Partida Rol por web

Mientras avanzaban, Muryelle le iba contando a Ayla cosas sobre Lanaigh. -Su tatarabuelo logró unificar una gran parte de los clanes de Saralainn. Le conocían como el matatrols, y su fama traspasó la cultura de los clanes. Se llamaba Gordaigh. Un hombre muy ambicioso de origen desconocido, llegó de tierras lejanas. Sin embargo, Lanaigh está perfectamente adaptado a la cultura de los clanes. Los clanes se aíslan del resto del mundo, y tienen muchísimas guerras internas. Sólo en una o dos ocasiones han llegado a formar una unidad. La primera fue cuando llegaron, según cuentan. No son originarios de aquí. Llegaron tras la caída del reino de Arnor buscando refugio en las llanuras de Minhiriath. Dispersos y provenientes de distintas regiones y familias, decidieron dejar de lado sus diferencias y cooperar. Son buenos artesanos, trabajadores y con un gran sentido de individualidad. En cuanto a Lanaigh parece que busca el bien de los clanes y durante su reinado los clanes que le siguen han prosperado. No busca guerras abiertas, pero tampoco las evita. Su obsesión puede que sea Sudúri. Necesita un trono, un trofeo… No sé, algo que le eleve a la altura de su antepasado.

Ayla le escuchaba con atención mientras caminaban a duras penas por el pantano hasta llegar a un camino que les conducía hacia el encuentro de Lanaigh. Le sorprendió gratamente la profundidad del análisis de Muryelle. Sin duda Finduilas había elegido bien al decidir tenerlo cerca.

-Entiendo, necesita defender "su territorio" para confirmar su identidad y Suduri le ha brindado la oportunidad, pero la grandeza no está en la fuerza de un brazo y la capacidad para hacer daño, sino en la capacidad para evitarlo, y ahí es donde descansa la grandeza de un Rey...

-Supongo que sabrás ya quién soy, aunque puede que no me reconozcas pues aunque fue por muy breve tiempo nuestras vidas se cruzaron en la torre de tu señora. En aquel momento evité una masacre indiscriminada dado que los señores vecinos querían la sangre de tu Dama. He visto para ella un gran destino o un gran tormento, y voy a su encuentro para prestarle la ayuda de una persona que la entiende más allá de donde ella imagina y ayudarla a hacer las grandes cosas que he visto para ella, pero no soy la única que la busca...

-Dime Muryelle, puesto que aprecias a tu Dama más allá de tu vida ¿por qué tu señora te ha alejado de ella? Siento su alma atormentada y su desconsuelo, pero ¿qué desencadenó sus últimos actos? Qué la ha llevado a buscar refugio en un lugar secreto, dado que no estaba en Dor Tinedil, ni tampo está en la fortaleza de Balost, me parece. No me respondas ahora puesto que ya se ve nuestro primer destino y debemos centrarnos en nuestra conversación con el Rey Lanaigh, pero espero tu respuesta en nuestra próxima conversación..."

Mientras se dirigían al encuentro, Ayla observaba el campamento del ejército, cómo iban armados, la organización... en fin cualquier cosa que destacara entre las demás.

Muryelle se paró y se quedó mirando un rato en silencio a Ayla. Su mirada era sincera y transparente, aunque Ayla notó que también llevaba una carga de un voto de silencio. En sus largos años de servicio a la Dama de Dol Caladir, seguro que había visto y oído cosas que nunca iban a salir de sus labios. -Preguntas por qué ella me ha alejado…  No tengo una respuesta firme a eso. Cuando me liberó de mi voto de servicio y me indicó que me fuera a casa, lo hizo pensando en mi bien creo. Aunque nunca me lo dijo, creo que quizá no vio ninguna salida, ninguna esperanza. Necesitaba alejarse de todo esto. Por lo que me dices puede que incluso esté en peligro. Pero no es por eso que ahora te ayudo. Largos años le he servido, me acogió cuando no era más que un adolescente perdido en un mundo que no me quería aceptar. A su lado aprendí mucho, y ha sido una experiencia que me ha marcado mi vida. No todo fue siempre malo, aunque desde la torre de Argond no se escuchen los problemas de los campesinos hambrientos y enfermos. Ella no fue peor gobernadora para sus súbditos que lo fueron sus antepasados. Pero tampoco quiso mejorar nada. Se centraba en otras cosas… Pero cuando empezó a mover los hilos, a participar en la vorágine de la política de Cardolan, lo hizo con toda su inteligencia, dedicación y fuerza. Ahora todo eso es pasado, y ella ha abandonado sus tierras. Un momento importante en su vida coincidió con tu visita. Desde ese día parece que ya tenía tomada una decisión. Por eso te llevaré al lugar, pero debemos llegar hasta allí por un camino poco habitual.

