Partida Rol por web

El llanto del bebé Metis espabiló a Donny, que miró al resto de su manada con el horror aún pintado en la cara. Allí no pintaban nada. No deberían estar allí. Se levantó, sin soltar a Alecto, y agarró a Ashley del codo. Tiró de ellas para llevárselas hacia donde habían estado con Markus, confiando en que el resto de la manada les siguiera.

-Vamos -dijo con una voz que le pareció irreal. Tenía grabada en las pupilas la sonrisa roja en el cuello de Fuegofrío, y quería poner distancia entre el cuerpo y la manada-. Vamos.

Cuando Alecto sintio que Donny tiraba de ella no intentó resistirse, pero alargó la mano para arrastrar a Viviane con ellos. Todavía estaba procesando lo que había sucedido y lo primero que le salió mientras se alejaban del lugar desde el que lo habían visto todo fue, en un tono de voz casi vacío:

-¿Por qué ha...? No entiendo... no lo entiendo...

Le costaba encajar lo que había visto con la realidad, como si fuese una escena completamente ajena a su vida. Había más salidas, estaba segura. Siempre había otras salidas. Caminó mansamente, sintiéndose de repente exhausta.

Viviane no supo reaccionar hasta que notó la mano de Alecto tirando de ella. Seguía con la vista fija en Fuegofrío y en el charco que había dejado sobre la tierra. Sacudió la cabeza y recordó que tenía que respirar, así que tomó una bocanada de aire y rozó el hocico de Sueño para llamar su atención y sacarlo de allí. De haber podido, le habría cogido del hombro o el brazo, así que dejó la mano libre estirada hacia atrás para tocarle la cabeza.

Cuando las palabras huecas de Alecto llegaron a sus oídos sólo pudo apretar su mano, tratando de transmitirle ánimo. Imaginaba que se sentía culpable por lo ocurrido, aunque no veía razón para ello. La decisión había sido de la madre, nadie la había obligado ni instado a hacer aquello de esa manera. No entendía el por qué. Deseó poder abrazar a la Galliard y hacer el gesto de la radio para encontrar un hueco de privacidad desde el que hablarle, pero no era el momento. Sólo pudo mantener el fuerte agarre de su mano.

El Theurge se había quedado mirando el rostro de Tormund, estudiando su expresión. Quizá ahora el espíritu de Fuegofrío lo persiguiera durante toda la eternidad, quizá quería que se sintiera culpable por lo que se había visto obligada a hacer…

Cuando Viviane rozó su hocico y lo sacó de sus cavilaciones levantó las orejas y giró la cabeza para ver como su manada se marchaba de aquel lugar. Pero aquello no había terminado ahí. Volvió a mirar a Tormund y luego al Jarl y vaciló un instante entre irse o quedarse. Finalmente se dio media vuelta y restregó la cabeza contra el muslo de Viviane cuando se puso a su altura, mirándola con cara de pena, las orejas pegadas al cuerpo y el rabo apuntando hacia abajo.

Ashley se sentía tan horrorizada e inundada por la pena que tuvo que cambiar a Lupus para evitar echarse a llorar como una cría. Aún así, su lenguaje corporal daba a entender que se encontraba muy ansiosa y triste, no pudieron evitar gemir suavemente con las orejas gachas.

Las palabras de Alecto hicieron que le brotara una respuesta clara que no quiso decir en alto. Fuegofrío era una de las guerreras más competentes que hubiese conocido. Una vida lejos de la Camada no era una vida. Había un extraño honor en aquel suicidio, pero al mismo tiempo le parecía digna del más cobarde Garou incapaz de recuperar la dignidad perdida.

Donny no entendía lo que había pasado, ni conocía a esa mujer. Sólo sabía que había tenido un hijo Metis y que había pretendido matarlo. No podía opinar sobre el suicidio. Tommy también lo había hecho, pero él había preferido llevarse unas cuantas perdiciones con él.

Se sentía torpe e impotente, y lo único que pudo hacer fue palmear y acariciar el cuello de Ashley con dedos rígidos. Chasqueó la lengua, incapaz de producir ninguna palabra de consuelo, y levantó la mirada hacia Viviane al borde del pánico. Ella pensaba mejor y se le daban mejor que a él las palabras.

Sorprendentemente, la ragabash que había pasado casi el cien por cien del tiempo en aquel túmulo en lupus, decidió quedarse en forma homínida. Seguía al lado de Alecto sujetándole la mano, perdida en sus propias divagaciones aunque no tanto como los demás. Le había horrorizado la forma y la determinación con la que la garou se había quitado la vida, pero sus pensamientos trataban de ir más allá. Le costó reparar en la intensa mirada que Donny había puesto en ella, y supo que tenía que decir algo.

-Fuegofrío decidió que era lo mejor que podía hacer por todos, una forma de salir con dignidad de esta situación sin causar más muerte. En los Colmillos Plateados se considera honorable para no ser un lastre, una carga sobre tu clan -Viviane miró a Sueño, que parecía estar lo suficientemente lúcido como para tomar la palabra-. No ha sido culpa de nadie, y ya no es un asunto que nos compete. Estamos aquí por Jabalí.

No habría creído que alguna vez usaría aquel argumento para salvar una situación.

