Partida Rol por web

Taller de relatos cortos

Desafíos de escritura

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12/11/2012, 11:39
paloto

PRIMER desafío de escritura: "El espejo"

Plazo de escritura: del 19/11/2012 al 3/12/2012

Plazo de comentarios: del 3/12/2012 al 10/12/2012

DESAFÍO:

El relato debe contener la frase "No se podía creer la imagen que veía en el espejo". Puede estar contenida al final, al inicio o por el medio del relato. A vuestro gusto.

EXTENSIÓN:

El relato puede tener un máximo de 900 palabras (aproximadamente dos folios de Word). Os aconsejo plantearlo como si fueran unas 800, pues siempre tendemos a pasarnos de largo. Así, si nos pasamos un poco no tendremos que renunciar a esas partes del relato que tanto nos gustan.

Notas de juego

Publicad los relatos en esta escena marcando "Solo para el director"

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14/11/2012, 20:41
Dante
Sólo para el director

Espejito, Espejito

Tobias se rasco la barba con ademan dubitativo, mirando fijamente el reflejo del cristal delante de el.
Bien, eso sobre su rostro era algo que llamaban barba, mas o menos, tenia un buen montón de pelo sobre la barbilla, mejillas y alrededor de los labios, eso era algo que se llamaba bigote, todo junto era llamado barba.
Si esa era la teoría, luego estaba la melena sobre su cabeza...podía sentir el borde de su pelo sobre la mitad de su espalda mas o menos pero dado que todo su cuerpo era sorprendentemente peludo tampoco lo podía asegurar con total certeza el espejo no le dejaba ver la espalda.
Levanto el sobaco y enseguida aparto la nariz, necesitaba un baño y por el picor que tenia en la cabeza y el pecho no estaría de mas refrotarse el cuerpo con loción antiparasitaria...a ver si había cogido unos piojos de mierda y los tenia anidando...bueno, dada la jungla que tenia por pelo no era de extrañar que los muy cabrones tuvieran hasta un resort de vacaciones en medio de la espalda...
Gracias a dios que las uñas las tenia lo bastante grandes como para que rascarse fuera una actividad de lo mas gratificante, no había nada mas placentero que rascarse un picor molesto con unas uñas de gato domestico, eso si, sin causarse el mas mínimo daño a uno mismo.
Observo el baño a su alrededor, localizando al instante esa maravillosa pieza de artesanía que hacia de un baño algo especial, una hermosa bañera en la que podía tumbarse entero y estirarse a placer...oh..incluso tenia un delicioso termostato que permitía que el agua estuviera caliente todo el tiempo que se bañara.
Progreso...esto era autentico y bendito progreso autentico, sin mas dilación encendió el grifo del agua caliente, dejando que se llenara la bañera entre vapores humeantes que solo aumentaron las ganas de tumbarse en el interior de la bañera arropado por el calor de agua.
En la repisa del espejo del baño en el que se encontraba podía ver diversos enseres de higiene personal; jabones, una brocha de afeitar, una afilada navaja...mientras el humo de la bañera iba empañando el espejo y dejando la habitación sumida en una agradable y pegajosa atmósfera, Tobias curioseo la navaja, lamiéndose el dedo por lo afilado de la cuchilla.
Si pensaban que se iba a afeitar las greñas lo llevaban claro, la barba era símbolo de virilidad y para afeitarse, mas que la navaja que le habían dejado lo que necesitaría seria una maldita podadora industrial, su pelo era recio como el acero y por lo que había visto en el espejo cubría la mayor parte de su cuerpo.
El jabón si, eso si pero no el jabón solido sino la botella de jabón liquido de esencias florales y aromas del bosque..o eso prometía la pegatina en el frontal de la botella, tras abrir el tapón, toda una odisea en si ya que era uno de esos de diseño elegante y ergonómico...una puta mierda vamos...Tobias olfateo los aromas que salían del interior del recipiente y bueno, mas o menos a pino gallego si que olía si, aunque el resto del bosque debía estar enterrado bajo toneladas de grosellas que era el aroma predominante de todos ellos.
Ante la incipiente cuestión de su apestar a grosellas o el resto de jabones presentes en el baño, alguno de los cuales mas que jabones parecían recetas de antrax de múltiples colorines Tobias tuvo que rendirse al aromas del bosque...al menos que no se diga que no iba a tener una aroma que haría que la mitad de los animales del barrio se le acercaran a ver que era esa grosella con patas y si era comestible.
Metió con cautela un pie en el agua de la bañera retirándolo rápidamente escaldado, tras un minuto de vacilación volvió a insistir, aguantando el calor inicial y disfrutando del calorcito que se generaba en el resto del cuerpo cuando el apéndice sumergido iba aclimatándose a la temperatura del agua.
Tras una primera inmersión del pie izquierdo vino el derecho, mas que nada por que la postura con un pie dentro del agua y otro fuera era tanto tremendamente incomoda como bastante ridícula, de pie sobre la bañera con ambas manos sobre los bordes de bañera vino la verdadera prueba.
Meter los genitales en el agua hirviendo sin escaldarse; fue un proceso largo, laborioso y delicado; no era cuestión de sentarse a tontas y a locas en el agua hirviendo, el trauma podría ser cuanto menos doloroso pero tras unos cuantos prueba y error ademas de un poco de buena voluntad, finalmente Tobias logro sentarse en el interior de la bañera.
La sensación era deliciosa, con el calor recorriendo todo su cuerpo a pesar de la mata de pelo que lo cubría, relajando todos los músculos de su cuerpo al tiempo que su mente también iba cayendo en un cómodo limbo de nubes de vapor de agua, solo una ligera molestia alrededor de su cuello le impedía disfrutar por completo de la relajación que un baño caliente proporciona.
Con gesto de fastidio busco bajo su barba encontrando el enganche del collar que llevaba, prácticamente arrancándoselo, experimentando en el proceso una liberación que iba mas allá de la sensación de libertad en su cuello.
Con el brazo por fuera del borde izquierdo de la bañera, Tobias dejo que el collar que le apretaba el cuello, una fina correa de cuero negro con una medallita de oro con el nombre Toby grabado en letras cursivas, se deslizara de su mano hasta el suelo, tal y como el se iba deslizando en la bañera hasta estar totalmente tumbado.
No se podía creer la imagen que veía en el espejo....por que..bueno...el era un perro....

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16/11/2012, 21:12
Donbarbosa
Sólo para el director

El horror más allá del espejo

 

22 de diciembre de 2012, México D.F, Clínica psiquiátrica Renacer

- Así que llegamos a la conclusión de que todos sus temores proceden de ese extraño espejo, ¿no es así señor Gálvez?

- Verá, doctor no se trata exactamente del espejo. El espejo no es más que un instrumento. Lo verdaderamente alarmante fue lo que he visto a través de él, aunque entiendo que usted, como hombre de ciencia, no dé crédito a mis visiones.

- Parte de mi trabajo consiste en tratar de racionalizar sus recuerdos. Y supongo que ese es el motivo que le ha traído a usted hasta aquí. ¿Por qué no me cuenta los detalles?

Me quedé un largo tiempo en silencio reconstruyendo la secuencia de los hechos. HMi vida había cambiado completamente desde entonces, pero en aquel momento los recuerdos emergieron sin dificultad. Aun así me entretuve un rato mirando la cara afilada y perfectamente afeitada del psiquiatra, el impecable cuello de su camisa y sus gemelos de oro. Entonces, sin poder evitarlo, le relaté la historia que llevaba semanas atormentándome.

Yo hace solo un año que trabajaba para una empresa de mudanzas. Un día como otro cualquiera me encargaron transportar unos muebles desde un viejo caserón abandonado a las afueras de la ciudad. Al parecer se trataba de la herencia de un anciano adinerado y sin descendencia directa que sus familiares reclamaron sin inspeccionarla a fondo. La mansión se caía a pedazos, llena de polvo y de trastos viejos, pero lo que más me llamó la atención fue un enorme espejo de cristal que descansaba contra una de las paredes del ático. Por su tamaño parecía imposible que lo hubieran metido allí a través de la pequeña trampilla que comunicaba con la sala principal, pero aun había algo más inquietante, algo inexplicable...

- Usted no se podía creer la imagen que veía en el espejo...

La imagen me reflejaba a mí pero con un herida en la frente de la que manaba un reguero de sangre. Yo me encontraba ileso y nunca había sufrido alucinaciones, así que no pude sino pensar que la razón de aquel reflejo caprichoso estaba en el propio espejo. Al instante comprendí que debía llevármelo de allí para estudiarlo, pero la única manera de retirarlo de aquel endiablado ático era abrir un boquete en el suelo. Me volví a mi casa a por herramienta y pasé toda la tarde serrando aquella madera apolillada.

El caso es que mientras me entregaba a la albañilería sufrí un accidente. Una de las tablas cedió con mi peso y el suelo del ático se vino abajo. En aquel momento culpé a las prisas, aunque más tarde comprendí que estaba predestinado a ello. Entonces, como movido por una voluntad superior, volví a subir al ático para observar de nuevo mi imagen sin entender todavía que no podía verme porque ya me había visto.

