Partida Rol por web

Zona castillo – Turno 15

Agnor había llegado al frente occidental, que estaba siendo acosado tanto por huargos como por orcos. La defensa era débil, dolorosamente débil, y aquella infantería no iba a aguantar mucho más. Unos segundos, quizá.

En el peor momento, el Matahuargos no estaba reaccionando de la mejor forma a la confusión de la batalla. No estaba bien posicionado para atacar a nadie, pero sí vio cómo dos grandes lobos rodeaban a Ungail. Sin duda, su próximo movimiento sería devorarlo. Pero Aaren se acercó a uno de ellos. Otro se acercaba por el medio, y Agnor decidió interceptarlo, aunque fuera para distraerlo.

Azuzó a su caballo para acercarse y entretener al huargo. Así, al menos, Ungail solo tendría que enfrentarse a uno de ellos… en ese momento.

Porque llegaban más.

Zona forja – turno 15

Ferrim había avanzado y ya tenía el combate sobre él. Sus hermanos también. Lejos de dejarse amilanar por un grupo mayor de sucios orcos, los enanos se habían adelantado y habían llevado la guerra sobre ellos con su acostumbrada eficacia.

Incluso un enano no combatiente era un enano listo para la guerra. Por un segundo, a Ferrim le vino a la mente el recuerdo de la instrucción en su juventud, así como el orgullo que siempre le había sido trabajar en la forja para armar a los guardias y el ejército de las Colinas de Hierro. Uno solo de aquellos guerreros de la lejana patria valía como diez orcos.

Pero en aquellos días, Ferrim no estaba acompañado de los grandes guerreros naugrim. Solo de un grupo de enanos herreros.

Pero se sonrió. Sabía que eso, de por sí, era como una infantería pesada entre los humanos. Una fila de enanos enfurecidos avanzaba como un rodillo de amasar pan.

Con el martillo en la mano y una pasión juvenil en la mirada, Ferrim se lanzó a la matanza.

—¡Sobre vosotros!

CAMINO DESDE METRAITH

Cruzar el río fue más fifícil de lo que parecía y resultó una tarea complicada para Anael, que acabó medio calado pero entero. Tras seguir caminando con cuidado, observaron que no se oía nada. Eso no es bueno -penso el humano mientras miraba a uno y otro lado para ver si veía algo, una señal que les diera una pista, cadáveres, aves carroñeras, humo...algo.

ZONA FORJA - turno 15

Belkazir seguía golpeando a los orcos a lomos de su caballo, y su cimitarra golpeó a otro enemigoOcm10 rematándolo. Vio a Denelloth alejarse hacia los orcos que estaban luchando con los enanos. -¡POR SIL AURESSË! ¡LOS ENANOS ESTÁN SOBRE VOSOTROS!, hizo eco del grito de Denelloth. Poco a poco la batalla se estaba decantando a su favor.

ZONA FORJA - turno 15

Kranz siguió avanzando con paso decidido, y su pica de guerra golpeaba a otro orcoOcm14 en la rodilla con tal dureza que casi lo derribó de un solo golpe. -¡AVANZAD!, les gritó a los suyos. -¡HA LLEGADO FERRIM! ¡NO DEJÉIS QUE SE ESCAPEN!

ZONA FORJA - turno 15

-¡¡¡AAAAAARRRGGGHHHH!!!

El grito de Khizag era sobrecogedor. Gutural y ancestral, y los orcos se quedaron atónitos ante la furia del enano blandiendo un enorme hacha de combate. Estaba fuera de sí, y cortó de un tremendo golpe la pierna del orcoOcm16 al que había atacado Ferrim y siguió avanzando hacia el de mayor tamaño.

ZONA FORJA – Resolución turno 15

La lucha seguía en dos frentes. Eben volvió a disparar contra el mismo enemigo^Oce13, y esta su flecha impactó con fuerza en el abdomen del orco. Aunque no fue suficiente para matarlo, sí lo dejó aturdido y sangrando. Belkazir cargó contra otro orco^Ocm10 a caballo y lo dejó inconsciente en el suelo.

