Partida Rol por web

"Dentro de la sala"

- Cuenta con mi ayuda- respondió el joven Girion a la petición de Denelloth.

Antes tras la propuesta de Norión de que contaba con el joven, éste le había agradecido el gesto con la cabeza, haciendo una leve reverencia.

La cosa estaba lista solo faltaba partir para ver qué es lo que estaba sucediendo.

Asiento inclinando la cabeza ante las palabras de Denelloth

-Recuerda que antes de partir tendremos una reunión. Hemos de coordinar las fuerzas y los dos grupos expedicionarios.

Escucho las palabras de Curudae y asiento de nuevo con la cabeza.

-Así es Curudae, los detendremos o al menos pondremos todo nuestro empeño en conseguirlo. Si fracasamos, enviaremos mensajes a todo el territorio de Eriador, al menos a donde sepamos que la oscuridad no ha tomado el poder, para advertirles. Pero de momento es cosa nuestra. Que entren Arkyn y Aelloth

La espera fuera de la habitación se había hecho larga, con la imponente presencia de los sargentos de la guardia y la algo extraña figura del bardo tarareando a su lado. Mientras oía los murmullos de la conversación en la habitación contigua Ragi tuvo de nuevo la sensación de que ese no era su lugar. 

Con eso de la misión Curudae había despertado su curiosidad, aunque algo en su forma de hablar le decía que quizá no era una buena idea ir. Todo ese asunto de la lengua negra y los muertos no le gustaba nada. De todas formas pensó que no iba a negarse antes de saber qué clase de misión era.

- Muy bien, senescal. - contesto, antes de dirigirse a Denelloth. El taciturno montaraz le despertaba cierta simpatía - Cuando quieras.

Aún con los pergaminos en una mano comenzó a retirarse, saludando al Lugarteniente. Sentía el apoyo de éste y lo agradecía, al anamarta solo le quedaba servir lo mejor que pudiera a este grupo de soñadores que estaban dispuestos a jugarse la vida al igual que él, solo para mantener viva la semilla de un nuevo tiempo.

Apoyado en el hombro de Girión salió de la sala, para cruzarse fugarzmente con Arkyn. Hacía días que no veía al bardo y hubiese prefereido haberlo cruzado en otra fiesta en lugar hacerlo en una ocasión tan sombría como esta. Un cruce de miradas fue suficiente entre ellos, y prosiguió caminando, viendo como Ragi se sumaba al equipo.

Girion acompañó a Norión a buscar los pergaminos y atuendos que necesitara. Él también debía pertrecharse, pues los ropajes y enseres que llevaba en Sil Auressë distaban en gran medida de los que llevaba para cabalgar y mucho más para un posible enfrentamiento.

Al parar al lado de los sargentos y demás personal que esperaba en el pasillo, Girion saludó amablemente con un gesto de su cabeza y siguió camino con Norión.

Acompaño al grupo hasta salir del edificio, luego dijo a Denelloth - Esta noche os veré en la puerta de la academia, y desde allí podremos partir hacia dónde has dicho. No tengo mucho tiempo, debo revisar varias cosas aún, así que si me disculpan, me retiro - se inclinó levemente para saludando a Curudae y desvió su camino hacia el centro de la aldea, en dirección opuesta a la academia, acompañado por Girión.

Norión caminaba con prisa, aunque para el muchacho seguramente representaba un paso lento. La academia estaba a sus espaldas y su marcha parecía dirigirse a una casa pequeña pero pintoresca.

- Después de todo parece que llegó el momento de la acción, quien diría que ayudar a un escriba podía resultar en una aventura, no es así?- sonrió, sabía que Girión anhelaba la acción mucho mas que él, y pese a la buena voluntad del joven, temía que tarde o temprano se aburriese de colaborar con él. Sin dudas esto debía ser algo motivador, aunque peligroso.

- Acompáñame, debo visitar a un amigo, puede que sepa algo de lo que estamos buscando - Pronto llegaron a la puerta de la casa de Adhellin, golpeó con fuerza y esperó a que le abran.

El bardo asintió cuando el senescal le dio paso a la habitación. Comenzó a andar hacia el interior cuando sus ojos se cruzaron con los de Norión. Estaban muy distintos a cómo los vio cuando llegó a la aldea o durante la fiesta. Ahora veía preocupación en ellos y suponía que él había visto lo mismo en los suyos.

