Partida Rol por web

Aaren y Denelloth

El tiempo parecía precipitarse bajo las herraduras de los caballos, y toda realidad parecía confluir en la torre del castillo. Al verla, Denelloth suspiró ruidosamente, como si llegara a un lugar al que no confiaba en volver tras un largo viaje.

Poco faltó para que el silencioso recién llegado no fuese recibido de forma violenta, tal fue la sorpresa con que cogió al montaraz. Su historia parecía explicar las huellas que había visto Aaren. Denelloth, demasiado tenso para ser amable, se limitó a asentir y a preguntar a bocajarro:

-Entonces, ¿la aldea está a salvo? ¿Qué hay del castillo? Temíamos encontrar una partida de jinetes de lobos en las cercanías. Si lo he entendido -ahora hablaba más bien para los demás jinetes -la compañía de Theon se dirige a la aldea. Encontrémonos con ellos allí, ¿qué os parece?

Aquello no implicaba desviar su camino, y prácticamente no esperó respuesta. En el último momento reparó de nuevo en el corsario que les había salido al paso.

-Gracias por las nuevas... Belkazir, ¿verdad? -el nombre surgió de repente en su cabeza, aunque apenas había visto a aquel hombre. -¿Vendrás con nosotros? Puedo ofrecerte la grupa de mi caballo, si lo deseas.

Quizás fuese demasiado peso el de aquellos dos robustos hombres, pero se sintió obligado a devolver de alguna forma la ayuda recibida. De todas formas, la aldea estaba ya muy cerca.

Aaren y Denelloth

Ante el aluvión de preguntas, Belkazir guardó silencio. Cuando le preguntó Denelloth si se subía a su caballo, el corsario negó con a cabeza y miró en dirección al castillo. -Hay huargos, espetó. -He contado tres manadas. Alrededor del castillo y cerca del vado. Y en los molinos hay pequeñas bandadas de murciélagos, atentos a cualquier movimiento. Será harto difícil sorprenderlos si se entra por esa zona. Por eso Theon y Faelimir optaron por ir por la otra ruta.

Miró a Denelloth, y vio en su rostro las ansias y la preocupación. Añadió entonces: -la aldea fue evacuada al parecer, aunque el portón está cerrado de dentro. Alguien debió de cerrarlo, claro está.

Por un momento, parecía que iba a añadir algo más. Pero no lo hizo.

Aaren y Denelloth

-Somos caballería, Denelloth. Nuestra fuerza es el campo abierto, la velocidad y la carga por sorpresa. Si nos metemos en la aldea, no sacaremos ningún beneficio a nuestras mejoras armas, comentó dándoles algunos golpes suaves al cuello de su caballo.

Aaren y Denelloth

Belkazir sacó un bosquejo que explicaba mejor las posiciones enemigas.

Además comentó que la forja de los enanos parecía estar activa, ya que salía humo de la chimenea. Algunos orcos rodeaban el edificio de forma permanente, mientras los otros se movían con frecuencia.

Aaren & Denelloth

-Estoy con Caldrim en esto. ¡Tomemos el vado!, exclamó el guerrero. Su voz era profunda y fuerte, y su dedo apuntaba en el plano a ese punto estratégico del camino que unía el castillo con la aldea. Estaba ansioso por hacer una carga desde el río hacia ese lugar. -¡Qué nos vean! ¡Qué los malditos murciélagos avisen a todos los orcos que hemos llegado! Somos cinco, pero no nos van a parar. Y mientras ellos solo nos ven a nosotros, Theon puede maniobrar desde la aldea. Carga con heridos, entre los cuales va Khoradur si no he entendido mal.

Tarbrand & Arthondir:

El montaraz asintió a su nuevo compañero y se dispuso pues a seguir cabalgando hacia la mítica ciudad de la que tanto tiempo había estado oyendo hablar.

No obstante, en uno de los momentos en los que fijó su vista en la letanía, exclamó alarmado a sus compañeros: 

-¡Allí! ¡cerca de las colinas! ¡hay tres huargos! -indicaba señalando hacia el sudeste, como si fuera obvio y sin comprender que era un punto de difícil visión- se alejan de nosotros pero se acercan al camino, ¿decíais que esperabais a algunos compañeros maese Arthondir? si es así, son un enemigo que podrán encontrarse en el camino -aclaró haciendo una suposición que seguramente no era muy descabellada- seguramente serán del grupo del paso, o de los mismos que sitiaban la ciudad, no obstante, si los atacamos nos alejaríamos ligeramente de nuestro objetivo, así pues dejo en tus manos la decisión -dijo mirando a Arthondir- ¿son esos huargos una amenaza seria para vuestros amigos? -concluyó esperando ver qué pensaba, pues el nuevo compañero le había hecho un gran favor ayudando a Ginawr, y era su legítimo deber ayudarle ahora si lo estimaba necesario...