-¡Mira, ya se ven los guerreros de los clanes!, le dijo mientras señalaba con el dedo. -Hablamos después si te parece, aunque no sé si te puedo ayudar en mucho más. La Dama se guardaba para ella sus pensamientos más íntimos, sus miedos y sus dudas. Era… Es una persona muy reservada.”

Mientras bajaban por la ladera, pudieron ver grupos dispersos de guerreros con el atuendo típico de los clanes, de mucho colorido indicando el clan y la familia de cada uno. Las armas eran variopintas, pero predominaban las hachas y las lanzas. Parecía que tenían algo de sangre norteña, ya que muchos eran rubios. Vieron un total de unas sesenta personas en las colinas y alrededor del campamento principal, donde una gran hoguera iluminaba la noche.

Avanzaron tranquilamente hacia el centro del campamento, y en un principio parecía que les iban a dejar pasar. Alguna mirada furtiva, pero en general notaron más bien una indiferencia. Muryelle saludó con respeto a los se cruzaron por su camino, y mantenía la mano lejos del estoque que llevaba en el cinto.

Ayla observó cómo estaba configurado el campamento, si se dividía por clanes, estandartes, familias, armas que llevaban o algo que le llamara la atencion. Si lograban llegar al centro del campamento, se dirigía a los guardias de la tienda del Rey Lanaigh, o si les detenían antes igualmente les dijo: -Saludos noble ejercito del Rey Lanaigh, fornidos y valerosos guerreros veo aprestados para la batalla, y es por eso por lo que vengo aqui, llevadme ante vuestro Rey pues traigo informacion que puede evitar la extincion de muchas vidas, pues cierto es que vengo de donde vosotros os dirigis despues de haber servido y hablado a con vuestros compañeros, amigos, hermanos... No os demoreis pues el tiempo apremia.

La impresión inicial no era la de un ejército, más bien de un séquito de cierto tamaño con mezcla de gente de distintos clanes. Ayla no quiso dejarse engañar por las primeras impresiones, pero no parecían estar ni preparados ni equipados para una batalla campal, aunque todos portaban algún tipo de arma. Sabían defenderse, y golpear, de eso no había duda. Pero no eran un ejército organizado en el sentido tradicional de la palabra. De reojo creía ver guerreros por las colinas que les rodeaban. El campamento se podía recoger en cuestión de minutos. Su fuerza residía en la movilidad, en la sorpresa, y en el conocimiento del terreno.

Les paró un hombre menudo acompañado de algún guerrero del clan. Le escuchó con atención ladeando la cabeza, causando una extraña sensación de no estar entendiendo las palabras que escuchaba pero sin embargo reaccionaba ante ellas. Mientras le hablaba, Ayla se fijó en unas extrañas cicatrices de quemaduras que le bajaban del cuello hacia su espalda. Parecía gozar de cierta autoridad entre la gente de Saralainn.

-Venís de Suduri, pues, dijo el hombre cerrando el paso hacia el centro del campamento -cuéntame entonces, qué oferta nos traes y de parte de quién vienes. Soy Fiorel del clan Mactosh, aunque por cómo me mira tu compañero creo que él ya lo sabe.

Ella lo miró con aire de grandeza como si acabase de ofender a una gran señora y le dijo: -los asuntos que aquí me traen he de hablarlos con tu Rey. No traigo ofertas de ningún tipo dado que no tengo nada que ofrecer, pero he escuchado lo que las gentes de Suduri fieles al Rey, que las hay, temen y espera de vosotros, así como de las dos guarniciones de la capitania que actualmente están sitiadas en Suduri y a las que ayudé. Mi camino me lleva lejos de aquí y me he desviado para intentar ayudar a los buenos subditos de vuestro Rey, que mientras tu y yo hablamos están sufriendo en Suduri... Ayla suavizó el gesto de su cara antes de continuar.

