Partida Rol por web

El apretón fue firme y convincente. Brazos fuertes que habían levantado muchas veces el acero.

– Busquémosles, pues –dijo. Quizá fuera buena idea reunirlos primero para así garantizar que se encontrarían con Melechtor.

Carta lacrada con leyenda en adunaico, dirigida a Olanwen

Querida Olanwen,

Tengo novedades que no son nada buenas y deben ser atendidas con total urgencia de tu parte o el Cardolan que conocimos dejará de existir. Están atacando las tierras de Dol Tinare y es probable que el resultado sea una total derrota si no nos movemos rápido y con contundencia.

Al sur de Metraith hay una aldea que no registraba, Sil Auresse. Sobre ella recae un organizado ataque a gran escala formado por los vestigios del ejército del señor de la guerra, alguien los ha organizado y están prestos a caer sobre la aldea y el castillo casi de inmediato. Como puedes ver en este bosquejo, hay fuerzas de huargos incluso en el camino a Metraith, cortando toda posible ayuda desde la ciudad, pero una vez que tomen la aldea, el ejército podrá avanzar en pocos días hasta nuestra capital.

En este momento estoy camino al paso que está al sur de la aldea, deteniendo el avance enemigo por esta dirección junto a Melechtor, un Capitán al servicio de Echorion. Pero las fuerzas del Hir Rochon , si bien pueden colaborar, no son las responsables de la defensa de Dol Tinare, tienen otro propósito que no debe ser desatendido.

Te pido des aviso cuanto antes a Lord Barahir y a tu padre Lord Faradon, para que Metraith y Tharbad estén al tanto y preparados. Pero no basta con defender esas ciudades, Olanwen. Si las fuerzas enemigas se reagrupan en esa aldea, su fuerza será imparable. Creo que lo mejor tácticamente es atacarlas ahora, con presura y contundencia. Por eso te pido hables con el Príncipe Pelentur, sus tropas pueden ser nuevamente la clave de la supervivencia de nuestro pueblo, y si se mueven a la capital y atacan desde allí, el enemigo quedará bloqueado desde el este por Pelentur y desde el sur por Echorion. He pedido al Príncipe Minastir que hable con el Rey Argeleb II para que envíe tropas desde el Iach Sarn a través del brazo del Baranduin, de modo que desde el norte también serían atacados. Con ello podríamos vencer al ejército enemigo, o al menos hacerlo retroceder hacia el oeste. 

Creo que eres tan consciente como yo de la gravedad de esta situación y de la necesidad de una respuesta veloz. Lo que te he dado es mi parecer militar al respecto, que confío en que tengas presente. Pero es indispensable tu habilidad política para que esto se concrete a tiempo. La supervivencia de nuestra casa pende de un hilo, así como la visión del reino de Cardolan que compartimos. Echorion está ayudando a nuestra gente, no podemos dejarlo solo, debemos actuar.

Os mando un fuerte abrazo y espero verte pronto con la victoria de nuestro lado.

Theon Vilarion

El joven montaraz se enervó en cuanto escuchó tales acusaciones sobre el noble y gran Príncipe Echorion, por lo que le respondió con rudeza al hombre barbudo diciéndole:

-¿¡Cómo osáis mancillar el noble nombre del señor Echorion con tales acusaciones?! -exclamó el dúnedain manteniendo los brazos erguidos pero el rostro visiblemente enojado- ¡Hemos venido a ayudar a Sil Auressë! no somos nosotros quienes quemamos las granjas, sino los orcos; ni tampoco hemos matado a nadie, sino todo lo contrario, hemos liberado a varias decenas de rehenes del yugo orco, ¡tales acusaciones son una gran afrenta para alguien como yo que lleva luchando por las nobles gentes desde que abandoné el campamento! -gritaba al sentirse ultrajado ante aquellos comentarios- y para que veáis que no miento, vuestro camarada Agnor -dijo usando el nombre de guerrero como apoyo, pues debido a la reacción de aquellos hombres Tarbrand supuso que debían ser ciudadanos de Sil Auressë- puede confirmar todo esto, sí, me refiero a ese hombre rubio, de mirada seria y generalmente parco en palabras; ha compartido conmigo todo el camino y es nuestro guía para llegar a vuestra ciudad con los refuerzos que Lord Echorion os manda como gesto de amistad... -expuso echándole en cara a esos hombres su actitud- no se que os habrán contado, pero si me permitís bajad las manos y hablaros cara a cara en un lugar tranquilo, os lo explicaré todo... -concluyó en aras de que aquello hiciera que el tipo extraño confiara en él y pudiera salir de aquella situación...

