Partida Rol por web

Ante las preguntas de Norión negó con la cabeza. -Entre ellos hablaban la lengua común, con acento extraño. Las palabras que pude oír en otra lengua no eran de esas que acabas de pronunciar. Salvo cuando Raku se dirigió a los orcos. En ese momento, tenía mi cabeza metida en el saco. Pero allí sí que hablaba en esa lengua oscura, comentó refiriéndose a la lengua negra. -Además, les daba órdenes como hablando en nombre de ese amo Gozus.

-No quise hacer el mal a nadie, dijo el mediano serio. -Te acompañaré y te ayudaré a buscar pistas sobre lo sucedido, joven Girion.

A continuación se levantó de la cama y con sorprendente facilidad se preparaba para partir a la noche oscura.

Los guardias tenían órdenes de Curudae de ayudar en lo que fuera necesario, así que no ponen impedimentos para que saquéis al mediano y también os prestan una montura para él. Y le harán llegar el mensaje a Curudae por la mañana cuando le vean. Preguntan solamente el lugar hacia dónde os dirigís.

Norión se queda meditando y descansando en su sala de lectura de la biblioteca. Está agotado, pero sabe que en algunos de los tomos que allí se guardan podría haber más pistas.

Gothdust.... El abismo te devuelve la mirada.... tomó los pergaminos con los ojos que le pesaban, amenazando con dejarlo inconsciente antes de que logrará comprender. Volvió a revisarlos, a traducir partes que estaba claro que había mal interpretado y fue buscando libros que podían estar relacionados, sobre Elfos, huargos y profesías oscuras. Las horas que se sucedieron fueron solitarias y a la luz de un gran velón que iluminaba el material de lectura. 

Namo, no me abandones, nadie mas puede comprender estos escritos, pero no puedo hacerlo sin tu guía... susurró

La oscuridad de la sala de lectura envolvía al erudito cuando colocó con sumo cuidado los escritos que habían recuperado del cofre, y junto a esos papeles el valioso tomo de la Dama Ayla. En las estanterías había más libros sobre la historia… Y profecías…

O môr henion i dhû . Tulintë i quettar¹

Así estaba escrito… Las misivas hablaban de una certeza, de algo que debía ocurrir. Porque así lo creían las fuerzas oscuras que habían declarado la guerra contra Sil Auressë. No se trataba de una conquista por motivos estratégicos. Era la lucha eterna entre la vida y la muerte, entre la Luz contra la Oscuridad.

Tulintë i quettar              

El agotamiento físico en ocasiones abría la mente para descifrar misterios más allá del mundo físico. Más allá de los círculos este mundo, donde la vida se apaga y Namo reina sobre todos y contempla los hilos de los destinos…

Profecías. Tulintë i quettar.  Cuando Norión se incorporó para buscar más pergaminos y hojas donde anotar, para su sorpresa halló varios manuscritos que eran recientes por el aspecto de la tinta. A simple vista no eran más que versos sueltos de poemas traducidos, escritos con una caligrafía que denotaba tensión y prisas. Pero no pudo evitar leerlas. Como si fueran dirigidas a él, a Norión, en este instante, en este lugar, para que los viera. En estos momentos parecía que los hilos del destino ya tejido eran casi visibles en este mundo de los vivos, o tal vez el anamarta estaba tan acostumbrado a caminar en ese crepúsculo que limitaba los dos que cruzaba al otro lado del umbral y regresaba sin darse cuenta. Y allí, el Abismo le hablaba gracias al don que le había concedido Namo. O tal vez fuera una maldición. De lo que no había duda era que se trataba del destino…

Desde la hora de nuestro nacimiento nuestra vida fue regulada
Nadie puede evitar el juicio del destino.

Apartaros de la alegre luz del mundo
Y buscad el profundo abismo de la noche

Mientras la Dama la guerra hace contra el Cazador Oscuro
en el inhóspito Este, cien cabecillas
sus huargos de guerra, veloces y mortíferos
a la guerra han salido de las cuevas ocultas.

Luego había varias referencias a que el sol se apagaba y llegaba la oscuridad. Y una serie de números cuyo significado no lograba comprender el erudito. Norión no sabía quién había escrito estos versos sueltos y lo demás, ni de dónde lo había sacado. Ni por qué. Pero le reafirmó en la idea de que las fuerzas del mal se estaban moviendo porque seguían algún tipo de profecía. Lo que hacía más preocupante si cabía la desaparición de Sir.

