Partida Rol por web

La guerra te puede matar, pero vivir sin victorias, ni gloria, es morir todos los días.

Khôradur se encontraba junto a una mesa hexagonal donde había desplegado un gran mapa de Cardolan, así como otros mapas enrollados, y planos y pergaminos. Por fin ya tenía su espacio para organizar los asuntos militares. Aquí, en la misma Sala de la Asamblea del castillo en construcción, era donde se reuniría con sus hombres de confianza y con sus consejeros. El Othrind, el “Círculo de la Guerra”. Una tradición númenoreana que aún seguía vigente en Arthedain, donde el Príncipe Comandante se rodeaba de caballeros veteranos para decidir la mejor estrategia. 

Sil Auressë distaba mucho de ser un poderoso feudo dúnadan, pero los ideales de Númenor estaban presentes en la misma esencia de este lugar. En cada piedra, en cada viga, en cada uno de los corazones de los que aquí habitaban. Así que tenía sentido mantener una organización militar similar a los reinos dúnadan. Además muchos de los hombres tenían experiencia en las guerras del Norte, y conocían la estructura militar.

Observó el esquema básico.

En lo alto de la jerarquía estaba el “Hirgon” (Señor Capitán o Señor Comandante). Khôradur se había acostumbrado al título de Lugarteniente, pero aquél era un título para tiempos de paz. En el campo de batalla y ante sus tropas, él era el Hirgon. Bajo su mando directo tenía a los dirgonath o capitanes. En los tiempos de la grandeza, un dirgon mandaba sobre 144 hombres, pero ahora las unidades eran más pequeñas. De hecho, Khôradur sólo iba a tener a un Dirgon como su hombre de confianza, y quien le sustituiría al mando en caso de caída en batalla. Su mano derecha.

Un dirgon que sería elegido de entre los ohtari, o sargentos. El término ohtar venía de los escuderos de los caballeros dúnadan, pero se usaba ahora para referirse a los sargentos. Eran la columna vertebral de un ejército profesional. Hombres valientes e inteligentes al mando de la unidad básica del ejército: el “boronas”. Lo normal era tener boronas de 9 ó de 10 soldados contando al sargento que lideraba la unidad, o incluso de doce hombres. Pero en Sil Auressë la unidad básica era de 8 hombres…

Haz lo que puedas, con lo que tengas, en donde estés..., Khôradur recordaba de repente unas palabras pronunciadas por su primer capitán corsario.

Khôradur se quedó pensando en sus sargentos. Eliver, Halbered, Pinto, Gaerel, Faelimir , Leaniach, Agnor, Parthil y Ethlor. Hombres valientes y capaces. Confiaba en ellos. Sus nombres seguramente no serán recordados, pero los sargentos eran los que ganaban las batallas. Cada uno lideraba a siete hombres. Cada boronas era casi como una familia, donde cada miembro entrega su vida en manos de sus compañeros. Podrían ser entrenados para tareas específicas, según las características de sus líderes. Además, uno de esos hombres debía ser nombrado Dirgon.

El resto del ejército profesional lo formaban el Tirith o guardias, y los exploradores Glendir. El Jefe de Guardia Walec mandaba sobre el Tirith, y Denelloth sobre los exploradores o cazadores. Y ambos respondían directamente a Khôradur, aunque Walec tenía otras responsabilidades en tiempos de paz.

Un ejército profesional y bien equipado era la base de la defensa de Sil Auressë. Aún era muy reducido en número, pero en caso de necesidad se convocaba a la milicia o Diras. En teoría, cada boronas se hacía cargo de unos 20 milicianos, pero en la práctica no siempre era buena idea mezclar milicia con soldados profesionales.

Khôradur miraba los papeles. Había mucho por hacer…

Con la incorporación de los nuevos instructores de milicia, liderados por Domar, se podía liberar otro boronas. Había que rehacer la distribución de las funciones:

Con la progresiva incorporación de los nuevos efectivos, se podría completar una nueva distribución de funciones:

2 DE CERVETH 1644 TA

 -Milord, los cuatro sargentos que se encargarán de la línea defensiva exterior ya están trabajando en sus propuestas, dijo Gaerel. Algunos como Leaniach han partido ya a inspeccionar su zona. Tendremos más información en los próximos días.

