Partida Rol por web

Al igual que mi compañero de viaje, he venido a esta pequeña y nueva aldea en busca de oportunidades. Desde hace bastante tiempo he recorrido gran parte de Cardolan y conocido nuevos pueblos y gente de diferente raza y condición, comerciando diferentes artículos. Aquí traigo algunos artículos que podría vender en el mercado a a algún comerciante interesado en ellos; son pequeños artículos artesanos de cobre, típicos de mi clan Saralainn, digo mientras se los enseño.

Con cierta curiosidad miro los objetos que Russel me muestra

-Interesante. Bien, lo mismo te digo, Sil Auressë es una aldea con ganas de crecer y -miro también a Eärnil- quiere convertirse en un lugar de referencia en la Tierra Media. Son tiempos oscuros y necesitaremos de toda la ayuda posible para superar los obstáculos que se nos presenten. Si vuestras inteciones son honestas, aquí podréis encontrar un lugar dónde estableceros. Necesitamos gente, y hoy se hará un anuncio general sobre los puestos que queremos cubrir.

-Llegáis en un momento oportuno, hoy celebramos el dia de Ioënde, por lo que habrá fiesta, música y canciones. Si quieres vender tus artículos, tendrás una buena oportunidad para hacerlo. Tal vez tendrías que hablar con el Senescal, Curudae, para solicitar permiso para que puedas vender.

-Por lo demás, sois bienvenidos a nuestra aldea. Espero que podáis disfrutar de nuestra hospitalidad.

Cuando parece que me voy a retirar, me detengo y me giro hacia ellos.

-Por cierto, llegasteis tras el ataque que sufrió nuestra caravana, ¿visteis algo a alguien sospechoso en vuestro camino? Cualquier pista que nos podáis dar sobre los atacantes será bienvenida.

Un escalofrío recorre mi cuerpo al recordar cierta parte del viaje cuando el umbareano pregunta sobre si vimos algo sospechoso durante el viaje.
No, nada que pudiera seros de ayuda con respecto a la caravana, vimos otras cosas duarante nuestro trayecto-añado como para mi mismo y en voz baja-pero no hablare de ellas delante de ellas con tanta audiencia.

No vimos a nadie durante nuestro camino hasta aquí.

Pero... ¿ha habido alguna batalla cerca de esta aldea en un tiempo atrás? pregunto recordando nuestro encuentro anterior.

Miro seriamente a Eärnil y a Russef (1) a los ojos

-Hace tiempo esta tierra fue devastada por los ejércitos del Rey Brujo, y más recientemente por Dagorhir, "El Señor de la Guerra", cuyos antiguos esclavos son los causantes del ataque a nuestra caravana. Por lo que puedo deducir de vuestras palabras algo visteis, pero hablaremos en otro lugar, si así lo queréis y estáis dispuesto a hacerlo, pero supongo que antes querréis descansar y aclarar un poco las ideas. Eben, Ragi -me giro hacia los dos jóvenes-indicarles dónde pueden encontrar un alojamiento. -Me vuelvo a dirigir hacia Eänirl y Russef - Cuando hayáis descansado me gustaría hablar con vosotros de lo que visteis en vuestro camino, con calma. Denelloth -le señalo con un gesto del brazo- estará presente, tranquilo Eärnil, es una audiencia delante de la cual puedes hablar, y tú también Russef. Perdonad si os parece que os ordeno a que me contéis lo que habéis visto, evidentemente será así si lo deseais, pero si lo que visteiss puede suponer un peligro para Sil Auressë necesito saberlo. -Me dirijo hacia los dos jóvenes-Eben, Ragi, descansar y luego acudir al castillo, quiero hablar con vosotros. Eärnil, Russef, que tengáis un buen día, y hasta nuestro, espero, próximo encuentro, disfrutar de Sil Auressë y del día de Ioënde. Denelloth, por favor, ven conmigo.

Dicho esto me alejo con Denelloth

Tras alejarme unos pasos susurro a Denelloth

-¿Y bien?, ¿qué piensas de esos dos?, curiosos la verdad, especialmente el dúnedain. Reconozco que me han intrigado sus palabras, ¿tal vez haya alguna amenaza próxima a Sil Auressë que desconozcamos?

