Partida Rol por web

El coche del padre de Viviane se detuvo con un chirrido junto a la calle principal de la chatarrería. De él salieron Ashley, Alecto y Sueño. La Fenris cambió directamente a Crinos y saltó al ataque. La Rabia acumulada se evaporó cuando mordió y destripó a uno de los fomori. Sueño y Alecto hicieron lo propio con el que quedaba y una de las Perdiciones, con lo que las supervivientes huyeron a la Umbra tan pronto les fue posible.

-¿Quedan más? -gruñó Ashley-. ¡Donny! ¿Y tu madre?

Loretta, tirada en el suelo a algunos metros de Viviane, había perdido el sentido.

La Perdición contra la que se enfrentaba estaba muerta. Se giró en busca de otra presa y se sintió decepcionado al no encontrar ninguna. Sin embargo, Ashley estaba ahí.

La mirada de Donny, desde luego, no invitaba a acercarse. Estaba a cuatro patas; tres en realidad, porque estaba sujetando el klaive. Cuando localizó a su madre adoptó una postura más erguida. Alargó la garra y cogió un retrovisor extraviado del suelo.

Aún no había terminado. Quedaba la hija de puta que había empezado todo eso. Le echó una mirada cargada de Rabia a su alfa.

-Sácala de aquí -ordenó, y desapareció a través de su reflejo en el retrovisor.

-¿Qué coño haces, imbécil? -gruñó Ashley-. ¡Conmigo! ¡Vamos a traer a este idiota antes de que cometa una estupidez y lo maten!

La Philodox abrió camino a la Umbra para que la siguiesen Viviane y Alecto. Sueño tendría que abrir su propia brecha hasta que se uniese a la manada formalmente.

Alecto, Ashley y Viviane llegaron a la Umbra segundos antes que Donny. La zona, como Viviane imaginaba, estaba llena de Perdiciones. Había de todo tipo, agresivas y furiosas por la intromisión de los gaianos en una zona tan vital para ellas. Donny apareció y vio el enjambre que tenían delante. Al menos tres para cada uno.

Viviane rugió cuando Donny saltó a la Umbra, notablemente cabreada por la ineptitud del Ahroun. Ahora sí que se había pasado. Siguió a su alfa, aliviada al menos de tener el calor de su manada, y se lanzó a por las perdiciones.

Alecto, convertida en Crinos, siguió a sus compañeros por inercia, pero la Umbra le resultaba cualquier cosa menos agradable. Quizá por eso no pudo demostrar su fiereza ni ayudar demasiado, pues su ataque fue inútil.

Donny soltó un rugido y apartó a las Perdiciones que revoloteaban a su alrededor a zarpazos. No pudo evitar que le hirieran, pero por suerte su naturaleza de Garou hacía difícil causarle ningún daño permanente. Era de suponer que confiaba en la regeneración sobrenatural cuando saltó en medio de las Perdiciones en busca de la asesina de Tommy.

Atravesar la nube fue como pasar a través de un pasillo de motosierras. Los dientes y garras le sajaron y horadaron por todas partes: los costados, los brazos, las piernas, la cabeza, la cara. La sangre salpicó por todas partes y las Perdiciones, como tiburones, se regocijaron y redoblaron su furia por ello. Donny sintió que aquellas garras intentaban mancharlo y corromperlo. Saltar allí dentro había sido un error, como saltar a un poco de brea. Era difícil moverse y respirar y no podías evitar ensuciarte.

Cuando Donny cruzó, Ashley lo hizo también. La Fenris era menos corpulenta que él, por lo que las Perdiciones casi la ahogaron. El dolor era tan intenso que tuvo que utilizar su Don para mantener la cabeza fría y aparecer al otro lado. Tenía tan peor pinta que el Roehuesos, pero no pensaba detenerse. Le agarró del brazo libre y le clavó las garras para arrastrarlo con ella fuera de peligro.

-¡Nos van a matar por tu culpa y tu madre está fuera! -gritó llenándole de sangre y saliva-. ¡RETIRADA! ¡ES UNA PUTA ORDEN!

Cuando llegó al otro lado casi echó de menos tener alrededor una horda de Perdiciones manteniéndole en pie a mordiscos. Pero el dolor no iba a detenerle. Tenía que encontrar a Uñas-de-cristal. Alguien le clavó las garras. Era ella. Donny se volvió, rugiendo y levantando el klaive, para encontrarse con Ashley.

No intentó soltarse, pero giró su enorme cabeza para buscar a la Danzante en el horizonte umbral.

Sueño no se lo pensó dos veces, aquello era un hervidero, una muerte asegurada. Comenzó a abrir el portal antes incluso de escuchar a Ashley.

- ¡Fuera, venga! -Rugio por encima del sonido de la batalla.

La Ragabash no pensó si quiera en tratar de cruzar la marea de Perdiciones. Por suerte, Ashley lo hizo por ella, como buena Alfa. Acto seguido, al percibir el resplandor a su espalda que les devolvería a la seguridad de la realidad, enganchó a Alecto y le rugió a Sueño para que saltara de inmediato. No podían dejar a nadie allí ni un solo segundo o las Perdiciones los devorarían. 

Mientras el resto de su manada salía por otro lado, Ashley tiró de Donny hasta pisar el suelo físico y derrumbarse en él. La Fenris estaba hecha polvo, con algunas heridas tan profundas que hacían que le costase respirar. El Don que había activado le salvaba de gran parte del dolor, pero eso no significaba que no se encontrase terriblemente débil. Clavó las garras en la tierra y dejó escapar un gañido. Iba a necesitar ayuda de Alecto para poder seguir adelante.

El padre de Viviane se había atrevido a salir del coche para atender a la madre de Donny, que había perdido el conocimiento ya fuese por el shock o por el dolor. El doctor observaba las constantes vitales de la mujer, vigilando su pulso.

En cuanto vio que todos salían, Alecto recuperó su forma de homínido y se acercó a Adam y a la madre de Donny. Intentó concentrarse ignorando la rabia que todavía le nublaba la mente, pero cuando puso las manos sobre ella se dio cuenta de que su preocupación había sido innecesaria: el don fluyó mejor que nunca. Aquella pequeña victoria le mejoró un poco el ánimo mientras la ayudaba a ponerse de pie y la dejaba en manos de Adam.

-Ojalá yo pudiese hacer eso -murmuró Adam tomándole el pulso una vez más a Loretta. Seguía cubierta de sangre, pero sus heridas habían sanado y su brazo había vuelto a su sitio-. Está bien, pero necesitará descansar. Por el momento debería seguir inconsciente. Hay que llevarla al Clan para que repose y para... asegurarnos de mantener el Velo.