Partida Rol por web

Ejército de Sil Auressë. Grupo de Theon (Theon)

Faelimir se mostraba agradecido por la confianza recibida. -Es un honor compartir el mando, le dijo. No eran palabras vacías, estaba realmente impresionado de la solvencia y de la astucia del joven oficial de Garan Gwalorn.

En la granja, mientras esperaban nuevas, se sentó con Theon a esperar.

Ahora que mencionas a Metraith, yo también estuve allí. Por ese entonces acompañaba a Lord Echorion, pero para cuando llegué la batalla ya estaba definida, así que no participé en el combate. Allí escuché por primera vez acerca de Khoradur, y de otros héroes que cambiaron la historia. Dime, quienes son esos otros dos que has mencionado, Ayla y Curudae?-

-Cierto, Lord Echorion llegó después de la batalla, recordó. Aquellos eventos se habían convertido en poco tiempo en leyenda en las tierras de Cardolan.

Como lo harán seguramente las Batallas del Eclipse, pensó.

-Así que llegastéis para el Consejo que se celebró después... Grandes señores. Lo mejor de Cardolan. Reunidos tal vez por última vez. Una victoria amarga, así la llaman ya muchos. Porque supuso el fin de las esperanzas de organizar los principados bajos el mando de Hir Pelendur.

Sonrió e hizo un gesto con la mano como obviando todo aquello. -Suena ahora tan lejano. ¿Quién iba a decir que yo, Faelimir, iba a vivir una guerra como ésta? ¿Escribir unas pocas frases de la historia de este reino perdido? Aunque dudo que nos mencionen, Theon Vilarion. Somos soldados y servimos a un señor o a una causa mayor. Como la Dama Aylarien. Ella estuvo en las murallas de Metraith, liderando las defensas. A su lado Thelran el montaraz. Y un guerrero bárbaro armado con un hacha de los enanos. Y otros muchos. Pero nunca hablé con ninguno de aquellos hombres de renombre. Tan solo con algunos a los que dirigían. Sus nombres se perderán en los años venideros. Khôradur tampoco suele hablar de aquella batalla, por razones obvias. Aunque lo que hizo fue extraordinario. Una proeza al alcance de los mejores. Con treinta hombres conquistó el palacio de Thalion. Hizo más daño con treinta corsarios que los centenares de efectivos de Hazvadok. En Metraith conocí a Belegund. Es quien coordina a los que buscan alistarse en alguna unidad de mercenarios. Sobrevivió a la batalla y sigue en Metraith hasta donde sé. Cuando pasaron Khoradur, Ayla y Curudae por allí con la caravana de camino a Sil Auressë, escuché su discurso y no dudé en aceptar.

Denelloth & Aaren

Caldrim maniobró su caballo hasta situarse al lado de Denelloth. El dúnadan decía ser un cazador, pero Caldrim veía que estaba acostumbrado a liderar unidades de hombres. Y conocía el terreno, de eso no había duda.

-Denelloth. La unidad que tenemos a nuestra izquierda la lidera un tal Theon Vilaryon. Es joven y audaz, pero astuto. Bakar y yo cabalgamos bajo su mando en la Batalla de la Loma, y con un puñado de hombres acabamos con el grupo de mando de aquella hueste. Digo eso para que lo tengas en cuenta. Seguro que se le ocurre algún plan una vez en Sil Auressë.

Luego miró las colinas y los árboles que les separaban. -Si lo crees conveniente, puedo enviar a Cathael con un mensaje. Si no, les veremos cuando nuestros caminos se unan.

La ruta de Theon seguía el curso del río, mientras la del grupo de jinetes iba por la meseta. Llegado a un punto, tenían incluso la opción de bajar hacia el sur y entrar desde allí a Sil Auressë.

-Una cosa más. En la Loma usamos banderas para comunicarnoos. Ellos conocen el significado, y llevamos algunas. Igual podemos adaptar el mensaje a lo que nos interesa para este cometido.

