Partida Rol por web

Exploró el campamento, los restos que habían quedado esparcidos junto con sus dos compañeros. Se habían llevado todo, y a Abel y a Menegor... y a su caballo. Estaba realmente molesto, eran dos buenos guerreros, como había sido posible todo eso? Debieron haber atacado rápido, de sorpresa. Olió la sustancia verdosa para darse cuenta de su clara naturaleza, y se alejó del árbol.

- Creo que los atacaron con flechas envenenadas, los debilitaron con eso y los confundidos por la sorpresa, es el único modo que es posible que los hayan vencido sin que dieran sus propias vidas por protegerse. Sin embargo no eran simples bandidos, dudo que ellos se tomasen el trabajo de tomarlos prisioneros, y tampoco creo que hayan sido un grupo de orcos, no es su costumbre borrar sus huellas. Pero como bien dice Aaren, es muy probable que aún estén con vida- dice poniendo una palma sobre el hombro de Egnadan. El chico estaba notoriamente afectado por la desaparición de su familia, pero esa ira contenida le daba fuerzas al grupo.

- Vayamos en esa dirección, si tenemos suerte puede que haya huellas mas adelante. Es hora de que el águila nos guíe hacia los lobos, confío en tu instinto mi buen amigo, te seguimos de cerca- le dijo a Aaren, sabiendo que sus años de explorador lo habían preparado para ello. 

Tras corroborar que la sustancia pegajosa era en realidad veneno y descifrar el rastro que parecía dirigirse hacia el Este, me acerqué a Theon y busqué su consejo antes de centrarme en el seguimiento de los rastros.
Con el tiempo, había aprendido a detenerme unos segundos y escuchar sus ideas antes de emprender ninguna acción. Una buena planificación podía ahorrar muchas horas de trabajo...esa era otra de las cosas que había aprendido de él, y sus planificaciones, solían ser particularmente eficientes en ese aspecto.

No parecía quedar nada de valor entre nuestras cosas, de modo que tras recoger lo poco que encontramos, guié al grupo hacia el Este, tal y como Theon me pidió, y traté de retomar el rastro desde allí.

Cuando perdía el rastro, le pedía el relevo a mis compañeros para no ofuscarme, y tratar así de evitar seguir pistas falsas.

En uno de eses relevos, aproveché para hacer un examen más detallado del veneno que habíamos encontrado en el árbol, y del que por precaución, había tomado unas muestras empapando unas vendas.

Emprendieron la marcha hacia el este, con Aaren dirigiendo el grupo. El joven montaraz pronto encontró las huellas, y confirmó que el caballo de Theon había sido capturado. Iba cargado según las huellas, igual que el otro animal, lo que les hizo sospechar que transportaban a los compañeros.

Avanzaron por la meseta donde crecía alta la hierba típica de las tierras altas, llegando a veces hasta la altura de la cintura. No obstante, los enemigos habían buscado zonas más rocosas, y a menudo rodeando hacia el sur en vez de ir por terreno demasiado llano. Era difícil saber cuántos eran, pero no menos de ocho. Y sus pisadas eran fuertes y zancada larga.

Pasaron por un punto de reunión, donde los restos de una hoguera, donde no habían sido eliminadas las heces y demás huellas. A partir de ese punto, al menos dos iban a lomos de un huargo. Además, el improvisado campamento había sido utilizado para preparar la sustancia viscosa que usaban para sus armas. Parecía tener efectos paralizantes, y la preparaban en un cazo oxidado mezclando distintas hierbas y hongos. El resultado era una pasta con la que untaban los cuchillos y las flechas.

Desde el campamento, el rumbo era más hacia el noreste. Y a lo lejos, desde la protección de las rocas, pudieron ver lo que parecía una granja abandonada de cierto tamaño, en forma de L. Las paredes del edificio principal de dos plantas estaban calcinadas por el fuego, y el edificio adyacente tenía grandes lonas que hacían las veces del tejado. Lo que les hizo sospechar que estaba ocupado en este momento.

Aaren los había conducido con incuestionable pericia entre las escasas huellas que había a la vista. Pronto el camino se hizo evidente para Theon, pero volvía a perderse en los tramos sobre rocas. La compañía del montaraz no solo brindaba la calidez de la amistad y el valor de un guerrero, también traía consigo la experiencia de sobrevivir en campo abierto, y el dúnedain no se arrepintió de haberlo sumado al equipo.

Los rastros de los raptores cada vez brindaban mas información, había restos de veneno a medio preparar y largas y pesadas pisadas que parecían acompañabar a los caballos. Todo eso podría haber sido tal vez un ataque de orcos organizados por alguien con alguna inteligencia mayor y que por algún motivo veía que los lobos podían serles de utilidad, tal vez como esclavos aunque no vislumbraba una razón aún para ello. Cuando notó las huellas de los huargos un escalofrío recorrió su espalda, había sabido de ellos cuando el señor de la guerra atacó Dol Tinaré, y el inevitable recuerdo de la muerte de su bisabuelo se le vino a la mente, al igual que la caída de uno de sus dos hogares. Sus ojos se pusieron rojos, de dolor o de furia, no podía saberse con claridad porque su rostro permaneció inmutable. - Huargos... seamos precavidos, esto es mucho mas serio de lo creía, si nos descuidamos los cinco estaremos muertos- dijo con dureza a sus dos compañeros.

