Partida Rol por web

-Señores, veo que tenemos unos cuantos voluntarios, algo que me llena de satisfacción y más en los tiempos que están por venir. -Hago un alto contemplando sus rostros, ya que me imagino que mis palabras, sin bien no dicen gran cosa, pueden insinuar algo- Luego me gustaría tener una reunión informativa con todos ustedes, pero antes quisiera que me informen brevemente sobre los nuevos reclutas, si tienen experiencia, habilidades, etc. Gaerel, por favor, empieza tú.

-Señor, comenzó Gaerel y se colocó mejor el parche en el ojo. -Yo recibí al primer grupo de cuarenta, mis compañeros había hecho una criba rápida creo que simplemente seleccionando aquellos que habían llegado puntual y con sus armas. Estoy hablando del bueno de Halbered, y los primos Ethlor y Eliver. A medida que avanzaba la mañana, iban llegando más. Parthil es el que se encarga del campo de entrenamiento, con los demás aquí presentes. Él puede dar el recuento, pero creo que la convocatoria ha tenido bastante éxito. De allí pasan a la milicia, y algunos a trabajar en las obras, y otros obreros a la milicia y de allí al ejército. Como se dijo en su día.

El veterano sargento se rascó la barbilla, pensativo.

-Al tema, a mí me dejan los primeros cuarenta que más prometían. Con sus armas y todo, muchos habían visto combate. Es lo más importante. Y luego que no sea un mercenario sin escrúpulos, preferiblemente, añadió y soltó una carcajada ante la ironía de haber servido en varios grupos de mercensarios. -Dividí a los cuarenta en cuatro grupos de diez, en un cuadrado con postes de entranamiento en las esquinas. Les vi luchar, y me quedó con los diez mejores, a los otros treinta los envié con Parthil. Y a lo largo de la mañana han subido más hombres del campo de Parthil. Pero de los diez, hay cinco que son interesantes y por eso han entrado los primeros.

Gaerel los buscó con la mirada. -Hay dos mercenarios de Rhovanion, hombres norteños fornidos con armas pesadas. Son muy cotizados como mercenarios, y aunque en este momento no tenemos luchadores así, quería ver qué opináis por contar con algunos pocos para hacer una unidad de infantería pesada.

La mirada del sargento encontró a Eärnil. -Luego está ese dúnadan de Rhudaur. Lucha con habilidad con dos armas, y no me cabe duda de que ha visto el enemigo en primera línea. Es más, diría que ha luchado detrás de las líneas enemigas. Junto a él viaja un hombre de Saralainn. Es raro ver alguno lejos de sus clanes, y no quería dejar pasar la oportunidad de contar con uno de ellos. No es un simple comerciante, de eso estoy seguro. Nos podría ser muy útil...

Gaerel fijó sus ojos en Khôradur, como queriendo añadir algo, pero prefirió guardar silencio de momento. -Por último, ¿dónde está? No lo veo ahora, pero hay un corsario. Diría que es un corsario, por la vestimenta y las armas. No pasó el primer corte, pero luego luchó con agresividad y muy ágil.

El sargento dio un paso hacia atrás, cediendo la palabra y el sitio a otro. -Es lo que he visto, en cuanto a reclutas especiales. Del resto puede hablar Parthil y los demás.

Ragi se adelanta a paso vivo. - 'A estas horas deben de estar impartiendo clases' - piensa, al fijarse en el sol que entra por las ventanas, ya alto en el cielo - 'Espero que no se les haya ocurrido hacer una salida... No, después de lo de la caravana seguro que se han quedado aquí.' - decide, adelantándose hacia la puerta de la gran aula. 

En la biblioteca no había tenido ni el tiempo ni la intención de hablar con Cerveth, pero después del juego de la cerradura y de lo visto en el cofre Sil Auressë ya no le parecía un lugar tan seguro como la noche anterior. Si por alguna razón le pasaba algo quería que Cerveth se hiciera cargo de la niña. Quizá incluso enviarla a otro lugar.

- 'A ver si está dando clase. Si no miraré en la biblioteca y la sala de profesores. Aunque no esté allí supongo que a alguien podré preguntar.' -

Escucho atentamente las explicaciones de Gaerel y observo a los reclutas que me va señalando

-Muy bien Gaerel. Tomo nota de su sugerencia de la unidad pesada. Es una buena idea pero la trataremos luego. Sigue entrenando a los reclutas. Posiblemente los necesitemos en breve, y antes de lo que me esperaba, a todos ellos, o al menos a los más prometedores.

Me quedo en silencio unos segundos.

