Uh, totalmente. O sea, que Benaldamat estará en la forja? Sir también? Dejemos a un lado a Sir; no creo que Denelloth se comportara igual ante ella sin al menos un buen tocho previo, pero démoslo por bueno, por qué no, a ver qué tal queda al final.
Benaldamat es que me da respeto. A mí, GK, más que a Denelloth y todo; todo son misterios a su alrededor, no sé muy bien cómo enfocarlo. Quiero decir que la actitud de Denelloth, entre el respeto y la sorpresa, iría más allá de mentarlo de pasada como al resto; de nuevo, haría falta mostrar antes un poco que las sensaciones del personaje al reencontrarse con el que considera el verdadero Guardián, elfo poderoso y sabio por demás. Quiero decir que, como en el caso de Sir, son personajes centrales para Denelloth, y si los encontrara en la forja tras todo lo ocurrido reaccionaría de manera menos sobria, creo.
Como es muy complicado ahora mismo cambiar todo eso, y creo que enrevesaría el epílogo y te complicaría la vida a ti también, haré lo que dices: una frase al estilo del primer párrafo de la cita que has puesto. A ver, ejem, ejem...
Norión, el sabio sacerdote de los muertos, capaz de lo mejor y de lo peor por alcanzar sus objetivos; Girion, su alumno, el joven de buena bolsa y certera puntería que estuvo a punto de segar la vida de su mentor; Ferrim, hijo de Ferric, recio comerciante enano metido a erudito y a guerrero; Russef Wrings, el saralainni que demostró una y otra vez su enorme compromiso y temeridad; Eben, su propio discípulo, adusto, evasivo y siempre tras él; Y BENALDAMAT, EL ELFO BLANCO, MISTERIOSO Y PROVIDENCIAL, EL VERDADERO GUARDIÁN DE ENILA.
No estoy muy seguro de si colocarlo ahí, al final, pero creo que sí; no sé muy bien a qué orden obedece, pero... En fin, que si lo ves mejor en otro sitio, cámbialo.
Y si no lo he entendido bien de lo que me pides, tienes, claro está, vía libre para hacer y deshacer; yo firmo lo que escribas a ciegas ;)
Parte III
Se encontraron en una gran sala, de la que partían numerosos túneles. Todo el mundo estaba asombrado. Las figuras que los acompañaron se llevaron a todos los allí presentes, mientras Khôradur y sus hombres se quedaron. También había otras personas a las que no conocía, varios soldados con el emblema del árbol blanco, otros con las siete estrellas de Arthedain, dos eran de su pueblo, de los corsarios, reconocibles por su armadura y yelmo, y con quienes cruzó la mirada y un leve gesto de asentimiento a modo de saludo, otros eran un grupo de hombres rubios y altos, con petos de cuero, a quienes no conocía, y también varios hombres barbudos vestidos con pieles. Todos esperaban ansiosos.
De pronto un vocerío desagradable se escuchó. Una enorme fila de figuras se acercaba y cuando estuvieron más cerca, todos, sin distinción echaron mano de sus armas. Eran una multitud de orcos, aunque también había hombres. Khôradur se fijó en ellos, portaban emblemas algunos de los cuales reconocía, de su pueblo de los Corsarios, tanto capitanes como simples soldados o marineros, reconocibles por su semblante y sus ropas, también había gentes de los odiosos Númenóreanos Negros, otros parecían ser simples ladrones y pordioseros, asesinos crueles por la ferocidad de su rostro, e incluso había gente bien vestida y con joyas. Algunos incluso parecían ser de tierras lejanas por el color de la piel y los rasgos de su rostro. Todos estaban encadenados y gemían y gritaban pidiendo clemencia y perdón, pero nadie les escuchaba. Estaban acompañados por las enormes figuras. Muchos se resistían en avanzar, pero eran levantados por las grandes figuras y obligados a continuar. Una de las figuras que se encontraban con ellos les hizo señas de que guardasen las armas.
-No os debéis preocupar, no os pueden hacer daño, y allí a donde van no podrán escapar.
Khôradur entonces guardó su arma y se adelantó
-Venían en los navíos negros, ¿verdad?
La figura asintió
-Así es Khôradur, hijo de Arghazor. Fueron reclamados por Mandos, pero algunos escuchan la voz de su amo oscuro y logran escapar a la llamada, por eso algunos barcos se pierden.
Se dirigió hacia uno de los túneles.
-Es la hora, seguidme
Los allí presentes siguieron a la figura por el túnel. Después de caminar durante varios minutos llegaron a una gran sala, inmensa, grandiosa. La vista no alcanzaba el final de la misma ni su altura, ya que el techo no se veía, aunque inmensas columnas bellamente labradas con multitud de escenas de todo tipo indicaban que debía de tener un techo. Aún así, a pesar de que el lugar impresionaba, no sentían miedo, y siguieron caminando.
No pudieron decir cuanto tiempo caminaron, solo que llegaron ante un gran trono, sobre el cual sentado, se encontraba una figura inmersa cuyo rostro no podía apreciarse bien por una capucha que se lo ocultaba. En cuanto llegaron esta figura se alzó, y con voz profunda y solemne habló.
-Sed bienvenidos a los salones de Mandos. Por vuestros actos habéis sido juzgados y sentenciados. Vuestro espíritu es noble y aunque algunos de vosotros habéis cometido actos despreciables, vuestras buenas acciones han tenido más peso al final de vuestra vida. Pero aún así, Arda no está libre del mal, y en vosotros hay una mancha oscura. Por lo tanto, para libraros del mal que en su momento hayáis cometido y del mal de Arda que os haya podido contaminar, permaneceréis aquí un tiempo hasta que el mal esté totalmente purgado.
Durante unos segundos un sepulcral silencio reinó en la gran sala
-Más no seguiréis el destino de los demás mortales, porque otro destino os aguarda. Tras purgar el mal iréis al Salón de los Héroes, donde aquellos mortales que se lo han merecido permanecen hasta que llegue el momento de la Gran Batalla. En un futuro, cuando Morgoth, el gran señor oscuro se libere y regrese a Arda, las fuerzas de la luz y la oscuridad librarán su última gran guerra, la Dagor Dagorath, y vosotros lucharéis en el ejército de la luz. Tal es vuestro destino y por eso estáis aquí.
Khôradur sonrió, era un guerrero, y no le importaría esperar y prepararse para luchar llegado el momento
-Bien, creo que estaremos un tiempo aquí, será una buena ocasión para mejorar nuestras habilidades, enseñarlas a otros y aprender de los demás. Si hemos de luchar en el futuro contra el mal, tendremos que estar preparados.
Sacó su cimitarra
-Caballeros, ¿comenzamos?
Subo la parte III y ahora inmediatamente la IV, me falta resumir la II. Otra opción es subirla tal cual, son seis páginas de word, lo digo para no retrasarlo más, sino espero tenerlo listo para mañana pero no lo sé, se me han juntado varias cosas. Es lo mismo que puse en su momento.
