Partida Rol por web

Los enanos son conocidos por ser grandes artesanos. Pero es algo más. Son artistas. No creen en hacer algo como un obrero. Tratan de hallar la perfección en todo lo que hacen, pero donde realmente destaca eso es en sus profesiones. Si un enano fabrica armas, trata de hacer el arma perfecta en cada ocasión. No significa que todo tenga que ser de la mejor calidad y metal, pero tendrá algo especial, un elemento de la perfección que buscan los enanos. Este afán les viene de forma natural, y por lo tanto no gastan más tiempo de lo normal en terminar sus trabajos.

Esta búsqueda de la perfección es central en la sociedad de los naugrim. Forjan para conseguir el arma perfecta, se casan para tener la familia ideal, limpian para lograr un acabado perfecto, y viven para la muerte perfecta. Todo tiene que estar óptimo, se trate de un arma o de una postura defensiva. En cada nueva obra de un artista, en cada espada o pintura o excavación, incluso en las heridas recibidas y los huesos destrozados de los enemigos, un enano recibe una nueva visión fugaz de la obra del Hacedor.

“Angenkurth nos enseñó el camino. Quizá sea el momento de abrirnos al mundo. Estudiar cómo imbuir la magia en nuestras armas como antaño.”

“Debéis seguir hacia el otro gran mercado, que está mucho más lejos, en Eriador, donde los distintos principados y condados del reino dúnadan perdido de Arnor luchan entre ellos. Antaño hubo una alianza entre la Casa Enach a la que sirve Durandar, y los naugrim de las Azan. Quizá sea el momento de retomar esa alianza. Entre los de nuestro clan hay varios voluntarios para emprender un largo viaje hasta Eriador para establecerse allí. Una vez tengamos la forja y la herrería, haríamos armas y armaduras con nuestro acero, pero se harían allí. Así nos ahorramos tener que cruzar las Montañas Nubladas cargadas de mercancía.”

“En este primer viaje, se llevarían cuatro o cinco mulas con lingotes de acero, así como herramientas básicas y una cantidad importante de monedas de oro, para establecernos en aquellas tierras y comprar una forja. Según nos comentan, una de las ciudades más importantes se llama TH-AA-RRR-BAD. Quizá sea un buen lugar para buscar una forja y comenzar.”

El grupo de los enanos que emprendió el largo viaje desde las Colinas del Hierro está compuesto por:

Khizag: el protector de Nurg, como hermano mayor, experto en fundiciones. El abuelo de Khizag es un matadragones

Skor: el coracero, muy curioso, sólo habla con otros enanos, le gusta tocar las armaduras de los soldados

Ginbald: experto armero, el que tuvo la idea de montar la herrería, es el de mayor autoridad

Kranz: hermano de Skor, buen minero o ayudante armero, volverá pronto para avisar a Azan. El portavoz con los humanos

Nurg: experto guerrero, acompañó a la comitiva hasta Sil Auressë, donde sirvió en el grupo de acción rápida, pero de allí siguió su camino

Ferrim: el último en llegar, y ocupa el puesto de Kranz como portavoz

-Se nos encomendó la tarea de preparar el equipamiento completo para tres tipos diferentes de tropas. Empezamos con la milicia. Cada conjunto de miliciano está formado por: armadura cuero endurecido, yelmo de cuero, Espada corta o hacha (mitad y mitad) y ballesta ligera. El encargo era equipar 160 milicianos, y se ha completado.

La calidad era alta, incluso por encima del equipamiento de muchos soldados profesionales de Cardolan.

-Luego están los 32 soldados, continuó Kranz. -Cada soldado tendrá: lanza, ballesta ligera ,espada ancha, cota de malla, brazaletes/grebas, yelmo acero con visera, escudo grande, sobrevesta, carcaj, 20 flechas, mochila, botas y 2 cantimploras. El coste son 70 monedas de plata por hombre, y podemos cambiar en alguna unidad las ballestas ligeras por arcos compuestos, y la espada ancha por una corta sin modificar el coste final por hombre.