-Así que un corsario, interesante, ¿que se le habrá perdido tan lejos de casa?, -sonrío y suelto una pequeña carcajada en vista de lo irónico de mi pregunta- Si lo ves indícame quien es.....¿Algo más Gaerel? -le miro fijamente esperando su respuesta- si no es así Parthil puedes hablar.

Después de atender a la conversación, sigo alucinado por la sonoridad brusca de la lengua negra. Una vez finaliza la conversación digo -"Voy a acompañar a Khôradur, si no es molestia"- y salgo detrás de él.

Antes de abandonar la habitación miro a Rari y le digo por lo bajo -"Buen trabajo"- y asiento con la cabeza y un sonrisa.

Ragi encontró a Cerveth en el aula principal. Había terminado de impartir una clase de Historia de los dúnedain, y se había quedado charlando brevemente con la Maestra Edrec. A continuación se dirigió hacia la puerta que daba a su despacho. Entonces Ragi se le acercó.

-Saludos de nuevo, Ragi, dijo con amabilidad. -Pasa, vamos dentro y me cuentas...

Algunos alumnos miraron sorprendidos al ver desde sus bancos cómo Ragi entró delante del Director de la Academia a su despacho. Ragi no terminaba de encajar del todo en la Academia, y su asistencia a las clases era más bien irregular. ¿En qué lío se habrá metido ahora?

El Lugarteniente Khôradur avanzó con el montaraz Denelloth a su lado, y convocó a sus hombres de confianza en el centro del patio. Allí acudieron los sargentos Gaerel, Parthil y los otros siete, así como el Jefe de Guardia Walec. Mientras tanto, los nuevos reclutas se posicionaron en distintas partes del patio.

Russef y Eärnil estaban junto a la puerta de la Academia, donde también se quedó el joven Eben. Se conocían de la fiesta de Ioënde, y desde su posición podían ver cómo Khôradur se situó en el centro de un semicírculo formado por sus hombres de confianza... Hombres curtidos en batallas, de diverso origen, que ahora tenían que llevar a cabo la ampliación del ejército de Sil Auressë. 

En las caras de los oficiales se podía ver la confianza que sentían hacia el Lugarteniente. También alguna mirada extraña a Denelloth, quien se había posicionado a la derecha de Khôradur, justo detrás. Parecía gozar de la confianza del umbareano. Más allá de su aspecto algo sombrío, su actitud poco sociable y las horribles cicatrices de su cara, Denelloth había sido un montaraz de Arthedain, o eso se decía.

Gaerel fue el primero en hablar, y en algún momento buscó con la mirada a Russef y Eärnil, y Khôradur le escuchó y observó también. Le estaba contando las pruebas realizadas, y su valoración de las mismas.

Mientras la reunión seguía en el centro del patio bajo un sol de la justicia, uno de los mercenarios nórdicos se acercó con dos cantimploras de piel. Al parecer las había llenado en el pozo del castillo.

-Tomarr, agua, fría, dijo y se tomó un trago él antes de entregarla. Era un hombre alto y muy corpulento, con pelo largo y barba. -No encontrar cerveza aquí, añadió riéndose a carcajadas.

Gaerel no tenía más que decir, así que le cedió el turno a Parthil. El también veterano sargento dio un paso al frente. -Señor, he de decir que hay buenos hombres entre los reclutas. Buenos hombres para la milicia, y en poco tiempo podrían ser entrenados como soldados a tiempo completo. Como sabe, son funciones diferentes. Pero normalmente todo soldado debe servir primero en la milicia. Además de los nuevos reclutas de esta convocatoria, tenemos a muchos milicianos esperando para poder entrar, pero hasta ahora no había fondos para pagar sueldos de soldado para más hombres.

Se quedó pensativo. -También hay bastante diversidad. Hay algunos jinetes, otros que manejan el arco con maestría. Se les podría entrenar para tareas específicas si hiciera falta. No estamos hablando de un ejército grande, por otro lado...  Parthil se dio cuenta de que estaba divagando, y hablando de cosas sin ser preguntado.

-En total, a esta convocatoria han acudido casi dos centenares de hombres, de los que ya conocía a una tercera parte y ya tienen semanas de entrenamiento a sus espaldas. De los que no conozco, y además de los que ha preseleccionado Gaerel, hay unos treinta o cuarenta que han servido en distintas milicias y no tardarán en coger el ritmo.

Leaniach, el que suele liderar las patrullas a caballo por los alrededores, intervino de repente: -Señor, la ampliación del ejército es una gran noticia. Me interesaría poder contar con más unidades a caballo. Aunque no tenemos caballería como tal, la infantería usa el caballo para desplazarse. Pero el territorio que cubrimos es extenso, sólo la ruta a Metraith requiere la presencia de una unidad permanente y la atención de otra. Por lo tanto quería recordarles la importancia de buscar a soldados que sepan manejarse con un caballo, eso es todo.

