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Zona Norte: Eärnil y Russef

-Os ayudo a buscar leña, se ofreció Russef. Llegaba algo cansado después de una larga carrera, pero a diferencia de otros muchos de los valientes que luchaban en estos días, Russef sí había podido descansar algo la noche anterior.

Aunque después de lo vivido durante el Oscurecimiento, no había resultado fácil conciliar el sueño.

-¿Entonces se está preparando un ataque aquí? ¿Para liberar el castillo y la aldea?

El hombre de Saralainn estaba ansioso de tener nuevas de la batalla y del ejército de Khoradur. Pero comprendía la urgencia de preparar la distracción, y ayudó trayendo la leña necesaria para el falso campamento. A unos dos cientos pasos hacia el este, los otros dos jinetes estaban terminando ya con su parte.

Aaren y Denelloth

Asintió a Caldrim, y rorientó la marcha tras Aaren (tuvo que mirar dos veces para localizarlo, pues se había situado de tal forma que era difícil de ver incluso para sus compañeros) mientras seguía mirando las bocinas que habían instalado los enanos con curiosidad. Cuando oyó la explicación del joven arthadan que encabezaba la la comitiva asitió, sorprendido por el ingenio de los naugrim.

Siguió el camino pocurando discrección, y confiando en que los enanos sabrían valerse por sí mismos; al menos un tiempo más...

ZONA OESTE: Bergil y Milzarak

El joven Bergil, tras cruzar el río y comprobar que no había peligro ayudó a cruzar al resto de heridos, aunque sin quitar el ojo a su señor. Tras hacerlo cogió de nuevo las riendas del caballo del lugarteniente y desenfundó la espada.

Ahora tenemos que ser más cautelosos.

Continuaron avanzando hasta que llegaron a cierta distancia del castillo. La visión de la estructura de piedra tranquilizó al joven escudero, pero aún así las dudas continuaron. ¿El castillo estará a salvo del enemigo?, ¿hay alguna posibilidad de llegar hasta él sin ser vistos?. De nuevo dirigió la vista hacia su señor, preocupado por su estado y por los hechos que tendrían lugar a continuación.

ZONA OESTE: Bergil y Milzarâk

La subida había sido más fácil de lo que había esperado y no habían tenido ningún percance con ninguno de los heridos. El estado de Khoradur le preocupaba, pero el escudero que lo acompañaba parecía preocuparse realmente por su señor y lo conducía con sumo cuidado.

Desde la cobertura de los arboles intentó distinguir si los huargos seguían rodeando el castillo y si se veían defensores en las murallas. En vano intentó divisar la figura de Eren, pero se encontraban demasiado lejos. Se masajeo con cuidado el hombro herido anticipando que posiblemente en breve tendría que volver a blandir su acero, y se quedó a la espera de la señal que indicará que el plan se ponía en marcha y los orcos habían picado el anzuelo.

ZONA NORTE: Eärnil y Russef

-Buen amigo, centrémonos en preparar la distracción y luego hablaremos largo y tendido"- Eärnil casi no puede ocultar la pesadumbre por los acontecimientos pasados, pero decide no preocupar a Russef. Una extrana y descabellada idea empieza a rondar la mente debilitada de Eärnil... Russef a vuelto de luchar con la oscuridad, pero, ¿puede confiar en él?

Decide compartir la mínima información posible para no comprometer el ataque

Theon, Girion, Agnor, Arthondir

- No cambiaremos el plan, Girion, seguiremos la ruta prevista y esperemos que los exploradores lleguen a tiempo a la aldea - le contestó a su compañero, consciente de que ya no había vuelta atrás. El jinete recién llegado traía mensajes específicos para Agnor y Girion, lo cual sorprendió de buen modo al joven noble, sin duda el encuentro entre ellos era un indicio de que era posible coordinar todas esas fuerzas dispersas. Mencionó también como estaba compuesto el grupo que esperaban desde el sur, era tan reducido como dispar, y alzó una ceja al escuchar la mención de una "loba". - Vaya, cuando partí de Fornost lo hice junto a un viejo Lobo, son tenaces y leales como pocos, será interesante conocer a esa mujer. En cuanto a los demás, es la primera vez que escucho de ellos - realmente había muchos nombres nuevos en su cabeza durante el último día, y tenía la sensación de que habría muchos más si lograba entrar al Castillo.