El equipo completo de un soldado de Sil Auressë...

-Por último, y haciendo honor al acuerdo firmado, equiparemos la guardia de Sil Auressë con armaduras y armas de una calidad superior. Llevarán alabarda, arco largo, espada ancha, cota de malla larga, brazaletes/grebas, yelmo acero, escudo grande, sobrevesta, carcaj, 20 flechas, cuerno y botas. Total 20 hombres que son a cambio de las tiendas y la exclusiva en el mercado. A partir de esta entrega, el coste para este equipamiento se fija en 100 monedas de plata por hombre que sigue siendo a precio de coste.

Ferrim hijo de Ferric desciende de un largo linaje khazad de artesanos del hierro, los Bulum-arrâs (kh. "Flores de fuego", en referencia a las chispas que salen al martillear el metal al rojo; en oestron los "Bálamar"). Los Bulum-arrâs son herreros de las Colinas de Hierro especializados más en la pequeña orfebrería y los aparatos maravillosos que en la forja de armas. Aunque, por supuesto, el más barbilampiño de los chiquillos de la familia es mejor forjador de espadas que el mejor herrero humano. Faltaría más.

Sea cual sea su especialidad, tiempo atrás la familia Bálamar fue parte, junto a otras familias herreras de las Colinas, en un contrato de colaboración con la ahora aparentemente extinta familia dúnadan Enach de Arnor. Fue mediante ese contrato que se estableció una provechosa relación comercial, muy lejos de Rhovanion, pero justificadamente de interés para todas las partes: los Enach y varias familias enanas, con la aprobación del rey. El objetivo era la forja de unas armas especiales que solo manos enanas podrían crear. Partieron a Arnor un grupo de artesanos naugrim de las familias contratantes dispuestos a realizar algunos de los trabajos más importantes, hermosos y maravillosos jamás salidos de los maestros de las Colinas. Porque para encargar un lote de 300 espadas vulgares y otras tantas cotas de malla no se mandan colonos al otro lado del mundo: se organiza una caravana de mercancías y ya. Lo que se sopesaba era construir algo mucho más grande y notable que una mera herrería común.

Aquella relación comercial se rompió de alguna manera y ya han pasado varios siglos. Pero en los archivos de los clanes todavía se guardan las delicadas copias del contrato y ahora ha surgido el interés en retomar el negocio. Una cuestión que va más allá de la comercial. Con la resolución característica de los khazad, y obviando el hecho de que aunque los dunedain son longevos siguen siendo humanos y que un tratado con siglos de antigüedad puede estar más que caduco, las familias implicadas han decidido enviar una delegación de herreros con algunos privilegios diplomáticos, con la intención de buscar a los Enach y recuperar el espíritu de aquella alianza. Los enanos de la forja que trabajan con Sil Auressë son ese grupo.

Ferrim Bálamar ha partido poco después para unirse al grupo que fue guiado en principio por Kranz. En manos de Ferrim queda la representación de los Bálamar y, por consenso de las familias, la de todos los khazad de las Colinas ante el alocado ¿gobierno? de los edain de Cardolan. Su posición es delicada porque la influencia de los naugrim de Khazad-Dûm es alargada y ajustada a derecho por tratados de gran valía legal (aunque... difícil y escasamente respetados), pero nadie duda de su capacidad para gestionar la posición de las Colinas de Hierro entre tantos y tan diversos agentes. Por el momento la intención es establecer una forja enana de calidad con cierta autonomía e independencia, sin pretender establecer una ruta comercial con Rhovanion sino más bien una colonia de trabajo que fabrique y venda in situ. No hay intención de meterse en el terreno de Moria en Tharbad, pero por supuesto sí establecer contacto con los enanos de la ciudad de los ladrones. No en vano son hermanos en un país de humanos, e hijos de la Primera Casa como los de las Colinas.

