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Schaar retiró la silla de su señora para que ésta pudiera levantarse con elegancia y tras un - Señores - cortés, acompañado de un gesto de cabeza, se retiró tras Dubieta como la sombra que siempre la acompañaba allá donde fuere.

Mi señora, que descanséis- responde el Chambelán mientras se levanta en señal de respeto a la marcha de Dubieta. Ahora ya no hacía falta que se mantuviera allí. Cuando la noble se fuese, el también se iría a sus aposentos ha cumplir el trabajo que el duque le había encomendado.

- La noble Dubieta Szantovich sale del Salón Principal, seguida por su Caballero, Schaar Dvy.

- Algo después sale el Chambelán y finalmente el Salón de la Corte se va quedando vacío.

El guardia os acompaña a un enorme salón que se usa para las recepciones oficiales del Duque. En estos momentos está vacío.

-Iré a buscar al Senescal como el Chambelán me ha ordenado. Esperen aquí.

El guardia sale y os deja allí solos.

Zort gira mriando el recinto y deja ir un pequeño silvido.

- El Duque si que no se ha privado de nada... - Se acerca a Zuyla asegurándose que nadie oiga, y le habla casi en susurros - Hijo de aquí en mas quiero que redobles la guardia. Mantente todo el tiempo alerta y, sobre todo, con los oídos abiertos. Haz muchos "amigos", pero no confíes en ninguno. La vida en la Corte tal vez no sea lo mejor para un guerrero. Aquí por lo general no esquivarás hierro, pero las lenguas suelen ser igual o peor que ello. Solo me tienes a mi, y yo a ti. Recuerda esto!

AVANZADA LA TARDE.

- ¡Esto es un ultraje! ¡Han transcurrido horas y todavía no ha salido nadie a atenderos!

Sí padre respondió solícito el caballero. Zort tenía mucha más experiencia que él en aquellas lides, y desde luego, no iba a ignorar semejante advertencia de su propio padre. Estad tranquilo, no lo olvidaré.

El tiempo pasaba, y nadie llegaba al salón. Zuyla había apurado su copa hacía rato, y tras ello tan sólo había probado el agua, ya que no gustaba de beber en exceso.

Parece que se retrasan, padre.  anunció lo obvio el caballero. Creo que debería echar un vistazo, quizá algún criado sepa qué ocurre. dijo incorporándose, y dirigiéndose a las puertas para abrirlas.

Zort comenzaba a impacientarse, aunque no lo demostrara abiertamente. Pero el claro jugueteo de sus dedos lo delataba ante quien lo conocía bien. ¿Sería un descuido? ¿O alguna especie de escarmiento? Como fuere ya habían pasado muchas horas.

- Ve, pero no te alejes mucho hijo. No estoy seguro del porqué de esta espera...

- No es hasta mucho rato después, que los guardias abren las puertas del gran salón del castillo, y el Chambelán Lorand Teleki entra al mismo.

- Ve que los dos nobles Dravescu llevan horas solos y desatendidos en el salón principal.

Chambelán se incorporó el caballero, como accionado por un resorte, al ver entrar al hombre del duque. El refrigerio ha sido un poco más largo de lo que esperábamos. le invitó a explicarse, sin adoptar una actitud hostil, aunque resultaba evidente que estaba un poco molesto por haber pasado horas aguardando sin saber qué ocurría. Debo preguntarle a qué se ha debido esta larga espera...

El Chambelán entra en el salón y no puede evitar sorprenderse por el panorama. ¿Donde se encontraba el refrigerio? ¿Y el senescal? Maldice en silencio por esa situación y se acerca hacia el Caballero.

Mi mas sinceras disculpas, mi señor- dice, ligeramente compugnido- desde luego, trataros a ambos de esta manera no es propio de la corte del Duque- tendría que hablar con cierto senescal envejecido por no haber aparecido, aunque también tenía el parte de culpa. Debía haber mandado directamente al guardia a darle el recado al Adelmus y no él. Pero ya no tenía remedio- debía tratar un asunto algo delicado. Un mensaje hacia cierta persona que quería entrar en el castillo, y que tenía vetada la entrada.

¿Habéis tomado algo?- le pregunta- puedo llamar al servicio para que os ponga lo que deseéis. Y ahora si, podemos hablar con tranquilidad.

El Senescal Jensi Stolnic entra acompañado de Innya.

Encontrarse con aquella moza había sido toda una suerte para él. Se había entretenido demasiado en sus asuntos y había descuidado a los visitantes demasiado tiempo.

-Disculpad mi retraso caballeros. Dijo a los presentes. He querido asegurarme personalmente de que su refrigerio llegaba lo antes posible. Se volvió hacia Innya con tono severo. ¡Venga muchacha! ¡No hagas perder más tiempo a estos caballeros, llevan esperando por ti mucho tiempo! Después se acercó al grupo que formaban el Chambelán y los dos caballeros. Soy el Senescal Jensi Stolnic y ustedes...