Se acercan tiempos sombríos, no hay duda.

Entró con decisión en la habitación y se quedó de pie, frente al resto, a la espera de una señal para empezar a hablar.

-¡Bueno, por fin alguien viene para quedarse, y no se marcha!-digo con cierta ironía- Entiendo que el tiempo apremia pero al menos se podría esperar a acabar la reunión. Tal vez hablemos de cosas importantes que atañen a las tareas que hemos de realizar.

Tomo un sorbo de vino mientras observo al muchacho que acaba de entrar.

-Tú debes de ser Arkyn, soy Khoradûr, lugarteniente de Sil Auressë. Supongo que conocerás a Curudae, el senescal, y a Cerveth, maestro de la academia. Por favor toma asiento -le señalo un asiento vacío para acto seguido llenar una copa de vino y ofrecérsela.

-Curudae me ha comentado que tenías información importante sobre la presencia de huellas de orcos cerca de aquí. ¿Es así?.

Denelloth salió del castillo. La aparición del sombrío montaraz no pasó desapercibido para los nuevos reclutas. Ocultaba su rostro lleno de cicatrices con la capucha cuando cruzó el patio de armas hasta la posición de Eärnil, Russef y los mercenarios nórdicos. Detrás de él caminaba Ragi, y Eben llegó de los barracones para unirse a los dos. El montaraz le saludó y sonrió al verle preparado para partir, con su lanza en la mano.

-Estoy buscando voluntarios para una misión, comenzó con voz seria mirando a Eärnil, a Russef, a Ragi y también al nórdico Wulfgar. –Hemos de partir esta misma noche, una decena de hombres, pero no todos manejan las armas. Una oscura amenaza se cierne sobre Sil Auressë, y debemos hacerle frente. Puede que no todos regresemos. Puede que ninguno de nosotros lo hará. Pero si no vamos, el Mal nos buscará aquí y será peor.

Los miró a todos uno a uno. –He pensado en vosotros, porque para superar este desafío, puede que necesitemos algo más que las armas. Creo que ya os imagináis que la misión tiene que ver con el cofre que dejaron atrás los asaltantes. Dentro hallamos pistas que hablan de un gran peligro para la aldea. Para todos.

- La voluntad de Eru es inescrutable- respondió afable el Adan.

- De todas formas he de decir que me agrada la idea de salir y descubrir lo que está pasando...casi tanto como buscar manuscritos y aprender de ellos. Como decía mi abuelo, cada cosa a su tiempo y todo es necesario- comentó el muchacho como de pasada, siguiendo a Norión donde éste iba.

Al ver a Eben, Ragi saludo con la cabeza. -'Parece que al final vamos a estar metidos en el mismo lio.' - le dijo en voz baja. - 'Espero que al menos no nos llueva como en el viaje hasta aquí.' - añadió con cierta sorna, para acallar los  nervios que las palabras de Denelloth le estaban creando. Eärnil y Ruseff eran una pareja extraña y no le daban confianza. Al otro hombre no lo conocía. Si se iban a tener que jugar la vida, tener a Eben a su lado era una buena noticia.

Arkyn asintió un par de veces tras las preguntas de Khoradûr.

- Así es. Ocurrió al final de mi viaje por los pueblos cercanos - comenzó diciendo, cambiando de vez en cuando de destinatario de su mirada. El bardo continuó narrando de manera clara pero concisa como había llegado  hasta el cruce de caminos que había al sur de Sil Auressë. Allí había encontrado que la que antaño había sido una gran casa de piedra que había servido como base a tropas aliadas durante el conflicto con el Señor de la Guerra Dagorhir era ahora una estructura sin tejado y con las vigas calcinadas. Contó también como había explorado los alrededores sin hallar un solo superviviente. - Tan solo encontré esto - añadió mientras depositaba encima de la mesa una punta de flecha rota, de aparente manufactura orca. - Parecía que hubiera sido un ataque bastante reciente. No más de dos días diría yo.

Escucho con atención las palabras de Arkyn

-Esa casa se encuentra cerca de la aldea, es muy raro que hayan atacado tan cerca, ya que podrían alertarnos, como así ha sido. O son muy imprudentes y temerarios, o es una señal de que atacaran pronto. Arkyn, ¿las huellas del ataque eran recientes?, Curudae, ¿quien vivía allí? -me quedo en silencio unos segundos mirando el mapa que tengo delante de la zona- Creo que tendré que enviar a otro grupo a explorar ese lugar, y pronto.

