Partida Rol por web

Llegaron al sitio donde Ashley había estado durmiendo y siguieron corriendo. La Philodox no se sentía segura. Sólo había bastado una siesta para que Donny cayese en una trampa. Aquel sitio era demasiado peligroso.

Sólo cuando le ardían los pulmones y sus patas suplicaban por un descanso se dejó caer a la sombra de un árbol. Mala Pata iba con desventaja, pero hizo lo mismo que ella. Ashley le miró con la lengua caída a un lado de la boca y le preguntó:

-¿Qué es este sitio? ¿Cómo se sale de aquí?

-Esto es un Reino Umbral, se llama la Lobera. Aquí vienen los de mi Clan a pasar su Rito de Iniciación. Mancha Roja, mi alfa, me dijo que viniera. Los ancianos se fueron cuando entré aquí. Me dijeron que volviera cuando fuese un verdadero Garras Rojas. Que tenía que aprender algo, a ser un verdadero Lupus. Aqui sólo se puede ser un lobo, pero cuando lo entiendes, te puedes ir.

El Metis soltó un gañido lastimero.

-Pero llevo aquí muchos días y no sé cómo volver. No consigo cazar, los lobos me echan porque no soy de su manada. No me importaría ser su omega, pero ellos no me quieren ni por eso. Y los humanos cazan lobos. Me cogieron unos, fueron amables y me llevaron con ellos. Me cuidaron en su casa y comí bien, pero otro dijo que había que ponerme a dormir porque tengo la pata mala. Me escapé. Tengo mucho hambre. Sólo he conseguido comer algo de carroña, pero los lobos no me dejan rondar mucho su territorio...

Se dejó caer a la sombra del árbol jadeando pesadamente. Mientras Mala Pata se explicaba, Donny olfateaba y lamía la pata allí donde el cepo le había aprisionado. Maldición, ya lo había entendido. Eran lobos. No había más que entender. ¿Qué más había que saber? Cuando recuperó el aliento se arrepintió de haber tirado la comida. Estaba totalmente roto. Llevaba toda la noche corriendo o atrapado en una trampa. Los lobos eran resistentes y podían correr mucho tiempo sin descansar, pero no con el estómago vacío. Le parecía que había sido hacía toda una vida cuando había podido beber de ese arroyo. Donny no pasaba hambre desde su Rito de Iniciación. No le hacía falta. Iba a cargarse a Dom. Pero primero tenían que decidir qué iban a hacer, y estaba agotado. Le iba a tocar a Ashley proponer el próximo plan. Al menos ella había echado la siesta. -¿Qué vamos a hacer? -Lo sentía por Mala Pata, pero no tenía ánimos para lamentarse por él y su historia. Tenían bastante con lo suyo-. Estoy muerto de hambre.

-Pues hay que comer, está claro -dijo Ashley.

Estaba cansada y hambrienta, y sólo podía pensar en los húmedos trozos de ciervo que podría haber devorado de no ser porque Donny se había achantado. Le dolían cosas que no sabía que existían, y tenía miedo de lo que pudiese pasar ahora, de no ser capaces de salir. Tenía a su cargo a Donny y al Metis, y aunque en otra circunstancia le habría echado a mordiscos, cualquier lobo adicional para su manada improvisada era muy necesario, cojo o no.

-Mala Pata, ¿sabes cazar, verdad? Pues sígueme. Si no comemos, no tendremos fuerzas para hacer ninguna otra cosa. Donny, quédate aquí. Si alguien tiene problemas, que aulle.

La Fenrir salió olfateando en busca de la enésima presa. Por alguna parte tenía que haber un hervíboro jugoso que diese para que los tres recuperasen fuerzas. No demasiado, claro: estar amodorrados no les haría ningún favor.

-Hasta luego, Donny.

Despidió a Ashley con un gruñido cansado. Si iban a marcharse los dos podía dormir un poco. Los aullidos le despertarían si caían en una trampa o algo así, y se estaba estupendamente a la sombra. Además, incluso si quisiera levantarse, estaba tan destrozado que le hubiera llevado un rato. Mejor descansar el susto.

Ashley se las arregló. Siempre se las arreglaba. Mala Pata no ayudaba demasiado, pero juntos lograron cazar algún conejo que puso fin a su hambre... o engañó a sus estómagos hasta que pudieran conseguir algo mejor. Cuando Donny se unió a ellos, lograron matar a un ciervo y darse un buen festín, pero no pasó mucho tiempo antes de que comenzasen a distinguir las antorchas del hombre acercándose a ellos y trayendo la muerte consigo.

Huyendo y descansando a turnos, perdiéndose en el territorio de la otra manada y vigilando para que no viniesen a echarlos, pasó un día y otro día. Ni Donny ni Ashley habían pasado tanto tiempo en forma Lupus, pero debían admitir que para mantenerse alerta resultaba muy útil. El olfato les guiaba y sus oídos sensibles les anunciaba cualquier peligro. Los aullidos lejanos de la otra manada expresaban su composición y estado, además de su posición. Habían empezado a comprender parte de sus instintos, pero era posible que no bastase con eso.

Aquel día, la otra manada se encontraba muy cerca, pero ellos habían logrado recuperar fuerzas y Donny quería probar suerte retando de nuevo a su alfa.