-Pinto estará con Walec en la aldea y los alrededores. Es la segunda línea defensiva. Y la tercera… Es este castillo, añadió con una mueca que dejaba entrever la preocupación de todos los presentes. Si el enemigo llegara a romper las otras líneas, si llega hasta las puertas del castillo, Sil Auressë no estaba listo para aguantar un asedio. Aún no.

-La milicia ya ha comenzado a entrenar bajo las órdenes de Domar, intervino Parthil. –Pero sobre todo estamos preparando a los nuevos instructores de milicia. Soldados veteranos, algunos con lesiones. Pero con mucha experiencia en preparar a los jóvenes y a los no tan jóvenes. De momento vamos a preparar a los milicianos para defender en formación.  

Había muchos temas que tratar en poco tiempo. Las líneas maestras de una organización militar eficaz. Funciones de las unidades. El puesto de Dirgon, el segundo de mando...

Khôradur escuchaba con atención las explicaciones de sus sargentos, mientras un gran número de preocupaciones le volvían a venir a la cabeza. Había mucho que hacer y poco tiempo.

-Dados nuestros recursos y el poco tiempo del que disponemos tendremos que ir priorizando. No sabemos si seremos atacados ni cuando, aunque todo apunta a que sí será y hemos de temer que será pronto, tal vez en una semana, un mes, o, mañana....Nuestras defensas son débiles y nuestros hombres aún no están listos. Espero que lleguemos a algún tipo de acuerdo con Echomion porque su ayuda nos vendría muy bien, y si encima conseguimos que firme la paz con los clanes y que estos se involucren de alguna manera, tendríamos asegurada nuestra protección al menos hasta que estemos listos en lo más básico.

-También habrá que reorganizar nuestras fuerzas, dotándolas de una estructura más acorde con la ampliación que hemos llevado a cabo. Aún le estoy dando vueltas pero pronto os comunicaré mi decisión sobre la misma, y confío en que me deis vuestra sincera opinión. Será en la próxima reunión general, salvo que las circunstancias me obliguen a anunciarlo antes. También tenemos que redistribuir las fuerzas para diversas funciones, vigilancia, protección de las caravanas, etc. y estoy pensando en hablar con Curudae para ver que límite podríamos tener de hombres por si podemos dejar abierto el plazo para la admisión de nuevos reclutas.

-Una de las prioridades es que nuestros hombres estén listos cuanto antes, por lo que su entrenamiento será una de las cosas que hemos de atender. Ya lo comenté en su momento, pero dividir a los hombres en grupos, según su experiencia. Parthil, me dices que se está entrenando a los hombres con experiencia para que sirvan como instructores, seguir así. Igualmente si alguno de ellos, aunque tenga lesiones, puede servir de algún modo en el ejército, contar con él. Cuando tengamos organizadas las unidades, a los que hayan demostrado más experiencia y pericia les daremos el rango de cabos y os ayudarán con las unidades.

-Necesitamos diversos tipos de unidades, arqueros, caballería....así que organizarlos según su valía. Tener presente a aquellos que tengan montura, ya que la usarán para nuestro bien, eso sí con una compensación, y ni que decir que si la pierden les será restituida....aunque no sé cuando.

Khôradur pensaba rápido, había mucho por hacer e intentaba que nada se le pasase por alto.

-De acuerdo, señor. Los caballos de guerra escasean, comentó Gaerel, y añadió: -pero daremos prioridad a los que tengan su propia montura, y se les compensará en caso de pérdida. De momento han llegado muy pocos con caballos válidos, pero en los próximos días podemos esperar a alguno más de Metraith.

Callado contemplo unos segundos los pergaminos que hay sobre la mesa con toda la información que me han proporcionado mis sargentos sobre los efectivos disponibles.

