Partida Rol por web

Pasaron por el pasillo a buen ritmo, sin detenerse hasta entrar en los aposentos de Dubieta. No estaba de humor para ninguna interrupción, ni una sola charla banal. Ya habían tenido suficiente espectáculo con el funeral, y aunque se había mantenido estoica en todo momento prefería descargar su irritabilidad en privado. De momento, a ojos del resto, estaba regresando a sus habitaciones con semblante circunspecto.

- Tiberiu, puedes leer un rato en el escritorio hasta que vayamos a cenar, o descansar en la cama; pero quítate los zapatos antes -le recordó al tiempo que señalaba la cama con un gesto suave de su mano-. Si no me equivoco hay un libro muy interesante de fauna transilvana sobre el escritorio, con bonitos dibujos que apreciaras y sencillo para que practiques la lectura -sonrió.

La verdad tras aquella petición era alejarlo de la conversación que iban a tener junto a la chimenea, en un ámbito y tono más privado.

- Una ceremonia corta y llena de anécdotas, algunas de ellas pasables y otras importantes -comentó sin demasiado énfasis, casi como un mero comentario-. Cenaremos en el Salón Principal pese a que pocos podrían poner entre dicho nuestra ausencia. Casi conozco cada recoveco de la estancia -Miró a su alrededor con algo de hastío en sus ojos-, esta noche no es momento para recluirse. Cenaremos y conversaremos si llega el caso; sin duda habrá que mantener cierta atención a nuestro alrededor -Su mirada se posó en su hijo, ajeno a la telaraña que tejida por doquier-. Tomescu, he de hablar con Schaar -Miró la puerta-. En breve nos uniremos a ti para ir hacia el Salón.

Tras despedir a Tomescu, en tono neutro, se quedó donde estaba para continuar hablando.

Tomescu siguió a sus protegidos, quedándose tras ellos ya que Schaar caminaba a su lado. Guardó silencio, pero notó como un frío repentino le recorría la espalda. Sus maltratados huesos, aunque no fuera muy anciano, le anunciaban algo, le advertían del peligro. Pero, como no quería alertar a nadie por un simple escalofrío, evitó echar mano a la espada y mantenerse firme.

Como siempre, antes de que le dijeran nada, se quedó en el umbral de la puerta, sin pasar, y dando la espalda a la habitación. Sabía que ese era su lugar, de guardián. Si no le invitaban a entrar, no lo haría, y eso no pasó.

Muy bien, mi señora, me quedaré vigilando el pasillo acompañó a su frase con un leve movimiento de cabeza al tiempo que cerraba la puerta para darles intimidad.

Aunque confiaba en Tomescu no quería hacer partícipe al hombre en cuestiones algo más complejas o personales. Esperó a que la puerta se cerrase y echó una ojeada.

- Schaar, creo no equivocarme al pensar que Durius habrá dejado instrucciones precisas sobre la seguridad en el Castillo como Primer Caballero; mano del Duque a la muerte de todos sus fieles importantes, que no son pocos...

Motró una media sonrisa desprovista de gracia. No había humor cuando pensaba en tantas muertes que por codicia estaban dificultando la vivencia en el castillo. Por no hablar del desastre que veía en el horizonte cuando regresara el Duque. Tenía un plan sencillo para ese momento, y lo mejor era la veracidad del mismo. Pero tiempo al tiempo, cualquier cosa era posible.

- En cuanto tenga algo de tiempo en su apretada agenda tendré una audiencia con Durius. Goza del sabor del poder, bastante predecible... -Suspiró-. Pero ahora tengamos en cuenta la cena, vayamos de a poco -Se distrajo brevemente observando el fuego. Los sonidos de la madera ardiendo, crujiendo, era sumamente relajante-. Espero que sea tranquila, pero habrá quien pretenda iniciar alguna pulla de forma sutil, inocente en su forma. Incauto lo llamaría, no estoy de humor para enredar las palabras, pues seré educada pero tajante. No es necesario más -Miró a los ojos a su amante, no era necesario recalcar que en ciertos ámbitos era capaz de defenderse-. Por cierto, estaba pensando que hace bastante que no practicamos algunos movimientos defensivos. Me temo que debo desempolvar esas habilidades que tan bien sabes enseñar -sonrió pensando en otras habilidades. Era bueno relajarse un poco con tanta tensión, pero no era el momento y menos con Tiberiu allí.