El rastro los llevó a un edificio en ruinas por un incendio, que él juzgó como reciente, y las lonas le dieron la pauta de que tal vez algunos de los atacantes, sino todos, estarían allí. Llamó a los dos y les susurró - Si lo planeamos bien, creo que la sorpresa y el sigilo jugarán a nuestro favor, sino dudo que podamos siquiera acercarnos. Lo primero es ver si las monturas están en la casa o no, así que debiéramos bordear el lugar sigilosamente y tratar de contar si hay enemigos fuera. Si están de acuerdo, comencemos- Miró a Aegen en busca de aprobación, sabiendo que si tenía algo distinto en mente se lo haría saber. 

Los rastros eran claros, dos caballos, al menos dos huargos, y alrededor de una decena de asaltantes. Pisadas fuertes y zancadas largas...tal y como Theon proponía, aquello olía a patrulla orca por todos lados...

Se me antojaron demasiados enemigos, tocaría al menos a 3 por cabeza, y por si fuera poco, estaban los Huargos...la balanza se hallaba claramente desequilibrada. Aquellas bestias no eran sencillas de engañar, debíamos actuar con sigilo y cautela, de otro modo seriamos pasto de sus fauces en cuestión de segundos.

Tal y como Theon apuntaba, el factor sorpresa era nuestro. Los asaltantes no parecían aguardar visitantes inesperados. Si eran conscientes del tamaño de nuestro grupo, debieron suponer que no arriesgaríamos nuestras vidas para salvar a nuestros camaradas. Prueba de ello, era que se habían vuelto menos cautelosos, y ya no se molestaban en ocultar sus rastros.

A pesar de todo, el factor sorpresa se me antojaba insuficiente para equilibrar fuerzas. Sin embargo, confiaba en que Theon escondiese algún as bajo la manga en forma de estrategia, como habitualmente hacía, y sin lugar a dudas, echar un vistazo para evaluar la situación, me pareció la mejor idea en aquella situación.

Bien, asentí a las indicaciones de Theon. No os acerquéis demasiado. Si son Orcos tendrán centinelas, y su vista es aguda como pocas. Y no olvidéis enfrentar el viento, o los Huargos captarán nuestro olor. Continué. Me dirigía sobre todo al joven Egnadan, quería evitar que la proximidad a su hermano le hiciera actuar precipitadamente.

Lo esencial es que no nos descubran, si lo hacen...estamos muertos.

Contaremos cuantos de ellos son, que armas portan, y situación de cada uno. Después nos reuniremos aquí de nuevo, compartiremos información y ayudaremos a Theon a trazar una estrategia. Orcos o no, tendrán que descansar...

Ya me volvía para separarme de mis compañeros y avanzar por un flanco, cuando recordé el veneno...

...si el enfrentamiento fuera inevitable, no permitáis que os alcancen. Si no nos descubren, y dispongo de tiempo, tal vez luego podamos usar esa ponzoña en su contra.

Los tres escudriñaron la base enemiga. Porque no había duda de la naturaleza esa granja quemada. Estaba estratégicamente situada en un cruce de caminos, y los orcos la habían destrozado para después arreglarla para su uso. Uno podía pasar de largo y no percatar ni siquiera que estaba habitada. Pero desde la altura de la colina donde se hallaban Aaren, Theon y Egnadan se podía ver la lona que cubría partes de los establos y otros indicios del uso actual del lugar.

Lo que era realmente preocupante era ver cómo los orcos se habían organizado y cómo actuaban de forma coordinada y disciplinada. No presagiaba nada bueno.

El montaraz preparó algunas dosis del veneno de los orcos que había recuperado mientras pensaban en un plan de acción. Entonces, sus ojos captaron algo entre la hierba larga que cubría el terreno al sur de la granja. Vio a un hombre armado, escondido entre los arbustos^B, haciendo señas a otro que podría estar cerca del edificio principal, aunque no lograban ver de quién se trataba. Y más lejos, había otra forma que se movía para rodear el edificio^A.

¡Otro grupo se preparaba para asaltar la base orca! Tal vez sin conocer el peligro al que se enfrentaban.

Acababa de preparar las dosis de veneno, cuando pude distinguir varias sombras acechando el fuerte de los orcos en la lejanía, a unos 150 pies como mucho.

Enseguida le hice señas a Theon para llamar su atención sobre ellos.

Orome, "cazador de Bestias", nos envía ayuda. Susurré insuflado de nuevos ánimos.

Por la razón que fuese, aquel grupo parecía dispuesto a emboscar a los Orcos.
Su incursión ya estaba en marcha, y nosotros, deberíamos decidir si nos uníamos a ellos, o los dejábamos hacer.
Bajo mi punto de vista, el destino nos había brindado una oportunidad que no sería prudente desaprovechar.

