Partida Rol por web

-Pueden usar cristales de colores que de por sí signifiquen algo. Las nueve combinaciones y su posible alfabeto secreto es un uso adicional que queda a su discreción -comentó. Ciertamente, un "rojo solo" podía significar por sí mismo un "sí" o un "no"... o una letra de una palabra...o ambas cosas-. Sobre la distancia... eso depende de la fuerza de la llama y del tamaño y calidad del reflector. Las medidas que hay en los planos son para la construcción de unos aparatos para la casa de comercio y la fortaleza, con plena visibilidad de día o de noche, con o sin colores. A larga distancia la calidad del color se pierde, pero es posible usar dos o tres colores muy diferentes para garantizar el mensaje. En una noche clara estimo que se distinguirían los colores de este modelo a dos millas, y su simple luz brillante a cinco.

Se mesó la barbilla, pensando.

-Para mayores distancias necesitaríamos torres elevadas y aparatos más grandes, y no creo que la aldea esté en condiciones ahora de tal esfuerzo. Partiendo de la idea de "faro costero", se pueden construir torres de señales de larga distancia más sencillas que esto. Más complejas que una simple hoguera, claro, pero no tan delicado como este aparato que os ofrezco. Estos dos aparatos son más un regalo personal de los khazad a Sil Auressë. Pero si desea cuatro, cinco o diez más, quizá deberíamos empezar a hablar de negocios -dijo, sonriente.

No estaba muy enterado de las vicisitudes políticas de Sil Auressë, aunque sabía que existía un enemigo y que Cardolan era zona de guerra perpetua. Y que los pedidos de armas a la forja enana no eran por capricho. Pero si de algo sabe un enano es de guerra, de forja y de fortalezas, y podía hacer un cálculo rápido de esas necesidades. Una torre sencilla a cinco o diez millas de Sil Auressë no era algo imposible, y aunque sería económicamente caro, el saber que un enemigo se acerca con dos o tres horas de antelación podría ser vital.  Con torres de señales clásicas, de hoguera de leña en vez de aceite, pero adaptando el sistema de solapas a un mayor tamaño, se podrían enviar mensajes medianamente complejos rapidísimos y mucho más concretos que una simple llama que se prende en la lejanía. ¿Estaban necesitados los cardolani de ese nivel de complejidad? Ferrim no estaba seguro, aunque por supuesto estaría encantado de participar en un proyecto así.

Pero eso eran decisiones que debían tomar aquellos edain. Por lo que respectaba a los naugrim, la pequeña colonia estaba trabajando a pleno rendimiento en la forja de las armas que les habían comprado, necesidad más inmediata, y cualquier otra cosa sería un plan a medio plazo.

De nuevo Khôradur escucha atentamente las palabras del naugrim, asintiendo con la cabeza.

-Tendré que hablar con Curudae. Aunque esos puestos de vigilancia los necesitamos cuanto antes, entiendo que construirlos y dotarlos de unos dispositivos semejantes llevarán su tiempo, y su coste, por lo que tardarán un tiempo en estar disponibles.

Khôradur observa de nuevo la maqueta

-¿Cuando podrían estar disponible para la aldea y el castillo? Nos vendría bien disponer de ellos cuanto antes.

-Señor, estos dos artilugios podrían estar listos e instalados en el castillo y la casa de comercio en unos pocos días. Cuatro o cinco a lo sumo. Yo mismo me encargaré, personalmente, de su construcción.

Sonrió satisfecho para después ponerse serio.

-Y no temáis, esto no retrasará el trabajo de la forja. El armamento que nos han pedido estará listo en el plazo acordado. Si algo sabemos hacer los khazad es trabajar bien y rápido.

Al escuchar las palabras de Ferrim sonrío de oreja a oreja

-¡Estupendo!, entonces no hay nada más que hablar, por favor, poneros de inmediato con la construcción. Los necesitamos cuanto antes. Sobre el resto de artilugios o ingeniones y las torres hablaré de inmediato con Curudae, aunque me temo que serán para más adelante -lanzo un suspiro de resignación- tendremos que apañarnos de momento con algo más sencillo.