[Si el equipo pide mayores explicaciones de la misión, no las recibirán hasta una vez comenzada; no queremos fugas de información. Por el camino se les explicará que vamos a vigilar siniestros movimientos de nuestros enemigos (sí, así en general, los malos) relacionados con la brujería y la magia negra].

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El grupo marcha a buen paso [ligeros, pero sin que nos afecte la fatiga]. Denelloth encomienda a Eärnil la exploración, por lo que le conmina a marchar con cierta distancia de ventaja, volviendo con frecuencia para reportar la situación. En cabeza se colocan el sargento, Eben y Ragi, buenos tiradores [digo yo]. En medio viajan, a caballo, Nórion y Girion. Denelloth y el nórdico Wulfgar cierran la compañía.

[Tras algunas horas* de marcha llegan a los lindes del bosque. Es el momento de extremar la precaución (mucha obervación y mucho acechar esconderse). La idea de Denelloth es acercarse al punto por el que encontró, la primera vez, un acceso al claro del centro del bosque]

-Esperadme aquí un momento. Mirando a todos lados y con la cabeza agachada, Denelloth avanza una treintena de metros hasta agacharse al borde del bosque, como inspeccionando el suelo. Se queda inmóvil unos instantes, en los que su oscura silueta parece confundirse con los alrededores. [Aquí quisiera lanzar el hechizo "Historia del camino" para ver si alguien ha pasado por aquí últimamete y en qué dirección, de Maestría de los caminos, pero es nivel 4... Si no funciona, rastreará a la manera tradicional].

De vuelta al grupo, el montraz da algunas instrucciones: -Ahora vamos a separarnos en dos grupos. Nórion, Eben, Ragi [sigo asumiendo que son buenos en subterfugio; si no, alguno de los otros] y yo entraremos en el bosque para investigar un claro que se halla en su centro. Maestre Nórion, se encuentra a unos diez minutos de marcha*, confío en que podáis soportarlos sin problema. No es seguro que encontremos nada, pero podrían ocurrir eventos realmente espluznantes ahí dentro. El resto del grupo se quedará apostado aquí fuera; sargento, tú estarás al mando. Nadie debe vernos, por lo que deberéis ocultaros a unos trescientos pasos de aquí. Sólo actuaréis en caso de necesidad extrema (por ejemplo si salimos del bosque gritando y agitando los brazos), dejando entrar y salir a cualquiera, tomando buena nota de su aspecto o identidad. Si sois descubiertos, aseguráos de que no quede ningún testigo de nuestra presencia aquí, o bien retiráos hacia Sil Auressë dando los rodeos necesarios para no despertar sospechas de que venimos de allí. En caso de tener que enviar cualquier información valiosa a Sil Auressë, Girion hará las veces de correo; desempeña tu misión con valentía y cuidado. El montaraz traga saliva un momento tras su largo parlamento, y concluye: -Si al amanecer no hemos vuelto, entrad a buscarnos.

[Dentro del bosque, de nuevo mucho cuidado y, una vez en una posición ventajosa para observar el claro sin ser vistos, me gustaría cubrirnos con una neblina (hechizo "Tinieblas" de Formas de la Naturaleza); y aún así, tener la ballesta cargada y preparada.] Denelloth guía a sus compañeros hasta las cercanías del claro, atento a cualquier ruido o luminosidad a su alrededor. Se ocultan tras unos matorrales y troncos caídos desde donde pueden observar el claro con relativa discrección. El montaraz susurra unas cuantas palabras, y una espesa neblina comienza a cubrir paulatinamente los pocos espacios vacíos que deja la vegetación en el enrevesado bosque.

[Si somos descubiertos y podemos dar cuenta cierta de nuestro enemigo en superioridad numérica y silencio, adelante; si no, salvo que los poderes de Nórion sean impresionantes, nos largamos, si puede ser ocultos, hacia el resto de nuestro grupo. Si asistimos a un ritual (espero que no se invoque a nadie esta noche...), será hasta el final, para que Nórion tome nota. Al final, seguiré personalmente al lider del ritual a distancia segura y durante el tiempo necesario (días?) hasta descubrir su "guarida". Si Eben o Ragi quieren venir, de acuerdo, aunque había pensado en Ragi como correo para avisar al grupo de fuera de cualquier eventualidad y en Eben como "segundo al mando", para proteger a Nórion y que volviesen tranquilamente con el resto del grupo a Sil Auressë].

