Partida Rol por web

La Fenrir suspiró cuando lo tuvo cerca.

-No me haces ni puñetero caso y parece que no te das cuenta de a dónde nos ha enviado Jabalí. Siento haber tenido que marcarte antes, pero es que no me escuchas. No sé si es por sistema o que te caigo mal de verdad. Pero, ¿sabes qué? Que no me importa. Lo que quiero es que dejes de ponerme en evidencia y de ponerte en peligro. La gente aquí no se toma las faltas de respeto como los hippies de Gaia.

-Recibido -respondió, seco.

Sin dejar de sentir la necesidad de echarle las manos al cuello, se volvió con la intención de regresar junto a la hoguera para cultivar un rato más su jardín privado de ira y agresión contenidas.

Alecto se levantó al ver que Donny y Ashley se alejaban para hablar, sacudiéndose los pantalones mientras le decía a Viviane que sus tareas del día de la marmota la llamaban y le daba direcciones vagas, que incluían calaveras, sobre dónde estaría en caso de que la necesitaran a ella o a Awen. O en caso de que, bueno, quisiera pasarse. Miró de reojo a Ashley y a Donny una vez más y se despidió de la Ragabash con una breve sonrisa.

Alecto se alejó del grupo hacia donde calculaba que sus aullidos molestarían menos mientras hacía una lista mental de todas las llamadas que debía practicar. Canción le había advertido que debía poder realizarlas en todas sus formas, y puesto que Lupus era la más sencilla decidió empezar por ahí; aunque también sabía que Crinos y Homínido no serían demasiado problema, casi nunca había intentado aullar, y aún menos impresionar a nadie haciéndolo, en las dos formas restantes.

La ragabash, al ver cómo todo su grupo se diseminaba, cada cual atendiendo diferentes cosas, cambió a lupus y se quedó echa un ovillo en su lugar esperando a que la pareja de turno regresara.

- Es una buena pregunta.

El Lupus apartó la mirada hacia algún lugar impreciso de forma momentánea.

- Ya se que el... ¿Jarl? tiene ciertos intereses en ello. Pero no veo en qué puede serle realmente beneficioso.

-Política. -Mapache sonrió juguetón-. Pero... la cuestión no es sólo esa. Fuegofrío es una heroína para esta gente, ¿hmm? Su ruptura de la Letanía fue un grave golpe para el Clan. ¿Y el padre? ¿Quién es? Ella se niega a desvelar su identidad... Se sabe que no ha sido su marido Pariente, claro... ¿Y si fuese alguien que beneficia al Jarl de algún modo? ¿Y si al matar a la criatura el Jarl lograse ocultar el secreto para siempre? ¿Y si en realidad no quisiera matarla sino alejar a Fuegofrío de aquí para prevenir más... revelaciones?

- Si lo que desea es alejarla no lo está consiguiendo. - dijo quedamente.

¿Qué consigue ella entonces acabando con su propio hijo? ¿Está intentando presionar al Jarl? ¿Y para qué exactamente? Aquél espíritu le estaba planteando más dudas de las que le resolvía.

- ¿A dónde quieres llegar entonces? ¿Está Fuegofrío presionando de algún modo al Jarl aceptando el castigo de matar a su hijo?

-Por supuesto que sí. Dada una orden que no espera verse cumplida, la obediencia es un desafío, ¿no? -murmuró Mapache con una risita.

Sueño entrecerró los ojos ante las palabras de Mapache y guardó silencio, pensando.

Si Fuegofrío accedía a la orden del Jarl para presionarle de algún modo, entonces eso podría significar que él tendría más que perder en todo este asunto. ¿Es posible que el Jarl fuera el padre del bastardo y estuviera montando todo este teatro para intentar asegurarse de que no volviera y ocultar la información? Eso tenía sentido en su cabeza, pero no le llevaba muy lejos fuera cierto o no. Si pudiera demostrarlo de algún modo podría parar esa pantomima.

- Entonces, el Jarl tiene algún tipo de relación con el bastardo. ¿No es cierto? ¿Cómo sabes todo eso? y lo que es más importante ¿cómo puedo saber yo que es cierto?

-Quizá no con el bastardo, sino con el padre. Pero, ah, yo sólo soy un espectador anónimo. Tampoco es que la cosa me importe mucho, pero mientras merodeo escucho cosas y... Supongo que preguntando a las personas adecuadas podríais encontrar la razón real de todo esto, ¿quién sabe?

- De acuerdo, me has sido de gran ayuda, Mapache. Mucghas gracias por tus indicaciones. Espero que encuentres algo mejor para comer porque no tengo mucho más que ofrecerte.

Y acto seguido Sueño cerró los ojos, concentrándose, y le ofreció algo de su poder espiritual.

Entre una cosa y otra, la manada pasó un rato separada hasta que Alecto terminó con sus entrenamientos vocales y Sueño volvió de la Umbra. El Lupus tuvo la oportunidad de explicarles lo que había averiguado mientras esperaban la llegada del Martillo del Alba, que no tardó demasiado en aparecer.