- ¿Me está diciendo que el espejo reflejaba el futuro?

El espejo tenía un adelanto de unas seis horas y no tardé ni un día en descubrir las inmensas posibilidades que aquel desfase me podía proporcionar. Bolsa, ruleta, apuestas deportivas, lotería... Ni se imagina la cantidad de dinero que la gente arriesga todos los días confiando en la suerte. Lo único que necesité fue poder ver reflejada la pantalla de mi portátil.

- ¿Y eso fue lo que explica su repentina solvencia financiera?

Eso explica la mansión en Acapulpo, el yate, los deportivos de lujo... Pero también la obsesión de querer amplificar aquel efecto. Por aquel entonces empecé a estudiar manuales de óptica intrigado por saber si una vez fragmentado el espejo y reflejadas sus partes entre sí, aquello me permitiría adentrarme más en lo desconocido. La teoría no me aclaró nada a este respecto, así que entendí que la única forma de comprobarlo era romperlo. Tardé varios días en decidirme, consciente del peligro de estropear para siempre un objeto tan valioso, pero al fin la curiosidad pudo más que la prudencia y lo hice.

El resultado superó con creces mis expectativas. Tras experimentar con diversos ángulos y emplazamientos descubrí que por alguna extraña ley de reflexión la imagen que devolvían los espejos más internos no guardaba una progresión aritmética sino geométrica con la de los primeros. Ante mis ojos se sucedían días, semanas, meses, años, siglos, milenios invitándome a indagar en el futuro más remoto. Allí pude contemplar y comprender el terrible destino de nuestra especie. Unas imágenes tan inquietantes que ni la más perversa de las fantasías sería capaz de concebir.

Un profundo silencio se hizo en la sala hasta que el doctor Santos lo rompió con una voz grave y profesional:

- ¿Conserva usted todavía ese espejo, señor Gálvez?

- Lo destrocé y trituré en mil pedazos.

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18/11/2012, 17:37
_Ameyal_
Sólo para el director

Había sido una noche por demás extraña, las pesadillas no eran lo que le molestaba en realidad sino la sensación de no haber estado solo. Tenía demasiadas cosas en la cabeza como para preocuparse por un sueño recurrente en el que no era él. Estiró la mano y encontró una espalda desnuda, una sonrisa se dibujó en su rostro, al menos tenía algo bueno por lo que sonreír lo que no sabía era cuánto le duraría esa felicidad. Negó con la cabeza, se sentó en la orilla de la cama, tenía que ponerse en marcha o iba a perder toda la mañana como le venía pasando últimamente y no quería perder el trabajo una vez más.

Se levantó dispuesto a bañarse y alejar todas las cosas malas que pudieran ponerle en una situación que no estaba buscando pero sabía que alguien quería decirle algo y no saber el qué, lo aterraba. Se asomó por la ventana, tenía una linda vista al lago y aquella mañana era excepcionalmente bella. Tenía que dejar de quejarse de su suerte si no quería terminar como su madre o peor, como su padre. Una imagen le vino a la mente: demasiada sangre, gritos desconsolados, un cadáver. Se pasó la mano por el rostro con fuerza, como para despertarse pero sabía que ya estaba despierto.

-¿Hey, no es muy temprano?

Preguntó ella adormilada pero mirándolo desde la cama. Se dio media vuelta y se dándole un suave beso en los labios y conminándola a dormir de nuevo. Quiso agregar que era temprano y sábado pero no quiso preocuparla. Acarició la cabellera obscura y volvió a la ventana, no tenía que presentarse pero quería hacerlo para no dar oportunidades a sus enemigos. Vio un ave volar, no la había visto nunca en vivo, sólo en sus malditos sueños. Se estremeció y miró hacia abajo, estaba muy delgado y cada vez más, su hermana siempre lo molestaba con eso pero ya no le importaba tampoco.

Los niños habían venido dos días antes y de camino al baño se encontró con un montoncito de juguetes que tuvo que levantar y poner en la mesita de noche. Ella se removió en la cama, era su amor pero no la madre de sus hijos y eso también le molestaba. Había esperado por ella y cuando la vida la puso en su camino, él ya tenía una. Se maldijo por apurado, por conformista y siguió su camino. No hacía frío pero él estaba helado, debía ser la mala noche que había tenido y la posibilidad de perderlo todo. Tomó el pomo de la puerta y no se atrevió a girarlo, no estaba listo aún. Recargó la frente en la puerta y volvió a oír que ella se movía en la cama, tuvo ganas de volver, de recostarse a su lado y decirle que todo estaría bien pero no pudo, nunca le había mentido y no empezaría en ese momento.

-Abre la puerta-la voz era dulce pero era una orden.
-No…-
-Ahí o aquí, lo verás…-replicó la voz.

Sintió un vuelco en estómago. ¿Con quién estaba hablando? Nunca lo sabía, siempre era alguien distinto, un tono distinto, incluso las palabras o el idioma era distinto. Cualquiera le habría dicho que estaba listo para el psiquiátrico. Finalmente aceptó que la voz tenía razón y giró el picaporte con lentitud, como si del otro lado hubiera un abismo que fuese a abducirlo y dejarlo para siempre

en otra dimensión. Estaba mucho más frío que afuera o al menos eso sentía él, pasó hasta la ducha sin mirar al espejo, evitándolo con todas sus ganas y abrió el grifo del agua caliente, se quitó los interiores que era lo único que llevaba puesto y respiró profundo antes de meterse bajo la lluvia hirviendo, ni siquiera sintió el cambio de temperatura. La ducha duró lo suficiente para arrancarle el frío de las entrañas, salió, se secó y al fin llegó lo inevitable.

La cita que le perturbaba.

Recargó ambas manos en los costados del lavatorio quedándose un rato mirando abajo, lentamente comenzó a subir la mirada, el rostro todo. Sus ojos se clavaron en el espejo, abiertos como dos platos brillantes y azules, la mandíbula se le abrió un poco, el corazón acelerado como cuando había intentado hacer un poco de ejercicio. No se podía creer la imagen que veía en el espejo, se negó rotundamente a creer que era eso en lo que se había convertido. Una angustia le hizo tener ganas de correr, desaparecer pero otra cosa le hacía quedarse para convencerlo de lo que le decía la voz en su cabeza.

-Eres igual a tu padre, eres igual a tu padre, eres igual… Haz lo mismo que él…

Quería llorar pero no podía, él nunca había llorado y no sabía hacerlo pero ahora tenía la necesidad y no sabía cómo conseguirlo. La llamó a gritos, para que viniera y le comprobase si ella veía lo mismo que él pero ella parecía no escucharlo, lo cierto es que sus gritos no eran gritos, eran un hilo de voz. Se agachó, tomó el arma que estaba en el pequeño almacen debajo del lavatorio, se la puso en la sien y mirándose al espejo se dijo:

-No soy como mi padre, no soy mi padre…

El ruido de la detonación la habría despertado si es que ella hubiera existido pero nadie escuchó nada, nadie, nadie era nada.

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18/11/2012, 21:52

Mmmmpfffff…

Un rayo de sol me molestaba, me estaba destrozando, me odiaba el sol ese día, y yo a el.


Abro los ojos, muy hinchados  al parecer, los froto con fuerza e intento incorporarme. Había algo en mi pecho que me molestaba e impedía que me levantase un ataque de tos lanza algo grumoso hasta mi boca, con mucho esfuerzo vuelvo a tragarlo. Intento volver a abrir los ojos, y miro a mi izquierda. Había una chica muy delgada y pálida, con los brazos totalmente tatuados con muchas flores negras Su brazo reposaba sobre mi pecho, y eso me impedía levantarme.


Hago toda la fuerza que puedo, y cojo su extremidad para quitármela de encima y apartarla.


Vaya resaca de mil demonios –pienso para mí- ¿qué coño hice ayer, y quién es esta tía?


Intento levantarme sin éxito, y me viene un flash a la cabeza:


Veo a esa chica, estábamos en una discoteca, y el estrobo me daba en los ojos (la luz siempre me odia, eso es mutuo…). La música golpeaba mis tímpanos, y ella se quedó mirándome, mientras se metía una cosa azul en la boca, una pastilla supongo. Se acerca a mi, y me da un beso en la boca pasándome esa cosa azul con la lengua…


Me doy la vuelta en la cama, y pongo el pie izquierdo en el suelo, manías que tiene uno… Consigo levantarme haciendo alarde de mi equilibrio, me pongo los interiores que estaban en el suelo, y me dirijo hacia la cocina, me siento muy deshidratado, necesito beber algo, si es zumo, mejor, también echo en falta el azúcar en mi cuerpo. Comienzo el camino, y piso algo en el suelo, se me engancha al pie descalzo. Me agacho para recogerlo, y un dolor en el cuello me azota. Lo recojo y miro a ver que es…


¿la servilleta de un bar, y manchada de sangre?, je, cada día acabo peor, espero que no sea de mi nariz.


