Partida Rol por web

Taller de relatos cortos

Desafíos de escritura

Cargando editor
17/10/2013, 17:48
Cansinos
Sólo para el director

En la oscuridad

Se fue la luz. Me quedé en completa oscuridad y silencio. Solo. Respiré hondo, podía salir de aquellos túneles, sólo tenía que mantener el contacto con la pared y no malgastar el gas del mechero.

Los muros de ladrillo estaban húmedos y desgastados. Mantenía el contacto con la mano derecha mientras andaba despacio, procurando no tropezar en el suelo irregular del túnel. Una ligera corriente de aire frío hacía que temblase ligeramente, pero me animaba a seguir hacia delante.

No sé cuánto llevaba caminando cuando noté un desagradable olor dulzón, podrido. Seguí tanteando el camino hasta que mis pies tomaron con un bulto grande y blando, la fuente del olor.

Me detuve dudando si usar el mechero o continuar andando sin separarme de la pared. Finalmente, saqué el mechero del bolsillo de mi cazadora y lo encendí con la izquierda.

La frágil luz del mechero iluminó un cadáver de un niño, medio podrido y con ratas mordisqueándolo. Su pantalón tenía la pernera izquierda desgarrada y rota, incluso me pareció ver un trozo de hueso. Contuve una nausea y dejé que el mechero se apagase.

Con el mechero aún en la mano, me pregunté si debería revisar el cuerpo. Podría tener algo útil, tal vez incluso una linterna. Pero la verdad era que no tenía estómago para rebuscar las ropas de aquel cadáver en descomposición.

Volví a guardarme el mechero en el bolsillo, asegurándome de cerrar la cremallera. Después, con cuidado de no perder el contacto con la pared ni tropezar, pasé por encima.

Seguí andando, algo más rápido. Quería dejar atrás el cadáver, sobretodo su olor. Me dije que, si tenía una linterna, seguro que hacía tiempo que las pilas se habían consumido.

Pero aquel olor a putrefacción seguía invadiéndolo todo. La tenue corriente de aire frío no conseguía eliminar el olor, incluso parecía más intenso.

Llegué hasta el extremo de la pared, el olor allí era insoportable. Podía escuchar el sonido de una corriente de agua cerca, un poco más adelante. La corriente de aire era algo más fuerte y el suelo bajo mis pies se había vuelto algo resbaladizo.

Me detuve. A tientas, abrí la cremallera de la chaqueta y saqué el mechero. La frágil luz de la llama, puesta al mínimo para ahorrar gas, me permitió intuir un cruce de túneles no demasiado grande, con un sumidero en el centro. Justo arriba, fuera de mi alcance, había una rejilla de ventilación.

Pero lo que captó mi atención fue el cadáver, cubierto de ratas grandes como gatos. Verlo me impresionó tanto que estuve a punto de dejar caer el mechero. Este cadáver era más grande, un adulto, y pese a las ratas pude distinguir el brillo metálico de un cepo. ¡Un cepo! ¿Quién ponía cepos en los túneles?

Tenía que salir de allí. Así que cogí el primer túnel a mi derecha, siempre con mi mano en contacto con la pared, intentando no pensar en lo que podía tocar o lo que podía haber en la oscuridad.

Resbalé. Recuperé el equilibrio en el último segundo agarrándome a la pared. Maldije el momento en que había bajado, todo por demostrar que no tenía miedo. Pero eso era antes de que cerrasen la puerta, antes de que se fuese la luz de la linterna y, desde luego, mucho antes de que viese los cadáveres.

Me apoyé en la pared y paré a descansar. Todas esas historias de fantasmas y de gente que desaparecía en los túneles, ahora sabía el motivo. Respiré hondo. No podía seguir dando vueltas a ciegas, tenía suerte de no haber resbalado más veces o pisado un cepo.

Apoyé la espalda y la cabeza contra el muro, con los ojos cerrados. Aún podía escuchar el agua que caía por el sumidero. Si quería salir de ahí, necesitaba algo con lo que tantear el terreno, lo que fuera.

Entonces lo vi, una luz oscilante, como la de una linterna. Habría querido levantarme e ir hacia ella, pero alguien había cerrado la puerta y alguien había puesto un cepo. Me quedé en silencio, conteniendo la respiración.

La luz de la linterna iluminó el cadáver del cruce. La silueta de un hombre se agachó para soltar el cepo, nada de fantasmas, sólo un hombre. De no haber estado encerrado en aquellos túneles llenos de trampas me habría reído.

Durante un buen rato vigilé cómo colocaba otra vez el cepo. Después recogió su linterna y empezó a caminar hacia mí. Tragué saliva intentando reunir el valor y la energía para atacarle.

Me levanté pegándome a la pared, sólo tendría una oportunidad y aquel hombre no solo era mucho más grande que yo, además tenía un hacha.

Justo cuando la luz de la linterna estaba a punto de descubrirme, sentí que alguien cogía mi mano derecha y tiraba de ella. Era una mano pequeña, suave y fría, tirando insistentemente para separarme de la pared.

No sé por qué motivo dejé que me arrastrase por el túnel, corriendo a ciegas y sin saber dónde pisaba. El hombre de la linterna nos seguía, también corriendo por los túneles. Entonces escuché el chasquido metálico del cepo y un grito.

La mano que me había guiando se soltó. Me quedé inmóvil frente al foco de la linterna. Pude ver su miedo justo antes de que la dejase caer y se rompiese. Aún escucho sus gritos cuando me quedo a oscuras. 

Notas de juego

No me termina de convencer, pero dado que se me acaba el tiempo, mejor esto que nada. La verdad es que había empezado a escribir otro relato (que no he terminado). Pero el otro relato no habría funcionado con una extensión de 900 palabras porque necesitaba de tiempo para ir construyendo el ambiente, así que supongo que este tendrá que valer. Espero que no se me cuelen muchos gazapos por subirlo sin revisar hahaha

Cargando editor
18/10/2013, 16:09
Sólo para el director

Se fue la luz... la oscuridad se extiende hasta el último rincón de la casa... y, como cada vez desde hace tres años, mi mente no puede evitar rememorar aquel apagón...

Era una noche de otoño muy parecida a la de hoy, con el cielo totalmente cubierto por las nubes que apenas nos habían permitido ver el sol durante todo el día y la temperatura había descendido lo suficiente como para que los rastros de la helada fuesen visibles.

Yo me encontraba tumbado en el sofá, luchando como cada día contra el insomnio que me acompañaba en los últimos meses. Y en ese momento, con un chasquido, la instalación eléctrica de la casa falló dejándome completamente a oscuras.

Una vez superado el sobresalto inicial, me dispuse a esperar tranquilamente que la luz volviese pero, tras unos minutos empecé a preocuparme. El hecho de encontrarme privado de la vista, pareció agudizar el resto de mis sentidos, especialmente el oído que comenzó a captar una multitud de ruidos que parecían nacer de todos los extremos de la casa simultáneamente.

Con los nervios a flor de piel, me levanté del sofá y me dirigí hacia el aparador con los brazos extendidos delante de mí en busca de una linterna o alguna otra cosa que me sirviese para iluminar la habitación. En uno de los cajones pude encontrar la linterna que mi hermana solía llevar con ella en sus acampadas y el rayo de luz que emitió al encenderse, calmó algo mi agitación y tras unos instantes, decidí bajar al sótano a revisar el cuadro eléctrico de la casa.

Salí del salón dirección a la cocina caminando lentamente ya que, tras el primer paso, el chirrido de la tarima del suelo me sobresaltó hasta hacerme prácticamente saltar, y  por fin llegué a la puerta de acceso al sótano. Aún hoy no soy capaz de pasar frente a la puerta sin sentir los escalofríos que me estremecen desde entonces. La puerta del sótano se abrió sin ninguna dificultad ni sonido, ya que las bisagras se encontraban perfectamente engrasadas y la escalera de descenso se hallaba ante mí. Desde la cocina, el haz de la linterna, que comenzaba a parpadear como si le fallasen las pilas,  alcanzaba a duras penas a iluminar parte del suelo del sótano, pero nada parecía estar diferente a la última vez que había bajado allí.

Decidido a terminar cuanto antes la inspección de los fusibles, descendí por la escalera hasta llegar al sótano. Unos instantes de indecisión antes de recordar que el cuadro se encontraba al final de la pared izquierda del sótano y dirigirme hacia allí. Alumbraba hacia el suelo con la linterna por miedo a tropezar con alguna de las múltiples cajas llenas de trastos que acumulábamos allí. Podía notar algún ruido cercano a las paredes, que supuse que sería alguna rata.

Al lado de alguna de las cajas, podía ver restos de tierra húmeda y según avanzaba hacia el fondo del sótano, el olor a humedad también llegaba a mi nariz. Recuerdo que pensé que debería avisar a mi padre al día siguiente por si fuese capaz de renovar la capa aislante del sótano para evitar filtraciones. Ya estaba a punto de llegar al cuadro eléctrico cuando encontré un montículo de tierra mayor que los anteriores. El olor también era mucho más intenso, incluso nauseabundo, llegando al punto de notarme mareado.

A mi espalda puede notar el sonido de un golpe seco... fuese lo que fuese, eso no era una rata... sin embargo, cuando me di la vuelta, la linterna no mostró más que cajas y viejas estanterías. La luz de la linterna se apagó dejándome nuevamente sumido en la oscuridad, aunque tras un par de golpes, la luz volvió. En los segundos que estuve a oscuras, me pareció oír nuevamente el golpe a mi espalda y me giré rápidamente...