Al estar en partes se podrían ir intercalando con otros epílogos como me comentaste. Sólo son estas cuatro partes.
Parte IV
De pronto, Khôradur notó una presión en la garganta, todo se volvió borroso y de nuevo escuchó gritos lejanos y notó como si alguien le tocase la mandíbula maltrecha y le introducían algo en la boca
¿Como es posible si estoy muerto?
Pero esa sensación desapareció tan rápido como había comenzado y de nuevo se encontraba en los Salones de Mandos, aguardando su destino.
Notó como la figura que les había hablado le observaba detenidamente y le habló.
-Pero no tú, Khoradur, hijo de Arghazor, tú tendrás que esperar todavía. Tu destino ha cambiado de nuevo y ahora pende nuevamente de un hilo. Si bien estás aquí, te encuentras todavía entre la vida y la muerte, que la balanza se decante por uno u otro no está en tus manos y tendrás que quedarte aquí hasta que los eventos inclinen la balanza hacia uno u otro lado.
Khôradur se quedó sorprendido pero asintió, no podía hacer nada. Miró a Walec y a sus hombres
-No sé si nos veremos en breve o aún pasará un tiempo. Si pasa un tiempo, haré que no se olvide vuestro sacrificio y valentía.
Ellos asintieron y se despidieron. Khôradur observó como atravesaban la entrada de un túnel y se alejaban. Tras verlos alejarse, se quedó allí, pensativo, esperando su destino.
Khôradur aguardó. No sabe cuanto tiempo pasó si minutos, horas o días. Allí el tiempo parecía ser relativo, pero Khôradur no se impacientó, al contrario, aguardaba pacientemente sumido en sus pensamientos. A su mente venían recuerdos de su vida y de sus momentos finales.
En ese momento notó algo, un ligero mareo y como si algo tirase de él. La figura se puso de nuevo en pie
- Khoradur, hijo de Arghazor, tu destino se ha forjado de nuevo. Tu estancia aquí se ha retrasado por un tiempo. En tus manos dependerá si vivirás el resto de tu vida hasta que se agote o se acabará de manera abrupta de forma violenta. Sea lo que sea, cuando nos volvamos a ver te unirás al ejército que ha de luchar en la Dagor Dagorath, salvo que tu destino se tuerza hacia la oscuridad. Regresa a la vida, Khoradur, hijo de Arghazor, hasta que llegue tu hora.
Khôradur notó un tirón más fuerte y de pronto se encontró tumbado rodeado de oscuridad. Notó como un lado de la cabeza le dolía fuertemente. No recordaba nada, solo como luchaba contra Zaboth y su cimitarra impactaba en él, luego oscuridad.
Que raro, noto la boca salada, como si hubiese estado navegando en el océano
A su mente vinieron Walec y los hombres que había perdido. Le daba la sensación de que se había despedido de ellos, pero no definitivamente, y que los volvería a ver en el futuro.
Le vinieron diversos olores y ruidos, así como una voz familiar que le hablaba. Se sentía en casa. Lentamente intentó moverse pero no pudo, estaba agotado, aunque notó que pudo mover la mano derecha y gesticular un poco el rostro. Notó una mano y la apretó a la vez que abría el ojo. Era Bergil, quien le hablaba sobre la victoria de Sil Auressë. Khôradur sonrió.
Creo que necesito algo más de tiempo para moverme. Intentaré dormir un poco….
Se sumió en un sueño tranquilo mientras escuchaba los gritos de alegría de Bergil.
Listo a falta de la parte II, el final lo he adaptado al epílogo de Bergil.
Parte II
A Khôradur le llegaba el rumor del viento, el murmullo de las olas y el olor del mar. Tuvo una imagen fugaz de una costa llena de verdor, y a medida que se aproximaba pudo ver que en su superficie había distribuidas lo que parecían ser diferentes poblaciones.
Estoy en un barco…
Observó con detenimiento el navío, era de color blanco, así como las velas con un emblema que no pudo reconocer, formado con motivos vegetales y florales, y tenía un mascarón de proa con la forma de la cabeza y el cuello de un cisne.
A medida que el navío en el que se encontraba se acercaba a la costa, observó que las poblaciones en las que se había fijado eran aldeas, pero una destacaba, una imponente ciudad blanca, con muros como el mármol y torres con cúpulas como perlas que relucían a la luz del sol. Khôradur sonreía, se sentía en casa.
De pronto se encontró siendo un niño, en los muelles de la ciudad de los corsarios en Umbar. Corría por las calles sorteando a las gentes que se arremolinaban cerca del puerto. Las naves de Umbar volvían a casa tras una victoriosa campaña en las costas de Gondor. Khôradur miraba expectante a los navíos y a su tripulación y los saludaba.
Cuando sea mayor seré uno de ellos
De nuevo cambió la escena, se encontraba despidiéndose de su amada Miriel. Miriel, que murió en la Gran Plaga....
¿Sigue viva?, ¿como es posible?
Era su primera despedida, cuando Khôradur se enroló por primera vez en una navío, ¡eran tan jóvenes!
Han pasado muchos años, Khôradur se encontraba en el asedio de Metraith, combatiendo ferozmente junto a sus hombres.....La escena de nuevo cambió, y estaba hablando con Curudae sobre Sil Auressë.
La escena pasó, seguía sumido en la oscuridad, a duras penas podía respirar, notaba como tenía la boca llena de sangre. Intentaba incorporarse pero no podía. Escuchaba los gritos y el ruido del choque del acero, y de pronto un murmullo lejano llegó a sus oídos, parecían caballos y gritos, gritos de esperanza. La ayuda había llegado, aunque posiblemente era tarde para Khôradur.
La sangre llenaba los pulmones de Khôradur, y cada vez le costaba más respirar. El lugarteniente realizó un espasmo en el suelo y los sonidos de su alrededor se esfumaron.
De nuevo se veía en la proa de un bajel dirigiéndose hacia una costa verdosa. A medida que se aproximaban Khôradur comenzó a notar un fulgor procedente del paisaje que tenía delante suyo, la costa, el mar, las montañas e incluso el cielo brillaban cada vez más. No era molesto ni cegador, y Khôradur cada vez se sentía mejor. Cerró los ojos y dejó que el aire llenase sus pulmones.
Que aire más limpio. ¡Huele a sal! ¡la sal del oceáno!
Khôradur soltó una carcajada, estaba pletórico, como hacia mucho que no lo había estado. Se dio la vuelta y observó que en el navío había varias personas más. Algunos parecían pasajeros, mujeres, hombres, algunos de considerable edad, pero también había niños. Era curioso porque la mayoría parecían que viajaban solos, incluso los niños, solo unos pocos parecían ir acompañados por sus familiares, como una familia completa con los padres y tres pequeños....pero todos estaban igual de felices, como él.
