Partida Rol por web

19 de noviembre de 2000 - 12:45

Después de que Sueño terminase los amuletos y de que le pidieran a Flecha de Escarcha, la Guardiana de la Puerta, que abriese el Puente Lunar al Klaive Sangriento, la manada se puso en camino a través del portal. El túnel por el que avanzaban, como un agujero de gusano, conectaba los dos Túmulos a través de la Umbra. Los cinco tenían que avanzar en fila india, pues el espacio no era demasiado grande. Las paredes del túnel eran lisas y algo translúcidas; al otro lado se veían destellos de la Umbra, de los espíritus y paisajes cercanos. Estaba en pendiente, pero no demasiado, de modo que podían correr en forma de Lupus sin cansarse demasiado. Después de un rato, la pendiente se hizo cuesta abajo y la velocidad que alcanzaron fue mayor. Pese a todo, cuando llegaron al otro lado habían pasado casi una hora a la carrera.

El Guardián de la Puerta del Klaive les detuvo antes de que pudieran salir. Sabía, por el mensajero espiritual enviado por Flecha-de-Escarcha, que estaban de camino. Aún así los olfateó y miró con ojos hundidos y de un azul brillante. Al aparecer al otro lado, incluso en sus pelajes de lobo se estremecieron. Habían viajado kilómetros al noroeste y en esa altitud hacía un frío considerable. Se hallaban en una zona de montaña. Rocas escarpadas y bancos de nieve brillaban al sol de la mañana por todas partes, con algún manchón verde en forma de bosque.

Como era costumbre, Alecto aulló la presentación. Fue un aviso potente y hermoso en el que destacó su procedencia, nombres, tribus, auspicios y rangos. El aullido que llegó a continuación indicó que podían pasar al Túmulo. El Guardián de la Puerta los guió pendiente abajo hasta la plataforma de roca desde la que dominaban el valle inferior. La nieve estaba compacta aquí producto de las pisadas continuas y había postes de madera con glifos y calaveras colgadas de ellos. A lo lejos vislumbraban alguna cabaña de madera, mucho más rudimentarias y crudas que las de su clan.

Un grupo de Homínidos se acercaba a paso rápido desde allí. A la cabeza iba un hombre rubio y escasamente vestido para el frío que hacía que pasó a Lupus y corrió hasta ellos. Enseñó los dientes con hostilidad a Ashley y ésta le gruñó de vuelta. Prosiguió una corta refriega llena de dentelladas, gruñidos y pelaje gris claro hasta que el otro lobo le mordió la garganta y la Philodox soltó un gemido. Ashley se tumbó y se lamió el hocico con las patas hacia arriba mientras gemía en señal de rendición. Tenía algo de sangre en el cuello, pero nada grave. Cuando cambió a Homínido, la herida ya se había curado del todo.

El lobo volvió a la forma Homínida y soltó una carcajada de triunfo.

-Sigues siendo más débil que yo -dijo él tendiéndole la mano-. Te empeñas en intentarlo, Digna-hija. Eso te honra.

El padre de Ashley (pues con esos ojos no podía ser otro) tenía el pelo largo, rubio y liso. Su piel tenía el tono broncíneo de quien pasa mucho tiempo en la nieve. Su pecho era un amasijo de cicatrices. También tenía en la cara y en los brazos, pero no podía negarse que era un hombre atractivo. Y valiente, dado el frío.

Donny, que se había ido poniendo más y más nervioso a medida que avanzaban, tuvo que contenerse para no tirarse al cuello del lobo cuando atacó a Ashley. No tenía ningún interés en averiguar si las historias sobre los Fenris eran ciertas, pero tenía la sensación de que en el Clan del Klaive Sangriento no iban a respetar sus deseos de permanecer en la ignorancia.

Si Ashley no había pedido ayuda sería porque aquello era normal. Lo que no dejaba nada bueno que esperar para el resto de la estancia. Donny, sin abandonar la forma lupus, se situó delante de su manada con gesto protector y trató de reducir sus gruñidos al mínimo.