Sigo hacia la cocina, quiero llegar ya y saciar mi sed. Me rasco el cuello de camino, pero…


¿qué cojones llevo enganchado al cuello?


Comienzo a estirar de algo, parece un plástico, estiro con fuerza, me estrangulo con el, sigo estirando clavando los dedos para que se quiebre, hasta que lo saco con mucha angustia, mientras respiro con dificultad. Sujetando el plástico delante de mi cara, me quedo mirándolo:


Algún día mis juegos sexuales me saldrán caros…


El dolor en el cuello sigue quemándome, posiblemente, en este juego no sólo haya participado el plástico de la cocina…
Llego a la nevera y la abro, señalando con un dedo, voy revisando todas los botellas, hasta que encuentro el cartón de zumo. Con mucho miedo, lo cojo y lo muevo:


Siii, no está vacío como sospechaba.


Saco el tapón y me pongo a beber con mucho ansia, aprieto el cartón con la mano para que salga mas cantidad, hasta que me desborda por las comisuras de los labios, y noto como me va goteando en el pecho. Al terminar de beber, tiro el cartón vacío, seguramente mas tarde me arrepienta de no meter otro. Giro el cuello hacia  abajo, y me golpeo el líquido del pecho para secarme, mientras me pellizco a la altura de las costillas.


Cada vez estás mas flaco tío, tanta fiesta acabará contigo…


Tambaleándome vuelvo a la habitación, mientras pienso:


No tengo ganas de estar con una desconocida, no recuerdo ni como se llama… y ahora no le voy a preguntar sobre la servilleta ni el plástico.


La remuevo un poco en la cama, y cuando parece despertarse le digo con voz suave:


-Tienes que irte, ¿lo comprendes no?


Haciéndose la remolona, abre los ojos, y asiente con la cabeza.


La chica comienza a vestirse, yo me medio giro, no quiero incomodarla, igual ella tampoco sabe ni como me llamo…


-Acompáñame a la puerta Javi. –me dice.


Bajo la ceja izquierda mientras levanto la derecha:


Sabe como me llamo, mierda…


Sin decir nada la acompaño, abro la puerta y espero a que salga, cuando está en el marco de la puerta, se gira, me da un beso en la mejilla, y me dice muy seria:


-Cuida a la Zara, ella lo hará de ti.


Baja un poco la mirada y me comenta con una sonrisa:


-Ha quedado genial.


¿Genial, el qué?, maldita sea…


Veo sus caderas contornearse al salir, decididamente está muy flaca… y cierro la puerta sin hacer ruido.
El dolor del cuello cada vez me molesta mas. Huelo una axila, luego la otra, y decido que ha llegado el momento de darme una ducha.


Entro al lavabo, abro el grifo del agua caliente, y espero a que se llene la bañera, necesitaría un baño relajante, y que me quite toda esta porquería de encima. Lanzo una gran cantidad de sales de baño de color rojo. Cuando están en el fondo de la bañera, echo un chorro de jabón para que haga mas espuma. Rasco sin darme cuenta mi cuello, y ese dolor me molesta cada vez mas…


Me acerco al espejo, abro los ojos al máximo, y me acerco a el… veo algo oscuro en mi cuello, cuando limpio el vaho que se ha creado con la mano, me fijo mejor. No me podía creer la imagen que veía en el espejo, eran letras. Las toco con un dedo mientras las repito:


M M Z F


¿Qué querrán decir esas letras?, ¿serán siglas, alguna droga de diseño?...

Notas de juego

Parece extenso, pero es de lectura rápida :P

Master, decide la edad de quien lo puede leer tu mismo...

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21/11/2012, 12:42
Caodin
Sólo para el director


Los años no pasan igual para todo el mundo, ahora se daba cuenta. El más chiquito de sus nietos se había echado a llorar cuando se acercó a la cuna, llamándola bruja. Su hijo se había disculpado, diciendo que hoy en la guardería la maestra se había puesto una careta para contar historias de terror, y el benjamín se había asustado.

La anciana sonríe y suspira “no importa”. Pero sí importaba. Hace mucho tiempo alguien le dijo que para ser una buena persona lo que debería hacer es comportarse siempre como una persona sacrificada. Dejar el mejor bocado para otros, seguir con una actividad aún cuando el cuerpo le duela…

Y lo peor es que ella lo había creído.

Sus nietos se habían ido ya, y mientras limpiaba el pequeño destrozo que siempre hacían en su casa, no podía evitar recordar aquel cuento que las monjas le contaron cuando era niña. Ya no se acordaba de los nombres, pero la historia permanecía inalterable en su memoria.

Esa historia hablaba de una monjita que lo único que hacía en el convento en el que vivía era limpiar el suelo. Trabajaba de rodillas y despacito, pasando el trapo, y aunque el resultado no era malo había otra monja que siempre la llamaba vaga.
“No trabajas nada”, “eres una vaga”, “Aparta del paso, siempre parece que estés tumbada”

A todo esto la monjita sólo sonreía sin decir nada y seguía con su tarea, silenciosa, despacito.

Años después la montita enfermó y tuvo que dejar de trabajar. Con gran disgusto la contraria fue quien la acercó al médico, y allí le dijeron que su enfermedad llevaba muchos años presente. El doctor no se explicaba cómo había tenido la fuerza de voluntad de no quejarse y seguir trabajando limpiando el piso día tras día. Las rodillas, las caderas… todo su cuerpo sufría por aquella actividad. Cuando la monja que había criticado todo aquel tiempo lo escuchó rompió en llanto, pidiendo disculpas por su comportamiento. No se había dado cuenta del terrible dolor que sentía a cada paso.

La monjita la perdonó, porque era buena y sacrificada, y no le guardaba rencor. En realidad no le dolía tanto, decía.
Al poco tiempo la monjita murió, y fue la contraria quien tomó el relevo para encargarse de la penosa tarea de arreglar el piso de rodillas día tras día, sin quejarse, sin pedir nada, sin molestar y sin sentirse ofendida. Solo daba, daba, daba…

Extraño cuento que habla del sacrificio.

Los años habían ido pasando y ahora ya no podía creer lo que veía en el espejo. Sacrificio. El dolor y el sufrimiento habían quedado grabados una tras otra en ese rostro que ahora le devolvía la mirada.  No se parecía en nada a las fabulosas imágenes que le mostraban en su juventud sus maestras, de hombres y mujeres relucientes y perfectos. Sacrificados y benditos.

Siempre por los demás, siempre para los demás ¿y ahora qué? ¿Quién podía consolar su corazón sacrificado? Nadie, sin duda, nadie… nadie le había enseñado a pedir y nadie supo de sus carencias. Sacrificio, sacrificio. Para entrar en el cielo hay que sufrir y sacrificarse por los demás ¿pero esos otros realmente necesitaban que los tratasen así?

El rostro en el espejo le decía que ya era tarde, demasiado tarde como para reempezar, demasiado tarde para pedir. Tarde, tarde… demasiado tarde.

El resultado había sido una vida en soledad, en la que ni un solo ser humano pudo saber nunca qué era lo que realmente necesitaba, porque todo lo hacía por los demás.

No pidas, se humilde. Confórmate, tienes que ser buena cristiana. Sufre y no te quejes. Mientras más se peleaba contra ese concepto más hirientes le llegaban aquellas voces de su pasado.

Solo quedaba seguir callando y sacrificarse por el propio sacrificio, porque es lo que le habían enseñado y ese era el modo en que ella entendía el mundo. Sacrificio.

Y cuando llegó la muerte se preguntó una vez, una única vez antes de que su mente se apagase, para qué había servido traer a su tierra semejante infierno.

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21/11/2012, 16:21
MarioSZamora
Sólo para el director

EL ESPEJO

Los rusos han entrado en una Europa rota.
Un ángel se le aparece en los espejos a Eva Braun. Le pide que le quite la vida a su marido. Con esto conseguirá la recuperación de Alemania. El ángel le promete, además, que su nombre será recordado y venerado. Eva acepta pero está asustada. Grita. Arroja el espejo de mano contra una pared, lanza una mesilla de noche contra el espejo del ropero que se despedaza.

Con los rusos a menos de un kilómetro de él, Adolfo Hitler no duerme. Los niños han sido envenenados después de cenar y ahora Adolfo oye disparos. Los oficiales se suicidan con sus mujeres. También oye el estrépito de los cristales rotos en la alcoba de Eva y su chillido aterrador. El dictador recorre el bunker semioscuro hacia su encuentro. Descubre a su amante treintañera vestida. Eva se ciñe la blusa, tira de su falda levemente disimulando una arruga, dispone varias cápsulas de cianuro sobre una mesa, se atusa el cabello sin muecas ni secretos ante él.
-Eva -llora Adolfo-. Yo quise ser artista o arquitecto. ¿Para qué fracasé?
-Para odiar a los judíos y a los sindicalistas, mi amor.
-¿Para qué los odié?
-Para canalizar así tu ira, alistarte en el ejército bávaro, ascender a cabo y obtener la Cruz de Hierro por tu labor en el correo.
-¿Qué haces, Eva?
-Voy a matarte.

