Partida Rol por web

Sil Auressë

12.0.1. El Bardo y la Niña

Cargando editor
14/01/2014, 12:54
Director

Las noches suelen ser frías en el Norte, incluso en verano. Cuando el viento sopla de dirección norte-noreste, la protección de las Colinas del Tiempo no sirve, y en una noche así hay que abrigarse. Los lugareños suelen quedarse en silencio en las noches heladas de verano, recordando tiempos mejores. Apagan las velas, y se van a la cama pronto con la esperanza de que el nuevo día empiece mejor. Porque el aire que llega viene de las llanuras gélidas de Angmar. Los más viejos suelen decir que cada año el tiempo es peor, y el frío se va más tarde en primavera y llega antes en otoño.

El bardo cruza el patio de la posada y entra en el establo y se queda un rato esperando que sus ojos se acostumbren a la penumbra. Aunque se nota que han estado limpiando y preparando el sitio para la llegada de nuevos huéspedes, de momento sólo hay una mula, y está dormido de pie. Los pasos del hombre, aunque ligeros, llaman la atención del hurón que le hace compañía a la niña, y los ruidos del animal la despiertan. Su cabeza se asoma desde el altillo para ver quién ha entrado, y el recién llegado alza la vista para verla. La sorpresa de ella es grande al comprobar que no se trata del repugnante violinista que ha estado tocando en la taberna, sino un hombre de cara más agradable que lleva un laúd a la espalda.

Cargando editor
14/01/2014, 21:18
Arkyn

Arkyn miró hacia arriba al escuchar los ruidos de un animal en lo alto del establo. Pese a haber recorrido infinidad de caminos y haber visto de todo el bardo quedó petrificado cuando contempló el somnoliento rostro de la chica que se refugiaba en las alturas como si fuera una ardilla.

¡Luth! ¡No puede ser!

Cayó de rodillas mientras se frotaba los ojos, quizás para cerciorarse de que no era una ilusión o para secarse las lágrimas que anegaban sus ojos. Puede que las dos cosas.

Sólo el hecho de que fuese un consumado artista le hizo poner fin a su comportamiento y volvió a alzar la vista, ya con los ojos secos, haciendo una reverencia como si todo hubiera formado parte de una intencionada reverencia.

No es ella. No lo es, pero por Varda, cómo se le parece.

Saludos, mi dama. - Arkyn se puso en pie haciendo que su capa describiera un giro y recogiéndola con una mano haciendo otro gesto elegante. - Mi nombre es Arkyn. Vengo de parte de Gelmir para acompañaros en vuestro viaje. Lamento haberos despertado pero no me pareció oportuno presentarme mañana, cuando partamos al alba.

Cargando editor
15/01/2014, 00:28
Caäniza

La sorpresa de no encontrarse al mismo Gelmir la descolocó, sin llegar a desconfiar en las palabras que este bardo le estaba dirigiendo, empezó a levantar la cabeza para poder llegar a ver hasta los pies, a modo de inspección a la que el hurón curioso por naturaleza se sumó, bajando este por el poste de la escalera de madera y olisqueando a ese nuevo personaje que apareció en el establo.

De repente la cabeza de Caäniza, se escondió. Ahora bajo, se escuchó mientras crujían los maderos del altillo del pajar. Tras una breve espera la figura infantil descendió, a la vez que el hurón, que parecía había vigilado al forastero mientras la niña se arreglaba, se encaramo sobre ella y se introdujo en un zurrón que llevaba a modo de bandolera.

Hola, Arkyn dice mientras le extiende la mano, yo soy Caäniza, y como Glemir te habrá dicho he de viajar al sur. Si bien sabía que en su destino le esperaba el conocimiento y la doctrina en la que su talento podría aflorar debidamente.

Tengo algo de hambre, vamos a ver a Asgrim el posadero, haber que ha preparado hoy. Así conocerás a ese gruñon, en el fondo es un trozo de pan. Le dice esto último como una confidencia, denotando la confianza que tenía en ese hombre y mostrando una seguridad y frescura muy propia en una niña de su edad.