Se fijó en la tripulación. Todos hombres, o eso parecía, ya que tenían un aspecto que le recordaba en cierto modo a los elfos. No decían nada, realizaban su trabajo en silencio, con el semblante serio. El único que decía algo era el que parecía ser el capitán del navío. Khôradur se fijó en él durante un momento antes de dirigir de nuevo su vista hacia....
¿Casa? estaba en casa, su madre estaba cantando y su padre volvía de una expedición. Khôradur sonreía y él y su hermano Arpharazak corrieron a abrazarle.
De nuevo, como otras veces, la escena cambió, estaba en Metraith, luchando con sus hombres. Tenía delante a un soldado del ejército enemigo. Khôradur paró el golpe y le golpeó con su cimitarra, tan fuerte que lo partió en dos. Notó la sangre húmeda en su boca
Tosió, y escupió sangre, mucha sangre. Estaba tumbado y acababa de notar un fuerte golpe y un gran peso encima suyo, sensación que permanecía a la vez que escuchó el ruido de la batalla, pero de nuevo volvió la oscuridad.....
Khôradur notó como el peso que le oprimía el pecho desaparecía, cogió aire, que se entremezcló con su sangre y abrió brevemente un ojo. Le llegaba el ruido del combate y fugazmente pudo ver, delante suya y de pie, a un hombre que no le era familiar, pero que por sus ropas no debía de ser del ejército orco.
De nuevo se sumió en la oscuridad para dar paso a una luz abrumadora. Se encontraba de nuevo en el navío, y Khôradur sonreía y se encontraba contento. Se asomó por la borda, multitud de delfines les acompañaban, saltando y sumergiéndose de nuevo. Los niños que se encontraban allí los observaban embelesados. Khôradur sonreía, le recordaron a su....
hijo....lo tenía en brazos, acababa de nacer. Su esposa se encontraba bien, o al menos eso parecía. Le dio un beso en la frente y alzó a su hijo recién nacido por encima de su cabeza. Lo abrazó de nuevo y salió al Gran Salón de su casa donde sus familiares y amigos esperaban. Lo presentó alzándolo de nuevo y un griterío de alegría se alzó, a la vez que sintió como le estrechaban la mano y le felicitaban por ser padre.
La paternidad le cambió, le hizo ser mejor, sobrevivir para ver un nuevo día, disfrutar de las cosas pequeñas, aunque seguía deleitándose en el combate, obtener botín, vencer a sus enemigos y proteger aquello que le importaba.
Es lo que he intentado hacer con Sil Auressë
Se giró y se colocó del lado que no tenía malherido para escupir toda la sangre. Tosió y empezó a escupir, casi a vomitar. Intentaba sacar toda la sangre que se le había quedado en la boca, en la garganta, en los pulmones, y llenarlos con aire puro. Necesitaba sobrevivir, no por él, sino por aquello que amaba.
Por Sil Auressë
Khôradur había intentado moverse para liberar toda la sangre que podía de sus pulmones. Al principio parecía que su intento había surtido efecto, había cogido aire de nuevo, escuchaba el fragor de la batalla a su alrededor e incluso podía ver parte de la misma, pero de nuevo los pulmones se le encharcaron, de manera súbita, y le faltó el aire. Khôradur comenzó a tener espamos y una negrura le envolvió.
De nuevo estaba en el navío acercándose cada vez más a la costa. Podía ver a lo lejos lo que parecía un puerto, con torres y edificios de un blanco marfil, y una fila de navios con forma de cisne amarrados a los muelles. Normalmente al acercarse a tierra firme sentía cierta tristeza, pero en esta ocasión todo era diferente.
Dirigió su vista hacia babor y pudo observar un navío negro a lo lejos. Su oscuridad destacaba con el azul del mar y el brillo que les envolvía. Intentó centrar su mirada en ellos pero no podía ver gran cosa. Unas figuras parecían manejar el navío, y una figura alta se encontraba en el timón. Dirigió su vista de nuevo hacia los muelles...
Para encontrarse en la ceremonia de su boda. Su esposa estaba radiante, la bella Ardûkarzhet. Mostraba en su rostro el orgullo de su casa y su linaje. Ambos estaban felices, pero era una felicidad fingida. Khôradur buscaba entre los asistentes a su bella Miriel, su auténtica amada. Allí estaba, llorando y sonriendo, pero él sabía que sus lagrimas no eran de felicidad, y él sentía un dolor en su corazón, más fuerte que si lo hubiesen traspasado por una espada.
De nuevo estaba en un navío, pero no en el que se encontraba. Estaban asaltando Pelargir y él estaba al mando, a su lado su fiel Ulbanathân, Runtharok y Beleg, que no renunciaba a su nombre élfico por mucho que le hubiesen insistido. Todos asaltando el hogar de sus antepasados a la búsqueda de botín y de la ruina de Gondor.
De nuevo una negrura le envolvió....
La costa estaba cada vez más cerca. El resto de pasajeros estaba cada vez más alegres y el mismo Khôradur reía al notar como las olas golpeaban el casco y le mojaban la cara.
Observó como otros navios similares al que se encontraba lo seguían, eran una pequeña flota de una docena de barcos, todos con el mismo rumbo.
Dirigió su vista hacia el navío negro que se acercaba. Su presencia destacaba ante tanta luz. A lo lejos, otros navios negros le seguían, pero algo pasaba. Se fijó como alguno de ellos se detenía de súbito, le parecía escuchar gritos que procedían de su cubierta y de súbito un remolino oscuro, negro como la noche se formaba debajo suyo y lo absorvía sin dejar rastro.
Pero Khôradur se sentía tan bien que al principio no le preocuó, incluso se alegró, ya que esos navíos negros parecían no pintar nada allí.
Su negrura desentona con la belleza del lugar
Se volvió de nuevo y....
Estaba en casa, con su hijo. Tenía un año y estaba jugando con él. Su esposa cosía mientras los contemplaba. En su rostro se veía cierta felicidad, y si bien Khôradur le tenía cariño no la amaba, y sabía que lo mismo le pasaba a su esposa.
Su hijo le tiró una pelota, Khôradur la cogió y se encontró siendo un niño, en los muelles de Umbar. Estaba jugando con varios de sus amigos de la infancia con espadas de madera. Algunos de ellos morirían poco después durante un asalto de Gondor. Otros en el mar, ya adultos. De toda la pandilla de la infancia, sólo quedaban tres, incluyendo a Khôradur.
Éramos tan inocentes en esa época
Detuvo la estocada de su amigo Helzûk y de pronto se encontró de nuevo en una de las refriegas siendo un adulto. Era el asalto de un navío mercante de Gondor. Estaba luchando con un marino tan alto como él, acababa de detener su golpe y antes de atraversarle el corazón. Notó un golpe en la cabeza, fue cuando un marino le dejó incosciente durante la lucha, y de nuevo la negrura le envolvió...