-Así se hará, señor. En los próximos días acabaré los artilugios, y es posible que se me vea por el castillo y la casa de comercio tomando medidas y estudiando los edificios. Avisaré con antelación cuando llegue la hora de la instalación. Espero que alguno de mis compañeros khazad me ayude en la obra, y llegado el caso, quizá le solicite la ayuda de alguno de sus canteros o el maestro constructor -dijo mientras guardaba los planos de nuevo en la caja. Dejó la maqueta en la mesa, no era algo que necesitara para su trabajo. Quizá Khôradur gustara de tenerla como juguete, pero se le ocurrió que quizá los humanos la quisieran para aquella academia que él sabía que tenían, para estudio y maravilla de los alumnos. Le llamaba la atención que una aldea como esa, tan pequeña y vulnerable, tuviera pretensiones, incluso, de tener una academia. Una muestra más de la originalidad de Sil Auressë. Cada vez le parecía más interesante esa gente.

-Respecto a las torres de señales, cuentan ustedes con mis conocimientos si los necesitan. De hecho, no duden en consultarme cualquier cosa... incluso sobre el castillo y sus puertas -no pudo evitar decirlo. El trabajo de mampostería del castillo era tan burdamente humano que le ponía nervioso, ¿y las puertas? Un enano apasionado por los cerrojos, mecanismos y puertas blindadas como era él no podía sino lamentar ver los accesos del castillo tan vulnerables... desde el punto de vista enano, claro.

Dicho eso, con la caja en la mano, hizo una gran reverencia a la usanza enana y salió de la estancia. Había trabajo por delante y estaba encantado de poder hacer algo más que forjar espadas.

Las últimas palabras de Ferrim retumbaron en la mente de Khôradur

"No duden en consultarme cualquier cosa... incluso sobre el castillo y sus puertas", ¿acaso ha visto algo que se nos escapa o su comentario es debido a que no creen que la obra humana sea rival de la enana?

Khôradur tomó un sorbo de vino

Tal vez sería buena idea que el maestro constructor hablase con él, podrían intercambiar conocimientos, y la ayuda de un enano podría ser muy beneficiosa para nosotros, aunque no sé como le sentaría al maestro constructor, a nadie le gusta que alguien ajeno se intrometa en el trabajo de uno.

Volvió a tomar otro sorbo de vino

Iré a ver a Curudae para ponerle al corriente de lo hablado con Ferrim y de nuestras necesidades

El Lugarteniente encontró a Curudae en el propio castillo, en lo alto de la sección norte del muro, junto a una torre en construcción. Para subir hasta allí era necesario usar unas escaleras de madera, y pasar por dos andamios. Ya en otra ocasión le había visto en aquel lugar algo apartado. Desde allí se podía ver hasta la aldea, y también se veía casi todo el patio de armas del castillo.

Y, quizá lo más importante, uno estaba fuera de la vista de otros.

Curudae observaba al enano Ferrim bajar la cuesta de regreso a la aldea. Aún no había tenido muchas ocasiones de tratar con el nuevo emisario enano, pero pronto tendrían que verse las caras. El Senescal cerró los ojos, y los volvió a abrir un par de veces más. Entonces escuchó movimiento en la muralla. Difícilmente iba a ser un guardia el que subía por la escalera, y efectivamente vio asomarse la cabeza de Khôradur al rato. Sonrió. -Así que me has encontrado, amigo. ¿Cómo te fue la reunión con el representante de los naugrim?

Al ver a Curudae Khôradur sonrió

-¡Estupendamente!, me ha presentado una maqueta de unos artilugios que permitirán el contacto entre la aldea y el castillo mediante una serie de señales. Lo tendrán listo en unos días.

Khôradur se sienta

-Le he planteado la posibilidad de construir algo similar para una red de torres de vigilancia. Es un proyecto a medio o largo plazo, si la oscuridad que se cierne con nosotros nos da margen o conseguimos superarla -se queda pensativo- Entiendo que sería un gasto tal vez excesivo y que ahora sea imposible de acometer, pero creo que sería una gran herramienta para la defensa de Sil Auressë

-Suena bien, Khôradur, contestó Curudae. -Hemos de mirar hacia el futuro, hacer planes... La oscuridad nos quiere quitar nuestra esperanza, y hemos de afferrarnos a ella, a mirar el porvenir, el medio plazo. De lo contrario, de alguna forma, ya habrán ganado. En estos días he estado poniendo en marcha un órgano de gobierno. Para cuando Sil Auressë crezca. Un Consejo, dijo sonriendo y meneando la cabeza ante la ocurrencia. No llegaban ni siquiera a un pueblo pequeño, y con un puñado de hombres iban a hacer frente a un mal que no comprendían y que quería aniquilarlos. Y aún así, se sentía con fuerzas para poner las primeras piedras de un proyecto de gobierno. Para tenerlo listo para cuando regrese Ayla....

