Partida Rol por web

CAMINO DESDE METRAITH

Aeldric miró a sus compañeros esperando alguna señal de aprobación o rechazo ante la oferta. Sinceramente el elfo pensaba que tenían una oportunidad de avanzar con facilidad hacia su destino y bien protegidos, unos a los otros, de la amenaza presente en la zona.

- Si mis compañeros no se oponen, entonces podemos continuar el viaje juntos. -

ZONA CASTILLO - turno 20

Bergil llegó hasta la puerta del castillo con Russef, tras dejarlo en manos de los guardias se quedó de nuevo a las puertas esperando. Observó como la lucha continuaba pero muchos comenzaban a replegarse hacia el castillo mientras los orcos y huargos se acercaban

¡Daos prisa!

El joven escudero oteó de nuevo el horizonte buscando indicios de más enemigos o, ¿quien sabe?, ¿tal vez de un rayo de esperanza para este momento tan oscuro?

Que entremos en el castillo no significa que estemos a salvo. ¡Si mi señor estuviese aquí!

Se quedó a las puertas, vigilando y esperando a los rezagados

ZONA CASTILLO - turno 20

El lomo del Lobo se hundió bajo el empujé del martillo. No volvería a aullar bajo la luna nunca más.
A partes iguales, aliviado y sorprendido por mi eficaz desempeño en los últimos momentos de la batalla, me giré para buscar la estela de Theon. Pero mi amigo se alejaba ya hacia el flanco oriental y nos habia dejado al cargo de los enemigos que todavia permanecían en pie en aquel frente.

Agnor y Ungail se enfrentaban al Huargo restante, pero parecían tener problemas para rematarlo. Nuevos enemigos se acercaban en el horizonte y no habia tiempo que perder.

Espoleé mi caballo hacia donde estaban y me dispuse a ayudarlos para poner fin a aquel combate. Las puertas del Castillo nos esperaban y los heridos ya casi estában todos al otro lado.

Turno 20 - Zona castillo

Los intentos de Ungail y Agnor no pudieron hacer mella en uno de los dos huargos que quedaban en la esplanada. El monstruo se estaba recuperando de su aturdimiento y habían perdido esa oportunidad.

Pero las tornas habían cambiado en aquel lado de la batalla y lo que parecía imposible, vencer a los huargos de nuevo, parecía una posibilidad cada vez más real. No cabía abandonar ahora. Agnor maniobró a Atreo para tomar una posición ventajosa y atacó con su gran espada en una finta que pretendía arañar al mismo tiempo que mantenía a buena distancia las fauces del lobo.

ZONA CASTILLO - Turno 20

Ya casi lo tenemos, pensó Ungail. El huargo seguía resistiendo, pero con Agnor, Aaren y Ungail rodeándolo era cuestión de tiempo. El caballero de Girithlin esperó que el monstruoso lobo se girara para encarar a Agnor. Y entonces golpeó. Fuerte y decidido con su lanza. Y supo que lo habían logrado.

-¡POR ECHORION! ¡GARAN GWALORN!, gritó enrabietado.

ZONA CASTILLO - Turno 20

-¡Llevadle al castillo!, les instó el sargento a los que cargaban con el cuerpo de Ginawr. El jinete estaba en estado crítico, pero había que intentar salvar su vida.

Ya se han perdido demasiadas vidas estos días, pensó.

Luego se fijó en el caballo sin jinete. Estaba agotado y nervioso por el olor de muerte y de sangre, y también los orcos que se acercaban desde el oeste. Pero no tenía fuerzas para huir, o tal vez no quería abandonar a su amo. -Shhh, le tranquilizó Faelimir cuando llegó hasta el noble animal. -Te voy a sacar de aquí.

El caballo le miró al soldado de Sil Auressë, y relinchó una vez. Luego se dejó llevar hacia la seguridad del castillo, hacia donde también estaban llevando a Ginawr.

ZONA CASTILLO - Turno 20

En el flanco oriental, Caldrim vio llegar a Theon galopando. -¡THEON!, gritó el mercenario al jinete rubio que llegaba. -¡Cúbreme la espalda!, añadió y pasó la lanza por encima de los dos orcos que tenía a su izquierda mientras pivotaba su caballo de guerra.

A continuación se lanzó directamente a por uno de los orcos^OGAe6. -¡Hacia el castillo!, le ordenó al jinete desorientado. Entonces vio a Tarbrand más a la derecha. -¡Vamos Tarbrand! ¡Abrimos hueco y nos vamos antes de que lleguen aquellos!