Ferrim Bálamar es un enano de mediana edad (unos 95 años) herrero de vocación pero "político" de nacimiento. A lo largo de su vida se ha encontrado a sí mismo ejerciendo de enlace comercial y emisario entre los naugrim y diferentes clanes humanos de Rhovanion, y por petición de su pueblo y responsabilidad ha dedicado más tiempo del que le gustaría a esas labores tan necesarias como ingratas. Porque tratar con los hombres es siempre ingrato y sucio, pero inevitable. Sin embargo, si pudiera elegir se centraría en su pasión, que es la forja y la construcción de puertas acorazadas. Alejándose un poco de la especialidad ancestral de los Bálamar, Ferrim siempre ha sentido fascinación por las puertas imposibles, sea de fortalezas, torres, cámaras o mismo de un simple cofre. Mecanismos, candados, cerraduras... pero también portones acorazados. Es el orgulloso diseñador y creador de algunas infranqueables puertas de fortificación, de una tecnología y perfección material que los humanos están lejos de comprender y que harían soñar a cualquier noble edain para su castillo... e incluso noble enano.

Ferrim, por lo tanto, espera que su misión en Cardolan le deje tiempo para jugar con sus mecanismos, llaves y cerraduras, pero sobre todo espera poder darle el relevo a Kranz en la pesada e ingrata labor de tratar con los humanos. Con sutil firmeza, desentrañando los misterios políticos de Cardolan. Eso, en si mismo, también es jugar con ciertos mecanismos, llaves y cerraduras, y quizá por eso se le da tan bien. Está en su medio.

La forja de los enanos se hallaba cerca del río, y apartado de los molinos y batanes. El ruido era incesante, día y noche, las fundiciones echaban humo. Los enanos de las Colinas de Hierro trabajaban sin descanso preparando las armas y las armaduras para el ejército y la milicia de Cardolan.

Mientras esperaban a ser atendidos, Curudae se dirigió rápidamente a Girion. -Después de la reunión del Consejo, nuestro amigo Norión se acercó a Ferrim, el nuevo emisario y portavoz de los enanos, y le pidió sus mejores herramientas para poder romper o desactivar el monolito del claro en el bosque que es una amenaza. Tuvieron una discusión fuerte, debido sin duda al fuerte carácter y orgullo que comparten tanto los naugrim como los dúnedain, sin ánimo de ofender, pero vuestros pueblos comparten ese rasgo.

Curudae hablaba rápidamente en susurros, ya que su presencia ya había sido detectado, y no quería causar una mala impresión ante los enanos.

-A ver si logramos limar asperezas...

-Ah, Kurruthage, pase, dijo Kranz y dejó las grebas que estaba terminando de remachar. Los enanos solían referirse al Senescal como Kurruthage, y al Lugarteniente como Korrazur, desde que llegaron enviados por la Dama Aylarien desde el puerto de Sudúri donde había llegado tras una larga travesía buscando la ciudad de Tharbad.

Kranz gesticulaba a su compañero Ferrim hijo de Ferric, el nuevo portavoz de los enanos y recién nombrado Asesor del Consejo de Sil Auressë, todo un honor. -Y Girion, hijo de Gildûr, añadió. Kranz se había tomado la molestia de aprender prácticamente el nombre de todos los ciudadanos relevantes de Sil Auressë. -¿En qué podemos ayudaros?

-Estaba comentándole a Girion precisamente la calidad de vuestro trabajo, y él tiene gran interés en averiguar más. Además, ocupará un puesto de forma temporal en el Consejo, donde también se sienta Ferrim. Pensé que sería provechoso y correcto hacer una presentación formal, y de paso ver cómo avanza el pedido de armas. También hemos acudido a pedir un favor personal. 

Curudae esperó que llegara Ferrim, y dejó que Girion se presentara ante él. Los demás enanos seguían en sus quehaceres sin prestar demasiada atención a los recién llegados.
 

Girion saludo cortesmente con una leve reverencia agachando su cabeza, cuando el enano le nombró y nombró su ascendencia.

- Efectivamente. Debo admitir que el trabajo que realizáis tranto en armascomo en armaduras es muy bueno. No esaría mal que algún día tuviera una armadura de manufactura enana- comentó el joven.