El ímpetu de mi giro hizo que me empezase a notar mareado... con la cabeza pesada,  notando como si todo el sótano diese vueltas a mi alrededor... la vista se me volvía borrosa, con una neblina que caía ante mis ojos como si de una cortina se tratase... y en ese momento, me pareció ver...

Ahora la luz ha vuelto... me encuentro en mi habitación, tumbado en mi cama mirando la luz tranquilizadora de la lámpara, alejando de mí los recuerdos de aquella noche. La casa permanece en silencio y una lluvia fina comienza a caer en el exterior. Como cada noche, enciendo una pequeña lámpara en mi mesilla de noche antes de apagar la gran lámpara del techo. Desde aquel día no he vuelto a poder conciliar el sueño si no hay una luz encendida en la habitación. Y de todas formas, la pequeña lámpara no me protege cuando cierro los ojos y me entrego al sueño.

En la oscuridad de mis sueños puedo ver, tan nítidamente como aquella noche, aquella áspera mano surgiendo de la oscuridad hasta cerrarse en torno a mi cuello...

Notas de juego

Siento ser el último...

Un saludo

Atentamente, Algeron

Cargando editor
25/12/2013, 09:09
lobosol

DESAFÍO Nº 11: "Animal"

Plazo de escritura: del 26/12/2013 al 10/01/2014

Plazo de comentarios: del 13/01/2014 al 26/01/2014

DESAFÍO:

Este desafío consiste en que el protagonista ha de ser un animal. Puede ser en primera persona, o bien desde el punto de vista humano. Puede ser una mascota, un animal salvaje... El que se atreva también puede escribir una fábula. Hay muchas posibilidades y si el protagonista es un animal, todas son válidas. 

EXTENSIÓN:

El relato puede tener un máximo de 900 palabras (aproximadamente dos folios de Word). Os aconsejo plantearlo como si fueran unas 800, pues siempre tendemos a pasarnos de largo. Así, si nos pasamos un poco no tendremos que renunciar a esas partes del relato que tanto nos gustan.

Cargando editor
28/12/2013, 18:36
EbaN
Sólo para el director

Al Amanecer

La oscuridad reinaba a sus anchas, gobernando en silencio aunque el sonido de una cercana cascada de agua de río llegaba de forma nítida, cuando a lo lejos un pequeño haz de luz se dibujo en el horizonte. Primero tímidamente y luego con fuerza, pero la batalla estaba ya ganada, solo era cuestión de tiempo que la luz se impusiera.
En ese momento, cuando los primeros rayos de luz cambiaron el color del firmamento de un tono oscuro a una tonalidad más azul, fue cuando un pequeño pájaro tan común y vulgar como cualquier otro pájaro de la zona descendió volando desde la parte superior de la torre de piedra hasta las cuadras donde estaban durmiendo tranquilamente el resto de animales. Una vez allí, en lugar de moverse revoloteando, misteriosamente el pequeño pájaro avanzo a saltitos en dirección hacía el gallinero donde un perezoso gallo aún no se había percatado del inicio del nuevo día.
Si alguien hubiese observado atentamente al pajarillo se habría percatado de que en su rostro se dibujaba una sonrisa.

El poderoso y fuerte gallo abrió los ojos cuando percibió la presencia del intruso, que como todos los días se presentaba antes de que se despertara, y eso lo ponía de muy mal humor. El gallo intento picar a su adversario pero este estaba demasiado lejos como para poderlo tocar así que se erguió en el tejadillo del gallinero. Se afianzo fuertemente con sus patas cerradas sobre un palo que le permitía elevarse un poco más, y antes de despertar a todo el mundo se giró hacía el pajarillo que le dio su permiso con una suave inclinación de cabeza.

Poco después los seres humanos respondieron al grito del gallo lanzando las sucias aguas de sus orinales por la ventana. Pronto la plaza central estaría llena de personas, unos saldrían a practicar sus ejercicios marciales, otros a ofrecer sus productos, el anciano enseñaría el arte de las palabras a los más jóvenes, y arriba en la torre los magos permanecerían un rato más aún en la cálida cama antes de volver a encerrarse en sus laboratorios sin dejar pasar a nadie. La rutina de todos los días.

El pájaro fue volando hacía la ventana de las cocinas donde el calor del fuego ya calentaba la estancia. La vieja cocinera sonrío al verlo y le ofreció un solitario grano de maíz antes de volver a revisar los fogones y seguir amasando el pan. Las jóvenes muchachas dentro de poco acudirían en su ayuda para preparar el sustento de los hombres mientras el resto de criados prepararían el servicio para el resto de habitantes de esta alianza de humanos. El animal cogió el grano de maíz y se lo comió mientras agitaba sus alas en señal de agradecimiento.

No muy lejos de allí estaban los barracones donde dormitaban aún los soldados. Desde la estrecha ventana se podían ver como los más holgazanes aún permanecían en la cama cubiertos con mantas mientras los más trabajadores se colocaban su gastada armadura de cuero y las botas de piel. Pronto empezarían los ejercicios de esgrima pero los más madrugadores podrían desayunar obteniendo las mejores piezas de la cocina.

La siguiente parada de nuestro animal fue en la herrería. Allí un hombre mayor se esforzaba en encender el fuego mientras su joven hijo, a la vez que su ayudante, se tapaba las orejas con las manos para no escuchar la voz de su padre.

La puerta de la estancia estaba abierta así que esta vez el animalito cruzo la puerta de la herrería caminando nuevamente a saltitos en dirección al interior de la torre de piedra. Pero una vez en el pasillo revoloteo sus alas para coger altura antes de que acudiera un viejo gato en su búsqueda. El antiguo cazador tenía una cicatriz en la cara y le faltaba un ojo, aunque siempre que veía al pequeño pájaro se lanzaba a por él pero era un gato anciano y ya torpe. Antes de que pudiera darse la vuelta el pájaro había desaparecido del pasillo.

La siguiente parada de nuestro espíritu protector fue en la biblioteca. Un lugar frío y oscuro donde solo había una vela encendida, y a su luz un hombre leía en silencio. Por su aspecto y el tamaño de la vela era más que evidente que no había dormido aún. Pronto acudirían más personas a este lugar, en una esquina había varios libros que estaban siendo copiados lentamente desde hace semanas.

La última parada del animal fue en la planta superior de la torre. Había varias puertas pero se dirigió directamente a una de ellas revoloteando sus alas. Una puerta se abrió lentamente y de ella salió un joven vestido con ropas sencillas y cara de recién despertado pero sonrío al ver al pajarillo y le saludo deseándole buenos días.
Entonces el pajarillo se hizo una bola y a continuación la bola creció de tamaño hasta convertirse en un hombre adulto, completamente desnudo, que sonriendo le devolvió el saludo a su vecino.

La vida de los magos Bjornaer es diferente a la del resto de magos de la Orden de Hermes pues están más cercanos a su forma animal. Para él pasear como un pequeño pájaro por la alianza todas las mañanas era la forma de comprobar que todo estaba aún en su sitio, al menos un día más.

 

Cargando editor
04/01/2014, 10:45
Cansinos
Sólo para el director

Vida de perro

Buen chico, ahora busca.

Ojalá pudieras contarme lo que sabes, lo que has visto.

Te encontraron junto al cadáver de tu dueño. Un chucho callejero, mezcla de labrador. ¿Cómo te hiciste esas cicatrices? ¿Fue en las calles o fue después? Aullabas lastimeramente y no querías separarte del cuerpo, a pesar de que había empezado a cubrirse de escarcha. Nadie habría mirado dos veces su cadáver con aspecto de mendigo de no ser por ti, muchacho.

Bien, lo has encontrado. Toma una galleta, te la has ganado.

Este ya es el tercer paquete. Dos kilos de heroína pura, entre la basura y envueltos en plástico.

Así fué como nos conocimos. ¿Lo recuerdas? Los de la perrera avisaron del cadáver y tú encontraste el paquete entre los cartones, cerca de dónde murió tu dueño. ¿Eras un perro policía? Descubrimos que tu amo había sido un detective privado, pero no había nada sobre tí.

Tuviste suerte. Cuando saltaste sobre mi compañero Víctor como si te hubieras vuelto loco se habló de sacrificarte. Los de la perrera tuvieron que sedarte para que le soltases. Le dejaste una buena cicatriz en el brazo, aunque ibas a por el cuello ¿no es cierto?

Pero yo sabía que ese cabrón escondía algo, por eso te adopté.

Aunque no puedo decir que no me lo pensase mejor cuando los vecinos se quejaron porque habían visto un perro negro hurgando en sus basuras. Recuerdo que me pregunté qué buscabas. Te daba bien de comer, así que no podía ser comida.

Me alegro de no haberte devuelto a la perrera, porque entonces encontraste el segundo paquete. Estaba en otra basura, no muy lejos de dónde os encontramos a tu dueño y a ti, junto a una casa abandonada. En su interior encontramos mantas viejas, una lente rota y envoltorios de comida.

Por la forma en la que te acomodaste entre las mantas era evidente que conocías el lugar. ¿Era aquí donde vivía tu dueño? ¿O sólo desde donde vigilaba?

Sit, quieto ahí. Déjame que eche un vistazo.