Sueño se había colocado junto a Ashley y la había acariciado varias veces con el hocico cuando escuchó sus gemidos, su lenguaje corporal lo expresaba perfectamente, se sentía perdida. No sabía cómo de importante había sido Fuegofrío para ella, pero desde luego se la veía afectada de forma personal.

- Tiene razón, puede que no haya sido la muerte más honorable, pero ha muerto como una Fenris, no como una renegada.- No estaba seguro de si mencionar la última acción de Fuegofrío o de si ellos se habían dado cuenta siquiera.- Estoy seguro de que si había un culpable, su espíritu lo perseguirá hasta su tumba.

-La única culpable era ella. ¡No debería haber roto la Letanía! -gimió Ashley-. Matando al Metis sólo se habría ensuciado más, pero esperaba... ¿Por qué ha tenido que hacer eso? Fuegofrío sabía siempre lo que hacer. ¿Por qué se acostó con otro Garou? ¿Por qué cometió ese error?

-Porque somos humanos, y los humanos se equivocan, Ashley -dijo de inmediato y sin pensar. Era la verdad, y ella era toda una experta en equivocarse y rectificar-. Yo que sé, estaría de bajón y él era su amigo. O beberían demasiado. O quizá siempre le gustó. El caso es que lo hizo, como lo ha hecho mucha otra gente. Lamento mucho que haya acabado así, pero tenemos otras cosas de las que encargarnos, Ash -suavizó el tono y alargó la mano para acariciarle el hocico-. Y nosotros tampoco sabemos muy bien qué hacer porque somos unos zoquetes. Necesitamos a nuestra Alfa.

Y era cierto, porque estaban en el Clan del padre de Ashley y ahora mismo ninguno quería estar allí, pero no podían huir con el rabo entre las piernas. Necesitaban estar unidos y despiertos.

La loba frotó el morro contra la mano de Viviane. Lo que decía era cierto: toda la manada parecía horrorizada, pero la atención se centraba en ella. Ashley no podía permitir ser el eslabón débil que paralizase al resto. No era propio de una Fenris ni de una Alfa. Hasta Donny estaba tocándole el pelaje con dedos rígidos y ojos hundidos. No, no podía dejarse llevar por los sentimientos una vez más. Era momento de actuar como una líder.

Se acercó a Alecto y le lamió la mano.

-Viviane tiene razón. Fuegofrío ha decidido lo que ha decidido ella sola. Si no hubiese roto la Letanía, nada hubiese pasado. No hicimos nada malo. Ninguno... -Se irguió y miró a sus compañeros de manada-. Mantengámonos alejados de todo esto. Tenemos una misión que cumplir y eso es todo lo que nos tiene que importar, ¿de acuerdo?

Alecto seguía sintiendo un romo remordimiento por dentro, pero lo apartó de su mente. Ya pensaría en ello tranquilamente, cuando pudiera permitírselo. Le puso una mano entre las orejas a Ashley, mientras seguía apretando la de Viviane con la otra, invocando el tono de voz más firme que pudo:

-Ya habéis oído a nuestra alfa. Vamos a centrarnos y a darle caña al Martillo del Alba -dijo cerrando el puño y agitándolo ligeramente-. Vamos a hacer que Jabalí llore de emoción. Y luego volveremos a casa y no seremos recaderos nunca más.

Rascó una última vez el cuello de Ashley con algo parecido al afecto y la soltó, aliviado ante la perspectiva de tener algo que hacer. Aunque fuese ir al Campo de Batalla, fuera lo que fuese eso.

-Así me gusta. Vamos a enterarnos qué es eso del campo de batalla y dónde está, ¿no? Que se lleven una buena impresión.

No había dicho nada de interés, pero el simple hecho de intervenir durante una situación tan cargada emocionalmente como aquella, especialmente con una respuesta que no fuese enfado, había estado a punto de hacerle romper a sudar.

Sueño comenzó a mover levemente el rabo cuando los ánimos comenzaron a aflorar de nuevo en sus compañero.

- A eso puedo responderte yo, amigo mío.- Dijo con cierto tono de orgullo. - Se trata de un reino de la Umbra, uno de tantos, claro. En él se reproducen constantemente todas las batallas que han acontecido en este mundo y en el otro. Se dice que allí aguarda el gran campo de batalla donde se sucederá el apocalipsis. Es un completo caos, mi maestra me contó que perderse en ese reino es una de las peores cosas que podrían pasarte.

-Oh -respondió Donny, repentinamente menos energético. Pero después se encogió de hombros, despreciando el peligro-. Pues bueno. Ashley y yo desayunamos Reinos Umbrales y escupimos los huesos. No hay problema.

-La Umbra... -murmuró Alecto, entrecerrando los ojos con disgusto. Luego giró un poco la cabeza y su expresión se tornó esperanzada-: ¿Todas las batallas de la historia garou? -dijo con un brillo avaricioso en los ojos, como si ya pudiera verlas delante de sí. Entonces volvió a entornar los ojos y dijo de nuevo con tono lúgubre:- La Umbra...

Se acarició la barbilla con aire pensativo y se dio cuenta de que aún tenía la mano de Viviane cogida, aunque decidió que soltarla de golpe sería más sospechoso que seguir agarrándola. Probablemente.

Ashley meneó la cola en lo que podría considerarse una sonrisa lupina.

-Descansemos y preparémonos. -La cola y las orejas volvieron a caer-. Si es que podemos...