Partida Rol por web

- Hakir revisa rápidamente su armadura de escamas y la daga en el cinturón. Prepara su lanza corta y su escudo de infantería. Y entonces sale de nuevo a la fría y lluviosa noche.

Un ruido extraño y un mal presentimiento solo fueron la antesala de la terrible verdad. Los guardias hablan acerca de un terror ancestral que despertó y que está ahora con nosotros. No entiendo realmente de qué están hablando pero el miedo empieza a tomar el control de mi cuerpo y no sé realmente qué hacer.

Empiezo a tiritar y mis ojos  empiezan a humedecerse mientras miro al Guardia Tomescu para seguirle a donde sea que se lleve a las damas para protegerlas.

Se puso a la altura de su pequeño cuando se dio cuenta de lo asustado que estaba. Todo el malestar por su comportamiento se había esfumado ante el terror que podía ver a través de sus ojos. Al irrumpir Tomescu confirmó que lo que sentía al ver a su retoño temblar era fruto de algo tangible. Algo que había sentido al despertar.

El guardia ducal se armó de valor y salió al encuentro de la criatura mientras les urgía a parapetarse en el interior y esperar a la muerte llegar. Ahora quedaban allí, solos en el la estancia de invitados a la espera de lo inevitable. Radovina en su habitación; Tomescu en busca de algo para reforzar la puerta; el joven Lindor, su hijo y ella en el pasillo.

- Tranca la puerta, iré a ver qué opciones tenemos.

Miró al protegido de Durius. ¿Qué había sido de él? Negó ante la pérdida de tiempo, no iba a quedarse a divagar cuando sus vidas corrían peligro. Necesitaba dejar a resguardo a Tiberiu mientras afrontaba la situación. Sin perder tiempo fue hacia el aposento de su prima y tocó con urgencia la puerta.

- Radovina, ¡abre! -habló con urgencia.

Terminé de salir de la habitación. Había estado observando todo el jaleo sin hacer comentarios con la puerta entreabierta, aunque Tiberu estaba tan asustado que me había ignorado. Mi sensación había estado en lo correcto, como siempre, solo que esta vez no quería estar en lo cierto. Lo único que esperaba era que pasásemos de esta noche, mi mente no podía alcanzar a pensar nada más. Pero necesitábamos frialdad en este momento, así que inspiré hondo, acompasé mi respiración a un ritmo tranquilo.

- Tranquilízate prima. Estar nerviosas no va a ayudar nada en nuestra situación. Tenemos que pensar fríamente y calcular las posibilidades que tenemos de salvarnos resguardándonos aquí.

Me puse a pensar, ¿dónde podíamos escondernos? Era la mejor opción, si no nos encontraba, sobreviviríamos a esta noche, y ya podríamos pensar un plan más elaborado.

TABLERO.

- En los aposentos de las estancias de invitados las ventanas son más bien saeteras, demasiado estrechas para ser usadas como salida, incluso por Tiberiu.

- Está, sin embargo, la poterna, que conduce al exterior de la muralla por la parte Norte. El Castillo se asienta sobre un islote en mitad del río. El agua está bastante fría (y además está lloviendo a base de bien), pero sería teóricamente posible llegar a nado a la orilla Oeste, donde está la ciudad.

Radovina se mantuvo pensativa buscando opiciones. La dejó pensando y que regreso sobre sus pasos.

- Tomescu, ¿qué has visto? ¿Se acerca hacia aquí?

Dudaba que tuvieran demasiadas opciones, y a último recurso... Apuraría el momento hasta al menos dejar a salvo a Tiberiu. Una opción para esconderlo sería en su propio arcón. Tenía el tamaño adecuado, pero seguro que habría muchos otros lugares para ocultarlo.

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DUBIETA:

- En un momento dado, durante el diseño original del Castillo, había en efecto un acceso a lo que fue la estancia ocupada por los Dravescu a la planta baja de la Torre del Chambelán. Ese acceso fue tapiado casi inmediatamente después. Actualmente, a la Torre del Chambelán se accede sólo desde el Patio.

- Se puede acceder a la Poterna desde los aposentos Szantovich, aunque en el mapa no quede claro.

- Sobre la presencia y posiciones de otros, Dubieta sólo ve a las personas que están con ella en el pasillo del ala de invitados. Pero no, los guardias no están heridos, lo que están es total y completamente desmoralizados.

- Radovina intuye una presencia sobrenatural poderosísima en el Castillo. Tomescu ha llegado a verla en el Patio, pero ni la una ni el otro saben exactamente dónde está ahora mismo.

Mientras apilo cosas contra la puerta de la entrada, ruedo un mueble, candelabro o todo lo que pueda, contesto a la Dama Duvieta.

-Mi señora, creo recordar que se le llamaban Reyes Tumularios- susurro su nombre, mientras hago un alto y me llevo una mano a la herida del costado hasta que pare el pinchazo- Si nos encuentra estamos perdidos.

Me apoyo contra la barricada cuando se me pasa el dolor y saco el hacha. Sonrío cansadamente y con un juramento silencioso de no moverme de allí.

