Partida Rol por web

-Mi capitán, debemos interceptar a esos orcos lo antes posible, si ven el derrumbe del paso, quizás guíen al resto de las huestes hacia esta posición, de forma más acelerada que si tuvieran que buscar el camino por ellos solos, me comprometo íntegramente a guiar el cuerpo de Lord Khoradur si es necesario, pero antes me gustaría asegurarme que los exploradores enemigos no deambulan libremente...

Las palabras de Tarbrand le llegaron a Melechtor. Los jinetes bajo su mando habían formado en el flanco derecho, y el capitán iba y venía entre el grupo de mando en el centro y sus jinetes. Nada sabía de los exploradores hasta enterarse por el fiel seguidor de Lord Echorion.

El capitán se alzó sobre los estribos, oteando en la oscuridad. Entonces, la luz de la gran hoguera de los orcos le permitió ver a los exploradores.

-Acabad con ellos, confirmó a Tarbrand, y después miró a Barendil y a Parthil. Les hizo un gesto con la mano y regresó hacia su unidad. Le preocupaba el frente, por si los orcos optaban por cargar.

-Tarbrand, ¿verdad?, dijo el sargento Parthil. Estaba agotado y toda su armadura estaba manchada de sangre de los orcos. Le costaba recordar los nombres de los recién llegados. -Son una veintena, pero exploradores débiles. Ve con cuatro caballeros, más otros dos para ayudar con los jinetes de huargos.

-Iremos contigo, dijo Caldrim. -Tengo alguna cuenta pendiente con esos orcos montados en sus huargos. Los snaga son para vosotros, añadió sonriente. -Bakar, conmigo. Cathael, a las órdenes de Tarbrand.
 

-De acuerdo. Eliminar a los exploradores nos puede dar un tiempo valioso, comentó Barendil. Luego escuchó la idea de Milzarak. -Tarbrand, si ves alguna opción de encender hogueras en otra dirección hazlo. Buscaremos algo por aquí también.

La idea no era mala, pero cualquier hoguera en los alrededores les iba a atraer hasta esta zona.

Soy Theon Vilarion, sobrino de Lord Barahir de las tierras de Dol Tinaré, y emisario del príncipe Minastir de Arthedain (...) llevar a Khoradur protegido solo por unos pocos jinetes hacia un terreno con huargos es algo peligroso. Propongo que algunos de los hombres al mando de Barendil, en lugar de quedarse a la batalla, nos acompañen para reforzar las defensas de Sil Auresse, al igual que los jinetes de acero si así lo desean. El terreno en dónde se dará el combate es ventajoso y si el día no se oscurece nuevamente, entonces la ausencia de esos soldados será algo que podríamos soportar. Me ofrezco a conducir ese contingente si lo consideran oportuno

Escuchó las palabras del hombre que se había presentado como el sobrino de Lord Barahir. Le costaba trabajo acostumbrarse a una cadena de mando tan atípica como la de los Garan Gwalorn, pero al mismo tiempo aportaban información nueva e ideas sensatas. -Preparemos dos grupos. Una avanzadilla formada por el escudero Bergil, Agnor y Girion. Y una segunda unidad de mayor tamaño. Llevará a algunos de los heridos de mayor gravedad si los hubiera, unos veinte efectivos de las tropas de infantería y cinco jinetes. Además, contará con los siete que han partido a cazar exploradores, pues se reunirán con esa unidad de camino a Sil Auressë. Así contaréis con los Jinetes de Acero y con Tarbrand antes de llegar a las posiciones de los huargos.

Se quedó un rato en silencio, escudriñando el rostro de Theon Vilarion. No le habían pasado desapercidas sus acciones en el combate. -Agnor liderará la avanzadilla, y vos Theon el grupo principal.

El montaraz se emocionó un tanto al conocer que depositaban sobre sus hombros la tarea de acabar con aquellos exploradores, era la primera vez que estaba él sólo al mando de un grupo y aunque la tarea fuera sencilla, estaba ligeramente nervioso a la par que excitado, por ello, con sus mejores deseos, le respondió a Melechtor:

-Gracias mi capitán, prometo que no os defraudaré -dijo orgulloso de seguir contando con su favor.