Cargando editor
15/01/2014, 01:49
Arkyn

Cuando la chica extendió su mano Arkyn la estrechó pero la mantuvo el tiempo suficiente como para besar su dorso y acabar con una leve inclinación.

- A sus pies, mi señora - sonrió mostrando que estaba exagerando adrede.

A continuación se sitúa junto a ella cuando ésta echa a andar de vuelta a la posada.

- Sí, no me vendría mal unos buenos filetes. O un ganso asado. Y otra cerveza, claro está.

Arkyn se traga las muchas preguntas que pugnan por salir. A su debido tiempo. Todo es mejor con el estómago lleno.

Y al llegar a la posada abre la puerta dejándola pasar primero.

Cargando editor
15/01/2014, 13:30
Caäniza

Salen del granero y ingresan en el comedor, Asgrim atendía a sus comensales, y Caäniza de un salto se subió a uno de los taburetes de la barra, Mira, te presento a Arkyn, es el quien me acompañará en mi viaje al sur, le dice sonriendo  a Asgrim. Se acerca al Posadero, has visto su laúd, debe de ser un bardo como Gelmir pero es más joven y más apuesto, jiji. 

Cargando editor
15/01/2014, 21:48
Director

Asgrim está recogiendo los platos de los últimos comensales cuando Caäniza reclama su atención. Algo sorprendido, se gira para escucharla. Los últimos clientes ya se están retirando, los lugareños a sus casas y los huéspedes a las habitaciones de la segunda planta. Pero aún le queda mucho trabajo por delante al posadero. Gelmir se ha quedado dormido junto a la chimenea. En un primer momento se alegra al ver el entusiasmo de la joven. Pero al escuchar el nombre de Arkyn, se queda pensativo. El posadero levanta la vista para mirar fijamente al bardo. Su mirada denota dudas, preguntas que no quiere formular. Más joven, sí… Pero no es ningún chaval. Recuerdo a ese bardo trovador, y lleva viajando con su laúd desde que abrí esta posada, en los años antes de la Plaga. Vagando sin hogar, sin rumbo, sin prisas, siempre con buenos modales, tocando, cantando, seduciendo… A veces desapareciendo durante años. A menudo daba la sensación que estaba fuera de lugar.
Asgrim da un paso y le tiende la mano a Arkyn sin mediar palabra, y mientras se saludan, él trata de escudriñar en las facciones exageradamente perfectas del rostro del bardo viajero algún indicio de si con este cambio, Caäniza estará más o menos segura. Pero sin resultado. – Se está haciendo tarde, y el día ha sido muy largo, dice finalmente mientras acaricia por última vez la cabeza de Caäniza. - Podéis coger lo que queráis de la despensa y cenar en la cocina. Coged algo para el viaje también. Os deseo toda la suerte del mundo.

Asgrim sigue con sus quehaceres, recogiendo los platos y las jarras, subiendo las sillas. Aunque no puede evitar sentir tristeza, no vuelve a mirar a los dos que partirán a la mañana. Como si quisiera pasar página. Bastantes preocupaciones tiene ya.

En la cocina ya no hay nadie cuando entran. Colocan dos taburetes junto a una sencilla mesa de madera cerca de la despensa, donde el posadero tiene una buena reserva de quesos, botellas de vino, carne curada, pescado ahumado… Así como hortalizas y pan. Se nota que pronto comenzarán los festejos y se espera la llegada de más visitantes.

Cargando editor
16/01/2014, 01:55
Arkyn

Arkyn estrecha la mano del posadero con firmeza, agradeciéndole el gesto de la cena. No me extraña que los bardos nos sintamos tan a gusto en las posadas.

Tras escoltar a Caäniza a la cocina y colocar los dos taburetes junto a la mesa se dedica a mirar todas las viandas que decoran los estantes.

- Bueno Caäniza, - el bardo se frota las manos - ¿qué te apetece cenar?

Mientras espera respuesta se dedica a revisar las botellas de vino buscando alguna añada especial.

