Partida Rol por web

-¡El mal de esta tierra es ese orgullo!, espetó Bakar y maniobró su caballo hasta ponerse junto a Theon. –Cabalgamos juntos a la batalla. Y no a cualquier batalla, amigos. A una de la que cantarán canciones. Cathael, tú eres joven aún. Muchos de los que veo aquí lo son. No estuvisteis en Quiel, ni en las otras grandes contiendas de años atrás, dijo recordando uno de los momentos decisivos de la larga campaña contra el Señor de la Guerra. -Pero yo sí estuve, y Caldrim también. Con pocos jinetes logramos romper las líneas enemigas, abriendo la brecha que finalmente acabó con sus defensas. Y fue gracias a que todos seguimos el plan de Daeros, sin dudar. Sin anteponer nuestro propio orgullo. Señores de Cardolan, hijos y sobrinos de grandes príncipes. Todos aceptaron que en el fragor de la batalla no hay cabida para comentarios como ese. Lo entendieron hombres más nobles que tú y yo, y nos toca hacer lo mismo.

Miró a su compañero Caldrim, quien asintió en silencio. Bakar no quería entrometerse entre un padre y su hijo, pero al mismo tiempo necesitaba dejar clara su postura. –Theon Vilarion, ten mi mano…

Estrechó su mano por encima de la capizana¹ de su caballo. –Será un honor seguirte.

-Me temo que llegaremos al Paso cuando el enemigo ya está allí. Parece lo más probable, comentó Melechtor mientras pasaban de largo la granja calcinada. Les quedaban unas horas de viaje, pero no más. Estaba claro que el capitán había estado pensando en opciones para el ataque.

-Lo que queremos hacer es…

Continuación explicó su plan. Un grupo numeroso llamado “frente” que cargaría contra el grueso del enemigo. Justo detrás, un grupo más pequeño (la “retaguardia”) se separa del resto y hace una maniobra envolvente.

-Previamente habrémos enviado a dos exploradores. Lo que queremos hacer requiere cierta coordinación. La carga debe llamar la atención de los orcos lo suficiente como para que el grupo de la retaguardia pueda hacer la maniobra. Su objetivo es el de separar a los orcos de la boca del desfiladero. No queremos empujarlos hasta el desfiladero, ya que queremos tener abierto el Paso para unirnos a la defensa de Sil Auressë al otro lado.

Miró a Tarbrand y a Agnor. –Se trata posibilemente de ir a galope por un pasillo estrecho entre la pared de roca y los orcos. Necesito a mis mejores hombres para eso, y sin duda los mejores sóis vosotros dos. Así se lo hecho saber también a Theon, quien ha aportado una parte del plan. Aaren y Hasgon harán de exploradores. Además de vosotros, cuento con Aelloth para que vaya con vosotros, y pensaré en alguno más. ¿Qué me decís?

Al escuchar el plan de su superior, el dúnedain asintió en gesto de conformidad y entendimiento, sintiéndose bastante alagado ante el trato de favor y los cumplidos de Melechtor, por ello, en tono formal le respondió:

-Me honra seros de tal valor mi capitán, por mi parte estoy más que dispuesto para realizar dicho ataque; por lo que entiendo, nuestra compañía encargada de realizar el rodeo deberá moverse sin ser vista hasta el momento crucial, por lo que lo más recomendable es que seamos una caballería ligera ¿cierto? -le preguntó para tener clara las prioridades, y acto seguido añadir- por otro lado, ¿no sería mejor enviar dos compañías a rodear? una por cada flanco, así si una no llega a tiempo o encuentra demasiada resistencia, quizás la otra si pueda conseguirlo; además, teniendo en cuenta de que la intención de la carga no es hacer que se retiren, quizás sea mejor no poner a muchos hombres montados en dicha maniobra, pues el excesivo empuje de las monturas quizás repercuta en nuestra contra... -concluyó finalmente exponiéndole a su superior su propio consejo con la única intención de ayudar en todo lo posible.