Junto al río, los enanos siguieron avanzando con paso firme. Kranz golpeó al orco^Ocm14 del centro y se pudo escuchar cómo se fracturó la rodilla del enemigo. A su izquierda Skor y Celegund unieron fuerzas con Arthondir para luchar contra los orcos en aquel flanco. Skor se vio obligado a defenderse del orco más a la izquierda^Ocm15, así que aceptó de buen grado la ayuda de los dos hombres. Arthondir golpeó el costado, pero fue el herrero Celegund quien destrozó por completo el brazo del orco^Oce18 con su martillo. El trasgo se cayó al suelo de inmediato, moribundo.

Denelloth acudió con su caballo a la retaguardia de los orcos. Buscaba acabar con el líder orco^Ocg1, y le atestó un fuerte espadazo por la espalda que lo dejó aturdido. Su ave guardián atacó al mismo enemigo con sus garras.

Ferrim cargó cuesta abajo hasta alcanzar a uno de los orcos^Ocm16. Su martillo impactó en el costado del trasgo, y así se unió a la contienda donde ya estaban sus compatriotas. Allí se encontró con Khizag que había entrado en frenesí salvaje. Cortó la pierna del orco y siguió corriendo hacia el líder de aquella unidad.

Por último, Acero Rojo observó el avance de la batalla junto al río. Finalmente apuntó su arco al orco^Ode7 que tenía a su espalda y disparó con letal precisión. El orco se quedó clavado en el sitio, y la sangre salía a borbotones. No iba a tardar en caer.

ZONA FORJA – turno 16

Aunque el combate parecía estar decantándose hacia su lado, Belkazir y él mismo tenían delante cuatro orcos, aturdidos y superados, pero en absoluto abatidos. Los enanos estaban haciendo bien su labor, pero Eben se preocupaba de que descuidasen su retaguardia.

Observó a los orcos seleccionando con cuidado su objetivo. Uno de ellos se estaba recuperando y se preparaba para atacar de nuevo, por lo que Eben centró de nuevo en él su flecha y disparó.

ZONA CASTILLO – Turno 15

-¡ATACAD!, ordenó Faelimir a sus hombres. Eran cuatro contra los cinco orcos en aquel flanco, pero Faelimir era hábil con la espada y los tres guardias habían sido adiestrados por Walec y por Khoradur en el uso de la alabarda.

Tenemos que ganar este combate, pensó Faelimir. Los huargos eran otro cantar, pero los jinetes de Garan Gwalorn ya habían llegado e iban a hacer frente a aquellos monstruos.

El sargento golpeó con la espada al primer orco^Ofm1 y casi lo decapitó, pero la armadura le salvó. El filo rozó el cuello dejando al trasgo aturdido. Los tres guardias tuvieron suerte dispar en sus ataques. El primero^G1 solo logró hacer un rasguño, el segundo^G2 falló de la forma más estrepitosa y acabó en el suelo y solo el tercero^G5 pudo completar un buen ataque de alabarda que rompió algunas costillas al orco que tenía delanteOfe6. No obstante, ninguno de los orcos se quedó incapacitado, y comenzaron a devolverles los golpes a los guardias de Sil Auressë.

ZONA FORJA – turno 16

La altura media de un dúnadan superaba con mucho a la de un enano u orco, lo cual ayudaba bastante a Arthondir, que no estaba bregado en el arte de la guerra como otros de sus congéneres. Esta diferencia fue lo que le permitía estar al tanto de los devenires del combate.

Tras atacar de nuevo con acierto a otra criatura de la sombra, Celegund en esta ocasión fue quien lo remató, demostrando encontrarse perfectamente recuperado del golpe que lo había atontado durante unos segundos.

El enano armado con una pica atacó desde su derecha, y pudo ver por el rabillo del ojo como asestaba un fuerte golpe contra otro orco^Ocm14, el horrible ser se resistía a sucumbir con lo que el dúnadan aprovechó la ocasión de lanzar un tajo a este nuevo enemigo, tratando de poner fin a su existencia.

