Partida Rol por web

Viviane, en su forma lupina, pegó las orejas a la cabeza emitiendo un quejido lastimero por lo bajo al ver a su compañero salir corriendo. Quería ir tras él, pero entendía perfectamente que necesitase su espacio, sobre todo tratándose del Ahroun con capacidad negativa para enfrentar sus emociones. Tenía la sensación de que lo mejor que podían hacer por él, a parte de dejarle ir, era darle algo con lo que pegarse. La voz de Alecto no le dejó desarrollar mucho más aquella idea.

-No, claro. Vamos-. Regresó a su forma homínida y se volvió hacia Ashley para decirle una cosa. Se dio cuenta entonces de que se quedaban ella y Sueño con el grupo de desconocidos; el recibimiento perfecto. Sin darle más importancia le palmeó el hombro a su Alfa-. Veré qué es lo que le han dicho y mañana lo buscaré en la ciudad, ¿de acuerdo? Buenas noches, y bienvenidos -dijo como despedida antes de señalar a Yorick para que Alecto no lo dejase ahí.

Ashley se despidió de los recién llegados y siguió a Viviane y a Alecto a hablar con los Ancianos.

Lysandra estaba hablando con Lluvia-de-sangre cerca de su hoguera. La mujer negra les dedicó una mirada de desprecio y se alejó con prisa. Lysandra aguardó a que Viviane le dijera que ya se habían constituido como manada y le dio un abrazo.

-Estoy orgullosa de ti y de tus compañeras. ¿Cómo está tu padre, Digna-hija?

-Como siempre -contestó Ashley encogiéndose de hombros.

La ragabash le devolvió el abrazo, gratamente reconfortada por el gesto tras la dura tarea que habían desempeñado.

-Iba a ir a casa esta noche, más si Donny se ha vuelto a la ciudad. Pero quería hablar un rato si no estás muy ocupada, y si no tienen nada más que decirte -Con las manos en los bolsillos se volvió hacia sus dos compañeras esperando que hablasen o moviesen sus traseros hacia otros asuntos.

Quería algo de privacidad, no por nada en concreto sino más bien por charlar un rato con su madre y transmitirle las nuevas.

Alecto se aclaró la garganta nerviosamente con Murray bajo el brazo. De repente parecía una idea malísima pedirle el favor a Lysandra, pero tenía que dejar de imaginarse que cada vez que la Ahroun la miraba podía averiguar mágicamente la relación que tenía con su hija. Y en caso de que algún día la descubriera, dioslalibrase, suponía que haber tratado algo con ella no le vendría mal:

-Me preguntaba si me podrías hacer el rito de reconocimiento... si no es mucha molestia... -dijo con voz relajada, aunque estaba segura de que estaba a punto de darle un ataque al corazón.

-A mí también me gustaría pasar por el Rito -dijo Ashley.

-Pedídselo a Leda; yo no conozco ese Rito -dijo Lysandra.

Dejó que fuesen a buscar a la Philodox para quedarse a solas con su hija.

Se despidió con la mano y esperó a que se alejasen lo suficiente antes de sonreirle ampliamente a su madre.

-Hemos estado en el Campo de Batalla. Ha sido impresionante; he combatido en la segunda Guerra Mundial y me ha disparado un tanque. Pensé que no salía de allí con vida, pero lo logré -dijo con orgullo alzando el puño cerrado-. Además estuve hablando con un Ragabash metis. Estaba un poco para allá, pero sabía de lo que hablaba. Me hubiese gustado quedarme algo más, aunque en general el ambiente del Clan no me gustaba mucho.

También le contó lo sucedido con el bebé Crinos, enfatizando en el papel primordial que Alecto había tomado en ello y el suicidio de después. Habló sobre su viaje en la Umbra, sobre la presencia de Jabalí durante la batalla, y acabó por comentar algo sobre la nueva manada que había llegado. Dejó el tema más espinoso para el final.

-Donny se acaba de ir a la ciudad. No ha querido decir nada, pero parecía bastante afectado. ¿Qué ha pasado con su madre? -preguntó con preocupación.

Las dos Garou acudieron a Leda para pasar por el Rito y la Philodox pasó a la Umbra para prepararse y hablar con los espíritus, que transmitirían sus hazañas con sinceridad e indicaría si estaban listas para pasar por el Rito o no. Aquello generó cierta expectación y varios Garou se acercaron para observar. Ashley se mordió el labio, algo nerviosa, y esperó.

