Partida Rol por web

- La verdad que es bastante diferente- dijo el muchacho mientras miraba el firmamento-. Las estrellas son las mismas, pero la vida dentro de las murallas es muy distinta la de aquí fuera.

- Supongo que habréis estado de patrulla últimamente ¿Habíais encontrado algún indicio de que algo tan funesto estuviera tan cerca de nuestro asentamiento?- preguntó el muchacho.

El camino se hacia largo y ese joven imberbe de Girion parece que queria romper la quietud de la marcha con un poco de chachara superficial.
Me acerco con mi caballo, tranquilo Girion, he protagonizada alguna que otra batida en territorios mas hostiles que este...aqunue bien es cierto que por estos lares maese Russef y yo mismo hemos visto cosas que no deberian ser vistas, añado con una deje de misterio.

Turno 144-2

La fina lluvia seguía suave pero incesante, y las sombras se alargaban. El eco de las oscuras palabras de Norión seguía presente, y la tensión era palpable entre los miembros de la expedición. Eliver se alejó unos pasos de la pared rocosa, y buscaba con la mirada la dirección de la aldea de Sil Auressë, en el este. No veía a Denelloth, lo que parecía preocuparle. Necesitaba al montaraz.

Norión seguía en el caballo, como una estatua lúgubre y oscura. Girion charlaba con Russef y Eärnil, mientras al otro lado Eben y Ragi compartían algún bocado. El mercenario norteño ayudaba al soldado revisando los caballos y escudriñando en dirección noroeste.

Un repentino rayo iluminó el cielo nocturno a sus espaldas, por encima de la pared rocosa. Luego el silencio otra vez. Incluso la lluvia cesaba. Y unas cuantas aves salieron volando de sus nidos, a la vez. Como huyendo de algo.

Cuando veo el rayo, me pongo de pié en seguida y miro en dirección a un repentino ruido. Cuando consigo fijar la vista, después del destello del rayo, veo una bandada de pajaros volando en la misma dirección, como si algo les hubiera espandado -"¿Qué ha pasado?"- digo cojo la lanza que estaba apoyada a mi lado.

La conversacion que Girion manternía conmigo llegó a su fin al escuchar ese extraño ruido que nos sobresaltó a todos, acompañado de un rayo luminoso que nos cegó por unos instantes.

Qué demonios será eso?? pensé para mí mientras permanecía alerta a cualquier novedad.

La repentina reacción de Eben hace que Ragi se ponga en alerta. - '¿Qué pasa?' - dice en un susurro, mientras mira a su alrededor buscando la causa de la inquietud de su compañero.

La charla que estaba teniendo el joven se cortó abruptamente cuando el rayo cayó y con él el vuelo de unas aves. Los montaraces y exploradores, más acostumbrados a estas cosas se sorprendieron, no por el rayo, si no por el vuelo de las aves y todo el grupo se puso en alerta. 

El muchacho miró a Norión. Si algo sucedía iría junto a él y trataría de salir de ahí si empeoraba la cosa.

Un resplandor interrumpió la monotonía de la lluviosa noche. La tenue luz que generó no hizo mas que resaltar las sombras a su alrededor, que de un modo macabro parecían acercase hacia ellos. Notó la tensión del caballo de Girión, la naturaleza a veces convenía escucharla. Alerta pero en calma, sujetó las riendas con firmeza, dispuesto a moverse de prisa de ser necesario.

Con un sobresalto me incorporo. "Brujeria"-susurro-. Mis cinco sentidos se concentran en identificar las presencias a nuestro alrededor.

Turno 144-3

Se hizo el silencio, roto sólo por el aleteo de las aves que huían, y por los susurros. Eben se incorporó y agarró su lanza, y cerca de él se encontraba Russef escudriñando alrededor. Las sombras de las rocas eran alargadas, y la lluvia dificultaba aún más la percepción. Entonces desde lo alto de la colina rocosa se escuchó un gruñido grave y alargado. Luego una respiración agitada de algún tipo de bestia de gran tamaño. Y parecía acercarse lentamente hacia el borde por encima del grupo...

Qué diantres es eso? susurro para mí al tiempo que desenvaino mi espada mientras busco algun lugar donde esconderme de lo que parece ser un animal, y grande.
 