Donny se acostumbraba rápido a la rutina. Descansar, buscar comida y huir constantemente no dejaba mucho tiempo para pensar en qué podían hacer para salir de allí, así que había dejado de hacerlo. Cuando volvieron a encontrarse cerca de la manada Donny aulló para provocarles. No podían huir constantemente, y cuando venciese al alfa sólo tendrían que huir la mitad. Avanzó hacia la manada, guiándose por el olfato para seguir las marcas más recientes.

La manada de los otros lobos no tardó en hacer aparición entre los árboles. El poderoso alfa, como la última vez, encabezaba la marcha. Se enfrentó a Donny con la misma fiereza que siempre, intentando intimidarlo primero.

Ni aún con las fuerzas que había conseguido reunir, ni con toda su determinación era capaz Donny de someter a un lobo más experimentado que él. Frustrado, pero sin ninguna intención de salir corriendo esta vez, echó las orejas hacia atrás y adoptó una posición defensiva, preparado para que el alfa diese la primera dentellada.

El ataque del alfa fue rápido, pero no lo bastante. Donny ya sabía cómo se peleaba siendo un lobo y pudo evitar los daños torciendo el morro y parando su ataque con las patas.

Donny, hecho un torbellino de dientes y gruñidos, dejó caer las patas delanteras sobre los hombros del alfa y trató de derribarle para poder darle un par de dentelladas.

El ataque surtió efecto inmediato. Asediado por un lobo más fuerte que él, el alfa se dejó caer en posición de sumisión lloriqueando y mostrando la garganta. Tenía heridas aquí y allá, producto del brutal ataque de Donny.

Donny se irguió y echó las orejas hacia delante para parecer más amenazador. Gruñó al lobo al que había derrotado, le dio un empujón con las patas y se volvió hacia el resto de la manada. Uno por uno les fue saltando encima, empujándoles los hombros con las patas delanteras y gruñendo hasta que se sometían.

Los lobos fueron accediendo a sus exigencias y todos mostraron su garganta en señal de rendición. El antiguo alfa, cojeando, intentó pasar desapercibido, pero Ashley le dio un golpe en el costado y lo alejó del grupo. Ahora ella era la hembra alfa y como tal, impondría su voluntad sobre aquel grupo de inferiores.

Tras integrarse en la manada, los tres Garou tuvieron la oportunidad de guiar a sus nuevos compañeros a la caza. Era extraño convivir entre lobos, sin hablar una palabra ni permitir discusiones. Donny tenía que cuidar de que los demás no intentasen quitarle el puesto y aprendió a mantenerlos sumisos a cada momento. Tras hacer caer una presa, el Roehuesos era el primero en comer, seguido de Ashley, y en todo momento los dos tenían que gruñir y amenazar a los demás para que no se atreviesen a hacer amago de hundir el morro en las entrañas calientes.

Mala Pata, al que le habían permitido ser el beta, estaba encantado. Todavía no podía creerse que le dejaran comer carne fresca y no sólo roer los huesos como el omega que había sido hasta entonces. El resto de lobos intentaba intimidarlo, pero el Metis, con su nueva inyección de autoestima y confianza en sí mismo, era capaz de quitárselos de encima y de seguir comiendo como si tal cosa.

Donny se vio a sí mismo con el morro lleno de sangre en mitad de un bosque. Era extraño. Echaba de menos la ciudad, pero ahora era un lobo y no un humano. Era un Lupus. El resto de lobos le respetaban y le imploraban cuando él los miraba. Había logrado dejar su posición de lobo omega y se había alzado hasta la de alfa. Podría sobrevivir en aquel Reino Umbral tan extraño. Había entendido su herencia.

De pronto ya no estaba allí, sino fuera, frente a la Celosía de la Lobera. Ashley y Mala Pata estaban a su lado, todavía con el morro lleno de sangre. Tan pronto como Ashley comprendió que habían conseguido salir, se transformó en humana y se tocó la cara con las manos, infinitamente llena de alegría. Hasta esperó a que Donny hiciera lo propio para abrazarlo... aunque no tardó en alejarse de él con reserva.

Había empezado a pensar que podría acostumbrarse a comer caliente a diario y ser el alfa de una manada cuando el bosque desapareció. Le gruñó a la Umbra, preguntándose dónde estaba su bosque, hasta que lo entendió. Estaban fuera. Cambió de forma, perplejo, y se agarró las solapas de la cazadora, encantado de tener una cazadora. Ni siquiera le importó que Ashley le abrazase, porque como estaba en posición vertical, tenía un torso que podía ser abrazado. Hasta sentirse incómodo después le llenó de alegría. Aunque expresar verbalmente el alivio se lo dejaba a Ashley y a Mala Pata, a quien había llegado a considerar de la manada (tanto como Kate, al menos). No habían conseguido nada, nada que probase que habían estado allí, pero ya casi ni se acordaba a qué habían ido para empezar. Se limpió la boca con la manga (¡llevaba ropa!) y le frotó la cabeza al Metis. Lo habían conseguido. Podía volver a Naperville. -Vámonos de aquí no sea que se nos ocurra volver a entrar -canturreó. Porque ahora podía hablar y cantar.