Carta lacrada con leyenda en adunaico dirigida a Echorión

Lord Echorion,

Me alegra saludarte y haber dado con hombres fieles a tu causa bajo el mando del Capitán Melechtor. Aunque las circunstancias no han sido las mejores, nos encontramos en pleno combate con vestigios del ejército del señor de la guerra. Hir Rochon, la situación es grave, hemos desubierto un ataque a gran escala que ha de suceder en cualquier momento por parte de tropas organizadas del enemigo, sobre una aldea llamada Sil Auresse. Temo que si no hacemos algo, las fuerzas de orcos, uruks, trolls y huargos se afianzarán, y en un par de días podrían estar sobre Metraith, Tharbad e incluso Iach Sarn.

Estoy seguro que te llegarán informes en breve detallando lo que hemos descubierto. Por lo pronto me he unido a tu leal Capitán para tomar el paso del sur, pero las fuerzas del este y del oeste no son rival para nosotros. Te adjunto un bosquejo del mapa que encontramos.

Quiero que estés al tanto que pedí ayuda a Olanwen, para que contacte a Lord Barahir y organice las defensas de Metraith ante un posible ataque, a su padre Lord Faradon para que advierta a Tharbad, y a Hir Pelentur, para que asista con sus tropas desde Metraith. Por otro lado di aviso al Comandante Minastir de Arthedain para que envíe refuerzos a trevés del río y organice sus defensas. No se cuando envíaran sus tropas, pero confío en que será a un mes de esta fecha.

Desde el sur, si ganamos la posición en el paso, podemos organizar un puesto de defensa, pero difícilmente una ofensiva como para asistir al castillo que estimo en breve estará bajo asedio. Pero un apoyo organizado y simultáneo entre las fuerzas de quienes te mencioné y los refuerzos que puedas enviarnos, pueden detener al enemigo antes de que afiance su posición.

Te pido tengas en cuenta estas palabras, Dol Tinare está en peligro y con él la visión que tenemos del Cardolan por venir. No puedo pediros que el grueso de tus tropas se desvíe, pero sí que consideres fortalecer las que tiene Melechtor a cargo, me temo que tendrémos un gran número de bajas en el combate que se avecina.

Quiero además hacerte saber que el Príncipe Minastir os envía un mensaje, dice que en esta época del año, los rojos pájaros cantores son especialmente bellos y merece la pena contemplaros. Prometí que te lo haría llegar, pero no se cuantos sobreviviremos a la batalla por venir, prefiero hacerlo por este medio a no hacerlo nunca.

Siempre a tu servicio, te saluda tu fiel amigo.

Theon Vilarion

Theon escuchó la descripción del terreno que dió Aelloth - Es un terreno favorable para la idea del ataque. Aaren, tendrás que encontrar un lugar que permita ver al enemigo y enviar las indicaciones tanto al contingente que atacará por la retaguardia como al que lo hará de frente. Cuando regrese Tarbrand sería bueno que te pongas de acuerdo con Hasgón en los detalles y partas en cuanto el Capitán lo ordene - el plan estaba claro y el entorno jugaría a su favor si sabían aprovecharlo.