-Por eso te pido noble Fiorel del clan Mactosh que nos permitas entrevistarnos con el Rey Lanaigh de Saralainn, para poder transmitirles las nuevas que traigo de viva voz y que él pueda preguntar todo cuanto precise que de buen grado lo contestaré. Como guerrero que eres sabes que la información que puedo proporcionaros sobre una plaza que quereis recuperar es sumamente valiosa, así que no nos entretengamos más y transmítele a tu Señor mi llegada, la llegada de la Dama Lis...

Mientras Fiorel le escuchaba, apartó con una mano la capa dejando al descubierto su atuendo de calidad muy por encima del resto de los hombres del clan. La camisa y los pantalones tenían corte dúnadan, aunque le habían tenido que hacer algunos arreglos porque su estatura apenas alcanzaba los 160 cm. Su cabello era de color castaño tirando a rubio, y su voz era muy aguda y nasal. Parecía estar sopesando sus opciones, y sin duda le gustaba tener el poder en esta situación. Al terminar tu discurso, cuando dijo la Dama Lis, también la luz de la hoguera se reflejaba en tu rostro, causando un impacto mayor al descubrirse la dama. Fiorel tragó saliva y dijo de forma apresurada: -tengo aprobar primero para tú hablar con mi primo Lanaigh. Se notaba un temor en su voz, -aunque creo que le va a interesar oírte, y continuó levantando la voz para que le escucharan los demás a medida que iba recobrando la compostura, -hace tiempo llevo avisándole del peligro de los refugiados de Sudúri. El malestar, el descontento…, dijo con fuerza y gran oratoria, aunque el Oestron no era su primera lengua. De repente se agachó, junto a él crecían unas malas hierbas. Su puño se cerró sobre ellas. -Los refugiados… todo este problema comenzó con unas semillas de rebelión que ahora han brotado, y ahora están creciendo. Cuando todo esto se podía haber evitado si se hubiera actuado, cortando de raíz, y con un movimiento rapidísimo una daga que había aparecido en su mano cortó el manojo de hierbas. Unos cuantos del clan se habían congregado alrededor formando un círculo, y algunos estaban lanzando preguntas.

-¿Qué es lo que sucede allí?, gritó una voz autoritaria por encima de la muchedumbre. Los del clan se apartaron abriendo un paso que conducía hacia el centro de la hoguera. Al otro lado, sentado en el suelo, se pudo ver la silueta de un hombre.

-Lanaigh, traigo personas con nuevas de Sudúri, dijo Fiorel mientras les indicaba que le siguieran hacia su primo y rey.

Les llevaron hasta el Rey Lanaigh, un hombre de constitución fuerte y unos 175 cm de estatura, tez morena y pelo negro largo negro que ocultaba una corona dorada. Estaba sentado encima de una tela en el suelo, al nivel que sus alegados. Su ropa era la típica del clan, una túnica de buena manufactura pero básica, y además de la corona le adornaban algunos colgantes y otros símbolos. En su mano llevaba una copa de arcilla y junto a él había varios barriles que por el olor Ayla sospechaba que eran de usquebaigh, la fuerte bebida de la zona.

Ayla siguió a Fiorel hasta el Rey y cuando estuvo ante él dijo: -Oh Rey Lanaigh, salvador de una tierra herida, de las nobles gentes que con el corazon en la mano espera vuestra llegada, que los Valar protejan vuestra casa y su linaje se perpetue por los tiempos para bien de las gentes de esta noble tierra... Vengo de vuestro destino, del pueblo de Suduri donde he visto la situacion y he escuchado las voces de las gentes que os son fieles y esperan vuestra llegada para que devolvais la paz. Vengo de tierras vecinas y a la vez lejanas, y mi camino aqui es muy distinto a lo que he venido a hacer, pero he visto la situacion y he decidido ir en busca del Rey de estas tierras para trasmitirle nuevas de lo que he visto y de tus hombres que resisten que Suduri, y que esta informacion te valga para poder devolver la paz a las gentes que te quieren y te veneran y poner fin a las fechorias de un tirano que contra toda prevision se ha logrado hacer con el control de vuestra ciudad, pero creeme Rey que son muchos los que os quieren y esperan en la susodicha ciudad. Asi pues no voy a decir mas hasta que vos mismo me lo encomieis, aunque el tiempo no juega a mi favor, dado que son otros los asuntos que me han traido a estas tierras y solo mi buen juicio me ha hecho acudir a vos para prestar mi ayuda en forma de conocimiento. Asi me presento ante vos, como la Dama Lis. Ya me cononcen vuestros hombres de Suduri, que solo tendran cosas que decir buenas de mi, y si amablemente me escuchais, os dare la informacion prometida.

