Partida Rol por web

-Quiero que seas glorificada por la batalla en la que caíste defendiéndonos a todos -insistió Ashley-. Si no hubieras estado ahí, probablemente yo habría caído también.

No quería insistir más de la cuenta, pero no iba a dejar que Viviane rechazase su éxito. Cuando su manada tenía tan poca Gloria, un poquito más a ojos del Clan podía venirles muy bien.

La Ragabash lo meditó unos segundos. Estaba cansada y no quería discutir, aunque tampoco le faltaba razón a Ashley.

-Como quieras -contestó sin ningún ánimo.

Tampoco podía irse igualmente, así que acabaría por convencerla tarde o temprano.

Estaba incómodo. Ashley había dado un discurso, pero bueno, es que había sido animadora. Pero lo de Viviane había sido otra cosa. El tipo de emociones ante las que no sabía muy bien cómo reaccionar, porque no sabía si quería que le dijera que vale o que la consolara, y no tenía ni idea de cómo se hacía eso, o qué.

Había mucho que hacer. Además, si iban a hacerle un Rito a Viv, él no quería estar presente. Lo mejor que podía hacer era ponerse a ayudar con la defensa del Clan y dejarlas a lo suyo.

-Mirad, eh, voy a ver si empiezo con eso de vigilar. Luego nos vemos.

Fue a darle una palmadita de despedida a Viviane en el hombro, pero cambió de idea, y se alejó de su manada en busca de alguna tarea que le distrajese de todo lo que había pasado.

Ashley despidió a Donny y esperó a que Kate se alejara para hacer sus cosas de Theurge. Luego se llevó a Viviane al centro del Túmulo y buscó un sitio donde pudieran tener intimidad, aunque los heridos descansaban junto al manantial y no parecían dispuestos a dársela. Ashley se alejó, entonces. No tendría tanto respaldo espiritual, pero no le importaba demasiado.

Ashley llevaba en la mano un puñado de cenizas y se pintó las mejillas con un dedo impregnado de ellas.

-Quítate la camiseta. Tengo que marcar la herida.

Cuando Viviane lo hizo, la Philodox carraspeó. Era un momento especial. Nunca había realizado un Rito y quería hacerlo bien. Las únicas testigos serían ellas, pero los espíritus escucharían desde el otro lado de la Celosía y darían testimonio a sus Ancianos.

-Que me escuche todo aquel que tenga oídos, que me oiga la tierra, los árboles y las estrellas. Viviane Flecha-de-plomo, Ragabash de las Furias Negras, ha combatido hoy. De manos de engendros del Wyrm ha recibido una herida casi letal y ha sobrevivido a ella.

Marcó la herida tierna con ceniza para que la futura cicatriz se oscureciese y quedase presente para toda su vida, igual que la de su cuello quedaba en relieve. El escozor de la ceniza era doloroso, pero soportable. El efecto del Ritual empezó a notarse. Como si todo el Túmulo prestase atención y diese conformidad, la Ragabash percibió cómo cambiaba el ambiente. Se sintió un poco mejor, más aceptada, aprobada.

Viviane la siguió a donde ella quiso, cabizbaja. Miraba aquí y allá sin buscar algo determinado pero fijándose en los heridos y en el estado del Clan. Al llegar al sitio que la Philodox había encontrado propicio, siguió sus indicaciones sin poner resistencia. Sabía que era un momento importante para ella, pero estaba poco colaborativa. En otra situación incluso habría sonreído y habría hecho un comentario, pero no tenía ganas.

Al deshacerse de la camiseta el frío recorrió su cuerpo. Se mantuvo rígida frente a ella mientras pronunciaba aquellas honradas palabras de las que no se consideraba merecedora. En realidad sí, pero no quería recibirlas ese día. No le hacían sentir orgullosa, ni a ella ni a su madre. Encogió el estómago cuando pasó los dedos por la herida, apretando los dientes, y dejó que el Ritual hiciese su efecto, templando su ánimo y dándole un respiro. Miró la herida una vez más y recogió la camiseta para ponérsela de nuevo.

-Gracias, Ashley -dijo.

La miró expectante, por si había que hacer algo más.

-En el Clan de mi padre, cuando me hicieron el Rito a mí, los skalds cantaron y todo el mundo se emborrachó -recordó Ashley con una sonrisa-. Los Fenris son... somos así. La verdad es que a nosotros no nos vendría mal una ración de fiesta, pero supongo que no es el momento...

De eso se encargaban los Galliard. Y los Galliard siempre tendían a morir o a abandonarlos.

-Así que... Podemos dar esto por zanjado.

-Un buen Galliard mantiene unida la manada -sentenció con un largo suspiro.

Galliards... ¿De verdad iban a encontrar a uno lo suficientemente raro a la par que cabal para encajar entre ellos? Tenía serias dudas. Comenzó a caminar de vuelta al Tumulo, pero se detuvo a esperar a Ashley para ir a la par.

-Lo has hecho bien. Eres buena Philodox.

Nadie podía negar que no se preocupase por el honor y la gloria de su manada. Eso se le daba bien, pero había otras cosas más fundamentales que debía trabajar. Otro día, cuando tuviese la cabeza más clara, hablaría con ella.