ZONA CASTILLO – Resolución turno 15

En el centro no quedaban enemigos con vida. Milzarak y los dos aldeanos se retiraban, y por el camino trataron de ayudar a los guardias gravemente heridos que estaban siendo atendidos. Entre todos lograron estabilizar a los dos heridos, y uno estaba ya listo para ser transportado entre varios. Bergil llegó hasta esa posición, listo para ayudar. Sangraba por la nariz y estaba algo aturdido aún del golpe de la cimitarra orca, pero su coraje no flaqueó en ningún momento. El resto de los que se habían retirado del flanco occidental se aplicaban vendajes mientras esperaban. El puente que conducía hasta el castillo estaba ocupado, y el transporte de los heridos era lento. No obstante, el portón se había abierto y poco a poco habían podido entrar. Entre ellos iba Girion hijo de Gildûr quien abandonó así la batalla.

El sargento Faelimir cargó contra los orcos en el flanco occidental. Le acompañaban tres guardias, y comenzó el combate. Los ataques de los guardias no fueron especialmente contundentes, pero la respuesta de los orcos fue mucho peor. Dos trasgos pifiaron su ataque, otro no logró impactar y el resto estaban aturdidos o en el suelo.

En cuanto a los jinetes, Ungail estaba en una posición comprometida con dos huargos rodeándole. Allí acudió Aaren para ayudarle, y con su martillo le hizo retroceder a uno de los huargos^Hc1 que se quedó agazapado en actitud defensiva. Por el otro lado llegó Theon y cargó contra el otro huargo^Hc2 que amenazaba a Ungail. La espada de Theon cortó la pata del animal que perdió el conocimiento y moría desangrado en el momento más idóneo. Habían logrado el objetivo de salvar a Ungail y de reducir el número de enemigos antes de la llegada de los que huargos que faltaban.

Agnor y Ginawr maniobraron para formar un frente para recibir la llegada de los nuevos huargos. Por desgracia, uno de aquellos monstruos^Hc4 cargó con furia y saltó sobre Ginawr. Sus garras se clavaron en su pecho y solo la armadura de mallas le salvó de una muerte inmediata. Aún así, cayó con fuerza al suelo y se quedó inmóvil en estado crítico. El otro huargo^Hc5 atacó a Agnor pero el norteño le paró el ataque sin excesiva dificultad. Por fin se había recuperado y podía volver a luchar. El último en llegar^Hc3 se situó cerca de Agnor y de Theon. Tanto los Garan Gwalorn como los huargos habían perdido uno de los suyos en los primeros envites, y seguía por lo tanto la igualdad numérica.

En el flanco oriental, Tarbrand golpeó a otro huargo^Hb7 que ya estaba casi acabado, igual que el otro^Hb1. Por eso les instó a los Jinetes de Acero a ponerse en formación para cargar contra los orcos que estaban llegando en gran número desde el noreste. Desde las murallas los arqueros dispararon una nueva andanada de flechas y lograron abatir a uno de los orcos. Caldrim se preparaba para dirigir la carga, y Belegund ordenó a Russef y a Sudwyll a mantenerse firmes en posición. Eran solo tres, y los orcos eran multitud. Pero vio de reojo cómo los jinetes habían adoptado la formación de carga.

CASTILLO - interior

Girion cruzó el portón del castillo de Sil Auressë. Lo que vio distaba mucho de cómo habían sido las cosas hacía tan solo unas semanas. Aunque lo mismo se podía decir de él mismo. Vio algunas caras conocidas entre la multitud que llenaba el patio de armas, pero todos estaban ocupados con los heridos y con las noticias que llegaban de la batalla que se estaba librando en el exterior.

Lo que más le llamó la atención fue la ausencia de soldados y de guardias. Al parecer, todas las fuerzas de las que disponía Sil Auressë estaban luchando fuera, o en las murallas donde se podían ver unos pocos arqueros.