Tiberiu obedece cabizbajo a su madre. No le gusta leer, de mayor quiere ser un caballero fuerte y poderoso, no un lector de libros.

- Hablemos entonces. Claro que sí - se había quedado observando a Tiberiu unos instantes, viendo como se acercaba con evidente renuencia al libro. Luego miró a su señora- Mi dama, para mi será un placer recordaros esos movimientos. Sólo tenéis que decir tiempo y hora. He mantenido una conversación con el capitán Ferenk y el chambelán, antes de venir, para tratar de colaborar en coordinar la defensa de este lugar. No me fío para nada en la competencia de Durius para estos asuntos, y tampoco en el interés de Iacobus en defender cualquier cosa que no sea su propio interés y su supervivencia. - guarda unos instantes silencio y continúa- Por supuesto estaré junto a vos en la cena. Y por supuesto dejaré que vuestra acerada lengua ponga en su lugar a cualquier idiota con ínfulas. Si en algún momento vuestro honor se pone en entredicho, y deseáis que lo defienda de forma más tajante... sólo hacédmelo saber. Hasta ese momento  guardaré la calma

No se había percatado de la conversación con el capitán Ferenk, pero vio adecuado preocuparse por la seguridad en tiempos tan nefastos como aquellos. Los Basarab estaban ahí fuera, resentidos y con sed de venganza. ¿Y el Duque? ¿Habrían llegado tan aciagas noticias a sus oídos? ¿Sabría que sus hombres más fieles había caído asesinados?

- ¿Quién sabe si ambos regresaran? -Dejó caer-. Es tan evidente las confabulaciones entre estas paredes que sólo un tonto no se daría cuenta. Siempre y cuando nos mantengamos lo más neutrales posibles estaremos a salvo -Suspiró con resignación, las ambiciones de algunos iban a destruir la vida de muchos-. Intentemos pasar desapercibidos porque cuando regrese el Duque va a correr sangre.

Miró a Tiberiu, aún sentado y algo desganado con el libro. Su seguridad era lo primero, y de alguna forma creía que ninguna de las partes desearía mal a su hijo.

- Mañana, en cuanto Tiberiu acuda a sus clases matutinas, tendremos esa práctica tan necesaria. Sólo espero no tener que mostrarme... Pero ahora vayamos a la cena, repongamos fuerzas y socialicemos -sonrió-. Tiberiu, es hora de cenar -Tendió su mano y, cuando la agarró, le dio un beso en la frente antes de salir.

Tiberiu sonríe y acompaña a su madre y a Schaar al Salón para la cena.

La cena resultó más tranquila de lo esperado, y en parte era un alivio tras tantos funestos sucesos e incierto futuro. Sabía que habían limpiado aquel lugar a conciencia, pero de una forma siniestra pensó que podría olfatear la sangre y descubrir algún rastro carmesí entre las grietas del suelo y paredes. Sin embargo, como era obvio, se limitó a cuidar de su hijo, cenar apaciblemente y compartir mesuradas conversaciones con aquellos más cercanos.

Así como el día había sido ajetreado la noche se presentaba tranquila y silenciosa. Lo único que debía tener en cuenta era las idas y venidas de Schaar para comprobar que la guardia cumplía su labor, y lo sabía antes de que se lo comunicara. Después de todo su sentido del deber era muy alto, y pese sus circunstancias especiales no dejaba de ser un Caballero.

- Tomescu vuelve al pasillo de las estancias de invitados tras hacer una ronda por el Patio del Castillo.

Las horas iban pasando lentas y aburridas. Tomescu, que no bajaba la guardia, no quería ningún tipo de diversión en ese castillo, ya suficiente habían tenido. Pero no le importaría que la sirviente Elena hiciera presencia y le alegrara la vista al menos un rato.

Aún así, cumpliendo con su misión, se plantó delante de la puerta de su señora y su hijo. Allí no dejaba de pensar en el momento en el que abandonaran el lugar, no estaba cómodo y sentía que había seres observandoles a todas horas.