Tres paquetes de heroína son suficiente para mantener la investigación abierta, pero no para acusar a nadie y no quieres que se escape ¿verdad?

Claro que no. Cada vez que le ves te pones a ladrar como un loco. ¿Qué tenemos aquí? Una cámara rota. Le falta una de las lentes y le han quitado la memoria. ¿Crees que habrá huellas? ¿No? Yo tampoco. Pero es un avance, no estamos acercando…

¿Qué pasa? ¿Has oído algo? Tranquilo chico, cálmate. ¿Dónde vas? ¡Ven! ¡Aquí! ¡Aquí!

Maldito perro ¿Dónde te has metido? Espero que no estés persiguiendo ningún gato. ¿Has encontrado otro paquete? ¿Es eso? Vuelve aquí, maldita sea. ¿Eso ha sido un disparo? Ya voy, aguanta.

¿Pero qué…? ¡No! ¡Sueltale! ¡Sueltale! ¡Ya no se mueve! ¡Suéltale maldita sea!

Eres un cabrón testarudo. Joder, incluso con una herida de bala ha costado que soltases la presa. Esta vez le has pillado bien, en el cuello. Más vale que los de la ambulancia lleguen a tiempo o nos vas a meter a los dos en un buen lío.

Maldito chucho, a tí eso no te importa. ¿No es cierto?  Sólo quieres vengar a tu amo. Pero me van a quitar la placa y a ti te van a sacrificar.

¿Qué crees que hacía Victor aquí? No me dijo que venía ¿Crees que vino a recoger el paquete? ¿O tal vez quería eliminar pruebas?

No lo sabes ¿Cómo vas a saberlo? Víctor ha perdido mucha sangre. Y tú tan tranquilo. ¿Qué haces ahora?

¿Qué? ¿Qué es lo que hay en el coche? Aparta, dejame que mire. Dos paquetes más. Buen chico, puede que por esta vez nos libremos.

Platz. Ahora quieto. La ambulancia y la policía no tardarán mucho.

Notas de juego

Master: En esta escena, cielo ^^ ¡Gracias por participar!

Cargando editor
10/01/2014, 23:15
lobosol
Sólo para el director

El gato

La casa estaba fría. El minino se coló por su puertecilla habitual, completamente ajeno a las cintas amarillas y negras de no pasar. Había más polvo del habitual. Y además faltaban la mayoría de los muebles, pero siguió adelante hasta llegar al salón.

Se colaba un poco de luz por los agujeros de las persianas bajadas, y el sonido de los tractores aquí parecía más distante. Olfateó el aire y miró en dirección al rincón. Allí antes había una mecedora, la mecedora de la abuela. Esa mujer, cuya piel era un poco seca y áspera y su cuerpo no tan cálido como la mayoría de los humanos. Pero era con diferencia, era la más cariñosa de toda la familia. Sobre sus rodillas se podía dormir con total confianza durante horas. Pero en aquel rincón ahora no había nadie.

El gato siguió avanzando y llegó a la cocina. Ahora triste y apagada. Apenas olía ya a ninguno de los manjares que había conseguido degustar. Recordó a la dueña de la casa delante del fregadero, salpicando un poco de agua y mojando sus bigotes. Solía mirarla con cara de súplica, a veces se compadecía y le echada un poco de jamón. Otras veces lo agarraba y le daba un desagradable baño con aquella espuma blanca, pero a parte de eso, siempre lo trató bien. Pero aquella mujer tampoco estaba.

Afuera el sonido de los tractores aumentó, los tubos de escape aumentaban la polución en el exterior. Pero apenas dirigió una mirada en dirección al sonido para luego dirigirse a la pequeña sala de estar. Allí uno de cada siete días, el amo se sentaba en el sofá y miraba con detenimiento unas grandes hojas de papel con un característico olor. Pasar rozándose contra sus piernas y hacerse un ovillo a sus pies del hombre con tan autoritaria voz, solía ser una buena opción. Pero esta habitación también estaba vacía.

La habitación más animada y peligrosa se encontraba al fondo del pasillo. Sus silenciosas patas allí se dirigieron. Miró complacido que aún estaba la litera de los más pequeños de la familia. Los niños eran quienes mayor atención le proporcionaban. Mil y una caricias, aunque también alguna travesura. Tampoco nunca le hicieron daño aunque le asustaran en alguna ocasión. Pero las maderas de las literas estaban desnudas y no había nadie allí jugando.

Algo en el exterior surcó el aire. Una bola pesada golpeó con estrépito contra el muro de la casa, derrumbando parte del tejado. Los trabajadores en pocos minutos la reducirían a escombros. No era sólo una casa, sino un hogar lleno de recuerdos. ¿Y el gato? El gato tampoco estaba allí.

Cargando editor
17/01/2014, 16:50
lobosol

DESAFÍO Nº 12: "Bucle"

Plazo de escritura: del 18/01/2014 al 02/02/2014

Plazo de comentarios: del 04/02/2014 al 18/02/2014

DESAFÍO:

Este desafío consiste en emplear la frase “Y aquí estaba de nuevo, donde todo comenzó”. Se pueden cambiar los tiempos verbales, poner en tercera persona, en plural… Incluso modificar una o dos de la palabras si nos supone algún problema.

Una posibilidad es realizar un flashback. O simplemente desarrollar la historia y llegar a un final que nos haga echar la vista atrás. O cualquier cosa que se os ocurra. Y ahora, dejen a la imaginación volar…

EXTENSIÓN:

El relato puede tener un máximo de 900 palabras (aproximadamente dos folios de Word). Os aconsejo plantearlo como si fueran unas 800, pues siempre tendemos a pasarnos de largo. Así, si nos pasamos un poco no tendremos que renunciar a esas partes del relato que tanto nos gustan.

 

"Escribir a pesar de todo, pese a la desesperación."

Marguerite Duras.

Notas de juego

El relato se ha de subir a esta escena, en modo "Sólo para el Director"

Cargando editor
29/01/2014, 18:49
lobosol
Sólo para el director

El último paseo

Este va a ser nuestro último paseo, por eso voy despacio, no tengo prisa ninguna. Respiro profundamente tratando de llenar mis pulmones de aire, de quedarme con cada uno de los pequeños detalles, quiero recordarlo bien.

Hoy hace un buen día, de los que te gustan, el viento un poco fresco, pero no hace más que aumentar lo bien que se siente uno estando al sol. La gente enfrascada en sus cosas como cualquier día laboral. Bueno, ya estamos llegando.

Y aquí estamos de nuevo, donde todo comenzó. En este viejo banco de piedra te conocí, tú estabas dibujando algo en tu cuaderno, yo paseando a Rocky. Recuerdo perfectamente como los rayos de sol hacían brillar tu pelo castaño. Estabas a lo tuyo y yo me quedé enamorado en el acto.

Cosas de la edad, me comporté de forma estúpida, supongo. A la tercera vez que pasaba por delante alzaste la cabeza y me sonreíste. Esa sonrisa delataba que te habías dado cuenta de que mi paseo no era casual. Pero no fue burla, eso me hubiese hundido, fue más bien como si algo te hiciese gracia. De todos modos me dio tanta vergüenza que me marché sin atreverme a decirte nada, ni siquiera eché la vista atrás.

A la semana siguiente volvías a estar en el mismo sitio. Creo que esta vez estabas más pendiente de lo que te rodeaba. Debiste de verme de reojo y te pusiste a reír pero sin dejar de mirar tu cuaderno. Mi corazón marchaba a toda velocidad y los músculos de mi cara parecían de piedra. Quería entablar conversación, decirte algo. Pero me notaba tan tenso, que pensé que si abría la boca, sería un desastre.

Por suerte la que rompió el hielo fuiste tú, con un simple “hola” Respondí a tu saludo y me quedé plantado unos segundo mirándote y sin saber reaccionar. Esperaste pacientemente. Recuerdo que el sol te daba un poco en la cara y por eso fruncías un poco los ojos. Por fin me atreví a preguntarte por tus dibujos y tú preguntaste por mi perro. Si, así fue como nos conocimos. Me gustaron tus dibujos, y a ti te gustó como mis mejillas prendían con rapidez.

La vida es una rueda, y el mundo más pequeño de lo que parece. Resultó que íbamos al mismo colegio. La excusa perfecta para vernos más a menudo. Me costó vencer mi timidez, pero cuando arranco no hay quien me pare. No pensaba perder la oportunidad y te quería para mí.

Una cosa llevó a otra, los besos, hacer el amor contigo, la boda… No quisiste tener hijos y respeté tu decisión. Como también respeté tu última voluntad. Por eso, cincuenta y dos años más tarde estoy aquí. Lo siento, no puedo evitar la congoja que me invade…

Sé que no te gusta verme así, pero ya está, ya pasó. Sólo déjame decirte una vez más, antes de esparcir tus cenizas donde me pediste, que te quiero y que te estoy agradecido por cada uno de los momentos que quisiste compartir conmigo.

Cargando editor
01/02/2014, 12:19
Edrahil
Sólo para el director

El camino de la vida

 

Casualidad, una combinación de circunstancias que no se pueden evitar.

Casi todo empieza así, por una casualidad, o una mágica combinación de ellas. Y la forma como la conocí a ella no fue diferente. Os lo contare.