Leda regresó y llamó a la Fenris, que según las normas del Rito fue acercándose lentamente mientras la Anciana hablaba de sus gestas.

-Digna-hija-del-Klaive, acércate -dijo la Lupus-. Has sido valerosa y no has perdido un instante antes de lanzarte al peligro para proteger a tus compañeros. La sangre de los guerreros Fenrir corre por tus venas, y la de tus enemigos por tus garras. Has demostrado tus dotes como guerrera y has acabado con numerosos esbirros del Wyrm. También has cumplido con tus deberes, has terminado tus búsquedas y te has ganado el respeto de tus pares, de tu Tótem y de tu Tribu. Has demostrado ser una digna soldado de Gaia y por ello consideramos que tus hazañas deben de ser recordadas.

Ashley estaba ya a un paso de Leda, que aulló la noticia y le dio un golpe con el morro en la pantorrilla.

-Alecto Tres-Acordes, acércate.

Alecto intentó ignorar las miradas de los curiosos que se habían congregado a su alrededor. Sabía que Ashley estaba nerviosa, pero se portó con la firmeza digna de una alfa. Ella intentaría no ser menos. Cuando Leda dijo su nombre empezó a acercarse sintiendo el peso reconfortante de Awen a la espalda. Había dejado a Murray descansando en un lugar seguro antes hablar con Leda. Parecía que sí que había un sitio donde una calavera no quedaba bien, y era en medio de un rito de reconocimiento.

-Has sido prudente y cuidadosa y has honrado a los espíritus y a tus antepasados. Tus consejos han ayudado a que tu manada se mantuviera entera y a salvo y no has dado un paso sin tener en cuenta los pros y los contras. Has participado en uno de los Ritos más sagrados de los Garou y has honrado a tu Tótem. Has viajado por la Umbra y has vuelto de una pieza. Has salvado a un Metis de la muerte usando nada más que tus palabras, mostrando una compasión digna de Gaia. Que todos oigan cómo la Madre te aprueba.

Leda aulló para que el Clan supiera la noticia y le dio otro golpe en la pierna. Las Furias Negras y algunos de los Hijos de Gaia presentes se acercaron para darle una palmada en la espalda y sonreír por su fortuna.

-Los Fenris son bestiales y muchas hermanas te dirían que estúpidos, pero están lejos de eso. Algunos son misóginos y racistas, pero la mayor parte son sólo ignorantes. Eso sí: de la peor clase, de los que no quieren aprender. Ellos lo hicieron por las malas. Cuando uno de sus Theurges fue tan estúpido como para despertar una Perdición muy poderosa atada a los alrededores de su Túmulo, los Hijos de Gaia insistieron en que los ayudáramos. Las Furias no estábamos de acuerdo, pero... combatirás al Wyrm donde more y críe. -Lysandra se encogió de hombros con una sonrisa orgullosa-. Les demostramos que las mujeres no somos tan débiles como creen y ganamos una alianza. Una de sus Metis quiso venir aquí para pasar el Rito y unirse al Clan después de quedarse fascinada por una de las nuestras. Algunos de nuestros mejores guerreros ganaron allí parte de su Renombre. Niebla-de-verano, Lengua-venenosa... -Su semblante se ensombreció-. Uñas-de-cristal... Sí, recuerdo aquellas semanas. Fueron divertidas.

Escuchó con atención el relato de su hija y la miró con orgullo. Su pregunta acerca de la madre de Donny devolvió la sombra a su rostro, sin embargo.

-Su mente no ha podido soportar ver más allá del Velo y se ha vuelto loca. Mary no está segura de si será permanente, pero no parece muy optimista al respecto.

Viviane escuchó con atención cómo se habían establecido los lazos entre ambos clanes, la forma en que el respeto había surgido entre ellos a pesar de sus disconformidades. Le parecío que Lysandra no estaba siendo del todo objetiva, pues la impresión que se había llevado de los Fenris dictaba un poco de su definición, al menos por lo que había escuchado de Doble-Mordisco y Sangre-de-hada. Pensó que, aunque sonase muy propio de los Hijos de Gaia, les hacía falta limar asperezas unos con otros y darse una oportunidad. Más o menos bestias, en todos los sitios había gente dispuesta a escuchar y a pelear.