Norión volvió a leer las cartas en lengua negra, buscando esta vez referencias explícitas a algún tipo de profecía o fecha o suceso predefinido.

Recitó una antigua oración, que los anamarta guardaban con recelo y que solo usaban cuando invocaban la presencia del eterno guardián del abismo. El sonido de esas palabras no guardaba armonía ni con el mundo de los vivos ni con el de los muertos, parecían pertenecer a ambos a la vez y no eran completamente comprendidas por ninguno de los dos. Pero Namo las escuchaba, y siempre respondía. No con palabras como hacen los mortales, sino con visiones que solo los dioses comprenden y los simples servidores apenas pueden contemplarlas. Cerró los ojos tras susurrar las crípticas palabras y la primera imagen que se le vino en la oscuridad fueron los mismos libros que tenía delante de él, pero grises, oscuros, sin rastros de vitalidad, todos ellos escritos con tinta roja oscura, casi marrón, cual sangre seca que alguna vez nutrió un cuerpo. El olor a muerte lo envolvía pero su mente seguía observando en paz la imagen, a la espera de algo que ilumine su inteligencia. En su lugar apareció mas oscuridad, una voz lejana hablando en la lengua prohibida, un grito de agonía, una sombra negra que iba haciendo desaparecer cada uno de los libros sobre la mesa, y alimañas recorrían su túnica. Aún así eso no asustaba a Norión, la muerte tenía esa forma y aún peores, y el temor era una emoción olvidada para él. Hubo sin embargo tres libros que la oscuridad no borró, tres que sobrevivieron y la sangre de sus hojas era de un rojo brillante, aún fresco. Y el grito de la mujer se convirtió en el canto de una niña y sus ojos se abrieron.

Con determinación comenzó a revolver los libros que estaban sobre la mesa, y las cartas que tenía frente a él. Uno de ellos era idéntico al de la visión, las nuevas notas tenían el mismo rojo así que las puso a su lado, luego se levantó y revisó los estantes mas antiguos y tras unos minutos lo encontró, trajo consigo el polvoriento ejemplar y lo puso sobre la mesa. Las páginas corrian entre sus dedos y parecían gritar, una mas fuerte que la otra, palabras incoherentes y frases inconclusas, en la lengua de los elfos y en la de los mismos demonios, hasta que comenzó a comprender, y sus ojos brillaron con inteligencia.

En tu piel está el misterio de la eternidad
Juez de los Valar,
mi alma se sublima ante tu solemnidad.

En tus ojos está la calma,
en tu mirar la verdad.

Y es tu cayado la sabiduría
que nos debe llevar de la mano.

Digna antesala tiende en el suelo
delante de ti, para cada uno de tus pasos.
Guardian eterno y sereno.

Recibe mis suplicas,
tal como recibes a los muertos en tu seno:
con toda bondad, tal como guías
a las almas hasta tus Estancias.

Me has revelado tu poder,
me has hecho ver mis faltas;
y sé que el tener miedo de vivir es desdeñar
una de las más preciadas dádivas.

Me has guiado desde el principio
me has llamado ya, más de una vez a tu servicio.
Siempre recibes con gusto mis ofrendas
pues tú conoces los corazones.

Oh mi señor, ¡también el Justo y el Sabio!

La oración de los Anamartar rara vez había sido pronunciada fuera de las sagradas tumbas de los hombres de Oesternesse. Námo justo y sabio, pero implacable como la propia muerte. Conocedor de lo que fue y de lo que será, era la Boca de Manwë y dado que conocía los misterios de la eternidad, su voz era escuchada y respetada. Pero no había ni consuelo ni consejo en el vala de los Muertos. La oración que ahora recitaba Norión con voz solemne tenía como único objetivo el de centrar su mente para la tarea que tenía entre manos. Meditó sobre la dualidad de la Arda Maculada. Por un lado, mundo que Es, el mundo sobre el que se construye la Esperanza. Y por el otro, el Mundo que Será. Una Esperanza que Námo no compartía, o tal vez porque el Guardián de los Muertos existía al mismo tiempo en ambos. Sea como fuere, Norión tenía que hacer frente al presente, al mundo tal y como era aquí y ahora. Al Mundo corrompido por la mácula. Y en este mundo, el Mal había sido introducido en el momento de su hechura, se había mancillado entera. Era la verdad, profundamente cruel y tal vez insoportable para la mayoría. Pero Norión era capaz de ver más allá. Distinguir las hebras del tejido de la sombra que se cernía sobre Sil Auressë. Y esas hebras le llevaban nuevamente a los libros y a los manuscritos.

