Partida Rol por web

Nobber asintió con la cabeza mientras escuchaba las palabras de su padre. Lo de los doce hombres fieles estaba claro, ya sabía con quién podía contar. Pero se perdía en las explicaciones largas, y además la cerveza y sobre todo la guapa camarera pelirroja le distraían bastante. –Hablar con Lubba y los hermanos Leknud, vale. ¿Qué es Ronniach?, preguntó de repente cuando ya habían estado en silencio un rato largo apartando la vista de la camarera. Para evitar una reprimenda del padre, añadió rápidamente: -Padre, no es aquel joven el hijo de Gildûr, creo que Girion es su nombre. No le he visto en el Consejo en la silla de su padre ausente.

Efectivamente, el joven noble estaba charlando con la camarera que le rozaba el antebrazo y le sonreía con frecuencia. Nobber respiró aliviado cuando la atención de su padre se centró en el joven.

Russef tomó otra de las infusiones que le había preparado el curandero, y cerró los ojos para descansar. Las heridas eran molestas, pero el dolor se había amenguado mucho. Tal vez se quedó dormido unas horas, no estaba seguro. Le despertó el sargento Ethlor para decirle que se estaban reuniendo en la sala de Othrind para preparar el siguiente paso.

Vio que el barracón estaba ahora vacío. Los milicianos ya habían partido a los puntos de encuentro a la espera de órdenes.

Los soldados le confirmaron a Eärnil más datos del ataque de esa mañana. Una gran manada de huargos había perseguido a un grupo liderado por Denelloth que traían a una niña herida que habían rescatado. También iba Russef en ese grupo. Desde el castillo, había salido un contingente liderado por Khôradur a luchar contra las bestias, y al final habían vencido.

Pero habían sido solo huargos. No jinetes de orcos como los que había visto Eärnil. Al parecer, el enemigo envió a tropas veloces para perseguir a los que llevaban a la niña, pero las acciones de Eärnil habían hecho retrasar a los orcos jinetes y solo las manadas de huargos habían llegado a tiempo al castillo. Y habían fracasado. Pero el resto de las tropas estaban de camino.

Entonces le informaron a Eärnil que se iba a celebrar una reunión de Othrind, el consejo de guerra. Se requería su presencia para hablar de lo sucedido y para dar el siguiente paso.

Khôradur mira al joven Bergil y le sonríe

-¿Por qué no es un arma noble?, la nobleza de un arma no viene caracterizada porque quien la usa, sino cómo la usa. Tu honda puede ser tan noble como una espada si la nobleza y el honor son quienes te impulsan a emplearla en el momendo adecuado y por una causa justa. Además, estoy seguro que pararía a más de un caballero bien armado. Respecto a la Academia, haré lo posible para que ingreses, y ni que decir que seguirás practicando con la milicia. Veo que he hecho bien en tomarte a mi servicio, Bergil. Tienes ganas y voluntad de aprender. Llegarás lejos.

Khôradur sigue caminando y reflexionando sobre Bergil

¿Tal vez veo en él un eco de mi pasado?, ¿de como era antes de llegar a ser lo que soy?. Quien sabe a dónde le llevará el destino y su voluntad, pero creo que puede alzarse muy alto y servir no sólo a Sil Auressë, sino a los reinos del norte, que tanta ayuda necesitan para superar a la Sombra y la adversidad.

Al acercarse a los reunidos en la plaza, Khôradur observó al sargento Gaerel. Se limpiaba las manos que dejaban una mancha oscura

Sangre

-Saludos Gaerel, ¿que novedades hay?, Bergil por favor, ve a ver si Eärnil y Ethlor necesitan algo -En cuanto el joven se alejó se dirigió a Gaerel- Habla sin impedimentos mi buen Gaerel, ¿que nuevas hay?, esa sangre....¿es de ellos?

Girion tardó en mirar en la dirección que le había dicho Lairin, para decubrir quienes eran padre e hijo. Al descubrirles y ver lo que le interesaba a uno y a otro, Girion e giró y siguió mirando a la camarera.

- Eres un amor- le dijo soriendo Girion-. Si alguna vez escuchas o sabes algo importante que me tengas que contar de inmediato, búscame, sabré recompensarte...y si no puedes escaparte, busca a Liam, el muchacho que trabaja en el establo y...en muchos otros sitios, él dará conmigo.

Girion le giñó el ojo y le sonrió como solo él sabía hacer. Luego se dirigió a la mesa en la que estaban sentados padre e hijo y se presentó.

- Hola, siento molestarles, mi nombre es Girion- dijo nada más llegar sentándose en una silla junto a ambos-. Tal vez no me conozcan, pero seguro que a mi padre sí: Gildûr de Tarbad- El joven dejó caer el nombre y miró directamente a Tubar.

- Me he enterado que ha habido una reunión en la que no he sido invitado y en la que han "aparecido" diferencias de opinión- continuó el joven-. La verdad es que casi nunca nos tienen en cuenta al gremio de los comerciantes y es una lástima- soltó Girion mirando a Tubar y asintiendo. El joven Dunadan se acababa de posicionar y esperaba que Tubar lo hubiera entendido.