Sus ojos seguían clavados en los de Caldrim, el tiempo pareció detenerse y para Theon solo existía el aliento de aquél hombre en ese momento. Cuando el líder asintió comprendió que lo había logrado, que al igual que los lobos se habían unido a él, ahora lo estaban haciendo los jinetes de acero, por convicción, y para Theon no había mejor base para un equipo que esa.

El escudero aceptó molesto, pero sería leal a lo que su padre le dijera, y el hombre de barba tuvo un gesto que dejó al noble sin palabras. Estrechó con firmeza la mano de Bakar, y al hacerlo lo estaba haciendo también con todos - Honor es luchar por una causa justa en compañía de hombres libres que deciden jugarse la vida en ello, así me siento junto a ustedes. Agradezco su decisión y su apoyo-  Hubiera querido decir más, apenas podía creer lo que estaba sucediendo, pero su voz no le respondió. Theon solo hablaba cuando era necesario, sino prefería mantenerse en silencio y esta no fue una excepción. Valoraba enormemente la fidelidad de Aaren, la entrega de Abel y sus cachorros, y el apoyo de Caldrim, Bakar y los otros, pero aún así debía concentrarse en lo que estaba por venir porque ahora la vida de todos ellos estaba sobre sus hombros.

Buscó con la mirada a Aaren, necesitaba a su amigo cerca, aún en el silencio era un soporte para él. A su lado estaba Aelloth, se preguntó si lo que acababa de suceder llegaría a oídos del Capitán y a los de Echorión, pero en realidad sabía que así sería. Luego caminó hacia su montura, tomó las riendas y subió sobre ella. Acarició el lomo del caballo, ese compañero estaría con él en los sangrientos momentos que se avecinaban, y ambos compartirían el mismo destino, sea cual fuese.

Las palabras de Theon calaron hondo en los jinetes de la Cruaidh Maraich aun cuando su líder, el que se hacia llamar Caldrim no parecía muy por la labor tan solo unos minutos antes.
No podía ser de otro modo, en verdad, Theon, tenia cierto duende, la habilidad innata de atraer a su alrededor a aquellos que podían servir a sus intereses...y aquellos soldados, estaban deseando que alguien les proporcionase una excusa para aceptar, algo que Theon supo ver y usar a su favor con astucia.

Era aquella una virtud nada desdeñable en los tiempos que corrían y muy poco valorada en ocasiones.
Así había ocurrido con los lobos y en cierta medida, también conmigo.
Era cierto que lo consideraba un amigo, cuando solo una vez me había permitido el lujo de nombrar asi a alguien.
Pero no se me escapaba que en cierto modo, yo estaba allí por la misma razón que el resto, mi espada era una herramienta que el podía usar para lograr sus fines. No era que aquello me importase realmente. Todos incluido yo, disponíamos de razones personales para participar de aquella contienda...y pensándolo bien, quizás las mías no fueran las mas altruistas de todas cuantas allí se reunían...muchos y variados eran los altos ideales que movían a aquellas gentes, equivocados o no..y aunque otras mas mundanos se podían vislumbrar tras la palabrería que enmascaraba la lucha de poderes que se dirimía en cada discusión, las mías eran básicamente razones egoístas, ligadas a mi propia supervivencia. Encontrar aquella parte de mi sangre que había perdido, mi propia naturaleza; proteger a aquellos que eran importantes para mi y librar al mundo de la oscuridad...una oscuridad que temía por sobre todas las cosas, salvo quizás el confinamiento y la soledad.

Cuando Theon terminó de hablar, espoleé levemente a mi caballo para situarme a su lado. no tenia gran cosa que aportar, pero entendía que su liderazgo se vería mas fuerte con mi presencia apoyando sus palabras.

Asentí y en un intentó por mostrar la buena voluntad del grupo, me dirigí al Joven Cathael, atajando sus palabras con premura.

Cita:

Cabalga pues a mi lado...si a tu señor le parece bien..._ añadí mirando a los ojos a Caldrim e inclinando la cabeza en una ligera reverencia en señal de respeto_ ...pues yo no porto ribete alguno..._continué enseñandole la punta del mismo que guardaba en uno de mis bolsillos_ ...y no me gusta dar ordenes... ni recibirlas...aunque si atiendo agradecido los buenos consejos...o los que vienen vienen cargados con buenas intenciones.

y tras ese breve pero sincero ofrecimiento, me dejé caer unos metros, para que Theon pudiese guiar la conversación de nuevo.