La hermosa rubia narra con brevedad la aparición del ángel y su mensaje. No se podía creer la imagen que veía en el espejo. Adolfo lo asume con mística normalidad. Eva hierve agua, ordena dos tazas junto al veneno, dos cucharillas, una tetera. Todo dispuesto con simetría. El dictador pregunta:

-¿Para qué aquella derrota en mi juventud?
-Para reconocer así tu amargura añeja y atribuirte el sentimiento de una invalidez física.
-¿Para qué mi pelo es oscuro y para qué soy tan esmirriado?
-Para pasar desapercibido como espía entre los que no se obsesionan por eso.
-¿Para qué espiar?
-Para hacerte con el control y arrebatarle el socialismo a los socialistas.
-¿Para qué llamarle Partido Nacionalsocialista Alemán de los Trabajadores?
-Para que el pueblo trabajador te saque de la cárcel cuando la policía te lleve preso. El té está listo.

Eva responde ofreciendo una cucharada de jarabe de heroína a Adolfo para evitarle el sufrimiento de la asfixia, síntoma que el cianuro pótasico provoca, dejando a los envenenados un rostro atroz, un color morado, una mandíbula desencajada y unos ojos desorbitados que ella quiere evitar al cadáver de su esposo. Pero nadie sabe que esta mujer piensa golpear brutalmente la cabeza de su marido mientras sirve el té: hecho que hubiera dejado a los rusos a un genocida muerto con la cabeza abierta, otro panorama dantesco. Eva rechaza su pensamiento con paciencia tomando también una cucharada de jarabe de heroína.

-¿Para qué me liberaron de esa cárcel, Eva, para qué?
-Eso mismo me pregunto yo.
-¿Para que recurrí a la comprensión intuitiva de la psicología de las masas, a la manipulación de la paranoia antisemita y a mi forma de entender la propaganda y la gran mentira?
-Para crear una coalición de obreros, industriales y financieros descontentos -responde Eva jugando con la cápsula de cianuro en sus dedos-. Es hora de matarte, mi amor. Yo te enveneno. Así, como dijo el ángel de los espejos, Alemania volverá a ser aria y germánica. No habrá lugar para el extraño, para el derrochador, el usurero o el especulador, ni para nadie que sea incapaz de realizar un trabajo productivo.

Cada uno agarra una dosis mortal y una taza de té.
-Por nuestra alma alemana -dice Eva alzando su taza.
-Contra nuestra alma marxiana -brinda Adolfo.
Se queman la lengua porque el té está muy caliente. Esperan a que se enfríe un poco mientras conversan sobre la amenaza bolchevique, sobre la responsabilidad de los barrios bajos en toda depravación humana, niegan que el Báltico sea un mar y lo consideran un lago alemán.
-¿Para qué ascender a canciller? -pregunta Adolfo con la mano en la boca herida.
-Para incendiar el parlamento, culpar de ello a los comunistas, intimidar a otros partidos y asumir el poder absoluto -explica Eva-. El té ya no está tan caliente. Bebamos.
Adolfo Hitler ingiere su cápsula de cianuro y se bebe el té de un trago. Eva Braun hace lo mismo pero sorbo a sorbo. El canciller opina que esta acción es un acto de Estado, no un asunto familiar, por eso se trasladan hacia el despacho. De reojo miran el interior de las estancias que se encuentran a su paso. Están seguros de la muerte de todos, hasta la de los perros. En cuanto entran en la oficina del canciller, el ángel se le aparece a Eva en otro espejo. Le dice que grandes beneficios llegarán a Europa por su sacrificio pero que, sin embargo, hay un cambio en la recompensa.
-¿Un cambio? -pregunta Eva.
El ángel, tras una reflexión, considera que le dará la veneración y los honores a otro hombre, alguien a quien Adolfo Hitler detesta.
-¡A Carlos Marx! -se irrita Adolfo cuando Eva le narra la segunda aparición-. ¿Para qué a ese borracho?
Entonces Adolfo agarra su pistola y se dispara en la cabeza. Rompe, así, el sacrificio de Eva.
Ya no hay honores para nadie cuando entran los rusos al bunker. Ni hallan una Europa blanca ni la sangre de Hitler, sobre la alfombra, es azul. El cadáver envenenado de Eva Braun tiene el rostro hinchado y berenjena. A hombros de un soldado, alguien dijo que parecía un saco de patatas marrones.

- Mario S. Zamora -.

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01/12/2012, 10:36
milady
Sólo para el director

PRIMER desafío de escritura: "El espejo"

Poco a poco miró a su alrededor. La oscuridad había invadido la habitación. Lo que hasta ahora eran cojines, mantas, un peluche.. Todo se transformaba al llegar la noche.

El niño no se atrevía a asomarse. Sacar la cabeza de debajo de la sábana significaba que alguno de esos monstruos podría atraparlo. Su respiración era agitada, pero silenciosa.. No quería que nadie lo oyese.. Podrían saber que estaba allí.

Las horas pasaban lentas.. ¿o tan sólo eran minutos? Cada tic-tac del reloj del salón en ese silencio era una agonía.

De repente una inesperada y traidora sensación de sed se abrió paso en su mente. No se había dado cuenta hasta ese momento de las ganas que tenía de que un trago de agua se deslizase por su garganta, refrescante y purificador.

Pero mamá esta vez se había olvidado de llevarle un vaso de agua.

Tendría que ir hasta la cocina para poder beber.

La simple idea de asomarse entre las sábanas hacía latir más deprisa su corazón. Estaban allí, estaba allí y lo acosaban. Si se asomaba, se lo llevarían.

Cerró los ojos, deseando que no estuviesen. Papá le contó que era así cómo desaparecían, no teniéndoles miedo. Cerrando los ojos muy fuerte, y gritando con la mente.. ¡¡FUERA!!

Pero era tan difícil..

Aún así, el niño lo intentó. El mundo oscuro y silencioso se convirtió en más oscuro y silencioso aún, cuando se concentró en la palabra que debía gritar mentalmente.

Fuera.. fuera.. fuera.. fuera.. ¡¡¡FUERA!!!

Y se atrevió a abrir los ojos tras decirla, consciente de que nada amenazador podía seguir ya cerca suya, con el grito que había dado. Papá le decía que aunque nadie lo oyese, asustaba a los monstruos de la habitación y se iban.

Ojalá haya sido así.

Comenzó a mover lentamente los dedos de las manos hacia el borde de la sábana. ¿Sería capaz de sacarlos afuera? ¿Alguien se los agarraría y tiraría de él hasta llevárselo?... Buuuuf.. El miedo casi le paraliza de nuevo, pero no se dejó acorbardar.

Él era más fuerte que los monstruos.

Contaría hasta tres y se destaparía.. Con un hilo de voz, comenzó a murmurar:

-Una... dos.... y... y... y... (venga ya, puedes hacerlo, no seas tonto) ... ¡¡tres!!

El aire fresco recorrió levemente su cara. Se dió cuenta de lo pastosa que tenía la boca, de lo bien que el agua le sentaría cuando la bebiese.. y de lo tonto que había sido.

Mantas.. Eran mantas.

Miró a su alrededor, dándose cuenta de que todo lo que había creído monstruos eran en realidad las siluetas de lo que de día tan poco le atemorizaba: el gran peluche que sus tíos le regalaron por navidad.. el bulto de los abrigos en el perchero..

Enseguida respiró, aliviado, y volvió a tumbarse en la cama, casi a puto de reirse de sus propios pensamientos. Seguro que la cara de papá cuando se lo contase sería un poema..

Pero.. un momento.

¿No se había movido algo? Allí, al fondo de la habitación..

Una sombra cambió de sitio.

El color volvió a escaparse de su cara. No se atrevía a mover un músculo, su respiración se congeló al instante.

Pero miró. La curiosidad era más grande aún que su miedo.

Su reflejo le heló la sangre. No se podía creer la imagen que veía en el espejo..

Y eso fue lo último que vió.

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01/12/2012, 10:58
lobosol
Sólo para el director

 

"El crimen perfecto"

Jack se encogió al volver a la calle, hacía frío para ir con su camisa de oficina, pero claro, habría llamado la atención si hubiese cogido la chaqueta, era un mal menor para que todo encajara.

Subió a su coche y se incorporó a la carretera “Mil ciento uno, mil ciento dos, mil ciento tres” Era su forma de medir la distancia con el vehículo que le precedía, no podía arriesgarse a tener un accidente, ni a que le parase la policía, todo había salido perfecto y le costaba disimular la sonrisa.

Decían que no era posible el crimen perfecto ¡Ja! Ellos que sabrán, nadie le había visto entrar, el silenciador amortiguó el sonido, un disparo al cuerpo y otro en la nuca, al pobre infeliz apenas le dio tiempo de dedicarme una mirada de incomprensión un ¿porqué? había quedado dibujado en su rostro antes de que pusiera los ojos en blanco.

