Partida Rol por web

Mientras iban avanzando, un poco alerta, dado que había pasado un dia desde que dejó a Muryelle y había una patrulla merodeando, así como una manada de lobos, Ayla le comentó a Denelloth: -Ahora nos dirigimos al vado de Carenthel, donde nos encontraremos con un amigo. Una vez que lo hayamos encontrado, tendré que hablar con él y recoger algo que le dejé. Depués seguiremos hacia Cardolan. Pese a que ya no está bajo el yugo del Señor de la Guerra, aún quedan restos de sus tropas y nos pueden poner en un aprieto. Cuando bajé a estas tierras, nos encontramos con una veintena de lobos, liderados por 3 espiritus huargos. Nos pusieron en un aprieto y logramos acabar con uno de los espíritus, por ello tal vez sea mejor que demos un pequeño rodeo, acercándonos a Tharbad. Tal vez si vamos a Suduri, podríamos coger una embarcación hasta Tharbad, y desde allí ir hasta Metraith, donde ya nos quedaría poco para nuestro destino. Denelloth, fue la mano de un dúnadan, un montaraz de Arthedain, la que acabó con el reino de Dagorhir. Pero ya llegará a tus oidos toda la información cuando lleguemos a nuestro destino...
 

Efectivamente, hacía tan solo un día de que Ayla se había separado de Muryelle, pero iba a ser difícil alcanzarle antes de que llegara hasta Carenthel salvo que tuviera algún contratiempo. 

El viaje avanzó sin contratiempos. A lo lejos se veían algunos lugareños trabajando la tierra y en sus quehaceres diarios mientras Denelloth y Ayla cruzaron el camino y siguieron hacia el sur.

-Este camino lleva de vuelta a Cardolan, pasando por el Vado de Sarn, le comentó Denelloth.

Era cierto que desde aquel punto hasta el Vado de Sarn y de allí dirección a Metraith era el trayecto más corto de vuelta a Sil Auressë. Pero Muryelle le esperaba en el sur a Ayla.  En las Tierras de Girithlin.

Siguieron avanzando. A medida que avanza el viaje campo a través, se vio como Denelloth adoptaba el papel de montaraz. Se puso primero y observaba las señales invisibles para muchos pero claros para él que le llegaban de la Naturaleza que les rodeaba. 

-Lobos… pero son huellas antiguas, le informó.

Ayla compartió sus planes de viaje, y Denelloth le escuchó en silencio aunque hizo alguna pregunta sobre la ubicación de Sil Auressë. Ciertamente, ir hasta Gwathló para luego regresar a la orilla del río Baranduin parecía una vuelta excesiva, ya que Sil Auressë estaba en el oeste de Cardolan, muy cerca del río que iban a cruzar en breve, mientras Sudúri y Tharbad estaban en el este. Desde Carenthel, el viaje hacia Sil Auresse sería hacia el norte, aunque no conocían el camino.

A Denelloth no parecía importarle el camino que elegía Ayla. Simplemente disfrutaba de poder respirar la naturaleza, del viaje, de los paisajes, de los animales y de la compañía. Escuchó con atención lo que Ayla le contaba del fin de Dagorhir en Cardolan, y el peligro de los huargos.

Denelloth se alejó un poco del sendero, para evitar encuentros indeseados. En un momento de la tarde se quedó observando el suelo largo tiempo. -Por aquí ha pasado una compañía errante de los Primeros Nacidos. No hace tanto. Es muy raro que dejen huella, salvo que sea una señal para otro grupo.

Por mucho que Ayla miró el suelo, no consiguió ver con claridad a lo que se refería. A pesar de su aparente juventud, no cabía duda de que se trataba en efecto de uno de los montaraces reales de Arthedain.

Al atardecer descansaron unas horas para luego seguir el viaje. El día siguiente llegaron al río. Esta vez sí hubo algunos ribereños que se ofrecían a llevarlos con sus barcazas al otro lado.

Allí les esperaba Muryelle.

-Me imaginaba que tu visita a Bar Irlossiel quizá sería corta, pero ¡no tanto!, le dijo sonriente a Ayla mientras le devolvía la espada élfica.

-Muryelle, te presento a Denelloth, le dijo Ayla mientras sonrió. Luego presentó al guardaespaldas de Finduilas al montaraz. Fue gracias a él que finalmente Ayla logró encontrar a la Princesa de Dol Caladir.

-He hablado con tu Dama y va a volver... Tiene un mensaje para ti, se reunirá contigo en Iach Sarn, será mejor que ella te explique lo que hemos hablado... Una vez allí os dirigireis a Metraith y preguntareis por un lugar llamado Sil Auressë, allí os esperaré. Pero no comentes nada de ese nombre a tu Dama, será una sorpresa.

Le cogió de los hombros y le dijo: -Muryelle, se te van a presentar oportunidades para cambiar esta región, para poder rescatar valores perdidos, aprovéchalas...

Luego ella recogió la espada mientras Muryelle y Denelloth se saludaban, y se la guardó con mucho cariño. 

Para despedirse, dijo: -Elen síla lumenn'omentielvo, Namárië Muryelle

Muryelle asintió con la cabeza. -Es bueno saber que la Dama ha decidido volver. Su fuerza y su espíritu pueden ayudar a levantar de nuevo estas tierras y a estas gentes. Iré al Vado de Sarn y le esperaré de allí, si así lo desea. Pero si viajamos hacia el norte siguiendo el río, llegaremos al Vado de Sarn en pocos días, y me puedo quedar. De allí al este se llega a Metraith en menos de dos días. Es el camino más rápido. Así que quizá el adiós sea precipitado.