Khôradur sonreía, el aire del mar agitaba sus cabellos, notaba la sal marina en su rostro. Nunca se había sentido mejor
Incluso aunque la costa está tan cerca y pronto pondré el pie en ella, me da igual. ¡Me siento vivo!
De pronto cayó en la cuenta, ¿estaba vivo?, recordó los momentos previos a llegar allí. Luchaba al frente de las tropas de Sil Auressë, enfrentándose a un enemigo superior, pero al cual estaban plantando cara, evitando su destrucción. Las tornas se habían vuelto a su favor con la llegada del Sol, por lo que lanzó un ataque contra la vanguardia enemiga, ataque que no resultó lo esperado. La compañía de Eliever destrozada por los huargos, la muerte del fiel Walec....y su lucha contra el líder orco Zaboth, al que podría haber vencido si en un momento dado no hubiese dudado, viniendo luego el dolor y la oscuridad.
Mis errores nos llevaron a esta situación. Me dejé llevar por el júbilo y la duda en los momentos cruciales
El navío se acercaba a la costa. El brillo que emanaba el paisaje le cegaba, tanto que tuvo que entrecerrar los ojos. Para cuando pudo abrirlos....
Sil Auressë. Estaba reunido con Ayla y Curudae. Las primeras piedras de lo que sería Sil Auressë se estaban colocando y se alzaban el esqueleto de los futuras construcciones.
-Podríamos tener el mercado funcionando en un mes, que nos aportaría beneficios para afrontar con garantías la construcción del castillo principal. - Dijo Curudae con su normal diligencia. Khôradur asintió
Necesitamos ese castillo cuanto antes - pensó en ese momento, preocupado por no disponer de una fortaleza que les protegiese. Alzó su copa y bebió.
Al dejar la copa se encontraba en una posada. Pelargir, hace veinte años. Era joven y cumplía una misión de espionaje, recopilando información sobre las defensas de la ciudadela. No había tenido problemas para pasar desapercibido entre las gentes de Gondor, aunque su estatura llamase la atención.
No será fácil, a pesar de la decadencia de Gondor, es fuerte, muy fuerte. No lo tendremos nada fácil
Gritos atrajeron su atención, de nuevo un gran foso oscuro se abría en la mar, y atraía hacia él a dos navíos negros. Gritos de horror y dolor se escuchaban rasgando la idílica tranquilidad que se respiraba.
Su navío se acercaba al puerto, pronto tomarían tierra. Observó en tierra a un grupo de personas que descendían de un navío similar al que se encontraba. Hombres, mujeres, niños, de diferentes edades. Pudo ver a un grupo de soldados, algunos de ellos le resultaban familiar....hasta que observó a uno de ellos al cual observó con asombro
¿Walec?
Por unos segundos la imagen de Walec se borró. Escuchó el ruido de la batalla, mientras un velo rojo se cernía sobre sus ojos. Escuchó una voz que le preguntaba si le escuchaba. Intentó responder, pero no pudo, intentó abrir su ojo sin conseguirlo.
¡Puedo oírte!
Una voz familiar vino hasta él
-¡Mi señor! ¡oh mi señor!
¡Mi buen y leal Bergil!, ¡aquí estoy!, ¡te escucho!
Pero de nuevo todo se alejó y la negrura le rodeó por un instante...
Se encontraba en el muelle, por fin había desembarcado. Todo lo que le rodeaba era luminoso. Cerca de ellos se encontraba el navío que había llegado antes, y allí estaba Walec junto a un grupo de soldados. Se fijó en ellos.
Los reconozco, a algunos los vi caer en la batalla por Sil Auressë, a los otros los tenía luchando aún. ¿Que hacen aquí?
Entonces comprendió donde estaba, recordó de nuevo el momento en que dudó y ese momento de duda fue aprovechada por Zaboth para golpearle, el terrible dolor en la cabeza
Estoy muerto entonces
Respiró hondo y se dirigió hacia Walec
-¡Walec!
La figura se giró, su rostro estaba sereno pero al verle mostró sorpresa
-¡Mi señor Khôradur, vos aquí!
Khôradur se acercó
-Eso me temo mi buen Walec, lo único que recuerdo es ser golpeado por Zaboth y caer en una negrura. Desde entonces he estado navegando, no sé como, hacia este lugar, teniendo visiones de mi pasado, seguramente por el terrible golpe.
Walec y sus compañeros se miraron entre sí
-Mi señor, este es nuestro viaje final. Si vos estáis aquí es que...
Khôradur asintió
-Sí, estoy muerto, eso he temido desde que te he visto. Os alegrará saber que entre las brumas de la vida y la muerte, pude ver como llegaba la ayuda y Zaboth era abatido. Mi corazón me dice que podemos ganar, aunque hayamos pagado un alto precio.
Unas figuras se acercaron. Vestían túnicas blancas y su rostro era sereno. No eran hombres, pero tampoco elfos. Llamaron a todos y les ordenaron que los siguiesen. Khôradur antes de seguirlos miró hacia el navío que le había seguido. Pudo observar que los navíos negros que conseguían llegar a la costa se dirigían hacia otro punto de la misma.
Khôradur caminaba junto a sus hombres. Se mostraba tranquilo, consciente de que su destino había llegado. De tanto en tanto sonreía al escuchar las palabras de sus hombres, libres de atribulaciones y pesares. Un gran portal se abría delante de ellos y lo atravesaron.
Al final he decidido poner la parte II tal y como la tengo ahora para que veas su extensión, y si eso ya vemos. Incluso podría hacer una nueva división en más partes si la dejo sin resumir
Una vez más, mis disculpa por la demora Master. Te paso la segunda parte. O al menos lo que he conseguido ordenar. Aunque todavía requeriría un par de revisiones para enlazarlo mejor...
Pero la falta de tiempo me obliga. Y creo que es mejor que al menos tengas esto para que puedas ver lo que tenia en mente.
Separo en un pequeño aparte la parte de Theon, porque entiendo que puede ir en otro momento. Aunque quizas lo mejor sea antes de entrar en la taberna.
Epilogo Aaren_Parte 2
El reencuentro del amigo
Aren era consciente de que las aspiraciones de Theon lo llevarían demasiado alto, mucho mas lejos de lo que ningún Halcon podría volar.Aquello lo entristecia y alegraba por igual. Su amigo había venido al mundo para realizar increibles hazañas y llevar a cabo grandes obras. Existía en él una luz que brillaba con más fuerza que en ningún otro hombre al que hubiese conocido incluido su gran amigo Thorian, Aaren podía verlo con sus ojos penetrantes. Y sabia que esa luz le proporcionaría un puesto de privilegio entre los grandes hombres de la historia, un lugar que el joven águila jamás podría alcanzar.
Escuchó a su amigo con la misma emoción con la que había contemplado a Thorian tantos años atrás en Rakhas-Dum el dia que pusieron fin a su encierro...y le devolvió sus cumplidos.
