, salió corriendo hacia las cocinas a por el calientacamas, tan rápido que su tía solo le oyo, mas no le vio diciendo, ya estoy de regreso...

En efecto, chambelán respondió el caballero caminando con cansancio evidente Vuestro acento os delata, como germano. ¿Sajón tal vez? mientras aguardaba la respuesta del hombre de larga melena, Zuyla se giró para mirarle a los ojos.

Decidme... ¿qué opinión os merece lo ocurrido esta noche, chambelán? Lo preguntó así, sin ambages ni rodeos, tal y como era su personalidad. Odiaba los rodeos inútiles y la cháchara innecesaria. Y evidentemente, no se refería a su súbita enfermedad...

Innya se giró hacia su sobrino con la sorpresa dibujada en su rostro, Dagu era eficiente con ganas.

-Muy bien, querido-sonrió afectuosa- habrás metido alguna brasa dentro ¿verdad?-en realidad preguntaba por preguntar mientras extendía las sábanas limpias sobre el colchón de Zuyla Dravescu, pasando la mano sobre la tela para asegurarse de que quedaban bien tensas sobre éste, sin una sola arruga- pon a los pies el calienta camas, Dagu-comentó antes de mirar a los lacayos que terminaban de limpiar.

-Cuando acabéis llevad esa ropa sucia a la lavandería, ya se ocuparán de ella- tras estas palabras se acercó a su sobrino abrazando su frío cuerpo por las bajas temperaturas besándole en la cabeza- muchas gracias por tu ayuda, sobrino-musitó mientras un escalofrío le sacudía, tanto frío no debería estar permitido.

Se separó de su sobrino con una sonrisa castañeante y protectora al mismo tiempo.

-Bueno, ya puedes ir a...-se interrumpió y se llevó una mano a la cara- tss... al Salón si ves a tu hermano dale el recado del mayordomo-recordó el mandato y al caballero Iacobus ensangrentado- yo te seguiré en cuanto hable con Otto, procura no acercarte al caballero a no ser que sea estrictamente necesario- añadió preocupada.

Abrió la puerta de los dormitorios de Zuyla y salió en busca de Otto

Y finalmente allí estaba el primer plato, contundente, tal y como había imaginado.

- Por mi opinión me preguntáis…- comenzó, buscando todavía la mejor manera de trinchar el plato.- Imagino que sinceridad es lo que buscáis y sinceridad os daré: una tragedia. Ha sido una desafortunada tragedia. Pero una opinión no puede cambiar el pasado, menos aún la mía. Aunque al igual que cualquier experiencia sí que puede servir para el futuro, para intentar evitar que se vuelva a repetir.

Dagu salió al patio corriendo, muerto de frio y exhausto, pero queria complacer a su tia, y quizas llamar la atencion de alguien que pudiera hacerlo escudero, o al menos paje... ese era su sueño... por cierto donde quedaria el salón?

PASILLO:

- Dagu el sirviente sale de la habitación de los Dravescu al pasillo. Parece confuso y desorientado.

- Casi choca con el Chambelán y el Caballero Zuyla Dravescu.

PASILLO DE LA ZONA DE INVITADOS:

- La puerta que conduce al patio se abre súbitamente y por ella entra el gélido aire de la noche invernal transilvana.

- También entra el Caballero de los Cárpatos, apestando a matadero y con la armadura cubierta de sangre y vísceras. Lleva en la mano derecha la espada de Giorgina Basarab, cubierta de sangre desde la punta a la empuñadura. Le sigue su Escudero, Flaviu Krevcheski.

- El Caballero Iacobus Radoslav, Segundo Caballero de la Corte, casi se topa de lleno con el Tercer Caballero de la Corte, Zuyla Dravescu, que viste ropas de dormir manchadas de vómito y no porta armas ni armadura. Junto a él está el nuevo Chambelán, Otto de Sajonia.

- En el pasillo además hay un siervo algo desorientado (Dagu, aunque los recién llegados seguramente no le conocen por el nombre).

- Ante la puerta de los Szantovich, monta guardia un guardia feudal (Tomescu, la mayoría de los presentes tampoco le conocen por su nombre).

- Ante la puerta que conduce a las estancias Basarab están la madre y los dos niños. La madre, Svitlana Basarab, ahoga un grito al ver al Caballero de los Cárpatos y rápidamente agarra a sus dos hijos y se mete con ellos en las estancias Basarab, cerrando y atrancando la puerta a continuación.

Nerviosa y asustada, tomé a los niños de sus pequeñas manos, intentando que nos dirigiésemos con premura a nuestra estancia.  Era tarde, y no sabía qué hacían allí, ni tampoco dónde estaban los guardias. Cerré la puerta tras mi espalda, jadeante. Entonces miré a los pequeños, los abracé-no debéis abandonar vuestras estancias a estas horas de la noche... Hay hombres retorcidos que podrían haceros daño-les tomé de nuevo las pequeñas manitas, para llevarles a mis aposentos-ahora rezaremos juntos, para pedirle a Dios que nos guarde, y sólo por hoy, dormiremos en la misma estancia-prefería tenerlos a su lado tal y como había transcurrido la jornada. Ellos estaban inquietos, y no quería llevarse otro disgusto.