Acto seguido, al escuchar a Parthil le asintió con obediencia militar y miró a Aaren a la vez que le decía:

-¿Qué dices? ¿crees que podrás con unos cuantos snaga? -preguntó con tono mordaz pero dentro del humor.

Agnor y Theon parecía que no iban a poder unirse, y aunque se sentía ligeramente desprotegido sin el norteño, tarde o temprano tendría que valérselas por sí mismo, por lo que no les pidió que le acompañaran, en su lugar agradeció a Caldrim, Cathael y Bakar su apoyo diciéndoles:

-Entendido, espero que esos huargos no os den mucho problema, por mi parte prometo cuidar lo mejor que pueda del joven Cathael -expuso sonriendo a este en actitud amistosa- además cogeré a un par de caballeros, con el permiso del capitán, para que se unan a nosotros -dijo mirando a los jinetes que habían compartido con Agnor y él la carga contra el grupo del paso, pues ya tenían cierta sintonía y esa era la mejor arma en un grupo- así pues, en cuanto queráis, partimos contra esas asquerosas criaturas... -concluyó intentando alentar un poco a sus tropas aunque no estaba muy acostumbrado a ello.

Bergil estaba ansioso por partir, principalmente por el estado de su señor

A pesar de la flor que le hemos dado, su vida corre peligro

Las noticias de que el castillo podría estar asediado o encontrarse enemigos en el camino le pusieron más nervioso y con más ganas de partir, pero entendía que el ejército, si Khôradur, tenía que organizarse.

Si estuviese aquí ya habría organizado las tropas y estoy seguro que ya estaríamos atacando al enemigo.

Pero tenía que centrarse en su misión, proteger a su señor, y no dejaba de ser un mero escudero, por lo que sólo podía escuchar y callar.

Cuando Barendil le nombró dio un pequeño respingo y sonrió ligeramente

¡Por fin parece que nos pondremos en marcha!

Apretó con fuerza la empuñadura de su espada.

Milzarâk dió un paso adelante cuando hablaron de quién acompañaría al herido Khoradur.

- Juro defender al comandante hasta la última gota de mi sangre corsaria. Me aseguraré de que llegue al castillo a salvo.

Era más fácil decirlo que hacerlo. Hasta la fecha no había tendido demasiada suerte en tierra y miró con anhelo el río que corría en dirección al castillo. Nada le hubiera hecho más feliz que disponer de un pequeño barco aunque fue un bote de remos para poder llevar al comandante hasta las cercanías del castillo. Cuando le acercaron un caballo para unirse al grupo lo rechazó con vehemencia.

- Si puedo evitarlo no volveré a montar en una de esas malditas bestias.

Se ajustó la armadura y se preparo para partir. Aunque no pudo evitar que su vista se dirigiese al rio de nuevo, con la vana esperanza de que algún tipo de embarcación bajase rio abajo.

- Aunque solo fuese una balsa hubiera estado bien....

Pequeñas gotas de rocio bañaban la llanura y el vaho condensado se escapaba entre las constantes exhalaciones del ejercito.

Los Capitanes habían tomado la decisión de dividir las fuerzas. Por un lado iría el grueso del ejercito custodiando a los heridos, y por otro una pequeña avanzadilla.
Además, los altos cargos del ejercito, habían decidido conceder al montaraz el mando de un pequeño grupo con el objetivo de dispersar a los exploradores Orcos y evitar que estos se pudiesen reagrupar de forma efectiva. Adicionalmente el grupo de Tarbrand debería encender nuevas hogueras para intentar confundir a las tropas orcas que se habían quedado atrás en la batalla del paso.

Cuando Tarbrand me ofreció la posibilidad de acompañarlos, dudé unos instantes. Tras el desconcierto de la carga de caballería y el posterior reencuentro, no sentía muchas ganas de alejarme nuevamente de mi amigo. Sin embargo, me encontraba muy recuperado del esfuerzo del paso. El cruce de metales con Ulog-Plak había encendido mis ánimos...y mi brazo todavía vibraba rebosante de energías...el solo hecho de pensar en volver a cruzarme con el viejo Capitan Uruk, hacia que mi sangre hirviese como el interior de una montaña de fuego. Algo dentro de mi me gritaba que debía terminar lo que había empezado.