- La verdad es que todo esto del consejo es novedoso para mí, pues los asuntos de reuniones se ocupaba mi padre, por lo que tendré que aprender y sobre todo escuchar- dijo refiriéndose al consejo.

Luego miró a Curudae y dejó que este siguiera con la petición, pues no quería cortar la conversación que habían iniciado.

Eran conocidos por ser tercos y resistentes, pero en términos enanos eso significaba constantes y esforzados. Y sí, eran conocidos por su fortaleza física en el combate y la marcha, pero eso también significaba una capacidad sobrehumana de trabajar sin descanso en cualquiera de las facetas de su vida. Los enanos eran metódicos y no hacían nada a medias. Ponían todo su empeño en cada pieza que tenían entre manos y podían hacerlo durante horas y horas, batiendo cualquier resistencia humana. Por eso la forja de los enanos de Sil Auressë parecía producir tan rápido. Veinte herreros humanos no podrían competir con el ritmo de esos seis enanos llegados de las Colinas de Hierro. Cien herreros humanos no podrían competir con la habilidad y la calidad de ni uno de aquellos naugrim.

Cuando llegaron los visitantes, Ferrim estaba trabajando algo apartado de los yunques de sus compañeros. Él no estaba enfrascado en ese momento en las armas ni las armaduras. Estaba trabajando con meticulosidad en un extraño tubo. Poco más podrían comprender aquellos dos humanos, aunque Curudae, seguramente, pudiera intuir de qué se trataba.

Alzó la vista extrañado y de inmediato dejó en su mesa un extraño martillito y otra herramienta de aspecto inédito, y nombre y uso desconocidos. Cosas de enanos. Ferrim se lavó las manos y la cara en una palangana, se secó y se acercó a los dos humanos con gesto amable.

-Ferrim, hijo de Ferric, de los Bálamar de las Colinas de Hierro -dijo con solemnidad con una de las acostumbradas reverencias enanas. Tenía una voz grave pero melódica, sonora y agradable a oídos humanos-. Placer inesperado el verle en nuestra humilde forja, senescal Curudae. Señor Girión, encantado de conoceros. Por favor, acompañadme a la sala. Me temo que aquí hacemos demasiado ruido como para hablar cómodamente.

Ferrim hizo un gesto invitando a que le siguieran por una puerta. Un pasillo oscuro los llevó a una pequeña sala, o más bien un comedor, donde seguramente los enanos compartían las horas de comida. Los ruidos de la forja quedaron atrás, ahogados pero audibles. El martilleo marcaba el ritmo de la vida de aquellos naugrim con la precisión de un reloj de cuco.

Sacó unas copas, hermosas pero sencillas, y vertió vino en ellas antes de repartirlas.

-Por Sil Auressë -dijo-. Decidme, ¿a qué se debe esta visita, amigos?

Curudea sonrió y respondió a la reverencia de Ferrim hijo de Ferric. Aún le costaba asimilar la enorme suerte que habían tenido cuando los caminos de estos naugrim se cruzaron con los de Ayla. No obstante, ahora al ver tantas armas saliendo de las forjas, comprendía también el riesgo que suponía a medio plazo. Estaban desafiando claramente las normas de los gremios de Tharbad, y provocando a muchas facciones del siempre inestable tablero político de Cardolan.

Pero eso será otro problema. Otro día

-Me alegra ver vuestros avances, maese Ferrim. Y al entrar he visto a Celegund y a sus ayudantes emparejando algunas cosas fuera. Están a vuestro servicio para lo que necesitéis, ya lo sabéis. Estamos todos juntos para hacer frente a la amenaza de la hueste enemiga.

El Senescal se quedó junto al extraño cilindro. Había escuchado alguna cosa sobre el artilugio que había ideado Ferrim, y le parecía una maravilla. -Ciertamente, vuestro arte es de otro mundo.