Aún tenía en mente las palabras de Melechtor, su mención sobre pelear a su lado lo conmovía mucho más de lo que los que estaban a su alrededor imaginaban. Intentaba mantenerse firme pero por dentro su corazón palpitaba con fuerza. Dio unos pasos hacia Aaren - Amigo, ha llegado el momento de hablar ciertos temas con el Capitán. Tengo plena confianza en ti, puedes quedarte si gustas pero no podrás mencionar jamás una palabra de lo que escucharás. Cuento contigo? - tomó de su bolsillo una de las guardas rojas que le habían dado en el camino y se la extendió - Éste es el símbolo de las tropas del Príncipe Echorion, y hemos sido invitados a usarlas, tienes plena libertad de llevarlas si lo deseas, para todos los que ahora nos acompañan es un gran honor - se preguntaba si el montaraz tenía alguna idea de cuan importante era esa insignia para los que estaban allí, incluido él. 

Tomó otra de las insignias en su mano y la miró fijo, luego dio unos pasos hacia el Capitán.

El joven que había hablado antes de Bakar dio un paso al frente y se acercó al jinete que seguía con las manos en alto. Llevaba una sobrevesta amarilla y marrón, sin más identificativos. Aunque iba andando, estaba claro que era jinete. Tal vez un escudero.

-Mi nombre es Cathael, dijo y observó con atención al dúnadan. -No sé de qué orcos me habláis, ni tampoco somos hombres de Sil Auressë. Vimos arder una granja desde lejos anoche, y hemos seguido a nuestro líder hasta aquí. De camino vimos otro fuego, ya de día, en la dirección de donde venís vos.

Su tono era serio mientras indicaba las ubicaciones de las dos granjas arrasadas separadas por muchas millas. -¿Orcos?... se dijo ensimismado, y miró a Bakar al otro lado del hombre que habían capturado.

-

-Si él viene desde el sur, no puede haber quemado la granja al norte, le dijo Bakar a Cathael tratando de tranquilizar al impetuoso joven. -Te tomo la palabra. Puedes bajarte las manos, y darnos tu nombre y contarnos qué está sucediendo. Nuestro capitán no tardará en llegar, iba delante de nosotros hacia la granja allí.

La mano de Bakar apuntaba en dirección a la hilera de humo que subía por detrás de las colinas al norte.

Agnor y Caldrim tomaron rumba sudeste para buscar al resto de los compañeros del Jinete de Acero. El veterano guerrero manejaba su caballo con soltura en las rocas resbaladizas y además se notaba que conocía la zona.

-Me crié no muy lejos de aquí, le dijo a Agnor.

Pronto vieron a dos hombres en la distancia sujetando las riendas de cinco caballos. Estaban cerca de un risco de gran tamaño, y cuando le vieron a Caldrim le hicieron unas señales para indicar que el resto estaban al otro lado de la roca, fuera de la vista de momento.

-Aquellos dos son gente de aquí, se unieron a nosotros en la posada. Los han dejado cuidando a los caballos. Creo que mis hombres se han encontrado con alguno de los tuyos, Agnor.

Maniobró su caballo hacia su derecha para abrirse y tener mejor visión desde la posición elevada hacia la zona entre las rocas donde esperaba ver a sus hombres. -Esperemos que nadia haya desenfundado la espada...

El montaraz se tranquilizó al ver como el hombre más veterano tranquilizaba a su compañero y parecía más dispuesto a parlamentar, así que bajando las manos y mirando a éste, le respondió en tono serio:

-Soy Tarbrand, hijo de Tormund, y como bien habéis deducido, sirvo a Echorion; la granja del sur la quemamos nosotros, pero por la simple razón de que habían orcos con sus malvadas monturas apostadas allí; fue una batalla dura pero conseguimos la victoria, además cuando llegamos la granja ya había sido quemada con anterioridad, seguramente debido a los propios orcos; en cuanto a la granja de más al norte, tenemos pruebas de que es posible que esté ocupada también por servidores de Melkor, así que si vuestro capitán va hacia allá puede que corra peligro... -dijo mirando fijamente al hombre esperando que eso le impulsara a actuar- en cuanto a mi, si no doy señales a mi patrulla de que estoy sano y salvo, vendrán todos hacia aquí dispuestos a acabar con quien sea, pues esperábamos que hubiera orcos en las inmediaciones, así que permitidme preguntaros quiénes sois y avisar a mi superior para evitar un enfrentamiento en caso de que deseéis cooperar con nosotros; yo por mi parte no puedo revelar más información, si deseáis saber más debéis preguntarle a él... -dijo finalmente cerrándose en banda a la hora de compartir más información, pues ya había hablado bastante, ahora les tocaba a ellos declararse como amigos o enemigos...

– Confío en que todo vaya bien -comentó, mientras manejaba a Atreo con soltura. Hubiera sido mal comienzo un desencuentro entre los de Melechtor y aquellos mercenarios. Era momento de unir, no de enfrentarse. Cada hombre contaría en la batalla que se avecinaba, y ganarse a esos mercenarios podría ser imprescindible.

Asentí a las palabras de Theon y me acerqué al Capitan.

Estaré dispuesto cuando lo ordene. Dije sin más.

Sabia lo que se esperaba de mi y aunque no estaba tan confiado de mis habilidades como Theon, no me preocupaba.
El sol brillaba en lo alto y el viento acariciaba nuestros cabellos limpiando nuestros rostros y llenando nuestros pulmones de vitalidad. Después de la oscura y cenicienta granja de Huargos, aquel resultaba un paisaje inmejorable.

Me encontraba, eufórico, pletórico de energías. Era una buena tarde para luchar.

No le dí demasiada importancia al asunto de por donde deberíamos abordar la colína. Asumí que la mejor manera seria afrontar su ascenso de frente, desde la base opuesta al humo que se divisaba desde nuestra posición.

En cualquier caso, Hasgon me rectificaría si mi idea era equivocada, asi que no le dí más vueltas al asunto.

Alargué la mano para recibir la insignia que Theon me ofrecía.
Aquel tipo de distintivos no significaban nada para mi. Pero no hice ninguna réplica. Sencillamente asentí y la guardé en uno de mis bolsillos.

Mi compromiso era para conmigo y mis compañeros. No la usaría si no resultaba necesaria para cumplir ese propósito.

-Somos Jinetes de…, comenzó Cathael pero fue interrumpido por Bakar quien parecía superarle en rango. Desde luego era más veterano.

-Somos soldados al servicio de los Señores del Ángulo, en la frontera de Rhudaur. Aunque en estos momentos estamos de permiso por estas tierras que nos vieron nacer y que ahora se han convertido en un campo de batalla constante.

Su gesto era más amable y enfundó su arma como señal inequívoca de buena voluntad. –Te agradezco las nuevas sobre los orcos, Tarbrand hijo de Tormund. Cuando se trata de orcos, siempre estaremos en el mismo bando. Igual que en las guerras de los Señores Aliados, donde entre muchos otros hice un juramento que no dejaré de cumplir mientras quede un hálito de vida en mí.

Escudriñaba de nuevo hacia el norte, pero varios riscos le tapaban la visión. –Cathael, asómate allí. Mira si tus ojos ven mejor que los míos. Tu padre debe estar regresando ya.

Sus fuertes manos mecían su poblada barba, y luego se resacó la calva. –Hacía ya tiempo que los orcos no subían tan al norte desde Minhiriath. No desde las guerras de Hazvadôk. Pero los trasgos son como la mala hierba…

Agnor siguió a Caldrim y el veterano guerrero hizo un gesto de aprobación cuando le vio manejar su caballo Viento en ese terreno. Pronto vieron a cuatro hombres a lo lejos en un hondo entre varios riscos de cierto tamaño. Había uno en el centro, con las manos en alto, rodeado por los otros tres que iban armados. Agnor reconoció al instante la alargada figura y la capa de su amigo Tarbrand. En ese momento, se vio cómo el dúnadan bajó con cuidado los brazos y cómo uno de los que le habían tendido la emboscada guardó su espada. A continuación intercambiaron algunas palabras.