Las palabras habían convertido en eterno lo perecedero, y su fuerza superaba el tiempo y el desgaste de las Edades. En el pasado, el Mal había invocado a demonios de gran poder… Y ahora, la amenaza era real. Tenía forma…Una especie de trol demoníaco invocado desde las profundidades de Utumno. Una promesa de la Oscuridad. Profecías oscuras…

El Abismo te devuelve la mirada… Su llamada encierra una promesa.

Entonces comprendió algo. Las fuerzas del Mal se movían empujadas por la promesa que contenía alguna profecía antigua. Y alguien dirigía esas fuerzas para que azotaran Sil Auressë. La desaparición de Sir, la invocación del demonio, la llegada de la oscuridad… “El oscurecimiento”. Burzum era el término en Lengua Negra, y aparecía varias veces en las cartas.

“Al llegar la Oscuridad en pleno día… sacrificio… demonio-trol… venganza”

Norión suspiró. Tenía ahora entre manos los manuscritos más recientes. La tinta apenas se había desgastado, el papel era nuevo. La letra era fina y delicada, pero escrita sin titubeos. Con fuerza y determinación. En un lenguaje rico pero sin florituras innecesarias. Sin poder sacar ninguna conclusión más de una simple hoja, lo que sí tuvo es una certeza. Una convicción apoyada en algo más que una mera observación de hechos o detalles. Una verdad que por la propia inercia de sus conocimientos adquiridos, resultó ser dos:

La primera es que los manuscritos nuevos fueron escritos en este lugar por una mujer.

La segunda es que esa mujer no fue Ayla.

Tenía frente a él las pistas que llevaban a la verdad, la intrincada red que une los hilos del destino se le revelaba fugazmente. Su mente solo podía distinguir alguna de ellas, pero éstas empezaban a entrelazarse con claridad, las piezas del rompecabezas encajaban, y si bien muchas quedaban fuera aún, incluso las que aún no estaban frente a él, los bocetos de un tapiz inmenso y tenebroso comenzaba a tomar forma.

Negaba con la cabeza, se puso de pie y comenzó a caminar de un lado a otro, lentamente, con dificultad, pero tenso, sumido en su pensamientos, dejando atrás su falsas interpretaciones y viendo el gran juego como si fuese la primera vez - Gracias Namo...- murmuró mientras se movía con mayor velocidad. Con la agilidad que proviene de la convicción, que desafía la pereza de un cuerpo agotado por la larga jornada, tomó un pergamino y abrió el tintero y comenzó a escribir

Al Senescal,

Mi apreciado Curudae, he estado repasando los hechos y he dado un paso hacia la verdad que no sospeché que encontraría. En un principio pensé que el rapto de las estudiantes era un modo de manchar la imagen de la academia, luego al saber que una de las niñas era la protegida de Ayla y venía de Tharbad, vi esto como un tema político, más aún asumiendo que sus raptores venían del este y podían ser de esa ciudad. Ha sido un error, no había visto la magnitud de los hechos. Mi cuerpo esta agotado, la luz del amanecer está por hacerse ver, pero quiero que usted disponga de este conocimiento antes nadie, por eso le hago llegar esta carta, que me permito sugerirle comparta con el Lugarteniente en cuanto le sea posible.