Los dedos algo rechonchos de Curudae acariciaron la superficie metálica del objeto antes de abandonar la forja y seguirle hasta la sala. -El ejército ha sido convocado, y pasarán a recoger las armas a la mayor brevedad posible. Partirán a la guerra para proteger el sueño que estamos construyendo aquí. El sueño del que formáis parte. El enemigo es muy superior en número, y fuerzas oscuras que aún no alcanzamos comprender están en marcha. Puede que todo aquello por lo que hemos luchado, todo aquello que esperamos conseguir en los meses y años venideros, desaparezca como un fugaz sueño. Un pequeño grupo de hombres valientes intentará dar un golpe a los planes del enemigo. Es poco probable que regresen todos. Intentarán desactivar el monolito con runas encantadas, y para esa tarea puede que las únicas herramientas que nos sirvan sean las vuestras, maese Ferrim.

Girion estaba asombrado con el trabajo que estaban realizando los enanos. Sin duda eran una mano de obra cualificadísima y experimentádísima que trabajaban sin descanso en ssituaciones ostiles para un humano pero que ellos lograban sobrellebar y, porlo queparecía, bastante a gusto.

Antes de salir de la forja echó un vistzo a lo que Curudae andaba mirando, pero por mucho que lo miraba no acertaba a saber para qué propósito serviría.

Ya en la sala, los tres solos, el joven escuchó lo que Curudae la petición que tenía que hacer al enano. No estaba seguro de que les dejara las herramientas, pues ningún artesano que se precie deja así como así sus delicados y especiales utensilios que luego usa para ganarse su pan. Pero si bien no los cedía por  lo menos le abriría al enano la intriga de saber qué son esos dichosos monolitos y cómo un enano podría derribarlo o desactivarlo. 

Sí, creo que esa será la baza ganadora...aunque la tenacidad de un enano es legendaria- pensó el joven dunadan.

Pero se mantuvo callado para saber la contestación de Ferri, y si veía que podía haber alguna posibilidad, tal vez interviniese. De alguna manera, Girion también estaba interesado en saber hasta dónde podía llegar la habilidad de un herrero enano.

Así que eso era. Otra vez aquel monolito. Después de la desagradable conversación con Norión, aquel joven insolente que se tenía por sabio, Ferrim había intentado olvidar el asunto del monolito. Tenía cosas más importantes por las que preocuparse. La forja, por supuesto. Equipar a los soldados para la defensa de Sil Auressë, construir el sistema de señales, pasearse por la fortaleza para revisar las defensas con su ojo de ingeniero enano... lncluso sin una guerra declarada, Ferrim siempre tenía mucho trabajo.

Ferrim pensó que el maleducado Norión no había tenido la decencia de acudir personalmente para disculparse. El orgullo de aquel humano era tal que había convencido al senescal a hacer algo que debería haber hecho él mismo. El ermitaño era un manipulador, pero a la hora de manipular a Ferrim se había topado con una roca de las Colinas de Hierro.

Sin embargo, Ferrim era un enano práctico y pragmático. Bien que Norión se había comportado con insolencia, pero eso, en principio, no significaba que no tuviera razón o verdad en sus temores. Así que, dejando de lado los problemas personales con el ermitaño, Ferrim estaba más que dispuesto a escuchar lo que esos humanos tenían que contarle sobre el monolito.

- Se habló de eso en el consejo, senescal, y confieso que no me quedó nada claro el asunto. Algunos parecen pensar que ese monolito tiene un poder maligno y que debe ser destruido. Puedo estar de acuerdo con eso. Pero planteo ¿hasta qué punto deben los khazad entretenerse en este asunto y dejar de lado la industria de la guerra? Exactamente ¿qué es lo que necesitáis que se haga y cómo?

El Senescal asintió ante las palabras de Ferrim, y se inclinó hacia delante en la silla. Sopesó sus palabras, pero no en exceso. Las palabras directas solían resonar mejor cuando se trataba de los naugrim. -El monolito es antiguo. Mucho más que los reinos dúnedain. Son obra de los primeros hombres que habitaron estas tierras. Desconocemos si en su origen se usaban para el bien o para el mal, pero albergan un gran poder y ese poder está siendo utilizado para artes oscuras que amenazan la supervivencia de todos nosotros.