Aaren y Denelloth

La variopinta unidad de seis jinetes se encaminó hacia el Noreste.Denelloth escuchó a Caldrim asintiendo de vez en cuando, y lo miró fijamente. Parecía que el veterano soldado buscaba órdenes. El montaraz se encogió de hombros, mientras reflexionaba en voz alta:

-Supongo que nos encontraremos con la unidad del capitán Theon en el vado, pues es el único acceso al castillo, donde imagino que querrán llegar. Es buena idea enviar a alguien para advertirle de nuestra presencia y que nos dirigimos al mismo destino. Pero ten mucho cuidado, Cathael -dijo al joven. -Usemos también esas banderas de las que habláis, puede ser muy útil cuando estemos cerca.

-También será útil que me adelante, apenas a la distancia de un tiro de ballesta; no sabemos qué estará ocurriendo en la aldea, quizás demos allí con el enemigo -miró a Aaren, dándose cuenta de que estaba pensando en lo mismo. -En principio la rodearemos por el norte, dejándola a nuestra derecha. Tal vez Theon quiera refugiar a los habitantes de la aldea tras los muros del castillo, si no lo han hecho ya; tal vez hayan organizado una defensa en la aldea, algunos gremios no querían abandonarla. Les apoyaremos, y si hay huargos... Personalmente tengo que hacer todo lo posible por llegar al castillo cuanto antes -lo dijo como una especie de excusa, como eximiéndose de la responsabilidad de liderarlos y cada uno debiera tomar sus propias decisiones, o como si tuviera un cometido irrenunciable y cada uno debiera cargar con las cargas que había aceptado. -Si hay huargos, habrá que enfrentarlos, acabar con ellos en el vado o en la aldea, y abrir el camino a Theon; o esperarlo, si son demasiados o llegamos demasiado pronto.

Terminó con otro encogimiento de hombros, como si no encontrara más que decir. Antes de destacarse como ojeador hizo un amistoso gesto de despedida a Cathael y preguntó: -¿Es de esperar que lleguen más jinetes de vuestra unidad, que estén desperdigados por las cercanías? -Luego miró a sus nuevos compañeros uno por uno desde la sombra de la capucha y azuzó al caballo con suavidad para que se adelantase.

Aaren y Denelloth

Cathael acató la orden en silencio, y tomó el mensaje¹. -Nos veremos en Sil Auressë, dijo. El joven había sacado sus cuentas, y estimaba que no le iba a dar tiempo ir hasta la unidad de Theon y volver. Así que iba a seguir bajo el mando de Theon hacia Sil Auressë.

Espoleó su caballo y no tardó en desaparecer de la vista del resto del grupo. Además, su caballo no llevaba armadura. Resultaba curioso que el propio Cathael llevaba más protección en un lado de su cuerpo que en el otro. Al parecer, los Jinetes de Acero tenían muy definidos sus roles y su ubicación en la formación de ataque. De poco les iba a servir en la contienda por llegar, pues eran solo tres representantes de aquella unidad de mercenarios en Garan Gwalorn.

Aaren y Denelloth

-Es un buen muchacho, dijo Caldrim y en su voz se notaba el aprecio que sentía por su hijo. Aprecio, y preocupación. -Desde muy joven ha visto la guerra. Es casi lo único que ha vivido, y aquello me causa pesadumbre. No es un oficio que le hubiera deseado enseñar, pero es el único que conozco.

Recuperó su posición en la formación de cinco jinetes, y continuaron cabalgando hacia Sil Auressë.

Aaren y Denelloth

Los veteranos miembros de los Jinetes de Acero sugirieron fijar el código de banderas por escrito, y sus miradas fijas en Denelloth dejaban claro que esperaban que fuese él quien lo hiciera. Titubeó, pues aquel código le era totalmente ajeno y no le gustaba la idea de que la información pudiera caer en malas manos y perjudicarlos a todos, pero desechó la posibilidad sacudiendo la cabeza. Garrapateó rápidamente en un trozo de papel (por suerte llevaba siempre recado para escribir).

A Theon Vilaryon, Capitán. Una pequeña unidad de cinco jinetes de los que el correo puede daros más informaciones se dirige al vado entre la aldea y el castillo para encontraros allí y apoyar vuestro paso. Puede haber fuerzas enemigas en la aldea o el propio vado. Si hemos de luchar:

Blanco: problemas/abortar

Rojo: atacar

Azul: despejado/avanzar

Con aprecio,

D.

Se la mostró a los demás, por si quisieran corregir algo y se aseguró que no había banderas de otros colores antes de doblarla y entregársela al más joven de los jinetes. Mientras Cathael se alejaba, el montaraz respondió a Caldrim.