ZONA CASTILLO - Turno 20

Acero Rojo no estaba acostumbrada a luchar a caballo. Ni tampoco a la jerarquía militar. Pero era una guerrera. Valiente y hábil. Cuando el mercenario cuyo caballo llevaba una armadura pesada pidió ayuda al jinete que llegaba desde el oeste, ella comprendió que aquellos dos orcos que tenía en su retaguardia podían causarle problemas. Así que azuzó su caballo y espada en mano cargó contra uno de aquellos trasgos^OHBe5.

Sus ojos brillaron con un odio frío y mortal, y su mano era firme en la empuñadura del arma.

CAMINO DESDE METRAITH

-Es mejor ir juntos-asintió el joven explorador ante lo que proponía su compañero-, pero debemos seguir cuidando nuestras espaldas.

No acababa de confiar en nadie que fuera por los caminos después de los avisos que habían dado los guardias. En cualquier caso, si todo lo que contaban era cierto, debían tener aliados a su lado.

-ZONA CASTILLO - Turno 20:

El montaraz vio aliviado como Theon acudía en su auxilio, lo que quería decir que el otro flanco o estaba limpio o controlado al menos, por lo que dispuesto a permitir la retirada de todos los presentes en aquella contienda, atacó al mismo orco sobre el que se disponía a cargar Caldrim, diciéndole:

-Así se hará compañero, eliminemos a este snaga y permitamos la retirada de nuestro camarada... -expuso cargando con furia y realizando una dura estocada sobre el enemigo, esperando que sumada al ataque del Jinete de Acero, fuera suficiente para acabar con él y retirarse a la fortaleza de una vez por todas...

CASTILLO – Interior – Denelloth

-No es necesario salir a ayudar. Los jinetes están derrotando a los huargos, contestó Gaerel rechazando así el ofrecimiento de Denelloth para salir a ayudar. –Están a punto de entrar, pues llegan más enemigos. Cuando crucen el portón, nos reuniremos en Othrind para decidir el siguiente paso. Miraremos también qué hacer con los que quedan en la forja o en la aldea.  

Gaerel recorrió el interior del castillo con la mirada mientras Denelloth contaba a grandes rasgos los sucesos del monolito. Allí dentro había muchas bocas para alimentar, y pocas armas para defender el bastión. –Nos llegó el mensaje, le confirmó y miró a Curudae pues había sido el Senescal en persona quien había recibido la misiva.

CASTILLO – Interior – Denelloth

-Así es. El búho nos trajo vuestro mensaje. Llegó con heridas. Le atendimos todo lo bien que pudimos. Ahora te cuento más, le dijo Curudae. El aspecto de Denelloth dejaba patente su agotamiento. Y una carga muy pesada. –Entra en la torre, y busca al cocinero Intorin. Ayúdale y come algo, te veo en la sala de Othrind en breve.

Curudae le dio una palmada en el hombro a modo de despedida, y luego centró su atención en las precarias defensas. –Gaerel, voy a buscar a unos cuantos albañiles de los que hay aquí. Para que refuercen esa parte del muro...

CASTILLO – Interior – Denelloth

Denelloth entró en la torre del homenaje del castillo. La recordaba de otra forma, más llena de vida como en la Fiesta de la Academia. Los salones vacíos de la primera planta albergaban provisiones, cajas y unas pocas armas. Desde la cocina se escuchaban ruidos, y el olor del pan recién hecho invitaba a seguir caminando. Allí Denelloth se encontró con Intorin que estaba preparando cachas en un gran cazo.

ZONA CASTILLO - Turno 20:

Theon continuó galopando lo más rápido que pudo para alcanzar a los jinetes que combatían con los orcos, en el camino vio como una mujer que desconocía se sumaba a la lucha, no podías llegar en un momento más oportuno, pensó agradecido por el coraje de la mujer.

Cuando pasó a un lado de Sudwyll le indicó - Ve a las puertas del castillo, cubre desde allí la retirada!- el alto mando le había asignado la responsabilidad de una unidad y el explorador era uno de los hombres que tenía a cargo, descontaba que acataría sus indicaciones y esperaba que el otro hombre a pie se sumase. Sin embargo otro de sus hombres había arriesgado su vida por seguir su plan y estaba a punto de perderla a manos de los orcos, Earnil, aguanta un poco más... se dijo, e intentó ir a rescatarlo, pero su caballo estaba cansado, le sería imposible alcanzarlo a tiempo.¹

La vos de Caldrim se hizo escuchar, y el joven noble entendió lo que quería hacer. Asintió de inmediato al líder de los jinetes de acero y luego su mirada se cruzó también con la de Tarbrand, ambos iban a socorrer a Earnil, así que Theon cabalgó a un lado de la cazadora y fue por uno de los orcos² que tenía delante - SANGRE Y ACERO !!!- gritó al momento en que bajaba su espalda para dar muerte a su oponente.