-Habrá que reorganizar las fuerzas en base a la pericia de cada nuevo recluta. Las defensas del castillo no están completas y no soportaríamos un largo asedio, y no digamos ya las de la aldea. Me temo, que si nos atacan, lo hagan dividiendo sus fuerzas y atacando el castillo y la aldea a la vez, al menos así yo lo haría y si tienen un comandante con dos dedos de frente es lo que hará. Teniendo en cuenta que se tarda una hora aproximadamente de ir a un lugar a otro, podrían aislarnos e impedir, por un lado, que los habitantes de Sil Auressë se refugien en el castillo y por otro que podamos enviarles ayuda. Por eso es primordial detectar su llegada a tiempo para evacuar a la gente de la aldea lo antes posible hacia el castillo, o al menos estar lo suficientemente preparados para romper su posible asedio, aunque de momento, con las fuerzas disponibles, lo veo complicado. Supondría, muy posiblemente y a pesar de que tuviésemos éxito, una gran pérdida de efectivos, y....si deciden atacar una segunda vez, tal vez no podríamos salir victoriosos. -Miro el mapa de la zona y de nuevo a mis hombres- Necesitamos a Echorion y a sus fuerzas nos guste o no, pero hasta que no lleguemos a un acuerdo tenemos que intentar sobrevivir con lo que tenemos.

Vuelvo a mirar el mapa

-Tendremos que preparar planes de evacuación de Sil Auressë por si somos atacados para evitar lo que he dicho. Evaluar cuantos caballos y carretas dispone la población, porque tal vez las necesitaremos llegado el momento.

-Para prevenir un posible doble ataque creo que será necesario repartir los nuevos reclutas en partes iguales entre la aldea y el castillo, dejando un remanente para otros puestos. Aún no tengo muy claro como hacer el reparto pero espero tenerlo listo hoy mismo. -Miro a Parthir y a Gaerel- Vuelvo a deciros que cualquier sugerencia será bien recibida.

-Si me permite una opinión, Señor, comenzó Gaerel y garraspeó un poco. -Tanto la aldea como el castillo cuentan con guardias para las labores defensivas. También tendrán siempre a mano más milicianos entrenados ejerciendo otras tareas. Pero los soldados profesionales del ejército deberían ser desplegados en puntos estratégicos de esa defensa exterior. Si nos atacan, podremos ir desplegando hacia el castillo con ellos también, pero de entrada cuánto más abiertos mejor.

-Estoy de acuerdo. No deberíamos crear las defensas desde el castillo hacia fuera, porque así nos encontraremos el enemigo aquí demasiado pronto. Otro tema es si el enemigo sabe algo de nuestro castillo. Está en plena construcción y salvo que tenga espías buenos, puede que sea una sorpresa...

Parthil se puso de pie y dio unos pasos por la sala.

-Si lo que nos amenaza son restos de las tropas del Señor de la Guerra, serán orcos y demás escoria. He luchado contra orcos en muchas ocasiones. Suelen reunir una hueste lo más grande posible y buscar concentrar allí su poder destructivo, a veces flanqueado por unidades más rápidas. Pero confían en su superioridad numérica y en el miedo que generan. Si podemos averiguar por dónde vienen, igual podemos hacerles frente antes de que lleguen hasta aquí. El castillo lo usaría como último recurso, porque aunque nos proteja a todos, deja al descubierto todo aquello que tanto nos ha costado construir. La aldea, las granjas, los campos, las ovejas, los molinos...

Escucho con atención las palabras de Gaerel y Parthil. Coincido con ellos en parte, pero el gesto de mi rostro demuestra que aún así, sus palabras no me acaban de convencer del todo.

-Si dispusiesemos de más hombres coincidiría con vosotros, pero nuestro ejército no puede librar batallas más allá de Sil Auressë, y tal vez tengamos que contentarnos con detener la oleada en nuestros muros en cuanto lleguen.

Me callo unos segundos evaluando rápidamente la situación - a pesar de no tener hombres suficientes, tal vez se les podría atosigar retrasando su avance y facilitando la labor de evacuación de la aldea, mientras alguien parte en busca de ayuda, si para entonces tenemos aliados- pienso.

