Partida Rol por web

Y ella se derritió bajo el toque de esa helada caricia. Se quedó prendada de la sonrisa que quizás sólo imaginó en sus ojos claros y estuvo a punto de seguirlo por pura inercia, pero salió a tiempo de su ensoñación al escuchar el nombre del lacayo que seguramente sería ajusticiado y para ello, Durius desearía privacidad, así que a pesar de la necesidad imperiosa de estar cerca de su señor, se quedó en donde estaba, sosteniendo la vela entre las manos, solo mirándolo como un animalillo que pide permiso para seguir a su amo.

Ya a solas, Mikail extendió la mano y depositó en la de Durius el frasco con el corazón humano en su interior. Se tragó el asco que aquel objeto sustraído al azar le producía. Ahora sólo era oportuna la seriedad más absoluta.  Su corazón latía desbocado y sus nervios le delataron al extender la mano, que temblaba como la de un viejo.

-Interesante sin duda. Buen trabajo, Mikail si no fuera porque has comprometido a mi persona. Es fácil que toda acción de un lacayo sea interpretada como una labor encargada por su señor, en este caso yo. El propio Iacobus me ha acusado de tal cosa. Y Maserrak sin duda lo pensará. No me preocuparía en exceso si las alianzas en este castillo no fueran tan frágiles -dijo Durius a su lacayo-. No obstante, Maserrak deberá dar explicaciones. Esto es algo... incómodo a la hora de explicarlo aunque imagino su procedencia.

Dio dos pasos hacia la puerta, como si aquella conversación hubiera acabado. No obstante, se volvió en el último instante.

-Como comprenderás debes ser castigado. Por tu falta y no por mi deseo. Si no lucieras en tu carne la pena pagada, se consideraría que gozas de privilegios derivados de mi aceptación a lo que has hecho. Si he de hacer caso de lo que dijiste, tu intención era que tuviera constancia de esto y de las posibles andanzas de Maserrak. Un noble gesto de tu parte, pero que tendrá sus consecuencias por desgracia para ambos, mi buen Mikail. Pediré a Vasilov que te castigue. Elige, pues es cuanto puedo hacer en tu favor. Vara en la espalda o puño en tu cara.

Mikail retiró rápidamente la temblorosa mano y se quedó un poco aturdido por las palabras de su Señor. ¿Le había felicitado por aquel estrepitoso fracaso?.  El lacayo sólo estaba avergonzado por haber sido tan torpe con aquella cerradura y haber comprometido de semejante manera a Durius. Le hubiera gustado volver a justificarse y decir que todo había sido como había reconocido en el salón, pero sobraban las palabras ahora y, confiaba en que Durius sabía cuando mentía.

- Señor...-Mikail parecía más tranquilo aunque fatigado.-...elijo vara en la espalda.- Era necesario un escarnio público y no iba a protestar. Poco le parecía.-...con respecto al Caballero de los Cárpatos ...- Mikail tenía que soltarlo, pues no sabía cuando iba a volver a tener un momento a solas con su Señor.-...he escuchado una conversación de ese tal Flaviu Krevcheski.- Era mejor qué no le preguntara cómo o tendría que darle otro varazo en la espalda.- Debe tener cuidado con el Caballero de los Cárpatos.- Eso era bien conocido por todos , claro.- Sólo quiere ocupar su puesto. Le oí fanfarronear sobre lo que había conseguido ese asesino y que "algún día" sería el Primer Caballero. Hablaba sin ningún cuidado, sin ocultarse.

-Así se hará. Cinco golpes de vara proporcionados por Vasilov antes de los funerales de mañana -dijo al tiempo que una leve muestra de desagrado se diluía en su voz, como si realmente aquel castigo no le gustara en exceso-. Respecto al escudero del Segundo Caballero, siempre le perdió la boca. Es un Krevchesky y debería tener más cuidado. Bajo mi espada ya murieron dos de sus hermanos y debería mostrarse más comedido en sus comentarios. Así que no te preocupes por mí, Mikail -afirmó acariciando suavemente el rostro de su lacayo-. Iacobus Radoslav es la propia muerte. Sabemos que llegará, pero no cuándo. Pero incluso él puede morir, fallar o cambiar de opinión llegado el caso. Sea como sea, mi querido Mikail, estos son tiempos difíciles que nos conducen a extrañas alianzas. Cuánto durarán, nadie lo sabe. Pero mientras permanezcan, debemos aprovecharlas.

