Partida Rol por web

Una vez establecido la habilidad de los enanos, y la calidad de las armas que ofrecen haceros, Curudae trata de rebajar el precio al máximo [40], pero es interrumpido por Gimbald y Kranz.

-Estamos agradecidos por el recibimiento que nos habéis dado, comentó Kranz, -pero Ginbald no cree que debería rebajar el precio muy por debajo del valor de nuestra obra. Ni tampoco nos interesa crear armas de peor calidad, porque nos interesa dar a conocer nuestro arte. Por otro lado, vuestro ejército tiene necesidades urgentes...

A continuación hablaron del coste por hombre para Guardia, Soldado y Miliciano. Además, Khôradur considerá que era ya una necesidad contar con el equipamiento para una quinta unidad de 8 soldados, algo no contemplado en los cálculos iniciales.

-Estoy dispuesto a rebajar un poco las pretensiones de armamento. [62]. Cambiamos algunos arcos por ballestas que son más baratas, y casi igual de efectivas. Además, las de los enanos son de una calidad extraordinaria. Tampoco es necesario que todas las unidades lleven espadas largas, una espada corta tipo eketya podría valer si tienen lanza… Estoy dispuesto a pequeños ajustes. Pero hay una cuestión fundamental…, dijo el Lugarteniente mientras le miraba fijamente a Ginbald. -Vosotros queréis crear arte para mostrar vuestro talento, pero no podemos pagar el valor de esa calidad de armas, ni tampoco podemos permitirnos lujos. Mi propuesta es la siguiente: equipar a nuestra guardia con lo mejor que sepáis hacer. Son la parte más visible del ejército, y cualquier visitante a Sil Auressë los verá. Podréis hacer los tabardos de mallas, las alabardas, los yelmos… Además se prestan a tener más elementos decorativos.

La idea parecía interesarle en un principio a Ginbald [38], pero en seguida encontró algunos problemas. Susurró algunas palabras a Kranz, quien ejercía de portavoz y dijo: -debemos tratar el asunto de la tienda, y otras formas de pago. Pero no podemos fabricar armas sin recibir pago por ello. Claro que podemos equipar a los guardias, pero ¿váis a poder pagar por ello?

-Si partimos de los precios establecidos del gremio, dijo Curudae mientras sacaba los pergaminos donde había estado haciendo cálculos, -y aún con algunos ajustes de las armas, se quedarían en unos 230 monedas de oro por los guardias (en caso de ser precio y calidad normal), 225 monedas de oro por los guardias (40 unidades), y alrededor de 550 monedas de oro por la milicia. Antes de que respondas, entiendo que estos precios no reflejan la calidad de lo que hacéis. Pero estamos hablando de casi 1000 monedas de oro. Mucho oro para un grupo de herreros que acaban de llegar… Pero vosotros queréis algo más que el simple oro. Lo que necesitáis es abrir mercados, y sobre todo trabajar en vuestra forja para alcanzar vuestras metas. Estáis en un territorio desconocido para vosotros. No tenéis el apoyo de los gremios. Estamos juntos en esto, amigo enano. Una parte de la compra debe ser en otros conceptos, y necesitamos hablar de aplazar los pagos.

Se hace un extraño silencio al oír una cifra tan mareante, pero que perfectamente podría aumentar por el valor añadido de la artesanía de los naugrim. De repente intervino Ginbald: -según el acuerdo, podemos adquirir una tienda en el mercado. [94]. Me gustaría tener dos. Una para vender nuestras armas, y otra para trabajos de piel. Con el oro que nos dáis, encontraremos a un curtidor o armero para que trabaje con nosotros. De esta forma, podemos hacer los remaches y mejoras metálicas de sus trabajos, y vender armaduras de todo tipo.

Una leve sonrisa apareció en el rostro de Curudae. -Aún no hemos hablado de los impuestos..., dijo el Senescal.

