Partida Rol por web

Gaerel alcanzó a los dos en el patio de armas. –Señor, han llegado los primeros sargentos que salieron a explorar. Nos esperan junto a la Sala de Orthrind.

Escucho atentamente las explicaciones de Domar, mientras asiento con la cabeza. No me queda más remedio que aceptar la realidad, Domar y su gente no pueden hacer más.

-Entendido, habéis hecho un gran trabajo y estoy seguro que lo seguiréis haciendo. Confiemos en que el castillo esté acabado, así como el resto de defensas, el día en que surjan complicaciones. -Le doy una palmada en el hombro- Seguir así, y ante cualquier duda o contratiempo no dudéis en decírmelo.

La evasiva de Domar ante la posibilidad de construir una vía de salida, me deja sorprendido ¿tal vez han encontrado algo durante las obras del castillo?, me pregunto.

-Sea así, hablaré con Carumirë sobre lo del túnel -Voy a preguntarle mis dudas cuando aparece Gaerel, por fin han vuelto algunos sargentos con algo de información.

-Continuaremos esta charla más adelante Domar, seguir con vuestra labor. Gaerel, vamos, avisar al resto de sargentos que estén en el castillo, me vendrá bien tener otros puntos de vista ante lo que nos tengan que contar.

Gaerel reunió a los demás sargentos presentes, y a Walec que había subido también al castillo. Además de Pinto y Walec, estaban Halbered que había ido al sur, y Faelimir que había ido al este. Aún no habían regresado Leaniach del oeste, ni Ethlor del norte con los cazadores. Ni tampoco Denelloth y Eliver de su misión de explorar el bosque en el oeste.

También faltaba Parthil que había estado organizando a los últimos reclutas que habían acudido desde Metraith con la caravana, y según comentó Walec, estaba atendiendo un tema en la Academia pero que se incorporaría en breve.

Entraron detrás de Khôradur en la sala de Orthrind, y de pie formaron un semicírculo abierto con el centro imaginario en la mesa donde descansaban distintos planos y esperaron a que Khôradur comenzara la reunión.

Al entrar saludo a mis hhombreinclinando la cabeza.

-Buenos días caballeros, por favor sientense y ponganme al corriente de sus descubrimientos, hay mucho por hacer y el tiempo apremia.

Los demás se sentaron, excepto Gaerel quien se quedó de pie junto al plano de la zona. A medida que iban contando lo que habían encontrado, el veterano sargento colocaba marcadores encima del mapa.

El primero en hablar fue Halbered. El soldado arthedaini había ido al sur con una patrulla de seis. –Todo estaba tranquilo hasta el paso de la Loma, y más allá, dijo haciendo referencia al estrecho paso entre dos quebradas que lugareños  habían denominado como la Loma. Sil Auressë se hallaba en hondo entre la colina donde estaba el castillo, y las lomas de la meseta.

El sargento se había puesto en pie, y mostraba el lugar en el mapa.

-Había granjas en ruinas a lo lejos. Ni un alma. Es un lugar defensivo importante, así que dejé tres hombres en la colina, junto a las ruinas de un muro. Recogerán algo de leña. Entre ese punto y la aldea, en el cruce de caminos, dejé a otros dos hombres, y regresé con uno solo.

El sobrino de Parthil fue el siguiente en informar una vez sentado Halbered. –En el este fui con dos hombres más allá del camino de Metraith. Encontramos huellas de una manada de lobos grandes que parecían recientes, y algo más. Un grupo de cinco hombres que acechaban cerca del camino. Estaban acampados pero sin hoguera, y cuando nos vieron acercarse, huyeron en dirección noreste. De mediana altura, con capas. No muy bien equipados, pero iban armados, y nos superaban en número, pero optaron por alejarse. Quise perseguirlos, pero consideré más prudente detenerme. En su campamento hallé víveres, llevaban unos días usándolo como base. Y esto…

El joven sargento colocó encima de la mesa una hoja de pergamino. Al abrirlo, se ve un mapa rudimentario de la aldea de Sil Auressë, así como la ubicación del castillo. En los bordes hay escrito anotaciones como el tamaño de las patrullas, pero la información no es muy exacta.

-¡Espías!, espetó el sargento dunlendino.

Escucho atentamente las explicaciones de mis hombres, mientras mi rostro reflejaba preocupación. Algunas de las noticias son preocupantes.

Tras la intervención de Halbered procedo a realizar algunas preguntas.