Junto a la puerta de la torre de homenaje vio a una mujer que le miraba fijamente como si lo conociera de algo.

ZONA FORJA - Turno 16

Comprobó satisfecho que la embestida enana había sido demoledora. Hasta se alegró de que los orcos no se hubieran desbandado aún y fuese más fácil exterminarlos; no sentía ninguna piedad hacia esos seres.

Le pareció que todavía podría ayudar a Eben y Belzakir con su pequeño grupo. Se alejó del líder orco, que albergaba una expresión confusa en los ojos, con una sonrisa torva, casi sintiendo su suerte cuando los enanos lo alcanzaran. En todo caso, dejó al hopta allí, ensañándose con él.

Se volvió y se lanzó contra el orco que le pareció más entero y desahogado^Oce13 y descargó su brazo, que empezaba a sentir el largo combate. Pero su mente ya estaba en otra cosa, y miraba ansioso al río y arriba, al castillo...

CAMINO DESDE METRAITH

Ragi observaba cada arbusto del bosque. Le parecía extraño que no hubiera ningún ruido, ni siquiera de alimañas, y estaba nervioso por lo que podían encontrarse por el camino. Quizá un fuego espantará las bestias, pero aún así encontrarían algún rastro por el camino.

Nada de eso parecía normal.

ZONA CASTILLO - INTERIOR - Tubar

Se quedó inmóvil por un momento, conteniendo incluso el aliento, cuando Curudae se aproximó y le conminó a seguirlo. Por los Poderes, ¿quién demonios se creía aquel sujeto? A duras penas pudo contener su despecho. Incluso llegó a asentir y a dar dos pasos tras el Senescal, sintiéndose prematuramente frustrado, pero... Tubar vivió uno de esos instantes de lucidez y vio claro su papel. Le correspondía jugárselo todo por el todo; y aún así su retorcida mente ya estaba pergeñando una salida, una coartada, en el caso de que...

Como una centella giró sobre sus pasos y con mano firme y rápida tanteó el pomo de la puerta. Comprobó que podía abrir*, entró y buscó mecánicamente el cerrojo, y cualquier silla o mueble con el que atrancar la entrada. Sólo entonces, sintiendo la espalda segura, miró a su alrededor explorando la habitación con los ojos desorbitados y la mano lista, por puro instinto, para aferrar la espada corta que llevaba al cinto.

