Partida Rol por web

MIKAIL:

- Alguien al otro lado de la puerta que da al patio acaba de empujarla para ver si está abierta o cerrada. Por suerte está bien cerrada y no basta un simple empujoncito para abrirla.

A pesar del cansancio no conseguía quedarse dormido por la incertidumbre sobre su castigo.  Entonces escuchó que alguien empujaba la puerta pero ésta no se abrió pues estaba cerrada. ¿Habrían salido Vasilov o Enrietta sin que se diera cuenta?. Puede que se hubiera quedado algo traspuesto después de todo. Se incorporó y vio que los dos estaban dentro. Se inquietó. Echó la mano a unos de sus cuchillos del cinturón y se acercó sigiloso hacia la puerta. ¿ Y si era el Caballero de los Cárpatos que venía a cumplir sus amenazas de muerte?. Descartó la idea pues aquel monstruo entraría  a la fuerza. Miró a sus compañeros para ponerlos sobre aviso. Señaló a Vasilov y luego a la puerta para que mirara si había alguien del otro lado.

-Alguien ha empujado la puerta.- Le susurró. Mikail se escabulló, cuchillo en mano, al lateral de la puerta, tratando de hacer el menor ruido posible.

VASILOV:

- Estás seguro de que alguien al otro lado de la puerta que da al Patio la ha estado empujando hace un momento con intención de entrar. Quien sea, un guardia a juzgar por el sonido de su armadura y armas, no se ha molestado en llamar, pero al ver que está cerrado se ha retirado, aunque no demasiado lejos...

Asiento a las palabras de Mikail y llevo mi mano a la daga aunque sin desenfundarla acercándome a la puerta por el otro lado.

- Yo también lo he oido. - le susurro a Mikail. Quien sea que ha intentado entrar está cerca y creo que lleva armadura y arma.

Luego pego el oido a la puerta para intentar determinar a que distancia está quien sea que ha intentado entrar.

Nunca había visto a Mikail así, se le encogió el corazón y no insistió, solo lo miró y lo dejó como el pedía, sintiendo pena por él. Miró a Vasilov y luego de intercambiar una mirada compasiva con él, volvió a buscar alguna tarea, como ordenar por vigésima vez los frascos sobre la cómoda.

Había mucho ruido en su cabeza y tal vez por eso es que ella no percibió nada mas que la alarma de sus compañeros. Aún sin comprender bien que pasaba, miró a uno y a otro, pero cuando escuchó "arma y armadura", eso le bastó para llevar una mano al bolsillo oculto en la falda buscando el tranquilizador tacto de la daga oculta siempre allí.

Los ojos claros se clavaron en la puerta y su rostro pálido permaneció en tensión, igual que el resto de su cuerpo, mientras esperaba que alguien atravesara el umbral, aunque en el fondo, guardaba la absurda esperanza de que fuera su amo el que apareciera.

- Enrietta escucha exactamente lo mismo que describe Vasilov.

- Alguien, un guardia seguramente a juzgar por el sonido, ha estado empujando desde fuera la puerta, tratando de abrirla, pero sin llamarla.

- Se ha quedado cerca, probablemente apoyado en la pared, puede que al acecho...

Mikail miró a Vasilov, sin contar con Enrietta, como si ésta no fuera más que un jarrón con flores.

- ¿Qué hacemos? - En cualquier otro momento se hubiera aventurado a salir a ver quien era aquel que osaba empujar la puerta del Primer Caballero, pero después de la reprimenda que se había llevado no pensaba arriesgarse.- ¿Sales a ver?. Yo me quedo, alguien tiene que proteger a Enrietta y las estancias del Primer Caballero.- Miró a la sirvienta para que se quedara en un segundo plano.

UNA DE LA MADRUGADA.
 

Asiento a las palabras de Mikail.

- Maldito cobarde. - pienso mientras le miro totalmente aterrado. No sé como nuestro señor Durius sigue manteniéndote con vida.

Con precaución abro la puerta e intento actuar con normalidad saliendo de la estancia del Caballero Durius cerrando la puerta tras de mi.

- Veamos quien ha intentado entrar. - pienso apoyando ambas manos en el cinturón asegurándome de tener el puño de la daga en el interior de la palma de la mano derecha.

- Vasilov abre la puerta que da al patio y sale, cerrando la puerta al salir.

Ella parecía clavada al suelo unos metros detrás de ellos, con la mirada nerviosa saltando de la puerta a ellos y viceversa, aferrando con fuerza la daga entre sus ropas, sin conseguir que le diera la seguridad que necesitaba para acercarse.

El temor se reflejó en su rostro cuando Vasilov cruzó la puerta, pero el torbellino de pensamientos fatalistas que se agolpaban en su cabeza le impidió siquiera emitir palabra, aunque estaba segura que sus labios se habían movido.

Al fin, cuando estuvo sola con Mikail, logró moverse hacia él.

-¿Que es lo que realmente pasa allá afuera?-

Era casi un reclamo, muy raro viniendo de ella, producto de la tensión y incertidumbre de los últimos días.

- Yo que sé. Uno no sabe qué esperarse en este puto castillo.- Contestó a la mujer. Era muy raro que alguien hubiera empujado la puerta de las habitaciones del Primer Caballero. Quizá fuera uno de los guardias que le había visto hablar con Maserrak y le seguía la pista. Se quedó esperando a ver si oía algún ruido proveniente del exterior, con el cuchillo en la mano.

- Os parece haber escuchado la voz de Vasilov al otro lado de la puerta. Le ha dicho algo a alguien. Algo que sonaba así como a: "¿Qué se le ofrece?"

Se acercó a la puerta con paso inseguro y con los ojos en Mikail fue apoyando primero una mano, luego el oído sobre la puerta tratando de escuchar algo más que las voces apagadas.

ENRIETTA:

- Te parece oír a un guardia contestarle con evasivas a Vasilov.

Mikail esperó con el cuerpo en tensión, cuchillo en mano, presto a proteger a Enrietta si algo pasara. Sabía que Durius no perdonaría que algo la sucediera. Sin embargo ahí estaba la mujer, pegadita a la puerta, como si su fágil cuerpo pudiera servir de algo más que de estorbo.

- El lacayo Vasilov llama a la puerta y anuncia a viva voz que es él. Mikail le abre poco después y Vasilov pasa al penumbroso interior de la antesala de las estancias de Durius Tremere.

- Falsa alarma. - digo al entrar. Era el Guardia Boru buscando al Chambelán Otto.