“Mil ciento uno, mil ciento dos, mil ciento tres” Ahora de vuelta al trabajo, en la oficina todo estaba controlado por cámaras, la policía pediría las grabaciones, pero sólo se vería como entraba en el baño y luego, al poco, como salía de él, veinte minutos exactos, estaba todo calculado, la coartada perfecta.

Por fin llegó al mismo sitio en el que había aparcado con anterioridad, apagó el motor, no había tiempo que perder, cerró el coche, ya estaba casi todo hecho, sólo le quedaba lo más sencillo, entrar en el callejón, colarse por la ventana.

A su edad ya no estaba para esos trotes, la ventana no es que fuera muy grande, pero mejor, cuanto más difícil pareciese antes dejaría de ser sospechoso, se metió de nuevo en el baño, no había tiempo que perder, tiró de la cadena y salió para dirigirse a su mesa, respiró profundamente.

Al poco de haberse sentado una voz se dirigió a él - ¡Jack! ¿Qué te ha pasado? – Susan, la secretaria lo miraba con expresión de incertidumbre y sorpresa – La cara… ¿Pero que te ha ocurrido…?

Trató de mantener la cama. No tenía ni idea de a que se refería, debía de tener alguna explicación lógica. Mejor no hablar, ya que no sabía qué podía decir.

Se levantó de nuevo, volvió al baño y encendió la luz. No se podía creer la imagen que veía en el espejo: su rostro estaba salpicado de sangre.

Eso no ocurría en las películas, la sangre siempre iba hacia atrás, no en dirección de quien disparaba.. demasiado cerca ¡Maldita sea! No quiso errar el tiro y le disparó demasiado cerca.. Jack ya se vio entre rejas. Conocedor de su fracaso, no le quedaba más opción que entregarse.

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01/12/2012, 21:43
Aranía Serigala
Sólo para el director

Un anciano vivía solo en una casa lúgubre, tan vieja como él mismo. Los niños del barrio temían entrar allí pues no sabían lo que encontrarían. Muchos relato fantasiosos surgían sobre su origen,su forma de vivir, su forma de ser...

Desde la ventana de la sala se veían, sobre la chimenea, las fotos de su matrimonio, la de una mujer, la de una anciana. Todas la misma persona.
La mujer del anciano había fallecido 20 años atrás y él se dejó morir en vida en aquella casa. Nadie sabía el cómo hacía para sobrevivir, pero nunca se enfermó ni pidió ayuda.

Un valiente, o tal vez estúpido, ladrón, bajo el rumor de las antigüedades sumamente costosas que había en la mansión, decidió un día entrar por el patio de atrás, pasando por la oxidada reja y tumbando una de las podridas entradas. Todo estaba en ruinas y tapado con grandes sábanas para evitar el polvo. Las levantó y la mayoría eran muebles, vestidos y telas. Había uno en espejo en la mitad de una sala que no tenía ningún tipo de covertura pero que no tenía ni una pizca de polvo. Vio que el marco era dorado y convencido de que era de oro, decidió llevárselo.

El hombre lo cargaba con dificultad y una sombra salió de la nada. Era el anciano, tan empolvado como sus pertenencias. - No te lo lleves, no sabes lo que haces - decía en voz suave haciendo notar que hace mucho no la usaba para hablar con nadie que no fuera el mismo. Estaba confundido si el hombre era una ilusión o era real, pero no se arriesgaría.
El ladrón soltó el espejo un momento y reconfirmando el valor de éste, le pegó con un mazo al anciano. EL anciano cayó al suelo, adolorido y el ladrón decidió observar su botín. "No se podía creer la imagen que veía en el espejo". Una mujer de cabello largo, dorado como el sol, un vestido de color blanco largo y unos ojos negros completamente, estaba levantando al anciano.

Al voltearse, el ladrón sólo vio al anciano ponerse de pie, pero la mujer seguía en el reflejo. El hombre salió dejando todo atrás, corrió como nunca había corrido en su vida, pero una tabla vieja, cedió y el hombre cayó a un hueco que daba al sótano y una de las tablas rotas le cayó encima y por su mala suerte, le atravesó un ojo.

El anciano llamó pero era inevitable. El hombre perdió su ojo y regó el rumor. Ya el temor por la casa del anciano no era sólo por su vejez, sino por el rumor de aquel espejo...

Notas de juego

Terminado, perdón por la tardanza :D

Espero que aún sea válido

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02/12/2012, 19:44
Sólo para el director

Notas de juego

Lamento tener que dejarlo,pero me ha surgido un trabajo importante. Muchas gracias por dejarme leer tan interesantes textos y por tan genial iniciativa de taller.

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02/12/2012, 23:39
Sólo para el director

 

                El joven Ari se encontraba frente a la gran casa. Cierra los ojos, nervioso, pero está seguro de que su objetivo está allí.

                Aquella misma mañana él había estado jugando con una compañera de clase cuando había escuchado los rumores de que algunas personas estaban desapareciendo sin dejar tras de sí nada más que una estatua blanca, lo que hace sospechar que el asesino conoce a sus víctimas, aunque no había ningún nexo común...

                Su investigación fue complicada, pero al final encontró el patrón. En cada zona había cinco estatuas, en tres zonas distintas… Recientemente una cuarta. A sus ojos no había duda, el causante de todo era una Sombra, una entidad de otro mundo que había llegado hasta el nuestro. Él mismo podría ser considerado como tal, pero no… Él las cazaba, él y su linaje. Así era la cosa, había sombras negras… Y sombras blancas. Pretendían hacer un ritual, aunque no supiese bien para qué. Y él era el único cazador en la ciudad… Qué irónico, un sencillo niño de trece años. Un alma de más de mil.

                La puerta fue su primera barrera, pero no le costó flanquearla, sus dones con la naturaleza, incluso muerta, eran grandes, y con unas palabras fueron suficientes para pedirle a la puerta que cediese en su empeño y le brindase paso.

                La casa era grande, casi cavernosa, paredes blancas, luces apagadas, tan sólo la que entraba del exterior era la que iluminaba aquel solitario lugar situado en el centro del pentagrama de pentagramas que estaban dibujando. Inspiró profundamente y echó mano a su arco. Con otras simples palabras el viento susurra a su alrededor.

-Una Gorgona… Esto pinta difícil.

                Sentía cómo su respiración se tornaba algo pesada, pero no le importa. En realidad su cuerpo es inexperto y apenas puede contener sus conocimientos, lo que le deja en clara desventaja frente a una sombra que adapta su cuerpo para hacerse afín a él, pero el miedo no era una de sus debilidades, más bien uno de sus compañeros habituales. Finalmente se encamina escaleras arriba, observando las marmóreas paredes y el blanco suelo, incluso la madera era blanca… El olor a incienso venía de arriba y el brillo de algunas velas colocadas por el suelo captó su atención.

                Craso error, pues de repente un golpe lo derribó por la barandilla y su frágil cuerpo dio de bruces con el suelo, aunque había tenido tiempo a formular un hechizo breve para amortiguar la caída, ahora se encontraba en el territorio de su presa… Y él iba a ser cazado.

-Tú… Debes marcharte…

                Dijo una voz a la que él quiso hacer caso, más no pudo, recordó su entrenamiento… El miedo de nuevo se convirtió en su compañero y disparó una flecha a donde provenía la voz, con los ojos cerrados… Su oído era digno de un elfo. Y su puntería también. Un alarido… pero él sabía que las escamas le habrían evitado que el golpe fuese fatal.

                De nuevo sobrevino el sigilo, pues es bien conocido en los seres viperinos… Y una serie de acometidas, ella se lanzó desde la parte superior y él tuvo que soltar el arco para sacar un cuchillo. No obstante, el cuerpo a cuerpo no era su especialidad y su cuerpo no dejaba de ser el de un niño… El de ella mediría fácilmente siete metros de longitud y tres de altura. Y no por ella era menos ágil.

                En un movimiento final ella lo arroja contra una puerta, la cual cede y le hizo terminar realmente magullado. Alzó la mirada, encontrándose en el cuarto de baño, goteaba sangre por la boca y su mirada estaba desenfocada.

-Vete, por favor… Ari…

                La subida de adrenalina al escuchar le hizo enfocar la mirada y entonces en el espejo lo vió… y no se podía creer la imagen que veía en el espejo. Aquella niña con la que había estado jugando esa misma mañana. La compañera de clase que perdió a sus padres. Ella estaba sola… Y la soledad había permitido el paso a aquella Sombra… Y él no pudo evitarlo, no supo verlo. Su pulso temblaba… ¿Qué hacer? Él era culpable por no haberla podido ayudar, pero ella era una Sombra… Y él un cazador de Sombras. Ari conocía de ella, sabía que era buena y que se preocupaba por los demás, incluso en estos instantes le ofrecía una salida, una huida, a la ira del ser que habitaba en ella.

                La decisión ya estaba tomada.