-Está bien, seguiré vuestro consejo, desplegaremos al ejército para, al menos, que pueda atosigar al enemigo, si es que llega a presentarse. Por desgracia no tenemos suficiente información todavía sobre sus fuerzas, pero por lo que hemos averiguado me inclino a pensar que al menos tienen a una mente maquiavélica detrás suya, y es posible que sea capaz de dirigirlos lo suficientemente bien como para convertir a esa escoria en una fuerza a tener en cuenta. Tampoco conocemos su número exacto, si tienen aliados... En las misivas nos mencionaban, así que muy posiblemente habrán enviado espías, y así que vamos a dar por hecho de que saben de que existe el castillo y de que tienen información suficiente sobre nosotros como para tener una evaluación aproximada sobre nuestras fuerzas, aunque con suerte no sabrán que hemos reclutado más hombres y de que nuestras fuerzas han crecido.

Miro el mapa de la zona

-¿Dónde creéis que deberíamos desplegar a los hombres?, podríamos aprovechar su despliegue para crear los puestos de señales que hemos comentado y así que nos avisen en cuanto viesen llegar al enemigo mientras ellos los frenan.

-Esperaremos a los sargentos que están explorando los alrededores, contestó Gaerel mientras se asomaba para ver el mapa. -Prepararemos ese sistema de señales, y haremos frente al enemigo en el lugar de nuestra elección.

La reunión de Othrind estaba llegando a su fin. Los sargentos tenían mucho que hacer aún ese día, igual que Khôradur. En los próximos días llegarán las nuevas de los sargentos, y después nuevos reclutas, ya definitivos, de Metraith.

-Así haremos, por el momento nada más, mantenerme informado de cualquier cosa. Me encargaré de inspeccionar los trabajos del castillo y todos los informes que me proporcionéis. De momento ya tenemos todos tareas asignadas, así que pongámonos manos a la obra -me levanto- Que los Valar nos guíen y protejan en esta hora tan oscura.

Veo a mis sargentos salir de la habitación mientras voy cavilando que hacer. De inmediato me dirijo a inspeccionar las obras del castillo y el resto del día me dedico a repasar mapas e informes, pensando en nuevas tácticas, reorganización de tropas y en posibles alianzas, intentando predecir cuando y por dónde golpeará el enemigo...

Khôradur escuchaba con atención el informe de Domar acerca del estado de las defensas. El mediano dúnadan era el Jefe de Obra de los arquitectos Carumirë y Ceirin, de gran renombre sin duda, pero con los que apenas había tenido trato el Lugarteniente. Eran artistas, visionarios, hombres que perseguían sueños idealizados para plasmarlos en piedra y madera. Soñadores al fin y al cabo. Sil Auressë había nacido de un sueño, pero estos días requerían centrarse en los hechos concretos, y en realidades palpables. Como el acero de la espada, y la piedra de las murallas.

Además de sus tareas con los arquitectos, estaba ahora coordinando y ayudando con el reclutamiento y adiestramiento de la milicia. Su pasado militar era evidente, y trataba al Lugarteniente Khôradur como su superior. Era consciente que esto podría generar algún conflicto con los arquitectos en un futuro, pero de momento se veía capaz de compaginar las dos facetas.

Le confirmó a Khôradur que además del puente de Carumirë, y la muralla del castillo, ya estaba terminado también el edificio de entrada, el punto quizá más vulnerable de cualquier castillo. Los dos caminaron juntos hasta la entrada principal. –Señor, estas dos torres cuadradas, una a cada lado, tienen una altura de 30 pies. Las piedras son de la cantera de aquí, de un grosor de un pie. El puente tiene un solo arco, y mide 10 pies de ancho, y veinte de largo. Por lo tanto se podrá defender con pocos hombres. La puerta reforzada no es la de Fornost, dijo dando golpes a la misma para reforzar sus palabras, -pero no es tarea fácil subir máquinas de asedio hasta aquí arriba, y el puente dificulta su colocación y uso. Aquí estamos fuertes, pero a la vez aislados…

A menudo los asedios terminaban en rendición por falta de comida y de agua. –Ahora estamos trabajando en las cuatro torres circulares del muro exterior. Las seis secciones están prácticamente terminadas, de 20 pies de altura. No es lo más vistoso, Señor. Apenas hemos avanzado con la torre de homenaje, las cuatro torres circulares que la soportarán. Pero las defensas exteriores del castillo están bastante bien para lo que se suele ver en estos tiempos. Además contamos con grandes defensas naturales aquí arriba.