ZONA CASTILLO - Turno 20

Arthondir no pudo más que contemplar como evacuaban al probre Ginawr, inconsciente, malherido, y una breve plegaria brotó de sus labios con la esperanza de encontrarle con vida a su regreso. 

En su cabeza, alterada aún por encontrar herido de tal forma al jinete de Gran Gwalorn, resonaban las palabras de Theon, con el que a duras penas recordó encontrarse mientras cabalgaba en pos de su amigo "Girión ya entró al castillo" "Necesitan ayuda en el este"

Gracias a su intervención pudo aclarar las ideas, la lucha parecía a punto de terminar, pero al parecer más enemigos se acercaban al castillo, Theon intentaba replegar ordenadamente a los guerreros al interior del castillo. Y aunque ya sabía que su fuerte no era precisamente la batalla, aun así, solicitaba su ayuda. La situación era más desesperada de lo que el propio Arthondir alcanzaba a comprender. 

Mientras la información bullía en la cabeza del dúnadan, su cuerpo se había puesto en movimiento hacía rato, y ya se dirigía hacia el este para prestar apoyo en la retirada.

CAMINO DESDE METRAITH

Anael relajó su rictus cuando por fin Abêl intervino y les explicó como estaba la cosa y qué es lo que había ocurrido en su ausencia. Escuchó a éste y a sus compañeros y asintió ante el ofrecimiento de Aeldric de ir todos juntos a Sil Auressë. No en vano, aunque la guerra había terminado, seguramente habría patrullas de oros y huargos dispersas por la zona con las que tenían que tener cuidado. Y mejor si eran más a la hora de luchar.

-Bien, entonces sigamos a Sil Auressë. No podemos perder mucho tiempo pues nuestros enemigos son aliados de la noche y para entonces me gustaría llegar a la fortaleza.

las palabras de fguardaespaldas eran firmes, como si fueran una orden. De hecho no lo decía por él, si no por Enila y Benaldamat, quien todavía estaba en su sueño reparador.

CASTILLO – INTERIOR – Girion

Girion solo miraba a su padre mienrtas escuchaba como Berephar le hablaba a su lado. Podría no escucharle pero por lo menos tendría que intentarlo.

-Tengo tantas cosas que contarte, padre, que necesitaría un par de días delante de la chimenea para contartelo todo -comentó acariciendo su mano y sonriendo mientras recordaba aquellos momentos-. Como cuando era un niño y nos quedabamos toda la noche contando historias mientras madre nos echaba la bronca por habernos quedado ahí, ¿te acuerdas?

La pregunta era retórica pues si le escuchaba seguro que se acordaba. Pero ahora su padre ya no estaba ahí, o por lo menos no lo mostraba. Alguien, el nuevo señor de Tharbad había acabado con su vida, con la de una familia.

-¡No!, nuestro linaje perdurará y nuestro escudo volverá a ser el referente de Tharbad y de todo Cardolan -prometió Girion mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.

Arrodillado a los pies de la cama de su padre el joven permaneció ahí hasta que su progenitor exhaló su último aliento. Y ahí, en Sil Auressë, es cuando un joven Girion hijo de Gildûr se transformó en Girion de Tharbad y regente y salvaguarda de su línea de sangre y nobleza.

CASTILLO – Interior – Denelloth

Denelloth asintió a las informaciones que recibía. Quiso informarse sobre el paradero de Hugaew. Al final hizo lo que se le dijo: se dirigió a las cocinas, saludó a Intorin y se ofreció a ayudarlo. Luego pidió un poco de comida. Pensaba en el búho, el caballo y el hopta que tan buenos servicios le habían hecho en aquellos días; reafirmaban su opinión sobre los kelvar, largamente mejor que la que tenía sobre los miembros de los pueblos libres.

Sólo entonces se acordó de Eben, que había seguido sus pasos desde la forja. Aunque el montaraz había visto a su discípulo, la prisa que llevaba le impidió esperarlo, y ahora se preguntaba cómo estaría, preocupado.

Pronto, si era cierto lo que Gaerel había dicho, el enemigo se retiraría y todos se reunirían en Sil Auressë. Todos los supervivientes. Sintió un escalofrío, y se forzó a seguir masticando y tragando mientras intentaba ayudar en lo posible.

