Partida Rol por web

-Voy a pasarme dos días escribiendo canciones sobre lo que acaba de pasar -dijo acercándose y poniéndole las manos sobre los hombros, justo a los lados del cuello para hacer contacto con la piel; los dedos le temblaban ligeramente-, pero no sé si voy a poder concentrarme pensando en que puedas estar por ahí haciendo alguna locura. Así que... vas a tener que prometerme que vas a tener cuidado porque si no estarás interfiriendo en asuntos del Clan, que ahora soy Maestra del Aullido, no juegues con estas cosas... -apartó las manos al darse cuenta de que el Don apenas había surtido efecto-. Mierda, no sé por qué sigue pasando esto...

Al notar sus dedos rozándole el cuello cerró los ojos venciéndose al agradable escalofrío. Y aunque el alivio físico no fue demasiado, halló paz y descanso en aquel breve momento, casi tanto como al escucharla en su cabeza mientras se adentraba en las fauces de la bestia.

-No pasa nada, todos estamos cansados. –Abrió los ojos con un suspiro; había una sombra que lo empañaba todo en su mirada. No quería hacer más promesas-. Te prometo que no voy a hacer nada estúpido. Estaré bien.

Sin pararse a pensar, Alecto puso las manos sobre las mejillas de Viviane y se inclinó para besarla deprisa. Apenas fue un segundo, pero notó el calor del Don en las puntas de los dedos. Se apartó apresuradamente y dio varios pasos hacia atrás, señalándola:

-No ha contado. Estrictamente académico. La medicina... uf, una ciencia muy complicada -asintió con el ceño fruncido y cara de circunstancias-. Muchos... matices difíciles de explicar -cerró los ojos un momento y se puso una mano en la frente, incapaz de inventarse una excusa lo bastante deprisa-. Lo siento, ha sido un procedimiento agresivo y lo siento, pero... ha funcionado, la curación ha sido un éxito. Increíble -suspiró, asintiendo.

Funcionó. Aquel agradable cosquilleo se apoderó de ella y por un instante todo estuvo bien.

-Oh, deja de inventarte excusas –exclamó incorporándose, sorteando la distancia entre ambas e imprimiendo un beso en sus labios con las manos asidas al cuello de su camisa. No fue largo pero sí intenso, y le precedieron dos, tres, o cuatro más breves. Le echó los brazos al cuello-. No me voy a ninguna parte, ¿vale? -susurró con voz temblorosa; toda ella temblaba en realidad-. No me voy a dejar coger. Estaré en contacto y de vuelta para escuchar tus canciones. Y hablaremos con Ashley y con quien quieras. Podemos hacerlo ahora si quieres, yo... Yo lo único que quiero es que no te pase nada. Y que se acabe todo esto. Siento lo del otro día... es que todo esto que está pasando me aterra...

Alecto se quedó paralizada un momento, pero finalmente la abrazó también:

-¡Pues claro que no me va a pasar nada! ¡Ni a tí! ¡Y voy a escribir la mejor canción que has escuchado en tu vida! Vas a volver y la vas a escuchar y vas a flipar... -dijo sin soltarla-. Y vamos a hablar con Ashley ahora mismo. ¡Ahora mismo! ¡Que está débil y no puede pegarnos! Es el momento perfecto... y cuando todo esto se acabe nos vamos a ir a emborrachar al Lupus -asintió lentamente-. Y a emborracharnos nosotros. Todos juntos. Ya está escrito. Está en la crónica. Pase lo que pase, ese momento... ya está reservado.

Se le hizo un nudo en el estómago cuando Alecto secundó su idea de ir a ver a Ashley en aquel mismo momento, pero ya era un poco tarde para echarse atrás. No quería echarse atrás, qué demonios.

-El lupus borracho... Eso hay que verlo. -Se sonrió ante la idea. Después se separó de ella para mirarla-. Vale. ¿La vamos a buscar o...?

-Sí... sí, vamos a buscarla -dijo cogiéndola de la mano y tirando de ella hacia la puerta-. La he visto con Donny antes. Yo puedo hablar, si quieres. Aunque tú la conoces mejor, pero puedo hacerlo yo si te da reparo. No me da ningún miedo. Maestro Astilla, vengo a darte una noticia. Boom.

-Ja. A ti se te dan mejor las palabras que a mi. Y no es que vaya a cambiar mucho la cosa. Creo -dijo dubitativa, siguiéndole el paso muy cerca-. Ya se lo digo yo. Tú... ten la guitarra preparada. Solo, ¿podemos hacerlo a parte? No quiero que todo el Clan se entere hasta que pueda decírselo a mi madre.

-Claro, claro que sí, en medio de todo el mundo no... -dijo ella tirando de la correa de Awen para ponérsela hacia delante y sintiendo que se ponía a sudar sólo de pensar en Lysandra-. Tú tómate todo el tiempo que quieras con ese tema...

Se encontraron a Ashley alrededor de la hoguera, contando Parientes y apuntándolos en una pizarra. Al verlas llegar sonrió.

-Hola, chicas. No he tenido ocasión de deciros... gracias. Por todo. Gracias, Alecto. De no ser por ti habría espichado. Y tú, Viviane... Lo mismo.

Viviane le devolvió la sonrisa por obligación. No es que su actuación hubiese sido especialmente eficiente durante la batalla, pero para eso estaban el resto de compañeros.

-Es lo que hace la manada: cuidamos los unos de los otros. A propósito, voy ahora a ver a mi padre. No sé si accederá a venir o no, a sí que... Te mantendré informada. -Se quedó en silencio un momento y miró de reojo a Alecto antes de despegar los labios de nuevo-. También queríamos hablar contigo, si tienes un momento.