-Ni de la calidad de las armas. No puedes esperar que paguemos precios de armas ordinarias por armas que no lo son, respondió Kranz antes de que Ginbald pudiera alterarse. -No obstante, hemos estado meditando y en caso de aceptar el encargo, estaríamos ocupados hasta bien entrada el año que viene. Por lo tanto no trabajaríamos para nadie más de momento, pero por una decisión nuestra. Los impuestos que no pagamos cubren el aumento de calidad de las armas de los soldados y de la milicia.

A Khôradur se le escapó una risita nerviosa al oír eso.

-Pero queda el tema de la guardia… Donde aplicaremos todo nuestro arte y oficio… ¿Qué te parece Ginbald?

-Queremos las dos tiendas y la exclusiva de venta de armas y armaduras a cambio de equipar vuestro guardia. Será la envidia de todos los demás soberanos, dijo Ginbald y continuó: -el pago de los soldados y milicia (225 y 550 oros) os ofrecemos hacerlo en tres pagos: un tercio de entrada, otro tercio cuando se hayan entregado las armas de cada unidad (8 soldados o 20 milicianos), y el último tercio el mes después de la entrega de la última unidad. ¿Qué decís?

Curudae respiró hondo, y le miró de reojo a Ayla. El Senescal estaba contento de cómo había ido la negociación.

Ayla observó a Curudae, luego a Khoradur, intentando ver qué pensaban. Miró a Ginbald y a Kranz... -Sil Auressë acepta el trato, y tendréis todo nuestro apoyo en vuestro arte.

Cogió un copa y la alzó. -Brindemos por un nuevo amanecer, por el acuerdo entre Sil Auressë y nuestros amigos Naugrim de Azan. Agradecemos vuestro esfuerzo y que de aquí salgan auténticas obras legendarias.

Khôradur estaba expectante, tenso… pero contento con la propuesta. Lo más importante era que los enanos se comprometían a realizar un trabajo de calidad. -Un ejército requiere un mantenimiento constante de las armas, y cuánto más duraderas y de mejor calidad sean, menos bajas sufriremos, les dijo.

Levantaron sus copas para celebrar el acuerdo, que era firme a falta de que se redactara en un documento para su firma.

Una vez liberadas las tensiones de la negociación, Ayla se acercó me acerco a Kranz y le dijo: -he estado pensando últimamente, en una cosa que quiero hacer... Quiero forjar una espada, mientras se forje quiero estar presente y mientras iría inyectando poder sobre el metal, mientras se le da forma, y quiero hacerlo un mes después, para ver el resultado que toma un arma. Claro que nunca lo he hecho, y tal vez sea grotesca en las formas. Vosotros como verdaderos maestros, ¿podríais ayudarme o aconsejarme en este intento?

-Quiero intentar crear varios objetos que sean la insignia de Sil Aüresse, pero a la vez que tengan cierto poder.

-Entiendo lo que quieres decir, le contestó el enano a Ayla. -De hecho, hace poco en Azan comenzamos experimentar con esa clase de técnicas. Es bastante complejo, pero en otro tiempo los herreros de Azan sí que fuimos capaces de imbuir poder en los objetos. Lo difícil es mantener la fusión fría o caliente para que el metal absorba el poder en la fundición, sin perder sus propiedades. El auténtico experto en eso es Khizag. Mucho de ese conocimiento se perdió, y uno de los motivos para esta aventura es precisamente recuperarlo. ¿Te acuerdas que preguntamos por la familia Enach? Tiene que ver con ese tipo de arte, y según me dijiste quizá ese tal Palomirë podría darnos más información para encontrarlos. Y si no, podemos quizá trabajar contigo, pero llevará su tiempo. Primero tenemos que perfeccionar el uso de la forja nueva, y ponernos en marcha con vuestro pedido para el ejército.

Ayla se quedó pensando en las palabras del enano mientras éste se alejaba para llenar su jarra de madera.

-Hoy es un gran día, dijo Khôradur. -Espero que no tarden mucho en forjar las espadas. Pronto las necesitaremos…