Gracias a ti Theon, mi amigo, mi hermano en esta tierra todavía extraña para mi , pues dices que te he salvado la vida cuando en realidad ha sido al contrario. Ahora lo veo con claridad. Tus batallas son ahora las mias, al igual que las mias han sido las tuyas. Tu amistad me ha ayudado a encontrar mi camino tras un largo tiempo en las sombras, y si ahora veo la luz que me guía, es sin lugar a dudas gracias a ti.
Abrazó a su amigo y se quedo un momento observándolo mientras sujetaba sus hombros con las manos.
En verdad el águila es libre y sola ha de volar hasta el fin de los días...y sin embargo, nunca alcanzará con sus alas terrenales la gloria y altura que a ti te esperan amigo.
Pero descuida, pues águila y halcón volverán a cruzar sus caminos, y entre ellos existirá siempre un vinculo, uno mas fuerte que las raíces de la tierra, pues no existen en el ataduras que puedan debilitarse con el tiempo.
Las palabras de Theon sacudieron el solitario corazón de Aaren
He aqui un amigo y un fiel servidor, pues te aseguro Theon, que hoy y por siempre, hasta el dia de mi despedida, solo thorian de entre todos y cuantos he conocido, se ha ganado mi confianza como tu.
Que los lobos se queden su manada...pensó mientras se dirigían a la puerta de la posada...nosotros tenemos el firmamento.
Epilogo Aaren_Parte 3
La luz tras las sombras
En la taberna, sus amigos lo esperaban. En una mesa redonda al fondo de la sala, un hogar ardía con fuerza y el resto de los Garan Gwalorn bebían y reían junto al fuego. Aaren tomó asiento cerca del fuego, al lado de su amigo y saludó a sus compañeros comenzando por Tarbrand. Juntos bromearon y rememoraron los mejores momentos y las grandes hazañas de los últimos días. En un momento de la cena, Tarbrand recordó a Aaren su apuesta. Y este sonrío. Poco importaba ya quien había derrotado a más enemigos, pero aquella apuesta escondía algo más que una chanza banal, y a Aaren no se le escapaba aquel detalle. En ocasiones, cuando todas las demás luces se pagan, ese tipo de promesas es lo único que mantiene con vida el espíritu de supervivencia de los hombres. Él lo sabía mejor que nadie. Cuando la desesperación más absoluta te alcanza, cuando la última llama de esperanza se extingue consumida por la oscuridad, y el silencio te atormenta en las largas y frías noches sin fin, un hombre se aferra a este tipo de cosas. No podría afirmar que la apuesta entre Tarbrand y él hubiese nacido con aquel propósito, o que fuese la causa de que ambos hubiesen permanecido con vida hasta aquel momento. Los dos tenían razones importantes para hacerlo: amigos, lealtades y promesas de diversa naturaleza que iban más allá de una inocente competición, pero algo le decía que aquella broma les salvaría la vida algún día. Si todas aquellas cosas desapareciesen, el vínculo que se había forjado entre ambos perduraría a través de aquel juramento de majaderos.
En la sempiterna oscuridad de Rakhas Dum, Aaren había perdido toda esperanza. Sus amigos muertos, olvidado de los suyos para siempre, y con exiguas expectativas de supervivencia, no había ya razones para seguir resistiendo, para seguir padeciendo aquel tormento. En más de una ocasión se habría dejado llevar por el sueño de los justos, pero dos cosas sobre todas las demás se lo impidieron; en última instancia, fue la voz de Thorian, su amigo, quien lo sostuvo en sus momentos más negros, pero antes de su llegada, cuando el mundo se reducia a un cubículo de roca y la más absoluta negrura, fueron las luces de Isil y de Morwinyen quienes le hicierón compañía a través de aquel orificio en el techo de su prisión. Y por allí se filtraba la energía de Anar durante el día, y gracias a ellas, Aaren pudo alimentar su espíritu antes de que la locura nublase su mente por completo en las lúgubres mazmorras de los Orcos.
Recordaba incluso, con estremecimiento, como las visitas de sus carceleros orcos una vez al mes se habían convertido en causa de dicha y esperanza para él, pues, oír la voz de sus captores le hacía sentir todavía parte del mundo y alejaba de su mente el horror de la soledad y la oscuridad de las mazmorras. Y se sobrecogió con la fuerza que pueden alcanzar algunas cosas que aparentemente carecen de valor...como una promesa. Las palabras tienen un enorme poder y eso era algo que Aaren había aprendido en la batalla del eclipse.
No podía recordar sin embargo, cuantos enemigos había abatido en la batalla, todo parecía demasiado confuso y distante en su mente ahora. Aquella apuesta no tenía sentido por quien habría ganado, sino porque lo que había significado para ambos.
Alzó su copa y brindó con su nuevo compañero. Hagámoslo de este modo entonces... Yo pagaré lo que seas capaz de beber esta noche...y tú pagaras lo mio soltó una carcajada y apuró su vaso de licor mientras alzaba la mano para pedir una nueva copa.
Aquel ofrecimiento guardaba un pequeña trampa, pues por su constitución Aaren siempre había tolerado muy bien el alcohol, y sabia lo difícil que era que el norteño pudiese aguantarle el ritmo. De hecho, no creía que nadie en Sil Auresse fuese capaz de hacerlo, salvo probablemente, el gigante Capitán Umbareano. Khoradur era un hombre de proporciones monstruosas incluso para Aaren, probablemente aquel hombre no sentiría más que cosquillas en los dedos después de beber una cantidad de alcohol que podría matar a cualquiera de los que allí se encontraban.
Tras ese momento de divertimento, Aaren guardó silencio, y mientras escuchaba las anécdotas del resto, su mente se perdió de nuevo en oscuros pensamientos. No podía dejar de pensar en la visión que había tenido. Sin duda habia reconocido en ella un recorrido por su travesía en la tierra media, pero ¿que significados guardaba aquel final?
Mientras divagaba...su mano se deslizó inconscientemente en el bolsillo y allí encontró algo. Extrañado, sacó la mano y ante sus ojos apareció el ribete rojo de los fieles a Echorion que Mellechtor les había ofrecido a todos los que se unieron a la batalla de la loma como espadas libres. Entonces lo comprendió. Alzó su mano con el ribete y lo colocó con fuerza sobre la mesa para sorpresa de todos los presentes que dejaron sus conversaciones para prestarle atención. Y el hombre solitario y silencioso que siempre se apartaba de la muchedumbre y el griterío, se dispuso a recitar el discurso más largo de su vida, aunque también probablemente, el más sentido.
Amigos...dijo finalmente mirándolos a todos a los ojos...porque eso somos ahora...amigos...pero no solo eso. Sino algo más. Compañetos de viaje y hermanos de sangre ahora.