Iba caminando, tranquilamente por la calle, cuando por algún extraño motivo ese cartel de la frutería me llamó la atención y me paré en seco para admirarlo. Todo sucedió muy rápido entonces, choco conmigo y los dos caímos al suelo  de forma irremediable con  una maraña de hojas de papel  que nos cubrió completamente.

La mire, me miró. “Lo Siento” le dije a modo de disculpa, aunque realmente yo no había hecho nada para que ocurriera eso, todo había sido ajeno a mi voluntad.

La ayude a levantarse, y a recoger todas esas hojas desperdigadas por el suelo. No es que crea en el destino ni en cosas de este tipo, de hecho, soy una persona bastante más bien práctica, pero cuando sea lo que sea te brinda una oportunidad así tienes que poner de tu parte para aprovecharla. Me armé de valor, como aquel que sabe que lo más probable es que fracase, la invite a tomar una café para acabar de sellar unas disculpas de las cuales yo aún tenía mis dudas sobre la parte que me pertenecía a mí.

La vida es diferente cuando tienes la sensación de que todo encaja. Como cuando consigues completar un puzle encajando esas piezas que parecían que sobraban, y en realidad eran indispensables para el resultado final. Así me sentía yo con ella. De repente todo tenía sentido.

Empezamos a salir, con ella todo era una locura. Espontaneidad, improvisación, todo lo que me faltaba a mí. Sonara típico pero me complementaba. Si estas cosas pasan a veces.

Mi vida entonces aumento de velocidad. Cada día era algo nuevo que ver, descubrir o sentir. Y como todo lo bueno en esta vida, duro poco.

No lo vi venir, nunca estas preparado para recibir un golpe. Ni siquiera la vi ese día, ni al siguiente, ni pasada una semana entera. No contestaba a mis llamadas ni a mis mensajes, como si la tierra la hubiera tragado. Saber que algo mal pero no saber el que,  es una agonía interminable por dentro que te desgasta y te consume de forma irremediable.

Lo peor de vivir arriba, es el día que tienes que bajar de golpe. Ese sentimiento de vacío es una de las peores cosas que se pueden sentir en la vida, porque no hay nada que puedas hacer para llenarlo, para aliviar el dolor que te causa. No duermes, no piensas con claridad, dejas de hacer las cosas que te gustan para, simplemente, no hacer nada. Respiras porque no sabes cómo decirle a tu cerebro que deje de hacerlo.

Creo que lo peor de todo eran las preguntas, ¿Qué he hecho? ¿Qué no he hecho? ¿Estará bien? ¿Pensara en mí al menos? Y sobre todo y la más importante ¿Por qué?

Pasado un mes, recibí una carta que respondía solo alguna de esas preguntas que me atormentaban de día y me torturaban sibilinamente de noche. Se había ido, no me podía decir porque, solo que lo sentía. Que ambos debíamos tomar caminos separados y que no había encontrado una mejor forma de hacerlo que esa. Estupendo.

En estas situaciones empiezas a buscar el contacto de gente que habías descuidado debido a tu felicidad. Buscas que te digan esas palabras mágicas que de golpe te quiten todo tu dolor, pero esas palabras nunca llegan porque realmente no existen. Es un viaje a tu yo más interior donde descubres cosas de ti que no sabías o que te hacías creer que no conocías. Así todos los días, un proceso de autodestrucción, una espiral de dolor sin fin.

Hasta que un día, simplemente, te levantas y descubres que por fin la has dejado ir. El dolor ya es algo que sientes como algo lejano, y de alguna forma te has acostumbrado a él. Te levantas, empiezas a andar y vuelves a vivir.

Es el momento donde recuerdas todas esas palabras que te habían dicho y donde no encontrabas consuelo y empiezas a ver que tal vez si sea así. Es lo más parecido que alguien puede sentir a la resurrección. Ya no eres la misma persona de antes, es imposible serlo, pero al menos eres una persona con ganas de seguir adelante y ya es bastante.

Rehíce mi vida, tuve otras decepciones, otras alegrías, trace mi camino en la vida se podría decir. Cuando los años pasan, llega un momento en que te gusta ver las cosas con perspectiva. Repasar todas tus decisiones para poder valorarlas de una forma más objetiva. Y de alguna forma poder decir, bien…si me he caído muchas veces pero ¡eh! Mírame lo he conseguido tengo una vida. Lo logre, lo logre a pesar de lo que me hiciste.

Y aquí estaba de nuevo, donde todo comenzó mirando la frutería, repasando toda mi vida en unos instantes, me gire y empecé a andar dejando todo a mis espaldas, por fin me despedía como era de menester. Y de repente, unas cuantas palabras derrumbaron todo mi mundo en un instante.

-¡Ei…espera espera….no te vayas! – oí a lo lejos con esa voz que era imposible no reconocer para pues la tenía guardada en lo más interior de mi ser.

Cargando editor
02/02/2014, 11:03
EbaN
Sólo para el director

No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes

Él ya estaba despierto, ni se molesto en mirar la hora del reloj despertador, simplemente mantuvo la vista fija en el techo a la espera de que ese sonido marcará el inicio oficial del día.
A su lado no había nadie pero movió su brazo con delicadeza como si esperara que ella aún estuviera allí. Tocó un bulto, uno peludo, y con un maullido por respuesta descubrió que se trataba del gato. El viejo Schrödinger se había dormido a su lado, al menos él aún no lo había abandonado.

Cerró los ojos pero no pudo volver a dormirse y finalmente la alarma sonó. Empezó así su rutina diaria que se resume en aseo, revisión de mensajes en el teléfono móvil, quitarse el pijama, desayuno, y sentarse en el comedor de cara a la calle a la espera de una llamada telefónica.
Tampoco había mensajes en el contestador del teléfono de casa, así que decidió salir a comprar el periódico.

En la calle había gente, los que volvían de fiesta y los que se iban a trabajar, pero nadie le dirigió la palabra. Hace unos días, la mayoría de esas personas le habrían dicho al menos buenos días. Pero ahora no, ahora era una persona “non grata” en el barrio.

Al volver a casa se fijo en una pintada nueva que habían hecho en su coche. Con espray negro habían escrito en un lateral: “VETE DE AKI”. Ya no le importaba nada, él solo esperaba una llamada que le liberara de la culpa. Ni siquiera se enfado, tan solo se limito a subir lentamente las escaleras mientras arrastraba los pies de camino a casa. Solo eran tres pisos pero se le hicieron interminables.

Al entrar de nuevo al hogar su vista se fue directamente hacía la ventana. Un plástico la cubría cogido solo por unos clavos no muy bien puestos. Hace dos noche él estaba en este mismo sitio, discutiendo con su mujer otra vez más. Lo recordaba claramente, como si hubiera sido hace unos minutos, él estaba borracho tras haber salido de fiesta con los amigos y ella muy enfadada. Solo fue un golpe para que se callara, uno de tantos como los que ya le había dado antes, pero esta vez ella se defendió. La ira creció dentro de él, ella no podía tratarlo así, no a él. Con rabia la golpeo de nuevo, esta vez en la cara, con el puño cerrado. Pero ella se tambaleo hasta la ventana y cayo por ella.
Al asomarse pudo ver abajo, a nivel del suelo, que aún estaba dibujada con tiza la silueta de su esposa. El gato maullaba mientras se movía alrededor de sus pies devolviéndolo a la realidad.

Y aquí estaba de nuevo, donde todo comenzó, cuando por fin, tras días de espera, sonó el teléfono. Volvió al baño a lavarse las manos pero por mucho que lo hiciera ningún jabón las volvería a dejar limpias, nunca.

Cargando editor
02/02/2014, 22:03
milady
Sólo para el director

Desafío 12: BUCLE

Recordaba que poco a poco volvió en sí. Miró a su alrededor, confuso. La habitación.. le resultaba conocida. El color de las paredes, con su pintura levemente ajada. Unas pocas imágenes en las paredes de gente que le observaba con esa mirada estática, parada en el tiempo, que sólo la fotografía puede otorgar.

Intentó hablar, pero sintió su boca rasposa y seca como papel de lija. Sólo entonces se dio cuenta de lo mucho que necesitaba beber.. Y de que no había líquido alguno cerca.

Ponerse de pie.. Se antojaba una tarea titánica. Y estaba solo. Nadie le acompañaba en el duro trance de volver en sí.

Aunando fuerzas intentó alzarse, pero la postura no le ayudaba. Cuando alguien pasa mucho tiempo tumbado, es difícil que su cuerpo le responda. Y..¿cuánto tiempo llevaba tumbado? No podría decirlo. giró su cabeza hacia la ventana, pero la claridad le molestaba. De todos modos sólo se veía un cielo azul claro.

..¿Azul claro? ¿Y la nieve? Él recordaba que había nieve, por supuesto. Fue la que le hizo caer.

La mente somnolienta comenzó a emitir un recuerdo ralentizado. Estaba nevando, y alguien le llamó para salir.. No recordaba quien. Se abrigó, y recordaba haber dado ese primer paso en la nieve con gran deleite. Sentir cómo su pie se hundía en esa alfombra blanca de ligero espesor fue grandioso.

Una bola de nieve aterrizó por sorpresa en su cabeza, y su amigo.. (¿era Manu?) se reía por habérsela lanzado. Inmediatamente se agachó a hacer una y devolvérsela, empezando así una gran batalla.. Sí, era Manu. Y se reía sin parar.