Una vez más volverían a estar en la vanguardia, en una misión dificultosa y arriesgada. Melechtor confiaba en ellos, o los consideraba prescindibles, una de las dos cosas. Para Agnor, era una oportunidad más de demostrar su valía, pero sobre todo era la oportunidad de hacer algo para lo que prefería encargarse personalmente y no confiarlo a otras manos. La defensa de Sil Auressë le atañía directamente. Por honor y por compromiso personal. Ese pueblo, su hogar en los últimos tiempos, no debía caer.

La respuesta del norteño fue, simplemente, asentir y ajustarse los guantes. Estaba listo para esa misión. Solo quedaba por ver qué información traía la avanzadilla. Según fueran las circunstancias, ya se adaptaría el plan. Pero sí, la idea de bloquear el paso con un galope desesperado flanquando al enemigo le parecía la mejor de las opciones. Un batallón de orcos defendiendo la estrechez del camino y facilitando el paso del enemigo al otro lado era lo último que necesitaban.

Se habían puesto en marcha, Melechtor avanzaba en el grupo mas numeroso en el centro, mientras que el de Theon lo hacía por la columna derecha. Iba encabezando el grupo junto a Aelloth y Caldrim, seguido a unos metros por Bakar, Cathael y Aaren, y detrás el resto de los recién llegados. Este nuevo brazo podía hacer que un ataque desesperado se transformase en una reñida victoria, lograrlo ocupaba la mente del dúnedain.

- Caldrim, con el Capitán acordamos una serie de acciones que quiero que conozcas. Es crucial evitar que los orcos tomen el paso y para ello la clave está en un ataque por la retaguardia de su grupo que será hecho por un número reducido de jinetes veloces comandados por Agnor. Para mejorar la efectividad del ataque, Aaren trepara una de las elevaciones del paso y desde la altura evaluará el terreno y el posicionamiento del enemigo, y desde allí enviará la señal al grupo de Agnor para atacar indicándoles el momento mas oportuno y a la vez el lugar mas débil para romper sus filas. Será acompañado por un excelente arquero que ya peleo a nuestro lado, podríamos si quieres sumar a uno de los tuyos para que lo acompañe - Theon en realidad le estaba dando la posibilidad al caballero de que protegiese la vida de su hijo, el cual parecía entenderse con Aaren y sería difícil de disciplinar en el frente. Para Theon un soldado indisciplinado era una muerte segura en la batalla, y prefería evitarla - Enviará también otra señal al grupo que está en el frente el cual estará liderado por Melechtor para avanzar. Un ataque frontal, visible y cargando a velocidad, atraerá la atención de los orcos, permitiendo que la retaguardia sea tomada con mayor seguridad. Una vez asegurado el paso por nuestras fuerzas, no será difícil obtener una victoria. Pero seamos sinceros, la pelea en el frente llevará muchas bajas, y acordé con el Capitán que allí estaría yo también, por otro lado si algo falla en los grupos de Aaren y Agnor, habremos perdido toda chance de tomar el paso. Ese es el plan hasta el momento, aunque puede que Melechtor decida algún cambio. Que os parece? - confiaba en la opinión de aquel guerrero, no como estratega sino porque la experiencia de los combates hacía ver cosas que la teoría no permitía ver.

- Has visto al grupo de orcos que perseguimos, que mas puedes contarnos? Cuan numerosos son? Cuantos huargos llevan? Que tan fuertes y organizados te han parecido? Lo que puedas decirnos será de ayuda - sus palabras iban dirigidas a Caldrim, pero claramente podían escucharlas las dos primeras filas de la columna en la que avanzaban, él hablaba en voz alta como para que así sucediese.

-Ligeros y veloces, así es, le confirmó el capitán a Tarbrand. –El puño será la carga de la unidad principal, y vosotros seréis el cuchillo.