Hasta ahora, mi espíritu se había resistido a tomar como propio ningún símbolo de lealtad...pero he aquí, que he encontrado uno que mi propio corazón estaría dispuesto a seguir hasta la mismísima muerte...un símbolo que nos representa a todos. se hizo un breve silenció mientras Aaren ordenaba sus pensamientos. Todos observaban el ribete manchado de cenizas. Entonces continuó.
Cuando la sombra cubrió el sol, y la luna empezó a sangrar, pensé que todo había terminado...pero vuestra ayuda me trajo de nuevo la esperanza y me dejo ver la luz que se filtraba detrás de las sombra. Por esa amistad y por el símbolo que la representa estaré dispuesto a comprometerme, y si vosotros me lo permitís serviros como iguales hasta el final de mis días.
Hago aquí ahora este juramento, que he de cumplir hasta que la muerte me lleve . Que todos aquellos que me acompañen unan sus manos aquí, conmigo, sobre este símbolo que nos ha unido. Y que las fauces del infierno se cierren sobre quienes incumplan su promesa
¡Que lo que ha unido el destino, no lo corrompan los hombres!
Arrancó un trozo de tela de mi capa (gris) y lo puso sobre la mesa encima del ribete rojo.
Entonces cogío un trozo de carbón y empezó a dibujar, manchó sus dedos en el vino de la copa y dibujo una media luna sobre ellos.
He temido una visión...en ella había coas del pasado, del presente y de los días que han de venir..y esto es lo que he visto...una media luna roja sobre un fondo negro: Garan Gwalorn renacido en los guerreros del eclipse... este será nuestro símbolo y bajo su espíritu juntos haremos grandes cosas por que la luz permanezca sobre la sombra en la tierra media...entonces súbitamente, una llama rebelde se desprendió de la chimenea y voló caprichosa hasta la mesa donde se reunían prendiendo el carbón caliente que había usado en medio del dibujo. Theon hizo ademan de apagarlo de inmediato, pero entonces aaren que se había quedado observando la escena incrédulo, sujetó su mano y sonriendo le dijo: dejalo arder amigo...los dioses han hablado...porque esa es, precisamente, la revelación que no lograba reproducir de mi sueño....pues esa luz somos nosotros, la luz que guía, y que ha surgido de las sombras para dar esperanza a los hombres de bien después del oscurecimiento.
Garan Gwalor!!
Aurenuial Thar avathar!! (*La luz tras las somras)
Cale mornienyo!! (*luz de mi oscuridad)
Gritó golpeando el ribete con su mano abierta y dejándola allí mientras absorbía el calor de la llama con la palma. Su pecho hinchado y su respiración agitasdas, embargado por la emoción...uno tras otro las manos de sus amigos se sumaron a la suya repitiendo aquellas consignas a viva voz, primero fue su amigo Theon, enseguida Tarbrand, Agnor, Arthondir...uno tras otros todo los Garan Gwalorn allí presentes juntaron sus manos dominados por la euforia hasta formar una gran torre sobre la mesa que estallo con un gran grito de jubilo al unisono.
Aurenuial an Undomar!! Los que caminan a la luz del crepúsculo
Siento no haber podido repasarlo como hubiese querido Master.
Dejo el resto en tus manos. Confio plenamente en tu buen hacer. Gracias por tu paciencia
Me gustan las 4 partes, están muy bien creo. Es cierto que la segunda es extensa, pero también hay bastante diálogo así que es ligero de leer. Se podría intentar reducir un poco, pero por mí lo dejamos así. Al final el epílogo van a ser como 65 páginas o más de Word, así que las 6 de la parte de Khoradur no desentonan tanto jeje
Les he puesto título a cada epílogo o parte de. Los de Khoradur serían:
Parte I - Recuerdos de batalla
Parte II - Del Gran Mar he venido...
Parte III - El destino del Lugarteniente
Parte IV - Khôradur, hijo de Arghazor
Con la parte II he tenido dudas, estaba entre algo relacionado con los navíos o "velas negras", hasta que me di cuenta de que las velas de tu barco no lo eran (y tenía ya alguna imagen molona de un incursor corsario). "Del Gran Mar he venido..." es un homenaje a los númenoreanos, y al mar. Y la imagen que he encontrado creo que te va a gustar.
Por mí damos por concluido el epílogo de Khoradur (y de Bergil). Estos días estaré revisando los textos a la espera de los últimos que faltan. Muchas gracias por el currazo.
Ha merecido la pena la espera, están muy bien los textos :) No te preocupes por la revisión, les echo un vistazo antes de subirlos.
Muchas gracias por el trabajazo, creo que el epílogo va a quedar muy muy bien.
Me alegro que te hayan gustado, y de gracias nada, el agradecido soy yo, y lo único que lamento es no haber podido disponer de más tiempo para entregártelo a tiempo y hacer un epílogo más en condiciones.
En realidad, Sir tiene un papel muy secundario en la forja. Pero está presente, sí.
En cuanto a Benaldamat, mi intención hacia el final de la historia era precisamente "humanizar" un poco al personaje místico y distante que os ayudó en el Monolito. Convertirlo en alguien de carne y hueso. De hecho llega a Sil Auressë muy debilitado. Queda un camino por recorrer allí, pero tal vez ese proceso no concluye en la forja, sino que empieza allí.
He añadido el texto que propones, creo que queda bien gracias.
EPÍLOGO DE GIRION HIJO DE GILDÛR
Los restos de la batalla aun se notaban por la calles y demás lugares de Sil Auressë, pero cada vez se notaba más lejana en la mente del joven dunadan. Y no solo en la de Girion. Todo empezaba a volver a la normalidad y eso se notaba en los ánimos de la gente. Girion caminaba erguido, en cierto modo alegre porque iba a encontrarse con su mentor, Norion. En sus manos portaba un gran fardo que abultaba mucho pero en sus manos parecía liviano. Al llegar al estudio del anamarta, llamó y entró.
-Quería entregarte esto antes de marchar.
Al abrirlo se descubrió la capa del huargo gris contra el que habían luchado en el claro del monolito. La piel la habían curtido exquisitamente, quitándole gran cantidad del cuero de la piel y cosiéndole un forro interior, haciendo que esta fuese liviana pero muy cálida. El broche del cierre de la capa era el escudo de armas de la familia de Girion hecho en mithril, el emblema que portaba su padre y que había pertenecido a su familia durante innumerables generaciones.
-Gracias por encargarte de embalsamar a mi padre. Pero, sobre todo, gracias por ayudarme a mí. Por encontrarme en la oscuridad y llevarme a la luz. Te llevaré siempre en mis recuerdos, siempre.
Tras una breve charla, Girion se marchó, pero en la puerta, se paró y habló a su mentor.
-Si algún día te cansas de la capa, regálamela -dijo sonriente y luego desapareció por la puerta.
Sus pasos le llevaban a la cuadra donde el Liam le esperaba con los caballos listos. Viento lucia expléndido, dados los cuidados que le había otorgado el joven como buena recompensa por la labor hecha en la batalla. Al lado del muchacho estaba Anael, quien le había ayudado toda su vida como si de un hermano mayor se tratara y como tal había dejado que partiera para hacerse un hombre en la batalla de Sil Auressë. Ahora volvían a estar juntos.