- Comparto la visión que tienes sobre Cardolán, Arthondir, pero el camino es lento y ese futuro se construye paso a paso. No sirvo al Hir Echorion, sino a Dol Tinaré, pero soy su aliado y tengo una amistad con él de años, ten por seguro que sabrá de tu compromiso por mis propios labios. Tu  arco y tu espada, son bienvenidos, pero tu especialidad nos será aún de mayor ayuda. - dijo con sumo respeto hacia el nuevo integrante.

- Esperamos encontrarnos con un explorador a pie que se nos adelantó, un umbariano llamado Belkazir. Una vez que nos informe lo que encontró, el plan es que suba al techo de la casa de comercio una vez que entremos a la aldea, que es un punto más alto de la zona y dese allí ver la posición del enemigo y de nuestros aliados. Tu capacidad para reconocer el terreno y plasmar en papel de un modo fiel lo que has visto nos será de mucha ayuda - un mapa actualizado y confiable de la posición del enemigo era un privilegio en la batalla y ese hombre podía marcar la diferencia.

Cuando se acercaron lo suficiente, se bajó del caballo y continuó a pie, para no llamar la atención del enemigo. Se desviaron levemente del camino, tratando de aprovechar el desnivel del terreno para estar mejor cubiertos.*

ZONA NORTE: Russef y Eärnil

Russef asintió a las palabras de Earnil y ayudó con prestreza en la tarea de la leña, mas callado que al llegar y esperando tener luego algún tiempo para ponerse al dia de la situacion en Sil Auresse.

Las caras de los soldados y del propio Earnil eran de tristeza y pesadez, nada anormal en tiempos de guerra y penuria. Pero Russef había visto la Oscuridad y cómo se pudo vencer de forma casi milagrosa; nunca había que perder la esperanza en los Hijos de Iluvatar.

ZONA NORTE: Russef y Eärnil

Eärnil continúa con la cabeza hecha un lío, le cuesta pensar con claridad.

"Compañeros! qué os parece si nos dividimos para preparar los diferentes campamentos, los dejamos preparados y esperamos al momento idóneo para ir encendiéndolos a la vez y crear una mayor ilusión al enemigo? Ahora que somos 3 podemos "enceder" cada uno un campamento". Al igual que en el caso anterior sus palabras no sonaban a ordenes.

Theon, Girion, Agnor, Arthondir

Tras las presentaciones y la puesta en común de impresiones, prosiguieron la marcha. Los deseos de Agnor no parecían tener oportunidad de cumplirse, pero las noticias tampoco eran aciagas. Poco a poco diversos aliados se iban acercando a Sil Auressë. Unas manos por aquí y otras por allá, que gota a gota culminarían por ser una ola. No una marea ni una riada, desgraciadamente, pero sí un manantial de esperanza. Cada espada aliada sería un orco muerto.

Ya más cerca de la aldea, decidieron bajar de los caballos para seguir el camino con mayor discreción. El asalto a Sil Auressë no podría hacerse sin sigilo.

ZONA NORTE: Russef y Eärnil

Russef aún no entendía el plan. Normal en su caso pues no había hecho más que llegar. Pero le resultaba un tanto molesto el hecho de sólo obedecer órdenes sin tener idea de para qué.

Por mi parte estoy listo para ayudar en lo que sea menester. Si bien sería de ayuda conocer algo más de lo que tenéis en mente y evitar posibles malentendidos, espetó a Earnil.

También era consciente de las sospechas del dúnadan que no terminaba de estar seguro si me había pasado al lado del enemigo; había que demostrarle con hechos de lo contrario, pensé.