Namo ha iluminado mi mente y la trama del destino me ha sido visible como a ningún mortal le es permitido ver, y lo que pude comprender hasta el momento es estremecedor. Esto es mucho, pero mucho mas grande de lo que sospechaba y mis conjeturas estaban equivocadas. La dama Ayla en su sabiduría trajo a esta niña, Sir, desde Tharbad junto con otro niño como un favor hacia un amigo, según palabras del Lugarteniente. Pero como no pude ver eso desde el comienzo?! Ayla estaba protegiendo a esa niña, y no por un tema político, nada tiene que ver con la Academia. El mediano nos dio mas detalles sobre su raptor, Raku era del este pero no era de Tharbad, como yo pensaba, sino con un acento mas diferente y podía hablar lengua negra y lo hacía en nombre de Gothdust, el gran señor de la magia, quien estaba en busca de esa chica, de Sir, y solo de ella. Hay una profecía, que aún no comprendo de modo detallado, pero claro es que este líder oscuro quiere llevar a cabo un ritual para traer la oscuridad, el Buzum le llaman, pero ello requiere el sacrificio de una persona específica... que los Valar nos protegan! no tengo dudas que Ayla era consciente de la importancia de esta niña, por eso decidió protegerla, y también por eso  ha sido raptada. Pero esto no es todo, el rapto fue llevado a cabo por secuaces de Raku, y fueron usadas las ropas de Otho para no llamar la atención, eso lo sabemos, pero como fue sacada de la academia? como sabían dónde encontrarla? He hallado evidencias de que alguien de la academia, un infiltrado de la oscuridad, colaboró con esto. Se trata de un pergamino escrito con muchos números alrededor, sobre una dama que fue al este a batallar sola contra el mal, y estoy seguro que se refiere a Ayla, y sobre la liberación de cien huargos, dos de los cuales he visto con mis propios ojos... y esta nota estaba escrita por alguien que tenía acceso a la biblioteca y además es una mujer y por cierto culta. Centro mis sospechas en la única maestra de la academia, quien viene del sur, que casualmente es donde tenemos noticias de movimientos de los esclavos del señor de la guerra, y que además es experta en números, la profesora Edrec. Si ella fuese la infiltrada,  eso explicaría como sucedió todo, por un lado espero que no lo sea, por el respeto que siento hacia esa mujer, pero por otro lado, si lo fuese, entonces sabríamos a donde llevan a Sir y si Caaniza esta con ella... Llevaré esta nota personalmente al maestro Cerveth para que reconozca la letra a ver si corresponde con ella o no, de todos modos, cualquiera sea el caso, el rastro sobre ese presunto informante ya es un hecho, como lo es que Sir fue raptada con un fin específico y que la dama era consciente de su importancia ya desde hace tiempo.

No hay que desesperar, la oscuridad que yace entre nosotros esta relacionada solo con las fuerzas ancestrales que se despiertan con los rituales efectuados en los monolitos, que espero averiguar pronto como pueden neutralizarse, y por el claro movimiento de huargos y orcos en las inmediaciones. Pero el mal mayor, que es la invocación del demonio trol Dogul, a manos del mago Gothdust, lo cual traera el oscurecimiento, el Fha-Bozum, estoy casi convencido que no se ha llevado a cabo, de lo contrario no veríamos el sol o no estaríamos con vida para verlo, que es casi lo mismo. 

Girión partió con Otho en ayuda de Denelloth para seguir los rastros de Raku, y yo le daré las evidencias a Cerveth para que verifique si fueron escritas por Edrec, ambas personas son claves para conocer el paradero de Sir y recuperar a la niña antes del sacrificio. Es indispensable esto, no por salvar una vida inocente, saben que la muerte es parte de la vida y si Namo en su sabiduría quiere llevarla, quienes somos nosotros para interponernos? Lo que no podemos permitir es que la esencia de esa niña sea usada como llave para liberar un mal que nunca debe pisar Arda, porque la voluntad de los Valar para esta tierra es de vida en abundancia y no de oscuridad. Yo seguiré mis estudios y hablaré con la dama Finduilas, tal vez ella tenga mas piezas de este tapiz.

Que los Valar nos guíen en tan densa oscuridad!

Norión

Releyó la carta, luego la cerró y la selló con cera, con el símbolo de la academia de Sil Auresse. Guardó los papeles y tomó consigo los pergaminos, los nuevos y los que ya tenía, junto con el libro de Ayla y el de las profecías. El bolso era pesado, su paso se dificultaba aún mas, pero su voluntad estaba viva, como hacía tiempo no lo estaba, y el cansancio no estaba ganando la batalla aún. 

Se dirigió hacia el puesto de guardia y le dio instrucciones claras al soldado que vio, para que haga llegar esa carta al senescal antes del amanecer. El hombre no se mostró demasiado interesado, pero  al nombrar al Lugarteniente y dejar claro que la voluntad de éste era que esa información llegara a destino, no le quedaron dudas que esa carta llegaría a tiempo a manos de Curudae.