La idea de flanquear por ambos lados la había descartado. –Me gustaría poder hacerlo, pero somos escasos en número, y el terreno no nos favorece tampoco para semejante maniobra. Según explicó Aelloth, el viento tiende a levantar el polvo y la arena desde la cuesta oriental que es de donde váis a cargar. Eso puede ayudaros a sembrar la confusión en las filas enemigas. En cuanto al número, estoy de acuerdo en que debéis ser pocos.

La unidad tomó rumbo norte, dividida en tres columnas. Pasaron de largo los restos de la granja arrasada, aún humeante. El sol brillaba en lo alto, y todos eran conscientes de que en cuestión de horas darían caza al contingente de los orcos. Los caballos corrían a ritmo constante, y aunque los orcos se apresuraban en llegar lo antes posible a Sil Auressë, la distancia se reducía de forma inevitable.

Melechtor llevó cuidado en no aligerar el paso en exceso. Un caballo cansado no podía cargar con la fuerza necesaria. A medida que llegaban al camino marcado, las tres columnas se acercaban lo suficiente como para poder intercambiar opiniones los que dirigían las tres columnas.

-Seguiré las órdenes de mi padre, y de Bakar, contestó Cathael. Luego se relajó un poco, y añadió: -pero cabalgaré a tu lado. El extraño hombre que daba la impresión de ser amigo de Theon le llamaba la atención. No parecía atado a este cometido por ningún juramento ni promesa de pago.

Caldrim escuchó las explicaciones de Theon, y miró de reojo a su hijo Cathael que cabalgaba al lado de Aaren. –No llegué a ver esos orcos, Theon. Iba delante de los míos, y hallé la granja quemada. Hizo un gesto hacia las ruinas de la granja que dejaban atrás mientras avanzaban a paso ligero, sin cansar a los caballos ante la inminente carga, pero sin detenerse tampoco. Caldrim era de los pocos que contaba con dos monturas, lo que le permitía montar en otro animal para darle descanso a su caballo pesado de guerra.

-Creo que es un buen plan, contestó con sinceridad. -No he visto estos orcos, pero he visto orcos. Si se logra dar un primer golpe fuerte y contundente, se pueden desorganizar con facilidad. No creo que cuenten con muchos huargos, ya que les estamos alcanzando y creo que viajan en un grupo unido. Pero son organizados, añadió mirando las huellas. -¿Qué te parece, Bakar?

-¡Marchan en formación!, gritó Bakar. Su voz resonaba por encima del ruido de los cascos. –Muy disclipinados, y algo les empuja a llegar rápido al lugar, aunque sea de día.

Era difícil ver un ataque coordinado de orcos. Sucedía en momentos excepcionales, aunque tenían esa capacidad de organización cuando se trataba de la guerra.  

Los restos de la granja que los rodeaba apenas daban un indicio de lo que había sido previo al saqueo. El rastro de los orcos era reciente y no faltaba mucho para llegar al lugar previsto para el ataque, la duda era si llegarían a tiempo. Escuchó los comentarios de Caldrim y Bakar y asintió - En la cabaña estaban liderados por un Uruk, no me sorprendería que hubiese otros al mando de este grupo, son duros de vencer... pero sangran como todos - la memoria del duro combate contra aquél enemigo se le vino a la mente, algo que hubiese preferido no tener que repetir.

Se volteo para hablarle a su amigo - Aaren, va siendo tiempo de que busques a Hasgon y te prepares para la incursión planeada cuando Melechtor de la indicación, me temo que serás el primero en moverte - lo que había acordado con el Capitán era peligroso para el montaraz pero clave para asegurar la retaguardia y realizar un ataque coordinado, si alcanzaban la cima de esas rocas estarían mas seguros que los del campo de batalla pero hacerlo era una hazaña y no había en ese grupo alguien mejor preparado que Aaren para lograrlo. - Caldrim, me gustaría que uno de tus hombres los acompañe y los proteja en caso de que surjan complicaciones- dio una mirada al escudero que estaba al lado de su amigo - Cathael me parece el mas apropiado, si estas de acuerdo - miró hacia adelante sin forzar la respuesta de Caldrim, el chico haría lo que su padre le dijera y no hacía faltan mas palabras para que el caballero entendiese sus intenciones.