La otra manada que seguía a Jabalí estaba compuesta de cinco Garou que recordaban a la de los Buscadores de Corrupción. Acudieron a su propia hoguera cargados con dos venados y varios conejos, cubiertos de sangre seca y antiguas cicatrices. Había tres hombres y dos mujeres, algunos más corpulentos que otros, pero todos intimidantes aun así. A pesar de haber venido a pie desde el valle y haberse pasado el día entero cazando, no se sentaron a descansar; tomaron afilados cuchillos y se dedicaron a despellejar y eviscerar a las presas. Uno empezó a cantar una tonada animada que rompía el ambiente triste y oscuro que reinaba en el resto del Túmulo.

Fuegofrío bajó del risco en el que había pasado todo el día. El atardecer se acercaba y por ello les fue difícil vislumbrar su rostro, pero por el modo rápido en el que atravesaba el Clan y se perdía en dirección al valle no debía de encontrarse demasiado alegre.

Cuando Sueño volvió a aparecer ante su manada no hizo nada por justificar su salida repentina. Se limitó a explicarles lo que había averiguado por su cuenta. Les explicó que, efectivamente, el Jarl había dado aquella orden para intentar alejar a Fuegofrío, pero que ésta la había aceptado de forma desafiante. De esa manera, Fuegofrío intentaba presionar al Jarl, ya que parece que podría tener relación con el bastardo o con el padre de este e intentase ocultar la información quitándosela de en medio.

- A partir de aquí, hablar con las personas y averiguar lo que realmente pasa, si seguís interesados en el asunto, es vuestro trabajo. Pero os recuerdo que hemos venido aquí a honrar a Jabalí y ganarnos su favor como manada. - Dijo sin ningún tipo de acritud ni crítica en su tono de voz.

Realmente no podía hacer mucho más por aquel asunto que había desviado su atención del objetivo principal. Ahora lo que le preocupaba realmente era cómo podría desempeñar el papel que Jabalí quería que hiciera.

La ragabash no había vuelto a su forma homínida por alguna razón y permaneció ligeramente ausente conforme la manada se reagrupaba. Sólo las nuevas de Sueño lograron que alzara las orejas, atenta.

-Tres-acordes y Ash ya han hablado con Fuegofrío. Supongo que no hay mucho más que hacer al respecto excepto esperar.

No hizo alusión al reto de Jabalí y se sintió culpable por no estar más entusiasmada o ansiosa por cumplir sus expectativas, quizá porque no tenía ni idea de qué debían hacer además de mostrar coraje y fuerza bruta. Necesitaba cambiar el chip para lograrlo, lo sabía, pero se sentía tan fuera de lugar como debía sentirse Donny en el clan de las Furias.

-Es cierto, de momento no hay mucho más que podamos hacer. Ya veremos en qué nuevos y excitantes lios nos metemos cuando sepamos algo más. Y Sueño lleva razón, tenemos que centrarnos y trabajar en la tarea de Jabalí. Así que habrá que acercarse a esa gente que parece tan encantadora -dijo con algo de sorna. Era evidente que no era lo que más le apetecía del mundo, pero había decisión en su rostro-. Para eso hemos venido hasta aquí y nos estamos helando el culo, ¿no? Cuanto antes acabemos, antes volveremos.

Donny no tenía claro que el metis estuviera a salvo, pero no dijo nada al respecto. Era cierto que aún tenían que ocuparse de lo de Jabalí y no esperaba que fuera fácil bonito ni seguro. Cambió a forma homínida y estiró el cuello para ver si quedaba algo de comer.

-Por mi cuando queráis. Ya mismo.

Cuando la manada se acercó al Martillo del Alba recibió miradas incrédulas por parte de algunos de los Fenris, como si no se creyeran que unos Cliath extranjeros fuesen a hablar de veras con unos héroes como ellos. Pero los Martillo no fueron condescendientes, sino curiosos.

-Sois los Cliath que han venido preguntando por nosotros, ¿verdad? -preguntó uno de ellos mientras amontonaba carne en pilas sobre varias piedras planas-. Me llamo Arend Seis-garras y soy el Philodox del Martillo del Alba. Estos son Dagmar Sin-voz, Ahroun y Alfa de la manada -movió la mano en dirección a una mujer de pelo oscuro con una cicatriz horrible en la garganta-, Eckart Aullido-de-gloria, Galliard -Se trataba de un hombre fornido, de pelo negro y graso recogido en una coleta-, Ethel Mataestrellas, Theurge -Una mujer rubia de expresión sombría- y Jochem Sangre-de-hada, Metis y Ragabash.

Sueño inclinó la cabeza a modo de saludo respetuoso y esperó a que Ashley, como su Alfa, los presentara a ellos. De todas formas no quería abrir mucho la boca. Sabía que de alguna manera debería derramar sangre para ganarse el favor de jabalí y no quería llamar la atención diciendo algo inapropiado y que esa sangre fuera la suya.