Miró a Girion, sabiendo que algunas de las cosas que decía eran nuevas para él también. -Hemos ido atando cabos poco a poco, y aún nos falta mucha información. Pero el ataque del enemigo es inminente. El joven Girion estuvo en el grupo fue explorar aquel monolito, y de vuelta descubrió por accidente un plan del enemigo para raptar a una niña para que fuera sacrificada en algo relacionado con esa piedra. Además, capturó a un orco de la hueste que está de camino, y le estamos interrogando en estos momentos.

Bebió un largo sorbo de vino, reconociendo al instante su origen. Le alegraba saber que los enanos ya tenían su proveedor dentro de la aldea. -No soy un hombre de fe. Siempre me he considerado más bien práctico. Pero he visto cosas... Con la Dama Ayla, con los elfos. Incluso he visto brillar las runas enanas en un hacha de mithril. Sé que hay magia en el mundo, y que ese poder puede ser usado para el bien o para el mal. Contamos con hombres sabios y expertos en esos temas, como lo es Norión o la Dama Finduilas. E incluso para ellos, un gran velo esconde aún la verdad sobre el monolito. Tal vez otras fuerzas hayan modificado el propósito original de ese lugar. Por eso, un grupo irá allí de nuevo, guiado por la fe en que allí estará la respuesta. Tratará de evitar a la hueste orca que ahora se interpone entre el bosque y la aldea. No sabemos si los estamos enviando a una muerte segura. Al menos, queremos darles todo nuestro apoyo. Si encuentran una forma de alterar las runas encantadas que tiene aquella piedra, puede que necesiten herramientas específicas. Puede que sirvan, puede que no. Pero estoy seguro que las protegerán con su vida.

Por fin Ferrim sentía que tenía algo para manejar. Escuchó al senescal con atención y le llamó la atención cuando llegó a la parte del secuestro. ¡Aquella pobre niña de la que había oído hablar en el consejo! Sintió odio y rabia en su interior, y miró a Girion cuando este fue nombrado. Un joven valioso y valeroso, sin duda. Luego continuó escuchando.

Así que, en definitiva, parecía ser cierto. Había un monolito arcano, una piedra de poder oscuro. Y era necesario destruirlo o calmar el poder que había en su interior.

-Señor Girion, os agradezco personalmente, y en nombre de los naugrim de Sil Auressë, que salvarais a esa niña -dijo, levantando su copa y asintiendo-. Senescal, yo tampoco domino las artes mágicas pero, sin embargo, eso no me ciega. Sé que existen y en mi vida y mis viajes he visto mucho. No negaré el poder del monolito. Pero, incluso si no hubiera tal poder, hay algo importante a considerar aquí: el enemigo sí cree en la magia de esa piedra y parece empeñarse en controlarla. Por magia o por estrategia de guerra, ese lugar debe ser neutralizado. Si es por magia, la oscuridad tendrá menos poder. Si es por cuestión estratégica, será un golpe moral para el enemigo. Si es por ambas cosas, mejor.

Movió el vino en la copa, mirando el fondo sin mirar realmente nada. Recordando algo de un pasado remoto, quizá.

-Senescal, el enemigo peleará por ese lugar. Ahora comprendo la importancia de todo esto. Entiendo que tenemos una única carta por jugar y debe ser la más efectiva, dura y definitiva. Los sabios necesitarán el mejor acero enano para tallar esas runas. Podéis decirles esto: que Ferrim, hijo de Ferric, llevará personalmente hasta ese monolito a Hakk y Borún, su martillo y su cincel, legado de sus antepasados, para ser utilizados contra el monolito. Mucho han trabajado esas herramientas de los Bálamar y creedme si os digo que estarán orgullosas de que, quizá, este sea su gran último trabajo.