-Sí parece despierto y valeroso. No os apenéis por haberle enseñado este oficio; es el deber sagrado de un padre enseñar a su hijo una ocupación con la que ganarse la vida, y esta es una muy buena en estos atribulados tiempos.

Ejército de Sil Auressë. Grupo de Theon (Theon)

Theon escuchaba con atención cada palabra que decía Faelimir, mientras esperaban el regreso de los exploradores. Los hechos estaban relatados a su modo, uno completamente del que él había percibido desde su posición a un lado de Lord Echorion, pero que permitían darle otra perspectiva a todo el asunto de Metraith y la caída de del Señor de la Guerra. Había un vacío de poder en la agónica Cardolán, devastada por la plaga y bestias oscuras, y esa falta de rumbo dividía y condenaba a los dunedain, llevándolos a su extinción. Pero eso tres líderes parecían haber visto algo distinto, algo que daba una trascendencia diferente a esa aldea. Y el enemigo parecía haberlo entendido, pues enfocaba todas sus fuerzas en ese diminuto lugar, y así también lo había visto su amigo Echorion, pues había mandado a varios de sus allegados para proteger ese pequeño pueblo. Sil Auresse, que eres en realidad?.

- En ese caso debo felicitar a Belegund, fue él quien logró despertar al sargento que me acompaña! Es cierto que muchos nombres se perderán en la historia, pero que importa? Los que participamos en batallas sabemos que arriesgamos nuestras vidas por algo mayor, y cada uno de los que nos unimos para pelear por lo que consideramos justo somos importantes para alcanzar la victoria. No recordarán nuestros nombres pero si nuestros hechos, y eso nadie podrá arrebatarlo - tal vez olvidasen incluso la batalla, si, pero los frutos de la victoria quedarían y forjarían el futuro.

- Porqué es obvio que Khoradur no habla mucho de la batalla?* Su papel fue decisivo y sin duda es respetado por eso?- preguntó , temiendo la respuesta. Los corsarios umbarianos no eran precisamente una fuerza aliada para muchos pueblos libres, aunque ciertamente también lo intrigaba que hacía un navegante tan lejos de los mares - Porque no mencionaste antes a la dama Aylarien? Su apoyo desde las murallas del castillo podría ayudarnos en las defensas. - no la conocía pero si había logrado contener la invasión sobre Metraith, bien podía hacer lo mismo en el Castillo.

- Has nombrado también al montarás Thelran, acaso es uno de los montaraces de Arthedain? uno de los "lobos"?- preguntó con curiosidad. Aún recordaba la inspiración que generaba en la taberna de Fornost el Lobo legendario, podría estar relacionado con él? 

Ejército de Sil Auressë. Grupo de Theon (Theon)

Largo tiempo miró el sargento a Theon cuando éste le insistió con el tema de Khôradur y su participación en Metraith. –No sóis de Cardolan, comentó finalmente con una sonrisa que denotaba confianza. –Aquí estamos demasiado acostumbrados a que las lealtades de los hombres varían según estación y año, y para algunos según quién les paga. Pero el caso de Khoradur fue algo distinto. Llegó desde Umbar con el cometido de comandar las tropas de Dol Caladir. Me entristece pensar que uno de los principados más prósperos de Cardolan fue una de las fuerzas que atacaron en la ofensiva. También hizo daño Girithlin. Maniobrando a favor de Hazvadok,  eso dicen. De momento no ha tenido que rendir cuentas a nadie.

Faelimir miró un momento el ribete rojo que portaba Theon. El símbolo de los “rojos fuegos de la venganza”. Luego siguió hablando:

-Así que Khôradur acabó luchando, creo que a su pesar, en el bando de los orcos y de los huargos que atacaron Metraith.

Todo eso había sucedido hacía tan solo un año. No obstante, para Faelimir pareció ya lejano, como parte de una antigua leyenda.

-Después de la Batalla de Metraith, en Cardolan la sensación de abandono y de ruina era mayor que nunca antes. Los grandes príncipes que habían muerto o abandonado estas tierras. Pelendur, Hallas, Finduilas… No quedaba nadie para guiar al reino fragmentado. El regreso del Príncipe Desterrado no hacía más que presagiar una nueva guerra interna. Así lo recuerdo yo.