Mientras escuchaba, Lanaigh leba da algunos sorbos a su copa y por encima de la copa su mirada poco disimulada recorría una y otra vez la cara y el cuerpo de la mujer. Respiró fuerte cuando ella hablaba de un tirano que se había hecho con el control de la ciudad de Suduri.

Cuando terminó ella, de repente él lanzó la copa lejos con gesto enfadado y se levantó. Miró hacia el horizonte, y apuntó con su mano derecha hacia la dirección de Suduri. -¿Así que un vil tirano se ha hecho con el control de Suduri? ¡Qué osadía! Y pregunto a todos los presentes, pero sobre todo a ti, hermosa y sabia Dama, ¿qué hacían los soldados de Gondor mientras todo esto sucedía? ¿Acaso no deberían proteger ellos el puerto?

-Soy el quinto rey de un linaje que ha logrado unificar las gentes de estas tierras y luchar contra la tiranía y opresión. Hemos logrado mantener la paz entre los clanes y las tribus, y así es cómo me lo pagan los traidores y pordioseros que se refugian en las ciudades que están en nuestras tierras pero les dejamos estar en libertad, sin molestarles. No necesitamos las ciudades, sólo el campo y las colinas de Minhiriath. Nos basta con la música de nuestras gaitas y la bebida y el baile. Somos gente sencilla, pero así es como pagan esa libertad que les hemos dado. Con una sublevación. Masacrando a la gente, a parientes nuestros y amigos. Deben pagar por ello. ¡Por mi tartarabuelo el gran Gordaigh Matatrols que pagarán por lo que han hecho!

Se tranquilizó y se sentó de nuevo junto a la dama. Le miró fijamente a los ojos, con una mirada sincera y limpia, aunque con los ojos algo enrojecidos por la bebida. Le dijo en voz baja:

-Dime, Dama Lis, quién es el responsable. Cuéntame todo lo que sepas. ¿Y qué propones para evitar más muertes? No soy un hombre sediento de sangre, bastante ha sufrido ya esta tierra de la locura y de la guerra. Pero no estoy dispuesto a ver cómo Suduri, que bajo mi reinado pasó de un asentamiento tribal a una ciudad viva y próspera, ahora se convierta en ruinas.

-Entiendo tu malestar, puesto que has luchado para conseguir una estabilidad que ahora se ve perturbada, pero no te enojes pues a mis ojos, los sitiadores no están bien armados ni preparados, además temen vuestra llegada. Constituyen poco más que una banda de salteadores, muchos borrachos que se ebrios del poder que han obtenido cometen excesos que en otro momento no se atreverían. Pero saben que estais cerca y están reparando las murallas, pero se ve el miedo en sus ojos. Un agitador dotado de gran poder de convicción arrastró a una masa descontenta, y si bien en un principio no esperaban el resultado que obtuvieron, conforme iban ganando terreno su orgullo crecía, pero ahora ese orgullo se desvanece y vuelve la cordura, no son pocos los que se arrepienten de lo ocurrido, pero se hayan oprimidos por su supuesto lider. No castigueis las fuerzas de Gondor, puesto que ellos estaban para proteger la seguridad del puerto, pero no estaban preparados para enfrentarse a una multitud embrabecida, no habrían resistido y ahora están resistiendo sitiados junto a soldados tuyos en la isla del embarcadero y en el faro. El resto de la población se ha visto sometidas a no pocas vejaciones por la banda que os espera, pero no os preocupeis Rey, pues como os he dicho la fuerza y el ánimo que tenían se desvanece a cada metro que estais más cerca. Si no me equivoco, supongo que si acampais a las puertas de la ciudad, nos serán pocos los que deserten o simplemente huyan, pues ellos son unos cuantos ciudadanos y aqui os presentais un ejército de guerreros, es una lucha desigual. Pero que os posicioneis varios dias frente a la entrada de Suduri y hagais demostraciones de fuerza, minará sus voluntades. Pero pese a la muralla la ciudad es accesible, y contais con el apoyo de el gremio de los barqueros entre otros, si lograis hablar con ellos, una noche conociendo la posición del tirano podríais entrar por barcas, dado que ya la criatura del agua ha muerto...