Huía de sus proyectiles, corriendo. Se giraba de vez en cuando para disparar los suyos. Y sus botas de goma le traicionaron en el hielo. Un resbalón que hubiera sido tonto, pero no recordaba nada más despues. Sólo había sueños..

Luces que se movían sobre él, la voz de su mamá. Mucho frío, y oscuridad. A él la oscuridad le daba miedo. Pero oír a su madre le calmaba. Ella le cantaba esa canción que tanto le gustaba, y él se quedaba quieto en la negrura, y tranquilo.. ¿cuánto tiempo había pasado de eso?

Por fin se incorporó en la cama. A su mente acudió la imagen de una marmota desperezándose, y sonrió. Seguro que tenía los pelos de punta. Si mamá pudiera verlo, seguro que se reiría.. Pero.. ¿dónde estaba mamà? El miedo de la incertidumbre volvió a él. La angustia por no verla, por no saber..

Y un grito se gestó en su garganta, un grito que se convirtió en un clamor salvaje y desesperado:

-MAMAAAAAA..

Oyó un crujir de cristal en otra parte, sin duda algo se había roto.
Pasos, y mamá apareció tras la puerta. El abrazo fue de oso, de esos que tanto le gustaban, y notó que además ella lloraba..

-Tengo sed.. -dijo, pero ella tardó en soltarle. Ahora sabía muy bien por qué.

Había estado algo más de dos años en coma, después de la caída. Dos años donde mamá quiso traerlo a casa, porque no soportaba verlo en el hospital, y lo puso en la antigua habitación del abuelo, por eso le resultaba conocida. Tiempo de incertidumbre en el que ella le cuidó, y le hablaba y le cantaba a su niño dormido.. Por eso él pudo ser valiente y aprendió el camino de regreso. Y ahora..

Mamá no estaba, ya. Él la había cuidado también, devolviéndole todo el amor del mundo, a pesar de que ella ya no recordaba ni su nombre. Él perdió dos años de su vida siendo niño, y ella había perdido toda su vida ya de mayor. Le cantaba su canción una y otra vez, y ella no la reconocía.. A pesar de todo, con el corazón arañado y sangrante, fingía alegría y supo transmitírsela hasta que supo que jamás despertaría.

Y aquí estaba de nuevo, donde todo comenzó.. De nuevo había nieve..

Se sentó en la piedra contra la que una vez perdió el sentido hace tantos años ya.. Y amargamente, lloró.

Cargando editor
18/02/2014, 19:24
lobosol

DESAFÍO Nº 13: "Desastre natural"

Plazo de escritura: del 19/02/2014 al 09/03/2014

Plazo de comentarios: del 10/03/2014 al 23/03/2014

DESAFÍO:

El presente desafío se trata de que la narración tenga que ver con un desastre natural: Tsunami, terremoto, ciclogénesis, volcán, tornado, meteoro… Cualquier cosa que se os ocurra y desde el punto de vista que cada uno prefiera. El protagonista se ve inmerso en uno, lo recuerda, se lo cuentan… Al igual que el género, que puede ser dramático, de aventuras...

EXTENSIÓN:

El relato puede tener un máximo de 900 palabras (aproximadamente dos folios de Word). Os aconsejo plantearlo como si fueran unas 800, pues siempre tendemos a pasarnos de largo. Así, si nos pasamos un poco no tendremos que renunciar a esas partes del relato que tanto nos gustan.

“La habilidad en expresar una idea es tan importante como la idea misma.”

Aristóteles

Notas de juego

El relato se ha de subir a esta escena, en modo "Sólo para el Director"

Cargando editor
07/03/2014, 00:25
Dante
Sólo para el director

Tambores del cielo.

Jacob vio venir la ostia pero la verdad es que era totalmente inconsecuente; no podia hacer absolutamente nada por evitarlo, como mucho tirarse al suelo y rezar a cualquier dios que tuviera cerca que le salvara del impacto.

El primer impacto basto para mandar una solida pared de cemento armado en todas direcciones como si no fuera mas que el confeti de una boda.

Los trozos de solida piedra golpeaban en el interior del edificio como granizo, sin embargo las consecuencias de esta lluvia eran mucho mas letales que los sólidos trozos de hielo que el cielo nos regala de cuando en cuando.

Una de las pobres oficinistas; una chica tímida de cuyo nombre Jacob ni se acordaba; fue la primera que recibió una de las susodichas balas de cemento. El golpe le arranco la mitad del rostro y la arrojo dando vueltas contra una de las paredes, en una postura muy poco natural antes de que se estampara contra la pared salpicando todo de sangre y restos.

Ella fue la afortunada que murió rápido, los demás que estaban cerca fueron acribillados y despedazados por la fuerza del impacto y la metralla de cemento que les callo encima; algunos de ellos tenían agujeros del tamaño de pelotas de tenis en sus cuerpos antes de que la estructura del edificio cediera finalmente y la vigas de acero fueran incapaces de contener el peso extra del techo y paredes; doblándose con un crujido que solo sirvió para enervar aun mas a los tres afortunados a los que no había alcanzado el impacto.

Jacob ni se molesto en mirar a los otros dos y echo a correr como alma que llevan los diablos hacia una de las salidas del edificio, dudaba que lograría alcanzarla antes de que finalmente la estructura cayera pero la puerta era de acero reforzado; la única cosa buena que tenia la puta empresa en la que trabajaba era que si tenían muy en cuenta la seguridad de los edificios; así que supuso que eso le salvaría de morir sepultado al menos.

El segundo impacto los alcanzo de pleno pero gracias a dios esta vez; al estar ya las paredes destrozadas; no estaba acompañado de un granizo letal como el anterior, aunque la onda expansiva fue mas que suficiente como para reventar los órganos del mas lento de ellos mientras que Jacob solo salio volando como una hoja de papel en medio de un tornado, atravesando la puerta como una exhalación y golpeando con fuerza contra la pared del rellano.

Las costilla; o mas bien todos los huesos del cuerpo; le crujieron en protesta por el súbito maltrato mientras que la parte mas racional de su cerebro se dio cuenta de que ya era la segunda vez que se libraba de la muerte por los pelos.

De no haber sido por la presencia del cuerpo de Stevenson; el ultimo de los tres supervivientes a la vista; el cual había bloqueado una maliciosa viga que lo había atravesado como a una mariposa, seria el, el que estaría colgando de la esquina de la puerta con una expresión de sorpresa en su feo rostro muerto.

Jacob comenzó a arrastrarse hasta las escaleras para aferrarse al pasamanos y tratar de levantarse y bajar antes de que hubiera mas impactos; dudaba que su suerte diera para mas milagros, ya debería ser cadáver a estas alturas y eso era lo que le asustaba aun mas que los continuados sonidos de truenos que se escuchaban a través de las paredes del edificio.

El golpeteo de lo que fuera que había provocado la explosión que había visto no parecía detenerse ni tener ganas de frenar la carnicería que se estaba montando en el exterior a buen seguro; si todos los edificios de alrededor estaban en situación similar pronto mas que una ciudad, todo Nueva york seria el cementerio mas grande del puto mundo.

Jacob se aferro al pasamanos y mantuvo la presión hasta que sus costillas dejaron de protestar tanto como para poder moverse con relativa libertad y comenzó la ardua tarea de bajar por las escaleras de emergencia.

Un sonoro estampido contra la pared contraria a la que se encontraba casi le provoca un ataque al corazón; sin embargo los materiales aguantaron el trompazo.

Piso a piso, con lentitud y no poco dolor; pues dar un respingo cuando tienes a buen seguro mas de una costilla fisurada es muy mala idea; Jacob fue bajando las escaleras del edificio hasta llegar a la primer planta, la cual era como si un cementerio y una escombrera hubiera tenido un hijo bastardo.

Jacob vomito ruidosamente en el descansillo; la visión de cadáveres destrozados bastaría para revolver las tripas hasta al mas pintado. ¡Había niños por el amor de dios!.

Aun dolorido por el golpe, el vaciar el estomago, la bajada y en general por una situación que lo superaba de largo; Jacob se arrastro todo lo que pudo hasta la puerta derrumbada y se arrodillo, con lagrimas de asco y rabia en los ojos, para quitar del medio los restos de un carrito de bebe.

Aparto escombros y aunque sabia que no era momento, una breve sonrisa se le asomo al rostro cuando logro salir a la superficie.

La sonrisa se le congelo en el rostro al escuchar un nuevo impacto justo sobre su cabeza...

¡Oh dios mio!...

 

 

 

Cargando editor
08/03/2014, 07:53
lobosol
Sólo para el director

Impacto

El mundo dejó de ser el mismo de la noche a la mañana. Pensamos que lo que conocemos lo es todo: el trabajo, los estudios, la pareja, la familia… Que equivocados, no conocemos más que una pequeña parte insignificante.

Todo comenzó en las noticias de la noche de hace un par de semanas. Tras las típicas noticias de política, sucesos y justo antes de los deportes se coló una pequeña noticia de un astrónomo que advertía sobre la aproximación de un cuerpo celeste.

En general la gente no se preocupó demasiado pero al día siguiente la cosa cambió de forma radical. Cientos de astrónomos habían contrastado la información e inundaron las redes sociales de anuncios, sobre la trayectoria del objeto que parecía con posibilidades de colisionar con la tierra en… 7 escasos días.