Cuando llegaron allí y aquel enorme lobo se lanzó sobre Ashley, Sueño reconoció en seguida la actitud propia de los lobos salvajes. A pesar de eso no le quitó la tensión al momento. Aplanó las orejas contra el cuerpo y metió el rabo entre las patas traseras y se agachó preparándose para saltar en cualquier momento si era necesario.

Pasado la escena de bienvenida se relajó un poco más, pero siguió mostrando una actitud sumisa bajando el cuerpo y la cola, con las orejas todavía pegadas al cuerpo.

Tras los preparativos oportunos, como los amuletos que Sueño había preparado para sus familia, la manada se encaminó hacia el reto que Jabalí les había impuesto. El recibimiento, como era de esperar, no fue nada agradecido. Tuvo tentación de intervenir, pero se contuvo y esperó a que el enfrentamiento acabase manteniéndose alerta y pegada a la Galliard. Cuando Donny avanzó, ella también se adelantó un paso manteniendo su forma lupina. Aquello no le iba a gustar, pero peor sería quedar en ridículo delante de todo su Clan al no conseguir el favor de su totem.

Alecto miró a su alrededor, conteniéndose para no mover la cola. Aquello parecía peligroso, pero también era bastante emocionante. La exposición prolongada a su antigua alfa le había dejado cierta inmunidad hacia la brutalidad potencial y no podía evitar fijarse en las ventajas de aquella misión. Podían conseguir su tótem y ser una manada por fin, y estaba deseando escuchar alguna historia o canción de un Galliard del Klaive Sangriento. Seguro que las historias del clan eran super heavys. Su madre odiaba a los Fenrir, pero Alecto había aceptado que para ser la mejor Galliard de la historia tendría que conocer a toda clase de garous, incluídos los que parecían extras de una película de Conan. 

De repente, la voz de Alecto resonó en la mente de Viviane:

"Bienvenidos de nuevo a Radio Tres-Acordes y un saludo especial para aquellos que estén en medio de conversaciones importantes interrumpidas por nuestra emisión o disfrutando de sus becas de intercambio en clanes de aspecto poco hospitalario. La siguiente canción está dedicada a Viviane Flecha-de-Plomo. Viviane, la Galliard de tu manada quiere disculparse una vez más por no haberte confesado antes que se comió a un totem y te dedica para ello este clásico de atemporal de las canciones telepáticas."

Y a continuación procedió a canturrear una canción sobre hamburguesas, jabalíes y tortitas, de la que no rimaban ninguno de sus versos.

-No pasa nada, Donny -murmuró alargando su mano hacia el Ahroun.

La Fenrir había adoptado una expresión circunspecta ante su padre, pero sobre todo sumisa. Ya no era la Ashley irreverente y fanfarrona de siempre, sino que miraba a Sven con una mezcla de miedo y respeto. Su padre la había entrenado durante meses y le había roto todos los huesos del cuerpo sin ninguna piedad. Había estado cerca de arrancarle la garganta: por la cicatriz que le había quedado, ese intercambio de dentelladas había sido sólo un jueguecito. Lo cierto era que la Philodox haría cualquier cosa por mantenerse a salvo de la ira de su padre y bajo su aprobación.

-Garra-de-acero, ésta es mi manada. Estos son Sueño-de-arenas-roja, Godi de los Caminantes Silenciosos, Flecha-de-plomo, Rotagar, Tres-Acordes, Skald, ambas de las Furias Negras, y Botón-del-pánico, Modi de los Roehuesos. -Ashley se cuidó de presentarlos en el orden de rango según los Fenris-. Yo soy su alfa y estamos aquí para cumplir una misión de Jabalí, nuestro futuro tótem.