En el peor de los casos, aquellos nuevos forasteros igualarían la balanza numérica en un enfrentamiento contra los Orcos, y con algo de suerte, podríamos alertarlos de nuestra posición antes de que dieran inicio a su ataque, y de esa forma coordinarnos para caer sobre ellos a un tiempo.

Rápidamente rebusqué entre las escasas pertenencias que habíamos podido salvar del campamento tras el ataque Orco, con suerte, encontraría algo que podría resultarnos de gran utilidad en aquel momento.

Orome... No había Valar que se haya ganado su confianza, ni destino mas caprichoso que el que había azotado su vida, lejos de agradecer por su suerte Theon vio delante de sí una oportunidad, una posibilidad de hacer la diferencia. La sola idea de que las pequeñas decisiones pudiesen hacer grandes diferencias era lo que lo mantenía firme aún cuando la derrota parecía la única opción.

Untó con el ungüento paralizante algunas de sus flechas, mientras observaba los pastizales que Aaren había señalado. El ataque parecía inminente, no había duda de eso, pero estaban demasiado lejos como para contactar al grupo que se acercaba al edificio. El montaraz le dio uno de sus espejos ante la mirada escéptica del dúnedain -Es una gran oportunidad, inmejorable diría yo, pero un error y se nos volverá en contra. Si los orcos o quien sea que los esté organizando ven nuestra señal, lo único que lograremos es frustrar el ataque- se quedó pensativo, había poco tiempo para decidir, mucho por perder y pocas posibilidades de lograr asaltar ese campamento.

- Actuemos como equipo con ellos aunque no lo sepan, eso es lo que les propongo, después de todo es probable que no estén mirando hacia aquí ni ellos ni los orcos, y hay mas chance que alguno de los secuestradores esté alerta hacia esta zona desde su posición. Ayúdanos a movernos sin ser vistos, Aaren, tu guía nos permitirá acercarnos mas a la granja desde el frente opuesto. Si somos afortunados, para cuando estemos a distancia de arco el grupo de asaltantes comenzará el ataque- tomó una rama e hizo una serie de marcas en el piso.

                                      +    

                                      +                                C2 (avance)

                                      +                                T              E

                                      +

 C1 (ahora)                       +                                       Aa 

T / Aa / E                           +                    

                                       +                                  Granja

                                     +

                                   +                            B                            A

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-Los espejos serán importantes de todos modos, pero para comunicarnos entre nosotros. Egnadán y yo estaremos con arcos, pero separados unos diez metros entre sí, para cubrirnos mutuamente a distancia del arco y para proteger el avance sigiloso de Aagen por la retaguardia de la granja. Desde allí Aaegen y yo nos comunicaremos con los espejos, con un código claro para saber cuantos hay y si están alerta o distraídos, con eso no habrá riesgo de ser vistos y encontraremos el momento exacto para atacar, incluso podemos coordinar esperar hasta que los otros humanos ataquen y lograr un impacto mejor. Algo que decir? Es el momento de dar otra opinión, sino ya mismo nos acercaremos bajo tu guía, Aagen, cada segundo que pasa es una chance menos de lograrlo- Theon hablaba con seguridad, aunque si creía en el plan o era simplemente una máscara para motivar a sus compañeros, era algo imposible de saber.

Las palabras de Theon me parecieron sabías y justas una vez más, y agradecí a los dioses que hubiese reparado en el punto débil de mi plan. De haber seguido adelante, podría haber costado la vida a muchos de aquellos hombres...seguramente también a nuestro compañeros y por ende a nosotros mismos.

Sin mediar más palabra, asentí a las palabras de mi amigo, y me dispuse a ejecutar sus ordenes con la mayor presteza posible. No había tiempo que perder si queríamos estar en posición cuando la fiesta diese comienzo.

Aaren comenzó su avance, aprovechando los arbustos y el desnivel del suelo. Llegó hasta el camino y lo cruzó para ponerse a cubierto junto a una piedra que marcaba alguna distancia ya olvidada tiempo atrás. Se asomó con cuidado, y vio las lamas de madera que tapaban las ventanas, y escuchó algunos ruidos desde el edificio de madera. ¡Y un centinela orco sentado en lo alto del edificio, mirando el patio interior!

Y entonces, de las sombras en el tejado, apareció un dúnadan alto y encapuchado. Era como si la propia sombra de las vigas se hubiera transformado en una persona. Aaren no podía creer sus ojos. Detrás del montaraz, Theon y Egnadan vieron lo mismo. El dúnadan se abalanzó contra el orco armado con una daga, pero el ataque no salió del todo bien. El orco se incorporó y comenzaron a luchar, tratando de no caerse al vacío ya que estaban de pie sobre vigas y tablas sueltas de lo que quedaba del tejado.

Por suerte, el orco parecía más preocupado de no caerse y de evitar los golpes que de dar la alarma.