De repente, algo le captó la atención. Una criatura volaba en círculos en el cielo occidental, como observando algo que sucedía detrás de la loma, fuera de su vista. -¿Ves eso? ¿No es acaso un murciélago?

Era raro verlos de día. Pero últimamente se habían dejado ver por los alrededor. En otros tiempos, no muy lejanos, los había usado el Señor de la Guerra como mensajeros del miedo y terror. -Está sucediendo algo allí. Se ha levantado polvo, añadió apuntando al lugar a una media milla de distancia.

Entonces los dos vieron aparecer por detrás de una formación rocosa a uno de los jinetes que había partido con el sargento Leaniach en la madrugada anterior, cabalgando a toda prisa con la espada desenvainada, y volver a desaparecer fuera de la vista. ¡Estaban luchando allí!

-¡La oscuridad se cierne sobre nosotros!

Corro a la ventana y grito

-¡ALERTA!, ¡ENEMIGOS A LAS PUERTAS!, ¡TODOS A SUS PUESTOS!

Es primordial que las tropas se pongan en marcha cuanto antes

Corro hacia la puerta, pasando velozmente al lado de Curudae, la abro y grito mientras voy bajando corriendo las escaleras

-¡A LAS ARMAS, A LAS ARMAS!, ¡NOS ATACAN! ¡ENEMIGOS EN LAS PUERTAS!

En cuanto llego al patio evalúo la situación, observo como responden mis hombres y subo a las murallas para observar mejor lo que pasa.

Khôradur subió a lo alto de la torre en construcción, y con el sol a sus espaldas miró al oeste. Maldijo el polvo y las quebradas que, aunque le protegían al castillo en ese lado, ahora le dificultaban ver con claridad. Aún así, pudo ver a dos jinetes, uno de ellos el sargento Leaniach. Estaban luchando junto a otros que iban a pie, por la estatura uno podría ser Denelloth. Los enemigos eran huargos, no más de tres. Pero desde el norte, llegaban más. Media docena tal vez. Aún lejos, se dirigían a la zona que separaba a los combatientes del castillo, dirigidos por el maldito murciélago que seguía volando en círculos. ¡Querían aislarlos!

Cada segundo contaba, mientras el Lugarteniente veía a sus hombres acudir a sus puestos. La duda estaba en sí cerrar la puerta, o enviar refuerzos... Khôradur sujetó la empuñadura de su cimitarra, pensando.

-¡RÁPIDO!, ¡NECESITAN AYUDA!, QUE UN GRUPO DE SOLDADOS SE DISTRIBUYA EN LA MURALLA, PREPARAR LOS ARCOS, ¡DISPARAR EN CUANTO ESTÉN A TIRO!, SI ESE MALDITO MURCIÉLAGO SE PONE A TIRO, ¡DERRIBARLO!, ¡VAMOS!

Bajo las escaleras rápidamente mientras espero a que se distribuyan los hombres y algún contigente esté preparado

-¡LOS QUE VENGAN CONMIGO ARMAROS DE LANZAS!

Evalúo las fuerzas que se reúnen ante mí, los segundos se hacen eternos, y en cuanto dispongo de un grupo adecuado, desenvaino mi cimitarra

-¡ABRIR LAS PUERTAS! CERRARLAS EN CUANTO SALGAMOS Y EN CUANTO NOS ACERQUEMOS ABRIRLAS RÁPIDAMENTE. SI EL JINETE VIENE DEJARLE ENTRAR. ¡SER RÁPIDOS!. ¡ARQUEROS!, NO OLVIDEIS MIS ÓRDENES, ¡DISPARAR A ESAS BESTIAS EN CUANTO ESTÉN A TIRO, Y ESPECIALMENTE SI SE ACERCAN A LA PUERTA!

El momento que había temido ya ha llegado, la guerra y la Sombra nos alcanzan