Faelimir trataba de organizar sus ideas. –No sé cómo lo hicieron, pero se dice que la Dama Aylarien y Khôradur participaron para lograr la paz que llegó después. La Dama Finduilas se marchó sin luchar contra Echorion, quien fue nombrado Protector de las Tierras de Metraith. Y en ese momento, la Dama Aylarien reunió a Curudae y a Khôradur, su Senescal y su Lugarteniente, para fundar Sil Auressë. Fue el momento justo, a mi modo de ver. Con Sil Auressë, nació una nueva esperanza. Pero la paz duró poco, y cuando llegó esta guerra la Dama Aylarien ya se había marchado. Con frecuencia se ausenta del castillo por motivos que desvela solo a sus más allegados. Antes de desaparecer, trajo a la Dama Finduilas del exilio, entre otros. Seguro que eso no le sentó nada bien a Lord Echorion...

Entonces Faelimir se calló. No quería ofender a Theon con palabras inapropiadas. –No entiendo de política, solo escucho a mi tío Parthil cuando habla con los otros veteranos. Ellos han vivido más guerras que nosotros. Y como me decía Parthil, en esta contienda no estarán ni la Dama Ayla ni Thelran el Montaraz, por desgracia.

Thelran,¿ acaso es uno de los montaraces de Arthedain? ¿uno de los "lobos"?

-¿Thelran? Su nombre es conocido en todo Cardolan, aunque poco se sabe de él en realidad. Llegó de Arthedain, eso sí. Luchó en varias guerras y fue nombrado Caballero de Balost, un título que portaba con honor. No sé a qué te refieres con “lobos”, pero mi amigo Eliver me contó que le vio aparecer a Thelran en Sil Auressë un día temprano cuando estaba haciendo guardia. Y con él iba un lobo de pelaje blanco. No nos vendría nada mal alguien como Thelran ahora, desde luego. Fue él quien mató al Señor de la Guerra, y entregó su cabeza a Hallas Dol Tinare. Mi tío estuvo allí. Yo aún era un joven miliciano que apenas podía cargar una ballesta. Me contó que estuvieron hablando el príncipe Hallas y Thelran a solas durante un largo tiempo. Ya agonizaba el  anciano, pero era sin duda algo importante. Pero Thelran se fue, rechazando lo que sea que fuera lo que le dijo Hallas. Y poco después, el anciano Hir murió.

Faelimir suspiró, y se despidió de Theon no sin antes decir una última cosa. -¿Recordáis el caudillo de los orcos que atacaron? ¿Aquel anciano cojo? Pues antes de comenzar la batalla, convocó a Khôradur a parlamentar. Le llamó por su sobrenombre de antes, creo.“Corsario”.  Era como si le conociera. Y allí fueron. Khoradur, Walec, Barendil y el escudero Bergil.

Hizo un gesto con la cabeza hacia el joven que no se separaba de su señor en ningún momento.

-Habla con él, Theon. Seguro que os puede decir lo que allí sucedió. Y dile que pronto llegaremos al castillo, para que puedan cuidar de las heridas del Hirgon.

Tarbrand & Arthondir:

El montaraz sonrió contento de ver el compromiso de Arthondir con Lord Echorion, sin duda alguien que actúa así es sin duda respetable. Por ello, un tanto más animado y viendo que el nuevo acompañante parecía preocupado le dijo:

-Maese Arthondir, si no es indiscreción, os veo preocupado, ¿hay algo que perturbe vuestra mente? a parte de los dos enormes ejércitos orcos que se dirigen hacia Sil Auressë y que nos cuadriplican en número como mínimo, claro... -dijo con una media sonrisa y añadiendo una pequeña nota humorística como siempre le gustaba hacer incluso en las peores situaciones.

Su instinto le decía que tenía que ver con esos defensores que mencionaba, pero necesitaba más información para poder ayudar si le era posible.

*Flashback*

Una la paramos en el Paso de la Loma, y la otra fue el comandante Khoradur al oeste de Sil Auressë. También destruimos las máquinas de asedio antes de llegar a la Loma.