TERCERO DE MAYO DEL AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y OCHO.

MEDIODIA.

- Anoche, tras hablar con el Capitán y el Chambelán en el Patio tras el funeral, Schaar Dvy regresó a su habitación, donde ha estado descansando hasta ahora.

- Al caer el Ocaso, la Dama Radovina Radoslav regresa al pasillo de las estancias de invitados, seguida por su fiel guardia Boru.

- Tras haber descansado todo el día, Tomescu está nuevamente de guardia en el pasillo.

- Tiberiu está acostado, durmiendo plácidamente en su cuarto el sueño de los inocentes.

- Schaar Dvy está hablando con Dama Dubieta Stolnic en el dormitorio de ésta.

-Tomescu, ¿quieres preguntar a tu Señora si puede dedicarnos unos minutos? Deseo hablar con ella.

La pregunta fue directa, apresurada. Incluyó en su petición a Boru, lo que sin duda fue extraño para el leal guerrero de Dama Dubieta...

- Tomescu asiente y enseguida llama a la puerta de la habitación de su señora, comunicándole a Dama Dubieta y al antiguo Caballero Schaar la petición de la Dama Radovina.

Schaar miró un instante a su dama y asintió

- Saldré para hablar con la dama Radovina, mi señora. Le diré que salís de inmediato- tras esas palabras el caballero sale fuera y saluda con una ligera reverencia a la dama Radovina- Os saludo, dama Radovina. Mi señora la dama Dubieta saldrá en breve.- tras el saludo mira a los guardias Boru y Tomescu y asiente- ¿Cómo os encontráis dama? Espero que las cosas os vayan bien. Y que sepáis que podéis avisarme si tenéis algún problema. No desearía que tuvierais el menor problema, sois importante para mi señora y para su hijo, y odiaría que vuestro marido pensara que os hemos dejado de lado durante estas semanas de su ausencia. 

-Gracias, Caballero Dvy. -El "caballero" pronunciado por Radovina fue un tributo, para ella Schaar seguía siendo el paladín de su prima, y el título era real, estuviera o no vigente.- Sé que sois sincero, y vuestro interés es bienvenido. Es por ello que quiero hacer un pequeño conciliábulo entre todos nosotros, debemos estar unidos ahora más que nunca. Se acercan momentos peligrosos, no es ninguna revelación...

Hizo un elegante movimiento con la cabeza y su mano al decir "todos nosotros". Incluía a Boru y a Tomescu en esa reunión, se trataba de la supervivencia de los Szantovich y los suyos...

El leal protector de la Dama Radovina hizo acto de presencia tras la Dama de dorados cabellos. El hombre dejó caer su mano sobre la empuñadura del arma que llevaba al cinto, no como amenaza, si no para dejar descansar su brazo. Guardó silencio, haciendo una pequeña reverencia con la cabeza a modo de saludo cargado de respeto al interlocutor de Radovina, Tomescu.

Dejó que este hiciera sus labores por para su señora. No pudo evitar sentirse identificado con él, viendo en Tomescu solo un hombre fiel y leal a su señora y sus deberes. Sintió que quizás, en sus horas libres debiera visitarlo para charlar. Y hacer acopio de información, si su señora se lo pedía.

Aun estaba sumido en sus ideas, cuando apareció el caballero Schaar por la puerta, y no la Dama Dubieta como había demandado. Aquello le molestó, pues esperaba algo más de respeto para su señora por parte de su prima. Aun así, mantuvo la boca cerrada, como se esperaba de él, y dejó a su señora hablar con el caballero recién salido. 

Interiormente, agradeció que su temple, educación y buen hacer lo mantuvieran callado, pues el Caballero Schaar demostró ser atento y preocupado por y para su señora, cosa que él agradecía, sin hacer mención de lo honrado que se sentía al escuchar de labios de su señora que contaba con él para sus reuniones y futuros peligros.

Todo el gesto del hombre hacia la conversación fue un silencio solo roto por el sonido del metal de su armadura, y un leve movimiento de cabeza confirmando las últimas palabras de su señora.