La pregunta de Russef invoca recuerdos en la mente de Khôradur. La ofensiva de las tropas de Hazvadôk del año pasado, las batallas campales que siguieron a las guerras contra Dagorhir. Y finalmente, la Batalla de Metraith. Khôradur había llegado en un barco de Umbar para apoyar a la Dama Finduilas de Dol Caladir, y acabó en el bando de Hazvadôk. Con sus corsarios conquistaron el Palacio de Thalion, y tenían la victoria al alcance de la mano. Pero finalmente los defensores liderados por Ayla y Thelran aguantaron los ataques de Hazvadôk, quien había reunido una hueste de orcos y huargos supervivientes del reino de Dagorhir.

Al ver la hueste con la que se presentó Hazvadôk, y el hecho que sus hombres se encontraban atrapados dentro de Metraith, Khôradur optó por negociar una rendición honorable. Los Señores de Cardolan le mostraron respecto y dejaron claro que no querían problemas con Umbar. Además, necesitaban la ayuda de Khôradur para hablar con la Dama Finduilas de Dol Caladir. No querían más guerras. En ese viaje hasta el castillo de Argond es cuando Khôradur conoció a Ayla. Hace un año.

Parece que aquello fuera en otra vida.

Cuando Khôradur  acaba de hablar, asiento conla cabeza -"Bien, en este caso nos vemos luego en el castillo."- Miro a mi mentor y le hago una señal con la cabeza a modo de despido. Una vez se han marchado, me giro hacia los dos viajeros -"Bien, si me seguiis, Ragi y yo os acompañaremos a la taberna para que podais asearos y descansar del viaje."- Diciendo esto, hago un ademán con el brazo, invitando a Russef y Eärnil para que inicien la marcha en dirección a la taberna.

Sorprendido por la orden del lugarteniente, Ragi se queda mirando a Earnil y a Ruseff con los ojos muy abiertos. Eben reacciona antes. - La taberna, claro. - piensa Ragi. Cuando los demás se ponen en marcha se acuerda de algo - Ahora voy. - le dice a Eben, y se vuelve a preguntar a los guardias que hay junto al carromato si saben donde se va a guardar el cofre. Después estira la espalda con un crujido y con un ligero trote alcanza al trio que se dirige a la taberna, resignado. El hacer de anfitrión no es lo suyo, y tiene la impresión de que la conversación va a ser muy incómoda. - Bueno, al menos nos hemos ganado una cerveza y algo de comer. - se consuela, mientras anda en silencio.

Es la mañana del día de Ioënde cuando Ragi, Eben, Eärnil y Russef entran por la gran puerta de Sil Auressë y se dirigen algo cansados hacia una taberna cercana a la plaza antes de pasar por la Casa del Comercio.

Denelloth y Khôradur se quedan hablando un poco alejados, y los guardias y Walec junto al carromato. Walec propone cargar la mercancía (excepto el cofre) hasta la plaza, y dejar el carro fuera (de todos modos necesita reparación).

El carácter impetuoso de Khôradur no ha dado a Denelloth oportunidad para saludar a los recién llegados, pero eso no molesta al montaraz. Al contrario, prefiere evitar todo ese tipo de formalidades. Y todavía no está seguro de que los recién llegados deban considerarse bien venidos.

Se aleja unos pasos con el Lugarteniente, valorando una respuesta atinada a su pregunta. Finalmente responde en un tono bajo.

- Sí, podía leerse en sus ojos y sus voces, aunque no en sus palabras, que algo les ha asustado en su camino hacia aquí. Convendrá mantener los ojos abirtos al respecto. Si lo deseas, los cazadores podemos batir las cercanías. ¿De dónde vienen exactamente, por cierto? El dunadan... por sus vestimentas parece que haya servido en las últimas guerras de Rhudaur, aunque no sabría decir si a favor de Arthedain o de los montañeses. Sí, resulta inquietante. El otro parece el típico representante de uno de esos clanes medio salvajes de Saralainn. ¿Un comerciante? ¿Alguna vez le habíais visto antes de hoy por aquí? En fin, no tengo nada contra ellos, pero sí mucho que preguntarles. Convendría mantenerlos bajo una discreta pero estricta vigilancia, no crees? Y ¿qué piensas que podrían aportar a Sil Auressë? ¿Crees que han llegado aquí por pura casualidad, o les supones intereses ocultos?

Denelloth hace una pequeña pausa.

- Respecto a los jóvenes Eben y Ragi, parecen haber hecho un buen trabajo. Por cierto, no crees que deberíamos inspeccionar el contenido del cofre cuanto antes? En un lugar seguro, eso sí.