Luego juntó fuerzas, las pocas que le quedaban y se dirigió hacia las habitaciones del director de la academia. Norión sabía que el hombre dormía, y que no era la hora apropiada, y también sabía que los segundos eran importantes si querían hacer la diferencia en esta guerra, así que decidió interrumpir el descanso del hombre y postergar el suyo propio. Sus ojos querían cerrarse, pero cesaron de hacerlo cuando el canto de un gallo le recordó que la luz del día estaba por venir, que tal vez todo esto no sería en vano.

Norión salió en busca de Cerveth, y se dio cuenta de que apenas conocía nada de su vida fuera de la Academia que dirigía. Pero tuvo un golpe de suerte, o tal vez Namo seguía guiando a su fiel siervo. Recordó una conversación intrascendente, un secreto jugoso comentado en los corrillos, en los descansos, susurrado entre risas. Rara vez Norión se interesaba por la vida privada o amorosa de los que le rodeaban, pero en este momento esa información resultó de vital importancia. Ya que los aposentos de Cerveth estaban vacíos. El director tenía una relación clandestina con una joven moza de la zona de los molinos. Un pequeño refugio de amor y pasión, una nueva esperanza...

El sacerdote aceleró sus pasos todo lo que pudo, aunque el dolor de la pierna era casi insoportable. Llegó a los molinos, al oeste de la aldea. Había varias viviendas y almacenes, y en una de ellas sabía que encontraría a Cerveth...

Entonces un gallo cantó. Amanecía por fin, y la oscuridad que tanto ansiaban los siervos del Mal fue vencida una vez más. Ese amanecer contenía la esperanza de un nuevo día, de un nuevo comienzo. Los primeros rayos del sol parecían ligeramente más tenues, más débiles de lo habitual. Pero tal vez fuera solamente la percepción distorsionada de una mente que vagaba en el umbral del Abismo.

Tocó la puerta...

-¿Quién es?, preguntó la joven Margalen al escuchar los golpes, y sin pensar abrió la puerta. Por un momento pensó que su padre había descubierto su secreto, y que se había precipitado para abrir. Pero luego se acordó que Tubar el Molinero era dueño y señor de la mayoría de estas edificaciones, y no tocaría la puerta si era para encontrar a su hija.

-¿Quié...?, y las palabras murieron en sus labios. Era como si la mismísima Muerte se hubiera presentado en el portal. Un hombre encorvado, encapuchado, de piel pálida, sujetando un cayado y una gran bolsa. La cara llena de dolor y sufrimiento, los ojos brillando con firmeza y decisión. Y una expresión de como si el mundo fuera a terminar...

Margalen quiso regresar y cerrar la puerta, volver con su amado que ya estaba vestido detrás de ella. Volver a su mundo pequeño, donde no existía el miedo. Ni el día de mañana.

Y el gallo volvió a cantar... La noche había dado paso a un nuevo día. La magia había terminado, y solamente quedaba ese hombre tenebroso y desconocido con la respiración agitada.

-¿Norión?... ¿Qué sucede?, preguntó Cerveth sin saber qué otra cosa podía decir.

La carne era la debilidad de los hombres incompletos, los que no tenían el autodominio como para refrenar los impulsos primitivos. El director podía ser un erudito, podía incluso ser una persona ilustre, aún así no dejaba de ser un simple mortal. Acaso una noche de placer alargaría sus días si la oscuridad ganaba esta batalla? Norión por un momento vio la ironía del destino, mientras su propia imagen era lúgubre, su cuerpo deteriorado, su vitalidad casi ausente y su presencia inspiraba temor, mientras los dolores atormentaban su ser, era él quien amparado en el conocimiento y en la fe le estaba haciendo frente a la oscuridad, y era de los pocos que lo hacía con tanta convicción.

- Lamento molestarlo Director, pero necesito hablar con usted ahora... y en privado, es muy importante - sostuvo la mirada sobre la de Cerveth, sabía que eso lo incomodaría, y si bien era consciente que el horario era inoportuno e irlo a buscar a ese lugar era por demas inapropiado, también sabía del respeto que su temida figura inspiraba, contaba con que el maestro lo pensara dos veces antes de cerrar esa puerta. 