LA CABAÑA - Ayla y Norion

Ayla escuchaba en silencio las palabras del Custodio. Al oír como poco a poco revelaba el nombre de amigos y conocidos, su mente se fraccionó y una parte volaba intentando saber que había sido de ellos.
La mirada de Ayla se perdía en las líneas del círculo mágico que hace tanto invocara. Ella podía ver las líneas de poder como si del primer día se tratara. Sin apartar la mirada de aquel símbolo que tanto significaba para ella, comenzó a hablar.
- Benaldamat nunca fue un lobo, pero de algún modo él compartía su camino y su destino. No lo conocía bien, pues nuestro encuentro duró poco tiempo. Pero cuando llegó a Sil Aüresse mostró devoción por Sir, o como al igual que él llamas Enila. Me fue encomendada su protección por un buen amigo, y desde entonces estaba bajo el abrigo de Sil Aüresse.
- En cuanto a Thelran, desde que por primera vez dejara mi trabajo en una posada de Metraith al poco me encontré con él. Thelran es un montaraz del Norte. Nunca compartimos destinos, pero hemos compartido caminos y cargas… Y él trajo a mi vida a los lobos. No sabría explicarte que son exactamente, pero siempre que el destino me ha dado una señal, siempre que he necesitado un guía en mi camino, los lobos aparecían o aparecía Thelran. Desconozco que has visto Norion, pero todos los nombres me son conocidos y son importantes para mí. Ciertamente Thelran partió junto con Benaldamat hacia Annúminas, un día antes de que yo lo hiciera hacia el Este. El mal no solo acechaba a Sil Aüresse, sino que el ataque había sido a gran escala. El Rey de Arthedain estaba en peligro, y ellos fueron hacia el Norte para hacerle frente. La otra gran amenaza estaba en el Este, cuyo encuentro era mi destino, o tal vez yo lo hice mío… Khatog era un servidor oscuro que no me era desconocido, pues ya me había enfrentado a sus planes en otras dos ocasiones. Él estaba detrás del primer ataque a Metraith hace unos años, y desde entonces supe que no cesaría hasta acabar con esta tierra. Con la caída de Daghorir se había quedado un vacío de poder aquí en Cardolan y él la quería reclamar para la oscuridad. Así que me estuve preparando para el encuentro. Busqué a Finduilas allí donde pocos se atreven a entrar y los que entran no suelen salir, y en aquel viaje tuve la fortuna de encontrar a Denelloth. Mi encuentro con él fue algo fuera de lo normal, puesto que desde el momento en que lo vi pude ver hasta el mismo fondo de su corazón, vi su alma desnuda y sin mediar palabras lo conocí, como el que se reencuentra con un viejo amigo. Y así ambos volvieron conmigo a Sil Aüresse. He estudiado con Maestros de grandísimo poder, pero era Finduilas con quien tenía que terminar mi entrenamiento, puesto que ella estudió años atrás con Khatog…
Ayla guardó silencio unos segundos recordando el combate en el puente. Levantó la mirada lentamente, y mirando a los ojos a Norion se reveló ante él. Y en ese momento, el Custodio vio en los ojos de la elfa una tristeza, una melancolía infinita. Ciertamente había perdido algo, no había sido su luz, puesto que con el tiempo la elfa había aprendido como enfrentarse a la Oscuridad, pues ella era una Guardiana de la Luz. Pero algo de Ayla se había quedado en Ost-In-Edhil. Sin haberse dado cuenta, la Dama tenía las manos como si sujetara algo entre ellas, como un recuerdo de algo sucedido.
- Con gran sacrificio, ahora el destino de esta Tierra y de sus gentes vuelve a estar en manos de los hombres. La oscuridad ha sido expulsada, y los reductos que puedan quedar lo serán en un tiempo cercano. Pero aún no habrá tiempo para la paz Norion. La codicia de Tharbad y de la familia Aludor se cierne como una nueva sombra sobre esta tierra, y debo preparar a nuestras gentes. He ido forjando alianzas que espero sean suficientes.
- Norion, he caminado por el pasado mientras vivía en el presente. He visto cosas que aún no han pasado. El tiempo es tiempo, pero el destino es lo que nos guía, la fuerza que nos mueve a través del tiempo que vivimos, ya sea pasado, presente o futuro. Y tú Norion has hecho más de lo que muchos nos hemos atrevido, has caminado a los dos lados de la línea y conoces tanto la luz como la oscuridad. Yo nunca encontré la fuerza para hacer lo que tú has hecho. No puedo imaginarme lo que has visto, pero sé lo que veo ahora en ti. Si alguna vez tu carga se vuelve tan pesada que te cueste soportarla búscame y juntos la aliviaremos.

Ayla respiró profundamente, y vio a Ûndume al pie de la colina. Había encontrado unas briznas de hierbas y pacía tranquilamente. Recordaba el tiempo en el que su única preocupación era encontrar una aventura nueva junto a Thelran, Laurelfin y otros amigos. Pero el destino poco a poco los iba poniendo a todos en el momento y en el lugar en que tenían que estar.
- Gracias al esfuerzo de todos, todo está donde tiene que estar. Enila sigue a salvo, y llegado el momento partirás al Norte con ella y Benaldamat. Sil Aüresse esperará vuestro regreso. Yo esperaré vuestro regreso…
La Dama de la Luz volvió a encararse a la cabaña, huyendo de sus propias emociones.
- ¿A quién habéis capturado? ¿Y qué es el libro de la mesa? Volvamos a ver si podemos averiguar algo más.