A Tarbrand le pareció un resumen bastante humilde para todo lo que habían hecho, desde matar trolls, liberar prisioneros, matar a bastantes líderes orcos e incluso salvar la vida por los pelos al mismísimo lugarteniente, hecho que no se iba a evitar narrar, por lo que añadió:

-Así es señor -dijo en cuanto a si Sil Auresse permanecía transitable aún- aunque como bien dice Ginawr hay huargos rondando cerca de la misma; en cuanto a nuestras nuevas, la verdad es que llevamos bastante sin saber lo que es un respiro, hasta hace nada hemos estado luchado contra el ejército principal de los orcos, cuyo líder estuvo a punto de degollar al mismísimo Lord Khoradur, hecho que evite por los pelos, y que vengué de forma contundente, matando al líder enemigo; sin embargo el líder de Sil Auresë acabó muy mal, lo curé de la mejor forma posible, pero sigue en estado comatoso, aunque conseguimos salvar a los defensores de una derrota asegurada, ahora se retiran de forma ordenada hacia la ciudad, esperando recibir más refuerzos y un merecido descanso antes de acabar de una vez por todas con esas inmundas criaturas... -concluyó aclarando mejor la situación a aquel hombre. 

Ejército de Sil Auressë. Grupo de Theon (Milzarak, Theon. Bergil)

El sonido de caballos llegando por el camino desde Sil Auressë aletró el campamento. Lejos de frenar su carrera al llegar, los jinetes fueron directos al centro de la unidad que estaba preparada para partir en cuanto tuvieran nuevas desde la aldea.

Eran dos caballos, y tres hombres. Agnor fue el primero en bajar, y desde la otra montura bajaron Girion y Sudwyll, quien regresaba antes de lo previsto, y acompañado de jinetes y con información en aquel nuevo día que iba ser sin duda decisivo para el porvenir de Sil Auressë.

Tarbrand & Arthondir

Al escuchar las palabras de Tarbrand, en su mente Ginawr comenzó a hacerse una idea de lo que habían logrado. Con todo en contra, con tan solo un puñado de hombres valientes, habían obtenido una serie de victorias que tal vez iban a resultar decisivas en la guerra.

Estaban el umbral de convertirse en leyenda. En héroes de las canciones que se iban a cantar en años venideros junto al fuego en todas las posadas de Cardolan. Casi podía oler el pan recién hecho y saborear la fría cerveza. No obstante, sacó aquellas elucubraciones de su cabeza para centrarse en lo más inmediato. Acabar con los orcos que asediaban Sil Auressë, y salir con vida de todo esto.

Aaren y Denelloth

La unidad, ahora reducida a cinco efectivos, siguió su camino hacia Sil Auressë. El terreno subía poco a poco, y Denelloth les guió por las quebradas hasta llegar a la parte más llana de la meseta. En un punto la elevación donde se encontraban se hacía más estrecha, para luego extenderse hacia el sur.

Ante ellos se abría ahora el último tramo antes de su destino.

Aaren vio en el suelo señales de un grupo que había pasado cruzando la meseta en su punto más estrecho. Denelloth y los demás siguiendo cabalgando sin prestar atención, y detenerse ahora a leer huellas podía suponer una pérdida de tiempo de imprevisibles consecuencias.

Tarbrand & Arthondir

Demasiados compromisos maese Tarbrand, temo no poder cumplirlos todos... - se sinceró mientras cabalgaban - sin embargo todos pasan por llegar a Sil Auressë antes de que sea tarde, así que de nada sirve anticipar la tribulación.

Sin mediar más palabra fijó su vista en horizonte, dónde, tarde o temprano, habría de aparecer su destino dibujado.

Aaren y Denelloth

Avanzábamos a buen ritmo guiados por el cazador hacia la creciente claridad del nuevo día. Al principio me costó mantener el ritmo, pero no dije nada y me esforcé por que el resto no se percatasen de mi falta de habilidad. Todos mis compañeros de viaje eran Jinetes experimentados y se había hecho patente hasta que punto aquello marcaba la diferencia cuando era preciso forzar a las cabalgaduras.

A medida que la llanura se estrechaba, el ritmo se estabilizó y pude finalmente detener mi vista en algo mas que el horizonte de arena.

Allí donde la meseta se retorcía en su punto mas estrecho pude constatar algo en lo que quizás los demás no habían reparado.

¡¿Habéis visto eso?! dije finalmente sin levantar demasiado mi cabeza.
Nuestros cuerpos se balanceaban incesantes y nos veíamos obligados a combarnos sobre el cuello del animal a causa del galope. Aquella posición de velocidad, también nos ayudaba a evitar la arena que permanecía suspendida en el ambiente.