Cargando editor
16/01/2014, 10:12
Caäniza

Realmente daba la sensación de estar como en su casa, en un rincón de la cocina había un mendrugo seco de pan ideal para que el hurón tuviera su sustento durante unos días. Abrió una de las cazuelas siguiendo su olfato y su cara se iluminó, parece que Asgrim ha pensado en mi, pensaba mientras se servia un plato de ese estofado que tanto le gustaba, Yo cenaré uno de estos, ¿te sirvo uno? sirvió otro para su nuevo compañero y se sentó, desde luego el contraste de ambos comiendo era evidente pues el refinado bardo y su delicadeza a la hora de comer distaban mucho de los modales algo más rudos de ella. Aprovechando esa primera reunión si se le podía llamar así la niña arranco con una batería de preguntas acerca de el pasado del Bardo y sus motivos para estar allí. ¿Como has llegado aquí?¿A que te dedicas normalmente?¿Conoces bien la zona? una tras otra las preguntas se solapaban con las cucharadas llenas de carne estofada y patatas hasta el punto que algunas de las preguntas había de repetirlas tras tragar el contenido de su boca, en una ocasión casi se atraganta y tuvo de menester un buen trago para bajar el alimento por la garganta, terminando con un sonoro ahhhhh, ruido que hacía el aire que salia por su garganta para calentar la misma por lo fría que estaba el agua que había tragado. Termino frotando se la panza satisfecha por la cena e incorporando la espalda hacía atrás y poniendo las manos detrás de su cabeza hizo una pregunta más. ¿llevas montura? o iremos a pie.

Antes de ir a descansar, prepararon entre los dos un fardo con comidas para el viaje que pronto emprenderían y antes de salir Caäniza como de costumbre dejó cada cosa en su sitio, y solo la ausencia de las provisiones denotaban su paso por aquella estancia. ¿Dormirás en el pajar hoy? no terminaba de ser una pregunta, pues a menos que fuera de esos que no dormían, no había otro sitio en esos días próximos a  los festejos donde estar.

Cargando editor
17/01/2014, 01:30
Arkyn

Arkyn encontró por fin una botella de su gusto y procedió a abrirla mientras observaba a la chica moverse por la cocina con una soltura envidiable. Asintió cuando ella le ofreció el estofado y se sentó frente a ella, ofreciéndo llenarle la copa de vino si prefería no beber cerveza.

Vaya, tiene hambre. Cuando Caäniza comenzó a comer vorazmente el bardo no pudo menos que sonreir. Mírala, tú aquí como si estuvieras comiendo delante de la corte y ella disfrutando de la cena a la vieja usanza. ¿Quién está más fuera de lugar?

Decidido a no quedar en evidencia Arkyn partió una hogaza de pan y se dedicó a rebañar el cuenco con una voracidad inusitada, sin guardar ya ninguna norma de protocolo. Intentaba responder como podía a las preguntas que la chica, como si fueran dardos, le lanzaba indiscriminadamente. - Vengo andado desde el último puente. Me dedico a recorrer los caminos en busca de nuevas canciones. Y también busco a...  - El bardo frunció el ceño durante unas décimas de segundo. - No seas idiota. Nunca la encontrarás. Quizás nunca escapó y murió allí, sola y olvidada. O historias. ¿Conoces alguna interesante? Algún día te contaré la mía.

Arkyn terminó de limpiar su tazón con un trozo de pan y se sirvió otro vaso de vino.

- ¿Qué si conozco la zona? - pregunta sonriendo. - Bueno, nací cerca de aquí, en Bree, y he pasado casi toda mi vida recorriendo los caminos de aquí para allá. Puede decirse que sí. Y nunca he tenido un caballo así que iremos andando, si no te molesta caminar.

Arkyn ayuda a recoger la cocina y a preparar el fardo. Una vez terminado se giró para observarla cuando le hizo su última pregunta.

Dormiré también en el pajar, sí. Si no tenéis inconveniente, claro.

Una vez llegados allí arkyn se hace un hueco a nivel del suelo mientras espera a que la chica vuelva a subir a lo alto del granero. Pero antes de que le de tiempo a conciliar el sueño hace su única pregunta de la noche.

¿Y tú? ¿Cuál es tu historia Caäniza?