Cuenta con ello...dije por toda respuesta.

Entonces busqué con la vista a Theon, y lo emplacé para reencontrarnos a las puertas de Sil-Auresse.

Te estaré esperando a las puertas de la ciudad. Se que cuidarás del resto...pero alguien debería cuidar tus espaldas...no lo olvides. Theon era una persona muy cerebral, pero también muy generosa. En eso sentido, yo siempre había sido más pragmático. Raras veces anteponía mi propia seguridad a la del resto. Demasiado cerca había sentido los horrores de la sombra como para arriesgarme a sufrirla de nuevo. Era aquella una de las virtudes por las que lo admiraba, pero también, a mis ojos un defecto que algún día terminaría con su vida. Con mis palabras, solo pretendía recordarle que mi vida y la de muchos otros podrían estar sujetas a su propia supervivencia. Era difícil reconocer que ciertas vidas tiene más valor que otras...pero para mi, aquello era una certeza como pocas existían bajo el sol y las estrellas y lo era ademas en más de un sentido.

El rocio seguia cayendo, pero no era frio lo que sentia.

La táctica a seguir se estableció definitivamente, algo en lo que Agnor no se inmiscuyó, ya que había allí hombres más sabios y capaces que él. Así que simplemente asumió su papel con orgullo: sería la punta de lanza que se clavaría en cualquier huargo. Sus compañeros serían el escudero del comandante, apenas un muchacho al que había salvado la vida poco antes, y Girion, el valiente jinete que había acompañado a la carga de Garan Gwalorn.

Quizá él hubiera elegido unos hombres que conociera mejor, de aspecto más aguerrido y con el rostro curtido en la batalla. Pero era lo que le tocaba, y por lo tanto el papel de esa avanzadilla sería explorar el terreno y ser los ojos de la verdadera fuerza, el destacamento que seguiría sus pasos.

Había dado un respiro a Atreo pero era hora de cabalgar de nuevo. Comprobó y ajustó las correas y rascó al caballo debajo del mentón.

—Ya falta poco, amigo.

Se subió a animal y se ajustó los guantes, esperando que Bergil y Girion se acercarán para iniciar la marcha.

Oscuras nubes se congregaban en el cielo encima de los hombres que seguían su retirada lenta pero segura. Todo indicaba que pronto la lluvia iba a aparecer. Había pasado ya el ecuador de la noche cuando los orcos, que cada vez se encontraban más lejos, enviaron exploradores hacia el sur.

Rápidamente, Tarbrand fue escogido para liderar una unidad con el objetivo de darles caza. Le acompañaban Aaren, Caldrim, Cathael, Bakar y otros dos jinetes. Un total de siete jinetes que partieron hacia el terreno que se abría ante ellos.

Ejército de Sil Auressë

Mientras se estaba llevando a cabo la retirada, prepararon el traslado del comandante Khôradur. Le iban a acompañar Milzarak, Girion y Bergil, y Agnor había sido designado el líder de aquel pequeño grupo. Su objetivo era ir de avanzadilla, a caballo, para abrir camino hacia Sil Auressë siguiendo el curso del río. Una vez allí, tenían que valorar el riesgo de las manadas de huargos, y tratar de entrar con Khôradur hasta el castillo. Con un poco de suerte, la unidad de Tarbrand se iba a unir a ellos a tiempo. Y también contaban con la unidad de Theon, más numerosa pero con tropas de infantería, que iba a partir detrás del grupo de Agnor.

Así que subieron con cuidado a Khôradur a su caballo. Era un animal de gran tamaño y de carácter tranquilo, y capaz de soportar el peso del enorme Lugarteniente. Bergil llevaba las riendas del animal, y también las de un segundo caballo que le podía servir a él de montura. Agnor también contaba con sus dos caballos, y a su lado iba Girion montado en su caballo Viento. Por último, Milzarak caminaba de momento sin subirse al caballo. Estaba inspeccionando el cauce del río, que en aquella región era más un arroyo que descendía desde las colinas de Sil Auressë y serpenteaba entre las quebradas hasta desembocar en el Baranduin en el oeste.