-Sí, Rey Lanaigh, había algo parecido a un Kraken, una criatura legendaria que estaba acosando a vuestras gentes en la noche atraida por los últimos acontecimientos, pero entre mis compañero que no está aquí un valeroso enano y yo le dimos muerte, aún yace su cuerpo en la Punta del Kraken... Pero eso os lo podrán con más detenimiento los barqueros que lo vieron todo. Como decía podría desembarcar cuatro destacamentos, uno para liberar a la guardia sitiada en la isla y otro que sitie el cuartel del tirano evitando que salga nadie, dudo mucho que los pocos hombres del tirano que cojais desprevenidos tengan ganas de hacer frente a un destacamento de hombres armados y preparados, pero aún así no los subestimeis. Los otros dos estarían de apoyo por lo que pudiera pasar. Mientras el resto del ejército podría hacer medidas intimidatorias a las puertas de la ciudad para captar la atención, tentativas de ataque, algo para tener concentrada a las pocas fuerzas que le queden en las murallas mientras por otro lado el uno de los destacamente apresa al tirano. Olby es su nombre. Una vez apresado, dudo mucho que nadie lo defienda.

Lanaigh le escuchaba con atención, preguntando de vez en cuando algún detalle acerca de la ubicación de las tropas. Sus oscuros y fieros ojos se encendían al oír el nombre de Olby. -Por fin tengo un nombre, un responsable. Mi ira caerá sobre él. Pero tienes razón, no deben sufrir más aquéllos que bastante ya han sufrido y en su desesperación se aferraron a las falsas promesas de este individuo. Les daré una oportunidad.

-Tu visita me ha confirmado el camino a seguir, le dijo en voz baja para que no le escucharan los demás. -No traeré más guerra y muerte de la necesaria a esta tierra herida. Un hombre muy noble me dijo no hace tanto que la historia no es un dogma de fe, que se escribe día a día. También insistió en que la responsabilidad, el éxito, la victoria o la derrota… están al alcance de todos nosotros, y no es algo exclusivo de los señores dúnedain. Cardolan sigue en guerra por su supervivencia, pero no es la guerra de los dúnedain, sino la de los hombres libres. De todos nosotros, del origen que sea. No es la sangre que gana las batallas, sino el valor y la astucia. Esas palabras me las dijo el Hír Pelendur, aunque en su momento no entendí del todo el significado de las mismas. También me dijo que mis gaiteros y yo éramos de lo mejor que haya existido en Cardolan… Habrá que demostrarlo. Tienes mi palabra, liberaré Sudúri pero no arrasaré con sus gentes.

-Me alegra escuchar de tu voz tan nobles palabras, he aquí la grandeza de un Rey que no se mide por su capacidad para generar muerte, sino para generar vida y esperanza. Tal vez nos volvamos a ver en un futuro dado que no somos vecinos lejanos... Pero lo que vine a traer ya está dicho, y mi tiempo de estancia aquí ha concluido, pues hay mas gente con la que de hablar de otros asuntos. Por lo que os pido oh Rey, que nos permitais partir sin demora a mi compañero y a mi y espero haberos traido bien para vos y vuestras gentes...

-Te agradezco la visita, y siempre serás bienvenida para darme tu opinión o consejo. No aceptaré órdenes de otros, pero tampoco me las has querido dar. Sabias palabras han salido de tus labios… Entiendo que otras personas y asuntos requieren tu presencia, y muy a mi pesar debo dejarte marchar, pero no sin antes ofrecerte como presente esta comida para vuestro viaje.

Les entregó alguna comida y una jarra de su usquebaigh. -¡Qué vuestro viaje sea seguro!

Antes de partir, cuando le dieron los presentes, le susurré una última cosa al Rey Lanaigh: -Rey Lanaigh, una última cosa quería deciros, y es destacar de entre todos los que os han sido fieles en Suduri, el lider de los hombres de negocios, ha velado noche y dia por mantener en quienes os son fieles la esperanza de vuestro regreso y recuperación de Suduri, ayudando en toda medida de lo posible. Tenedlo en cuenta es un buen servidor vuestro aunque puedan pensar lo contrario. Pero tal vez quiera seguir en el anonimato, con su vida como ha sido siempre y siempre será...

Ya con la voz normal dijo: -Os agradezco los presentes Rey y honorables gentes de Saralainn que la fortuna os alcance allá donde vayais.