A medida que avanzaban las columnas se acercaban, pudo ver claramente al Capitán y a sus compañeros a su lado. Se quedó atento a las indicaciones que éste pudiera darle, la presencia de los Jinetes de Acero era algo que no habían considerado en el plan original y tal vez podría aprovechar esa columna para lograr algo desequilibrante.

El montaraz asintió a su capitán y a sus compañeros, para luego en tono serio decirles:

-Que Eru esté con nosotros, ya la suerte está echada, ahora sólo queda ver hacia qué lado... -dijo mientras miraba hacia el horizonte para luego seguir diciendo- por mi parte creo que deberíamos ir partiendo ya, debemos dar un buen rodeo para evitar que los orcos nos detecten antes de tiempo, aunque antes permitidme hacer algo -dijo para acto seguido sacar de su mochila un trozo de tela y cordel, cortando ambos en cuatro partes y envolviendo las pezuñas de su caballo con el mismo- los que nos acompañen en el flanqueo deberían hacer lo mismo, esto evitará que nos detecten por el ruido antes de tiempo -dijo mientras volvía a subirse a su montura un tanto satisfecho de su idea.

Cuando todos estuvieron listos, se despidió del grupo con su formal saludo militar y salió al galope para ganar algo de distancia con los mismos.

Distraído me hallaba, mirando al firmamento, cuando Theon me recomendó ir en busca de Hasgón.

El sol brillaba en lo alto y un agradable calor bañaba el frente de la columna.

Avanzábamos a buen ritmo, constantes pero sin forzar las monturas, Mellechtor era un hombre inteligente y sabía que alcanzar a la horda con una caballería extenuada no nos serviría de mucho.

A medida que el sol se desplazaba hacia el Oeste, empezó a preocuparme la posibilidad de no alcanzar al contingente Orco antes de la puesta del sol, pero el rastro que dejaban parecía claro, ya no nos demoraríamos mucho en darles caza.

Sin duda un enfrentamiento a la luz del día nos proporcionaría una importante ventaja física frente aquellas bestias nocturnas y lo que era casi más importante en nuestra situación, un extra de moral para afrontar la batalla.

Cuando me propusieron el encargo de coordinar el ataque de los jinetes desde lo alto de la loma, enseguida pensé en Tarbrand, el encapuchado que había luchado a mi lado en la Granja de Huargos. Sin duda aquel hombre estaba mucho más preparado que yo para hacerse uno con las sombras y ocultar su presencia. Sentí entonces, que quizás yo no fuese el mejor hombre para tan delicada incursión. Pero entonces, comprendí que a plena luz del día las sombras retrocedían y tal vez en aquellas condiciones, las habilidades del Duanadan no difiriesen mucho de las mías.

Si lográbamos alcanzar los peñascos sin mayores problemas gran parte de la misión estaría hecha y no había razones para suponer que no sería asi.
Los Orcos no nos esperaban y si el viento no cambiaba, podríamos ascender a la loma con el viento en contra, evitando asi que las finas narices de los Orcos pudiesen alertarlos de nuestra presencia.

Desde allí solo restaría dar la señal a la columna principal indicando la situación del enemigo y servir de apoyo hasta que el grueso de la horda descuidase la retaguardia. En ese instante, Agnor recibiría mis señas y su pequeña guarnicion cargaría aplastando al contingente Orco entre los dos frentes y el acantilado.

Entonces podríamos al fin unirnos a la batalla y poner fin a aquella aberrante procesión de sombras que amenazaba la libertad del pueblo libre de Sil Auresse.

tras esperar el visto bueno de Caldrim y Bakar, me giré hacia el joven Cathael y lo invité a acompañarme:

Vayamos, Hasgon nos espera y todavía restan cosas por discutir. Tu consejo será bienvenido; el destino de la contienda dependerá en gran medida del exito de nuestra misión, asi que no dudes en compartirlo.

y espoleando suavemente mi montura me adelanté de nuevo para ir en busca del discípulo de Melechtor.