A medida que Domar explicaba los trabajos realizados en el trabajo, Khoradûr contemplaba la obra con cara de agrado. Era un trabajo magnífico y resistente, digno de los dúnedain. Pero la duda ensombrecía su pensamiento, aún faltaba mucho por hacer, si eran atacados ahora ¿aguantarían?, ¿podrían resistir?.

-Es un gran trabajo Domar, no puedo por menos que felicitarte a tí y a tu gente, aunque no puedo evitar compartir contigo ciertas preocupaciones. Necesitamos que las obras acaben cuanto antes, ¿cuando crees que podrían estar listas con los hombres que tienes ahora a tu disposición?, ¿cuantos hombres necesitarías para finalizar el castillo cuanto antes?

Khoradûr pasa la mano por la fría y áspera piedra

-Dada tu experiencia militar, ¿cuanto tiempo crees que podríamos aguantar si ahora mismo sufriésemos un asedio?

Khoradûr sigue paseando esperando la respuesta de Domar mientras más preguntas le vienen a la cabeza

-Lo que planteas de un largo asedio y la carencia de víveres y agua es algo que también ha venido a mi mente. En ocasiones no basta con disponer de unos buenos almacenes rebosantes de suministros. Había pensado....¿sería posible construir una salida secreta para en caso de asedio enviar tropas para atacar o buscar víveres?
 

-Hemos hecho todo el esfuerzo posible para adelantar las defensas más cruciales del castillo, Señor. Lo hemos dado todo, afirmó con rotunidad Domar. -No es cuestión de asignar más hombres, ya que la propia ubicación del castillo que tanta ventaja defensiva nos confiere, a su vez limita el número máximo de trabajadores que puedan estar aquí al mismo tiempo. Y eso que los arquitectos Carumirë y Ceirin idearon nuevos sistemas de andamios, poleas y máquinas que nos han permitido avanzar más de lo previsto. Lo que ahora queda, antes de la finalización de la torre de homenaje central, son las torres de la muralla exterior. Quedan dos terceras partes de esa fase, no menos de cuatro meses me temo.

El veterano jefe de obra comprendía la carga que suponía liderar las defensas de toda una aldea. Y también sabía ejercer la presión necesaria sobre los obreros y los milicianos a su cargo, y sobre todo aguantar incluso la mirada del imponente Lugarteniente umbariano. Consciente de que las noticias no eran buenas, Domar carraspeó antes de seguir. –Entiendo que el tiempo apremia. Pero construir un castillo lleva tiempo. Contamos con los mejores arquitectos, de eso no hay duda. Y estamos adelantando los plazos mes a mes. Hay quien cree que los dioses han bendecido estas obras. Primero hallamos una buena cantera a los pies de la colina, luego varias fuentes de agua natural… También la propia estructura en ruinas del edificio principal del castillo nos servirá para construir sobre ella la nueva. Y hay algo más…

Mientras hablaba, Domar enseñaba las complejas estructuras que ahora soportaban cada una de las cuatro torres, y donde trabajaban sin descanso los obreros. En total Sil Auressë empleaba a 480 trabajadores de piedra, ladrillo y madera, así como a 170 obreros profesionales. Y esa cifra aumentaría aún más cuando comenzasen las nuevas obras de Palomirë y Gildûr.

Al hablar del asedio, la expresión de Domar se volvió más seria. Se rascaba un poco la cabeza mientras pensaba. –Es difícil saber lo aguantaríamos, Señor. Tenemos agua, víveres… Depende de lo que nos pueda echar encima el enemigo. Si cuentan con máquinas e ingenieros de asedio, la cosa se puede complicar. Pero tendrían que subir las máquinas hasta aquí arriba. A medida que vamos terminando el castillo, podemos completar las defensas con distintos mecanismos defensivos. Pero para eso queda mucho.

Al ser preguntado por la posibilidad de una salida, le dijo: -Señor, hay algo que debe tratar con Carumirë cuando tenga la ocasión.

Sin dar más pistas, Domar continuó explicando las defensas. Estos días se terminaría el mecanismo del doble portón que ahora se abría y se cerraba manualmente, y luego se usaba una viga para bloquearla desde dentro. Con el tiempo, se completarían cosas como las cerraduras e incluso trampas.