Grupo avanzadilla

Los cuatro tomaron rumbo hacia el este sin alejarse del cauce del río. No había camino aún y no era posible aminorar la marcha, pero sabían que en unas horas iban a llegar hasta el sendero que habían seguido las tropas de Sil Auressë para llegar hasta el campo de batalla.

En todo momento llevaban cuidado de no mover a Khoradur, quien además había sido inmovilizado lo mejor posible encima de la montura.

Grupo de Tarbrand

Los siete jinetes salieron cabalgando a gran velocidad detrás de los exploradores orcos. No era fácil distinguirlos en la oscuridad, pero confiaron en que les iban a poder dar caza con los caballos.

La intención de Caldrim y Bakar era ir directos hacia los jinetes de huargos que protegían la retaguardia de los orcos snaga.

Por fin se pusieron en marcha. Bergil estaba ansioso, temiendo por su señor. Ayudó a subirlo al caballo, y aunque su aspecto era terrible por la herida, seguía siendo imponente

Y sigue vivo, al menos por ahora

Bergil se colocó delante de la montura del lugarteniente, y dejó que un segundo caballo se colocase a su lado. Esperó a que los demás se pusiesen en marcha.

-Mis señores, sugiero, si me permiten mi joventud e ignorancia, que mi señor vaya en medio de la comitiva por si hubiese algún peligro. Tengo mi espada preparada para intentar protegerlo de cualquier mal.

Bergil caminaba atento al estado de Khôradur y cuando no al terreno que le rodeaba. Se encontraban en terreno de guerra

...y el peligro podía acechar en cualquier lado.

Preparemos dos grupos. Una avanzadilla formada por el escudero Bergil, Agnor y Girion. Y una segunda unidad de mayor tamaño. Llevará a algunos de los heridos de mayor gravedad si los hubiera, unos veinte efectivos de las tropas de infantería y cinco jinetes. Además, contará con los siete que han partido a cazar exploradores, pues se reunirán con esa unidad de camino a Sil Auressë. Así contaréis con los Jinetes de Acero y con Tarbrand antes de llegar a las posiciones de los huargos.

Al oír esto por parte de Barendil, Girion asintió, recogió su capa del suelo que había usado para recostar a Khôradur yq ue éste tragara la flor para curarle y se acercó a Viento, su montura.

-Hora de moverse -dijo a su corcel palmendo su cuello.

Luego se montó y se acercó a Agnor, quien sería el que liderara la avanzadilla. A su lado, estaban Milzarâk y Bergil. Pero lo que más sorprendió al joven dunadan era que estaban montando al lugarteniente en su montura, le habían sujetado a la misma y partiría con ellos.

No creo que se auna buena opción, y menos si nosotros somos la avanzadilla. Quien sabe qué nos podemos encontrar...y entonces qué haremos con Khôradur... Pensó Girion mirando como le sujetaban a su montura.

-Mis señores, sugiero, si me permiten mi joventud e ignorancia, que mi señor vaya en medio de la comitiva por si hubiese algún peligro. Tengo mi espada preparada para intentar protegerlo de cualquier mal.

Pero al escuchar la sugerencia de Bergil se le ocurrió una idea e intervino:

-Quizás lo mejor es que cabalguéis, Khôradur y tú, a 30 metros de nosotros, que iremos adelantados formando una flecha con Agnor en la punta y Milzarâk y yo en los lados, separados unos 20 metros uno de otro. Si ocurriera algo podemos valorar enfrentarnos los tres a lo que venga mientras vosotros seguís; que haga de señuelo para que los demás sigan; o que Begil y Khôradur den media vuelta y nosotros nos quedemos protegiendo su marcha, ¿qué os parece?

La pregunta del joven iba dirigida sobre todo a Agnor que era el que lideraba el grupo, pero también al resto por si opinaban otra ocsa y aportaban otro pensamiento.

Theon había escuchado las órdenes de los superiores, sentía gratitud porque las sugerencias de Tarbrand y las suyas habían sido tenidas en cuenta y bien recibidas por el alto mando. El montaraz no iría solo, los jinetes de acero irían con él y también su amigo Aaren, y el joven noble no podía imaginar un mejor equipo para esa misión. Antes de encomendarse a las tareas que le habían sido asignadas, se acercó al grupo de exploradores.