Zort sonrió ante las palabras de su hijo. Su forma directa de hablar solían dejar a las personas un poco desorientadas. Y Otto se encontraba ahora entre la sinceridad y sus obligaciones diplomáticas. Era una escena divertida, hasta que se abrió la puerta.

La visión del Caballero de los Cárpatos ensangrentado le confirmó lo que creyó ver en el patio cuando salió en busca de Maserrak. Recordó los gritos, y la espada Basarab chorreante. ¿Había gritado Iacobus algo aceca de una traición de Durius? ¿Qué habría ocurrido?

Como fuere, si en realidad había enloquesido estaban en una situación por demás de complicada con Zuyla desarmado.

- Caballero Radoslav, ¿Que es esto? ¿Qué tragedia ha ocurrido?

La conversación que tenía toda la apariencia de ir volviéndose más y más incómoda a medida que le realizasen preguntas llegó a su cénit, y seguramente punto y final, tan pronto la temible silueta del caballero de los Cárpatos asomó por el pasillo. Aunque fue poco consuelo pues el mayordomo habría preferido seguir hablando que ver aquello…

- ¡Caballero Iakobus!- exclamó sorprendido por verlo allí, no porque estuviese cubierto en sangre.- ¿Qué hacéis aquí? ¿No deberíais estar en el salón con Farkas?

Sin darse cuenta, de forma completamente inconsciente, Otto había reculado un par de pasos. Entonces se percató de la presencia del petimetre Flaviu, lo que hizo que se tranquilizara.

- ¿Ha ocurrido algo?- preguntó dirigiéndose más al escudero que a su señor.- ¿A quién buscáis?

El sonido de la llave, pasadores y otras cosas precedió que Iacobus, que había dirigido la mirada hacia donde la mujer aquella había pegado su grito, volviese la atención hacia los hombres que le hablaban. Pero, en particular, hacia el caballero que enarbolado en su propio vómito se sostenía en pie al lado del Mayordomo. Mayordomo que, no se le escapó, había intentado escapar de la visión, y de cuyas palabras parecía adivinarse o que esperaba que estuviera allí para matarlos, o que hubiese matado a alguien más. Joder, la gente tenía demasiada imaginación.

- Estuve allí hasta recién. Acabo de salir - dijo, mirando al Mayordomo - ¿Qué sucede? ¿Qué pensáis que vengo a hacer aquí?

Qué gente. Definitivamente las paredes de piedra volvían estúpidas a las personas, o es que por estupidez éstas confluían solas, cual gallinas al gallinero, entre la seguridad de unos muros demasiado gruesos para ser cruzados.

- Ya habéis escuchado lo que ocurrió - siguió, ahora mirando a Zort - Tiempo me falta de despojarme de toda esta mierda. He escuchado que le han atacado - señaló a Zuyla - O algo parecido, y venía a preguntar qué fue. Demasiadas cosas han sucedido esta noche, como para tener una más dando vueltas, si es que no fue la que vimos nosotros.

Señor Chambelan, le pido mis disculpas, pero seria usted tan amable de indicarme, por favor don de se encuentra el Salón, debo encontrar a mi hermano... necesitamos retirarnos ya, por orden de mi tía... Dagu dijo esas palabras casi a la carrera, mientras a su vez miraba para todas partes, por mas que se esforzaba no recordaba donde podía estar el salón, porque nunca había fisgado por allí de joven??

Mire la reacción de mi madre y apreté su mano con fuerza, mirando sus ojos antes de responder:

-"Escuche ruidos, como gritos y viendo al caballero ensangrentado me imagino el porque, somos niños, pero hemos causado desgracia aquí- me sentí mal y se noto en mi semblante- seremos siempre un problema madre? Acaso el caballero Durius podrá protegernos?"- dije mirándola casi en una suplica. 

Innya llegó hasta el Chambelán Otto y el indispuesto caballero Dravescu con la piel erizada y los labios ligeramente amoratados por el frío. Sonreía pese a la temperatura y al cansancio de tal trasnochamiento.

-Caballero, chambelán-dijo con un leve castañeo y temblor en la voz- la habitación está limpia y dispone de ropa de cama nueva, calentándose se halla  con un calientacamas, caballero-hizo una reverencia torpe en la que los cabellos de ébano de la sirvienta se escurrieron desde sus hombros hacia delante cayendo sobre la pechera de tela ligera- con su permiso... me habían exigido ir al salón.-se enderezó  al tiempo que un escalofrío la sacudía como si de un muñeco se tratara- si necesitan algo más de mí saben donde encontrarme, pasen buena noche.

Sin más añadidos apresuró sus pasos en dirección al Salón, no sentía las manos, con la desagradable sensación de haber perdido la circulación en ellas y los pies le dolían horrores por el frío.

INNYA:

- Sales al corredor para decirle eso al Caballero Zuyla Dravescu y entonces ves que en el pasillo hay más gente, incluyendo al pavoroso Caballero de los Cárpatos y a su Escudero.

Al escuchar que su tía iba al Salón Dagu decidió acompañarla y que ella se apoyase en él, ven tía estás cansada, apóyate en mi y así no te cansaras tanto...