No resultaba fácil aguantar la mirada de Norión en esos momentos, ni siquiera para el altivo y orgulloso dúnadan. Comprendió en seguida que su visita nada tuvo que ver con una nimiedad como su relación con la joven. No, Norión era un anamarta, y los asuntos de los sacerdotes de la Muerte trataban de temas que iban más allá de lo mundano, y desde luego no trataban con el amor.

-Salgamos, maese Norión, dijo e hizo una elegante reverancia invitándole a salir. Luego le siguió, no sin antes despedirse con un fugaz beso en la frente de la mujer que podría ser su hija, pero que le proporcionaba consuelo y alegría en esta nueva vida. En este nuevo comienzo.

Un escalofrío recorrió su cuerpo al salir fuera, y no era por el frío de la mañana temprana. No era un hombre sentimental, pero la visita de Norión, su aspecto, su voz... Los sucesos de los últimos días no presagiaban nada bueno, y la visita de un anamarta no solía traer noticias de la vida, ni alegrías. Trataban con la muerte y con lo tenebroso y desconocido.

-Cuénteme, ¿qué nuevas hay?, preguntó una vez a solas en un lugar apartado de las viviendas. -¿Sabemos algo de las alumnas desaparecidas?, añadió con preocupación.

Caminaron juntos hasta un lugar apartado, con la creciente claridad del día por llegar. El sol aún no se asomaba, pero la luz comenzaba a dar pelea a la oscuridad de la noche. Norión se quedó obsevando el cielo, como si fuese un presagio de buen augurio.

- No tengo novedades de las chicas, solo se que Sir fue raptada, nada se de Caaniza aún. Girión, hijo de Gildur, se ha ido con el mediano en busca de las supuestas pertenencias de Caaniza y ayudarán a Denelloth a seguir el rastro de su raptor. Pero sí he descubierto algo preocupante sobre la acadamia, Director. Lo he notificado al Senescal y al Lugarteniente, creo que en breve lo consultarán al respecto y quiero que sea usted quien evalúe los hechos con mesura- si el sacerdote podía tener un rostro aún mas serio que el habitual, éste era exactamente el que podía ver el maestro en ese instante.

- Sir no es una chica cualquiera, era la protegida de Ayla porque es parte de una profesía, lamentablemente las fuerzas oscuras también lo saben. Su rapto esta directamente vinculado con los esclavos del señor de la guerra que encontramos en el sur. Por otro lado su desaparición no fue forzada, no hubo violencia, en parte porque salió vestida con las ropas del mediano que Girion encontró, y en parte porque, sin duda alguna, había un infiltrado en la academia. Hace pocas horas encontré este pergamino escrito recientemente en la biblioteca de la academia, habla del levantamiento de la oscuridad, y estaba junto a otros llenos de anotaciones de números que no comprendo. Todo esto escrito por alguien letrado, sin duda, y con el trazo suave de... una mujer- un profundo silencio los rodeo. Los ojos brillantes de Cerveth parecían comenzar a ver lo que el sacerdote ya había descubierto.

- La única profesora en la academia,  que casualmente es sureña y versada en números, es nuestra querida Edrec. He copiado los versos que escribió para no perder su contenido, así que le entrego el original para que lo vea - le extiende el manuscrito con el texto de la mujer, pero no el de los números - solo usted podría reconocer su letra. Si mis sospechas son ciertas, es importantísimo interrogarla, sin duda el Lugarteniente querrá hacerlo personalmente. Lamento ser portador de tan malas noticias, pero suelo ser el mas adecuado para darlas, ese es parte de mi destino al parecer -

Cerveth tomó el pergamino con gesto serio. Era de los pocos habitantes de Sil Auressë que había tenido trato con los Anamartar, no en vano había sido educador en los niveles más altos de la sociedad cardolanii. Y entendía que los sacerdotes de Námo eran siervos ante todo de la verdad, por muy dolorosa o incómoda que ésta podría resultar.

-La letra es de Edrec, afirmó con resignación. Luego miró a Norión con firmeza. –Debemos hablar con ella de inmediato. Para que nos cuente su versión. Esta hoja por sí sola no significa que sea culpable, y se merece una oportunidad para explicarse. De todos modos hay que interrogarle, pero prefiero que le hagamos una visita ya, antes de que el Lugarteniente la ponga bajo arresto. Su pequeño apartamento está muy cerca de aquí, ¿qué me decís?