Theon, Girion, Agnor, Arthondir

Girion escuchó atento las palabras del recién llegado. Sin duda alguna traía buenas nuevas, ya tan solo con su presencia evidenciaba el hecho de que los aliados se acercaban y se reunían en torno a Sil Auressë. 

Pero Girion se quedó atónito cuando Arthondir dijo lo siguiente:

En cuanto a mi interés por llegar al castillo, mis pasos se cruzaron con tres de los habitantes de Sil Auressë: maese Ferrim, de la raza de los enanos, Eben el montaraz y Denelloth, mi compatriota. Ellos me pusieron al corriente de la situación y juntos partimos desde el sur en pos de llegar a tiempo para la batalla al oeste de la aldea, mas yo portaba dos corceles y en la desesperación de no llegar a tiempo decidimos separarnos, Denelloth acudiría al campo de batalla en uno de mis caballos, no sin antes pedirme que alcanzara el castillo y a maese Girion lo antes posible - dijo mientras clavaba sus ojos en los del joven jinete, hablando sin decir nada - me pidió que me sumara a su noble causa, pues el temía no alcanzar Sil Auressë a tiempo para cumplir como debía. Espero que aun no sea tarde.

Si había entendido bien, había estado con sus compañeros, los mismos con los que había luchado en el monolito acabando con Gothdust. Eso es que Denelloth y Ferrim estaban vivos y seguían defendiendo a los aliados de la oscuridad.

No esperaba menos del viejo Denelloth ni del bueno de Ferrim -pensó el joven mientras esbozaba una sonrisa de alegría. Pero ese recuerdo le llevó a pensar en todo su conjunto en especial por alguien y así preguntó.

-Pues ya me has encontrado -comentó Girion sonriente.- Me alegro que te encontraras con el grupo de Denenelloth y los demás, sin duda alguna son un grupo pintoresco y muy valioso. Yo compartí con ellos acero y sangre...y una efímera victoria...por el momento.

-En cuanto a mi causa, he de decir que la he cumplido en parte.

El joven puso en orden sus pensamientos un segundo y luego continuó.

-Sí que llevé la noticia de la caída de Gothdust y de que el ritual que se iba a realizar en el monolito no se llevó a cabo, pero mi noticia tenía que llegar al lugarteniente Khôradur y al verlo caído en el suelo, cambié mi destino y quise reavivar las fuerzas aliadas con mi presencia portando la cabeza del sacerdote oscuro que quiso realizar el ritual.

Girion miró un instante al celo y luego continuó.

-La verdad es que no obtuve los resultado que hubiera querido, pues ni los enemigos se amilanaron ni los aliados se envalentonaron, pero la verdad es que al final no salió nada mal -dijo sin darle más importancia y pasó rápidamente a otra cosa.

-De todas formas, cuando te encontraste con  Denelloth y compañía, ¿te nombraron a más gente?, lo digo porque no solo estaban ellos tres cuando les dejé, si no que había bastante más gente. Entre ellos me interesa saber por Norion, mi tutor en la academia y sin duda el artífice de que Gothdust cayera en el monolito.

Girion preguntó por Norion, pero sabía la respuesta que iba a recibir, pues Arthondir había dejado claro con quién se había encontrado, peo quizás hubieran hablado de ellos antes de separarse.

Luego, cuando estuvieron más cerca de la aldea, el joven dejó la charla, bajó de su caballo y tras los pasos de Thon y los demás se acercó lo más silencioso posible, intentando que no les descubrieran en su infiltración.

Theon, Girion, Agnor, Arthondir

Por las palabras de Girion Arthondir se percató de que no eran pocas las hazañas del grupo que había encontrado, si bien era grande su humildad por haber callado tales obras. Y sin lugar a dudas las habilidades marciales del joven que tenía delante no habían sido exageradas.

Lamento no traer nuevas de su tutor, maese Girion, como sin duda conocerá, maese Denelloth es una persona harto reservada.

