Partida Rol por web

Un rito de castigo. Por supuesto, Sueño los conocía, pero nunca había tenido que asistir a ninguno. Además, esa rama de ritos era más apropiada y utilizada por los Philodox o incluso los Ahroun.

Se recostó y puso la cabeza sobre el lomo de Donny mirando por encima de este al recién llegado. Parecía ser el único que no estaba lleno de rábia por el acontecimiento.

- ¿Qué van a hacer con el cachorro?

Que castigaran a los responsables de la ruptura de la letanía era lo que se debía hacer, pero la suerte del cachorro solía depender de otros factores.

Alecto, que había pasado a homínido con el único objetivo de beber cerveza intentando ignorar que hacía un frío del demonio, escuchó atentamente y guardó silencio. Aquello podía poner las cosas aún más difíciles, pero no quería alarmarse hasta conocer a la manada que habían ido a buscar. El rito de castigo y el asunto del metis estaban consiguiendo parte de su atención, pero como solía ser costumbre en ella, el objetivo principal del su presencia allí ocupaba el centro de sus pensamientos continuamente.

-Fuegofrío está condenada a matarlo -murmuró Markus-. Es lo único que puede hacer si pretende continuar en el Clan. No es que la idea me agrade, claro, pero está casada con el hijo de nuestro Protector y el Jarl le tiene en gran estima. Tormund no quiere tener cerca a su nuera. No digamos ya el hijo deforme de ésta. El Jarl ha decretado que se haga de este modo y Fuegofrío ha accedido. Los Metis del Clan no están de acuerdo y no son los únicos.

-No me lo puedo creer. ¿Cómo puede Fuegofrío pretender seguir aquí después de eso? -gruñó Ashley con Rabia en sus palabras-. Lo ocultó, ¿verdad? Tuvo que hacerlo. Si no, yo lo hubiese sabido la última vez que vine aquí...

La Philodox apretó el cuerno con tanta fuerza que de no ser así de duro lo hubiese roto. Miró a sus compañeros de manada y frunció el ceño. Si alguno de ellos cometía un crimen así, los mataría ella misma.

Donny decidió que Jabalí no merecía la pena. Tenían que salir cagando leches de ese Clan. Si iban a obligar a una madre a cargarse a su hijo recién nacido qué no les harían a ellos. Además de que era una salvajada.

Después de apreciar el gesto de Viviane con un jadeo (había aprendido que siendo un lobo el contacto físico y las muestras de afecto no le incomodaban apenas) levantó la cabeza y ladró lastimeramente a Ashley, como exigiéndole que hiciera algo. O que se indignase ante el asesinato de un recién nacido. Lo que considerase más conveniente.

La ragabash abrió los ojos de golpe. Miró al Fenris y después a su alfa.

-Espera. ¿Que va a matar a su hijo? -repitió, incapaz de creer semejante crueldad. Su Clan debía estar retorciéndose en aquel momento-. Pero, ¿qué clase de madre hace eso? Esa criatura no tiene culpa de que sus progenitores sean así de listos.

Sueño había oído historias de clanes que acababan con sus metis pero creía que eran cosas del pasado. La madre merecía un castigo, era un hecho, pero el cachorro no tenía culpa alguna, como había apuntado Viviane.

- ¿Y los espíritus? ¿Están de acuerdo con acabar con el bastardo? Al fin y al cabo es una criatura de Gaia. ¿Aprueban ellos semejante ritual de castigo?

El clan o la tribu podía tener su opinión, pero los espíritus de Gaia son los guías que nos traen su palabra, contrariar sus deseos podría acarrear muchos problemas.

Alecto bebió en silencio, atenta a la conversación, sus ojos moviéndose hacia los que tomaban la palabra y sopesando la situación. El único gesto que hizo de forma discreta fue ponerle la mano en la espalda a Viviane cuando esta habló, intentando transmitirle algo de calma.

-Es cierto, enfadar a los espíritus es un riesgo -dijo ella suavemente, como si no le importara demasiado el tema. Si hubiera estado en forma de lupus habría erguido las orejas. La respuesta a aquel comentario le interesaba; si la mayoría de los Theurges del clan se oponían a aquello, y los Metis, al menos era algo por donde empezar.

-Como ya he dicho, no es lo usual -dijo Markus-. Los Fenris no castigamos a los Metis por los errores de sus padres: dejamos que se prueben dignos de la Tribu. Sólo los matamos como muestra de piedad cuando son tan deformes que no puedan valerse por sí mismos. Esta situación es especial, pero no contradice ninguna ley ni de la Tribu ni de la Letanía. Fuegofrío quiere cumplir su penitencia voluntariamente. Es duro y cruel, pero el Jarl así lo ha ordenado.

Ashley torció la boca. Markus decía la verdad: no había nada incorrecto de cara a las leyes Garou acerca de matar al Metis. Por otro lado, matar a un recién nacido, como decían los demás, no era lo más bonito que podía hacerse. Por mucho que fuese hijo del pecado monstruoso, no merecía la muerte si podía servir a Gaia. Hécate, sin ir más lejos, había luchado con ellos y día tras día demostraba que era útil al Clan. Y Malapata, su compañero en la Lobera, había ayudado a que salieran de allí enseñándoles lo que era ser un lobo. Sí, bien, los Metis no merecían morir. Y sin embargo, contradecir al Jarl... Ashley había tenido malas experiencias con los Ancianos y no se atrevía demasiado a meterse en esos líos.