Aaren y Denelloth

Pareció verdaderamente desolado cuando Belkazir confirmó la presencia de huargos. Llegar al castillo podía ser realmente imposible, y lo peor era que había partidas de orcos a este lado del río.

Por fin Bakar había hablado, y lo había hecho con entusiasmo. Denelloth no pudo dejar de asentir, enfático. -Theon hizo bien dando ese rodeo, o se hubiera visto detenido y atrapado entre dos frentes al intentar vadear el río. Que es lo que nos pasará a nosotros si intentamos llegar directamente. Además, parece que este grupo orco* está en nuestro camino -dijo, señalando en el plano de Belkazir la marca más cercana a la aldea. -Pero estoy de acuerdo contigo, Bakar. Que nos vean si es necesario, pero carguemos sobre esos orcos, pues seguramente Theon los enfrente por el otro lado. Y luego, al vado, o a la forja, según sea el plan del capitán Theon. Créeme, nadie más que yo tiene ganas de llegar al castillo cuanto antes; pero no nos precipitemos, como ha dicho nuestro amigo Belkazir -sonrió al umbareano. -Por cierto, olvidé preguntarte... ¿Conoces esa señal blanca y roja que procede del castillo?

Miró hacia la torre, a lo lejos, al norte, como calculando la distancia a la que se hallaban. -Cargaremos, Cladrim -dijo luego, -aunque no soy hábil luchando a caballo.** Confiaba en el curtido jinete no solamente para manejar las banderas, sino para dirigir el ataque. Y miraba a Aaren y a Ungail, pidiéndoles sin palabras su opinión. Aún añadió:

-Y parece que alguien queda en la aldea, pues alguien ha cerrado los portones...

Aaren y Denelloth

Sintió un gran alivio cuando vio la torre del homenaje del castillo de Sil Auressë, que contuvo como pudo. En las últimas horas había albergado funestos temores, y fugaces imágenes de la torre en llamas cruzaban sus ojos. Fue un duro golpe saberla rodeada, tan cerca pero tan inaccesible. Pensó intensamente en Sir. Imaginó con ansiedad la débil guarnición que por fuerza defendía el castillo.* Recordó también a Ayla, y en Khôradur. Y a Hugaew. Por un momento se le pasó por la cabeza ensayar algún plan desesperado para llamar a la rapaz y que le ayudase a llegar al castillo. Fantasías. No quedaba sino seguir hasta el final, embesir a aquellos orcos que tenían delante aunque aún no podían ver, y luego a los siguientes, y a los siguientes... Uno a uno hasta cruzar el vado, remontar la colina y entrar en el castillo.
 

Tarbrand & Arthondir:

La tribulación que Arthondir tanto ansiaba posponer se presentó ante él de una forma tremendamente violenta. Su camino se dividía en dos totalmente opuestos. Por un lado era posible que aun con ese pequeño desvío tuviera la oportunidad de alcanzar Sil Auressë a tiempo, por el otro estaría faltando a su palabra si no lo lograba. El rostro del hombre se mostraba fruncido hasta la extenuación, no era un guerrero desde luego, pero de ningún modo pretendía dejar a sus anteriores compañeros de viaje a su suerte, 

Poco a poco fue componiendo una solución en su mente, no era grato, cortés, ni educado, pero dada su escasa habilidad en combate y la premura de la situación no encontraba otra salida.

Estaría en deuda yo con vos si pudieran asistir al grupo que proviene del sur - dijo desde la más pura humildad - mis habilidades no son las de un guerrero como en vuestro caso, y sé que seré más útil llegando a Sil Auressë antes que el enemigo. 

Cierto pesar rondaba la cabeza del dúnadan - Lo cierto maese Tarbrand es que mi misión en una de rescate, por ello aunque mi deseo sea el de defender la ciudad puede que no llegue a cumplir con tal honor, he de salvaguardar el futuro de la aldea en caso de que la batalla finalice con el peor de los sinos. - dijo sincerándose con su nuevo aliado - Debo partir, pero no soportaría la carga de que alguno de mis compañeros muriera por no haber asistido en su ayuda, podrá cumplir vos ese cometido, ¿salvando así mi honor en ambos menesteres?

Arthondir era consciente de que le pedía mucho a un completo desconocido, pese a que ambos compartieran la misma causa. Por lo que el propio Tarbrand le había contado el grueso del ejército defensor habría alcanzado ya las proximidades de la aldea y eso significaba que la hueste orca no podía distar mucho de ellos. El corazón de Arthondir se partía en dos, mas era consciente de su deber principal, y debería cumplirlo a toda costa.