Sin embargo el joven parecía haber pasado por alto los matices de su discurso, habría de ser más específico en el uso del lenguaje, aun a riesgo de hacer pública una misión que, por otro lado, tampoco tendría que ser ocultada a sus aliados, más la actitud de Denelloth denostó en su momento la necesidad de cierta discrección.

Verá, la misión que me fué encomendada es la que me lleva al castillo, existe en su interior algo que ha de ser alejado de la sombra, en caso del peor de los desenlaces.

No había nada que turbara más al dúnadan que ser pájaro de mal agüero, mas la experiencia le había demostrado que en ocasiones no había lugar para las sutilezas y engalanamientos en las palabras. Y aquella situación era sin duda una de ellas.

No tenía ni idea de cómo lograría entrar con tal cantidad de huargos merodeando la zona, pero Theon parecía optimista, y un líder nato en batalla. En cierto modo le resultaba familiar, su actitud de sacar lo mejor de las personas en los peores momentos era muy propia de su hermano Armollion, por los Valar, qué bien les vendría su acero ahora mismo.

Por ahora le había dado un curso de acción, lo cual era suficiente, Arthondir desmontó, como el resto de sus nuevos compañeros, y avanzó en pos de aquel umbariano del que hablaban, comprendiendo lo que esperaban de él, trató de avanzar guardando en su mente en la orografía de la zona, más ningún lugar era mejor para aquello que la torre de Sil Auressë, salvando quizá la elevación que protegía su flanco oeste.

Gracias maese Theon, daré lo mejor de mí - concluyó decidido.

Theon, Girion, Agnor, Arthondir

Girion cada vez se sorprendí más con aquel hombre que acababa de llegar. Lo que le contaba estaba muy relacionado con él y así se lo hizo saber.

-Pues si ese algo que está en el interior del castillo y que ha de ser alejado de la sombra, si se da el peor de los desenlaces es una persona menor de edad, creo que ambos tenemos la misma misión.

Dicho esto esperó a que contestara para seguir con aquello o simplemente dejarlo ahí de momento. De hecho ya estaban cerca de la aldea y a lo mejor era hora de andar en silencio y seguir hablando más adelante.

ZONA ALDEA: Theon, Girion, Agnor, Arthondir

La unidad liderada por Theon siguió avanzando hacia la aldea. Habían desmontado sus caballos, y trataron de hacer el mínimo ruido. Todos eran conscientes de que El plan para liberar Sil Auressë dependía de dos factores claves: la sorpresa y la coordinación.

No se escuchaban ruidos de enemigos. El sol brillaba con intensidad encima de sus cabezas, y todos tenían las frentes perladas de sudor cuando por fin vieron la muralla exterior de la aldea a su izquierda. Aunque más que una muralla era una doble valla de madera que conectaba la colina con los restos de un muro de piedra en la esquina. Medía unos tres o cuatro metros de alto pero no contaba con almenas ni con plataforma para caminar por la parte superior.

Agnor y Arthondir iban en cabeza, y un poco más atrás estaba Theon y detrás de él Girion. Vieron la parte de atrás de un edificio de piedra de dos alturas, coronado por un torreón. Agnor sabía que se trataba de la Casa de Comercio, el centro de la economía de Sil Auressë construido restaurando las ruinas de una antigua posada.

Y allí estaba. El portón de entrada, de doble hoja y de madera reforzada. No les sorprendió hallar cerrada la entrada que daba al este. Tampoco había enemigos vigilando el lugar, pues sus atenciones se centraban en el castillo y en el vado. Había algunos cadáveres en las proximidades de la entrada. Mujeres y ancianos, gente sin armas que habían sido masacrados por huargos a juzgar por las heridas.

Los orcos habían escrito unas palabras en el portón con la sangre de las víctimas…

Fha-Burzum… Algunos de los presentes ya habían visto u oído esas palabras antes…

ZONA ALDEA: Arthondir

Donde se unía el muro de piedra con el edificio de la Casa de Comercio, Arthondir observaba que había puesta una bandera blanca enrollada en un aro de hierro. Parecía reciente, como si fuera una señal de algún tipo.