Por eso mantuvo en silencio y esperó a ver qué pasaba antes de ponerse de una parte o de otra.

Viviane chascó la lengua y se cruzó de brazos. Esperaba que alguien dijese algo o tuviese una feliz idea para rescatar a la criatura, pero Ashley se sumió en su propio silencio.

-Alguien debería hablar con Fuegofrío y explicarle que matar al crío no va a solucionar sus problemas. Con el añadido de matar a un ser inocente que podría servir a Gaia.

Por supuesto, contaba con que ellos iban a tener que hacerlo.

Entre lobos cuidaban de sus cachorros aunque estuvieran condenados a morir. Su madre los defendería hasta la muerte, pero los humanos pensaban de una forma extraña que no lograba a comprender del todo. Sabía que eso era un acto de crueldad y que estaba mal visto, desde luego, y que una madre estuviera dispuesta a matar a su propio cachorro con tal de seguir siendo aceptada le parecía rastrero.

Viviane tenía razón, pero eso sería meterse donde no les llaman.

- Si, tienes razón, cara pálida. Matar al bastardo no la librará del pecado y la marcará con otro. Pero no es nuestro clan ni son nuestras normas, no deberíamos meternos donde no nos incumbe. Hemos venido por otras razones y no a decirles cómo deberían hacer las cosas en su casa.

Al escuchar a Sueño Donny soltó un gañido. Reptó para salir de debajo del Theurge. Del enorme lobo de pelaje irregular surgió la apestosa forma homínida de Donny, con sus Fetiches colgando de los hombros.

-¿Cómo que meternos donde no nos llaman? Matar bebés porque sí es de salvajes, por mucho que sean bebés tarados. ¿Estamos gilipollas o qué?

-Yo hablaré con Fuegofrío -dijo Ashley-. Pero no sé si servirá de mucho. En cualquier caso, nada de andar intrigando por ahí, ¿entendido? Hemos venido para lo que hemos venido. Lo que menos necesitamos es que nos apalicen los de rango superior a nosotros.

-Puedes intentarlo, Digna-hija, pero Fuegofrío tiene la voluntad de un glaciar. Continuará su avance sin importar el tiempo que tarde o los obstáculos que encuentre -contestó el Fenris-. De todos modos, es agradable ver posturas distintas a las de mi Tribu. Siempre he pensado que el Viento Ululante tenía muchas cosas que ofrecernos si queríamos escucharlas.

Viviane encontró reconfortante que el Ahroun diese la cara para mostrar su misma indignación, aunque las palabras de Ashley y Doble-mordisco borraron cualquier idea de lograr salvar al bebé. Si aquella mujer era tan terca como decía, daba igual lo que la Philodox pudiera decirle.

-Gracias -respondió, aunque hubiese preferido recibir aquel cumplido en otro momento-. Y quiero ir contigo, Digna-hija.

Donny miró a Ashley tan horrorizado como si le hubiera dicho que estrangulaba un gatito todas las noches antes de irse a dormir.

-Me la sopla Jabalí. No voy a dejar que se carguen a un niño pequeño, así por las buenas. Hazme el favor de señalarme a quién tengo que romperle la crisma para deshacer esto o empiezo a atacar gente al azar.

Ashley se volvió hacia el Ahroun y le enseñó los dientes mientras gruñía.

-Haz eso y no dará tiempo a que nadie te mate: lo haré yo primero. Esto no tiene que ver con Jabalí: Respetarás el territorio del prójimo. Te someterás a los de menor posición. No pretendas que el Tótem nos respete hablando así sobre él.

La Philodox no tuvo ninguna duda de cómo proceder en ese caso: Donny estaba sacando los pies del tiesto y como alfa debía ponerlo en su sitio. Estaba comprometiendo el Honor de la manada entera y poniéndolos en peligro al decir aquello. Cualquier Fenris respondería encantado a las amenazas de un Urrah.

-Ya he saltado antes a la muerte para salvarte el culo, así que no tires otra vez de la cuerda.

Quizá Donny ya hubiera aprendido algo de los Fenris: que Ashley le gruñera le daba igual. Además, según su experiencia, la señal de que Ashley iba a pegarle no eran gruñidos sino insultos.

-A ver si nos entendemos. Voy a derribar todas las puertas que haga falta y te voy a usar a ti de ariete si te pones en medio. Y si es necesario te voy a ayudar a ganarle a tu padre chocándoos las cabezas hasta la inconsciencia. Así que levanta el culo y haz algo o lo hago yo.

-¡Eh! -gritó Viviane, levantándose con las manos en alto y rompiendo el contacto visual de ambos garous-. Vamos a calmarnos un poquito antes de liarnos a hostias o habrá guitarrazo para ambos. Primero hablamos con Fuegofrío -miró a Ashley-, y luego, si eso, vemos qué se puede hacer.

Compartía plenamente la opinión de Donny, aunque sin la pasión que le hacía perder el raciocinio y sumar puntos para que le cayese una lluvia de palos. Aunque, si hacía falta, ella también se iba a liar a garrazos con el que intentase matar a esa criatura.