-No sé que pensar, si Eärnil no miente podría sernos útil ahora que necesitamos hombres para la ampliación del ejército. Y de Russef no sabría decirte, como bien dices parece ser miembro de uno de los clanes de Saralainn, y a simple vista su explicación es convincente pero tampoco podemos bajar la guardia. Pondré a alguien para que los vigile, y espero que se decidan a hablar con nosotros. -Me quedo pensativo unos segundos- Harás esa batida, pero esperaremos a mañana a ver si nuestros nuevos visitantes nos dan algo más de información, no me gustaría que fueses a ciegas, si para entonces no nos han dicho nada, podrás partir. Respecto al cofre, se abrirá, pero esperaremos un poco a que tengamos más información, de momento lo vamos a custodiar, pondremos una buena guardia y lo dejaremos en un lugar seguro, en el castillo. También por eso quería hablar con Ragi y Eben, además, si Ragi es uno de los pocos que pueden abrir el cofre dadas sus habilidades, será necesario que esté presente.

-Me quedo en silencio unos segundos- Parece que Eben promete como montaraz, tal vez podría serte útil si se une a tus cazadores -miro a Denelloth- no te lo tomes como una imposición o una orden, es una mera sugerencia, tú tienes la última palabra en todo lo concerniente a tus hombres. De Ragi me llama la atención sus habilidades y que no parece encajar en la Academia. Procede de Tharbad y no me extrañaría que hubiese estado relacionado con alguna banda de ladrones de allí, tal vez le podamos encontrar alguna tarea que le estimule y que de paso sirva para que ponga en práctica sus habilidades. En fin, veo que el trabajo se nos acumula en poco tiempo.

-Me detengo en seco-

Luego hablaremos, ahora tengo que ir a atender a los herreros enanos que nos han fabricado armas y armaduras, y dudo mucho que estén de buen humor después de haberles hecho esperar. -Suspiro- Ante estas circunstancias echo de menos estar al frente de un ejército a punto de entrar en combate, aunque el enemigo nos superase en número -lanzo una sonora carcajada- En fin, luego nos veremos Denelloth, quiero que estés presente cuando hable con Ragi y Eben, y con nuestros visitantes si se deciden a hablar con nosotros.

-Me alejo en dirección a Walec-

Tras dejar a Denelloth me dirijo hacia Walec

-Walec, que los hombres pongan en lugar seguro el cofre. Que sea en el castillo, en alguna sala segura y con una buena vigilancia. No quiero que nadie le quite el ojo hasta nuevo aviso, ni que nadie lo toque y mucho menos lo intente abrir. -Bajo la voz- Respecto a esos dos hombres que han venido con la caravana, Russef y Eärnil, quiero que se les vigile, Eärnil afirma haber servido en los ejércitos de Cardolan, por lo que habrá que ser muy cuidadoso a la hora de seguirlo y Russef trae artículos para venderlos. Quiero que se me informe de sus movimientos, dónde se alojan, con quien habla, etc. Si todo va bien vendrán al castillo ha hablar conmigo sobre un asunto, quiero que estés presente junto con Denelloth si se da el caso. También quiero hablar con Eben y Ragi cuando hayan descansado.

-También quiero estar informado del estado del herido. Doblar la vigilancia, con la fiesta y estos acontecimientos podría pasar cualquier cosa. Si no se ha informado a Curudae del ataque a la caravana informarle de inmediato y...-suspiro de resignación-que alguien avise a los enanos de que puedo atenderles en este momento.

Atento a las indicaciones del lugarteniente, sigo a Eben junto con Earnil hasta esa taberna. Poco despues se nos une Ragi.

- Bien, pues no diría que no a una comida caliente y un lecho para descansar. Sí, justo en ese orden.

Entran en la plaza de Sil Auressë, presididada por el edificio de piedra conocido como la Casa del Comercio. En la plaza se están montando ya los últimos puestos para la fiesta y la feria de esta noche, e incluso las calles secundarias están vestidas con sus mejores galas. Los cuatro cruzan la plaza y entran en la Sala Común, que a simple vista podría ser como cualquier otra taberna de cierto tamaño. Pero no es una taberna al uso, más bien parece construido por los trabajadores y obreros para descansar de sus jornadas. Todo son mesas alargadas con bancos a ambos lados. Hay una barra con forma de U y la cocina es de acceso libre a los clientes, que solamente abonan los alimentos y las bebidas que se sirven.