La cabalgata iba al trote a su destino, cada vez más cerca. Casi se podía sentir el hedor del ejército enemigo. ¿Imaginación o realidad? Los orcos apestaban a suciedad y crueldad. Era el momento de limpiar esa mancha.

Pensó en que su misión era interceptar al ejército en lo que era su vanguardia. Era muy probable que en esa posición estuvieran algunos de los orcos más grandes y peligrosos del batallón. Quizá incluso su comandante. No pudo evitar recordar el último encuentro con esos monstruos, y cómo había estado a punto de morir en manos de un orcos gigantesco. Todavía se dolía de las magulladoras. ¿Se encontraría con alguno así, o incluso más poderoso, en la vanguardia? ¿Debería defender el paso en combate personal con él?

Se mordió el labio con la mirada perdida en la lejanía mientras cabalgaba sobre el fiel Atreo y pensó que, al fin y al cabo, tampoco sería un mal final. Ser uno de los que retuvo a un ejército de orcos y enfrentó a su comandante en un paso estrecho es digno de ser recordado.

Al final, pensó si sería capaz de retener sus ansias de gloria en vez de dejar atrás al enemigo y cabalgar hacia la defensa de SIl Auressë, la misión auténtica de todo aquello.

Apretó las riendas y azuzó al corcel, acelerando.

–¡Vamos, Atreo! ¡Vamos, hombres de Echorión!

La batalla se acercaba d forma inevitable. Si los orcos habían dejado exploradores o patrullas en la retaguardia, no los vieron. Simplemente avanzaban por la meseta cardolanii hacia el norte. Entonces vieron regresar a uno de los hombres de avanzadilla que había enviado Melechtor. Cuando le alcanzaron, ya todos pudieron ver lo que él había visto. En el horizonte del terreno algo ondulado, un gran fuego en lo alto de una meseta. Y una nube de polvo que distorsionaba la hilera de humo.

-¿Es una hoguera?, preguntó Aelloth rápidamente tirando de las riendas del caballo. El animal estaba nervioso cuando de repente habían parado. Aelloth vio que el soldado asintió, y acto seguido Melechtor reunió a un grupo reducido de hombres junto a él.

El capitán se bajó del caballo y sacó de la alforja sus grebas y su yelmo. Alzó la voz para avisar a los demás. –Último descanso, ¡preparaos! ¡Yelmos, escudos, hombreras! ¡Revisad las armas!

Les dejó libertad. Era consciente de que cada guerrero vivía de forma diferente y particular esos momentos previos. Unos buscaban la soledad, otros la camaradería de sus iguales. Muchos comproban sus armas una última vez. Algunos rezaban. Era importante darles a ellos ese momento a cada uno. No obstante, necesitaba coordinar con los hombres clave. O tal vez era la forma de Melechtor de afrontar una batalla decisiva.

-Theon, Agnor, Tarbrand, Aellloth, Caldrim, Aaren… Los miró uno a uno al pronunciar sus nombres mientras se ajustaba las placas y la malla a su peto. Eran su apoyo. Ellos a su vez informarían al resto. –Vamos a seguir con el plan. El fuego de la hoguera se ha encendido ahora. Por lo tanto sabemos dos cosas. Que los orcos ya han llegado hasta el Paso pero que no lo han tomado aún. Y que hay hombres de Sil Auressë allí. No serán muchos, pero pronto tendrán nuestra ayuda.

Asintió con la cabeza. Había que destacar lo positivo. Porque todos los presentes en la pequeña reunión eran conscientes de que cabalgaban a un enfrentamiento contra un enemigo muy superior en número. Una contienda de la que muchos no iban a regresar.

-Aaren y Hasgon irán delante, de avanzadilla. Hacia el noreste, según las indicaciones de Aelloth. Y allí buscaréis una posición elevada. Si hay posibilidad de contacto con los defensores de Sil Auressë, aprovechadla. Improvisad. Pero lo más importante es que debéis coordinar nuestros ataques. Sobre todo marcar la dirección para los del grupo de flanqueo.

Fue entonces cuando le confirmaron a Melechtor que Cathael hijo de Caldrim irá con Aaren y Hasgon.