Después de Gaerel y Parthil, Leaniach era de los más veteranos. A falta de otra jerarquía, entre los sargentos rotatorios parece que se había impuesto la edad. O la experiencia.

-Si me dáis jinetes de verdad y más caballos para una unidad de caballería, también los puedo preparar para luchar desde el caballo, lo que nos daría una ventaja importante.

En Cardolan, la tradición era más de infantería. Los caballeros de la unidad de mercenarios "los Jinetes de Acero" habían decidido muchas batallas por eso, y en el Ángulo, donde había luchado Leaniach, los Lanzas Rojas habían sido decisivos en las últimas invasiones de Rhudaur.

Denelloth escucha atentamente los informes de los experimentados sargentos, y calcula mentalmente las necesidades de una misión que cada vez se le antoja más peligrosa. Puede que el apoyo de uno de estos sargentos le pueda venir bien.

Al pasar a la sala el tono calmado de Cerveth ayudo a que Ragi controlase en parte la agitación que le dominaba. - 'Maestre, me envía el senescal para pediros que asistáis a una reunión sobre la investigación que os encargó Denelloth. Desean que también vaya un tal Norion con el que dicen que tenéis trato.' -

- 'Pero antes quería pediros un favor' - añade, antes de que Cerveth tenga tiempo de irse - 'Sil Auressë es un buen lugar, pero en estos tiempos no se puede estar seguro de nada. Dicen que puede haber guerra entre Arthedain y Girithlin, y Sil Auressë está a medio camino...'

- 'Lo que quiero decir es que si llegan tiempos peores quiero saber que Sir va a estar en buenas manos. No se si yo estaré mucho tiempo aquí y confío en que llegado el caso os haréis cargo de ella.' -

-"Gracias"- digo aceptando la cantimplora de piel cuando me la tiende. Pongo la cabeza hacia atrás y pego un largo trago. Una vez termino, asiento con la cabeza al nórdico y le paso la cantimplora a algun compañero que todavía no ha bebido.

Agradecido nórdico, el hombre parecia algo "rural" pero de buena voluntad, parece que los jefes estan deliberando sobre nosotros, digo mientras le paso la cantimplora a Russef.

Escucho atentamente las explicaciones de Parthil y en cuanto acaba sonrío de satisfacción.

-Dos centenares de hombres, y por lo que comentas con cierta experiencia, no está mal.

Acto seguido escucho las explicaciones de Leaniach

-Nada más me gustaría disponer de una unidad, o dos, de caballería en nuestro ejército Leaniach, pero parece ser que de momento será algo complicado. Aún así, tarde lo que se tarde, se dispondrá de esa unidad. Como bien dices nos podría dar una ventaja en combate, y dados nuestros recuersos lo considero algo prioritario en nuestro ejército, aunque precisamente esos recursos son la principal traba que tenemos para crearla. Los caballos son caros y los necesitamos para diversas tareas. -Me quedo pensativo unos segundos- Veré que puedo hacer.

-Gracias a todos. Meditaré sobre lo que me habéis dicho. Creo que lo mejor será dividir a los hombres en base a su especialización, aunque no estaría de más que aprendiensen el uso de todas las armas, por si fuese necesario en el futuro. En cuanto sea posible, mañana como muy tarde, tendremos una reunión para hablar con más calma y detenimiento de los nuevos reclutas y de nuestras necesidades. Como sargentos, tenéis más contacto con los hombres y veis cosas que a mí, en lo alto del escalafón, se me pueden escapar. Vuestra opinión y consejo es muy importante para determinar que pasos son los que debemos seguir, así que cuento con vuestra visión y experiencia. -Miro a todos los sargentos mientras pronuncio estas palabras- Y más ahora, en que parecen venir tiempos...difíciles. Pero no hablaremos aquí ahora de eso. ¿Alguno de vosotros tiene algo más que decirme?

Ninguno de los sargentos tenía nada más que añadir, así que se dio por concluida la reunión improvisada. Los sargentos se dispersaron a atender a los reclutas y otros a seguir con las tareas normales del día a día.

El Jefe de Guardia Walec se quedó un rato. Su nueva armadura forjada por los enanos era realmente espectacular. Saludó a Denelloth, y se dirigió a Khôradur. -Señor, de la misma forma que se amplia el ejército, me ha comentado el Senescal que se hará lo mismo con la Guardia. Simplemente mostrar mi gratitud, ya que vamos muy justos de efectivos. Y también por las armas y las armaduras. Además, la incorporación de nuevos guardias permite liberar a los soldados que ahora están protegiendo los molinos por ejemplo. 