-Ciertamente, cada uno es libre de elegir su camino y declinar esta petición. En caso contrario, aprestáos para partir en cuanto anochezca. Iremos a pie y estaremos fuera como máximo una jornada, así que no os carguéis demasiado; eso sí, pensad en la posibilidad de que haya combate. Un sargento nos acompañará, además de otros otras dos personas. Eärnil, trae tu caballo, tú irás montado. Si no hay cuestiones al respecto -el montaraz mira directamente por primera vez los rostros que lo rodean-... Nos veremos al crepúsculo.

Curudae se acercó a la mesa hexagonal, y buscó entre los mapas y pergaminos el mapa que recientemente había terminado Adhellin.

Los dedos del Senescal viajaron desde Sil Auressë hacia el sur, unas treinta millas, hasta llegar al punto donde había encontrado la flecha orca y la granja quemada¹.

-Esa casa de piedra era más que una granja...Varios edificios de piedra con un muro de un metro y medio, y el propietario era Broud. Durante la campaña de los Señores Aliados, algunas tropas la usaron como base, y fue entonces cuando Broud decidió establecerse allí una vez terminada la guerra. Con su familia...

Curudae se quedó en silencio. No era necesario decir más sobre la familia de Broud. Los que estaban en la sala sabían que los orcos eran seres viles y despreciables que disfrutaban matando y torturando a los más débiles e indefensos.

-Más al sur está la tierra de nadie... Sin asentamientos, sin árboles, sin vida. Campos de batalla y restos de lo que fue el Reino de Minhiriath, hasta llegar a los complejos de cavernas de las Tierras Altas. También había cuevas al oeste, como se puede ver en el mapa. Esa granja era un lugar ideal para controlar lo que sucedía en esas tierras de complicado acceso. Ahora sin este punto, una hueste enemiga puede acercarse hasta este desfiladero² sin ser visto. A tan sólo 10 millas de la aldea.

Observo el mapa con detenimiento, mientras medito las explicaciones de Curudae

-Tiene pinta de que se trate del primer paso para un ataque a nuestra aldea, pero no tiene sentido que lo hagan de esta manera, torpe, poniéndonos en aviso, al no ser que ataquen pronto.

Me quedo en silencio, mirando fijamente el mapa. De pronto me pongo en pie, me dirijo hacia la puerta y la abro y comienzo a dar instrucciones a uno de los guardias allí apostados.

-¡Avisad a Walec y a los sargentos del ejército, que doblen las guardias y la vigilancia tanto de la aldea como de su perímetro en varios kilómetros! Me reuniré con ellos lo antes posible para darles instrucciones y si es necesario que echen mano de los nuevos reclutas. ¡Que comiencen de inmediato y que informen cada hora!

Cierro de nuevo la puerta y me siento

-Prosigamos, Arkyn, en tu viaje ¿que aldeas visitantes?, ¿en alguno de esos lugares te llegaron rumores sobre ataques de orcos o presencia de seres oscuros?

La llegada del montaraz aviva mi corazon ansioso de algo de acción.
Por supuesto Denelloth cuenta conmigo y con mi montura, tanta inacción me esta volviendo loco, digo con una sonrisa.
Acto seguido voy a a preparar mi caballo y mi equipo adecuadamente como solía hacer en mi unidad de asalto.

- No, ningún rumor hasta que no me encontré con las ruinas humeantes - respondió mientras se acercaba al mapa. Después, extendió su dedo señalando secuencialmente los puntos uno, dos, tres y cuatro, trazando un rectángulo. - Ese es el camino que seguí. No encontré ni escuché nada digno de mención hasta llegar a la casa - añadió con el dedo apoyado sobre el número cuatro. - En cuanto al ataque, quizás sea un señuelo para que nos concentremos en el sur y puedan sorprendernos desde el norte...

Arkyn no era ningún estratega pero pensó que no estaba de más soltar algunas de las ideas que pasaban por su mente.