- '¡Mierda!, ¡ocúltate Eben!' - susurra Ragi mientras se pega a la pared. A la escasa luz, la colina sólo es una sombra sobre él, algo más oscura que el resto, y al buscar el origen de los gruñidos sólo consigue que la lluvia le entre en los ojos. Por un momento piensa en su arco, destensado, aunque no tiene claro que le fuera a ser de ayuda. Despacio, sin hacer ruido, saca la espada corta de su vaina, y espera.

Al ver la sombra me queo sin respiración, y al oir a mi compañero apremiarme, entro de nuevo en situación y corro a pegarme contra la pared, con el escudo y la lanza pegados a mi por delante (mi espalda está contra la pared)

"Maldita sea!", digo entre dientes, buscando un lugar resguardado me fijo al instante en las paredes de la roca me muevo rápidamente hacia allí con mis armas dispuestas.

Girion se acercó a su caballo y sacó el carcaj que guardaba en una de las alforjas al igual que el arco. Caló una flecha en la cuerda y luego miró a lo alto de la colina esperando cualquier cosa.

- Si algo viniera y no somos capaces de repelerlo, corre hacia Sil Auressë. Nadie te cojera pues "Céfiro" es mucho más que un caballo, es el hijo del viento. Pero ten cuidado, podrías caer- le previno el joven a Norión.

Turno 144-4

Una de las sombras que se proyectaba en el suelo detrás del grupo desde lo alto de la colina se hacía más grande.

Eben y Eärnil se ocultan pegados a la pared rocosa, igual que Eliver y el otro soldado. Girion saca su arco en silencio, y le susurra a Norión antes de avanzar con cuidado. Russef se queda mirando impasible el borde de la colina en busca del origen de aquel ruido. Mientras tanto, Ragi se engancha la túnica en unas ramas y se queda atrapado, aunque el arbusto le proporciona algo de cobertura.

Unos pegados a la colina, y los demás separados por unos diez pasos, escucharon un nuevo rugido. Y entonces apareció. Lo primero que vieron fue el vaho cuando la bestia expulsó aire caliente por su hocico. Luego una sombra se proyectaba en el suelo. Lentamente, mirando el horizonte a la derecha y a la izuierda... Un monstruo de cuatro patas, de pelaje oscuro y largo, una cabeza enorme y unas fauces del tamaño de la mano de un hombre. Y encima, la silueta de un jinete con una lanza.

...

¡Un huargo! El caudillo trol Dagorhir, conocido como el Señor de la Guerra, contaba con cientos de huargos en su ejército. Ahora quedaban pocos, y no era habitual verlos como monturas de orcos si no era por imposición de un poder superior. Su respiración agitada denotaba una larga travesía en la noche, como si de un grupo explorador o avanzadilla se tratara. Entonces se escuchó un segundo rugido, también desde lo alto pero más lejos. ¡Había al menos dos!

El sacerdote Norión se había quedado petrificado, aún montado en el caballo de Girion. Entonces vio al huargo y el jinete, y el miedo se apoderó de él. Miedo de fallar a los compañeros, miedo de poner en peligro a todos por culpa de su cojera… ¿quién sabe? Tiró fuerte de las riendas y el caballo retrocedió, levantó la vista y el terror le invadió también a la montura. Con el segundo rugido, el caballo dio media vuelta para huir del peligro

- '¿Qué... ?! ¡Maldita sea!' - Antes de poder soltar la túnica vio aparecer al enorme animal sobre la colina. - 'Quieto, Ragi, quieto, ...' - Se dijo a sí mismo, intentando mantener la calma. Tenía la impresión de ser una presa fácil, aunque era posible que en la oscuridad y con aquella lluvia quedara cubierto por el arbusto.

En ese momento escuchó el galopar del caballo de Norión. Apretó el mango de la espada y se preparó para soltarse de un tirón si el huargo saltaba en su persecución.

Girion sabía que el fino oído del huergo y, en especial, su olfato, darían cuenta de su escondite y del caballo que se alejaba, así que en previsión de esto, caló una flecha en su arco, tensó la cuerda yyy...

La primera vez no había podido esconderme con rapidez, pero al ver como se acercaban lo intento de nuevo.

En esta ocasión, con las prisas, me trastabillo con una piedra y caigo al suelo.

Maldición, digo entre dientes tras el golpe