ZONA NORTE: Russef y Eärnil

Terminaron de preparar el primero de los campamentos falsos. Russef y Eärnil se encontraban más al oeste, y el soldado que había acompañado en un primer momento a Eärnil se desplazó hacia el otro punto más el este, a unos quinientos pasos. Allí se encontró con el otro jinete. Así que había dos hombres en cada punto.

Eärnil dio la señal, y encendieron las fogatas. El objetivo era crear la ilusión de varios campamentos al norte del castillo con el objetivo de desviar la atención de los enemigos del auténtico peligro que llegaba desde otra dirección.

CASTILLO

Curudae recibió el día en su lugar predilecto de la muralla del castillo. Era un punto entre andamios, con vistas al este. Aunque aquel día, su mirada recorría más hacia el sur y hacia el oeste. Buscaba nuevas de las batallas que se estaban librando en los alrededores.

Entonces, los gritos de los arqueros captaron su atención. Hogueras en el norte.

El Senescal se giró hacia ese lado. En su mano sujetaba un papel. Era la esperanza en aquel momento. Y buscaba señales.

Grueso ejército defiende posición estratégica. Khoradur herido. Agnor regresa Comandante. Faelimir regresa heridos. Earnil creará distracción cuando lleguen refuerzos con jinetes acero. Queremos romper sitio

Hogueras en el norte.

Sacó de su bolsillo una ficha de ajedrez, y la colocó en la muralla. Era su amuleto de suerte, y le había acompañado desde hacía muchos años. Nunca se separaba de aquel objeto, pero aquel día lo colocó con cuidado encima de las piedras del castillo de Sil Auressë.

Contempló unos instantes el baile de los rayos del sol sobre la ficha, y luego se asomó para ver el patio de armas. No cabía un alfiler en los aledaños. Cientos y cientos de personas se amontonaban allí, pero a pesar de los nervios y del miedo, dejaron un pasillo para poder moverse entre la torre de homenaje y las murallas.

ZONA OESTE: Milzarak y Bergil

En el oeste, Milzarak, Faelimir y Bergil vieron encenderse las hogueras en dos puntos situados al norte del castillo. Era la señal del inicio de las maniobras, o eso recordaba el sargento Faelimir. Pero era difícil coordinarse con todos.

ZONA OESTE: Milzarak y Bergil

-Milzarak, date un rodeo hacia el noroeste. A ver si logras establecer contacto con Eärnil o quien haya allí. Para avisarles de nuestra presencia aquí. Pero no te alejes demasiado.

Luego mandó al cazador Sudwyll hacia el sur para inspeccionar la situación allí.

ZONA MOLINOS: Denelloth y Aaren

En silencio, los jinetes iban llegando hasta el punto escogido para la posición inicial de la batalla por venir. A su izquierda, las bocinas de los enanos comenzaron a expulsar un humo de unas características diferentes a las habituales. Era denso y espeso, y además parecía reflejar la luz del sol. Pequeñas partículas volátiles que brillaban en la nube que se había formado y que se dirigía con precisión casi sobrenatural hacia la zona de los molinos, donde se encontraban los murciélagos.

El grupo pudo ver cómo algunas de aquellas criaturas voladoras de repente perdieron el rumbo y terminaron cayéndose al río o chocándose con los batanes. Otros murciélagos se escondían en el interior de las estructuras de madera, y en cualquier caso aquel humo creó una barrera que les protegió a ellos aún sin ser demasiado llamativa. De hecho, los orcos de momento no se habían percatado de lo que estaba sucediendo en los batanes. Pero en cualquier momento eso podía cambiar.

Cuando llegaron hasta la muralla exterior de la aldea, se escondieron pegados a la misma. En realidad, se trataba de una valla doble de madera, de unos tres o cuatro metros de alto pero sin pasarela superior.