                Al salir con un paso tranquilo de la casa sus ojos estaban impregnados de lágrimas. Había traicionado todo lo que se le había enseñado… Una Sombra debe de abandonar el mundo por el bien de los humanos pero… Una Sombra también podía ser humana. ¿Quién de ellos era realmente más inhumano? Su lealtad y dedicación se habían visto truncadas.

                Avanza mientras caen algunas gotas de lluvia, el cielo llora por su destino. Tras de sí, Nerea, el nombre del huésped de la Gorgona, descansa sobre un lecho carmesí…

                Ari el Cazador de Sombras murió… Ari el Renegado nace.

Notas de juego

En el último segundo. Pero es que he llevado unas semanas infernales... Sorry. ^^U

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12/12/2012, 13:06
paloto

SEGUNDO desafío de escritura: "Color"

Plazo de escritura: del 12/11/2012 al 24/12/2012

Plazo de comentarios: del 24/12/2012 al 31/12/2012

DESAFÍO:

El desafío consiste en que el relato gire en torno a un color. Cada autor decidirá qué relevancia le dará a la presencia de ese color. Cuando más relevancia tenga en la historia, más se ajustará el texto al desafío. Puede ser desde un semáforo que cambia de color, hasta los intentos de un pintor por buscar el color perfecto, una prenda de ropa en una cita a ciegas, la experiencia del primer homo sapiens negro (o blanco), el resultado de una prueba de embarazo... Echadle imaginación y tomar este mensaje como un verdadero desafío: CUANTA MÁS RELEVANCIA TENGA EL COLOR EN LA HISTORIA, MEJOR.

EXTENSIÓN:

El relato puede tener un máximo de 900 palabras (aproximadamente dos folios de Word). Os aconsejo plantearlo como si fueran unas 800, pues siempre tendemos a pasarnos de largo. Así, si nos pasamos un poco no tendremos que renunciar a esas partes del relato que tanto nos gustan.

Notas de juego

Publicad los relatos en esta escena marcando "Solo para el director"

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14/12/2012, 14:30
Sólo para el director

             Era otra noche igual a las anteriores, pesada, con un calor insoportablemente húmedo,  repleta de mosquitos y otro bichos, tan característica del verano de Buenos Aires como el tango. Ya no recordaba cuando fue la última vez que había podido dormir tranquilo y esperada a que esta noche, al menos por esta noche, todas estas molestias me ayudasen a mantenerme despierto y en vilo, pero el sueño finalmente me venció. Me desperté sobresaltado en medio de la madrugada, transpirado de pies a cabeza y sofocado por la falta de aire. Saboreando la derrota una vez mas, me levante resignado y fui al baño para despabilarme. Intente recordar que había sucedido en el sueño, pero todo era en vano, ya me había olvidado, como siempre. Cuando llegue al lavatorio, abrí el agua fría, me moje la cara y la nuca, cuando levante la vista, no podía creer lo que veía en el espejo.

            Toda la culpa la tenían mis sueños… y es que los muy bastardos se hacen realidad. ¡Cualquiera pensaría que esto es un don o una bendición, que tendría que estar agradecido! Pero nadie no vivió lo mismo que yo. Nadie tuvo que dar explicaciones a su esposa sobre porque se despertó, un martes a la madrugada, en medio de una orgía, o intentar explicarle a su hija de 8 años como en un segundo perdió toda su niñez y se transformo en una mujer adulta, plena, exitosa  y con tres hermosos hijos…

            El problema en parte, es que no tengo el control sobre mi sueños, ni sobre que o quien aparece, ni mucho menos sobre que es lo que sucede en ellos. Excepto contadas veces cuando estoy a punto de despertarme. En esta etapa de duermevela, intento arreglar todos los infortunios, pero siempre me despierto antes de poder hacer algo. La otra parte del problema sobreviene cuando despierto y el mundo real mete sus manos sus mañosas manos en mis ensoñaciones. La lógica de lo onírico no funciona en la realidad, y lo que marchaba perfectamente en mis sueños, manejado por mis deseos, fantasías o ansias, se enfrenta a las voluntades exógenas al sueño.

            Hubo un tiempo donde pensé que, a pesar de tener colgando la espada de Damocles, podría continuar viviendo una vida normal. Incluso todo marcho perfectamente por unos años, hasta logre formar una nueva pareja. Pero una noche soñé que habría pasado si no me hubiera divorciado de mi primera esposa y no hubiera arruinado la vida de mi hija. Cuando me desperté, estaba viviendo con una mujer que ya no amaba y una hija con a la no veía hacía años.

            Una noche intente terminar con mi vida, pero para ese entonces esta maldición había ligado tanto la propia existencia de la realidad con mis sueños, que ya no podía morir, ni sentir dolor. Estaba viviendo un sueño perpetuo.

            No se cuanto tiempo ha pasado desde que esto se inicio, ni la cantidad de vidas que he vivido o los lugares que he visitado. He estado en tiempos tan remotos como la vida misma; y también en el futuro, o tal vez tendría que decirlo el plural. He visto al hombre prosperar, llegar al techo de sus posibilidades, a veces conquistando el Universo, a veces siendo destruida por su propia estupidez, a veces por sus propias creaciones, y otras tantas por cosas que no eran de este mundo.

            Temo que mi cordura no dure mucho mas, cada día que pasa esta maldición me pesa más y ya no logro diferenciar la realidad de mis propios sueños. Me persiguen y me acosan cosas que he hecho, o que he soñado. Las vidas que arruinado…

            Pero lo peor es no saber si todas las atrocidades, los genocidas, guerras, pestes y tragedias han pasaron en realidad o solo fueron productos de mis sueños.

             

           

 

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16/12/2012, 01:53
_Ameyal_
Sólo para el director

No soy capaz de imaginar un mundo donde no estés tú…

Estaba mirando por la ventana, distraída una vez más. Se tiró un poco del pelo y vio que seguía cayéndosele. No cerró los ojos, afuera una cortina bruna quemaba la noche como recordándole quién era ella y por qué estaba allí. Se miró las uñas, estaban carcomidas y el esmalte negro se había ido cayendo a pedazos como se caía su vida porque le había hecho una promesa que no había cumplido. Se sentó en la cama y se puso las zapatillas negras, un rompevientos obscuro y decidió ir a correr, era lo mejor que podía hacer para no pensar.

Mientras corría, el agua caía por su rostro evitándole ver nada más que no fueran las luces de algún auto que venía por la calle extraviado, lo cierto es que con esa tormenta no habían demasiados conductores dispuestos a arriesgar la vida; mientras, ella seguía pensando en él, en su sonrisa y las veces en que a obscuras fue parte de su vida. Recordó aquel momento en que lo vio con su traje negro y sonriendo, con una corbata a juego, parecía el empleado de una funeraria. La primera vez que le sonrió como si la conociera de toda la vida.

No soy capaz de imaginar un mundo donde no estés tú…

Se detuvo un instante antes de cruzar la calle, miró el semáforo pero estaba fuliginoso, no servía. Lo miró largo rato, como si con la mirada fuera a cambiar al color que necesitaba que tuviese y mientras lo hacía, recordaba más cosas. La vida de él con otra, los hijos, los encuentros furtivos, los escapes en el auto negro y viejo de la familia, las promesas, esas por sobre las cuales sobresalía el “nunca te dejaré”. En silencio lo maldijo porque a veces estaba enojada con él y otras simplemente no podía con el dolor, era como si de pronto todo hubiera perdido sentido porque claro, nunca se había planteado que las cosas sucedieran así.

Se agachó poniendo las manos en sus rodillas, escuchando el correr del agua sobre la calle. Le pareció escuchar una extraña cancioncilla que él solía cantarle cuando intentaba conquistarla o cuando intentaba quitarle el enojo o cuando le juraba que era única, que iba a dejar a su mujer pero los niños, los niños lo detenían siempre. Y ella no había tenido corazón para pedirle que los dejase, en realidad no había tenido corazón para eso, ni para nada más que tuviera que ver con ellos y lo que tenían, al fin de cuentas, su corazón le pertenecía.

-Tú sabias que estaba casado…-dijo él.
-No te estoy pidiendo nada y lo sabes-había respondido ella.-Pero si crees que debo dejarte ir, sólo tienes que decirlo…

En ese momento él la había mirado y negado con la cabeza.

-No soy capaz de imaginar un mundo…
-En el que no estés tú-terminó ella la frase.

Siempre era así, ella iniciaba una frase y él la terminaba, él llegaba con un regalo y ella sabía lo que era como cuando le regaló aquel vestido negro para la fiesta de la empresa. Si, esa donde todo el mundo hablaría de ella porque sabían que estaba con él y nadie lo tomaba como algo bueno. A nadie le importaba si en su mundo eran felices y en ese mundo que no tenía colores, ellos a su manera eran felices.