¡Alguien ha cruzado por aquí recientemente... Me veía obligado a alzar la voz para que mis compañeros pudiesen oírme...quizás sean Tarbrand y el resto de chicos! Aclaré, esperando que efectivamente hubiese sido así.

Detenernos a analizar mejor aquellas huellas supondría una perdida de tiempo que podría resultar fatal. Pero de no ser Tarabrand...nuestro destino se acercaba, estábamos ya muy próximos al final y debíamos mantenernos más despiertos que nunca. Si los Huargos habían pasado por allí antes podríamos tener problemas antes de lo que pensábamos.

Tarbrand & Arthondir

Por un breve momento, Tarbrand se quedó observando el horizonte en el sur. El camino que dejaron atrás seguía polvoriento, y el calor del verano creaba extrañas distorsiones en la lejanía. No obstante, fijó su vista...

Tarbrand & Arthondir

... y vio tres puntos negros moviéndose a gran velocidad hacia el sudeste, o más bien, hacia unas colinas cercanas al camino por donde habían pasado. Eran huargos, o lobos de gran tamaño. Bien conocía ya Tarbrand su forma de correr, y aunque se hallaban a más de una milla de distancia, no pudo evitar sentir un escalofrío y apretar con fuerza las riendas del caballo.

Los animales se alejaban de ellos, pero se acercaban al camino. Cualquiera que pasara por allí podía convertirse en presa de aquellos depredadores.

Aaren y Denelloth

Denelloth se detuvo cuando oyó a Aaren gritar, algo sobresaltado. Miró al suelo, buscando esas huellas que le habían pasado desapercibidas. Se encogió de hombros,* y se limitó a decir con un tono fatalista:

-Amigos o enemigos, poco importa ya. Estamos cerca.

Pero hizo un gesto al resto, un gesto de significado evidente. Tened los ojos bien abiertos. Y desenfundó la espada, pues no quería exponerse a un encuentro desagradable antes de lo previsto, como había insinuado Aaren.

Aaren & Denelloth

No hubo tiempo para estudiar en detalle aquellas huellas sin duda recientes. Cruzaban la ruta del grupo, tal vez hacia el río, tal vez hacia el camino. En cualquier caso, los cinco jinetes tenían claro que no iban a detenerse y menos retroceder para inspeccionarlas. No iban a permitir distracciones. No ahora, no tan cerca de Sil Auressë.

Vieron asomarse entre las ondulaciones de la meseta y los arbustos y pequeños árboles que la coronaban el fnal de la misma, y en la lejanía se dibujaba ya la silueta de la imponente torre de homenaje de Sil Auressë en lo alto de la colina. De los presentes, tan solo Denelloth había estado en su interior y saabía que la torre era poco más que un esqueleto, pues quedaba mucho trabajo aún para los obreros. Aún así, la torre se alzaba hacia e lcielo despejado en aquella mañana, desafiante e invicta. Un símbolo de fortaleza y de esperanza.

En lo alto de la torre, una extraña luz, como la de un faro, daba la bienvenida a los hérores que llegaban. La luz alternaba entre roja y blanca cada poco tiempo.

Antes de que pudieran acercarse más, un movimiento repentino de unos arbustos cercanos les alertó. De allí apareció un hombre con ropaje oscuro y capucha. Llevaba hojas y tierra por todas partes, como si hubiera estado arrastrándose por el suelo.

Aaren & Denelloth

-No os precipitéis ahora, dijo el hombre y mostró su cara por debajo de la capucha. Entonces los jinetes de Garan Gwalorn lo reconocieron, y a Denelloth también le sonaba haberle visto entre los últimos reclutas en llegar a Sil Auressë en la convocatoria de Khôradur. Era Belkazir, de origen corsario. Había luchado en la Batalla del Eclipse para salvar a Khôradur, y había partido con la unidad de Theon hacia la aldea.

-Las tropas de Theon deben estar llegando desde el otro lado hacia aldea, dijo indicando en dirección al camino. Al parecer, habían dado un rodeo a la meseta. Luego apuntó en el lado opuesto. -Me encontré con Cathael allí, cerca del río. Le avisé de la situación y se fue hasta la aldea pare entregar vuestro mensaje a Theon.