Por otro lado, la noticia de la madre de Donny le resultó estremecedora y triste, aunque iba en sobreaviso por la actitud del Ahroun. Agachó la cabeza. Loca, sin poder trabajar y con un padre enfermo, Viviane pensó que casi habría sido preferible dejar que le cortaran el cuello. La culpa creó un agujero en su estómago y teminó que Donny también lo viese así. La había salvado, sí, pero también condenado.

-¿No hay nada que se pueda hacer? Una búsqueda, algún fetiche... Flecha de escarcha sabrá de eso, ¿no? -dijo con urgencia, claramente afectada por la noticia.

-No lo sé, hija. Sé que la Madre es capaz de realizar todo tipo de prodigios y que nos dio las herramientas para ello, pero ha pasado mucho tiempo y algunas cosas se han perdido -respondió la Ahroun-. Probablemente Flecha de escarcha sepa algo y podría ayudaros, pero quizá sea muy difícil o esté fuera de vuestro alcance.

Lysandra se cruzó de brazos, muy seria.

-Lamento lo que le ha pasado a la madre de Botón-del-pánico, de verdad que sí. Pero creo que deberíais estar preparados para descubrir que no tiene solución. Aunque exista, buscarla no siempre es posible y no podéis abandonar el Clan durante demasiado tiempo. Estamos en peligro continuo, Viviane.

Viviane buscó los ojos oscuros de su madre, tan fieros y temidos como los de una bestia, y los encaró con decisión.

-Lo sé, mamá. No es algo que pretenda hacer ahora, la situación es crítica y apenas acabamos de conseguir nuestro totem y una manada estable. Pero quizá más adelante, si no ha mejorado, podamos hacer algo. Seguro que la posibilidad de devolverle la salud a su madre hace que Donny siente la cabeza de nuevo y se centre-. La Ragabash, que había hablado con seguridad y calma, expulsó el aire por la nariz lentamente-. Y sobre eso, creo que podemos involucrar a la nueva manada para que nos ayude a deshacernos del té contaminado. Así podrían familiarizarse con la ciudad y los alrededores, también, e iríamos más rápido. Quería ir a dormir a casa y mañana visitar a Botón-del-pánico para traerlo de vuelta, y también para hablar con la chica que me dio la alerta. Sabemos muy poco todavía sobre lo que se está moviendo a nuestro alrededor. Creo que eso debería ser el primer punto por el que empezar, aunque todavía estoy pensando cómo.

Con la palma de la mano se frotó la frente. Era un tema delicado y muy complicado, y apenas sabía por donde cogerlo pero se estaba esforzando al máximo por demostrar que merecía ser hija de la luna oculta.

-Haz lo que consideres necesario -respondió Lysandra dándole un beso en la frente-. Confío en ti.

-Gracias, mamá -dijo con una trémula sonrisa y algo de vergüenza. Carraspeó y se guardó las manos en los bolsillos de la sudadera-. Me voy a ir ya. Por cierto, quizá podrías pasarte algún día por casa a comer. Cuando las cosas estén menos revueltas.

Tras despedirse, Viviane regresó a la cabaña en busca de algo que comer para hacer tiempo hasta que Ashley terminase. Quería comentarle la colaboración con la nueva manada antes de tomar la iniciativa.

Tras acabar el ritual y felicitar y despedirse despedirse de Ashley, y tras alejarse de la zona haciendo pequeñas inclinaciones de cabeza como un embajador chino a todos los garous que la superaban en rango con los que se cruzaba, Alecto se apartó tanto como pudo del resto de garous sin salir del clan para practicar una vez más sus aullidos. Cada vez quedaban menos días para su prueba y estaba decidida a dar lo mejor de sí. Había planeado las prácticas para más tarde, pero ya que Viviane estaba con su madre tendría que retrasar la primera actividad que tenía en mente para otro momento.

Cuando Viviane escuchó el aullido de Leda que anunciaba las gestas de Ashley y la aceptación de los espíritus, la Ragabash se acercó de nuevo a hablar con ella. Alecto se despidió y fue a practicar sus aullidos, quedando la Philodox a solas con ella. Ashley lucía una sonrisa de oreja a oreja y e hinchaba el pecho con orgullo. Parecía como si la intrusión de los recién llegados no le molestara en absoluto.