Mientras caminaba, escuchó el constante martilleo de salía de la fragua de los enanos que se encontraba en el río. Allí, el día anterior había mantenido una charla con Ferrim, el maestro herrero para negociar futuros acuerdos comerciales. Aunque en la charla se habló más de los recuerdos de la batalla, sobre todo de la que vivieron en el monolito. Entre risas y recuerdos ahora lo veían de otro modo, pese a que ambos sabían que estuvieron a punto de morir. Quedaron en volverse a ver:- Y espero que me tengas un regalo a modo de espada o cota de malla -soltó a modo de chanza antes de despedirse.
Antes de llegar a las cuadras y marchar entró en la taberna. Allí, al primero que vio fue a Denelloth. Sabía que iba a estar allí pues las tres últimas noches habían acabado en aquel lugar contándose lo vivido en los días más oscuros. Como los primeros días Girion buscaba a Denelloth y éste estaba más lejos d lo que el joven pensaba, pero cuando menos se lo esperaban volvían a coincidir. Tras un abrazo como el que se dan los buenos amigos, se despidieron: El destino nos separa, pero como recordamos en nuestras más que agradables charlas en esta taberna, seguro que ese mismo destino nos vuelve a unir -dijo sonriendo al montaraz-. Y no desdeñes la propuesta de trabajo que te he hecho. Y aunque ahora no quieras o puedas por lo que sea, descuida, que la próxima vez que nos veamos te la volveré a ofrecer.
Tras esto salió de la taberna no sin antes pasar por la barra y entregar a Lairin, la camarera, el anillo de oro de su familia. -En oro puedes sacar varias monedas por él, pero te abrirá bastantes puertas en Tharbad y un trabajo si quieres y si me buscas.
Justo en la puerta pasaba Theon con quien también había coincido estos días. Ambos se habían hecho la promesa de ir a sus respectivas ciudades y así visitarse mutuamente. El hecho de que el joven dunadan tuviera un problema en su ciudad natal de Tharbad, posponía esa visita para mejores tiempos, pero era una promesa.
-No olvides nuestra promesa, Theon. Ten por seguro que yo la cumpliré. De hecho quizás antes de lo que pensaba, pues algo tengo que hacer con mi herencia y el norte pide a gritos que le lleven mercancias. O quizás sea solo una visita de ocio para ver a un viejo amigo y que éste le agasaje con su hospitalidad -dijo y sonrió. Luego abrazó al caballero y se alejó.
Girion montó en Viento y miró en su derredor. A lo lejos la torre del homenaje se erguía en el castillo. Allí había tenido una reunión con el consejo, pues la muerte de su padre le había hecho ser parte implícita en el devenir de la misma. Lo que hablaron distaba mucho de las alegres conversaciones de taberna con Denelloth, Theon, Agnor, Eben y demás compañeros. En ellas la diplomacia y la política primaban y las piezas de ajedrez se movían cuidadosamente para orquestar el gran tablero que otrora fuera el reino de Cardolan.
Pero un recuerdo mucho más importante salió cuando la observó: Gildûr, su padre. El noble había sido enterrado en la cripta del castillo, inaugurando esta misma. Un nudo se le hizo en el estomago del dunadan recordando su muerte. Y aunque nunca había pensado que su padre reposaría fuera de Tharbad, lejos de la lujosa cripta que la familia de Girion poseía en aquella ciudad, ahora no imaginaba un lugar mejor para que su padre descansase. Él había sido uno de los mecenas de todo aquello. Creyó en Sil Auressë y apostó por él. No, no había mejor sitio que aquel para enterrar a Gildûr.
El joven cruzó la puerta de entrada del pueblo y respiró hondo y sonrió. Recordó cuando su padre le había mandado obligado a Sil Auressë. Que pocas ganas tenía de entrar y que pocas ganas tenía ahora d partir. Llegó siendo un joven malhumorado sin pasión y se iba siendo un hombre esperanzado lleno de vida.
-Sil Auressë, como has cambiado nuestras vidas.
Esto es más o menos el epílogo de Girion. Dime que te parece y si tengo que cambiar algo. No te preocupes que mañana me pongo con el de Anael y con los cambios que me digas del de Girion.
Y reitero mis disculpas por la tardanza en redactar los epílogos.
Me gusta el epílogo :) De momento, lo he dividido en dos partes. La primera termina en:
-Si algún día te cansas de la capa, regálamela -dijo sonriente y luego desapareció por la puerta.
La segunda parte tiene lugar en la aldea y es el resto del texto. Tengo que revisar también un poco las ubicaciones, porque la Academia y Norion están en el castillo, y la taberna, los establos y la plaza en la aldea. Pero es un tema menor.
El entierro de Gildur no ha sido aún, así que he cambiado el párrafo a:
El noble iba a ser enterrado en la cripta del castillo, inaugurando esta misma. Un nudo se le hizo en el estomago del dunadan recordando su muerte. Y aunque nunca había pensado que su padre reposaría fuera de Tharbad, lejos de la lujosa cripta que la familia de Girion poseía en aquella ciudad, ahora no imaginaba un lugar mejor para que su padre descansase. Él había sido uno de los mecenas de todo aquello. Creyó en Sil Auressë y apostó por él. No, no había mejor sitio que aquel para enterrar a Gildûr.
Un gran párrafo, muy emotivo. Cambiar que el entierro se va a dar en una fecha futura no cambia sustancialmente el fondo del tema.
Al final veo que Girion se marcha. ¿A dónde? ¿Te refieres al Consejo? Porque el Consejo también se celebra en la aldea, no en el castillo. Pero lo puedo arreglar fácil, porque de hecho aún no se ha reunido. Ponemos que se marcha para preparar la próxima reunión del Consejo. Ya me lo pensaré.
Hay un reencuentro de los Guardianes de Enila, no tienes que escribir nada pero ajustaré un poco la parte de Denelloth de tu epílogo para dar pie a eso.
Muchas gracias por el texto, me sirve. Ya solo queda hacer el de Anael.
De nada, a ti. Tú ves el conjunto y sabrás hacer que fluya la magia como sueles. Pon tu mojo a funcionar, dire!
Me parece perfecto, realmente cuando lo estaba escribiendo me di cuenta de ese hecho y no sabía muy bien dónde se ubicaba cada lugar.
En cuanto a lo del funeral me parece bien, un poco raro, pues creía que se enterraban a los cuerpos cuanto antes, pero si tiene que ser así, que así sea.
Por lo de la marcha de Girion...uf, pues creía que tenía que volver a Tharbad, ¿por qué? pues no lo sé...de hecho ahora que me lo dices no veo la razón. Supongo queme hice una idea equivocada del final. Pero queda bien que se marche a la reunión o donde veas. Lo bueno de la marcha era ver el cambio que había tenido Girion antes y después, al entrar y al salir, al principio y al final...no sé. De todas formas te lo dejo a tu entera discreción.