- Tarbrand, llevas el peso del mando, no es liviano te lo aseguro, pero debes saber que te lo has ganado. Me alegro por tí, ahora es hora de demostrarles a todos de lo que eres capaz - le dijo poniendo su mano en el hombro del montaraz, hablando con afecto y confianza. Luego volteo haca Aaren - Tendré en cuenta tu consejo amigo, siempre que regreses con mas cimitarras como las que conseguiste hoy- le dijo estrechando sus brazos, no le gustaba separarse del montaraz pero ambos sabían que cada uno haría mejor su tarea en el grupo en que estaban. Luego se volteo a Caldrim - Cuida de todos, que son buenos chicos- le dijo al líder de los jinetes, quién había sido su apoyo y guía en tantas ocasiones, y con quien tenía un lazo forjado en el combate y en la sangre derramada mientras se jugaban la vida por propia convicción.

- Son un gran equipo, ahora despedacen a esos orcos, y nos veremos en las afueras de Sil Auresse - los animó mientras se despedía de sus amigos y asumía sus nuevas responsabilidades.

Tras recibir las órdenes del alto mando, y después de despedirse de los exploradores que serían conducidos por Tarbrand, se acercó al grupo que llevaría a Khoradur hacia Sil Auresse. Era el grupo más reducido, pero a la vez cada uno de ellos eran dignos de esa tarea, por su fidelidad hacia el Comandante y por su habilidad en el campo de batalla. El sargento Agnor estaría al mando, ya había demostrado ser eficaz al comandar grupos y además era un fiero guerrero, Girion representaba a la nobleza de Sil Auresse y había dejado claro a todos su valor cuando se sumó con la cabeza del líder enemigos, Milzarak era uno de los umbarianos que habían acompañado a Khoradur y Theon había sido testigo de su compromiso hacia su superior, y por último Bergil, el escudero que se había jugado la vida por proteger a su señor en medio de un ejército orco.

Ellos eran más que cinco valientes guerreros, eran el símbolo de la esperanza para esas tropas y para Sil Auresse. La vida del Comandante era la prioridad, su vida hacía que todo ese ejército mantuviese su moral,  pero además llevaban consigo el legendario Yelmo que simbolizaba la victoria durante la última batalla contra el Señor de la Guerra, al igual que las armas de los líderes orcos que habían caído en el combate, y por último la cabeza del líder enemigo. Esos cinco eran mucho más vitales para esa batalla que él, y Theon lo sabía.

Se despidió de ellos con pocas palabras, no sin antes acordar con Agnor el uso de los banderines y cuernos que aún tenían de la batalla del Paso de la Loma, para comunicarse en caso de ser necesario. Él los seguiría detrás con el grupo más numeroso custodiando al resto de los heridos.

Antes de que partiera junto al Comandante hacia Sil Auresse, Theon se acercó a Girion. Había escuchado su explicación de los hechos y tenía muchas preguntas para hacerle, respecto al monolito y al líder enemigo, pero todas ellas podían esperar. Sin embargo, quedaba claro que ambos eran nobles en esas tierras, que habían dejado de lado las comodidades de su posición y combatían entregando la vida por proteger a esa aldea y con ella a todo el pueblo dunedain de la horda orca.

- Girion, hijo de Gildur, me da gusto haberte conocido, eres un jinete formidable y valiente, haces que el nombre de tu familia gane aún mas respeto. Si la nobleza estudia en Sil Aresse, entonces ese lugar es más que una aldea, cuando entremos allí y esta pesadilla termine, me gustaría me muestres el lugar. Del mismo modo, si un día me acompañas a Fornost, en Arthedain, te mostraré la ciudad en la que me crié, no por castigo, sino por supervivencia. Pero como bien dices, eso es otra historia - dijo en un tono amigable al otro joven noble.

- Agradezco tus palabras hacia mi labor en batalla, cada uno está dando lo mejor de sí para salvar lo que nos queda de Dol Tinaré. Nuestros caminos se separas por ahora, pero estaremos cerca, si algo les sucede no dudes en darme aviso, estaremos a sus espaldas - estrechó su brazo como lo hacía con sus amigos, y luego volvió a su posición, había mucho por hacer. 

