Partida Rol por web

Viviane asintió y se giró hacia la Furia, intercambiando una breve mirada.

-Vamos, te enseñaré el túmulo -aunque la verdadera intención de aquello era alejarse de los ancianos, sobre todo del dichoso ragabash.

Caminó en dirección al boun, lugar de paz y armonía donde su espíritu se serenaba, dispuesta a poner al corriente a la Galliard. Había gente meditando, y Hécate haciendo sus acostumbradas guardias, pero aun así había algo de privacidad.

-Verás, hace unas semanas algunos Danzantes secuestraron parte de una de las manadas, y al ir a rescatarlos el clan quedó un poco cojo en defensas. Era una trampa bien preparada, teníamos un Danzante infiltrado en nuestras filas y el golpe fue duro para el clan. Pero supimos defender nuestro territorio, y rescatar a algunos de los secuestrados -hizo una pausa y aminoró el paso, dejando que asimilase la reciente historia-. Mi manada... Bueno, imagino que ya habrás notado que me miran mucho, y no muy bien. La Alfa Ahroun del clan es mi madre y... Quizá no debería contarte esto, creo que te voy a espantar, pero supongo que es mejor ahora que luego. Durante el rescate al que fuimos me acribillaron a balazos de plata y caí. Me levanté en frenesí y... arremetí contra la hija de una compañera. Otra Furia Negra, Galliard. No era parte de mi manada pero había expectativas para que lo fuese. No supieron detenerme a tiempo.

Las palabras se atropellaban en su boca y se transformaban en un hilo de voz que Alecto apenas podía escuchar. No había levantado la mirada del suelo, pero seguía caminando.

-Estaba en la ciudad para ordenar mi vida y ser capaz de levantarme de nuevo. Sin ayuda. Por eso mi manada se ha dedicado a otros quehaceres.

Alecto escuchó la palabras de Vivane con creciente alarma. ¿Qué clase de manada era aquella, en la que no habían podido parar a una Ragabash entre un Philodox, un Ahroun y una Galliard? ¿Estaban también separados durante el ataque? ¿Estaban juntos alguna vez? De repente las cosas no parecían tan fáciles como hacía escasos minutos.

Pero ella tampoco estaba sin mácula. Por accidente, sí, y de una manera tan estúpida que parecía increíble, pero ella también había metido la pata hasta el fondo. Se merecía un reto a la medida de su falta y pensaba demostrarle a Jabalí que era capaz de superarlo. Pero antes de la manada, tenía que empezar por la chica. Le puso una mano en el hombro a Viviane:

-Ha tenido que ser muy duro para tí, aunque ya sabrás que no eres la primera garou que hace algo así. Doblemente duro, porque tu manada no parece ser el apoyo constante que debería. Pero cambiaremos eso -tiró de la correa de su guitarra hasta ponerla frente a ella y cogió el delgado cuello de madera para alzarla un poco con la mano que le quedaba libre-. En cuanto al frenesí, mientras Awen esté aquí no volverá a pasar.

Como surgidos del mismo aire, Ashley, Donny y un tercer Garou, un Lupus marrón con una pata deforme, aparecieron delante de ellos. Ashley soltó un grito de júbilo y se dejó caer en la hierba, agotada. Tenía el pelo encrespado y lleno de sangre vieja y tierra, pero sonreía con gran alivio. Llevaban corriendo a través de la Umbra todo el día, perseguidos por espíritus y malos sueños, pero al fin estaban en casa. Habían sobrevivido. Todavía no estaba muy claro el cómo, pero lo habían logrado.