-¡Lo han pintado de azabache, nena!
-No lo puedo creer…
-Y ahora habrá que cambiar todo y volver a pintar. ¿A quién se le ocurre un salón azabache? Allí no se ve nada, no hay luz…

Siempre reían de las cosas del trabajo y ella, aunque no sabía nada acerca de su labor, terminaba recomendándole cosas tontas que luego él ni siquiera era capaz de llevar al cabo pero que le agradecía con muchos besos y quizás alguna hora de sexo en el salón y luego un adiós que nunca era tan largo. Se levantó alejándose del asfalto negro, si seguía doblada sobre sí, terminaría vomitando toda su cólera sobre éste.

-¡Maldito idiota, te tenías que matar por lo que hizo tu padre!

Volvió a mirar el cruce, no venía nadie y seguramente no vendría nadie nunca; era tarde y empezaba a hacer frío, además el agua no menguaba y no tenía intenciones de hacerlo. Se sintió temblar y se vio confundida y sola, enfundada en aquel chándal negro y el pelo escurriendo como una cortina de desasosiego que era igual de bruna que la que le cubría el alma. Respiraba lento, estaba esperando el momento preciso mientras en su mente ligeramente confundida, alguien le seguía gritando a él. Se le hacía irónico que pudiese vivir con sus secretos pero no con los de su padre, ¿no habría sido mejor entregarlo?

Decidió en ese momento que lo haría, sólo tres personas sabían además del padre de su querido Eugenio y ella era una de ellas. Era un jueves negro, lleno de amargura, hora de actuar. Bajó la mirada, cruzó la calle en silencio, repitiéndose que era lo mejor. Un golpe fuerte, un auto obscuro, luces apagadas, la negra noche absorbiéndola, el fuego de su interior apagándose, el asfalto consumiéndola, aquella noche no podía hacer lo correcto y sólo podía repetirse:

-No era capaz de imaginar un mundo en el que no estés tú y he venido a buscarte…

Notas de juego

He cambiado algunos "negros" por sinónimos por consejo de otro escritor.
Y como acotación: A mí me enseñaron que era "Obscuro, obscurecido, obscuridad" y la RAE lo acepta como tal, por ende, está bien escrito. Lo digo porque en el otro texto me lo tomaron como una falta grave.

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16/12/2012, 01:59
_Ameyal_
Sólo para el director

Notas de juego

Máster, cuando subes mi historia, veo que pierde el formato. Quizás es porque usamos otro tipo de editor pero se va a complicar leerlo porque ahora no he puesto negritas y esas cosas. Ojalá pudiésemos arreglarlo de alguna manera.

Saludos!

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19/12/2012, 19:20
Donbarbosa
Sólo para el director

-Azul aguamarina-

Eran la pareja perfecta: la envidia de todas sus amistades. Como nunca tenían nada importante por lo que discutir, a veces reñían por tonterías:

- ¿Sabes dónde está el jersey azul que me regalaste por mi cumpleaños?

- ¿Azul? Querrás decir el verde.

- ¿Verde? ¡Venga ya! Es azul.

- Bah, los hombres nunca habéis sabido distinguir los colores.

- Ya, ¿y eso dónde te lo enseñaron? ¿En los seminarios feministas de la facultad?

- No es feminismo, sino sociolingüística. Los hombre distinguís peor las tonalidades que las mujeres.

- Ya me imagino yo quién habrá hecho esa clase de estudios. Azul, te digo, azul verdoso.

- ¿Azul verdoso? ¡Ja! ¿Qué es eso? ¿Una solución de compromiso para no discutir?

- No es ninguna solución de compromiso. Aunque tenga un matiz de verde, el color que predomina es el azul.

- Que no. Que es al revés. Es un verde azulado.

Para salir de la duda, un día le preguntaron a una amiga de ella, estudiante de Bellas Artes, cuál era su opinión:

- Color aguamarina -sentenció sin dudarlo un instante-.

-¡Venga ya! Ese color no existe.

¡Pues claro que existe! Búscalo en Google y ya verás.

Y, efectivamente, aquel dichoso color, a un cuarto de distancia del azul y a tres cuartos del amarillo, justo en el medio del azul y del verde, reclamaba su identidad dentro de un pintoresco círculo cromático.

- Pero vamos a ver -siguió polemizando él, insatisfecho con aquella solución técnica-. Esto no resuelve el problema en absoluto. Ese color puede que exista entre pintores, pero en la vida real nadie necesita ser tan preciso. Nos basta con clasificar las cosas en azules y verdes. Y yo lo que digo es que el aguamarina es un tipo de azul.

- Es que está a medio camino entre el azul y el verde. No es ni lo uno ni lo otro. O más bien son los dos al mismo tiempo.

- Eso será el aguamarina ideal -dijo sacando a relucir entonces todo su bagaje filosófico- que no existe más que en la mente de los pintores. En la realidad siempre va a estar más cerca del azul o del verde. Y este jersey es de un aguamarina que cae del lado del azul.

- Que no, que no seas terco. La industria textil trabaja con colores puros. O al menos lo suficientemente puros como para tu ojo no sea capaz de distinguir esos matices.

Pasaron los años y aquella polémica quedó entre paréntesis hasta que sus estudios universitarios le llevaron a poder abordarla desde una nueva perspectiva. Al parecer, un filósofo del lenguaje llamado J. Searle había presentado hace años la paradoja de si un ciego de nacimiento que hubiera realizado estudios superiores de física tendría un conocimiento más profundo de lo que es el color por poder describirlo en términos de la longitud de su espectro de onda que alguien que simplemente lo hubiera experimentado en su conciencia.

Estas reflexiones le hicieron dar con la solución científica al problema: los programas de diseño gráfico son capaces de analizar la composición de una región cromática en términos de la cantidad relativa de cada uno de los tres colores puros, así que aquella vieja discusión podría zanjarse definitivamente con la ayuda de la informática.

Aquella tarde, cuando llegó a casa, su compañera todavía estaba en el trabajo. Lo primero que hizo entonces fue sacar una fotografía del jersey. Después la importó a un editor de imágenes y homogeneizó el color de la región. La matematización del problema era muy sencilla: si aquel color presentaba más de un setenta y cinco por ciento de azul puro, entonces era azul; si por el contrario, el porcentaje era menor, entonces sería verde.

No quiso conocer la respuesta hasta que ella llegara. Ambos debían compartir juntos el momento mágico de la revelación, diera la razón a quien fuera. Una hora larga más tarde, su compañera llegó a casa y cuando él, ilusionado, le contó la manera que había ideado para resolver la vieja polémica, ella no pudo evitar soltar a reír:

- ¿Aún sigues dándole vueltas a aquello? Está bien, señor investigador -le dijo resoplando y tirándole cariñosamente del moflete-, enséñeme usted el resultado de su experimento.

La prueba crucial había llegado. Analizando color. Resultado: azul: 75,2 % ¡Estaba dentro del rango! ¡Era azul! Entonces la miró a sus ojos de un marrón verdoso o verde marronáceo, que lo escrutaban con interés y pasión y vio cómo sus labios dibujaban una pequeña sonrisa al mismo tiempo que con su mano le acariciaba cariñosamente el cuello.

- ¿Y bien? No me tengas en vilo. ¿Qué significan esos números?

- Verde... Tenías razón cariño. Aunque por muy poco.

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20/12/2012, 19:56
Dante
Sólo para el director

Yo de este me temo que tengo que dejarlo..entre el paron navideño y otros..este desafio me lo salto...

 

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22/12/2012, 18:40
Paladin Taza
Sólo para el director

Los colores olvidados

Los rayos de luz del mediodía entraban a través de los grandes ventanales en la galería del hospital. A uno y otro lado del pasillo de baldosas grisáceas, dos hileras de camas vacías y pulcramente hechas aguardaban pacientemente la llegada de enfermos y heridos. Los pasos apresurados de una enfermera que atravesaba el pasillo en dirección a la única cama ocupada rompieron la quietud.


—Señor Debussy, ¿no se ha enterado aún?


La enfermera se sentó en la cama de un brinco. Llevaba el pelo recogido bajo una cofia y su sonrisa brillaba en armonía con el sol que se colaba a través de la ventana. En la cama descansaba un hombre macilento, con la parte superior de la cabeza recubierta por un aparatoso vendaje y el resto del cuerpo oculto bajo las sábanas.


—¿Qué ocurre, señorita Miranda? —La voz era a un tiempo tranquila y quebrada.


—¡Napoleón ha vuelto! ¡Desembarcó en Antibes hace un par de semanas y ahora marcha hacia París!


La brisa apenas agitaba los geranios en las macetas. El silencio se extendía como un bálsamo por el antiguo hospital. El señor Debussy no dijo nada.


—No le comprendo, ¿acaso no se alegra?—La enfermera miraba con extrañeza el rostro semioculto bajo las vendas. Era el rostro de un veterano herido en la batalla, un soldado de “La Grande Armée”.


—¿Por qué iba a hacerlo? Esto no traerá nada bueno.


—¡Pero! ¡La gente está entusiasmada!


El señor Debussy suspiró, y dejó caer la cabeza hacia un lado. La sonrisa de Miranda se apagó y bajó la mirada hacia sus manos, ahora entrelazadas en su regazo.