Sven sonrió ante los gruñidos de Donny y la reacción de Viviane. Cuadrándose ante ellos dijo:

-Esos gruñidos no os servirán de nada si son sólo gruñidos. Los Fenris no tenemos miedo de los ladridos ni de las amenazas. Si de verdad queréis que se os respete en este Clan, olvidad lo que habéis aprendido en el Viento Ululante. Nadie va a daros nada. Aquí todo el mundo pelea por mantenerse en su sitio y los que no lo entienden acaban exiliados. O muertos. -Puso su manaza en el hombro de su hija y señaló al fondo, hacia los que se acercaban, y a las casas de más allá-. Vamos, Digna-hija. Te están esperando.

Antes de ser recibida por el resto de Fenrir, Ashley soltó un aullido de saludo, éste más familiar. Los Garou que la rodeaban correspondieron al saludo de un modo mucho más frío que el de su padre. Al resto de la manada los observaron de soslayo y con desprecio. El aullido de Alecto había sido muy elocuente en cuanto a sus afiliaciones y herencia y ninguno de ellos caía en gracia a la tribu de Fenris.

Más adelante, al acercarse a la zona de reunión, contemplaron la hoguera junto a la que algunos se sentaban. En general, el humor era gélido. Por lo que Ashley les había dicho, los Fenris eran juerguistas y solían pasar mucho tiempo hablando a gritos unos con otros, bebiendo hidromiel sin importar la hora del día. Hoy, sin embargo, no había nada que celebrar.

Sven llevó a la manada ante uno de los Ancianos, un enorme guerrero de pelo cano con una espantosa cicatriz que llenaba lo que le faltaba de cara. El Anciano, un Ahroun lleno de Rabia, permitió a la manada que se quedase para atender sus asuntos espirituales con tal de que no causaran mucho revuelo. Tras aquello, Sven les permitió acercarse a la hoguera y tomar algo caliente "sólo por Digna-hija". Allí tuvieron oportunidad de observar y no sólo de ser observados.

-Algo ocurre -dijo Ashley en voz baja bebiendo cerveza tibia-. Todo el mundo está muy serio. De todos modos, mi padre me ha dicho que el Martillo del Alba volverá por la noche. Creo que hay algún Rito que celebrar, o eso me ha parecido entender.

Donny había rechazado la bebida y había continuado en su forma de lupus. Así era más difícil delatarse con un gesto, y más fácil enterare de todo lo que pasaba a su alrededor. Casi hubiera sido mejor no enterarse. Siempre le había parecido que las Furias eran hostiles, pero aquello era algo nuevo. Al menos en el Viento Ululante (o al menos solía ser así antes del asunto del Klaive) la mayoría se dedicaba a ignorarle, incluso aunque hubiese alguna que otra que le odiaba porque sí. Allí Donny era algo que entre las Furias no había sido hasta hace poco: el foco de todas las miradas. Y no le gustaba.

-¿Hay que esperar hasta la noche? -se lamentó, y apoyó la cabeza en las patas delanteras, lastimero. Donny no era dado a las monerías que solía hacer Ashley en esa forma, pero se sentía muy desanimado-. Nos van a arrancar la cabeza mucho antes. Y más nos quedamos aquí sentados bebiéndonos su priva.

Sueño se sentía inquieto, no solo por las miradas, le parecía sentir la misma inquietud en los espíritus de la Umbra. Se sentó como hacía siempre, mirando a la hogera perdido en sus pensamientos.

- ¿Te ha dicho el tipo de rito?

Debido a su estado de alerta logró no saltar, desconcertada al escuchar la voz de Alecto en su cabeza. Volvió la cabeza hacia ella.

"Eh... ¿Gracias?" pensó, no muy segura de cómo se hablaba o si lo estaba haciendo "Quizá debería desconectar la radio hasta nuevo aviso. Hasta que esté segura de que no nos van a arrancar la cabeza. O algo. No hurgues en mis pensamientos, cotilla."