Cargando editor
17/01/2014, 01:51
Caäniza

La noche era clara, la luna llena resplandecía entre los sauces y pocas estrellas se atrevían a rebatir a ese gran lucero del cielo, solo unas pocas en el horizonte daban fe de su existencia. Desde lo alto, en el pajar se oía al hurón como rascaba la paja para hacerse un lecho igual como Arkyn cosa que a Caäniza le hace cierta gracia. Entonces tras escuchar la pregunta, asoma la cabeza por la cornisa y apoyando sobre sus manos y codos empieza su relato.

Yo era aun muy chica y vivía con mi familia cerca del linde del bosque viejo, pero esas cuatro casas fueron arrasadas por hordas de orcos, ese trozo ya lo había explicado en varías ocasiones y no le daba mucha importancia, por el hecho de que apenas lo recordaba por su temprana edad y era más por que se lo habían contado que por el trauma que de ello pudiera haberle quedado, Me salvé y por casualidad fui a dar con Rauhth,  un viejo druida le gustaba llamarse, quien tuvo cuidado de mí hasta hace poco, El y mi tío que vive en Bree insistieron en que siguiera mi camino de aprendizaje, un tramo de este aprendizaje, era valerme por mi misma, y anduve por la zona conocí a gente muy maja y no tan maja de los que aprendí a desconfiar. Desde lo alto del altillo, le pareció que el bardo cerraba los ojos, y por si el cansancio había hecho mella en el siguió contando su historia en un tono más bajo. En una ocasión encontré a un esqueleto dentro de una gruta, era de alguien de mi misma estatura, le di descanso y me lo agradeció, y sonrió pensando en su espada  y su escudo, ha, y no me olvido de mi amiguito, a este le encontré en su zurrón una noche que pasé durmiendo en un desván de una casa abandonada, jeje menudo susto nos dimos el uno al otro. ahora ya más por curiosidad alargo el cuello y alzó la vista para intentar ver si este dormía, supuso que no por que no roncaba, Y bueno como te decía todos se han puesto de acuerdo que he de viajar al sur a aprender más de mi don, como le gusta llamar a mi tío, soy curandera, y Rauhth me enseño cuanto se de plantas, pero he de aprender más, y Asgrim se ha unido a estos hombres para convencerme dice que hay una aldea donde enseñan. bueno ya te iré contando mañana por el camino... buenas noches.

bosteza y se tumba para pasar la noche.

Cargando editor
17/01/2014, 17:26
Director

El viaje desde la posada por el antiguo Camino del Este había transcurrido sin incidencias, y el cielo estaba despejado. El camino pavimentado era un recordatorio la grandeza de los tiempos del Alto del Rey del Norte. A su izquierda había una muralla formada por una fila prácticamente ininterrumpida de setos. Y más allá en el sur, las colinas recortadas
e infranqueables.

Se habían cruzado con algunos comerciantes, y con un grupo ruidoso de mercenarios que se dirigían hacia el este. Habían intentado avanzar todo lo posible en la jornada, parando solamente unos minutos para algún bocado rápido a las provisiones y para beber agua. 

Las tierras de Bree habían aguantado epidemias y guerras sin cambiar su esencia, y seguían siendo un lugar hospitalario y acogedor incluso en estos tiempos aciagos. No obstante, el viaje de Arkyn y Caäniza no les llevaría al norte hacia la aldea de Bree. Su trayecto era hacia el sur, por el Viejo Camino del Norte. Al caer la tarde, ya lo tenían delante.

Se encontraban junto a un lugar de acampada marcada con piedras, con leña para hacer una hoguera dentro de un cobertizo. El círculo marcado con las piedras tenía también antorchas listas para ser encendidas, y en las piedras se observaban extraños símbolos. Delante, el camino se adentraba a las tierras onduladas por un pasillo entre dos grandes estribaciones de colinas. Las del oeste estaban parcialmente cubiertas por una niebla que subía lentamente con el atardecer. Muchas de las colinas con forma de cúpula estaban coronadas por monolitos. Desde la Segunda Edad había sido un lugar de enterramiento de los grandes señores de Oesternesse, que llamaban a aquellas colinas sagradas Tyrn Hódhath, las Quebradas de los Túmulos. En esas tierras construyeron también refugios espirituales para meditación y contemplación, como Faelond. Ahora sólo quedaban ruinas de la grandeza de antaño. Y algo peor. En los tiempos de la Gran Plaga, las tumbas fueron invadidas. Ahora el mal habitaba en ellas.