El herido sonrió con una mueca torcida. Se enderezó con la ayuda de la enfermera, quien dobló la almohada detrás de su espalda para que tuviera apoyo. —Miranda, aún siento una gran conmoción. He perdido la vista y los doctores dicen que no la recuperaré. Mi cuerpo se consume como la llama de una vela.


La enfermera le acercó un vaso de agua y tomó la mano del enfermo para que éste bebiera a su antojo.


—Pero eso no es lo peor. El cuerpo no es más que una herramienta del alma. Hasta el dolor más terrible es soportable y existen medios para calmarlo. —El señor Debussy miró en dirección a la ventana, por mucho que sus ojos estuviesen cubiertos bajo las vendas. — Todo está impregnado de negrura. Por más que lo intente, a cada día que pasa mis recuerdos se vuelven más vagos, y los colores se escurren entre mis dedos. Voy olvidando los tonos, los matices. Las arboledas que pintaba, reflejando el frío y el otoño, se tornan grises, tristes, casi monocromáticas. El mar, con sus infinitos matices azules y metálicos, gris también. El pelo de mi madre, negro. Sus ojos, ¡negros! —Se golpeó con ambas manos la cabeza. Pero en el brazo derecho el vacío de su mano desaparecida solo consiguió asir la nada.


Miranda le sujetó la mano, y comenzó a acariciársela, mientras las lágrimas resbalaban por sus sonrosadas mejillas. La brisa se levantó fuera y abrió la hoja de un ventanal cercano. Las hojas de los geranios se sacudieron y las sábanas se agitaron como si deseasen alzar el vuelo. Olía a primavera.


—Miranda, ¿qué día hace?


La enfermera se sonrojó. Se retorcía las manos mientras miraba a través de la ventana.


—Hace un día estupendo. El sol ya empieza a calentar y parece que la vida se despereza.


El señor Debussy suspiró y relajó su espalda sobre la almohada.


—Noto cómo se desvanecen. Como cuando olvidas el rostro de un amigo, por mucho que te esfuerces en conservarlo. –El señor Debussy alargó la mano izquierda hasta la suave y cálida mejilla de la enfermera, rozó el pelo negro y volvió a la cama. 


—¡Tengo una idea! —La enfermera se marchó casi corriendo y volvió al cabo de un rato con algo en la mano.


Marchamos durante semanas a través de la nieve. Teníamos que comernos a los caballos y nuestros uniformes apenas eran reconocibles bajo el barro y los harapos que usábamos para no morir de frío. Pero éramos jóvenes franceses dispuestos a todo, confiábamos en Napoleón y en nuestra misión.


Formamos en columna en las afueras de Mozhaisk y avanzamos al toque del tambor. Tenía las manos ateridas de frío y los dientes me castañeteaban. Recuerdo que tenía la vista fija en la punta de mi bayoneta mientras me concentraba en mantener el ritmo de marcha.


Los disparos llegaron desde unos arbustos donde los rusos nos esperaban. Las balas zumbaban de un modo aterrador. La nieve saltaba aquí y allá, y las detonaciones eran ensordecedoras. Pronto, toda nuestra columna estaba cargando y gritábamos con una sola voz. Solo si te disparan a ti o a tus compañeros de rancho puedes gritar de ese modo.


Entonces vi el negro. Surgió en medio de la columna, como una araña oscura que alargase sus brazos en todas direcciones. El barro y la nieve brotaron furiosamente de aquella maraña. Era un erizo con púas de metralla. Algunas esquirlas brillaban como saetas encendidas.


Creo que los compañeros que marchaban delante de mí desaparecieron. No les volví a ver.


Invadimos Rusia 650.000 soldados. Volvimos 40.000.


La enfermera escribía y el veterano dictaba. Las palabras fluyendo por el papel, negro sobre blanco. Convertidas en un modo de asir los colores y plasmar los recuerdos. Para nunca olvidar.

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23/12/2012, 21:06

Plateado…


Aún estaba anonadado, observando mi reflejo en el espejo, cuando lo entendí todo…
Ya está, es una broma, las letras MMZF están pintadas, seguro…


Bajo la vista, y pongo la mano sobre el grifo, estaba de color mate debido a la cal. Sin inmutarme mucho, comienzo a mojarme las manos, y con ellas llevaba el agua hasta el grifo, haciendo que el color plateado volviese a renacer entre la suciedad.


El brillo que proporcionaba, era atroz, parecía que mil rayos de luz se reflejasen en el mango, me molestaba a los ojos de tal manera, que tuve que taparlos con una mano mientras con la otra lo limpiaba, pero con mi típica cabezonería, iba abriendo los dedos para echar alguna mirada, casi dejándome ciego.


Apagué la luz dando un manotazo al interruptor, pero el color argénteo seguía brillando, era un brillo esperpéntico, horrible, inhumano,  y claro, sin poder llegar a hacer la prueba, tuve que salir del lavabo, y me dirigí directo a la cocina.
Caminaba directo a ella, y pasé por delante de mi habitación, cuando un resplandor volvió a cegarme.


Maldita sea…


Me acerqué, no sin miedo, y miré que era lo que brillaba bajo la cama. No parecía ser un objeto demasiado grande, sino algo pequeño. Metí la mano, y saqué algo alargado, fino y duro. Cerré los ojos, y lo atrapé entre dos dedos, observándolo a la luz.


¡Joder!


Lancé el objeto a una esquina, no porque me molestase tanto ese plateado, esta vez con la punta teñida de rojo, ya  era una jeringuilla usada.


Puta yonca, no es la primera vez que se me cuelan en casa a dormir, eso explica la tía con la que me desperté, y ese es el por qué estaba tan delgada. Que asco…


Curiosamente, la luz no me molestaba, sino el color plateado, me daba cuenta de que en una casa normal y corriente, hay cientos de objetos plateados, embellecedores en lámparas, clips para sujetar papeles, hasta la punta del cargador del teléfono me molestaba, incluso me aterrorizaba según el tamaño.


Continué mi camino hacia la cocina, pero el grifo estaba más que reluciente, lo había lavado el día anterior, aun con las manos delante de los ojos, podía llegar a ver ese objeto reluciente, plateado, sobrenatural.


Decidí ir directo a la discoteca en la que estuve el día anterior, voy al llavero que hay en la puerta, estiro la mano para coger la llave del coche, y …


¡Mierda! Plateada…


La meto en mi bolsillo, ocultando el resplandor argénteo , y continuo pensando:
Seguramente la Zara trabaje en esa discoteca, y pueda explicarme lo que significan las letras MMZF, como sea una droga experimental para volver loca a la gente, lo están consiguiendo.


Tapo mi vista con la mano, entro en el ascensor, y recuerdo que el techo de este tiene una parrilla color plata encima.


Venga, sólo son tres pisos mirando hacia abajo.


Concentro mi mirada en mis botas, ocultando una hebilla plateada que llevan al lado, cuando un sudor frío comienza a rodar por mi frente.


Mi coche, es, es, es…


Se abren las puertas del ascensor, las luces del parking estaban apagadas, pero ahí estaba, mi coche plateado oscuro, brillando en la oscuridad.


Caí de rodillas al suelo, tapándome los ojos, cuando de repente, recordé una cosa:


En la guantera tengo… mis gafas de sol polarizadas.


Comienzo a caminar de espaldas, hacia mi vehículo, y aprieto en botón del mando dentro del bolsillo, pero no escucho el típico “chi chip”


Maldita sea mi suerte, no puedo abrir si no saco la lleva del bolsillo, la pila parece empezar a estar gastada…


Miro hacia arriba para desviar la vista de la llave, cuando un embellecedor plateado de las luces, me ciega por un momento, saco la llave a toda prisa, y la dirijo por encima de mi hombro, y pulso el botón


¡Chi Chip!


Arrastro mis pies caminando hacia atrás, con la mirada baja esquivando la plata que hay por todos lados, apoyo mi mano en la maneta, y consigo abrir la puerta.


Cierro los ojos, me siento en el asiento del copiloto, y abro la guantera, mientras miles de rayos intentan colarse entre mis párpados.


Hago un alarde de fuerza, sacando las gafas de su funda, me las coloco con los ojos aun cerrados, comienzo a abrirlos poco a poco, lanzo una tímida mirada, y ahí está, mi coche plateado. Parecía recién lavado de cómo brillaba, pero realmente yo sabía que tenía una fina capa de polvo.


Me encaro a la llave, y la veo sin problemas.


Mmm, el polarizado está haciendo algo para cortar los efectos del plateado.


Busco todas las piezas plateadas que hay por el garaje y comienzo a mirarlas como si fuese la primera vez, como si en vez de plata, fuesen diamantes.


Me monto en el coche, arranco mientras se enciende la radio, y piso el acelerador a fondo…


Necesito una o dos explicaciones…

Notas de juego

Si no es molestia, pido que mis críticos sean los mismos que la otra vez, ya que hago una continuación de la historia.