Por la noche todo el mundo estaba agazapado delante del televisor esperando lo que se iba a decir sobre el tema. Y el noticiero comenzó con un anuncio oficial por parte de la ESA, la agencia espacial europea. La agencia, anunció que conocían la aproximación del objeto y que los gobiernos estaban informados, también se excusaron, que no lo anunciaron antes para no crear alarma.

En definitiva, vinieron a decir que aunque la probabilidad de colisión era alta. Esta podría no ocurrir y aunque ocurriese, los efectos podrían ser no mucho mayores que los del asteroide que estalló en el aire en Rusia años atrás. Pero esto sonaba a forzoso mensaje tranquilizador.

La preocupación ya era general, había especial interés por saber el lugar del impacto. Pero para ello había que saber el momento exacto debido a la rotación terrestre.

Al día siguiente se anunció un plan de contingencia. Aunque la idea parecía sacada de una película, se iba a lanzar una nave con una cabeza nuclear que haría explosión a su paso.

Los científicos no se pusieron de acuerdo sobre su efectividad. La mayoría dijeron que sólo serviría para fragmentar el asteroide en pedazos. Esto por una parte era bueno ya que al dividir el objeto la energía total sería inferior. Y en parte malo porque se vería afectada un área más amplia en su conjunto. La nave se lanzó tres días antes, y haría impacto pocas horas antes de la llegada del objeto espacial.

Por fin llegaron las primeras estimaciones sobre el lugar del impacto. El pacífico y la costa este de Asia. En la zona cundió el pánico. Japón entero se colapsó, así como la región este de China y el norte de Australia. En los países occidentales se vivieron los momentos precedentes, con una tensa espera. La televisión no hablaba de otra cosa. Y los más agoreros hablaron de la extinción de la raza humana.

Yo me refugié en el interior de una mina abandonada, Y no soy el único que está aquí. Más gente pensó lo mismo. ¿El día de la explosión? No me enteré de nada. Ni sonido, ni temblores de tierra… Y dentro de la mina no había conexión posible.

¿Habremos exagerado? Bueno, han pasado 7 días desde el día de la explosión, se me acaban los víveres, he de salir. No sé que es lo que me voy a encontrar fuera. Está oscuro, hace frío ¿Habrá invierno nuclear? Pronto lo sabré.

Cargando editor
10/03/2014, 15:16
milady
Sólo para el director

Una historia de invierno

Entré en aquella casa tras la anciana enlutada y su bastón. Se sentó frente al fuego, agarrada a su rosario como si no hubiera un mañana.

-¿Señora María? -la anciana ni siquiera levantó la vista para mirarme desde que me abrió la puerta -Soy Joaquín, del periódico, ¿se acuerda? Hablé con su sobrina por teléfono. Me dijo que podía venir hoy.

La casa era algo lúgubre. Cosas referentes al mar colgaban de sus paredes a modo de decoración, y también algún cuadro con olas y barcos. No podía esperarse menos de una casa de pescadores.

Miré a la anciana de reojo, mientras fingía estar inmensamente interesado en abrir mi libreta por la página correcta. Parecía que no dejaba de mirar su rosario, pero sabía que ella también me estaba observando.

-Llega tarde -me dijo simplemente, y después guardó silencio.

-Sí, yo.. me he retrasado, lo siento. Tengo mi grabadora -dije, poniéndola sobre la mesa-. ¿Le parece que empecemos?

-No hay mucho que decir -volvió a ser lapidaria en su frase. Definitivamente iba a costarme mucho sacarle algo a esta señora.

-Bueno, yo creo que su historia merece la pena ser contada.. ¿no cree? -intenté seguir con el tira y afloja, pero si la mujer no se explayaba, mi artículo iba a quedar bastante flojo. Pensé en mi jefe, arrojando mi porfafolios de nuevo a la basura.. Más me valía esmerarme-. ¿Por qué lo hace? ¿Por qué va cada día sin falta a la playa?

Antes de que pudiera darme cuenta, una lágrima asomaba por el ojo de la anciana. ¿Estaba llorando? No podía creerlo. Y sin más, comenzó a hablar.

-La playa.. La mar.. Sí, la mar.. ¿Se sorprende? -dijo, mirándome-.. Aquí en Galicia, el mar no es el mar. El mar es mujer, y como a hembra de respeto la tratamos. La mar es poderosa, y nos hace gente de fortuna, o seres desgraciados de por vida. A mí me hizo desgraciada.. -alzó brevemente la vista, y prosiguió, volviendo a perderse en el vacío de sus recuerdos-. Toda mi vida trabajé duro. Mucho, muchísimo, más de lo que quisiera recordar.. En un pueblo de pescadores siempre hay faena que hacer. Las mujeres cosemos las redes que los peces rompen, o la mar rasga. Cuidamos la casa, cuidamos de todo. Esperamos a que nuestros pescadores regresen, padres, hermanos, hijos.. Es una vida muy dura. Y yo fui joven como usted, ¿sabe?.. Hija y hermana de marineros, y yo también me enamoré. Él era pescador, por supuesto. Manuel.. Todo un galán, cuando quería. Y muy formal también ¿eh? Y a mí me costaba mucho verlo embarcar. La mar siempre me dió mucho respeto.. Siempre me decía que el siguiente sería su último viaje en barco, y sé que intentaba que así fuese, pero la tierra trata mal a los que llevan el agua salada en el corazón. Acababa volviendo a la faena, porque la mar también era su vida, y yo sufriendo por verlo marchar. Cuando tuve a Xoán, él estaba embarcado, y conoció a su hijo ya con meses.. Es la vida de los pobres -pasó una de las cuentas de su rosario.

-Xoán tampoco conoció otra vida más que la marinera, y no le exagero si digo que aprendió a andar en un barco. Cuando tuvo edad, ayudó de grumete en barcos de amigos, y poco a poco el mar fue también llenando su corazón. Y faenaban juntos, padre e hijo. Yo cosía sus redes. Cada día la pesca era más escasa, y cada día tenían que faenar un poco más lejos. Con sol o lluvia, que los patrones no entienden de clima. En esos días había una mala racha de peces, pero sin ellos no había paga. Mis hombres tenían que llegar a tiempo para subastarlos en la lonja.. Allá se me fueron los dos, y yo rezando.. Algo negro presentí, pero solo hacía viento por entonces. El viento fue a más, y el mar empezó a picarse. Yo esperaba ver llegar la luz de su barca en la negrura de la bahía, pero eran otros pescadores los que volvían, no los míos, y mi corazón se batía con las olas cada vez más grandes que la tormenta desató. La lluvia me empapaba, pero yo no quería irme sin saber, aunque ya lo sabía. La mar es poderosa..

Se enjugó los ojos con el dorso de la mano. Yo permanecía callado, no había mucho que decir ante su drama.

-Nunca los encontraron. Ni restos de su barca, ni a ellos. Los buscaron mucho, yo lo sé. Pero fue la tormenta más grande que alguien podía recordar, ni se vió otra igual desde entonces.. Y la incertidumbre de no saber dió paso a la rabia del convencimiento. La mar se los había quedado.. La mar me los quitó. Con sus olas de tormenta rompió mi vida y no quiso ni devolvérmelos para poder llorarles como es debido.. Cuántas veces pensé en ahogarme con ellos.. Pero la mar ni eso me concedió. Nunca tuve valor ni fuerzas. Y aquí ando, ya de vieja. Sé que llamo la atención, y me sacan fotos. Me llaman loca, lo sé, y por eso está usted aquí. Una vieja que hasta en invierno se descalza y se pasea con su bastón por la orilla.. pero.. ¿qué quiere? Voy cada día a la playa porque es lo único que me queda de mi familia. Ya la mar es mi familia..

No sabía qué decir. Apagué la grabadora.

Estremecido por la historia y su tragedia, me despedí de la anciana y salí de la casa. Antes de partir, la señora María me agarró del brazo, susurrándome:

-No me enterrarán, ¿sabe? -me dijo-. Quiero irme a la mar con ellos.

Y dejé atrás a la anciana, a la que una mala tormenta truncó la vida, y a la que solo la mar da consuelo.

Cargando editor
10/03/2014, 23:33
akansha
Sólo para el director

CENIZAS

Cenizas. Humo. Destrucción. Era todo lo que había a mi alrededor.  La casa de madera en la que solíamos pasar las vacaciones de verano había quedado reducida a escombros, pedacitos de nuestra antigua vida sobre los que se escurrían roedores y otras alimañas. Claro que tampoco es que hubiese sido una idea muy inteligente construir una cabaña de madera en pleno bosque. Casi era como un árbol más: un objetivo más y además uno de los grandes.

Llevábamos casi una semana  en la caseta que había construido mi bisabuelo hacía más de medio siglo en un angosto rincón de los bosques almerienses. Esa tarde, el viento había soplado con muchísima fuerza, como si quisiera echarnos de su propiedad y hacernos volar muy lejos. Empujados por el ventoral, nos habíamos visto obligados a pasar la tarde a resguardo en el interior de la caseta. Tras agotar el cupo de juegos de mesa de los que disponíamos e ingerir una suculenta cena basada en comida enlatada, habíamos optado por una recogida temprana y antes de la medianoche el bosque ya disfrutaba de nuestra sinfonía de ronquidos.