Viviane imitaba a Donny, manteniendo aquella forma peluda que le transmitía seguridad frente a la hostilidad de aquel lugar. Sus ojos iban de un lado a otro, tratando de recabar la mayor cantidad de información. Lo único que le quedó claro es que a aquella gente le apasionaba el dolor, porque la cantidad de heridas y cicatrices que presentaban era insana. Y que no eran tan joviales y fiesteros como Ashley les había dado a entender, aunque esa parte quedó aclarada poco después.

La lupus volvió la cabeza hacia su alfa.

-No parecen los anfitriones más animados del mundo, desde luego -masculló con desdén. Aquella tribu era de las que menos simpatía despertaban en la Furia Negra.

-No, pero me huelo a que será algún tipo de castigo. Hay gente a la que no veo por aquí y que debería estar. No hay tanta tristeza como Rabia... -observó Ashley mirando de reojo a su alrededor.

Un homínido de pelo y barba de tono castaño claro se acercó a ellos con un cuerno de hidromiel en la mano y pidió permiso a Ashley para sentarse a su lado. Se presentó como Markus Doble-Mordisco, Rotigar, y, a pesar de su gesto ceñudo, su tono sonaba amistoso.

-Me alegra ver que sigues en forma, Digna-hija -murmuró el Fenris-, y que has logrado liderar una manada incluso en un Clan extraño. Os saludo, Cliath, y os doy mi pésame por la caída de Niebla-de-verano en la defensa de vuestro Túmulo. Fue un gran guerrero a pesar de ser un hijo de Unicornio y lo demostró con su muerte. Es una pena que Jabalí no os haya traído aquí en un momento más alegre, pero ha habido una ruptura de la Letanía bastante grave y los ánimos están bastante caldeados.

-¿Ah, sí? ¿Qué ha pasado? -preguntó Ashley.

Doble-Mordisco miró de soslayo al resto de la manada y luego habló en tono confidencial:

-Adelheid Fuegofrío ha tenido un cachorro Metis.

-¿Qué? -exclamó Ashley, ojiplática-. Pero ella nunca haría algo así.

La Ahroun le había enseñado a luchar con valor y con honor y su renombre la había inspirado para buscar su propio camino. Fuegofrío fue una de las Garou que peor la trató siendo una lobezna para sacar lo mejor de ella. Cuando su padre le hizo la cicatriz del cuello, fue Fuegofrío quien le celebró el Rito de la Cicatriz. Ashley había lamentado no verla tras su Rito de Iniciación, pero ahora comprendía el motivo.

Donny miraba con cautela al recién llegado. Parecía un poco más agradable que el resto del Clan, y hasta conocía a Tommy. Sólo por eso levantó la cabeza para escuchar.

Así que había nacido un metis. Donny sabía que eso era muy grave, en teoría. En la práctica, había compartido presas con Hécate y cartones con Óscar, y ni Jenny ni Tony parecían muy preocupados por esa parte de la Letanía. Y como tampoco había pensado mucho en ello, no se le había ocurrido pensar hasta ese momento que en otros Clanes y para otras tribus aquello debía de ser serio de verdad. Es decir, vale, le había dado la impresión Ashley tenía un problema con los metis, pero siempre había pensado que era simplemente porque era así de simpática.

Volvió a agachar la cabeza y se pegó a Sueño, buscando calor.

Ante la llegada del desconocido, Viviane cambió a homínido y tomó asiento junto a su alfa. Aquella conversación le interesaba, y la presencia del Fenris no parecía tan amenazadora como la del resto.

-Uñas-de-cristal tampoco se cambiaría de bando y mira -apuntó la ragabash, alzando una ceja-. Nunca se sabe lo que un compañero puede hacer hasta que lo hace.

No conocía a la implicada, pero en los últimos meses la vida le estaba dando muchas razones para pensar que la conducta humana (y garou) eran de lo más sorprendentes. Empezando por ella misma. Hizo un mohín y alargó la mano tirando suavemente de una oreja a Botón-del-pánico, pensando que la mención de su mentor había provocado aquel gesto que reclamaba cariño.