Theon asintió a las órdenes que el alto mando le había dado, y no ocultó su agradecimiento hacia Barendil por haber tenido en cuenta su propuesta - Gracias por vuestra confianza, prometo estar a la altura de esa responsabilidad - Ceder una veintena de hombres a un desconocido era un acto impensado, el hecho de que así fuese le hacía darse cuenta que tanto su nombre como su desempeño en la batalla era bien recibido por uno de los líderes más cercanos a Echorion. Se acercó luego a Melechtor en privado - Gracias por confiar en mí nuevamente, mi Capitán, no lo defraudaré- le dijo, ese hombre se había convertido en su mentor y maestro, le había enseñado mucho en la batalla, especialmente a confiar en sí mismo, y los frutos comenzaban a verse.

Tras saludar a los grupos que se separaban, se concentró en la tarea de organizar el grupo que le había sido asignado. Cinco jinetes y veinte infantes, para custodiar a los heridos hasta llegar a las cercanías de la aldea. Luego habría que unirse a los otros grupos para terminar con el asedio de los huargos y entrar al castillo. El plan parecía simple, pero todo dependía de lo que se fuesen a encontrar en el camino. 

Buscó entre la milicia a Eärnil y a Belkazir, quienes formaban parte del Garan Gwalorn y a la vez conocían Sil Auresse, seguramente iba a necesitar su consejo a medida que se acercasen a la aldea. Luego se reunió con Faelmir para decidir que heridos quedaban con el ejército y cuales iban en el grupo para ser atendidos cuanto antes por los curanderos - Ayúdame a seleccionar a los heridos que necesitan atención inmediata, de los que pueden llegar a recuperarse para mañana al amanecer y pelear junto a las tropas de Barendil. Mi sugerencia es que todos los demás heridos vengan conmigo, pronto habrá otra batalla en los alrededores del castillo y es preferible que estén recuperados para ese momento. Pero para ello necesitaré que tú nos acompañes y el veterinario quede a disposición del ejército para atender los nuevos heridos. Estás de acuerdo? Dime lo que sugieres hacer y lo tendré en cuenta.- dijo, expresando su parecer pero respetando la opinión del miliciano. 

El montaraz estaba deseoso de demostrar sus dotes de mando y su buen hacer para con los que lo acompañan, había pasado mucho tiempo como explorador, pero Tarbrand tenía claro que lo que quería era ganar cierto renombre como líder, pues sabía que tarde o temprano su destino lo alcanzaría y necesitaba tener consigo a todos los aliados que pudiera reunir, algo que sólo un gran líder podía conseguir.

Así pues, aunque la escaramuza era un asalto menor, no lo era para el dúnedain, y el hecho de estar en clara inferioridad numérica, sólo lo alentaba a emprender una gesta mayor. Es por ello, que en cuanto los divisó, dio un orden clara, pero sin levantar mucho la voz, estaba claro que los escucharían, pero tampoco había que avisarles con tanta antelación si podía evitarse:

-Formación en cuña -expuso en tono neutro pero claro- yo iré al frente, Aaren y Cathael a mis lados, y el resto tras ellos -dijo esperando que el valiente soldado zurdo estuviera de nuevo en sus filas, pues le vendría de maravilla en el lateral izquierdo de la cuña, además, en dicha formación podrían romper fácilmente la línea defensiva de snagas, por lo que si la atravesaban, cargarían de nuevo en dirección opuesta- Bakar, Caldrim, los huargos son vuestros -decía en tono marcial, como había visto hacer a Melechtor- el primero que logre imponerse en su frente, que cargue por la retaguardia del frente restante, ¿entendido? -concluyó esperando ver el animoso asentimiento de los suyos.

Tras ello se puso al galope con una soltura digna de su compañero Agnor, incluso en la oscuridad y sin ayuda de ningún hechizo, ya conocía tan bien a su fiel Centella que lo manejaba como si fueran sus propias piernas, o incluso mejor, pues la visión del animal, más acostumbrada a la penumbra, era mejor que la suya, y eso hacía que su carga fuera más poderosa si cabe...