No hace ni diez años de la invasión de los espectros, pero pronto la gente adoptó de nuevo el nombre ancestral de los eriadorianos para referirse a este lugar. "Tyrn Gorthad". Las Quebradas Poseídas.

- Tiradas (3)
Cargando editor
17/01/2014, 23:12
Caäniza

Durante el camio, si reconocía alguna de las plantas que Rauhth le había enseñado se paraba un momento para recogerla y recogió cuanto pudo, por más rara que le pareciera la planta, y ya sabía que algunas las pagaban muy bien y otras podrían salvar alguna vida. Ella y su mascota parecía que fueran a cazar plantas. Si fuera el clima que había habido o la humedad de la zona, pero ella parecía entusiasmada con lo que iba encontrando. Una vez en el campamento, ordeno un poco todo y clasifico en su zurrón las mas útiles, mientras estaban en ese campamento improvisado, le dijo al bardo que si habían de turnarse para dormir o le pregunto si creía que la zona era tranquila.

- Tiradas (4)

Notas de juego

359 en forrajear nunca más volveré a ver una tirada de estas XD

Cargando editor
19/01/2014, 05:43
Arkyn

Arkyn pasa la primera parte de la jornada observando como la chica se dedicaba a recoger cada planta, flor y tallo que veía que le llama la atención. Cuando no se encontraba agachada socavando alguna raíz o arrancando las hojas de algún arbusto el bardo se dedicaba a contarle anécdotas de Bree y sus alrededores. Incluso se atrevió a enseñarle un par de canciones, a pesar de las frecuentes interrupciones cada vez que la Caäniza se detenía para coger otro matojo. Al final Arkyn desistió y se dedicó a silbar y tararear melodías populares para amenizar el viaje.

Cuando llegó el momento de acampar se dedicó a investigar un poco por la zona para ver si había habido otros huéspedes recientemente y le echó un vistazo a los extraños símbolos de las piedras. Después, mientras su acompañante se dedicaba a sacar de nuevo todas las plantas recolectadas para clasificarlas según formas, tamaños y colores, según él, comenzó a preparar un fuego de campamento.

Ante las preguntas sobre hacer turnos meneó la cabeza en señal de negación.

- No te preocupes Caäniza, tú descansa y yo me ocuparé de todo. No hay ningún peligro.

- Tiradas (2)
Cargando editor
19/01/2014, 11:07
Director

Con su atenta mirada, Caäniza había peinado ambos lados del camino en busca de hierbas y remedios naturales durante la jornada de viaje. Era una zona bastante transitada, pero con la llegada del verano las plantas florecían y había que intentarlo. Se alejaba hasta casi perderse de vista, para luego regresar y cruzar el camino para corretear hacia el otro lado.  Al terminar la jornada, ya en el campamento, Caäniza clasifica y ordena todo lo que había recogido mientras Arkyn seguía silbando melodías agradables. ¡Y había cosas realmente interesantes!

Había encontrado varios árboles que Rauhth denominaba "teldas" o algo parecido. Eran de modesta altura, pero sus ramas se extendían en horizontal a mayor distancia que la altura. No era un árbol muy frecuente, pero tampoco una rareza. Sus
nueces se podían comer, pero no tenían propiedades curativas. No obstante, el tío de Caäniza le había hablado de su corteza brillante y marrón. Se caía a veces con la llegada del verano en los ejemplares más antiugos, oliendo a botas viejas. Y entonces se podía usar para reducir inflamaciones.