-Esas ruinas a las que te refieres, ¿son recientes?. Dada su posición estratégica estoy pensando en enviar más hombres, al menos para tener la oportunidad de poder retirarse en condiciones sin son atacados. Una fuerza mínimamente grande podría superarlos sin problemas.... -No me gustaba la idea de dejar a cinco hombres solos allí, tenía la sensación de dejarlos a su suerte.

Al escuchar las palabras de Faelimir, mi rostro se ensombrece aún más

-Lo que me temía, espías, y por lo que veo -observo el mapa- han estado muy cerca de Sil Auressë, no lo suficiente para tener información fidedigna, pero sí como para tener una idea de sus defensas y efectivos. Esperaba algo así -me quedo pensativo unos segundos- Reforzar la vigilancia y las patrullas alrededor de la aldea y del castillo. Walec, incrementa la vigilancia en la aldea y si es necesario que se interrogue a todo aquel que pueda parecer sospechoso. Me temo que tendremos que tomar estas medidas para prevenir que nos espíen. Caballeros, ¿alguna cosa más que informar?, ¿sugerencias, opiniones?...

Los sargentos se reunieron junto a la mesa hexagonal y observaron el mapa, mientras Gaerel colocaba marcadores para los sitios…

Al ser preguntado por las ruinas, Halbered contestó: –Si os referís a las que vi a lo lejos más allá del paso, no han estado ocupadas desde la campaña de los Señores Aliados.

Todos pensaron entonces en la granja quemada recientemente, y la importancia de ese hecho para mover libremente tropas por aquella región.

-Desde lo alto de la Loma se puede controla casi diez millas de la meseta. Lo que queda de las granjas están a menos altura. La otra opción es avanzar unas veinte o treinta millas y tener otro punto elevado más al sur. Pero nos alejaríamos mucho de nuestro territorio.

–No tenemos autoridad para fortificar allí, comentó Gaerel mirando el Paso en el mapa. –Pero podemos aprovechar el estrecho corredor que hay. Un pequeño contingente podría defenderse contra una gran huesta allí. Durante un tiempo.

Walec asiente ante las órdenes de incrementar la vigilancia. –Me encargaré personalmente, señor. Ya se ha aumentado el número de guardias, y lo que sucede intramuros podemos informaros mejor a partir de ahora. He subido para atender también un asunto de la Academia, os informaré mejor cuando sepa más.

Entonces entró un soldado para avisar que estaba llegando el sargento Ethlor del norte...

Miro con detenimiento el mapa con los marcadores

-Mantener la posición Halbered, no quiero que tampoco os alejéis mucho. Gaerel, coincido con vos, un pequeño grupo podría mantener la posición durante un tiempo, tal vez el suficiente para pedir ayuda y que se la podamos enviar.

La sensación de que estaba enviando a sus hombres a un destino incierto, tal vez hacia una futura muerte, regresó al corsario. No era la primera vez que la tenía, en el pasado ya la tuvo, algo normal en un capitán que se preocupa por sus hombres y que tiene la responsabilidad de sus vidas en sus manos.

-Está bien Walec, me complace en oír eso, es una buena noticia. -Al mencionar la Academia le interrogo con la mirada, pero confío en su criterio y no le pregunto más, esperando a que me facilite más información más adelante.

En cuanto entra el soldado y le da la noticia con la llegada de Ethor me pongo de pie de inmediato

-¡Que se presente de inmediato!

Ethlor entró en la sala de Othrind con paso firme, y con el impetu y la seguridad propios de la juventud. -No hemos visto a nadie en el norte, tan sólo algunas huellas en las rocas que llamaron la atención de los cazadores. He mandado a dos de los veteranos a investigar más al noreste, hacia ese bosque grande, comentó mientras se servía una copa de agua y se la bebió de un trago. Estaba sudado y cansado de correr con su armadura detrás de los cazadores, más habituados al terreno abierto.

Entonces miró a su alrededor. -¿Y mi primo? ¿Dónde está Eliver?

-Eliver partió junto a Denelloth y algunos hombres más y todavía no han regresado. Confío en que no tarden mucho. En cuanto los cazadores regresen, informarme de sus hallazgos. ¿Qué tipos de huellas eran?

El sargento apuró la segunda copa de agua, y respiró hondo. Ya más tranquilo, contestó: -Los cazadores no estaban seguros de las huellas, el terreno está muy duro en aquella parte. Pero me decían que podrían ser de un lobo de gran tamaño, aunque en esa parte sería extraño. No son tierras de lobos.

Después de un rato añadió. -Es como si los animales hubieran querido evitar las zonas abiertas, y hubieran escogido por seguir un sendero hasta las tierras más altas de las quebradas. Sé que suena raro, pero opté por enviar a dos a investigarlo.