ZONA CASTILLO – Resolución turno 20

Los refuerzos de los orcos estaban cada vez más cerca, y el tiempo apremiaba.En el oeste, tan solo quedaba un huargo^Hc3 en pie, y estaba rodeado de Aaren, de Agnor y de Ungail. Agnor aguantó las embestidas del animal, y no pude hacerle daño pero sí permitió que sus compañeros pudieran golpearle con ventaja. Aaren llegó entonces, y dejó caer su martillo de guerra una vez más. El brutal impacto en el costado del animal le hizo aullar de dolor y lo desplazó hacia la izquierda de Aaren. Allí esperaba Ungail su momento, y supo que éste había llegado. No podía fallar. ¡Y no lo hizo! La lanza de Ungail atravesó el cráneo del huargo matándolo al instante.

Cerca de los tres jinetes, Faelimir alcanzó el cahallo de Ginawr y los dos guardias cargaban con el cuerpo. Eben les acompañaba, arco en mano, preparado para defenderles en caso de necesidad. Llegaron hasta el puente de allí siguieron hacia el interior del castillo. Allí les esperaba Bergil quien entró por delante de ellos echando un último vistazo al campo de batalla. Todo parecía indicar que lo habían logrado, pues los refuerzos enemigos aún se hallaban lejos.

Viendo que el combate de aquel lado había terminado y que trasladaban a Ginawr hacia el castillo, Arthondir azuzó su montura para llegar hasta el otro flanco. Allí vio al mercenario Caldrim lanzar su caballo de guerra a por otro trasgo^OGAe6. Lo arrolló y Eärnil tenía el camino despejado y a pesar de estar algo aturdido por el último golpe, comprendió que era el momento de la retirada y maniobró su caballo. Se encontró con Tarbrand que llegaba para rematar al orco ya derribado por Caldrim. Al no ver enemigos en las inmediaciones, Tarbrand pudo ayudarle a Eärnil salir de allí.

La valiente embestida de Caldrim había logrado sacar a Eärnil de una situación complicada. No obstante, el movimiento iba a permitir a varios enemigos atacarle por la espalda. El Jinete de Acero había solicitado ayuda a Theon para protegerle, y el oficial había captado el mensaje. Alcanzó a uno de los orcosOHBm2 por la espalda, y el golpe de la espada lo desplazó varios pasos hacia delante. Estaba malherido y desorientado. A su lado, la cazadora Acero Rojo mostró su pericia con la espada corta atacando al segundo orco^OHBe5. El filo penetró profundamente en la cabeza del trasgo que murió al instante.

Sudwyll y Belegund se retiran hacia el castillo. Por un momento, Belegund de Metraith se quedó observando a Theon. Le sonaba aquel hombre, pero no recordaba exactamente de qué. Lo que no dejaba ninguna duda para el coordinador de mercenarios era la identidad de Caldrim. El Jinete de Acero era un mercenario de cierto renombre y su fama le precedía.

Así fue el panorama con que se encontró Arthondir al llegar desde el flanco occidental. Comprobó rápidamente que la situación era favorable para una retirada, y que no había ningún enemigo cerca como para atacarle. Era sin duda el momento de culminar la retirada hasta el castillo.

ZONA CASTILLO

Al fin llegó el momento, al fin todos sus esfuerzos realizados desde un tiempo que se le hacía muy lejano daban sus frutos, el camino despejado se abría ante él, miró de reojo a Caldrim pero gracias a la acción de Theon tenía el camino despejado también, por lo que se permitió el lujo de resoplar en gesto de descanso y junto a Eärnil emprendió el camino hacia el castillo. Desde lejos vio el cuerpo inerte de Ginawr transportado por valientes guerreros y la preocupación le colmó el corazón, no obstante, parecía bien atendido y quizás aún hubiera esperanzas para él.

Así pues, intentó serenarse y concentrarte en lo realmente importante en ese momento, llegar hasta el castillo y asegurar la fortaleza, cuando lo hizo saltó casi como un acróbata de Centella, y le dijo a algún mozo que hubiera por allí:

-Chico, dadle a mi caballo todo el pienso y el agua que pueda tragar, se merece un descanso digno de un meara -expuso esperando que el corcel por fin pudiera respirar tranquilo.

Tras ello sacó su arco y una flecha que encordó en el mismo y se dirigió al portón para ir felicitando uno a uno a todos los hombres y a la mujer arquera, en especial a su fiel amigo Agnor, junto con Theon y Aaren, pues sin ellos estaba claro que no estaría allí en ese momento, tras ello le dijo en especial a Aaren

-No te retires aún amigo, aún puedes probar en las murallas a intentar darle la vuelta a nuestra apuesta particular jeje -dijo con sorna y con el ímpetu incombustible de Oromë, pues estaba claro que el montaraz no relajaba su brazo hasta que no veía a ningún enemigo en los alrededores...