-Tienes razón Muryelle, es el camino más corto. Entonces avanzaremos juntos hasta el Vado de Sarn, y una vez allí Denelloth y yo proseguiremos hasta nuestro destino. Me parece que será mejor que llegados al Vado de Sarn, te explique donde está Sil Auressë y vayais diréctamente, ya que si desde el Vado vais hasta Metraid, avanzarías para luego retroceder,  le dijo sonriente. -Pongámonos en marcha pues.

Luego miró a Denelloth, si llevaba espada. Como no era así, le preguntó Ayla: -¿Prefieres portarla hasta nuestro destino?

Denelloth le cogió con gesto solemne la espada y la miró con admiración. -Es una gran espada. Será un honor portarla hasta nuestro destino.

Emprendieron viaje hacia el norte, siguiendo el curso del Río Baranduin. Se vio muy poco movimiento y el viaje transcurría sin incidencias.

El segundo día, al atardecer, pudieron ver a su izquierda, junto a las colinas, una pequeña aldea hobbit, con sus típicas casas excavadas en la ladera de la montaña. Les iba a desviar unas horas del camino unas horas pasar a visitarlos, y en general los medianos preferían quedarse al margen de la “gente grande”.

-¡Medianos!, comentó Denelloth, -poco se sabía de esta raza hasta la Plaga, y ahora se habla de ellos en la Corte de Fornost. Hace pocos años, el Rey les ha entregado un gran territorio junto al Bosque Viejo, para se asienten allí.

-¿Ese territorio no lo reclamaba la familia Tarmëa?, preguntó Muryelle.

-Así es, le contestó Denelloth. -No me gusta mucho la política, lo único que sé es que, cuando era montaraz, a los Faradrim Aran se nos ha encomendado la protección de aquel territorio.

Se vio una cierta nostalgia en Denelloth. Pero también determinación. No hacía mucho él había sido un montaraz del norte al servicio del Rey. Cuando estuviera preparado, algún día, quizá volvería a portar la Estrella.

El montaraz miró a Ayla, e intuyó en qué estaba pensando ella. Le dijo: -un dúnadan siempre lo es… Un Faradrim Aran no es un oficio, es una forma de vida. Necesitaba alejarme de todo eso, de la guerra… Pero no dejaré de ser quién soy.

-Tú decidirás el momento de tu regreso, mientras serás uno más entre la gente de Sil Aüresse, y tendrás la vida que desees llevar, le dijo a Denelloth.

-Medianos, no he tenido mucho trato con ellos. Un Montaraz compañero mio de batallas y amigo, me comento en alguna ocasión de los medianos, y que anduvo con uno de ellos cuando hizo el primer ataque en solitario al Señor de la Guerra, pero cayó aunque demostró gran valentía. Igualmente, me comento de dos Hobbits, creo que los llamó, con los que tuvo un pequeño percance por la codicia de su compañero, y acabó en un pantano lleno de cocodrilos, buceando para recuperar un bastón. 

Una sonrisa se dibujó en el rostro de Ayla. -Tal vez algún día pueda contártela él. El caso que el destino, quiso que me encontrara con ellos, en el Sur, en Suduri. Nunca los había visto y me parecieron criaturas simpáticas, con grandes "inquietudes" pero no me parecieron grandes guerreros, aunque no se sabe. !Se me olvidaba¡, en el ataque a Metraith, recuerdo desde lo alto de una torre, ver a unos medianos disparando con arcos, y recuerdo que no eran malos arqueros, defendieron bien su puesto. La verdad que parecen criaturas sencillas, pero impredecibles. Dejémelos tranquilos pues en sus tierras, ya habrá tiempo de saber más de ellos. Pero... ¿por qué el Rey tendría interés en los medianos y su territorio?

-No destacan por ser grandes guerreros, es cierto. Pero sí son capaces de sobreponerse a grandes dificultades, reflexionó Denelloth mientras siguieron el camino hacia el norte. -Llevan mucho tiempo emigrando de un lugar a otro, los hay por todo Eriador. Algo ha visto en ellos el Rey Argeleb II, para concederles aquel territorio cerca de Bree. Los reyes a veces ven más allá de lo evidente. Un territorio que consideraba suyo una de las familias más importantes de Arthedain. En estos tiempos oscuros, quizá ese sencillo pueblo sin hogar se merezca una oportunidad bajo el manto de protección de los dúnedain. Lo que sí sé es que en el poco tiempo que llevan en su nuevo hogar, al otro lado de Baranduin más allá del Bosque Viejo, se han puesto a cultivar los campos y se les da extraordinariamente bien.

Siguieron viajando siguiendo el lento curso del Baranduin, que giraba hacia el este en los límites septentrionales de Girithlin, en tierra de nadie. Ayla se sentía segura en compañía de aquellos dos hombres. Pequeños afluentes no suponían problema para cruzar. Uno de ellos era algo más grande, y a su derecha, en el horizonte, pudieron ver un bosque ancestral. Al otro lado estaba Sil Auressë, pero el terreno era bastante más difícil que las riberas de Baranduin, así que posiblemente se iba a llegar antes subiendo hacia el norte y dando la vuelta a las colinas por el este. El Vado de Sarn estaba a medio día de viaje hacia el norte.