-No necesitamos hacer otra convocatoria para guardias, con su permiso, hablaré luego con los sargentos de instrucción para encontrar a alguno más para el cuerpo, y en todo caso de la milicia que ya tenemos puedo encontrar algunos hombres capaces.

Junto a la pared del edificio de la Academia estaban Eben, Russef, Eärnil y uno de los mercenarios nórdicos. Observaban la reunión desde la distancia, esperando su turno.

-No tienes nada que agradecerme Walec.La guardia es un elemento muy importante, tanto como el ejército. Vosotros sois quienes protegéis a la aldea en caso de peligro o procuráis que reine el orden, independiemente de que se os puedan unir los soldados en caso de necesidad. Luego quiero tener una reunión contigo y Denelloth para hablar de la organización de la milicia y del ejército. Posiblemente más adelante incluya a alguno de los sargentos más veteranos. Pero ahora nos urge hablar sobre el.....-bajo la voz- cofre de Dagorhir. Quiero que estés en la reunión Walec y que haya una guardia afuera para que no nos interrumpan mientras hablamos, salvo caso de extrema necesidad. La seguridad y la discreción con este asunto es prioritaria.

-Veo que allí están Eben y los dos extranjeros que acompañaron a la caravana que sufrió el ataque. Iré a hablar con ellos. Walec, nos vemos en la reunión.

Me dirijo hacia Eben, Russef, Eärnil y el mercenario nórdico, pero nada más dar dos pasos, me detengo y comienzo a buscar a Gaerel. Me dio la sensación de que quería decirme algo más pero que por algún motivo no lo hizo y quería hablar con él. Le busco con la mirada.

Denelloth se quedó pensativo mientras se iban marchando los sargentos. La distancia al lugar donde sufrió el ataque la caravana eran como 8-10 millas de camino, por lo tanto andando se llega en 4-5 horas, y a caballo en dos. El bosquecillo está a unas 15 millas de Sil Auressë, pero es terreno más difícil y se puede tardar 10-12 horas en llegar. A caballo se llegaría en ocho horas, aunque era necesario ser un buen jinete.

Otro tema era que en Sil Auressë había muy pocos caballos...

En cuanto al ataque que sufrió la caravana, según habían informado, fueron atacados por una multitud de unos veinte asaltantes mal equipados, de los cuáles cinco acabaron muertos, y el resto huyeron perseguidos por algunos soldados de la unidad de Leaniach a caballo.

Gaerel se quedó atrás cuando los demás sargentos se fueron, y al ver a Khôradur buscándole, se acercó nuevamente. Era el más veterano de los sargentos, y con el tiempo había ido ganándose la confianza del Lugarteniente. Su experiencia, su atención al detalle, su capacidad de organización, sus conocimientos de la región y las distintas formas de la guerra en la zona, así como el respeto de los demás soldados fueron sus principales avales. Por otro lado, no le importaba saltarse la jerarquía militar, era algo irreverente, y además la edad y las heridas de las batallas hacían cada vez más difícil su participación en batalla.

-Efectivamente, quería añadir una cosa más, dijo y fue directo y conciso. -El hombre de Saralainn, de nombre Russef, porta un juego completo de hachas. Son armas de muy buena manufactura, y apostaría mi sueldo del mes que no fueron hechas por los hombres de los clanes. Se dice que son grandes órfebres, pero ese acero es de los enanos. Aunque se han forjado con símbolos de Saralainn. Me da que él no es consciente de ello, así que podría ser algún tipo de regalo u obsequio, que ha ido pasando de padres a hijos. Además lleva ropa de calidad, aunque no lo aparenta. Ese tal Russef podría ser de una familia importante de algún clan... No hace falta que lo diga, pero los clanes son una fuerza a tener en cuenta. Si tenemos que avanzar hacia las tierras altas, prefiero tenerlos de amigo que de enemigo.
 

-Muchas gracias Gaerel, tendré en cuenta tus observaciones. -Me quedo callado unos segundos- Al final será que ese viajero de Saralainn será algo más. Si es un miembro destacado de alguno de los clanes, tenerlo en el ejército podría servirnos para obtener algún tipo de alianza, aunque, por otro lado, si ese clan tiene enemigos, podríamos tener hostilidades por otro frente al aliarnos con ellos. ¡La política!, en el campo de batalla todo es menos confuso y más claro, sabemos contra quien luchamos y a quien hemos de vencer. Si no hay nada más, puedes retirarte. Nos veremos luego junto con los demás sargentos.