- Es fácil dirigir cuando no se tienen en cuenta muchos factores ¿no les parece?- dijo y esta vez miró tanto a Tubar como a su hijo Nobber.

Sutílmente Girion quería dar a entreveer que estaba de su parte coo hijo de comerciante, pero quería dar la sensación de que no le gustaba que lo supieran, como si nadie más que ellos tres supieran que él actuaba ahí como un comerciante más y no como un alumno de la academia. Las ruedas de la conspiración comenzaban a rodar y, depende como las hiciera rodar Girion girarían siempre a su favor.

El sargento esperó hasta que el joven Bergil se hubiera alejado. -Es del orco capturado que trajo Girion, contestó a la pregunta sobre la sangre que le manchaba las manos con la mirada perdida en algún punto de la pared del castillo. Respiró hondo. -Tuvo un pequeño traspiés, nada grave. No costó que hablara, es como que tenía ganas de contarme lo poderosos que son las hordas que están de camino. Vienen del oeste, señor. Portando la bandera del enano desmembrado...

El asco que le producía aquella vil y miserable criatura era fácil de ver. Pero había hablado, y confirmado algunos de los temores.-Ha dicho bastante. Tal vez se le pueda sacar más. Tenemos personas con experiencia para convencer a alguien que hable. Como por ejemplo Eärnil, que luchó tras las líneas enemigas en Rhudaur. Solo tenéis que dar la orden y se hará... 

Gaerel guardó el trapo y se giró para mirar al Comandante. Era bien conocido que los umbareanos habían recurrido a menudo a la tortura de los prisioneros, y también se había hecho en Cardolan. Y en otros muchos lugares, aunque no se admitía públicamente e iba en contra de los ideales de Númenor. Pero, ¿acaso se merecía algo más un vil orco? ¿No iba a morir de todos modos?

No era fácil tener el mando, pensó el veterano sargento mientras su mirada pasaba por los demás sargentos que se dirigían a la reunión. También vio a Eärnil y después a Russef.

Tubar fijó los ojos en el tal Girion. Así que el perro envía al cachorro... Ya sabía de su presencia en Sil Auressë, y no le gustaba en absoluto verlo husmeando por ahí. De momento tocaba tener paciencia y tragarse la bilis. Pero no le perdía ojo.

-¿Y a ti qué más te da qué sea Ronniach?- respondió, malhumorado, a su hijo. -Tú simplemente diles si supieron algo *sobre* Ronniach en sus viajes; o si lo conocen y saben de él.

Seguía mirando hacia el altivo forastero que tonteaba con la camarera. Hum.. quién sabe...

-¿Quién es la camarera, Nobb? ¿Cómo se llama, de quién es hija?- estaba claro que el molinero quería todos los detalles.

Khôradur se quedó meditando unos segundos

Del oeste, ¿estarán allí sus huestes principales, o serán un pequeño destacamento?

-Proceder. Prometerle que se le respetará la vida si habla, al menos por un tiempo -sonríe-, pero se le respetará la vida hasta que yo diga pero, si no habla por las buenas....hacer lo necesario para que hable, y luego acabar con él de inmediato. Es un orco, y en sus manos no tendríamos tanta suerte ni mejor destino.

-Su nombre es Lairin, contestó Nobber y volvió a mirarla. Era realmente bella, con su melena pelirroja salvaje y su sonrisa pícara. -Llegó de las tierras de Bree hace poco tiempo. Sin familia, y según se rumorea, con un pasado poco honrado.

Lo que no hacía más que aumentar la fascinación que sentían por ella los hombres.

-Aunque no suelo dar importancia a los rumores, aclaró y apuró la cerveza. -Ella misma ha dicho que pronto llegará un conocido suyo y montará una gran taberna en el centro de la villa, y ella trabajará allí.

Puso la jarra encima de la mesa, y entonces vio cómo se acercaba con paso decidido el hijo de Gildûr. -Mira, se acerca Girion...¿Qué querrá?

Entonces, el joven Girion se acercó a la mesa donde estaban charlando Nobber y Tubar. 

- Hola, siento molestarles, mi nombre es Girion- dijo el joven nada más llegar sentándose en una silla junto a ambos-. Tal vez no me conozcan, pero seguro que a mi padre sí: Gildûr de Tarbad- El joven dejó caer el nombre y miró directamente a Tubar.

- Me he enterado que ha habido una reunión en la que no he sido invitado y en la que han "aparecido" diferencias de opinión- continuó el joven-. La verdad es que casi nunca nos tienen en cuenta al gremio de los comerciantes y es una lástima- soltó Girion mirando a Tubar y asintiendo. El joven Dunadan se acababa de posicionar y esperaba que Tubar lo hubiera entendido.

- Es fácil dirigir cuando no se tienen en cuenta muchos factores ¿no les parece?- dijo y esta vez miró tanto a Tubar como a su hijo Nobber.