Dejó la frase sin terminar, aquel inútil del guardia no le había dicho quien esperaba en el salón y nadie le había informado de nada.

Sí, una doncella había dipuesto algo para refrescarnos, no os preocupeis respondió Zuyla para quitar hierro al asunto. El mayordomo le caía bien, y no deseaba hacerle sentir aún peor por aquel asunto, ni parecer un noble ñoño que se ofedía por cualquier nimiedad. Aunque hubieran sido varias horas las que duró la espera.

En esos instantes, no obstante, llegó el que parecía haber sido el verdadero responsable del trato sufrido. Un hombre anciano, adusto, acompañado de la doncella que los Dravescu ya habían visto antes, y a la que trataba de modo despótico, como si fuera culpa de ella el no haber sido tratados acorde a su estatus, y las normas de cortesía. ¡Y él ni siquiera se sabía sus nombres!

Zuyla estudió a aquel senescal, sin decir palabra pero mudando su humor así como el gesto de su cara. No le gustaba que se tratara así al servicio. Cada cual nacía en la posición que el Señor le confería, pero no había necesidad de ser grosero con los menos afortunados.

Zuyla tomó una copa de la bandeja que Innya sostenía, antes de contestar al senescal, dejando prolongarse el silencio incómodamente co el anciano.

Gracias, le dijo a muchacha buscando su mirada, para que la joven al mismo tiempo pudiera mirarle a sus ojos, y cuando lo hizo, la sonrió cálidamente.

Solo entonces, el caballero se giró hacia el senescal y respondió a su pregunta, en este caso adpoptando una posición altiva, regia, como pocas veces lo hacía. Senescal rompió su mutismo Soy el Caballero Zuyla Dravescu, y éste es mi padre, el Emisario Zort Dravescu. Venimos como resultado de haber sido convocados por el Duque para entrar a su servicio. explicó paseando por el salón copa en mano, sin apenas probar el vino. El viaje desde Slatina ha sido largo, senescal. Y la espera del Duque aún mayor. Es urgente que sea avisado de nuestra presencia, si no lo ha sido ya.

Dravescu... Susurró Zort mientras Zuyla los presentaba. Sonrió a la jóven mientras tomaba una copa. Hacía tiempo no veía una cara femenina delicada, por un segundo recordó a su sobrina. Esa sonrisa nunca se iría de su memoria.

- Gracias por recibirnos Senescal. No queremos ser descorteses, pero mientras antes sepa el Duque de nuestra presencia mejor será. Mi salud nos ha retrasado... pero seguramente ya lo sabréis.

Sino os importa, yo me encargaré de ese asunto. El Duque muy posiblemente se haya enterado de vuestra llegada, pero como sabréis es un hombre muy ocupado y tiene mucho trabajo que organizar. Si me disculpáis- y dejando en manos a los hombres con el senescal, inclina la cabeza en señal de despedida y se marcha hacia los aposentos del Duque.

- El Chambelán sale del Salón Principal.

- Disculpadme, mis Señores, perdón... De nada, Caballero...

Con una sonrisa brillante que desmentía el tono preocupado que la muchacha había adoptado, Innya repartió las copas, las llenó de vino y ofreció alguna pieza de fruta a los dos nobles, al Senescal y al Chambelán antes de que éste se fuera de nuevo.

Agradeció también la cálida mirada de Zuyla, y su comprensión: La reprimenda no tenía sentido. La verdad es que llevaba mucho tiempo allí delante, esperando que alguien le franqueara la entrada. Pero no se quejó.

Sin dejar pues de agradecer con la actitud el trato que los recién llegados le dispensaron ante la injusta reacción del Senescal, apenas le murmuró a éste último, casi inaudible.

- Es mi primer día como sirvienta en el Castillo, Senescal, lo siento, ando aún algo desorientada. - Y a todos, de nuevo. - Mis disculpas, Caballeros.

Hizo un gesto de despedida hacia el Chambelán cuando salió por la puerta y después se centró en los recién llegados.

-Zort y Zuyla Dravescu... El Duque os esperaba hacía mucho tiempo.

Él mismo ya casi había perdido la esperanza que aquel reclamado caballero no llegara nunca, aunque no recordaba que fueran a venir dos personas.

-Pero sentaos y tomad algo. Dijo señalando unas sillas. Al menos descansaréis un poco mientras vuestras habitaciones se acondicionan.

La voz de Innya hizo que se volviera hacia ella sorprendido, no se esperaba que se dirigiera a él.

-Quédate en un sitio donde no molestes y encárgate de llenar las copas cuando estén vacías. Cuando hallamos terminado recoge y limpia todo.

Al fin y al cabo no era culpa de la pobre muchacha que alguien la hubiera mandado allí en su primer día y casi sin saber desenvolverse y su desorientación había resultado oportuna para él. Volvió de nuevo su conversación hacia los Dravescu.

-Me alegro que vuestros problemas de salud hayan remitido y que hayáis llegado con vuestro hijo. ¿De que problema se trataba? Si no es indiscreción.