Acompañó la petición de un gesto señalando la linde del bosque.

Ashley suspiró mirando su pizarra. Eso ya eran muchos Parientes. No tenía ni idea de cómo iba a organizarlo todo.

-Bueno, vamos a ello. -La Philodox cojeaba, pero intentaba que no se notase demasiado-. ¿Qué queréis hablar? Si es sobre tu padre, sí, no te preocupes, puedo ponerte a ti como su responsable...

La Ragabash balanceó su peso entre una pierna y la otra.

-No, no. Quiero decir, puedes hacerlo si crees que es lo mejor, pero confío en tu criterio para manejar todo eso. Es otra cosa. Yo... Venimos a darte una noticia -comenzó, señalándolas a ambas por si no había quedado claro hasta el entonces-. Sé que no es un buen momento pero queríamos decirte que estamos juntas. Como... juntas de pareja.

Alecto se aclaró la garganta:

-Sólo queríamos que lo supieras. Tú, que lo supieras tú. No vamos a cantarlo en el próximo consejo ni nada de eso... Es sólo que eres nuestra alfa y tienes que saber estas cosas y ya sabes, Furias Negras... no va a haber ningún accidente... -carraspeó-. Todo está perfectamente controlado y por supuesto vamos a ser responsables, no va a repercutir de forma negativa sobre la manada, sólo queríamos que lo supieras antes de que todos nos separásemos estos días, por favor no me rompas la guitarra.

El vello de su nuca se erizó. Le pareció que había oído mal, pero no. Sus caras seguían observándola con la misma intensidad de antes. Se fijó en la proximidad de sus hombros, en el modo en que sus codos se tocaban, en cómo hablaban de sí mismas. Una pareja. Eso decían. ¿Delante de sus ojos y no se había dado cuenta?

-¿Pero en qué coño estáis pensando? -farfulló, incapaz de creerlo-. Estamos en guerra. ¡ESTAMOS EN GUERRA! En guerra... ¿y os ponéis a romper la Letanía y es como si no pasara nada? ¿Sois idiotas o qué? ¡Por supuesto que no es el momento! ¡Ni de hacerlo ni de contármelo! ¿No os dais cuenta de que tengo que reportaros y que ahora los Ancianos están pensando en cualquier cosa menos en a quién os folláis? -Ashley dejó escapar un gruñido de rabia y pateó una piedra-.  No podéis ser pareja. Dos Garou no pueden ser pareja.

-Oh, no. No, no, no. Está perfectamente, es decir, las Furias, vamos, que no estamos... no tienes que reportar a nadie. No vamos a... no vamos a aparearnos, no podemos aparearnos por... razones... evidentes -dijo Alecto con una expresión de ligera confusión en el rostro, como si no entendiera la reacción de Ashley del todo-. Pero supongo que conoces la mecánica de... Obviamente.  Hmmm -murmuró entrecerrando los ojos. Finalmente se irguió y se cruzó de brazos, respirando hondo-. Ashley, sólo queríamos que lo supieras porque eres nuestra alfa y eso significa que no queremos tener secretos hacia tí, pero esto no cambia nada en la manada. Viviane se va a hacer lo que le han ordenado y yo me quedo aquí preparándome para el consejo. Y voy a seguir jodiéndote para que nos convirtamos en la mejor manada del clan. Y la próxima vez que las dos estéis hechas jirones en el suelo levantaré primero a la que me ordenen, como hice hace unas horas -dijo mirándola a los ojos-. No cambia nada.

Viviane evadió la mirada de Ashley escondiendo la cara entre las manos cuando Alecto empezó a hacer evidentes referencias al tema tocante al sexo. Aquello no iba bien, aunque tampoco había esperado que fuese de cualquier otra manera. Sin embargo, la alerta de ser reportada al consejo hizo que le diese un vuelco el corazón. Quería ser ella quien se lo dijese a su madre, de hija a madre, no su Alfa bajo el pretexto de estar pasándose la Letanía entre las piernas.

-La cosa es, la Letanía prohíbe a dos Garous estar juntos por el evidente efecto colateral que conocemos como Metis. Eso no va a pasar, Ashley. Y, como Alecto ha dicho, no va a afectar a la mecánica del grupo ni nada de eso. No lo ha hecho durante estos días y no lo va a hacer. -Hizo una severa pausa tomando aire y reconstruyendo su argumento-. Lo siento por decírtelo en tan mala hora, pero no voy a pedir perdón por estar con Alecto. Si crees que debemos ser reportadas a los Ancianos, bien. Me parece correcto. Es tu deber como Alfa. Sin embargo, por favor, te pido que me dejes hablar con mi madre primero por razones evidentes.

-¡Eso es mentira y lo sabes! -exclamó Ashley, temblando-. La Letanía dice: un Garou no se apareará con otro Garou. No dice nada de hembras o machos. No dice nada de Metis. ¿O qué pasa, que si usan condón ya está permitido? ¿Me dejarías follar con Donny si usáramos? ¡Porque no hace mucho me echaste en cara que parecía que me lo quería tirar!

Se cruzó de brazos y miró a Viviane furibunda, al borde de las lágrimas. Poco quedaba de la valiente guerrera que se había interpuesto delante de ella para salvarla de las Perdiciones.

-Esto no va a fastidiar a la manada porque estáis fuera de la manada. Si seguís juntas, no os quiero en ella. ¿Lo habéis oído?

Vivane pestañeó manteniendo una expresión impasible.

-Lo siento, Ashley. Tengo trabajo que hacer -fue todo lo que dijo dándose media vuelta para echar a andar hacia su moto.