El epílogo de Anael lo hago esta noche. Será muy escueto, pero también quiero hacerlo. Si para el domingo por la tarde no está, óbvialo.
Ya he terminado de editar/revisar el epílogo de Girion, y creo que las referencias espaciales y temporales están bien ahora :)
El funeral: como el cuerpo está embalsamado puede ésperar que para eso se hace. Entre otras cosas, la cripta aún no está construida.
Girion tendrá que ver el tema de Tharbad, llegado el momento. Igual se lo encarga a Anael. Todo se andará. De momento su prioridad va a ser ocupar ese puesto en el Consejo. Pero como dices, queda bien la salida para tener lo de antes y después. El cambio en el personaje. Mola.
El epílogo de Anael lo hago esta noche. Será muy escueto, pero también quiero hacerlo. Si para el domingo por la tarde no está, óbvialo.
OK, estaré esperando.
EPILOGO DE ANAEL
Anael esperaba a que Girion llegara junto con Liam. Ya no había motivo para ocultar nada, pues ahora él era su nuevo señor. Aquel chico al que quería y había cuidado como a su hermano pequeño, al que su padre Gildûr había mandado proteger y del que no se separaba, se había convertido en el cabeza de familia y por lo tanto en su señor.
Gildûr. Sin duda alguna había sido la persona a quien más había querido, aunque eso no era algo especial, pues Anael solo quería a dos personas, a Gidûr y a Girion. La noticia de la muerte de éste le había dolido como si un arma le hubiera atravesado. Sabía que no se encontraba bien, pero no creía que fuese su fin. Si no seguramente no se hubiera separado de su lado.
"Está muerto". Era lo primero que escuchó a su llegada a Sil Auressë tras regresar de la misión de proteger a la niña Sir por si la guerra no se ganaba, encontrando por el camino a Benaldamat, el guerrero onírico. El propio Girion entre lágrimas se la contó, si no no se lo hubiera creído.
El joven dunadan le entregó todo el dinero que poseía y le dejó libre de cargos. Podía ir a donde le placiera, era libre. Sin decir nada, como era su costumbre, se marchó.
Pasó los siguientes cinco días haciendo batidas con los grupos que se habían prestado para ello, mostrando una temeridad que rozaba la locura, siempre al borde de la muerte. De hecho la buscaba. Quería aniquilar al mal como castigo por la muerte de su mejor amigo. Pero realmente se castigaba a él porque se culpaba de la aquella muerte que no hubiera podido evitar.
Al sexto día volvió. Numerosas heridas mal curadas cubrían su cuerpo y no le quedaba ningún centímetro de ropa que no cubriera la sangre, sangre sobre todo de enemigos abatidos. Desecho mentalmente se acercó al cuerpo embalsamado de Gildûr y le dio las gracias entre lágrimas. Al levantarse notó como un peso se quedaba con el muerto. Era la culpa.
Luego quiso poner todo en orden. Se aprestó ayudar en las labores de reconstrucción y quedó con las personas que había conocido en este periplo, con Ragi, Aedric, Rashat y con Benaldamat. Pero sobre todo visitó a la pequeña Sir, a quien sin duda había cogido gran afecto.
Pero, a quien realmente buscaba era Girion. Sin Gildûr el joven era la persona más próxima a él, la que más quería y con quien quería estar. Era lógico que después de una vida sirviendo al padre luego sirviera al hijo. Se abría una nueva vida para Anael y esta vez no se permitiría estar lejos.
Este es más o menos es Epílogo. Dime que te parece y lo reformo...o lo reformas lo que te parezca :)
Lo veo bien, he añadido un pequeño detalle únicamente. No sé si te acuerdas, pero hubo una breve conversación entre Gildur y Anael en Sil Auressë, que no se jugó pero Gildur le dio alguna información relevante a Anael. Lo hice así por tener de donde tirar en caso de una muerte prematura de Girion (es que la escena del Monolito pintaba mal jeje).
En resumen, que más adelante habrá que retomar lo que Gildur le dijo a Anael, que enlaza con la trama de Tharbad. De momento, he añadido lo siguiente (en negrita):
Al sexto día volvió. Numerosas heridas mal curadas cubrían su cuerpo y no le quedaba ningún centímetro de ropa que no cubriera la sangre, sangre sobre todo de enemigos abatidos. Desecho mentalmente se acercó al cuerpo embalsamado de Gildûr y le dio las gracias entre lágrimas. Al levantarse notó como un peso se quedaba con el muerto. Era la culpa. Y algo más. Las últimas palabras que Gildûr le había pronunciado se repetían en su cabeza. Detrás de su repentina muerte había algo más. Algo que Anael necesitaba averiguar para liberarse de ese peso.
Por lo demás todo correcto, y va bajando el telón ya :) Espero que hayas disfrutado de la partida, y parece que hay buena base para una continuación de la trama de la familia de Girion, el tema de Tharbad y la política de Sil Auressë.
Ya está subido el epílogo completo. El esquema final es:
VIDEO: Sil Auressë
RAGI: El regreso de Sir
DENELLOTH (I) - Insomnio
EBEN – La Cabaña de los Lobos
KHORADUR parte I – Recuerdos de la Batalla
DENELLOTH (II) – Un reencuentro y una despedida
NORION – parte I Los trazos del custodio
GIRION (I) – El regalo del discípulo
KHORADUR parte II – Del Gran Mar he venido…
NORION: parteII Las puertas de Mandos
MILZARAK: Milzarâk y la nieta de Berephar
KHORADUR parte III – El destino del Lugarteniente
NORION (II) – La flor de la vida
DENELLOTH (III) – Encuentro en el patio
AYLA (I) – Ecos del pasado y del futuro
NORION Parte IV - Los elegidos de los Enach
AELDRIC – El protector del Camino de los Errantes
TUBAR - Tubar el Molinero
GIRION (II) – El legado de Gildûr
AAREN (I) - El Ermitaño Errante
THEON Parte I: El águila y las estrellas
AAREN (II) – El reencuentro del amigo
ARTHONDIR: parte I - Inquietudes de un viajero
THEON Parte II - Las semillas arthedainii
ARTHONDIR: parte II – O Forven telitha
AGNOR: El cuento del Matahuargos
THEON: Parte III - Los nacidos del Eclipse
ARTHONDIR: parte III: - Sangre y Acero
TARBRAND – Garan Gwalorn
AAREN (III) – La luz tras las sombras
FERRIM – En la Forja
BENALDAMAT – Las runas del Sendero de las Visiones
DENELLOTH (IV) – El encuentro de los Guardianes
BERGIL –El escudero
KHORADUR PARTE IV - Khôradur, hijo de Arghazor
AYLA (II) - Sikil Kaluva Tielyanna