La sensación de estar ahogándome fue lo que me despertó. Me incorporé en la cama y miré a mi alrededor desubicado. Al abrir los ojos, fui recibido con un fuerte picor que hizo explotar mis lacrimales, despojándoles de las lágrimas que atesoraban. Pasados unos segundos, mis pupilas consiguieron acostumbrarse al denso humo y pude distinguir la silueta de un chico joven doblado hacia delante y tosiendo: mi hermano Jaime. Fui hacia él como pude, justo en el momento en el que la falta de oxígeno se apoderaba de su cerebro haciéndole perder la consciencia. Para entonces, también mis sentidos comenzaban a embotarse. Pasé mis manos bajo sus brazos y tiré de él hacia una de las dos puertas de la habitación, tan sólo para chocar contra un muro de llamas que nos impedía el paso. Probé suerte con la segunda puerta, la que daba al baño, que a su vez conectaba con la habitación de mis padres. El resultado fue el mismo.

Cada vez se hacía más difícil ver algo en ese mar de humo y fuego. Toda mi fuerza de voluntad se empleaba en la tarea  de mantener la calma, pero cada vez llegaba menos aire a mis pulmones y las preocupaciones asaetaban mi cerebro: ¿Estarán bien mis padres? ¿Estará de camino la brigada anti incendios? ¿Conseguiremos salir de aquí con vida?…  Busqué a tientas la ventana  de la cara este de la habitación. Por suerte, la casa constaba únicamente de una planta. No se necesitaba más para pasar unos días aislados de la sociedad. Al fin, las yemas de mis dedos rozaron el contorno de un objeto alargado de plástico a medio derretir. Mis dedos se apresuraron a manipularlo y conseguí abrir la ventana. Volví a sujetar a mi hermano con ambas manos y tiré de él para apoyarlo en la repisa de la ventana. Conté tres y arrojé nuestros cuerpos al suelo de un tirón, esperando que lo que nos esperase al aterrizar no fuera un colchón de llamas. Tuvimos suerte.

Nunca había estado muy en forma. En el instituto solían burlarse de mi constitución y no eran raras las ocasiones en las que me apodaban nombres del estilo de “bola de sebo” o “Babe el cerdito cobarde”. Por ello no era de extrañar que ya me dolieran los brazos  de haber arrastrado a mi hermano hasta allí. La cortina de humo seguía siendo infranqueable y  el calor era cada vez más asfixiante.  Llevado por la desesperación y el pánico, me dejé caer en el suelo. Cerré los ojos. La solución más sencilla era dejar que las llamas nos engullesen, llevándonos con ellas al infierno. Total, ni siquiera sabía si mis padres seguían vivos. Mi propio hermano estaba con medio pie en la tumba. El calor de una llama lamiéndome el dedo del pie me hizo volver a la realidad. No podía dejarme morir. Tenía que salir de allí. Me levanté y eché a andar lo más rápido que pude, cargando a mi hermano tras de mí, alejándome del bosque y avanzando hacia donde yo creía que estaba la población más cercana.

No llegué. Un 90 por ciento de mi cuerpo ya no era más que humo y finalmente también yo caí. Cuando mi mejilla derecha chocaba contra el suelo, en la izquierda se posó una débil pero esperanzadora gota de agua. Y a esa siguieron muchas más. Una sonrisa se congeló en mi rostro justo antes de sumergirme en la oscuridad.

Cenizas, humo, destrucción. Me levanté y eché a andar. Había despertado solo y no sabía qué había sido de mi familia. Pasé los restos de lo que había sido la cocinilla y dejé que mis pies me guiaran a través de dos montones de piedras, lo que antes habían sido los marcos de la puerta. Y entonces los vi. Tres cuerpos inertes en el suelo frente a mí. De nuevo, la oscuridad se apoderó de mí y me derrumbé.

Me despierto entre sudores fríos. Miro a mi derecha, donde mi hermano duerme plácidamente. Mis manos descansan tensas sobre una colcha de algodón. Suelto un suspiro de alivio. Me acerco hasta la ventana. En el horizonte, grandes nubes negras y moradas se arremolinan sobre los árboles, acechantes. De repente, un grande y poderoso rayo me deslumbra, ocupando todo mi campo de visión. Lo siguiente que veo es un destello anaranjado. 

Notas de juego

Siento la tardanza. Pero, más vale tarde que nunca, ¿no? ^^

Cargando editor
31/03/2014, 18:42
lobosol

DESAFÍO Nº 14: "El viaje"

Plazo de escritura: del 01/04/2014 al 27/04/2014 (doy más tiempo de lo normal ya que está comprendida la semana santa, pero no lo dejéis para el final ^^)

Plazo de comentarios: del 28/04/2014 al 11/05/2014

DESAFÍO:

Historias y circunstancias que se dan en un medio de transporte. En un tren, un avión, un barco, un coche, un autobús, etc. Algo tienen que mucho se ha escrito sobre ellos. Un asesinato, un accidente, una historia de amor, algo melancólico, de acción... tantas cosas como a vuestra imaginación se le ocurra.

EXTENSIÓN:

El relato puede tener un máximo de 900 palabras (aproximadamente dos folios de Word). Os aconsejo plantearlo como si fueran unas 800, pues siempre tendemos a pasarnos de largo. Así, si nos pasamos un poco no tendremos que renunciar a esas partes del relato que tanto nos gustan.

"La esencia de la creatividad es la esencia del hombre."

Ray Bradbury

Notas de juego

El relato se ha de subir a esta escena, en modo "Sólo para el Director"

Cargando editor
01/04/2014, 20:25
boxitamia
Sólo para el director

Mi diario

 

Comienzo a escribir porque visto lo visto es en lo único que puedo confiar.

Me gustaría decir que todo comenzó un bonito día en un lugar agradable, pero la verdad es que todo comenzó hace un mes una noche de tormenta cuando, el teléfono de mi casa, comenzó a sonar. Lo cogí y solo se escuchaba un niño que parecía nervioso y un aullido que penetró mi oído y me resonó en la cabeza y que desde entonces, recuerdo en mis sueños. Me pareció extraño, pero pensé que sería algún niño gastando una broma.

A la noche siguiente volvió a sonar el teléfono pero esta vez era un hombre el que hablaba:

- ¿Señor Maldon? - dijo un hombre con voz ronca.

- Si, ¿quien es?

- Tú serás el siguiente si no te presentas mañana por la noche en la pirámide de Chichén Itzá.

- Va va vale - contesté con miedo y con asombro ya que vivo en Boston y eso está en México más de 5.500 Km.

Después de las dos llamadas llamé a la policía que me dijo que las autoridades de México estarían por allí. Después de eso no dudé ir en el próximo avión cuanto antes. Cogí un vuelo nocturno y cuando despegó unas extrañas criaturas salieron de la cabina del piloto. Yo vi que tenían un revólver y lo cogí como pude disparándolo contra una de ellas pero las demás se abalanzaron sobre mí y solo recuerdo que miré mis manos, ensangrentadas, donde sostenía el revólver, humeante, como podía, y mis ojos se cerraron.

Todo estaba blanco y un pitido se escuchaba. Cuando el pitido cesó, entreabrí los ojos y me encontraba en una camilla de hospital atado y amordazado en una isla pero por desgracia, no estaba solo. Había un hombre mayor que me preguntó como me encontraba y para mi sorpresa, era el mismo hombre que el que me habló por teléfono. Me negué a contestarle, tenía miedo, y no sabía ni que hacer ni en lo que estaba pensando. El hombre no tenía la cara normal; era deforme. Cuando le logré ver el cuerpo, era como un puzzle, partes del cuerpo de diferentes personas. Esa imagen me chocó mucho. Me di cuenta que lo de Chichén Itzá era una simple estratagema para que cogiera el avión y así retenerme allí, pero no tenía ni idea de lo que me esperaba.

Esa tarde me inyectaron una droga muy potente, más incluso que la morfina. Cuando me desperté me encontraba en mi casa con un dolor en la zona de los riñones y un dolor en las piernas y en los brazos. Miré y vi que me faltaba la pierna derecha y el brazo izquierdo y una cicatriz que me servía de señal para saber que me faltaba un riñón.

Fui a avisar directamente a la policía pero me pasó algo muy extraño; todo el mundo me trataba como si eso me hubiese faltado toda la vida. Incluso la policía me dijo que tenía que ir a ver a un psicólogo porque olvidaba cosas.

Todo el mundo me conocía ¿Todos serán como ellos? ¿Me puedo fiar de alguien? ¿Que podré hacer?

Notas de juego

 No se si esto valdrá. Tu dirás    ;)

Master: jeje ¡Que rapidez! Por mi parte si, lo interesante es cuando te comentan el relato. De todos modos te queda mucho tiempo, si deseas modificar, cambiar o ampliar puedes hacerlo sin problemas

Boxitamia: ¿Que te pareció? Lee los mp

Master: Pero prefiero no leerlo en detalle. Primero porque eso corresponde a su momento y no ahora. Y segundo porque yo suelo escribir algún relato y prefiero que no me condicione para nada. Ahora voy con tu mp ^^

Boxitamia: Ok, lo siento entonces

Cargando editor
24/04/2014, 08:58
lobosol
Sólo para el director

Transiberiano

Por fin, tras muchos años deseando poder hacer este viaje, por fin lo conseguí. El transiberiano nada menos. De Moscú hasta Vladivostok.