Además de las trizas de la corteza, Caäniza había hallado un par de plantas que originalmente habían crecido sólo en los jardines de los nobles dúnedain, que eran muy hábiles con los remedios naturales. Con el abandono de sus fincas, de vez
en cuando aparecían plantas extrañas en los alrededores. En concreto, las dos que había encontrado las había llamado su tío "sangría de rayo", aunque sin duda tenía otro nombre más culto. Se trataba de una pequeña planta sin ramas laterales, pero con numerosas hojas pequeñas y puntiagudas, y en cada hoja podía verse crecer pequeños pelos. Caäniza estaba convencida de que tanto la planta como la corteza se usaban para curar, pero necesitaba saber prepararlas. De momento, sus conocimientos de hierbas le indicaban sólo que era mejor no dejar que la Sangría de Rayo se secara, hasta poder averiguar más. El resto de las plantas halladas no tenían valor, pero lo que había encontrado era realmente extraordinario. Todo un tesoro.

Al mismo tiempo, Arkyn inspeccionaba el lugar. Desde la llegada de los Tumularios, como llamaban los lugareños a los espectros, se habían extremadado las precauciones. Estaba prohibido entrar en las Quebradas de noche. No obstante, el poder de esas horribles criaturas se limitaba a la noche, y a esa zona concreta. Nunca salían de aquellas colinas. Las caravanas que viajaban hacia el sur, partían con las primeras luces del alba para llegar antes de anochecer a la aldea que había al otro lado. Si es que seguía allí...

El Viejo Camino del Norte traía viajeros y mercancía desde el sur pasando por Bree hacia Fornost en el norte, aunque no con la frecuencia de otros tiempos. El campamento se había usado no hace muchos días, y habían tenido la gentileza de reponer la leña. Los símbolos y las antorchas los usaban los eriadorianos para ahuyentar los malos espíritus.

- Tiradas (1)
Cargando editor
19/01/2014, 21:17
Caäniza

Cerca del fuego, se calentaba las manos, el hurón roía una de las nueces, entonces sacó un trozo de algo parecido a un embutido, y le clavo un palo, lo acerco al fuego para cocerlo y miraba como su pequeño amigo se lo pasaba en grande con la nuez, -Que hambre, espero que esto me salga bien, no cuesta mucho de preparar, ¿que me dijo Asgrim? calentar muy poco o calentar mucho... parece que ya está, y ofreció eso algo quemado que con tanto entusiasmo había preparado, incluso le ofreció un poco al hurón pero este lo ignoro siguiendo con la nuez.

después busco un sitio en el que pasar la noche buenas noches Arkyn y su hurón se subió encima se arremolino y también se durmió, pronto roncaban los dos y de vez en cuando el hurón levantaba sus orejas si se oía algún ruido de animal o el crujir de las ramas con el viento.

- Tiradas (1)
Cargando editor
19/01/2014, 23:58
Arkyn

- Buenas noches Äni.

Pronto, la respiración de la chica, el calor del fuego y la danza hipnótica de las llamas le hicieron divagar con los ojos fijos en el infinito. De pronto se sintió joven, mucho más joven, sentado junto a una hoguera similar. Pero había más gente. Y carromatos. Una flauta sonaba en alguna parte mientras se escuchaban risas esporádicas entre el murmullo de una docena de conversaciones.

Arkyn se encontraba con las piernas cruzadas y un tazón de madera entre sus muslos en el que un estofado aún demasiado caliente exhalaba un rico aroma a carne con verduras. Su mirada se encontraba fija en una chica que, frente a él, cenaba en silencio mientras escuchaba a los que, probablemente, eran sus padres. De vez en cuando ella le arrojaba una rápida mirada acompañada de una sonrisa, aunque en ocasiones era tan breve que creía habérsela imaginado. No obstante el chico se encontraba feliz, era como hallarse en casa.

Una ráfaga de viento le sacó de sus ensoñaciones y sintió el frío colándose entre sus ropas. Vio que el fuego había menguado bastante y arrojó tres leños más, avivando de nuevo la hoguera que volvió a refulgir como antes. Ya no tenía el cuenco en su regazo ni había gente a su alrededor. Tan solo aquella chica con su hurón, durmiendo tranquilamente. Por un instante en lugar de su rostro vio el de Luth y eso le sobresaltó. Se incorporó como si hubiera sido sacudido por un rayo y volvió a mirar, pero sólo vio el rostro de Caäniza.

Otra maldita visión.