Tarbrand & Arthondir:

El dúnedain asintió de inmediato ante la petición del viajero, para sorpresa de este, era visible que no tenía mucho problema en jugarse su vida de esa forma, quizás porque tenía excesiva fe en sí mismo o quizás porque era ciertamente temerario, quien sabe. Así pues le respondió diciendo:

-Considéralo hecho amigo -indicó tomándose la licencia de llamarlo amigo- Ginawr y yo tenemos ya cierta experiencia con estas indeseables bestias, ¿verdad compañero? -decía a la vez que palmeaba la espalda de este y sonreía con complicidad- sólo os pido una cosa a cambio, cuando lleguéis a Sil Auressë, informad lo antes posible a nuestros compañeros de que nos habéis encontrado y estábamos bien hasta que nos separamos, cuéntales que esperamos volver pronto también; en concreto debéis encontrar a un hombre del norte, de cabellos rubios llamado Agnor, al capitán de todo nuestro ejército, un dúnedain de pelo castaño con coleta de nombre Melechtor y a otro dúnedain de pelo rubio que responde al nombre de Aaren, este último junto con varios caballeros más, estaban dentro de la unidad que yo lideraba y tenía órdenes de regresar a Sil Auressë si yo me retrasaba, es él quien más me preocupa porque no sé si se habrá quedado esperándome o si siguió mis órdenes y está con el resto del grupo, espero contar con vos para ello maese Arthondir -concluyó ofreciéndole la mano en gesto de cordial despedida para acto seguido girar su caballo y encarar a los huargos, a la vez que le hablaba al jinete zurdo diciéndole- es hora de enviar a esas criaturas al suelo pútrido del que salieron, recuerda que son especialmente resistentes, así que lo importante es centrarse en uno e ir y luego quedaremos en igualdad numérica, lo que espero que nos de cierta ventaja; por otro lado -indicaba a la vez que sacaba su arco- en cuanto esté a tiro de flecha, permíteme hacer varios disparos, nos quedaremos en la posición y esperaremos a que ellos avancen hacia nosotros, y una vez estén cerca cargamos, ¿entendido? -dijo finalmente dejándole clara la estrategia en la batalla.

Tarbrand & Arthondir

Ginawr escuchaba sin pestañear, atento a cada palabra que decía Arthondir. Su voz melodiosa parecía decir verdades irrefutables, e incluso antes de la confirmación de Tarbrand Ginawr tenía claro que iba a seguir sus indicaciones. -Iremos a luchar contra los huargos, y defenderemos a tus amigos, Arthondir. Vos salva aquello que es tan importante, más que nuestras vidas.

La idea de que todo el sufrimiento y toda la lucha podía ser en vano si Arthondir no cumplía su misión secreta le aterraba, y estaba dispuesto a seguir cada indicación de aquel hombre. Se preparaba para seguir a Tarbrand y cumplir su cometido. Ni el dolor de la herida ni el cansancio le iban a impedir cumplir su cometido. Así eran los hombres de Garan Gwalorn. En el fragor de las batallas se habían forjado un carácter implacable. Eran capaces de dormir sobre sus caballos mientras se desplazaban de una batalla a otra, y luchaban contra cualquier enemigo por numeroso que fuera. Y nunca dejaban atrás a uno de los suyos.

Tarbrand & Arthondir

Por supuesto que lo haré - aseveró el dúnadan - estoy en deuda con vos maese Tarbrand, y en cuanto a la suya Ginawr, considérela saldada con creces . Agnor, Melechtor y Aaren, será mi primer cometido en cuanto llegue a la aldea, déjenlo en mis manos.

Apenas terminó de despedirse y su compatriota ya marchaba en pos de la solicitud que le había hecho, impartiendo las pertinentes órdenes a su compañero. En cierto modo le recordaba a su hermano. Parecían diestros, duros, y duchos en la lucha, ojalá los encontrara de regreso en Sil Auressë sanos y salvos.

¡Garan Gwalorn! - exclamó Arthondir como despedida antes de virar su corcel al norte y espolearlo para avanzar sin volver la vista atrás.

Aaren y Denelloth

Asistí a la charla táctica guardando silencio, como era habitual en mi.

La repentina aparición de Belzakir habia dado un vuelco a la idea inicial del grupo.
Theon y el grupo principal se encontraban ahora en la aldea, y tanto el vado como el camini al castillo se encontraban ocupados por grupos orcos tanto de infanteria como de Jinetes.

Caldrim y Bakar tenian claro cual deberia ser nuestro próximo movimiento y Denelloth parecia de acuerdo. Sin embargo, yo sentía que todavia faltaban cosas por aclarar antes de tomar una decisión.
Finalmente, me adelante a lomos de mi cabalgadura y tomé la palabra.

Dinos Belzakir, ¿tienes algun mensaje para nosotros?
El Jinete habia sido enviado a nuestro encuentro...¿pero con que objetivo? tan solo paraprevenirnos?