-Me imagino que es alguien de tu unidad, dijo y se detuvo para contemplar la situación. –Aquel, señaló al hombre corpulento y barbudo que acababa de enfundar su espada y ahora hablaba con Tarbrand, -es Bakar. Hemos luchado en muchas contiendas juntos. El otro es mi hijo, Cathael. Es un novato en el flanco Diestro.

Agnor observó al joven que guardaba sin duda un parecido con Caldrim.

Además de la sobrevesta y la lanza, llamaba la atención una armadura asimétrica que ofrecía mayor protección de su costado derecho. Agnor había visto a contingentes de los dúnedain luchar así, con roles muy definidos hasta el punto de tener las armaduras preparadas para una tarea específica. En caso del joven Cathael, esa tarea era cargar en el flanco derecho. Mientras tanto, los jinetes de la caballería pesada como Caldrim y Bakar ocupaban el centro de la formación.

Los norteños preferían ser más versátiles, y en general no era habitual ver jinetes con ese nivel de disciplina y adiestramiento.

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Las llamas de los establos se estaban extinguiendo, había en el aire un aroma a carne quemada que se mezclaba con el nauseabundo hedor de la sangre orca que estaba impregnada por doquier. Todos estaban preparándose para partir hacia el Paso de la Loma, de acuerdo a las indicaciones de Capitán Melechtor. Theon le había dado una mirada más a los mapas sobre la mesa y terminaba de repasar las tres cartas que acababa de escribir. Luego tomó el sello que llevaba consigo, y lacró cada una de ellas con su firma. No usaba su símbolo de nobleza desde hacía tiempo, y no era algo que usara a la vista de otros, menos en una misión como esa, pero el Lobo que las llevaría a su destino era un hombre de fiar, el propio Theon había arriesgado su vida por él y los suyos, ahora sería su turno de arriesgarse por los hijos de Cardolán.

Abel entró a la sala, Menegor y Egnadán lo acompañaron hasta la entrada dudando de acercarse. Aaren observaba desde el otro lado de la sala. Theon les hizo señas que entrasen, pero era al veterano a quién miraba al hablar - Me alegro que hayamos llegado hasta aquí con vida, hemos tenido un duro combate y una importante victoria sobre estas bestias. Salieron de Arthedain para ayudar a sus pueblos hermanos, y eso han hecho, los felicito, hacen falta mas hermanos como ustedes para que Cardolan pueda defenderse de los males externos que lo acechan, la sangre de verdaderos lobos corre por sus venas - los males internos son aún peores, pero en eso nada pueden hacer

-Voy a pedirles a los tres que se comprometan una vez mas con nuestra causa. Nuestro Comandante nos pidió información y la tenemos, debe recibirla cuanto antes. Debe preparar las defensas del vado, porque puede que estas fuerzas se dirijan para allá, y le solicitaré que nos brinde ayuda, para ello tengo un mensaje para él que les pido se lo entreguen en mano y en privado - Theon extendió dos cartas lacradas con una leyenda en adunaico en su exterior - Es una gran responsabilidad la que les estoy dando, sé que están heridos y solo puedo darles el caballo de carga que nos dio Minastir en el Vado, no es suficiente ni es veloz, aún así debo pedirles que entreguen esto lo mas pronto que puedan y que no caiga en manos enemigas por ningún motivo-

Tras esto Theon abrazó con fuerza a cada uno de los tres. -Ha sido un placer servir con hermanos como ustedes, son un ejemplo viviente de que podemos ayudarnos, de que somos familia. Cuidense, y que nuestros pasos vuelvan a cruzarse - Sus ojos se enrojecieron, había compartido mucho con ellos, eran su equipo y ahora se separaban, tal vez para siempre. 

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