Hakk y Borún, el gran martillo de forja y el ornamentado cincel de Ferrim, eran quizá las herramientas más fuertes y poderosas de todo el amplio surtido del enano. Solo se usaban para forjar grandes piezas y solo con un buen motivo. Solo Hakkum, el martillo de su hermano Farrin, en las Colinas de Hierro, se podía comparar en honorabilidad a Hakk. Ambos martillos habían sido fabricados juntos hacía generaciones, y habían pasado de padres a hijos del clan herrero de los Bálamar.

Solo los enanos podían sentir ese respeto por unas simples herramientas. Porque un enano lo construye todo dando siempre lo mejor de sí mismo, y cada pieza es única. Ferrim pensó que, en cuanto se fueran esos humanos de la forja, forjaría en Hakk y Borún unas runas enanas. No estaba seguro de que no fueran las últimas runas que llevaran.

Girion hizo una reverencia con la cabeza ante la muestra de gratitud de Ferrim.

- Gracias Ferrim, hijo de Ferric. No puedo asegurarte que la destrucción del monolito sea una ayuda definitiva y que realmente sea algo bueno destruir esa reliquia del pasado. Pero si ese monolito es usado por los seguidores de la oscuridad tal vez su destrucción ayude a desequilibrar la balanza a nuestro favor- comentó Girion.

- Las guerras al final se deciden por un cúmulo de pequeñas batallas o acciones que hacen victorioso a un bando. Espero que este pequeño acto nos sea favorable.

- Aun así, no sé si por mi origen dunadan o por ser un amante de la historia, me da pena destruir ese legado sin haberlo estudiado con anterioridad. Pero no nos queda tiempo y nuestros enemigos cada vez son más numerosos y más poderosos. Tenemosque intervenir cuanto antes- sentenció el joven.

- Y para aportar mi granito de arena, iré con el grupo que acabará con el monolito, ofreciendo mi ayuda en todo momento- se ofreció Girion-. Cuenta con mi apoyo y ayuda Ferrim, hijo de Ferric en todo lo que necesites.

Y para sellar esto Girion adelantó su copa para brindar por este hecho. Pero entonces se dio cuenta de que la última palabra la tendría Curudae. quizás el senescal había pensado en que el joven ayudara en otros menesteres a Sil Auressë Así que rectificó.

- Bueno, si mi ayuda no es requerida en Sil Auressë, claro- se excusó mirando a Curudae para que éste le diera su beneplácito.

-No me compete a mí dirigir vuestros destinos, dijo Curudae y apuró la copa de vino. -El grupo del monolito lo dirigirá el montaraz Denelloth, y se dijo que irá un grupo de reducido de voluntarios. Cada uno tendrá que seguir lo que le dicta el corazón.

Sonrió brevemente. -Y el mío está algo más tranquilo si los dos váis hacia el monolito. No sé qué desenlace nos espera, pero haremos frente al Mal con todas nuestras armas.

Dando la reunión por terminada, el Senescal se levantó. -Acudid al castillo, y presentaros ante Denelloth y los demás. Por el camino, os encontraréis seguramente con el mediano Otho... También ha sido convocado para acompañar a la expedición, añadió algo preocupado por ese hecho. -Yo tengo que pasar ahora a terminar unos asuntos, pero nos veremos antes de vuestra partida.

entrada Milriel y Ragi de la escena 16.5.4 El Castillo

Algunos enanos echaron alguna mirada rápida en dirección a la puerta, pero aunque vieron que había alguien seguían con sus tareas sin prestarles la menor atención a los recién llegados. Finalmente, uno de ellos dejó las tenazas y refunfuñando se acercó a hablar.

-¡La forja está en marcha sin descanso!, gritó para que su voz se alzara por encima del ruido de la maquinaria. -¡Órdenes de Kuruthage! ¡No podemos parar! ¿Qué os trae aquí?

- Vamos de camino al castillo y, como nos quedaba de paso, decidimos ver como iba el artilugio para comunicarse a largas distancias. Si estuviera listo podríamos llevarlo ya. Si no, tenemos palomas que harán el trabajo mientras lo termináis. - dijo el joven Ragi mientras sentía el calor apabullante de la forja.