Primero por la escasez de dinero, luego por el trabajo, los niños… Eran los motivos que demoraron tanto este viaje. Y ahora, ya casi en la tercera edad, lo conseguí. Algunos insinúan que estoy loco por ir en solitario. Me dicen: “¿Y si te pasa algo”. ¿Sabéis que les respondo? “Si me quedo, seguro que no me pasa nada” Y les dejo con un palmo de narices.

Es el viaje de mi vida, dejo atrás todo lo conocido, todo lo que viví y me enfrento una vez más a nuevos retos, nuevas experiencias y es algo que me hace sentir joven. Mi espíritu aventurero nunca desapareció del todo, y esto lo demuestra.

Traje mi cámara de fotos, mi cuaderno para escribir. ¡Nada de aparatitos electrónicos que no sirven de nada si no hay un enchufe! Estas son mis mejores armas. También un par de mudas de ropa y poco más, lo demás no es necesario, el buen viajero sabe ir con el mínimo de equipaje.

Lo más divertido es tratar de comunicarse con la gente. La mayoría de mis compañeros de viaje son simpáticos y amables, siempre ofreciendo comida hasta reventar. Trato de corresponder lo mejor que puedo y de hacerme entender. Sólo un par de ellos chapurrean un poco en inglés, y mi inglés tampoco es nada del otro mundo. Pero mejor así, cuando dos personas no se entienden con palabras, se entienden con gestos, con la mirada y las buenas voluntades ganan importancia. No es cierto que las distintas culturas se repelan, no es cierto que las diferencias raciales nos separen. Es el desconocimiento, el recelo.

¿Y el paisaje? Espectacular, no se puede describir con palabras, hacemos cientos de kilómetros entre estación y estación, y entremedias sólo hay naturaleza, rara es la ocasión en la que se ve algo realizado por la mano del hombre. Los bosques y los animales salvajes toman estos inmensos parajes de ensueño.

Lo de mejor de viajar sólo es que favorece que te relaciones con la gente, te fijas más en ellos, y supongo que ellos más en ti. Sin ir más lejos, la señora regordeta que se sentaba enfrente, el otro día me dio un abrazo-estrujón, que creí que me iba a partir la columna. Me encontraba yo pensativo, en realidad, estaba pensando en algunos momentos en los que la vida no me había tratado demasiado bien. La señora debe de tener un detector de sentimientos, comenzó a hablar en ruso, o algo similar, y a gesticular con rapidez. Para variar me ofreció comida, a estas alturas ya entendí que rechazarla es igual que ofender. Así que acepté y le ofrecí algo de la mía. Fue como si le hubiese hecho el favor más grande del mundo, se levantó, hizo que me levantara y así cometió el estrujamiento. Me sentí como un pequeño cachorro siendo machacado por un oso ¿Pero sabéis que? Funcionó, mis penas se esfumaron en un instante. La señora, se bajó al día siguiente, la echaré de menos.

Su lugar fue ocupado por un militar, un tiarrón de similares dimensiones a la de su anterior ocupante. “Espero que este no me abrace o me partirá en dos directamente” pensé. Este era de porte más serio, seguro que pensaba que yo era un espía, o peor aún, me debe de ver como nosotros vemos a los guiris en España. O un dominguero, o un… Bueno, basta ya. Resultó que estaba equivocado. En esta ocasión tomé yo la iniciativa, e hice uso de la mejor arma internacional… Le ofrecí algo de mi comida. Mejor que si le hubiese ofrecido las llaves de San Pedro. El militar echó mano de su petate y en vez de una granada de mano, sacó una tableta de chocolate. Me pirra el chocolate y se lo agradecí con una sonrisa y aceptando su ofrecimiento. El hombre sacó a continuación su cartera y me mostró unas fotos, debían de ser sus hijos y su esposa, la sonrisa quedó perenne en mi rostro al pensar en lo orgulloso que estaba de mostrármelos.

Saqué mi cámara le insinué si me dejaba hacerle una foto a la que aceptó gustoso. Tras varios intentos fallidos por hacerle entender que me anotara su dirección para mandarle la foto por correo postal, lo conseguí tras usar a otro amable señor como intérprete. A partir de ahí como si fuésemos amigos de toda la vida. Aquel fornido militar también bajó días después e igualmente lo voy a extrañar.

Ya queda poco para llegar al final que mi trayecto, y no dejo de pensar que ha sido como una buena alegoría de la vida: El viaje lo hace uno en solitario. Conoces a la gente, que en su mayoría es amable y simpática. Tratas de comunicarte con ellos, y posiblemente esto sea lo más divertido de las relaciones. Un día se bajan de tu tren y los hechas de menos. Hasta que finalmente, le toca a uno mismo apearse. Pero… ¿Sabéis lo que os digo? ¡Mereció la pena el viaje!

Cargando editor
25/04/2014, 16:09
milady
Sólo para el director

Desafío 14:

EL DINOSAURIO

Me senté en el asiento que me correspondía, y miré por la minúscula ventana. Apenas podía ver la terminal. Me relajé, buscando algo para leer durante el viaje. Miré en el bolsillo del asiento de enfrente, donde están los folletos de emergencia y unas revistas de la compañía. Una voz infantil sonó a mi lado y me sobresaltó.

-¿Me dejas mirar por la ventanilla?

Miré a mi lado, se había sentado un niño. Parecía majo, con melenita rubia y cara de simpático. Y su desparpajo me desarmó.

-Sí, claro. ¿Viajas solo? -me extrañaba eso, la azafata posiblemente me hubiera dicho algo.

-No, mi mamá está guardando la bolsa.. ¿Me dejas? -repitió ansioso, como si yo fuese a olvidarme de que había accedido a dejarle mirar. Había una chica joven buscando sitio para su equipaje de mano sobre otro asiento cercano.

Le sonreí al chaval, era inevitable no hacerlo. Tendría unos cuatro años, calculé.

-Anda, ven. Pero después me dices cómo te llamas, ¿vale? -lo ayudé a auparse hacia la ventanilla, y asomarse al mundo externo al avión.

-Alaaaa.. Casi no se ve nada. ¿Salimos de allí? Allí está mi papá.. ¡HOLA PAPÁAAA! -su espontaneidad casi hace que se estampe contra la ventanilla, y también logró que su madre viniese, azorada.

-Jose, ¿qué haces? Shhhhhh.. Hay que estar calladito, papá no te oye desde aquí -me lo quitó de encima, dirigiéndose a mí-. Perdona, ¿te ha molestado? Intentaré que no lo haga más.

-Nada, es muy simpático -le dije, sonriéndole a mi nuevo amigo Jose-. Y ahora ya sé cómo te llamas. Seguro que tendremos un buen viaje.

Su madre le encendió la nintendo que llevaba en el bolso, y él se perdió en los mundos de Super Mario. Yo me distraje de nuevo con las revistas, hasta que anunciaron el inminente despegue. Jose tuvo que apagar la consola, y eso le supuso un leve berrinche, porque estaba a punto de pasar de mundo. Un drama, vamos.

-Jose -le dije-.. El avión va a despegar. Como en los videojuegos. Si escuchas atento, seguro que oyes los supermotores.. ¿Te da miedo el avión?

-No, ¡yo soy supervaliente! -y yo no lo dudé. Su madre sacó dos dinosaurios de plástico de su bolso, y se los ofreció para que jugase con ellos, y estar entretenido. De nuevo volví a admirar el detalle: sin duda los bolsos de las mamás están siempre llenos de cosas insospechadas y útiles. De nuevo Jose se perdió en sus mundos remotos de batallas prehistóricas mientras el avión tomaba altura y el viaje se iniciaba.

Aproveché para perderme yo también en la novela que me acompañaba.

Jose era ya un recuerdo borroso que a veces pedía agua, y mi mente vivía emocionantes aventuras en las tierras de Poniente, cuando una sacudida movió el avión. Mi pequeño vecino de asiento dió un respingo, sorprendido. Mi corazón también se sobresaltó. No me hacen gracia las turbulencias.

-No es nada, Jose. A veces al avión le da hipo -la explicación de su madre me hizo sonreir, y miré al niño, mucho más relajado. De pronto otro salto, y ésta vez Jose tuvo puntuales reflejos, y soltó un sonoro "¡HIP!" con cara de travieso. Su madre le miró como para decirle algo, y él se disculpó con cara de pillo, antes de que pudiese siquiera abrir la boca:

-¡¡Fue el avión!! - y todos los que lo escuchamos reímos.

Así fue cómo ese chaval me robó el corazón. Para cuando aterrizamos, me iba contando sus aventuras de clase, y cuánto le gustaba jugar con los coches y las construcciones. Salimos del avión, y a mí me esperaban.

-¡Toma! -Jose me ofrecía uno de sus dinosaurios-. Para que juegues.

Su gesto tan tierno y espontáneo me emocionó, y le dí un abrazo y un beso como si lo conociera de toda la vida. Realmente era el chaval más simpático con el que había coincidido nunca.

Volví a verlo del otro lado de la cinta de recogida de equipajes con su madre, charlatán como siempre. Con un gesto de despedida, desapareció en la terminal, y salió de mi vida.

El dinosaurio de colores tiene hoy un sitio en mi estantería, donde puedo verlo cada día. Me pregunto qué habrá sido de Jose. Ya estará muy mayor, y seguro que los dinosaurios ya no le interesan tanto.. Pero para mí será siempre el chaval rubito y despierto que me enseñó lo importante que es no dejar de ser niño nunca, al menos en un rincón del alma.