Dio un par de vueltas al improvisado campamento mientras los ojos del hurón le seguían con recelo. Volvió a sentarse junto al fuego, y echó dos leños más, calculando el tiempo para que la hoguera no se apagara en toda la noche.

Finalmente se tumbó boca arriba, a la manera de los elfos envuelto en su capa, y se dedicó a contemplar las estrellas hasta quedarse dormido.

Cargando editor
21/01/2014, 17:13
Director

La noche pasó sin sobresaltos, y bastante antes del amanecer los dos recogían el campamento para poder llegar hasta el otro lado de las Quebradas de los Túmulos de día. El paisaje de aquel lugar era extraño, irreal. No se veía ni árboles ni agua, tan sólo hierba que cubría las colinas con forma de cúpula, que estaban rodeadas y coronadas con monolitos. La niebla las envolvía hasta bien entrada el día. No se veía ni rastro de otros viajeros, y de forma instintiva seguían avanzando en silencio, sin alejarse ni un paso de la relativa seguridad del camino pavimentado. Sobre mediodía, poco después de dejar atrás un antiguo sendero que se dirigía al oeste, vieron los restos de una oveja muerta. O lo que quedaba de ella. Daba la sensación de que había sido presa de una manada de depredadores, seguramente lobos. Cada año, las manadas de lobos eran más numerosas y más feroces en Cardolan.

- Tiradas (5)
Cargando editor
22/01/2014, 00:59
Arkyn

El bardo pasó la mañana intentando combatir el tedio causado por el silencio y el monótono paisaje. Silbó canciones populares muy bajito, contó historias para una multitud imaginaria, le hizo preguntas a la chica en su cabeza sobre el bosque, las plantas y su aprendizaje y mantuvo el silencio la mayor parte del tiempo.

Pero una y otra vez las dudas y las preguntas volvían y con ellas las ganas de preguntar o, por lo menos, dialogar. Los bardos somos gente sociable. No estoy hecho para el silencio.

¿Y qué vas a hacer una vez que llegues a esa aldea? ¿Con quién aprenderás? - se le escapó finalmente. Pero antes de que Caäniza pudiera contestar se toparon con una oveja medio devorada.

No es un signo de buen agüero, no. Arkyn la examinó sin detenerse demasiado y oteó el horizonte esperando no ver nada peligroso.

Cargando editor
22/01/2014, 23:44
Caäniza

Le sorprendió la pregunta, si bien acudía por consejo de su tío, desconocía realmente que clase de sitio sería y menos aun quien estaría allí para enseñarla. -Pues, a decir verdad, no se exactamente. Voy aconsejada, dicen que tengo un don, hace mucho tiempo que empece este viaje, y espero que este sea largo y lleno de conocimiento, que sean muchas las madrugadas que entraré en un valle que mis ojos ignoraban e id a la aldea a aprender de los que saben.

Aix que asco, dice mientras arrufa la nariz huele muy mal. Sigamos, no quiero estar cerca si esa manada de lobos vuelve a por los postres.

- Tiradas (1)
Cargando editor
23/01/2014, 13:29
Director

No se veía ningún peligro, así que siguieron el camino dejando atrás los restos de la oveja. Avanzaron por tierras desiertas del que hasta hace poco era un principado dúnadan. Ahora apenas quedaba alguna granja en las colinas hacia el oeste, y una sola aldea antes de llegar a Metraith en el cruce del Camino Verde, Camino Rojo y el Viejo Camino del Norte.

El sol se ponía ya en el oeste, y aún seguían viendo demasiado cerca algunas tumbas de los grandes señores de otras edades. Tenían que seguir para no quedarse de noche en las Quebradas. Cuando ya no se veía el sol, la noche no se volvió oscura al momento. Era verano, y el crepúsculo se alargaba un par de horas. En medio de la penumbra blanquecina, de repente se escuchó un -¡Alto! ¿quién anda allí?. Venía de un montículo a la izquierda, a unos treinta pasos de distancia, donde se veían los restos de alguna muralla o torre. Ahora sólo quedaba un poco de pared de la altura de un hombre, y el pilar de la esquina. Pero suficiente para ocultar y proteger a uno, dos o incluso tres personas.

- Tiradas (2)