...si hay algo que quieras decir, es el momento. No hay tiempo que perder y de li que ahora decidamos, dependerá el futuro de Sil Auresse...de nuestros amigos.

Tras escuchar su respuesta le pedí echar un nuevo vistazo al pequeño bosquejo que acababa de enseñarnos. Los grupos de orcos no representarian un gran problema de camino al vado. Por un momento se me ocurrió que podriamos dispersar a aquellos que se encontraban frente a las puertas de la aldea. Aquello facilitaria las cosas a Theon, pero quizás resultase demasiado arriesgado.
En cuanto al vado, llegar hasta alli sería fácil, pero los huargos...

Si pensais que es lo mejor, contad conmigo. Pero si esos huargos se nos echan encima mientras vadeamos el rio... estaremos en clara desventaja. Yo al igual que Denelloth no soy un experto Jinete como vos.
Quizas dejar un grupo allí para defenderlo mientras Theon y el resto llegan y dirigirnos a la forja sea la mejor opción. Aunque somos demasiado pocos como para dividirnos...

Mientras dejaba que mis palabras perfilasen el plan de mis compañeros, regresé la vista a Belzakir con cierta premura. No me habia pasado desapercibida su negativa al ofrecimiento de Denelloth...si no pensaba unirse a nosotros, ¿Que es lo que pretendia?

Hemos visto huellas cruzando la meseta cuando veníamos...alli donde el paso se estrecha dije finalmente señalando vagamente a nuestras espaldas. ¿Sabes algo sobre eso? Si se trata de Tarbrand o algun aliado deberiamos intentar contactar con ellos. Su ayuda podria resultar de gravedad.

Aaren y Denelloth

El corsario negó tener ningún mensaje para el grupo de Aaren. -Avanzamos con Theon siguiendo el río, pero la presencia de los murciélagos le hizo cambiar de ruta, comentó y confirmó así el origen de las huellas que habían visto anteriormente.

-Mi cometido nada tiene que ver con vosotros, añadió. -Yo debo espiar lo que sucede en los alrededores de la aldea y el castillo desde la posición ventajosa de la colina. Ahora voy a tener a Theon y los demás a mi diestra, en la aldea. Y a vosotros en el otro lado, entre el río y la colina, listos para cargar.

Por último le contestó a Denelloth acerca del sigificado de las señales luminosas:

BLANCA+BLANCA: CAMINO DESPEJADO / ATACAR

ROJA+ROJA: PELIGRO, NO ACERCARSE

ROJA+BLANCA: AVANZAR CON PRECAUCIÓN

-Al parecer se trata de un artilugio que hicieron los enanos y ahora está en lo alto de la torre de homenaje, informó. Y su dedo se movió en el plano desde el castillo hasta situarse sobre la forja.

Tarbrand

Tras una breve despedida, Ginawr y Tarbrand tomaron rumbo hacia el sur. De momento habían perdido de vista a los huargos en el terreno ondulado, pero sí que recordaban dónde los habían visto y la dirección a la que iban.

Así que aligeraron para llegar lo antes posible hasta la zona.

Tarbrand

-¡Garan Gwalorn!, Ginawr le había contestado a Arthondir. En los últimos días, se había forjado un sentimiento de grupo tremendamente fuerte entre los jinetes de aquella unidad. Se sentían orgullosos de formar parte de aquella unidad, y convencidos de que con el tiempo la fama de Garan Gwalorn iba a ser grande. Era una unidad atípica sin duda, pero esas razones ahora parecían señas de identidad de un grupo destinado a forjar la historia de las batallas de Cardolan.

-¡VAMOS TARBRAND!

Arthondir

El caballo de Arthondir acortaba a gran velocidad la escasa distancia que aún le esperaba de Sil Auressë. En su carrera, el animal levantaba una nube de polvo que podía delatar fácilmente la llegada de Arthondir a cualquiera que estuviera mirando, fuera amigo o enemigo. Arthondir no se dio cuenta de esto hasta que vio la lejana silueta del castillo de Sil Auressë encima de la colina, y por lo tanto detrás de la elevación que había a su izquierda debía estar la aldea.

El dúnadan se detuvo y esperó que el polovo levantado se volviera a caer para que se desvelara la situación.

Arthondir 

El rápido trayecto a punto estuvo de hacerle olvidar los consejos de su tío. Una gran nube de polvo revelaba su paso cercano a la aldea y, dada la situación sus habitantes estarían refugiados ya tras las murallas, con lo que el dunadan no podía saber si estaría desierta u ocupada por el enemigo a estas alturas. Por un momento se vio tentado a espolear de nuevo su corcel y evitar gracias a la velocidad cualquier amenaza. Sin embargo recordó su primera misión para con Hir Echorion, la de exploración, y decidió que sería bueno poder informar en el castillo de la situación actual de la aldea.