Se dio media vuelta y abrió las puertas de su aposento.

Cuando concluyó su charla privada con Mikail, Durius abrió las puertas de su dormitorio y salió fuera.

-Mi buen Vasilov, debo encomendarte una tarea poco grata. Ante un desliz de Mikail, este se ha hecho merecedor de un castigo que tú mismo habrás de ejecutar en el día de mañana, tras mi despertar y en el patio del castillo. Cinco golpes de vara en su espalda. Muestra mano firme, pero no exceso. Y tras el castigo, tanto tú como Enrietta os encargaréis de trasladarlo aquí y lavar y sanar sus heridas. No es esta cuestión que me agrade, pero de medidas así dependen otros asuntos. ¿Entendido? Y ahora, descansad en la medida de lo posible. He de salir para hablar con Maese Maserrak. Dudo que me demore, mas si alguien viniera en mi busca, decidle que espere aquí sin darle mayor información sobre mi paradero.

Tras aquello y con un saludo de su cabeza a modo de despedida, salió de allí.

Tirada oculta y secreta de percepción + consciencia, dados de 10 desglosados, dificultad 10. 

Cabe la posibilidad de usar algún poder vampírico del que dispongas, pero deberás declarar cual y cuanta sangre gastas, así como de que tipo es. 

- El Primer Caballero sale de la antesala de sus habitaciones, de regreso al frío Patio del Castillo.

Cuando el Primer Caballero abandonó la habitación, Mikail  caminó sumido en sus pensamientos hacia su jergón. Allí se puso ropas cómodas y se fue a dormir.

- Hasta mañana.- Dijo con cierta sorna. Estaba muerto en vida, eso le había confirmado Durius, sin embargo se sentía más vivo que nunca. Se tumbó de lado, atesorando para sí mismo, en un lugar donde nadie pudiera robárselo, aquella caricia. Ahora entendía  más a Enrietta aunque rechazó aquel pensamiento tan fugazmente como le había venido.

Trago saliva ante la orden dada por mi señor Durius.

- Así se hará. - acierto a decir.

Una vez nuestro señor se ha ido me acerco a Mikail y le digo al oido.

- ¿Se puede saber que es lo que has hecho esta vez?

Mientras espero su respuesta me tumbo para intentar descansar manteniéndome en un duermevela constante. Al parecer mañana será un día muy largo.

Más le valía sujetar su lengua a Mikail o acabaría metido en más problemas. Tumbado como estaba en la cama se dio la vuelta para dar la espalda a Vasilov.

- Por un malentendido he ofendido al Maestre Maserrak dejando a Durius en evidencia, por lo que ahora pagaré mi metedura de pata.- Le dijo resignado y se acurrucó entre las mantas.  

- Vasilov, me ausentaré durante unos momentos para adveirtir a la Dama Szantovich acerca de la audiencia de mañana. En caso de que sl señor Durius requiera mi presencia antes de mi regreso estaré en las estancias de la Dama, hacedme llamar y acudiré presto - comenté al lacayo.

- El Chambelán Otto sale de las estancias privadas del Secretario Ducal.

MENOS DE DOS HORAS PARA EL ALBA DEL SEGUNDO DE MAYO DEL AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y OCHO.

- Llaman a la puerta y Enrietta se apresura a abrir. Es Durius Tremere que regresa a sus aposentos.

- Además de Enrietta, está de guardia Vasilov.

- Mikail duerme profundamente en su jergón de paja amontonada, tapado con una manta.

- "Mi señor..." - Enrietta vuelve a trabar la puerta que conduce al Patio y ayuda al Primer Caballero a quitarse su capa.

- Mi señor Durius... - digo cuando este entra en las estancias.

-Buenas noches a ambos, nuevamente -dijo Durius franqueando la puerta y sonriendo a ambos, un gesto familiar solo reservado a sus lacayos, quizá los únicos por los que sentía algo vagamente similar al verdadero afecto-. ¿Alguna novedad en mi ausencia?