El viejo molinero recibió al recién llegado con una mirada glacial, sin mover un músculo mientras hablaba. Sólo frunció levemente las cejas cuando el joven mencionó a su padre. Luego se tomó unos instantes, que parecieron eternos, para responder con una media sonrisa esbozada en los labios y un tono deliberadamente neutro (su tono "comercial", como él lo llamaba).

-Sin duda, joven Girion, el nombre de tu padre nos es conocido -dijo, incluyendo con la mirada a su propio hijo. -Si has sido invitado o no a esa "reunión" no es de mi incumbencia, pero por lo que tengo entendido tu padre tiene allí un lugar reservado -suavizó la respuesta acentuando la sonrisa, con un brillo en los ojos. -En cualquier caso, Puavle representa de forma firme y adecuada al gremio de los comerciantes -añadió, cortante; -él se cuidará bien de que sus intereses sean escuchados y tenidos en cuenta. Dirigir a los hombres y sus asuntos nunca es sencillo. ¿Y qué te trae por estas tierras, Girion? ¿Representas los intereses comerciales de tu padre, acaso? Ya sabrás que son momentos difíciles para Sil Auressë...

Cuando Ëarnil se dirigía al edificio principal para la reunión del Consejo de Guerra, le alcanzó el veterano sargento Gaerel. Tenía algo importante que comentarle. -Eärnil, tal vez tu experiencia nos sirva. Tenemos en aquella celda a un orco capturado. Me ha contado bastante, dijo apretando con fuerza su puño derecho, y en los nudillos aún se podían ver manchas de sangre. -Tenemos autorización para sacarle algo más. Cantidad de tropas, composición, planes... Pero necesita... un pequeño incentivo para que siga hablando. Después, podemos deshacernos de él. ¿Podrías encargarte?

Khôradur y Russef se encontraron en la puerta de la sala de Othrind, y entraron. El de Saralainn tenía un aspecto bastante mejor después de un merecido descanso y los cuidados de los curanderos.

- Ya sabes, los intereses de la familia siempre hay que cuidarlos allá donde esté vaya la familia- comentó sonriente.- De todas formas siempre hay que tener a los comerciantes locales contentos, sin usurparles lo que buenamente se han ganado con sus esfuerzos y sus sudores de años de trabajo. Así que si mi familia decidiera invertir en Sil Auressë contaríamos con el beneplácito y el apoyo del comercio local... o por lo menos del más cercano y abierto a ello- dijo Girion mirando solo a Tubar, pues realmente era quien tenía la voz cantante en la conversación.

- Pero dime, Tubar, me ha llegado la noticia de que ha habido una reunión esta mañana y que has tenido una controversia...una diferencia de opinión entre vos y Curudae ¿qué ha sucedido?- preguntó Girion al molinero.

El joven hablaba, y Tubar asentía, sentado, las palmas de las manos apoyadas en la mesa, sonriendo hacia arriba. Alzaba las cejas y cabeceaba de vez en cuando, como dando la razón a su interlocutor. Escuchó su última pregunta y mantuvo todavía la cínica sonrisa en la cara al responder.

-Claro, la familia... Sí, por supuesto, hay que ayudarse entre hombre de negocios... Nosotros, por nuestra parte, siempre estamos dispuestos a participar en cualquier trato interesante que se presente. Siempre abiertos a la colaboración.

La sonrisa se acentuó todavía más. -¿Controversia? No es ningún secreto que el senescal y yo no siempre estamos de acuerdo. Casi nunca lo estamos, de hecho. Pero esta mañana... Si tu padre hubiese estado allí te hubiera podido informar de primera mano. Todos estamos de acuerdo en algo: hay que defender Sil Auresë de la amenaza que se cierne sobre nosotros. Por la cuenta que nos trae, a nosotros, el pueblo. Ojalá el bueno de Gildûr pudiera estar aquí para ayudarnos... ¿Tú colaborarás en la defensa, joven Girion, o partirás pronto a Tharbad? En fin, si en un futuro decidís, la familia, traer vuestro dinero a Sil Auressë, hacédmelo saber, estaré encantado de ayudarlos a emplearlo de la menor manera. Y ahora, si me disculpas, otros asuntos que estaba tratando con mi hijo reclaman mi atención. Ha sido un placer conocerte.

- Claro que me quedaré. Ahora Sil Auressë es mi sitio. Y aunque sea por poco tiempo lo considero mi hogar y no deseo que le ocurra ningún mal- dijo sincerametne.

- Igualmente, un plecer conoceros- respondió cortesmente Girion refiriendose tanto a Tubar como a su hijo Nobber, a modo de despedida.

- Haré llegar tus saludos a mi padre, descuida- dijo mientras Tubar se marchaba.

Dicho esto se levantó y fue hacia la barra para pagar lo que debía.

- Toma guapa- dijo a Lairin poniendo una moneda de bronce sobre la barra y tapándola con la mano para que nadie supiera cuanto había puesto-. Eres un sol...siempre radieante y siempre en lo alto mirando por mi bien- dijo guiñándole un ojo.

Tras esto se marchó por la puerta para buscar a Norion o a Curudae, Girion necesitaba saber más, pues cuanto más sabes más poder tienes.