"Reyes Tumularios...", aquellas palabras casi invitaban al miedo y la prudencia, no sabía en en qué grado, pero quien los había nombrado así consiguió el efecto esperado. Su nombre era tan significativo como su presencia.

- Tiberiu se quedará con Radovina aquí, en el recodo del pasillo -miró a su prima- He de comprobar que la salida hacia la poterna es segura, por lo menos tenemos dos vías de escape.

Asintió a Tomescu al que valoraba por mantener su fidelidad hasta el final. No sería olvidado, pero ahora necesitaban actuar rápido, pensar en las posibilidades y estar preparados para lo peor. Sin más dilación fue hacia su estancia, allí se hallaba la otra puerta que conducía al exterior.

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DUBIETA:

- No sabes a qué se refiere exactamente Tomescu, aunque has oído que hay en la parte Norte de la ciudad un cementerio en ruinas que siempre se ha dicho que estaba hechizado. Al parecer en tiempos muy lejanos eso fue parte de la ciudad romana de Alba Iulia, cuando era el doble de grande al menos de lo que es ahora.

- Según las historias, en esas ruinas hay espectros y cosas peores, como el ser contra el que, dicen, se enfrentaron hace cuatro años Durius, el Capitán Zarak, y Iacobus. La criatura había matado milicianos en la ciudad y, aunque los campeones del Duque le dieron cerco, el espantoso ser consiguió escapar en aquella ocasión.

- También hay leyendas sobre monstruos que atacan la ciudad una vez cada década, en busca de uno de los suyos que se oculta en algún lugar de las ruinas.

Miró fijamente la puerta que daba al exterior como si se tratara de un ser vivo con intenciones poco claras. Parecía cobrar vida y decir sin palabras que aquella podía ser una salida o un grave error. Se obligó a avanzar, paso a paso, con una decisión que llegaba a ella inexplicablemente en los momentos más difíciles. Poco sabía de los Reyes Tumularios, y no más que habladurías de ancianas para asustar a los niños.

Frente a la puerta se detuvo y posó su mano en la fría madera. Quería sentir algo, tal vez un latido imposible o... la presencia. Sus ojos como el cielo cristalino se fijaron en el pomo de la puerta y luego en el cerrojo. ¿Qué patética defensa era aquella ante un ser que había sentido al despertar? Una última mirada a su espalda, hacia la otra puerta que ahora cerrada sería la única barrera entre el mal y su pequeño.

"¿Mal? Yo misma soy mal... Y sin embargo puedo elegir". Daba igual, no podía detenerse ahora. Asió el pomo de la puerta y abrió la cerrojo para enfrentarse a un exterior vació o a la muerte.

- De repente, todo parece volver a la normalidad.

- Incluso la tormenta parece que está amainando y que hace menos frío.

Busco algún lugar de mi habitación de invitados donde poder esconder al pequeño Tiberu.

No me gusta esta calma, es como la paz que precede a la tormenta, así que me muevo rápidamente sin despegarme de Tiberu, a quien cojo de la mano y pongo junto a mis faldas.

DAMA RADOVINA:

- Se te ocurren tres sitios: el baúl, el armario y debajo de la cama. También detrás de la puerta.

Aquellas terribles sensaciones parecen detenerse mientras me mantengo de pie en el pasillo sin saber qué hacer. Miro a mi alrededor y veo que todos se mantienen parados en el pasillo. Piensan en donde llevarse a Tiberiu para ocultarle mientras a mí no me nombran para nada.

"Supongo que esa siempre ha sido la diferencia entre nobles y plebeyos. Nosotros velamos por todos mientras ellos solo por sí mismos."

Un sentimiento negativo acudió a mí esta vez, pero provenía de mi interior y no de fuerzas sobrenaturales. Se llamaba rencor. Iba a salir del pasillo en dirección al patio central cuando Tomescu me cierra el paso. Le miro de frente y le hablo:

 - "Déjame pasar. Sea lo que sea ha terminado ya. Debo ver si alguien necesita ayuda."

No sé qué ha pasado, no sé qué ha producido aquella oscuridad pero sé que se acabó y que con ello debo seguir ayudando en lo que pueda.

DUBIETA:

- Compruebas la Poterna. Se puede abrir desde dentro y por fuera queda bastante disimulada como un bloque de piedra de la muralla, muy reforzada. Está forrada por dentro por planchas de hierro, por lo que pesa un quintal, aunque ha sido abierta recientemente por lo que se puede mover.

- Da a una estrecha franja de tierra, que ahora mismo es básicamente un lodazal. Más allá están las negras aguas del río de Balgrad.

- No hay ningún bote de escape ni nada por el estilo.

- Supones que sería posible alcanzar la Orilla Oeste (y la ciudad de Alba Iulia) a nado, pero hay que ser muy atlético, pues las aguas están frías y son traicioneras.

La puerta está atrancada y con varios pesados muebles contra ella. Si bien es verdad que la opresión del pecho ha disminuido considerablemente, pero no por eso vamos a confiarnos. La apuesta es muy alta.

-Señorito, hasta que las damas no den su aprobación, nada cruzará estas puertas en ninguno de los sentidos- mi resolución es tan firme como puede ser. Y depende como esté su juicio por el terror de los acontecimientos.